domingo, abril 29, 2012

ESTACIÓN INGENIERO DE MADRID



-Foto: choque de trenes en Empalme Ingeniero de Madrid.







De paso*



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com



Lo pensó así en el momento exacto en que se apeaba del tren: "nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto". Intuía o recordaba que era el título de una canción, una película, un libro... Algo que le venía de remotas regiones de su mente, palabras difuminadas por la resaca del tiempo que ahora, sin motivo aparente, habían salido a la superficie para volver a sumergirse en el olvido minutos u horas más tarde. El hombre ya no era joven. Tenía esa edad indefinida de quienes han vivido en muchos sitios o -pensémoslo despacio- en ninguno. Por eso una frase aparecida de repente en su cabeza podría venir de cualquier parte: La edad mezcla palabras y recuerdos, invenciones y vivencias. Todo es una misma argamasa que se amontona, informe, en los anaqueles de la memoria.
Pero ¿a qué venía esa frase justamente ahora? El traje raído, las arrugas delatoras, el exiguo maletín ¿pueden ser, acaso, la respuesta? El hombre miró al frente. Un cartelito despintado anunciaba el nombre de la estación: "Ingeniero de Madrid". Le resultó chocante, porque él había nacido allí, muy cerca de Madrid; en España, esa España ahora tan lejana como las brumas de un entresueño, que se van desvaneciendo poco a poco cuando despertamos y de las que, al final, apenas queda un vago rescoldo, una cicatriz inexistente.
Tal vez fue ese detalle -pero esto lo pensó ahora, mientras contemplaba el letrero-, el nombre de la estación, lo que le trajo a la mente la frase lapidaria. Porque ¿algún ser vivo recordaba todavía quién fue exactamente ese ingeniero? Cierto que en algún libro, en alguna enciclopedia cubierta de polvo, quizá se reflejase no sólo el nombre, sino incluso también el hecho por el cual este lugar que ahora pisaba había adoptado ese nombre, que -a pesar de todo- no dejó de resultarle sumamente curioso. Pero ¿puede una enciclopedia, por exacta y completa que sea, imitar o suplantar eso que llamamos recuerdo? ¿Son esos artículos, esas anotaciones, una forma de seguir existiendo en la memoria de las gentes futuras? Tal vez, pero, en cualquier caso, una forma distorsionada, infinitesimal. Las biografías las escribe gente viva sobre gente muerta (o gente muerta sobre gente muerta, que viene a ser lo mismo) y quienes las escriben no saben nada, absolutamente nada. A lo sumo, una mínima colección de hechos aparentemente importantes, pero que en realidad son irrelevantes o anodinos, puesto que no arrojan ninguna luz sobre la persona biografiada... La única biografía posible la va escribiendo uno mismo, con sus propios actos, y no queda registro en parte alguna...
Vio las vías perdiéndose en el horizonte. Las vías del tren sugieren la infinitud y el desencuentro (Acaso también la infinitud del desencuentro) pero en este caso concreto, además, ese desencuentro resultaba aún más dramático porque dos pares de vías se cruzaban en este punto para ir alejándose después hacia sus respectivos destinos, líneas infinitas que jamás volverían a encontrarse. Y este punto, el único lugar en que esas líneas se encuentran, es una estación erigida en medio de la nada, un punto perdido entre otros puntos igualmente perdidos o inimaginables.
Así sucede -pensó- tantas veces. Tal vez sólo exista un punto, un único punto en todo el inimaginable cosmos, donde sea posible el encuentro. ¡Qué dicha, el encuentro! Y qué tristeza ver alejarse de nuevo los trenes del destino, intuyendo.
Desencuentros... Si lo pensaba con frialdad y atención, fueron precisamente ellos quienes le habían traído hasta este lugar, quienes habían de llevarle adónde iba. Pero ¿dónde iba exactamente? No podía recordar el nombre (si es que tal cosa puede tener importancia en realidad), y no tenía el menor deseo de sacar del bolsillo el papel donde figuraba. Ya habría tiempo para eso cuando el nuevo tren se pusiera en marcha hacia el siguiente destino. La vida es una sucesión de trenes que, en apariencia, nos llevan de un lugar a otro. Sabía que una vez allí tenía que hablar con un tal Pereira o Pereyra, un portugués o brasileño que también -por circunstancias desconocidas y que, en el fondo, no importaban- había venido a dar con sus huesos en ese lugar alejado del mundo y de la historia. (Pero -atinó a pensar más o menos confusamente- ¿hay algún lugar que no esté alejado del mundo y de la historia? De ser así, el tiempo, juez definitivo, ya vendrá a corregir esa desigualdad momentánea, ese error inocuo). Tampoco recordaba, hecho anecdótico si lo miramos bien, cómo se llamaba el lugar del cual venía. De ese triángulo escaleno, sólo el curioso nombre de esta estación solitaria había echado raíces en su memoria. En la estación no había nadie más. De nuevo, estaba solo.
Los desencuentros, sí... Llegan a ser tantos que es imposible recordarlos todos. Y ¿para qué habríamos de recordarlos si sólo pueden producir dolor, desolación? Amigos que se fueron diluyendo en un pasado cada vez más difuso, amantes cuyos rostros apenas son una neblina inconsistente, familiares a quienes no había visto en dos décadas... Y le vino de nuevo esa frase:
"Hablar de nosotros después de muertos- musitó con una sonrisa amarga-. Si al menos alguien lo hiciese cuando aún estamos vivos, si es que en verdad lo estamos". Si alguien. Porque: ¿Quién le brindó una mano cuando su mundo se desmoronaba? ¿Quién le habló cuando precisaba una palabra? ¿Quién estuvo ahí
en esas horas de amarga e interminable soledad, o en esas otras de inasumible derrota? ¿Quién, finalmente, vino a despedirle a la estación -esa otra, ahora disuelta entre las telarañas de un olvido consciente- veinte años atrás, cuando tuvo que partir para no regresar? Para no regresar.
¿Amistad? Palabra casi siempre exagerada para definir relaciones superficiales entre seres humanos. ¿Amor? Ya lo dijo Bécquer: es un rayo de luna. ¿Fidelidad? Palabra horrible y abstracta. Encierra una falacia.
Un día, no muy lejano, de esta estación sólo quedarán ruinas, algunas fotos viejas, tal vez uno que otro recuerdo impreciso como la sombra tenue de un sueño abandonado en las hondonadas del tiempo. De quienes en ella esperaron alguna vez, de quienes tomaron un tren o se apearon de otro, de quienes en ese mismo andén conversaron durante unos minutos, desconocidos atrapados durante un instante en un lugar que ninguno de ellos eligió, ¿Qué será exactamente lo que quede?
Un vacío tan grande como el que ahora veían sus ojos, allí en esa estación inconcebible, era la única respuesta a todas esas preguntas. El hombre suspiró, miró hacia el cielo gris. El cansancio ya conocido vino a posarse sobre sus hombros. Tuvo que sentarse. Tal vez se adormeció. Por eso, no podría decir si vio, o sólo los soñó, a los jinetes que venían cabalgando desde el Sur, lentos, callados, cabizbajos.
De los dos jinetes, el más joven se quedó un buen rato mirando al hombre que dormitaba, sentado en el destartalado banco de madera de la vieja estación.
Hizo un gesto vago de saludo, sin obtener respuesta. Luego miró a su acompañante y preguntó:
- ¿Qué estará haciendo ahí?
Después de un rato, el otro jinete, un viejo de pelo blanco y rostro endurecido por lluvias y sequías y noches durmiendo al raso, contestó sin apartar sus ojos del camino:
- Está esperando.
El joven le mira, incrédulo.
- ¿El tren? Pero entonces tal vez deberíamos decirle...
- Probablemente él sabe.
- Pero si supiera, entonces...
El viejo calla. Deja que la verdad se vaya abriendo paso en la mente del otro. Sólo cuando ya casi le han perdido de vista, cuando el hombre desconocido y la estación abandonada apenas son un recuerdo que se va desdibujando, vuelve a oírse su voz grave, sentenciosa.
- Hay gente que va en busca de su destino; y hay gente que espera. Y también hay gente que hace las dos cosas. Dónde, cuándo, por qué... sólo son detalles circunstanciales, insignificantes. Y ni siquiera podemos hablar de elección. Caminas durante años y un día, sin que se sepa el motivo, los pies se niegan y ya no hay alternativa. Ese hombre -su rostro lo gritaba- se cansó de caminar. Y ahora espera. Nada más.
Y sin mirar atrás, los dos jinetes siguen cabalgando, sin apuro, como si en realidad no fuesen a ningún lugar, como si la única realidad posible fuese el camino que se extiende bajo los cascos de sus caballos. El silencio se ha instaurado de nuevo entre ellos, y sobre la escena, ahora, apenas se oye el rumor de la brisa que recorre, casi con timidez, el inabarcable páramo, rozando al pasar, de forma leve, todo aquello que aun tiene consistencia y que algún día, pronto, sólo será una sombra, un apunte inconcreto en los ajados libros de los hombres.



-Sergio Borao Llop publicó “El alba sin espejos”.











ESTACIÓN INGENIERO DE MADRID…










EL TREN DE LOS SUEÑOS*

(Para Eduardo Coiro, quien sabe quizás los sueños alguna vez se cumplan.)



“Si yo hubiera inventado el ferrocarril no habría consentido que nadie montara en él sin mi permiso.”
GUSTAVE FLAUBERT



Nunca he visto ese tren.
Pero conozco sus bifurcaciones.
Tal como las líneas de mis manos.
Conozco el territorio que lo define.
Sus cruces. Sus andenes.
Las líneas de la vida y de la muerte.
Habría que nombrarlo despacio y decirle.
Al oído, decirle, no hay líneas de la fortuna.
Que su línea del corazón señala que es larga.
Larga y profunda.
Que su oficio es el de muchos.
Andar y andar.
No elegir el caballo ni el jinete.
No preguntar. No parar. Huir. Ir. Venir
Soñar que es una la línea de la vida y es corta.
Reino de líneas paralelas.
Nunca he visto ese tren. Pero lo sueño.
Lo miro, a la distancia, lo miro… y lo sueño.


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar











"Ingeniero de Madrid: un holograma"*




*Por Alfredo Armando Aguirre.


-Escrito para el espacio "Inventiva Social, que anima Eduardo "Mendieta" COIRO



De Bill Ellis, aprendí hace pocos años que nuestro cerebro es un "Holón", donde nada de lo captado por los sentidos deja de permanecer en el cerebro y configura nuestro conocer. Y cada elemento que se incorpora la cerebro por los sentidos resignifica el resto. Dicho de otro modo: aquello de "que me entra por un oído, me sale por el otro", es una falacia. Por eso, lo consigna Ellis, le dieron el Nobel de Medicina a Sperry hacia 1981.

Eso me ha pasado con el concepto jungiano de "sincronía", que socava la secuencia  " P, entonces Q" o sea de causa y efecto, que el amasijo de Laplace, Newton y Descartes, difundido por el normalismo sarmientino, condicionó los holons de las generaciones argentinas vivas y las que nos precedieron, desde por los menos la Ley 1420.

Claro que antes de incorporar a nuestro Holón el concepto de "sincronía”, habíamos incorporado en el "serendipidad". Según este, la "serendipity", se da cuando buscando una cosa encontramos otra. Al escribir empiezo a barruntar que serendipidad es una suerte de gambito a los que no se bancaban la sincronía jungiana.

Pero así las cosas, él aparcero Coiro me estimuló para que escribiera algo sobre el empalme real o imaginario (Sé igual, le haría decir a Minguito Tinguitella, la pluma de Peregrino Salcedo) en Ingeniero de Madrid.

En el momento de la invitación, oí al pasar a un sociólogo que por radio decía que "el fútbol es un holograma de la Argentina". Conociendo esa noción de holograma (creo que también abrevada vía Ellis, a través de su espacio Comunities Autoelarning), me pareció aplicable a este empalme.

Porque Ingeniero De Madrid es un holograma de la Argentina (Prefiero pensar en las Argentinas en cuanto estado pluricultural y multiétnico). Y como congruente con el Holón y las sincronías abrevamos en la recursividad (aprendida de Mourin), no es tan relevante que eso se haya dado en el pasado, porque también puede reiterarse en el futuro.

"Todo lo que un hombre pueda imaginar otro podrá realizarlo", es una cita de Julio Verne, que leímos en un cartelito, en una época donde no teníamos Estado de Derecho. Pero el mensaje fue captado por nuestro Holón y allí quedo. En algún lugar siempre presente. Podemos sacar colorarios de ese concepto, por ejemplo: que todo lo que se ha realizado, puede llevar a otro a volver a imaginarlo y  y luego, eventualmente realizarlo. Como si la humanidad fuese un gran cerebro y cada uno fuera una neurona (Bueno esto por allí lo leímos del casi ignoto Carlos Molina Massey).

El empalme pues tuvo lugar en una circunstancia espacio -temporal especifica y puede volver a replicarse, para empezar en el mismo sitio, donde se esta virtualmente anclado y donde incluso hay vestigios de ese anclaje. Vestigios, que en una versión recursiva como la que adopto de la noción de "pródromo" o anticipo, que abrevé en Andre Marshal (cuanta cita; parece que curto onda culturosa en estos instantes....), justamente los vestigios son pródromos, como  su vez los pródromos fueron a parar en vestigios.

"El mapa no es el territorio", leímos alguna vez en Eric Berne. Una cita muy remanida en los ambientes de las Humanidades de tiempos muy cercanos a nuestro "aquí-ahora". Claro que quien esta cercano a la Cartografía, y mas aun quien vivencie las maravillas de ingenios como el Google Earth, relativiza dicha aseveración.

Por eso cuando empezamos a meternos en el empalme, lo primero que se nos ocurrió, fue mirar el mapa de la provincia de Buenos Aires: Mas específicamente el mapa político, donde se grafican las divisiones en partidos que adoptó la provincia. Y esta ocurrencia fue porque en mente teníamos que el Partido de 9 de Julio donde esta el empalme, desde que a alguien se le ocurrió que allí estará, limitaba con el Partido de 25 de mayo. Bueno, buscamos el mapa y efectivamente, los partidos con las dos fechas patrias mas emblemáticas de la argentinidad insuflada desde la escolaridad primaria, limitan.

Y eso hasta denota la lógica de los denominadores, o sea los Legisladores de la Provincia de Buenos Aires, de la segunda mitad del siglo 19.

Con anterioridad en nuestros estudios sobre los ferrocarriles y con la conmoción que nos sigue causando, lo que Cena denomino el "ferrocidio" (execrable combinación de la Ley 5.315, la ley Nacional de Vialidad de 1932, el Decreto de Promoción automotriz de 1959 y el Plan Larkin de Marzo de 1962), habíamos percibido que esa tragedia  se hace mas flagrante por la cantidad de ramales y consecuentemente estaciones clausuradas en el Partido de 25 de Mayo.

Y dado que este partido, limitaba con el de 9 de julio, lo padecido por 25 de mayo se extendía al partido vecino.

Involuntariamente en 1907 y deliberadamente en 1932, en 1959 y en 1962, la conjunción emergente necesariamente tenía que colisionar y eventualmente minimizar al holograma que emergía en el empalme como una suerte de iceberg.

Mas arriba nos referimos a los límites políticos que los dirigentes de la provincia de Buenos Aires, habían dado a la provincia después de la caída de Rosas y sobre todo después de la federalización compulsiva  de la ciudad de Buenos Aires en 1880.

Se ha escrito mucho sobre la generación del 80 y la funcionalidad del "proyecto de esa generación, al imperio británico, en tanto  potencia hegemónica de ese tiempo, que se prolongó hasta el fin o comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Cunado uno va no a las historias sino a las simples cronologías de la época y las empalma con lo que nos contaron los abuelos de las generaciones argentinas, cuyo padres o abuelos habían sido testigos de los aconteceres concretos, a veces las cosas son distintas a lo que dicen los libros. Esos libros hasta contradicen los documentos de base...

Las cosas no eran tan lineales, como algunos nos las vienen contando. No podría serlo porque la linealidad, es tan solo una conceptualización más. Felizmente vivenciamos aunque traumáticamente un tiempo donde esos hegemonismos conceptuales saltan por el aire, con el horror de no pocos.

Y por eso nos estimuló la figura del holograma (en tan replicador de bosquejos), por lo que representó el empalme y por lo que puede representar.

Debo  agradecer a este espacio generado por el aparcero Coiro, porque me permitió verificar en carne propia, lo que alguna vez leímos de uno de nuestros autores de cabeceras, esto es Gunther Rodolfo Kusch (1922-1979). En sus "Obras completas", no se ha incluido una disertación que diera en la Fundación Bariloche hacia 1972. Allí Kusch señalaba la mayor capacidad de la novela en cuanto trabajaba con "códigos abiertos" ante la ciencia que trabaja con "códigos cerrados". De modo similar se refería a este "lecho de Procusto" (Te lo dije, te pusiste culturoso hoy...) quien fuera nuestro profesor Juan Bernardo Pichón Riviere (El hermano del conocido psicólogo social) que anatemizaba contra "la ciencia experimental, formalmente matematizada".

El holograma, del empalme, nos proyecta un tipo o modelo que sociedad que intentaba conjugar algunos criterios que no eran los hegemónicos en términos conceptuales, sino que estaban allí, surgiendo de las experiencias que daba la practica cotidiana. Tenían ese sesgo del autonomismo que caracterizaba a la provincia de Buenos Aires, frente a los aprestos hegemónicos que se intentaban desplegar desde Buenos Aires, ciudad  y antes desde Paraná.

Lo que condujo a las cruentas batallas de Buenos Aires en 1880 tenía que ver con esas visiones encontradas. Y el fin de la violencia intensa no dio término a la disputa que continuó y... continúa.

La diferencia de trocha, no era un dato menor, en lo que estaba ya esta en juego. Eran dos filosofías, dos plexos de intereses, que algunos no querían ver y otros todavía no lo perciben. Por eso el interés por bucear en estos ferrocarriles de trocha angosta. Ellos dieron lugares a batallas conceptuales y no tanto de "baja intensidad". Así algunos que hoy pasan por héroes de la liberación nacional, muy sueltos de cuerpo pedían que cierren estos ramales, simultáneamente con la compra de los ferrocarriles cuando ya estaban molestando a los automotores de origen norteamericano.

Y después estaban las disputas internas entre burócratas que conciente o inconcientemente, le hacían el juego a esta diputa. Por ejemplo, los que se habrían abroquelado en los Ferrocarriles del Estado. Hemos escuchado hace un tiempo a algún memorioso (de esos que cuentan cosas que no se pueden demostrar con actas notariales) que la "gente del Ferrocarril del Estado, le tenia muchas ganas al material de Ferrocarril Provincial". Es por eso y por encima o por debajo de las circunstancias políticas, la gente del ex- ferrocarril del Estado ahora ya Belgrano luego de la nacionalización de 1946/4947, vio que la caída en desgracia política del Gobernador Mercante, después de la convención constituyente de 1949, era la ocasión para pegarle el "roscazo" al Provincial y  hacerse del Provincial y su valioso activo (sus maquinas de Vapor suecas Nohab y sus coches motores suizos Sultzer, para el caso). Y lograron nacionalizar el ferrocarril Provincial en 1951, pasándoselo al Belgrano.

Y hablamos antes de serendipidad y sincronía.

No hace un tiempo, ayer mismo (al día que redactamos esta comunicación), estábamos dando puntadas finales a una investigación que no estaba precisamente focalizada en el tema que ahora nos ocupa. Estaba leyendo en línea un ejemplar del Boletín Oficial de la República Argentina del 4 de diciembre 1943. Y en el sumario del mismo, vemos la síntesis de un Decreto: el Número 14.091 firmado por el presidente de facto Ramírez, el 24 de noviembre de ese año.

Casi nadie lee el Boletín Oficial y sin dudas el de ese día, en esa época.

Justamente porque ese mismo Boletín publicaba la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión a cargo del Coronel Juan Domingo Perón (¿Lo tienen?).

En la síntesis se leía acerca del cambio de jurisdicción del F. C. Midland.

Mi curiosidad pudo más y me fui a "chusmear" el Decreto. Vale comentar, porque soy de los que creen en la riqueza informativa de documentos como los Decretos, que en los "Considerandos" de los mismo, se consignan datos muy jugosos, porque allí constan las motivaciones, fundamentos y alguna información que justifica el dictado de este tipo de normas; por supuesto lo que resulta "confesable". Y en esos considerandos descubrí (“Aprender es descubrir" escribía Fritz Perls, en "Sueños y existencia"), que el Midland y el Compañía General tenían un "EMPALME!!!! En Plomers (pasando Villars).

De lo que dijimos de como se las habían ingeniado los del ex- Ferrocarril del Estado para absorber al Provincial, se nota como esto era un antecedente: que la Nación le había dado un "sartenazo" a la provincia, sacándoselo de su jurisdicción. Como se ve la misma lógica.

Eso por un lado: Lo otro es que esto demuestra que si había un empalme concreto (Con todo lo que implica un empalme, sobre todo en tiempos previos al "ferrocidio"), necesariamente algo hubo del empalme De Madrid.

Seguramente eso andaba en la mente de los que están cerca de las cosas. Y se suponga que la gente del Provincial, y del Midland se bancaron la situación. Esto acaecido en 1943 y lo de 1951, demuestra para donde iba una fracción.

Por eso no es de extrañar que hubiera una "devolución de atenciones".

Por la época que el ingeniero Maggi (fallecido en marzo de 1973, la noche de la victoria de la formula Campora - Solano Lima), el presidente Perón hacia mediados de 1954, firmó un Decreto  creando el Ferrocarril Nacional de Trocha Angosta de la provincia de Buenos Aires. Llego la Revolución

Libertadora y reaparecieron los que reiteraban la necesidad de levantar esos ramales: Frondizi, Videla y Menem lo hicieron...

En comunicaciones anteriores para "Inventiva social", nos hemos referido a los propósitos de estos ferrocarriles de trocha angosta. Ser pobladores. Pasar por donde no pasaban los ferrocarriles de trocha "ancha", que llevaban los grandes tráficos

Contamos que fue el senador provincial  Williams el artífice de un ferrocarril como el Midland: típico plasmador de la noción de "fomento", hoy poco practicada, pero de mucho potencial en cuanto al desarrollo sustentable.

Contamos otra vez del emporio turístico termal que se intentó armar a la vera de la laguna Epecuén, punta de riel del Midland.

Y como los dijimos antes, los trazos están disponibles y la red de poblaciones ha subsistido en sus vestigios que también son pródromos.

Por eso el empalme de Madrid es un holograma de algo que puede y que será.

Los tiempos son relativos. No le verán tal vez mis ojos. O los verán en otras encarnaciones.

Pero la semilla esta sembrada.

Tan solo esperara el momento adecuado para volver a germinar.

Entonces crecerá con más fuerza...


(Buenos Aires 10 de setiembre de 2011)










NIÑO DEL TREN*


A Carlos Ramírez Tamayo


Niño del Tren,

Nacido en casa tan pobre

Que no la abatían las tormentas:

Como ella, entre miserias, resistía.

A su lado, paralelas, las líneas escoltaban su mirada.


Acunado por la nana del camino de hierro

Soñaba partir rumbo a lo desconocido.

Esperando el momento de la huida

En busca de quién sabe qué destino no dictado

Por humanos.


Sabía - el canto de los rieles lo susurraba en su oído -

Que su hado estaba en el vagón aquel,

Inalcanzable y cercano,

Cargado de ajadas sonrisas.


Un día, subió a lomos de la bestia mecánica.

¿A dónde lo llevó?

Nadie lo sabe.

Sólo conocemos que viró crecido, feliz,

Iluminado.


La historia de lo que aconteció

Al que corría descalzo siguiendo los raíles,

Quedó en ellos.


El Niño del Tren no llegó siquiera a ser anciano,

Ni siquiera sus hijos lo recuerdan, mas

Cuentan las estrellas que el carril llora su ausencia:

Su triste canto

Arranca lágrimas a la madrugada.



*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.
(1999)










Persona tan distraída que soy...*



Mientras leo, pienso en aquellos verdes colores que adornan las nubes a nivel del suelo, y contra las cuales parecemos acercarnos en progresión infinita sin alcanzar a tocarlas. Las letras de este libro pasan frente a mí corriendo, sin tropezarse si quiera alguna ante mis ojos.
Pienso en aquella frase que crece de las semillas que duermen debajo de una buena sombra en medio del campo, y que cantan mientras hablan diciendo que “puede muy bien acontecer que aquella persona que no escribe un libro como ustedes, sepa cultivar la tierra de un modo eminente, y esa persona valdrá, por tanto, lo que ustedes con su libro”... Y no recuerdo de quién, ni de dónde germinó entre mis manos esta frase.
Y el tren avanza silencioso por parajes rurales, cuyos recuerdos ahora descansan en los ojos bellísimos de lombrices que viven distraídas con la frescura del viento... Una de ellas aborda el vagón pegada a la suela de mi zapato, sin pagar su boleto.
Miro los árboles que derraman palabras, y recojo algunas que han caído desordenadas al piso, y alguien, cuyo nombre he olvidado, ha acomodado de tal forma que puede ser leído: “se horrorizan de que queramos abolir la propiedad privada, pero en su sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros... Nos acusan de querer abolir su propiedad privada: efectivamente, eso es lo que queremos”.Esto de distraerse es lo mío.
Hoy, entre la lluvia tibia y el lodo amorosamente adherido al extremo inferior de mi pantalón que arrastra por el suelo, tengo que viajar en tren, bajar en la estación Ingeniero de Madrid, y salir para no se dónde hasta encontrarme con no se qué, o no recuerdo quién.
Mientras me arrullo con el vaivén de mi sangre entrando y saliendo a cada tejido, no me apura el recordarlo, y en mi mente se agolpan los recuerdos incontrolados de aquel importante autor que escribió: “el estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. El sueño rojizo del Sol al atardecer me trae la férrea idea de que lo único importante es saber que tengo qué llegar a Ingeniero de Madrid... Leo sin demasiada atención un letrero que hay pegado en la pared dentro del vagón, y que no recuerdo si estaba o no cuando subí hace una, dos o tres estaciones atrás: “Todos los Caminos Conducen a Roma”, decía el letrero.

“¡Persona tan distraída que soy!”, pienso yo... “Otra vez he vuelto a equivocar el camino”.


*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com









ESTACIÓN DEL DESENCUENTRO*



ESTACIÓN EN SEPIA


Tras una ventana desnuda. El mar espía el torso de la mujer.
El hombre tras dos ventanas en ocre, la  mira y la desea.
La mujer, tras sus dos ventanas en sepia, siente la soledad del mar
Sostiene la desnudez de la ventana y su espalda sostiene la nostalgia.



ESTACIÓN DE LOS TEMBLORES


Un hombre, trémulo, permanece quieto. La ventana se mueve.
Piensa, si ella se volverá a mirarlo.
La mujer se estremece y piensa que él viento marino le respira la nuca.
Piensa, si alguna vez, él volverá.



ESTACIÓN DE LA PLENITUD

El hombre sabe, que el mar no la abriga como lo hace su abrazo.
El mar, la quiere, plena, entre sus brazos.
La mujer recuerda el hombre de los ojos de mar.
Siente que ambos, son inalcanzables.



ESTACIÓN DEL DESENCUENTRO


El hombre cavila y retrocede.
Cree que imaginó sus glúteos de manzana verde.
La mujer cree que soñó con el hombre que le brota por los ojos.
Salta y avanza. Las luciérnagas apagan la noche…y la espera.



*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar

( Basado en "Muchacha de espaldas" –Salvador Dalí - Año 1925 )










Instantáneas en el Provincial. *





*Por Urbano Powell.







- SANTIAGO GARBARINI


El profesor ve la alambrada paralela a los rieles. Piensa: "la Argentina fue construida a partir de alambradas, estas: reales y visibles, que parcelan campo en propiedad privada desde los costados de la vía hasta un punto que no deja ver el horizonte. Y las simbólicas que no dejan pensar más allá de esas púas oxidadas"






-  BLAS DURAÑONA.


Es la medianoche. Han apagado las luces del vagón para que la gente duerma.

Afuera hay luna plena y cielo estrellado, es la luz de la noche la que ilumina el interior del vagón, dibuja formas extrañas según ingresan las sombras de los árboles altos que bordean cada tanto el recorrido. El hombre lee a Saramago gracias a una débil luz individual. Encuentra una frase que lo sacude: "La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre".

Piensa en su padre, nacido en un hogar campesino en la Italia de 1923. Ese sueño que lo sacudió ya anciano: los lobos se comían a sus ovejas y él no podía hacer nada para evitarlo. Así se despertó su padre. De aquella cara de espanto de su padre el hombre no se olvidara en su vida.
Piensa en su padre, en él, en sus hijos. En otros padres con sus hijos. Todos acechados y finalmente devorados por la culpa. El espanto no lo deja dormir.


En los sueños de muchos hay aullidos.






- LUCAS MONTEVERDE.


Dos novios se dan un beso en el andén. La chica sube al tren.

Beatriz vuelve a decirle "cuando la gente se quiere ver, se ve". Fue la despedida y ocurrió cuando ese hombre que mira era un adolescente de la edad del chico que quedo allí, parado en el andén, viéndola partir.





- EMILIANO REYNOSO.


Mientras coloca su maletín en el portaequipaje puede escuchar la frase que llega desde las butacas de atrás: los sueños que tenías a los 20 años se han convertido en pesadillas después de los 50.





- JOSE RAMÓN SOJO.


Baja del tren a estirar las piernas. El tren se detendrá pocos minutos.

Cuando volvió a funcionar el tren -se entera en el andén- no había nada fuera de la estación y unos pocos habitantes que se radicaron con el trabajo que genera el ferrocarril. Al poco tiempo construyeron una enorme iglesia, que ocupa una manzana completa. La estación tiene su publicidad en una enorme cartelera: "Pare de sufrir en José Ramón Sojo", mas abajo se leen horarios de culto para la semana.

El hombre abre una pequeña agenda y anota, espero no necesitarlo nunca -se dice- pero por las dudas me llevo esto anotado:

"Reunión de los casos imposibles. Domingos 18 horas."







- ÁLVAREZ DE TOLEDO.


Una gitana lee las manos de los recién llegados que la acepten.
"Cuídese de la gente que no da nada... y mas aun de los que viven colgados del cuerpo de los otros" le dice al joven que promete no olvidarlo.




- POLVAREDAS.

Mira la ventanilla. Por instantes se espeja. Y puede ver, no la extensión de la llanura. Sino la profundidad del desamparo en su mirada.







- JUAN ATUCHA.


Sube un hombre, va a cobrar su jubilación a La Plata. Se sienta al lado de otro hombre que escribe en un anotador. El jubilado que puede llamarse Juan o Hilario piensa que su vecino de asiento es escritor.

Le cuenta de su vida: "Hice de todo, de peón de campo  a albañil, pero no me olvido de la vida de campo.

Veo a mi padre segando el maíz con guadaña. Criábamos animales, no nos faltaba nada. Era una vida dura pero nunca nos falto para comer. (Levanta la voz, se enoja) pero la gente de la ciudad no tiene nada, porque sin tierra no tenes nada aunque tengas el mejor auto. No saben hacer nada, o si, firmar cheques, mover dinero y joder al que labura." "En la ciudad fui pintor y albañil, hasta que me harte de vivir mal y me fui a vivir al campo. Hágame caso, escriba un libro. Póngale de título Pocho el albañil"

Cada cual construye su épica con lo que tiene, con lo que puede, piensa el hombre que lo escuchó y no quiere decepcionarlo, Pues en su anotador había frases como "maldito enduido interminable" que no se parecen a las formas de un escritor.






-JUAN TRONCONI.

Un vendedor ambulante pasa cantando "el amor sobre toda diferencia social, el amor puede más" y desliza una mirada de deseo para unas chicas de la primera fila.





-CARLOS BEGUERIE.

Este pueblo tiene vida propia. Resistió el fin del ferrocarril y ahora sus habitantes se miran con orgullo y parecen decirse: aquí estamos, con o sin tren vamos a mantener el pueblo vivo.




- FUNKE.

Sólo se ven fantasmas. A todos se los trago la boca inmensa del tiempo.






- LOS EUCALIPTOS.

Lucio quiere conocer el lugar donde estaba la chacra del que fue su abuelo.

Lleva una advertencia escrita en la dedicatoria del libro de Antonio Dal Masetto: "A todos los que volvieron buscando lo que ya no estaba"





- FRANCISCO A. BERRA.


Un hombre viejo vivía en un vagón abandonado que originalmente fue del ferrocarril Santa Fe. El lugar sigue siendo una carbonería que queda a 200 metros de la estación terminal del tren de trocha angosta. Fue ferroviario.

"Entre de pibe, era auxiliar de instalaciones, creo que fue en 1952, un poco antes de la muerte de Evita. Y estaba cuando cerraron el taller, cargaron todo en vagones: máquinas, locomotoras, herramientas, todas apiladas como chatarras, había una máquina que permitía girar y agujerear en 360 grados, hermosa, una belleza, se llevaron todo y nunca supimos adonde".

-Quiero hacer un museo en Berra, -decía mientras pesaba leña de quebracho en "La Mulatiere"  Quedo esta balanza para pesar carros. Puede pesar de un gramo a 30 toneladas. Se lee en letras de hierro un nombre que expresa la lejanía de quien la fabricó:  B. TRAYVOU CONSTRUCTEUR.
Durante años fue juntando como un ciruja ilustrado los recuerdos ferroviarios que se tiraban a la calle, cuando se cerraban ramales y se vaciaban edificios enteros.
Es el sueño cumplido de Don Tito. La estación que preservo su familia como casa - museo ferroviario vuelve a ser una estación real.




- GOBERNADOR UDAONDO.


"La estrella de Udaondo"  El mejor almacén de la zona.
El mejor y el único -dice el dueño del boliche, y se ríe con ganas mientras corta fetas de salame para calmar al hambre del viajero.




- LOMA VERDE.


En la antigua estación hay un jardín de infantes, desde el patio se oye Al don, al don pirulero, cada cual, cada cual atiende su juego...

El Individualismo burgués, -piensa el profesor- confirmado hasta en antiguas canciones infantiles que persisten.





-  ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.


Quisieron hacer una broma y arriba de la palabra "Gómez" pegaron una madera con el mismo tipo y color de letra donde se lee "Diego". Más abajo, los autores pintaron con aerosol una frase para justificar el cambio de nombre: "Cómo usted sabe, la injusticia nos concierne a todos" Diego de la Vega, El Zorro.






- ARANA.


Viaja sin respuestas por la vida. El psicólogo que le vuelve a preguntar:

¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Cómo?

Y él sin respuesta. Ni siquiera para contestar con una ironía: "en el tren de las 10.40 hs"






- GOBERNADOR GARCIA.

Fueron los mismos. Estoy casi seguro. Aquí el cartel original de la estación fue reemplazado por Gobernador Demetrio López García. "Barítono". ¿A quien se le habrá ocurrido? En esta época los jóvenes fueron criados por los Simpson, no por El Zorro o Bonanza.



- LA PLATA.


El hombre deja su tarjeta, un modo de dejar su nombre en el recuerdo de otro, en este caso el joven vecino de asiento que ocupaba la ventanilla y que desistió de la indeferencia para conversar. El hombre de la tarjeta tiene 75 años y viaja a recibir su título universitario. Con glaucoma y cataratas a cuestas ha logrado aprobar todas las materias y llegar al mismo título que no pudo lograr su hija, detenida desaparecida por la dictadura. Ese compañero circunstancial de viaje encuentra años después la tarjeta entre papeles apilados y la lee: Alberto Ramón Acosta. Fotógrafo Acosta.







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Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

PARADA KM 79

ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.


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Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

ÁLVAREZ DE TOLEDO.

POLVAREDAS.  JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.


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