martes, abril 27, 2010
Y COMEREMOS PERDICES...
-ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.
Vida de pulga*
De un salto casi mortal, alcancé el lomo, caliente y sucio, de un perro callejero que pasaba, husmeando las bolsas de residuos.
Yo estaba muy cómodo viviendo entre las largas mechas de aquella perra coqueta, pero tenía que esconderme en lo mejor de mi siesta, cuando el champú y el cepillo invadían mis dominios, dejando mis pobres ojitos ardiendo con tanta espuma.
Y para peor, insistían todos los días con el baño!
Ya todos mis amigos habían emigrado cansados de tanto agua y hoy me decidí: cambié de barrio. De pronto me encontré rodeado de una manifestación de pulgas; eran como treinta que se escurrían cómodamente entre el pelaje del vagabundo, acompañando sus libres paseos por las veredas y la plaza. Estaba bastante gordito, bien alimentado y listo para darnos de comer a toda pulga que se animase a soportar el olorcito a sucio que tenía. Yo venía de habitar a alguien siempre perfumada pero me propuse aguantar el cambio, por la alegría de tanta compañía. Algunas pulgas jóvenes y muy lindas me espiaban a través de los desgreñados pelos del lomo y mi corazoncito aceleraba su toc .toc.
Decidí afincarme en este perro, que aunque descuidado y ruidoso, me ofrecía una futura familia.
El nos trasladaba desde los portones del mercadito, donde había huesos de todo tamaño que le regalaban los carniceros, hasta las distintas puertas de las casas del barrio. Allí aparecían latas con restos de comida o taruguitos marrones, que nuestro “perro colectivo” masticaba con gusto.
El agua la tomaba de una canilla siempre rota que había en la plaza y la cama era un montón de hojas o algún banco desocupado.
Los chicos eran sus amigos, aunque nunca faltaba algún travieso que lo pateara o le acertara con una piedra. El salía corriendo sin pensar en nosotros, que si no nos tomábamos fuerte de algún pelo, caíamos estrepitosamente a tierra. Bueno, eso no era tan grave ,siempre pasaba algún otro vagabundo que cobijaba al que caía.
Teníamos libertad. Claro que había que aguantar las heladas noches, pero nos apretujábamos en las partes mas cálidas de nuestro “perro casa”.
También a veces alguna pulga desatinada, chupaba con más fuerza, y las uñas del vagabundo, rascando con ahínco, desparramaba al grupo que salía a los saltos del refugio.
Pero nos acomodábamos en otro lugar y volvíamos a acompañar el plácido sueño del vago.
Estoy pensando en formar una familia y me quedaré a vivir en este lugar. Me gusta cierta pulguita, rubia y muy linda, y creo que será buena compañera. Y seremos felices y comeremos perdices. Bueno... las comerá el perro, porque a mí no me gustan.
*De Elsa Hufschmid. elsahuf@yahoo.com.ar
Y COMEREMOS PERDICES...
INSTANTÁNEA CON FONDO DE LLUVIA*
Crónicas del Hombre Alto (n° 61)
Ella entra al dormitorio recién bañada, envuelta en un toallón color turquesa, descalza, el cabello ceñido a la altura de la nuca con un elástico negro. No me mira. Abstraída vaya a saber en qué pensamientos propios de un día cansador que se termina, no advierte que yo sí la estoy mirando, que sigo desde la cama cada uno de sus movimientos.
Afuera, marzo se deshace sobre la ciudad en un aguacero noctámbulo y el viento balbucea palabras ininteligibles junto a la ventana. Adentro, sólo los pasos leves de ella y el zumbido del ventilador vulneran el silencio de la casa.
Ella acomoda el toallón húmedo sobre la baranda que rodea el entrepiso y se pone la remera con la que habrá de dormir (una remera que le queda grande porque es mía). Al hacerlo, un mechón ondulado escapa de la prisión de tela que lo retenía y queda suspendido junto a su mejilla izquierda, como un estilizado signo de pregunta que rebota graciosamente en el aire.
A pesar de su simpleza, el hecho logra captar mi atención más profunda y no entiendo por qué la imagen de ese rizo lánguido que se balancea rozándole la cara me conmueve de tal forma. Soy el espectador solitario de un acontecimiento mínimo, sutil, cuyo fugaz fulgor se abre paso entre los pliegues de lo cotidiano y viene a subrayar en mi interior la certeza de que amo a esa mujer.
Ajena por completo a esta epifanía doméstica, ella se sienta en el borde de la cama, programa el despertador, se quita la tira elastica y le devuelve a su pelo la libertad transitoriamente cercenada. Después, se acuesta, apaga la luz y se acurruca junto a mí, tomando mi hombro por almohada.
"Escuchá cómo llueve", murmura, y nos quedamos así, abrazados en silencio, atentos al soliloquio monocorde que la noche derrama sobre las calles y las casas.
*de Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar
LA LLAMA
y el fotógrafo*
*De Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
Pobrecita; pero así, nadie
la azota
ni la hiere; sólo debe andar
disfrazada
como algunos de nosotros
-en su caso
con un sombrero
rojo
y una felpa bordada
sobre el lomo-,
y así toda la tarde, en el
borde
más arbolado de la
plaza,
donde tantas gentes
cruzan, conversan,
o se abandonan
pensativas
en los bancos de madera,
hasta que alquien
desea tener una foto
de su niño
con una llama reluciente
de colores,
y entonces todos se
arraciman
y sonríen, y la llama, por
un momento
libre del cordel,
posa compasiva,
indiferente y bella
para siempre.
De Cuatro momentos
Buenos Aires, 2007-2009
*Fuente: http://www.eduardodalter.com/poemas11.htm
DE LA LUNA Y OTROS INSOMNIOS*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
SUEÑOS TRANSPARENTES
Cuando la luna se acuesta junto a mí, yo me convierto en la noche de la luna, en la noche de todos los astros, y si la noche tiene ganas de librarse de sí, dejo que se mire en el espejo de la luna sin pensar que pueda estar tramando algo contra la noche misma. Yo también dejo de ser yo cuando empiezo a ser la luna.
SIGILOS
Mujeres desnudas del color de la luna se esfuman en las cavernas del viento. Fulminadas de estrellas escuchan el redoble del corazón que las convoca. Corren ardorosas y festivas al sitial donde sobreviven los pobres deseos de un fantasma. Venidas de otros territorios, de otros sueños, traen su cuerpo sin armaduras, traen su intemperie de pájaro luz y de pez sombra. El fantasma que sólo tiene un cuerpo a medio morir, se agarra con las dos manos de la larga cola del relámpago que alumbra los albergues. Lo que la luz trae hasta la superficie es una victoria de mujeres empapadas de milagros.
LOS RIZOS RECURSIVOS
Hondo giran los peces de sombra, encadenados a su destino de agua, heridos de luna. Pero el mundo no es sólo eso. También están los hombres encadenados a su destino, desolados en su soledad, y esto, no por común deja de ser sorprendente.
DESAFIOS
La que duerme sobre el lomo de los libros, tiene una enorme sospecha que le impide cruzarse de brazos. Espesa de lluviosos sueños, piensa que una disminución continua no implica necesariamente la desaparición. Pero tampoco es una de esas individuas esclavas de sus palabras. Todo lo contrario: las palabras siempre la transforman. El blanco invisible puede ser visto con los ojos de no ver cosas visibles. La que duerme sobre el lomo de los libros, casi jamás cae de memoria en los versos ni en los abismos.
DESOLADOS EN SU SOLEDAD
Sólo la luna sabe que cada atardecer, el sol lleva su oro, como ofrenda, para la noche.
UNA HISTORIA DE PAJARO
La mano sobre la línea dijo: yo te dirigiré. Vos no tendrás más que seguir mis consejos. No será difícil, te bastará con dejarte llevar, dijo y cerró la puerta de la jaula. Uy, exclamó el pájaro, estoy sofocado, pero protegido. No lo suficiente, amor mío, dijo la mano sobre la línea. Todavía falta un poquito más, día tras día estarás un poquito más sofocado. Y al principio, el movimiento de los dedos de la mano era lúbrico. Cucú, cucú le cantaba la mano, melodiosamente y el pájaro repetía la sonata. Luego, el movimiento de la mano se hizo frío y maquinal. El pájaro estaba aturdido. Pero un día el pájaro se libró de la jaula violenta. Ya no está allí, dijo la mano severa. ¿Dónde, entonces? ¿En las tabernas? ¡Borracho! ¡Y se dice un hombre casado! Fuera de la jaula el pájaro se levantó, soltó su canto y se marchó. Debió estar muy oscuro. No veía nada el pájaro. Acostumbrado a ser llevado por la mano o a estamparse contra los barrotes, caminaba a los tumbos, volaba como astronauta, pero brillaba en un resplandor. Era el recién nacido en la noche de su esperanza.
SUEÑO ALBO
La que duerme sobre el lomo de los libros, lleva a caminar los dedos sobre el tajamar de sus salobres labios. La larga noche de un minuto se juramenta. Toda la ávida carne de una anémona es este barco a la deriva. Piernas largas, piernas largas dispersas en los senderos sin pasos. Y el ave de la memoria aletea saciada, con el pico lleno de espuma blanca. El pecado tiene forma de mujer y vuelo de pájaro.
TINTE DESVELADO
La noche es un espejo solitario donde una lágrima se enfría en la cáscara del rostro como si fuera la última vez.
TOCAR LA LUNA
Para qué le voy a mentir. Yo suelo tocar con bastante frecuencia la luna. A veces en compañía, a veces, en la más absoluta soledad. Tendida como un velo, los insectos brillantes de la noche se me aferran a los muslos, se aprietan al hueso de mi pecho y puedo partirme en dos tiempos y lugares. Qué más le puedo decir, ya que estoy en extremo confidente. Con sus peces redondos y sus piedras danzantes, la luna siempre se deja alcanzar por mi mano, sea en compañía, sea en soledad. La luna y mi mano son una unidad de músculo y misterio que nunca podrían existir por separado. Qué se le va a hacer. Una es una con sus con sus crestas y sus abismos. Negar la realidad sería tan absurdo como nunca negarla.
RON RUBI
La luna saca la cabeza del casco y salta, ebria de esquina a esquina. A latigazos es llevada por la noche a la paz y la armonía. La luna se abraza al viento y cruza las piernas en el aire, como esas mujeres insaciables.
*fuente: CONTRATAPA ROSARIO 12 SÁBADO 24 ABRIL 2010
-Enviado para compartir por Ruben Vedovaldi.
¿QUIEN ES MÁS BRUJA?*
Tómese un mate mientras le cuento.
Creáme, muchos me temen. lo sé. Lo siento. En sus miradas esquivas, en su forma de comportarse cuando se encuentran conmigo. Hacen como que me consideran una vecina más, sin embargo se que todos rumorean a mis espalda
-“Ahí viene la bruja.”
Otros mas incrédulos pero que también caen, dicen:
-“Ahí va la vieja loca”
Y sí todos saben, nadie comenta. Yo también sé y tampoco nada comento. Como tantas cosas del pueblo que se sabe pero permanecen ocultas.
Veo la alarma en sus rostros cuando uno de sus chicos se aproxima. En los niños, que por otra parte estoy segura están amenazados - que no se me acerquen- puede más el deseo que el miedo. Se acercan porque siempre llevo caramelos. Si supieran estas bobas como me río por dentro, cuando disimuladamente le quitan al niño el caramelo y lo esconden.
Son unas hipócritas, si señor. Tienen una doble vida.
Yo, en cambio soy lo que soy, lo que me tocó en el reparto de la vida, una bruja. Así como lo oye, una bruja y a mucha honra. No, no se ría se lo digo en serio.
Ellas dicen honrar a Dios, pero gorrean el marido, cuando pueden roban, ya sea en un vuelto, etc. Maltratan a sus hijos y sus animales. Hablan mal de todo el mundo.
Y lo peor, ellas, que de día apenas me miran, a la noche acuden agazapadas, como una víbora a mi casa para hacer una consulta, dicen. Y saben, créame que saben, que con eso venden su alma al diablo. Pero digo yo ¿Eso se lo confiesan cuando se golpean el pecho?
Las muy zorras regatean hasta para pagar ese servicio, cuando me preguntan.
-”¿Cuánto es doñita? “
Indefectiblemente, humildemente contesto:
-“Lo que sea su voluntad”
Y me divierto viendo como se les arranca el alma cuando me dejan unas pocas monedas roñosas. Yo les digo siempre:
-“Gracias, muchas gracias.”
Y se van muy orondas como si me hubieran hecho un favor, a todo esto yo se que el pago es mucho mayor, con eso estoy juntando almas para mi patroncito.
Mi socio viene, todas las noches de luna llena y yo lo espero con pasión.
No, no ponga esa cara, si yo se que Ud sabe.
¿Sabía Ud, que por cada brujo hay mil brujas? Ah, que ¿cómo hago durante el año? No se sobrepase esas son intimidades que ni a un cura se lo cuento, bueno es una forma de decir, ya se que no voy nunca a la iglesia. A veces toma la forma de un perro negro, otras de un gato, de un viborón negro. Si todo negro. ¿ Vio que al negro se lo asocia con el diablo y las brujas?. Eso lo inventaron los que tienen el alma negra. Si supieran que mi patroncito es rubio y de ojos tan claros que a veces parece que no tuviera ojos. Yo también me transformo. Cuando él viene, la vieja desgreñada, con polleras largas y negras se convierte en una muchacha de pelo rojo y centelleante ojos verdes.
La marca en mi pubis resalta en mi piel de nácar. Lo mismo la marca de él en su tetilla izquierda.
También se que comentan, que en la casa de la bruja entró un perro negro, que entró un viborón negro, que se sienten risas u música, que espié por el ventanuco y vi una mujer desnuda.
Le repito a mi me tienen sin cuidado sus comentarios. Porque sé que a la larga u a la corta terminarán viniendo a mi. Hipócritas, repito, parecen mis amigos políticos que ya ni me preocupo por ellos porque hace rato que el patroncito ya tiene asegurada su alma y mire que son muchos ¿Eh?
Ah, a que Ud no le cuentan lo que me dicen a mi.
Mire le contaré una serie de sucesos y Ud me dirá si tengo o no razón.
La Juanita, si, usted me mira con asombro, si la Juanita con esa cara de mosquita muerta, andaba loca por el Hilario y él ni la hora le daba. La tenía clara el muchacho, los dos casados con hijos, no quería complicaciones.
Bueno, no me mire así, esto es un trabajo y me pagan por ello ¡A Ud también le pagan y bien que le pagan! Así que terminé dándole una ayuda a la Juanita: Orines y menstruación. ¿El Hilario? Loco por ella.
¿Recuerda usted a Nuncio? Si ese mismo. Es que hizo una fortuna del día a la noche. Todo el mundo se lamentó cuando el caballo se retobó y se desnucaron en el barranco. Decían pobre tan trabajador ¡Trabajador! Cuando decía que se iba de changas se iba de juerga, total el dinero lo tenía asegurado.
¿Sabe como obtuvo su riqueza.? Le cuento. Una noche, casi la madrugada unos golpes suaves en la ventana me despertaron. Era el Nuncio, que quería hablar conmigo, me dijo. Lo hice pasar y lo hizo con cierta vacilación. Que creía que le habían hecho algo, que todo le salía mal, que cada vez ,en vez de
progresar iba para atrás. Y le di la receta ¿Qué si funcionó? Pregunte usted, el Nuncio era uno de los vecinos mas ricos del pueblo. Claro, lo que es del agua el agua se lo lleva. Como había juntado tanto dinero cuando murió su familia se reunió para ver que hacían con el ¿Juicio sucesorio?
¿No! M’hijo en ese tiempo la plata no se daba a los cuervos. Que chasco se llevaron cuando el dinero desapareció. Mire hasta la fecha, desconfían del Jesús, que lo tiene escondido -dicen- para sacarlo algún día cuando pase el tiempo. ¡Y claro!, adivinó usted. El dinero lo saqué yo. O acaso no era nuestro, mire que se necesita mucha plata para la causa.
Bueno pero no lo entretengo, voy al grano. Vino el Nuncio y le dije que el próximo viernes tenía que conseguir un gato negro e ir al monte de espinillos, y bien en el medio, cuerear un gato vivo. Poner a secar el cuero y luego con él hacer una billetera, el dinero no le iba a faltar más, cada vez que el sacaba un monto en la billetera se duplicaba. Eso si, le aclaré, su alma ya no le pertenecía.
Me miró, con sus ojos abiertos, me pregunto cuanto me debía, yo le dije cuando tenga el dinero vuelva. ¡Y fue corajudo y cumplidor el mozo. Y Volvió al tiempo y me trajo un lechoncito aliñado y me entregó un fajo de billetes
¡ Si le hubiera visto la cara! Creo que ha sido el único en el pueblo que tomó mis manos y me dijo:
”-¡Gracias, gracias doña Mica!-“
Pobre Nuncio y bueno, mi señor se lo llevó, seguro que lo necesitaba.
Ah, ya veo que se ha entusiasmado ¿Qué cual fue el próximo? Bueno mire, le cuento.
Recuerda usted al Nano, ese muchachito que sabía andar con los mocos colgando. Él nunca me tuvo miedo. Cuando creció se ocupó como peón en la Estancia de don Riquelme ¿Se acuerda? Como será que en la calle me detuvo ¡Hubiera visto como nos miraban los vecinos! Me dijo que el tenía un sueño que era tocar la guitarra y cantar pero que era duro con la guitarra y cuando cantaba hasta los perros ladraban asustados.
Por supuesto que lo hice venir a la noche. Tampoco pareció tener miedo, mire si hasta me recibió un mate. Tampoco a él el cobré en esa oportunidad, Ahora que es artista cada vez que viene al pueblo me tira unos billetes. ¡Bueno, no sea impaciente, ya le cuento!
Esa misma noche hizo lo que le dije: Se fue a la cruz que hacen los caminos en el alto, hay una higuera ahí ¿Recuerda? Con la guitarra bajo la higuera esperó cuando vió un remolino, hizo una cruz en el suelo, la pisó y la escupió.
Cuando pasó el remolino tomó la guitarra y desde ese día fue el mejor guitarrero y cantor de los pagos ¡Si, si, ese mismo! El que ahora le dicen el canario y tiene un grupo de folklore.
Ah y le digo otra, lo mismo pasó con el Cacho, pero resultó un vivito ese.
Me dijo que apenas ganara unos pesos venía y me traía algo. ¡No, que me va a traer! Bueno, no me mire así. El que falló primero era él. ¡Ah…! ¿Ve que usted también tiene su cuotita de malvado? Veo que se ríe. ¡Si, al que le dicen el mudo! ¿A mi me iba a joder? Estaba cantando en un baile de la cooperadora ¿Ah, usted estaba ahí? Bueno entonces vió cuando se puso morado y cayó echando espuma por la boca. Y quedó mudo, si señor. Al tiempo vino a verme , que si podía ayudarlo, que ahora si me iba a
pagar ¡ Minga! ¿Para que lo quiero si su alma ya era nuestra.
Ah que lo veo entusiasmado, bueno deje que me tome este mate y continúo.
No se si UD ha escuchado algo pero se dice que la Chela consiguió a su marido con “males artes” ¡Ah, ya adivinó! Si así fue . Siempre fue mas fiera que la peste y mas mala que pegarle al padre. Si ;Si además ordinaria como papel de cuete.
Pobre Chela Al fin y al cabo ella también tiene su corazoncito. Tenía un julepe la pobre cuando vino a verme. Le temblaban las piernas y las patas ¡Ah, y como sabe Ud! Si, creo que calza del 42. Estaba tan conmovida cuando me contaba, que las lágrimas corrían al lado de su enorme nariz. ¡Que todos
los hombres la querían para una sola cosa! Ah, por lo que veo Ud también anduvo por allí; No no me mienta, que el diablo ...bueno en este caso, la bruja, sabe por bruja pero más sabe por vieja.
Ah, lo veo entusiasmado. Ella estaba enamorada de ese gallego bruto que para lo único que sirve es
para estafar a la gente, pero él ni bola, ni para eso la quería, ni la miraba. ¡No se ría tan fuerte hombre, que va despertar a los vecinos!
Bueno la cosa que me dio lástima la pobre Chela ¡Y claro, yo también siento lástima que cree usted! Además la chica siempre fue gentil conmigo, quizás porque le pasaba lo mismo que a mi, se daba vuelta y encontraba que la gente se estaba riendo de ella. ¡Ah, si! ¡Tiene razón, el que ríe último ríe mejor!
Le dije que esperara la noche de San Juan, cuando el fogón está ardiendo, y las cháncaras revientan, después que se dice:
“¡Viva San Juan y San Pedro y las pelotas del diablo!”
Justo a las doce que lo abrazara. ¡Y así lo hizo! Se puso al ladito de él –después me contó, cuando fueron las doce lo abrazó. Ahí nomás él quedó prendado y la besó en al boca ¡Ah, no! ¿No me cree? Ah, bueno, me esta cargando. Mire como se ha reído que hasta ha llorado. ¡Ah, que el Gallego siempre fue un hijo de su madre con usted! Y bueno ahora tiene que cargar con esos bichitos que son sus hijos, que parecen pichón de lechuzos ¡Con el perdón de mi lechuza!
Bueno le cuento uno más y la cortamos porque ya va a amanecer y usted tiene que ir a trabajar.
Ahora le cuento de la Chabela ¿Qué no puede ser? ¿Por qué se adelanta?
Déjeme hablar. Si ya sé que es buena como el pan ¿Qué no se lo contó? Será buena pero de zonza no tiene un pelo.
Si, la misma. Ella vivió de jovencita con don Pedro. No ese no, este es el Pedro que tiene carnicería. Si, el finado que tenía los campos detrás de la loma alta.
Bueno la cosa iban bien al principio. Si, si, laburaba como burra. ¿Se acuerda que bajaba las medias reses ella solita? Bueno las cosas seguían y mientras ella más trabajaba él se hacia el que tenía que viajar “por negocios decía”
Bueno la cosa es que un día le cae que se está por casar con la maestra de un pueblo vecino. Me contó la Chabela que ella tenía el cuchillo de despostar en la mano, como sería la mirada que le hizo que el retrocedió dos pasos. No lo mató, me contó, por los niños, “pero quiero que desaparezca”, dijo. Como la Chabela era tan buena mi señor dijo que esos son los mejores candidatos: aman u odian. Tenía que brindarle una prueba. Se juntó en la Salamanca con los que siempre iban, rezaron un credo al revés y tuvo sexo con el macho cabrío ¡La hubiera visto a la Chabela, parecía otra!
Al otro día Pedro, se enredó en el estribo del caballo que lo arrastró como dos kilómetros quedó desfigurado, a tal punto que lo reconocieron por la ropa y por el caballo.
Ah, si ¿Se acuerda? Y si, la Chabela resultó muy buena actriz y lloraba a mares a su maridito.
Bueno que le vaya bien ¿Que no puede levantarse de la silla? Y a mi qué?
Ríase ahora. ¿O cree que no sé que así como se ríe de sus feligresas como usted dice, no se ríe de mi?... Que es una vieja inofensiva… Que tiene alterada sus facultades mentales…
Y yo qué le hago ¡Váyase! ¿Que tiene la silla pegada al culo? ¡Padre no sea atrevido! Además eso es cosa suya. ¿Se divirtió con las historias? Ja -Ja-
¿Quiere que le saque la silla?. Bueno pero le quedará un hueco ¿sabe? Vaya ahora, cuente. ¿Qué titulo le ponemos? El padre Juan de la cola rota. ¿Con que se la compondremos? ¡Con un palo que le pondremos! Ja-Ja El que ríe último ríe mejor, padre.
Bueh, hagamos un pacto si usted quiere. Ah no, no. Las reglas las pongo yo…
¿Qué le parece? Ah, ¿no quiere? Bueno vaya a dar misa con la silla en su cola. Apure padre, es domingo y tiene que dar misa.
Vaya padre, por favor. No haga que me ponga en mala.
Si, tiene que ser hoy domingo, y ya es domingo, padre. ¿Que? ¡Por favor!
Usted subestima mi inteligencia padre o quiere que le pase lo que le pasó al mudo, claro que no será cantando sino cuando dé el sermón.
Si, si, Padre no me impaciente ¡Hoy!
¡Bueno! Ah, pero otra cosa antes. El tatuaje, padre ¿Cómo que tatuaje? En su tetilla, izquierda, por supuesto. No se preocupe ¡Tengo lo elementos!
Bueno no se habla más, le abro la puerta y váyase.
Eso, eso. ¡Bueno, pero ahora no se apure!
Bueno, eso es otra cosa, quietito, no le va doler. ¡Ya está!
¿Viste que rápido fue?
¡Ah, picaron que escondido lo tenías! ¡Parecés un volcán en erupción! Pero es tarde mi amor, tienes que irte.
¡Si, hasta la noche mi amor!
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
Correo:
CENTRO CULTURAL BERNARDINO RIVADAVIA
San Martin 1080 –Plaza Montenegro
CICLO: "Del derecho y del reves de la memoria”
Mayo
“…si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederan a las antiguas, y despues de vacilar algun tiempo entre mil incertidumbres, sera tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tirania”
Mariano Moreno, prologo a su traduccion del “Contrato Social” de J.J Rousseau (1810)
Martes 04 /20:00
“Doscientos años”
Ps. Laura Capella
La creadora y coordinadora del ciclo dara comienzo al presente año con referencias a , al menos dos bicentenarios: la de nuestro “primer gobierno patrio” y el bicentenario que fue desde 1789 con la Revolución Francesa hasta la caída del muro de Berlín en 1989, fecha considerada por muchos como de “fin de la historia” o del comienzo del neoliberalismo o sociedad de mercado. Hara referencia, siguiendo a Andre Gorz a las miserias del presente, pero tambien a la riqueza de lo posible, atendiendo a un texto del mencionado autor, donde se puede ver una etica.
Martes 11/20:00
"En torno al bicentenario: debates acerca de los procesos de autonomia social".
Mgr. Analia Buzaglo. Docente e investigadora, Facultad de Psicologia de UNR. Master en Investigacion en Psicologia Social, Universidad Autonoma de Barcelona. Doctoranda en Psicologia Social (UAB), becaria de MECyT y Fundacion Carolina.
Los procesos de autonomia social implican cambios que abarcan no solo dimensiones economicas, sociales y culturales sino procesos mas amplios como son la produccion de nuevas subjetividades. En torno al bicentenario de las independencias latinoamericanas, nos interesa situar las coordenadas que hoy estan definiendo dichos procesos, entre los cuales podemos situar a los nuevos movimientos sociales como protagonistas.
Martes 18/20:00
“Los galpones del Bicentenario : El crimen educativo”
Andres Sarlengo, docente, periodista y conductor de Contrapuntos (FM Serena 102.1 MHZ Venado Tuerto)
Es imprescindible pensar sobre politicas educativas en este Bicentenario. Y "no se trata - como afirma Paulo Freire- de enseñar sino de aprender con reciprocidad". ¿Quienes diseñan nuestra politica educativa? tambien es una pregunta clave... De ello trata esta charla: pensar juntos como educarnos para ser libres y solidarios. Aunque parezca exagerado: de nosotros depende que las escuelas (hoy convertidas en galpones) contribuyan a fortalecer la democracia. Los esperamos para "aprender con reciprocidad".
Creacion y coordinacion del ciclo: Ps. Laura Capella, psicoanalista
Martes 20 hs. Sala “C”
Entrada libre y gratuita
Se entregan certificados con el 75% de asistencia
Consultas: delderechoreves@yahoo.com.ar
Auspician:
· Facultad de Psicologia, UNR
· Colegio de Psicologos de la Prov. de Santa Fe, 2da Circ. y su Foro en Defensa de los Derechos Humanos (FODEHUPSI)
· CEIDH (Centro de Estudios e Investigacion en Derechos Humanos-Facultad de Derecho. UNR)
· IPF (Instituto de Investigaciones en Cs. Sociales, Etica y Practicas alternativas "Paulo Freire" - Facultad de Derecho. UNR.)
CENTRO CULTURAL BERNARDINO RIVADAVIA
*Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar
http:// ddhhpsi.blogspot.com
*
Este domingo 25 de abril del 2010 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor brasilero Jorge Antunes. Las poesías que leeremos pertenecen a Flóbert Zapata (Colombia) y la música de fondo será de Machu Picchu (Andes). . ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link: MP3 Live-Stream).
Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel.: 0043 662 825067
*
Inventren Próxima estación: CORONEL MARCELINO FREYRE.
Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
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sábado, abril 24, 2010
DESDE TUS MÁSCARAS DE BARRO TE CONVOCO...
LAS PLURALES AUSENCIAS*
Padre, desde tus máscaras de barro te convoco.
Sé de tus furiosas armaduras de cartón y acero.
Te convoco desde mi antifaz de hembra sumisa.
Desde mi desnudez de niña.
¿Recuerdas los pelechos de víbora en semana santa?
Despréndete de cáscaras y escamas.
-Sé que guardas viejas cicatrices-
Falsas, algunas; otras, verdaderas.
Descálzate.
Deja al lado del río tu sombrero, tu saco, tu corbata.
Tus plurales ausencias.
Tus sonoros dragones.
Tus confesos silencios.
Los migrantes sabores de tu lengua.
Los pertinaces rostros.
Los acertijos.
No atiendas el teléfono.
No dejes que tu café se enfríe.
Que los tordos esperen.
Olvida las antiguas cancelas y tu hambre madre.
Relega la cimitarra y el alfanje.
Toma a la que te amó más que nada en el mundo.
Torna en púrpura su olor de amante abandonada.
Sé lagarto. Potro. Pasionaria. Musgo.
Bebe en ella el vino de la vida.
…Y hazme de nuevo, padre
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
DESDE TUS MÁSCARAS DE BARRO TE CONVOCO...
Desvelos*
Un velo no transparente con ciertas opacas rugosidades que da lugar al relieve de la ausencia, la inagotable evocación de lo que la mujer muestra o esconde.
Otra mujer, la carne desvelada, puesta en la vidriera como un producto que se agranda o se achica, se corta o se infla según los dictados de un amo sin rostro.
A estudiantes musulmanas no se les permite estudiar con velo, eso para que no se sometan a los hombres, dicen, pero a las monjas y a las religiosas judías con sus polleras largas y sus pelos tapados, parece que no se las considera dominadas. Al menos ellas pueden y las otras no.
¿Y los hombres ?
Tienen que mostrar siempre, cuchillo, duelo, armas.
La libertad está en los pliegues. En el velo se ocultan los dobleces del lenguaje. La íntima escapatoria.
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
SOY MASSEI*
A Oscar Alberto Massei
Al Negro Fontanarrosa
Chiquito Bond ¿in memoriam?
Ahora nadie se acuerda de nosotros, ahora es casi como si nunca hubiésemos corrido tras esa pelota de cuero amarillo.
Esa pelota que ostentaba los arañazos de las alambradas de púas, esa pelota que creíamos preservar untándola con el hígado de vaca que nos regalaba don Pedro Silva, cachaciento matarife santiagueño de don Benicio Ardiles (titular de la carnicería Del Pueblo, más bueno que el mismísimo pan).
Esa pelota que al pincharse caía en nuestras manos como un pobre pájaro indefenso, herido y grandote y nos predisponía a las primeras tristezas. Esa pelota que así pinchada iba a parar a las manos de aquel artista zapatero remendón y ya digo su nombre: Toto Pugne, que nos la devolvía por el pago de unas pocas monedas lista para seguir apostando a la gloria, siempre esquiva del golazo en el ángulo.
Esa pelota que hacíamos rebotar en la gramilla pisoteada de la cortada de don Angel Pichichello, esa pelota que Chiquito Bond sin querer mandó un día a empaparse en las aguas servidas que doña María, esposa del viejito italiano había tirado en la calle. Mi desesperación llegó hasta el insulto hacia mi azorado amigo y provocó la intervención de doña María, quien salió también maltrecha de improperios. Ese chapuzón de mi pobre pelota de cuero provocó la mayor paliza que recibiera en mi vida. Mi padre no me perdonó las procacidades dichas a la pobre doña María, quien presurosa contó a mi irascible progenitor la poca educación mía. La verdad que sólo era mi desesperación, no otra cosa. Pero los adultos de entonces tenían en poca monta los sentimientos de un pobre chico y todo lo arreglaban a los azotes (al menos mi padre tenía esos métodos muy pedagógicos. “A palos se aprende”, repetía).
De todos modos, sobreviví, como ven y el pueblo no se quedó sin poeta.
¿Y de todo ello quién tenía la culpa?. ¡Mi pobre pelota de cuero!. La única número 5 que tuve en mi vida, y la tuve por una mera casualidad cronológica. Mi tío Roque, aún soltero, la ganó en una rifa del club Onkel (Arijón y O.Lagos) y la obsequió al único varón por la rama materna que ya andaba en el mundo, es decir a la sazón, un servidor. Ese ansiado e inesperado tesoro de ninguna otra forma podría haber llegado a mis manos.
Hoy los chicos tienen, merced a la electrónica, multitud de juegos y entretenimientos. Nosotros carecíamos de todo, menos de imaginación y no nos arredrábamos por esa contingencia que da la pobreza y nos fabricábamos las famosas y olvidadas pelotas de trapo, o jugábamos a los cowboys, a los piratas; imitando los héroes que veíamos en las matinées del domingo en el viejo cine La perla. Las manos diestras del operador de aquel tiempo eran las de mi amigo Adolfo Bonomi.
Gracias a la generosidad de mi tío, el barrio El Jazmín tuvo su pelota de cuero mucho antes que otros barrios humildes de mi pueblo.
¿Adónde habrá quedado mi pelota de cuero?. Con sus rayones de alambres y espinas de acacias traidoras, esas heridas que me dolían como si las lastimaduras estuvieran en mi propia piel.
Todos sabemos que aquellos tiempos eran más lentos. Eran tiempos más ingenuos. Eran tiempos en que aún existían los ídolos.
El mío era Oscar Alberto Massei, un número 9 de los de antes; era alto, morocho y un cabeceador temible en el área. Demás está decir que defendía la casaca del glorioso Rosario Central. Puedo repetir a sus compañeros de entonces: Bottazzi en el arco, en la defensa Aresi y Vairo, la línea media: Alvarez, Minni y don Ángel Zoff. La delantera de cinco, bien de antes del mundial del sesenta cuando los brasileños de Pelé trastocaron todo: Gauna, Humberto Rosa, Massei, Gómez y Juancito Portaluppi.
Como los sueños y la felicidad son efímeros, mi ídolo apenas pasó por la selección y ya fue vendido a un equipo italiano por un millón y medio de los viejos. Un año antes lo había precedido el habilidoso Humberto Rosa.
Massei era cordobés y nunca más supe de él. Corría el fatídico año 1955.
En ese tiempo de mi pelota de cuero yo me sentía un personaje importante.
Todos los pibes me iban a buscar para hacer el picado de rigor, tardes y tardes y se me llenaba de atenciones para que accediera a facilitar la pelota y así poder entre todos trenzarnos en esos entreveros sin mucho orden por edades y puestos ya que esas formalidades se evitan en los picados si por eso llevan ese nombre. Para que la felicidad reinara en esa anarquía ni arcos teníamos. Se improvisaban con alguna ropa que allí nos sacábamos (un viejo “rompevientos” como se les llamaba a los pulloveres), algunas ramitas clavadas en el suelo, dos pares de árboles que se aprovechaban por su relativa simetría. Como los partidos eran de hacha y tiza, la cuestión era no perder.
Así que la cortada de “ don Pichi” como la llamábamos era un testigo mudo de aquellas pasiones primeras, llenas de felicidad luego inempardables. Todo duraba hasta que mi madre me llamaba a cenar.
Pero ese día yo me puse un poco más difícil que de costumbre. Todas las concesiones me eran dadas: elegir “el arco” adecuado, los compañeros, el puesto que yo presuntamente iba a ocupar, etc. Y cuando ya todo parecía resuelto, me puse la pelota bajo uno de mis brazos y aún exigí:
- Un momento. Acá nadie juega si yo no soy Massei...
El Nenucho Miguez, alto, desgarbado, muy habilidoso para las gambetas zanjó rápidamente la cuestión:
-Ma sí, dále Massei
Y mirando imperativamente a la barra, aprovechando que era el más grande ordenó:
- Muchachos, este, desde hoy es Massei.
Y nadie chistó y allí mismo empezó mi apodo.
Para terminar con este melancólico anecdotario diré que aún hoy cuando cruzo una calle de mi pueblo y escucho – Chau Massei- levanto las manos como cuando era niño, sin ruborizarme. Con la misma naturalidad de siempre.
*De Jorge Isaías jisaias46@yahoo.com.ar
El bastón*
*Por Silvia Loustau. syllous@yahoo.com.ar
Aquella mañana el frió le congeló el rostro. Respiro de manera entrecortada, sintiendo que los bronquios se comprimían ante el ramalazo helado. Apuró el paso, acomodó la manija del bolso y se arrebujó con un movimiento de los hombros. Sobre la vereda iban quedando las últimas hilachas de sueño.
Calculó que faltarían tres o cuatro minutos para que pasara el micro.
Miró el cielo, una sombra de luna transparente se iba diluyendo . Parece plena noche y son las seis y media, pensó la mujer, bajando la mirada.
Entonces lo vio. Allí estaba el hombre. Es la tercer mañana - susurró a la vez que sus pasos se hicieron más lentos.
Allí estaba. Media cuadra antes de la parada. Un hombre de sobretodo oscuro.
Largo. Con amplias solapas, levantadas para cubrirse del aire gélido. O para taparse el rostro, sospechó la mujer. Parado ahí. En la entrada de una casa de departamentos. Como esperando a dar otro paso. Al acercarse ella iba observando otros detalles. Anteojos oscuros. Entre los anteojos y las solapas el rostro era un misterio. El pelo entrecano. Peinado con excesiva prolijidad. Estaba muy cerca del hombre cuando un detalle la paralizó: el bastón. La asaltaron historias detectivescas en la que los bastones
escondían filosas dagas. Los latidos de su corazón la ensordecían.
Pasó frente a él con el deseo de ser invisible y temor de perder el ómnibus al que vio doblar en la esquina. Trató de correr y odió sus zapatos de gruesa suela de goma, tan silenciosos que dejaban oír el más leve crujido de una leve hoja. Entonces escuchó los pasos. Lentos. Pesados. Parsimoniosos
pasos del hombre. Cruzar la calle, se le ocurrió a la mujer, cruzar y colgarse rápido del colectivo que ya estaba llegando. Y un tac-tac, otro paso, como un reloj mortal.
El frío y el terror eran dos garras atenazando su garganta.
Cuando apoyó un pie en el estribo temió que un ataque de asma le encarcelara el aliento. Alguien le cedió el primer asiento. Entonces, sintiéndose a salvo, miró por la ventanilla y un blanco resplandor le hirió las retinas.
El brillo del bastón del ciego, que contrastaba su sobretodo negro, con el guardapolvo blanco del niño que lo ayudaba a cruzar la calle.
www.silvialoustau.blogspot.com
El alma rusa*
Periodista y escritor, marxista y judío, socialista convencido, Vasili Grossman (1905-1964) rehusó afiliarse al PC. Vigilado por los servicios stalinistas, se alistó como corresponsal del Ejército Rojo y cubrió la epopeya de Stalingrado. Siempre en el frente, fue de los primeros en entrar en el campo de concentración de Treblinka. Poco antes de morir ponía punto final a su segunda novela y testamento literario después de la monumental Vida y destino, hace poco rescatada en castellano. Todo fluye (de próxima aparición en Argentina) se constituyó en un documento imprescindible no sólo para comprender la delación y la tortura, la humillación y el exterminio. A través de este ejercicio de comprensión, Grossman buscó descifrar el "alma rusa" y su tormentoso destino de sometimiento.
*Por Guillermo Saccomanno
Los trenes no son decorativos en la literatura rusa: Ana Karenina se suicida tirándose bajo uno; el príncipe Mishkin llega a San Petersburgo en otro.
Grossman retoma la tradición de los grandes principios de estos grandes relatos y también empieza las suyos con un tren insinuando que la novela no es otra cosa que un viaje. Vida y destino comienza con un tren de condenados terminando su recorrido en Treblinka. Todo fluye se inicia con un tren que
llega a Moscú procedente de Siberia, el sepulcro de los vivos, en el que viene Iván Grigorievich, recién liberado de un campo de concentración después de treinta años de cautiverio. Un dato biográfico que no puede pasarse por alto: Grossman, como corresponsal de guerra, fue de los primeros en entrar en Treblinka, estudiar su funcionamiento, documentarlo minuciosamente. Su rigor fue tal que sus crónicas fueron más tarde empleadas como testimonio en los juicios a los genocidas. Al respecto hay que destacar que el análisis de la metodología nazi le fue útil a Grossman como término comparativo y analógico para analizar el exterminio diseñado por el aparato soviético.
El tren ya no es símbolo del progreso industrial o vehículo de un drama personal, sino engranaje de una tragedia colectiva: el convoy siniestro que carga seres hacinados hacia los lagers o los gulags. Para Grossman es el detonante inspirador del título de su novela: "Sí, todo fluye, todo muta, nadie entra dos veces en el mismo convoy". Y se pregunta: "Pero, ¿quién describirá la desesperación de ese movimiento que aleja a esos hombres de sus mujeres, aquellas confesiones nocturnas entre el sonido metálico de las
ruedas y el chirrido de los vagones, la sumisión, la confianza, el hundimiento en el abismo de los campos; las cartas tiradas desde las tinieblas de los vagones a las tinieblas del inmenso buzón de la estepa?".
La pregunta contiene su respuesta: Grossman será quien cuente esta tragedia y ésta le dará el sentido a su escritura.
Una digresión y no tanto: el tren pareciera ser el único medio que permite atravesar una geografía inabarcable, geografía que es a un tiempo occidental y asiática, lo que implica asumir una ancestral discusión identitaria, geografía que, a pesar de sus diferentes paisajes y costumbres, sus escritores supieron llamar "madrecita", "madrecita Rusia". Pero esta madrecita, tierra de la melodramática madre gorkiana, es también el escenario en el que, bajo la sombra de Stalin, durante la hambruna campesina
decretada como asesinato en masa, madres kalmucas muertas de hambre se comieron a sus hijos. A estos episodios de canibalismo Grossman había ya hecho referencia en Vida y destino, pero ahora los profundiza: "A los caníbales los fusilaron, pero no eran éstos, los caníbales, los culpables: eran los que llevaron a una madre hasta el extremo de comerse a sus hijos".
Este es uno de los tantos temas siniestros que, tácita o directamente, constituyen el proyecto narrativo de Grossman, quien con sólo dos novelas se presenta como el último narrador ruso clásico y, a la vez, como un artista que no teme que la puesta en escena de ideas pueda empantanarle la trama porque su discusión es precisamente parte indisoluble de la tensión novelística.
Mientras escribo esta reseña, dos mujeres chechenas, de diecisiete y veinte años, cargadas con explosivos, se inmolan volando en dos estaciones céntricas del tren subterráneo moscovita. Una de las estaciones es Lubianka, nombre célebre desde tiempos de la Revolución porque ahí se encontraba el
cuartel general de la policía secreta donde se interrogaba y torturaba a los "conspiradores", que más tarde serían liquidados o deportados a los campos siberianos. No es la primera vez que mujeres participan en atentados. Desde un concierto de rock al ataque de una escuela en la que murieron decenas de chicos, las mujeres se integran cada vez más a la guerrilla chechena. Una explicación simplista que dio un sociólogo es que ellas son más temperamentales e impulsivas. Una más realista: no hay mujer chechena que no tenga un hombre, un hermano, un hijo, un ser querido víctima de las fuerzas militares rusas. Desde los tiempos de Stalin, el pueblo checheno ha sido, como los kulacos o los judíos, un objetivo fóbico del Estado soviético.
¿Puede desconectarse esta tragedia de una historia cuyas raíces laten en Todo fluye?
Puede parecer descolgado traer este dato a una reseña sobre una pieza literaria, pero ¿hay temas ajenos a la literatura cuando se la interpreta como búsqueda de comprensión? Grossman se esfuerza en una dificultosa imparcialidad al narrar de modo analítico al Lenin ideólogo frenético del proyecto de ingeniería humana y al Stalin, zorro y brutal, su ejecutor, responsable del terror. También, como paradoja, su muerte llorada por multitudes, una congoja popular que contrasta con el infierno de los gulags.
Lenin y Stalin, señala Grossman, establecieron como primera verdad de la doctrina revolucionaria la primacía de la economía sobre la política. "No les preocupaba que los principales obstáculos que se oponían a la construcción de aquel mundo nuevo se encontraran en el mismo pueblo, en los obreros, en los campesinos, en los intelectuales." Entonces "el Estado se convirtió en el amo". Y esta parte, la de análisis social que realiza Grossman, donde despliega su vena periodística, además de ilustrar las
causas del horror, es la que busca explicarse el fracaso de los ideales que motivaron la Revolución de 1917.
Es cierto que forma y contenido no pueden separarse, pero también que en este caso, mediante el oficio de Grossman, lo formal pasa a un segundo plano y lo que cuenta es la búsqueda de comprensión. Esta es la historia de Iván Grigorievich, que recupera su libertad después de treinta años de campo de concentración. Su personaje regresa a Rusia envejecido y desolado, comprueba que "la vida, sin él, había continuado, había seguido su curso". Apenas baja del tren procedente de Siberia visita a sus primos. Nikolai, científico del Estado soviético, y María, su mujer, disfrutan de una buena posición. Si bien no ha sido un delator, sólo Nikolai sabe cuántas agachadas tuvo que aguantar para mantener su status. Los primeros acercamientos de Iván a la realidad detectan la complicidad civil, la genuflexión, la vileza y los efectos del terror. "Le parecía que las alambradas ni siquiera eran necesarias y que, fuera o dentro de ellas, la vida, en esencia, era la misma." Pero a la vez, al ir enfrentando este afuera signado por la delación y el miedo, lo asalta una extrañeza: "Iván Grigorievich no comprendía que no sólo la ciudad había cambiado, también había cambiado él. Iván Grigorievich se había convertido en otro".
"Un comentario irónico de Bertrand Russell sugiere que el despotismo bolchevique se puede entender como el sistema más adecuado para gobernar a los desaforados personajes de Dostoievski. Con una intención certera, Grossman analiza a Lenin como fanático dostoievskiano."
Iván no juzga. Porque como alter ego de Grossman, la función de la literatura, nos sugiere, no es tanto acusar como comprender. Con respecto a los alcahuetes y verdugos, por ejemplo, Grossman escribe: "Quién es culpable, quién responderá por ello. Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar (...). Qué terrible es condenar también a un hombre terrible". Adoptando el punto de vista de informantes y delatores, Grossman ahonda: "¿Por qué quieren inculparnos precisamente a nosotros, los más débiles? Empiecen por el Estado, júzguenlo a él. Después de todo, nuestro pecado es el suyo, júzguenlo a él. Sin miedo, en voz alta. (...) Ustedes, como nosotros, fueron copartícipes de la época de Stalin. ¿Por qué ustedes, copartícipes, tienen que juzgarnos a nosotros, copartícipes, y determinar
nuestra culpa? ¿Comprende dónde está la complejidad? Tal vez nosotros seamos culpables, pero no hay juez que tenga derecho moral a plantear la cuestión de nuestra culpabilidad. Acuérdense de lo que decía Lev Nikolaievich Tolstoi: no hay culpables en el mundo. En nuestro Estado existe una fórmula nueva: todos en el mundo son culpables, no existe en el mundo ni un inocente". La culpa es más que un tópico de la literatura rusa y, en particular, la dostoievskiana. Al escribir culpa, se escribe Dios. La noción de Dios libra de responsabilidad. Grossman lo tiene en cuenta. Por eso la complejidad a la que alude reside en la conciencia.
Según Isaiah Berlin, Rusia tardó más de cincuenta años en acusar los efectos de los movimientos revolucionarios europeos. Todavía entre mediados y fines del siglo XIX su intelectualidad debatía si era europea o eslava. Los acontecimientos reformistas europeos protagonizados por socialistas y anarquistas eran considerados en Rusia como inviables. Quienes pensaban en una transformación radical, como los poseídos de Dostoievski, pensaban en la violencia y el terror como estrategia. En más de un aspecto, en su ideología y en sus actitudes, se revelaban como cristianos fanáticos. Un comentario irónico de Bertrand Russell sugiere que el despotismo bolchevique se puede entender como el sistema más adecuado para gobernar a los personajes desaforados de Dostoievski. Probablemente Grossman no conociera esta
observación sarcástica del filósofo inglés, pero con una intuición certera, seducido por el personaje, analiza a Lenin como fanático dostoievskiano.
En el temperamento de Lenin se establece la relación con el carácter nacional ruso. Heredero, a su pesar, del karma cristiano del alma rusa, Lenin, autor de más de veinte libros teóricos y furibundos, el intelectual que se conmovía con Beethoven y Tolstoi, poseído por una fe apostólica, según Grossman, arrastra a Rusia tras de sí, sin comprender que sufría una poderosa alucinación. Tras su muerte, con Stalin, templando el acero, la victoria sobre el nazismo y el avance tecnológico, un éxito que se basaba en el sometimiento. Es decir, la consolidación férrea de la dictadura del proletariado. Apunta Grossman: "Ahora ya no era Rusia la que se embebía del espíritu libre de Occidente. Era Occidente quien miraba con ojos fascinados el espectáculo del desarrollo ruso avanzando por el penoso sendero de la
esclavitud. El mundo vio la mágica sencillez de aquella vía. El mundo comprendió la fuerza del Estado popular construido sobre la esclavitud".
Pero, ¿qué clase de novela es Todo fluye? Desde el comienzo se plantea como una novela de tímida experimentación formal que articula un narrador omnisciente con la segunda persona que propicia la confesión, la teatralización de un juicio a delatores con la crónica periodística.
Grossman quiebra a menudo la narración lineal para internarse en el ensayo político y filosófico. El efecto que generan estas variaciones expresivas opera por acumulación, rompe la convención del suspenso y, en lugar de frenar la acción, mediante el ensayo, lo que logra, sin resbalar en el trazo grueso contenidista, es la búsqueda de comprensión, esa búsqueda permanente que no es otra que la constante de la novela.
Si en Vida y destino empleaba la descripción del funcionamiento de los campos nazis y su lógica para reflejar luego, en espejo, los campos soviéticos, acá directamente pone el foco en el exterminio de sus
compatriotas y en los gulags. El exterminio de judíos y campesinos, dos obsesiones de la maquinaria asesina del stalinismo, son centrales en Todo fluye. Podría pensarse, para quienes han leído a Solyenitzin o Shalamov, que ésta es una novela más sobre el horror concentracionario, una pormenorización de miserias y bajezas que algunos espíritus políticamente correctos leen con turbación bienpensante y corroboran así su pureza de alma. Y valga como digresión: alguna vez habrá que analizar hasta dónde los progres no leen literatura concentracionaria con el mismo vértigo con que otros lectores menos conspicuos disfrutan de Sthepen King, lo que no implica un juicio de calidades literarias sino de ideologías de lectura gore.
Grossman no escatima un catálogo de sordideces y degradaciones tanto dentro como fuera del campo. Pero no son los actos los que escandalizan. El espanto está en otra parte: en la idea de libertad, progreso y conquista social que los justifican. "Esos hombres no deseaban el mal a nadie -escribe Grossman-, pero habían hecho el mal durante toda su vida." A la vez, llegado a este punto, hay que ser cauteloso. Denunciar el fracaso del socialismo real no implica renunciar a la lucha por un mundo más justo.
En ningún tramo de su novela, sin aflojar con la denuncia del terror de Estado, Grosman renuncia a su socialismo insinuando siquiera una reivindicación del capitalismo. Grossman es crítico: "El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa". Y escribe luego: "La historia de la humanidad es la historia de su libertad. El crecimiento
de la potencia del hombre se expresa sobre todo en el crecimiento de la libertad. La libertad no es necesidad convertida en conciencia, como pensaba Engels. La libertad es diametralmente opuesta a la necesidad, la libertad es la necesidad superada. El progreso es, en esencia, progreso de la libertad
humana. Ya que la vida misma es libertad, la evolución de la vida es la evolución de la libertad".
Como se dijo, la persecución y el exterminio son nodales en Todo fluye, pero la descripción a través de un tono de crónica, casi neutral, provoca un sentimiento en el que se funden la indignación, la piedad y el estupor.
Grossman apela a estas escenas de infamia para preguntarse, y no en abstracto, sobre lo que significa ser humano. Refiriéndose, por ejemplo, a los confidentes y delatores, escribe: "Lo más terrible en ellos son sus cosas buenas, lo más triste es que están llenos de cualidades y virtudes".
Grossman, si relata con precisión los detalles del cautiverio, no lo hace de modo gratuito. Como tampoco es gratuito el empeño que pone en relatar el exterminio de los campesinos. Los animales temen a la gente. Pronto no quedan ni perros ni gatos. Se los cocina. Y con sus cabezas se hace gelatina. Los niños agonizan de hambre. Ni siquiera un gramo de pan para ellos.
Las barracas de los prisioneros están separadas del sector de las mujeres por una estrecha distancia que, si alguien intenta superar, será barrida por ametralladoras. Cientos de mujeres moscovitas han sido condenadas a diez años de prisión por no denunciar a sus maridos, sus hermanos y sus hijos. Y deben compartir el cautiverio con ladronas y asesinas. Si una igualdad de género logró el campo de Kolimá fue la de equiparar mujeres y hombres en los trabajos forzados donde, víctima de castigos y enfermedades, perecerá la mayoría. Comprender, siempre, en la escritura de Grossman, se trata de comprender. "Te pregunté cómo habían podido, los alemanes, matar en las cámaras de gas a los niños judíos. ¿Cómo podían vivir después de eso? ¿Era posible que no fueran juzgados ni por Dios ni por los hombres? ¿Y tú dijiste: 'El castigo del verdugo es éste: no considera a su víctima un hombre y él mismo deja de ser un hombre, mata al hombre que hay en él, se convierte en su propio verdugo: la víctima, por mucho que la destruyan,
continuará siendo un ser humano por toda la eternidad'. Cuando Iván Grigorievich piensa en estas cuestiones, piensa "esforzándose en comprender la verdadera naturaleza de la vida rusa". Más tarde, Grossman suministra una hipótesis: "Sólo la esclavitud milenaria ha creado la mística del alma rusa".
Como lo señaló George Steiner, Tolstoi y Dostoievski son dos marcas que determinan la literatura rusa. Dos marcas a la vez opuestas y complementarias. Por eso Steiner tituló su ensayo Tolstoi o Dostoievski.
Grossman es, sin duda, consciente de esta polarización que no es tan simple como parece. Para Mijail Bajtin, en Tolstoi la muerte siempre clausura un conflicto y lo ilumina, mientras que en Dostoievski la muerte es apenas pasaje y puente para la irrupción de la conciencia y su tormento. En Todo fluye Grossman se debate entre estas dos perspectivas. En Vida y destino su ideología de la novela se servía de las lecciones de Tolstoi y conformaba un fresco épico con una multitudinaria cantidad de personajes y un sinfín de situaciones que abarcaban tanto la instantánea, el relato breve, como la extensión y el espesor novelístico del XIX, que, con la batalla de Stalingrado como eje, aprovechaba para denunciar el lager nazi en el frente y el gulag soviético en la retaguardia. En Todo fluye, en cambio, Grossman
se aparta del modelo tolstoiano y su preocupación narrativa y no sólo se ofrece como una deriva del modelo dostoievskiano: el dilema existencial de los personajes gira en torno de la libertad, pero ésta, como todo absoluto, es más un deseo que una posibilidad. Como absoluto también reviste un carácter religioso. Y, se sabe, los absolutos no son terrenos. Los hombres idearon un Estado en nombre de la libertad, pero el sistema que construyeron fue esclavitud, delación, exterminio. Como asociación, cabe recordar que Dostoievski planeó una segunda parte de Los hermanos Karamazov donde Aliosha, el novicio, el puro, cometería un crimen político.
Para qué sirve la literatura, pregunta que inquietó a Sartre, cobra una dimensión menos metafísica y más existencial cuando uno se las plantea desde la perspectiva de Grossman, que escribió sus grandes novelas bajo el stalinismo. Vida y destino, su obra cumbre, fue prohibida a poco de su publicación. Tan peligrosa fue considerada que a Grossman hasta le confiscaron las cintas de su máquina de escribir. Todo fluye, la última, la escribió entre 1955 y 1963.
No menos estremece que el escritor que se planteó estas cuestiones muriera recluido, sabiendo que no vería publicadas sus novelas. Todo fluye, para muchos su testamento literario, la terminó en 1964, poco antes de morir de un cáncer de estómago. Lo que podría ser una anécdota que cierra literariamente una existencia oscurecida por el totalitarismo se presta para abrir un interrogante mayor: ¿qué convicción se ha depositado en la literatura, o mejor dicho en la propia escritura, para encarar semejantes
proyectos narrativos sabiendo que uno de sus destinos más probables es no alcanzar la publicación? Entonces, volviendo a la cuestión del alma rusa, ¿se trataría acá de convicción o de una fe religiosa? En su diario, Kafka anotó: "La literatura es mi religión". Vasili Grossman debió compartir el mismo credo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3796-2010-04-22.html
Realismo socialista*
"La literatura prerrevolucionaria a menudo lloraba la triste suerte de los actores, músicos y pintores nacidos siervos. Pero, ¿quién, en la literatura actual, ha suspirado por aquellos jóvenes y muchachas a los que no les fue dado pintar sus cuadros y escribir sus libros? La tierra rusa engendra en abundancia a sus propios Platonov y a sus Newton de mente ágil, pero con qué atroz sencillez devora a sus hijos.
El teatro y el cine suscitaban en Iván Grigorievich tristeza y angustia, le daba la impresión de que alguien le obligaba a mirar fijamente el escenario y no le dejaba salir. Muchas novelas y poesías le provocaban una insoportable sensación de fastidio, casi como si quisieran meterle algo en la cabeza. Le parecía que en los libros se describía una vida diferente, desconocida para él, donde no existían barracones de máxima seguridad, ni jefes de brigada, ni vigilantes, ni delegados operativos, ni sistemas de pasaporte, ni ninguno de aquellos sentimientos, sufrimientos y miedos que experimentaban los hombres a su alrededor.
Los escritores inventaban a la gente, sus ideas y sus sentimientos, inventaban las habitaciones donde vivían, los trenes en los que viajaban: la literatura que se llamaba realista no era menos convencional que las novelas bucólicas del siglo XVIII. Los koljosianos, los obreros y las campesinas de la literatura parecían emparentados con aquellos aldeanos bien ataviados y esbeltos, con aquellas pastorcillas de cabellos rizados que tocaban el flautín y bailaban en los prados entre blancos borreguitos adornados con cintas azules."
*Fragmento de Todo fluye.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/3796-369-2010-04-22.html
*
Este domingo 25 de abril del 2010 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor brasilero Jorge Antunes. Las poesías que leeremos pertenecen a Flóbert Zapata (Colombia) y la música de fondo será de Machu Picchu (Andes). . ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link: MP3 Live-Stream).
Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
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*
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domingo, abril 18, 2010
TANTO VIENTO Y MORIR DE CALMA...
*ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL (CUBA)
CONDENA*
No me preguntes, no, no me preguntes
Por qué mi voz se ha oscurecido.
No me preguntes por qué mi sombra no refleja mis horas.
Y no hay mirada, solo cuencas vacías.
Y la piel se ha esfumado
Y aferrada a los huesos, una jungla de desoladas lianas
Y el latido del viento
¡Ah, el latido del viento que me agobia!
Juro que lo he intentado.
No he podido acallar, sin embargo,
Su latido en mi sangre.
El viento empuja las antiguas velas,
E indefectiblemente
Mi pobre corazón,
Condenado a una barcaza abandonada,
Zozobra, mas no se hunde.
Tanta agua y morir de sed.
Tanta luz estelar y morir de noche.
Tanto viento y morir de calma.
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
TANTO VIENTO Y MORIR DE CALMA...
LA NUEVA*
Allá se han ido a pasear la muñeca y su niña, vestidas con ropas iguales.
Gato de trapo
Enrique Pérez Díaz
Me lo habían advertido, pero me costaba creer que pudiera sucederme. Éramos inseparables, nos hacíamos los mismos peinados, nos vestíamos iguales, dormíamos abrazadas… Ahora es la recién llegada la que duerme a su lado. ¿Cómo pudo olvidarme así? ¿Cómo relegarme después de tanto amor?
Es cierto que mis cabellos no relucen como antes, que mis ojitos no se abren y cierran al moverme, pero es por las veces que me dejé peinar y abrazar. La otra tiene cabellos rizados y brillantes ojos negros, pero ¿la mirará con el mismo afecto? ¿Estará dispuesta a seguirla a donde quiera que vaya?
Ni siquiera llegó un día de reyes, o de cumpleaños: Una tarde cualquiera apareció con la nueva muñeca, y si bien es cierto que hace más cosas que yo cuando era nueva, ¿dónde dejamos el tiempo juntas, los juegos, las veces que la ayudé a espantar el miedo, a ahuyentar las pesadillas, a reír…?
Me lo habían avisado el oso y el carrito de bomberos de Emilio y Fernando, y yo - ¡tonta de mí! -, les decía que mi Anabel no podía caer jamás en tal veleidad. ¡Estaba tan segura de que no me sustituiría por otro juguete, por brillante, novedoso, o colorido que fuera! Por eso lloro. Lloraré tanto que se romperá mi corazón de plástico, y tal vez entonces ella verá cuanto daño me ha causado, y pensará con un suspiro: ¡Nadie llenará el vacío dejado por mi vieja muñeca!
Siento pasos, ratoncito, es mejor que te marches, fingiré que nada sucede… No, mejor escóndete debajo del sofá donde me han abandonado, y sé testigo. Ahí viene mi dueña con ella en brazos. Se acercan. ¿Qué hace? ¡La sienta a mi lado! ¿Tan pronto la van a sustituir? Anabel, querida Anabel, ¿en qué te has convertido? ¿No te duele mi abandono? ¿Le harás lo mismo?
¿Por qué me miras con esa expresión, como si nada hubiera sucedido? ¿Me alzas de nuevo en brazos? ¡Me colocas frente a la nueva!
- Mira, Natacha, esta es mi muñeca favorita, mi mejor amiga… si sigues como hasta ahora, siendo una niñita tan buena, dulce y cariñosa, te dejaré cargarla un ratito. ¡Quién sabe si se hagan amigas!
La muñequita de cabellos ensortijados se ríe y me tiende los brazos; tiene razón Anabel, ¡tal vez lleguemos a ser grandes amigas! No te rías, ratoncito…
*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.
SUCCUBARE*
Diga lo que diga de mi, el común de los mortales, no ignoro cuan mal hablan de la Estulticia , incluso los más estultos, soy, empero, aquella, y precisamente, la única, que tiene poder, para divertir a los Dioses y a los hombres.
“Elogio de la locura” -Erasmo de Rótterdam (1467-1536)
Su boca húmeda buscó la mía con desesperación. Como sería que me sorprendió. (A mí, que no me sorprende nada) Tuve que hacer un esfuerzo para no engancharme y mantener la mente fría. Había violencia y posesión. No hubo preludio. Cabalgó sobre mí, una y otra vez.
Temblé cuando deslizó su mano por mis nalgas. No interrumpió sus movimientos, lo que me tranquilizó, en parte. Empezó a moverse con más ímpetu, mientras mordía mi boca. Me tomó la cabeza y mirándonos a los ojos, en la oscuridad, ascendíamos y descendíamos en la cima del deseo.
No salimos del cuarto en todo el día. Ni para comer.
Al atardecer se durmió. Parecía exhausto.
Aproveche su sueño y me fui a casa. Allí, me saqué despacito la piel, la puse en una tinaja con agua y desnuda, salí.
La noche me esperaba.
Antes de iniciar el vuelo, dije en voz alta:
“¡Sin Dios ni Santa María!”
Me desperté a media noche.
Extendí la mano y al no encontrarla, me alteré preso de un presentimiento funesto. la busqué en el baño y no estaba. Mi temor y mi angustia aumentaron. Temía lo peor, que para mi era no verla más.
Desde el principio me pareció algo rara, pero no me intereso. Además como artista, temía tantos amigos raros.
La deseé desde el momento exacto en que la vi. Venía de Chile. Había ido a una exposición de cuadros y venía en el camión de un vecino de la infancia, el flaco. Después que pasamos el control, la vi. Parada, al lado de la ruta. Parecía una leona, con su pelo rojo largo y rizado, desparramado por el viento de la cordillera y destacado por el leve tinte rojizo del amanecer.
También roja era su remera, que destacaba sus pechos prominentes. Me recordó a las pinturas del Renacimiento. No era delgada, al contrario, pero tenía todo en su lugar.
El amigo camionero paró y cuando se sentó a mi lado, sentí correr la electricidad en mi cuerpo. Dijo que iba hasta “La cuesta” un pueblo que estaba a 80 Km. No se habló casi nada en el trayecto. Me corrí hacia ella y no se movió, al contrario, creo que se apretó más a mí.
Cuando llegamos al lugar, el flaco del camión se había dado re cuenta por lo que me dijo
“¿Te quedás?”
“¿Me quedo?”
Respondí mirando la muchacha.
No contestó y me tomó la mano.
El flaco me miró con mirada cómplice y tiró el bolso que agarré al aire y se quedó mirando, como nos dirigíamos abrazados a una casa con tejas que decía “Hospedaje Las Hortensias”
Cuando entramos a la habitación, parecía loco. Me le abalancé encima como animal en celo. No quiso que prendiera la luz. Empezamos un juego de amor tan salvaje, que por momento sentí que sus dientes eran colmillos, sus ojos brillaban en la oscuridad como una víbora. Cuando tomé sus nalgas tuve la fantasía que tenía un rabo. Eso me excitó mas. Cuando le pedí que se pusiera de costado, no quiso, por lo que seguí cabalgando en el potro del deseo por horas y horas. No comimos al mediodía. Parecíamos afiebrados, con una sed que no se saciaba.
Debe haber sido el atardecer que me quedé dormido, pero era como si no hubiera dormido, la sensación es que en ningún momento ella se había alejado de mi lado...
¿Y ahora que hacía? Estaba seguro que era la mujer de mi vida pero no sabía nada de ella, donde buscarla. Sentí ganas de llorar No sabía que hacer. Pasaron pocas horas que a mí me parecieron siglos...
Debe haber sido la madrugada cuando escuché sus tacos en el pasillo y supe que era ella. Me le abalancé como un poseso.
Sus amigos, artistas, como él, no me recibieron muy bien, me miraban con desconfianza y le dijeron si no le parecía extraño que saliera todas las noches y no me mostrara de día. No pareció importarle.
Yo volvía generalmente al anochecer y me iba a la madrugada y el me esperaba todas las tardes, con el mismo miedo, con el mismo deseo.
Casi no hablábamos. Hablaban nuestros cuerpos.
“¿No te cansas’?”
Me pregunto una vez
“ ¡Nunca! ¿Y vos?”
No habló pero me respondió. Estábamos parados al lado de la cama. Me empujó y volvimos a la lucha del amor, una y otra vez.
Estaba cada vez más flaco y parecía que toda su energía la ponía en el amor.
Muchas veces, interrumpía el juego amoroso, para mirarme. Era en esas veces que me distraía, fascinada al ver como la energía escapaba de su cuerpo.
Mi deseo se iba incrementando en la misma medida.
Sabía que ella tenía otra vida, no me interesaba, mientras siguiera volviendo, es decir volviendo era una forma de decir, porque sentía que ella se quedaba conmigo haciendo el amor.
Cuando ella no estaba muchas veces me despertaba mojado, con poluciones involuntarias. Había adelgazado mucho y mis amigos me decían que esa loca me iba a matar. Yo reía y le decía linda forma de morir.
Cuando ella se iba, por pedido de ella pintaba cuadros, descubrí que los que mas le gustaban eran los que la representaban como una santa. Sentía que se encontraba en el cuadro. Así la pieza se llenó de cuadros con santas opulentas y con alas.
Me sentía raro, como sin energía pero cuando ella llegaba me transformaba y me sentía lleno de vigor.
Empecé a tener problemas para dormir. O no me dormía hasta la madrugada. O me despertaba antes del amanecer y no volvía a conciliar el sueño.
A veces dormía un ratito y tenía sueños extraños.
Se me empezó a confundir la realidad con los sueños.
Una noche tuve un sueño en el que veía como envasaba mi semen en una probeta. Me desperté mojado por la transpiración y por la polución. Aun despierto, el sueño seguía porque vi como ella salía, volando por la ventana abierta riendo y balbuceando frases inteligibles.
Esto siguió hasta que acepté que estaba enfermo.
Quería expresar algo, pero me salía otro discurso, a veces incoherente.
Cuando acepté la internación fue cuando sentí los taconeos habituales y al abrirse la puerta en vez de ella apareció una perra preñada.
Fue un solo momento. Luego la pesadilla desapareció e hicimos el amor hasta que el sol insinuaba sus primeros rayos.
Me sorprendió cuando ella me dijo.
“Ahora me toca a mí “
Y cambió de posición quedando yo abajo y ella arriba.
Esa fue la última vez que la vi. Me internaron un tiempo en una Clínica Neuropsiquiátrica. Una vez estando solo en enfermería saqué la ficha y decía: “Diagnostico: Trastorno esquizofrénico”.
Nunca me quedó claro si la muchacha que veía en los cuadros era producto de un sueño o de la enfermedad
Ahora ya estoy recuperado. He empezado de nuevo con mi trabajo.
Ayer tenía que ir de nuevo a Chile y me conecté con el flaco camionero que me dijo que me encontraba muy flaco y agregó
“-Y, que tal la pelirroja?”
Casi me desmayo de la sorpresa. Le conté toda la historia. Toda.
El flaco no dijo ni una palabra.
Antes de llegar al control, encontramos una viejita jorobada, vestida de negro, con la cabeza atada, que nos hacía señas. Yo le dije que suerte que esta vez era una vieja. Tampoco el respondió. El flaco frenó y le gritó.
-“Bruja de mierda. ¡Mañana vení por sal!”-
Yo lo miraba asombrado y no entendiendo porque le faltaba el respeto así a una pobre anciana.
El flaco parecía que se había contagiado del aire agreste y helado de la montaña.
No habló en todo el viaje. Cuando llegamos a Chile me abrió la puerta del camión y me dijo.
“-Sos un boludo-“
Y así me siento porque no he podido entender que pasó con la muchacha y menos aun lo que me dijo el flaco.
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
-Del libro: LA MORADA DEL ÍNCUBO
PICHON*
Si yo digo que los amaneceres eran altos estoy afirmando que el cielo adhería al aire como unos caminos certeramente agrestes al sol orondo que reinaba allá arriba.
El humo de las chimeneas ascendía directo como un poco de niebla brumosa que partía sin intermitencias ese laudo celeste y ponía un hilo conectado a la tierra donde los animales pacían tranquilos, campantes.
Gilberto ”Pichón” Bucelli, sentado frente a mí, (café de por medio) se entusiasma contándome sus anécdotas de un tiempo que ya es pasado irremediable.
Como vive en las afueras del pueblo en un terreno que tal vez no llegue a una hectárea se da el lujo de criar animales, como en una pequeña granja. Gallinas, cerdos, ovejas, conejos, patos, que se han visto diezmados últimamente por una jauría de perros vagabundos quienes literalmente tomaron por asalto a los indefensos animales, una oscura noche en que fueron sorprendidos en el sueño del cual nunca despertaron sólo despojos sanguinolentos –me dice- fue el saldo y un par de tiros de rifle tardíos que dirigió hacia ellos, perdidos en las sombras.
En sus orígenes, él, “Pichón” vivió en el campo, por eso no puede desprenderse de sus queridos animales.
Su historia está fuertemente amarrada a esa herencia campesina, ya que fue criado por sus tíos, en cuya chacra lo conocí yo en mi más remota infancia, y estoy nombrando a dos seres inefablemente buenos –Domingo Clérici y María Paulini- que permanecen intactos en mi memoria remota y obsesiva, mi memoria que los guarda como lo más preciado de esos lejanos años iniciáticos en el primigenio camino por la vida, se entiende. Según muchas veces me relató, fue criado por este matrimonio sin hijos a merced una enfermedad de su mamá (hermana de doña María) a los pocos meses de nacido.
Sé que lo criaron como a un hijo y heredó las pocas hectáreas de la que este matrimonio era propietario, ya que el resto del campo se lo arrendaban a la familia Vollenweider.
En ese pequeño espacio que rodeaba las instalaciones y la propia casa era para mí –por mi edad y experiencia- tan vasto como el propio universo.
En los ciclos de la cosecha del maíz, o la cosecha gruesa o simplemente “la época de la juntada” como se metaforizaba esos meses de invierno yo compartí todo ese paraíso para mí y ese tiempo que era el mío. Mis padres con otros juntadores y sus esposas. “Sete” Paulini y doña María; el “Nando” Clérici y doña Rosa, hermana de doña María Paulini, el primero y el segundo de don Domingo Clérici, junto a mis viejos, y un poco más lento, más limitado por sus muchos años estaba “Chiquín” el quintero lombardo, también importante en mi vida de niño asombrado, que recorría incansable todo ese mundo más amplio que las limitadas y polvorientas calles del pueblo.
Ahora estamos en la cocina, y no ha encendido la luz y las sombras descienden de pronto, apenas esas rodajas de naranjas en llamas se escondieron en el horizonte y claro que sí, acá sabemos muy bien qué cosa es el crepúsculo. Quiero decir que las sombras invadieron toda la casa, entrando por las ventanas y las puertas, que permanecen abiertas porque el tono memorioso de la conversación y su alto tenor emotivo ha hecho que nadie se levante a encender una luz y rompa esa magia que como por encanto siempre nos mezcla cuando estamos así, a puro recuerdo a llaga viva.
Cuando monte nuevamente la bicicleta encontraré otra pregunta que olvidé hacerle sobre este tiempo diluido entre las hilachas colgantes de la vida que se sumerge de verdad en otro gran vacío donde sin exagerar podemos nombrar ese tiempo, con mayúsculas. El tiempo que pasa sin tropezar como escribía Quevedo no ya sin detenerse como todo humano puede observar sin esforzarse demasiado.
Al comenzar escribí que en aquellos tiempos los amaneceres eran altos, pero olvidé mencionar que los trigales se inundaban de pechirrojos y tordos que los volvía como fuego, como carbón para delicia nuestra que mirábamos el costado del campo esa maravilla a la que no podíamos darle un sentido, pero tal vez lo tuviera, como todo en la naturaleza sin que nosotros logremos comprenderlo.
Con él, con “Pichón”, tratamos anárquicamente de compartir aquellos recuerdos, teniendo en cuenta que a mi niñez él ya era un muchacho. Algo que me reitera en estas charlas: mi desesperación cuando mi madre iba hacia el rastrojo a juntar maíz con mi padre, y yo gateando al principio intentaba seguirla, y así fue por unos años, cuando ya un poco más grandecito emprendí la maravillosa aventura de explorar
-sin alejarme mucho por el campo- ese universo para mí fascinante.
Estas incursiones eran siempre alrededor de la casa: la quinta, las conejeras, los potreros, los corrales, el molino y los chiqueros. También ese gran espacio donde las aves moraban libremente y llamaban “el gallinero”, donde todos los sábados, puntuales y alternativamente venían las hijas de doña Rosa Clérici a barrer ese gran espacio que cubierto de bosterío de gallinas y patos y de bolitas amarillentas y arrugadas de paraísos añosos se extendía.
Una se llamaba Clara –era delgada, alta y activa y muy habladora-, y la otra, rubia, seria y el pelo siempre cortito enmarcaba una cara redonda donde sobresalían un par de ojos celestes y se llamaba Eva. Yo era el encargado de ayudarles a barrer prolijamente todo y hacer montoncitos donde al Otoño irían esas hojas cobres u oscuras, para una vez limpio todo, encender cada una de esos montículos en un fuego que echaba uno un poco de humo y otro poco de escándalo entre los pavos y los gallos peleadores.
Las dos eran más grandes que yo, unas señoritas que me comentaban a mí sus fantasías puestas en el próximo baile del Club, tema que a mi me tenían sin cuidado y en pleno aburrimiento, pero Clara a veces me hablaba de fútbol, y sin coincidir en nuestros intereses –ella era hincha de los “raneros” de Federación- de algún modo concitaba mi atención.
Todo esto conversamos en este último encuentro con “Pichón”.
Y cuando me iba recordé que en la próxima deberé preguntarle por ese caballito de la mano rota, que doña María Paulini tenía sobre esa cómoda de caoba de color oscuro como es el olvido.
*Por Jorge Isaías jisaias46@yahoo.com.ar
El hermano civilizado*
*Por Juan Forn
Cuando murió William Faulkner, su hermano menor escribió un libro sobre él, que empieza así: "La muerte de Bill tuvo lugar una noche de verano que podría haber salido de su novela Luz de agosto, sólo que fue en julio". La chambonada, que da un poco de risa y un poco de compasión a la vez, resume
en una cápsula la historia de todos los hermanos menores que siguen los pasos de su hermano mayor artista. La gran diferencia en el caso de John Faulkner es que él no quiso ser escritor desde la infancia, ni durante la adolescencia, ni siquiera en su juventud, sino cuando ya era un hombre hecho y derecho que rondaba los cuarenta, y para entonces llevaba casi veinte años trabajando para su hermano famoso, primero como piloto de un avión que Faulkner había comprado para divertirse y después como capataz de una granja que su hermano adquirió con dinero traído de Hollywood (y quiso poblar de mulas porque no le gustaban ni las vacas ni la siembra). Hay que hacer, sin embargo, la siguiente salvedad: en ambos casos, el pequeño John terminó superando a su hermano mayor. Llegó a ser piloto comercial de una aerolínea regional y luego salvó la granja de Faulkner de ser otra de las catastróficas empresas comerciales en las que dilapidaba el dinero que ganaba como guionista de la MGM. Es que el pequeño John padeció desde chico una confusión que haría las delicias de un psicoanalista: como él cumplía
años el 24 de septiembre y William el 25, estuvo convencido toda su infancia de que él era mayor.
Como dijo el propio Faulkner: "La gente se cree cualquier cosa en el Sur, si suena lo suficientemente bizarra". Vaya a saberse si le sonaba lo suficientemente bizarro el despertar de la vocación literaria de su hermano menor, que ocurrió así: la esposa de John lo escuchó contar cuentos para dormir al hijo menor de ambos, Chooky, y le dijo que valía la pena ponerlos por escrito; al menos eran más comprensibles que "esas cosas raras que escribe tu hermano Bill". John tipeó uno a máquina y se lo llevó a su madre.
Mamá Faulkner era todo un personaje: después de enviudar relativamente joven, dedicaba todo el día a leer y pintar, sola en su casa, que quedaba exactamente a mitad de camino de las casas de sus dos hijos (había otros dos hermanos Faulkner, pero uno se mató muy joven en un accidente de aviación, y el otro dejó el Sur para hacerse agente del FBI, de manera que no cuentan en esta historia). Mamá Faulkner se mantenía sola vendiendo los cuadritos que pintaba y no aceptaba que su hijo famoso le pagara ni la cuenta del almacén, pero exigía a cambio que la visitara todos los días (a John le exigía lo mismo). En una de esas visitas, John le mostró el cuento a su madre. Esta se lo pasó a Faulkner y después le anunció a John: "Dice tu hermano que lo vayas a ver". John llegó a la casa de Faulkner, lo encontró sentado en el
porche mirando a la distancia, con el cuento en una mesita junto al sempiterno vaso de bourbon. Sin mirar a su hermano, Faulkner dijo: "Un cuento te lo compran o no. Si te lo rechazan, nunca te pongas a corregirlo.
Escribe otro y tendrás dos para mandar a otras revistas. Si te los rechazan, escribe otro y tendrás tres para mandar. Nadie puede ayudarte a publicar un cuento. Una novela es otra cosa. Si escribes una, yo me encargo".
John tomó el consejo al pie de la letra y a los seis meses volvió con un paquete bajo el brazo. Qué es eso, preguntó Faulkner. "La novela que me dijiste que me ayudarías a publicar", contestó John. Faulkner dio uno de sus legendarios tragos de pajarito a su vaso de bourbon (se pasó la vida convencido de que, si bebía a traguitos, no se emborrachaba) y contestó:
"OK, se la mandaremos a mi agente literario. Pero yo no la voy a leer". A los pocos meses llegó una carta de una editorial de Nueva York diciendo que la novela necesitaba ciertos ajustes pero querían publicarla. Faulkner se enfureció porque le habían mandado la carta a él y no a John. No avisó nada a nadie y dejó pasar el tiempo. Los editores creyeron que el hermano menor era tan quisquilloso como el mayor y terminaron publicando el libro tal como estaba. John fue a pedir consejo a su hermano para el viaje a Nueva York, adonde nunca había estado. Faulkner lo recibió otra vez en el porche y le dijo: "Tengo un solo consejo para ti. No le hables a nadie en la calle. Con tu tonada y tu lentitud para hablar, van a creer que eres retrasado y te encerrarán en un asilo. Así que ve, pero no le contestes a nadie que te hable". Más bien atónito, John fue a contarle a su madre. Ella le dijo: "Es que te dan un anticipo de 500 dólares. A él nunca le dieron más de trescientos, hasta que se filmó Santuario".
Los años pasan y, una tarde, Mamá Faulkner está leyendo en su mecedora la revista Colliers cuando se topa con un cuento de su hijo mayor cuya trama es un calco (sólo que retorcida a la manera de Faulkner) de aquel que había escrito años antes su hijo menor. Cuando éste llega a visitarla horas más tarde, le tiende el cuento sin palabras. John lo lee, se aclara la garganta y le dice a su madre: "Un escritor nunca sabe de dónde viene lo que escribe.
Puede pasarse cuarenta años recogiendo, pieza por pieza, los elementos que conforman una historia. Hay veces en que no sabe que tiene una historia hasta que encuentra la última pieza. Todo lo que sabe es que de repente tiene una historia que contar. No se pone a pensar de dónde sacó cada parte.
Una vez que cuajan en una historia no hay manera de diferenciar lo que uno escuchó en un lugar, de lo que vio en otro o lo que leyó en otra parte. Esa es una de las primeras cosas sobre el oficio que hay que entender, me dijo Bill".
Mamá Faulkner contestó desde su mecedora: "Johnnie, esas mismas palabras me dijo Billie hace años, sólo que usó sin tapujos la palabra robar. Dijo que lo primero que hay que aprender en su oficio es que todo escritor roba sin pudor a otros escritores". Años más tarde, en el reportaje post Nobel que le
hizo el Paris Review, Faulkner se extendería famosamente al respecto: "La única responsabilidad de un escritor es con su arte. Lo que tiene para contar lo impele de tal manera que arrojará todo por la borda en el intento: su orgullo, su honor, su decencia, su seguridad, su felicidad. Incluso si tiene que robarle a su propia madre no va a dudarlo. Una oda de Keats vale más que un puñado de viejitas".
Mamá Faulkner vivió hasta los 88 años, recibiendo cada día la visita de sus dos hijos y repitiendo a quien quisiera oír que su hijo John era una versión civilizada de su hijo Bill. Para los sureños, seguro: el pequeño John nunca cuestionó la segregación racial como sí hizo, sin pelos en la lengua, su incivilizado hermano mayor. John prefería pensar, como escribe en el triste libro que escribió sobre su hermano, que "el Norte se limita a tratar bien a los negros como raza pero los maltrata como individuos; nosotros quizá los maltratemos como raza, pero los tratamos bien como individuos". Sólo le faltó agregar: "Cuando son nuestros", para sonar como un perfecto caballero sureño.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-143967-2010-04-16.html
TRACTATUS DE LA BREVEDAD MORBIDA*
*por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
CAPUT PRIMUM
La brevóloga mórbida tiene razones (minúsculas, claro) para estar en desacuerdo con el mundo y sus treces. Si yo le doy lugar en mi pensamiento es porque además de mórbida, es breve, o sea, su vanidad dura poco: no viene atestada de grandezas. Ella apenas comunica las astillas de sus verdades y no considera que su lucubración sea siquiera superior el dedo meñique de Bachelard y su episteme. Por eso me permito repetir algunas de sus relampagueantes conclusiones a saber:
"Tan pronto como hablamos de alma le damos a ésta una entidad glorificada. En cambio, si hablamos de cuerpo a éste le reconocemos una existencia de escasa reputación y honradez. Pero, ¿acaso no es ella la infectada, la traicionera, la oscura"
CAPUT SECUNDUM
Queda claro que la brevóloga no es una reconocida profesora de física y matemática en la Universidad de Gotinga ni en ninguna otra. Además nunca será leída por Goethe, ni por Tolstoi, ni por Kierkegaard ni por Cortázar, pero acaso, precisamente por la escasez de pretensiones, resulta tan llamativa su lucidez de dos palabras elevadas a la enésima potencia del imposible:
"El inventario, en términos de recuerdo amoroso, resulta de la búsqueda de la esencia. ¿Por qué, si una va con su sexo a todos lados, con alguien puede ocurrir todo aquello que con otro no ocurre? De este acontecer una puede distinguir en todos lados el ser del ente. Y esto comprueba el carácter metafísico del inventario".
CAPUT TERTIUM
Sólo por intriga, o tal vez curiosidad, o mínimamente por misericordia, cedo espacio en esta página, siempre honrada por autores que la colman generosamente de palabras, a la modesta hazaña de la brevóloga mórbida, empeñada en economizar lenguaje para expandir significados. Entiendo que, por su empecinamiento, está a un paso de soledad absoluta, muy lejos del oído masón de la cofradía literaria: "La gente que anda por el mundo como cigarro erguido y no comprende el amor por los relámpagos, se niega a penetrar el silencio y a leer con más cuidado".
CAPUT QUARTUM
Como si no fuera suficiente el propósito de enfrentarse contra el género dominante, al negarse a escribir todo aquello que no hace falta sea escrito, a la brevóloga hay que reconocerle también el bizqueo con el que nos propone mirar lo que el mundo pretende como establecido y derecho: "El entorno visible detesta los procesos invisibles. El entorno comprobable rechaza los estados ilusorios. Los destiladores sólo confían en lo que ven con los ojos y se creen dueños de lo que atan de pies y manos".
CAPUT QUINTUM
A esta suma de obstinaciones agreguemos también el ejercicio empedernido de la poética del reverso: "Cuentan las aves dignas de volar que si no levantaran los ojos creerían que ellas son el punto más alto, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de los pájaros".
CAPUT SEXTUM
Si una quisiera conseguir para la brevóloga, algún tipo de perdón, no digamos ya, un reconocimiento, podríamos focalizar en sus esmeros por hacer alto lo bajo y por reconocer lo puro de lo impuro: "Con la esperanza encima del corazón, cada mañana, cuando te veo despertar, doy gracias al cielo por el llamador de ángeles que se balancea entre tus piernas".
CONCLUSION
Para concluir, digamos que las brevologías de la mórbida son a la densidad novelesca, como un David desamparado de toda profecía a un Goliat con manager literario. De ahí que su mérito consista en la insistencia por transitar la literatura por el costado prohibido, como un arcángel desmelenado que cuestionara los negocios de su propio Dios: "Yo, desterrada de todo orden y verdad, siempre caída hacia la noche, cansada del día, con mi suavidad de lobo, con el trazo precipitado de palabras, declaro que no he tendido en mi cuerda los calzones divinos de Dios".
Queda claro que la brevóloga sostiene su absurda causa, apoyada en una lucidez anárquica e hiriente, que prefiere la orfandad a la sumisión.
*FUENTE: Contratapa Rosario 12. sábado 17 de abril 2010
-Enviado para compartir por Ruben Vedovaldi. rubenvedovaldi@netcoop.com.ar
*
Este domingo 18 de abril del 2010 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor argentino Martín Matalón. Las poesías que leeremos pertenecen a Mario Markus (Chile) y la música de fondo será de Buena Vista Social Club (Cuba). ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link: MP3 Live-Stream).
Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel.: 0043 662 825067
*
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*Cuota anual (abril 2010 a abril 2011) para lectores y/o escritores: $45 en Argentina.
-10 Euros desde el exterior-
Consultar por suscripciones con difusión de actividades culturales.
*Escribir a Eduardo Francisco Coiro.
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Inventiva Social publica colaboraciones bajo un principio de intercambio: la libertad de escribir y leer a cambio de la libertad de publicar o no cada escrito. los escritos recibidos no tienen fecha cierta de publicación, y se editan bajo ejes temáticos creados por el editor.
Las opiniones firmadas son responsabilidad de los autores y su publicación en Inventiva Social no implica refrendar dichos, datos ni juicios de valor emitidos.
La protección de los derechos de autor, o resguardo del copyrigt de cada obra queda a cargo de cada autor.
Inventiva social recopila y edita para su difusión virtual textos literarias que cada colaborador desea compartir.
Inventiva Social no puede asegurar la originalidad ni autoria de obras recibidas.
Respuesta a preguntas frecuentes
Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.
Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.
Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.
Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre escritor y editor. cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.
Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
Sus socios lectores remuneran con el pago de una cuota anual el tiempo de trabajo del editor.
Cómo ayudar a la tarea de Inventiva Social?
Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura.