*Dibujo de Erika Kuhn.
*
Es necesario
escribir un poema
para esos días
en que quiero
cerrar
la puerta,
acorazarme,
hacer una
catástrofe en la casa
y hundirme en
el mar.
Subirme
a una balsa que
me arrastre
hacia el final
de todos los océanos,
lejos de la
humanidad.
Beber cicuta o
un té de menta.
Cortarme el
pelo como un monje tibetano
y recitar a
Keats
hasta llorar o
hasta dormirme,
y te atrevas a
abrir la puerta
y me rescates
de mí.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
TRES
ASEVERACIONS SOBRE EL AMOR*
El amor
es una
intersección
entre dos
azares.
*De Daniel
Montoly. danielmontoly@yahoo.es
*
Anular una
jaula
cerrar una fosa
volar sobre tu
mar
navegar tu
cielo
Que mi voz se
haga visible ante tus ojos.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
CONQUISTA
DEL OLVIDO.*
Como ves,
el olvido no es
sencillo.
Hay que andar,
con cautela,
anillos de
memoria enmarañada,
navegar
espejismos de promesas
haciendo caso
omiso a sus palabras,
amarrados a las
arboladuras
de vergüenzas,
engaños
y distancias
y aprender,
lentamente,
a conjugar los
verbos en pretérito
aunque la
sangre insurreccione pájaros
debajo de las
pieles harapientas
cada vez que
digamos:
yo lo amaba.
No es corriente
ni simple
conquistarlo.
Es un asedio
largo y doloroso
junto a la
soledad de sus murallas.
Porque erige
sus puentes levadizos
y desnuda las
lenguas crepitantes
donde hierve el
recuerdo
la encendida
insolencia de su entraña.
Y nunca pacta
treguas.
Y a veces,
tiene tiempo
de armar
contraofensivas peligrosas.
Y siempre,
en sus
bastiones,
sopla un
salvaje viento de nostalgias.
Es claro que
uno puede ejercerlo de prisa,
con el filo
de alguna
antigua furia subterránea
y antes que se
atrinchere en sus almenas,
de un manotazo,
sin pensar
siquiera,
decapite los
pétalos azules
de su dalia
obstinada
o mentirse su
muerte
cada día
mientras la
ausencia resquebraja arcillas
en los párpados
secos de las máscaras.
*De Norma
Segades Manias. directoragaceta@gmail.com
-DEL LIBRO: EL
AMOR SIN MORDAZAS
*
Yo quisiera
decirte que el amor existe;
que no es una
mera
construcción
del hombre
para inventarse
otro dios
y entender sus
tormentas.
Yo quisiera
abrazarte y repetirte
el cuento de
los príncipes azules
y sus caballos
eternamente blancos
atravesando el
bosque
en pos de su
princesa.
Yo debiera
iluminarte los ojos
hasta hacerlos
brillar
como un faro
feliz esperando la marea,
y encenderte
hasta que ardas
como si fueras
todo fuego, todo ofrenda
para estas mis
manos frías.
Yo debiera
decirte amor
y no te dejo, te
abandono al azar,
ya no te
quiero.
Pero se me han
quemado
las promesas.
Yo soy la que
canta sola
entre los
hombres y la tristeza.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
La trenza de
Mariana*
Hay momentos.
Como en esta lluvia. En los que el hombre quisiera barrer con las tristezas. La
lluvia esta hecha de gotas como lágrimas.
Con
obstinación, el hombre busca algo perenne que lo conecte con la fuerza de la
vida. Después de un buen rato de estar parado delante de la ventana. El cielo
gris por cielo. El hombre logra lo que necesita: ver la trenza de Mariana cayendo
como espiga de un dorado sol y perdiéndose entre sus pechos.
Con esa
foto -que sólo esta en su mente- la tarde ya es una iluminación.
*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
El mismo ritual*
La noche poseía
una luna primaria y perversa.
Ella ya no
estaba, se iba alejando poco a poco,
había olvidado
entre las cosas burdas y finales
el corazón
caído entre rosas y la puerta abierta.
Al hombre se le
diluían los caminos hacia ella,
perdía su mirada
sin saberlo sobre sus cabellos
y moría el
palpitar mudo de un sinfín de besos
que nunca
serían retribuidos antes de la aurora.
Todas las
noches el mismo ritual enmudecido
que le lleva a
suplicar el retorno de su nombre
y también
llamar a los muertos debajo su piel,
a todos
aquellos que intimaron su otra sangre.
Entre
metáforas, el hombre siguió escribiendo
sobre una hoja
de papel y media hora después
arrojó la vieja
lapicera azul en un cajón lleno,
de minúsculos
porqués hurtados a la historia.
Luego tomó su
cuaderno lleno de algoritmos
y escapó
rápidamente de la oficina en llamas.
Su mano cerró
la puerta, que sería la última,
para nunca más
volver, hacia atrás la mirada.
La noche poseía
una luna primaria y perversa.
Ella ya no
estaba, se iba alejando poco a poco,
había olvidado
entre las cosas burdas y finales
el corazón
caído entre rosas y la puerta abierta.
- 2016
Electroencefalograma*
Conectada a un
aparato cierro los ojos
tengo la
certeza que se llevarán mis pensamientos
imagino
lentamente tu cara
deformándose
mientras la succionan
el cuerpo
empequeñecido
atravesando en
zigzag la fibra del cable
tus zapatos se
desarman
sos un hombre
desnudo
saliendo de mi
como el humo de
un tren que avanza
dejando apenas
un rastro de existencia
en el último
tramo te aferrás, hablás,
decís algo que,
otra vez, no entiendo
mi amor
no se pueden
manipular todas la cosas.
*De Vanesa
Álvarez. vanesui@hotmail.com
ADÓNDE VOLVER*
Uno envidia a
quien es capaz de desnudarse, de dejar las prendas y los lenguajes, abandonar
la merienda servida e irse; irse lejos, atravesar países tiempos y gentes.
Todos sentimos alguna vez esa inclinación a soñar con el mar, con los caminos
que se pierden, con horizontes difusos que borren el asfixiante aquí y ahora.
Se puede
viajar, si, es posible disolver la pertenencia en escapadas, en huidas
tempranas o tardías. Es posible cortar las cintas que nos aferran a la tierra,
a la familia, a los amigos. Se puede, aunque sea esta una empresa de personas
marcadas por algún secreto signo que no está visible en la frente.
Lo que perdura
allá en un fondo de pozo con sapo y luna, es el miedo a no tener adónde volver.
La vida entera
es la dificultosa construcción de aquel sitio que nos reciba al fin de la
jornada. Puede que sea un intento fallido; que al acabarse la partida sólo un
gato sigiloso murmure su aprobación solitaria a la viejita olvidada entre muros
silentes, o que por ser el último en abandonar el ferrocarril, el anciano quede
con los naipes en la mano, vacías las sillas de sus compañeros ya desvanecidos.
Pero habrán
tenido puerto para la charla amable o ácida. Habrán hecho sus nudos de amores u
odios donde fuesen reconocidos, donde la familiaridad les prestase un entorno
que sintieran propio, intrínsecamente propio. Odiado puerto, amado puerto el
del fin de la jornada, pero una amarra que nos contiene cuando el embate del
mar. El vértigo absoluto de un viajero es no tener adónde volver.
Y no nos
engañemos, viajamos tanto los que se van y pasan de vida a vida como los que
nos quedamos, y hacemos rutina de veredas fatigadas. Todos debemos retornar a
casa cuando el crepúsculo nos trae. Y algunos, no tienen adónde volver.
Quién escuchará
la narración efímera de los incordios del día, quién compartirá la mesa, quién
respirará quizás en otro cuarto, quizás en otra casa, pero quién respirará
nuestro aire.
En qué lugar
habrá una caja con fotografías de nuestra infancia, quién preguntará cómo
estás, y aguardará la respuesta. Y, si me voy, quién recibirá mis cartas.
El vértigo absoluto
de un viajero es no tener adónde volver.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
El cruce*
No hay
confines, no hay ecos, no hay sustrato
más que los dos
umbrales de la vida
no menos que la
savia contenida
en el vasto
universo y su mandato.
Provoca a la
cordura el insensato
buscando esa
razón desconocida
con que la
inmensidad viene vestida.
Si nada explica
nada en lo inmediato
lo mismo canta
el pájaro en la rama
y los ríos descienden
de los montes,
las flores dan
color de toda gama
y nosotros,
absurdos polizontes,
vamos como
perdidos en la trama
cruzando los
extensos horizontes.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
*
Era una mujer
cuando la vi por primera vez.
luego tomó
la forma de un
bosque.
caminé entonces
su paisaje
olí sus flores
comí sus frutos
bebí su río
dormí su hierba
soñé sus
animales
acaricié su
crepúsculo
luego de a poco
imperceptiblemente
fue abeja
fue puerta
cerradura
ojo gigantesco
que me seguía donde fuese
libélula
guitarra
pezuña
y poco a poco
fue una hipotenusa
un piano de
cola
un pájaro
carpintero
una herradura
un paraguas
un sombrero
era mujer
cuando la vi por primera vez
luego fue
planeta:
sobre ella vivo
sobre ella
canto
*De León
Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
MI MADRE*
*Por Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Muchas veces
pienso en mi madre. A veces también la sueño, pero siempre se aparece joven.
Así la conservo en la construcción de mi recuerdo.
Mi hermano, por
el contrario tiene una imagen más gastada, porque él se quedó en el pueblo y
fue testigo de sus últimos días y aunque me cueste decirlo, fueron los de su
decadencia.
Nunca llegaré a
entender cómo esa mujer humilde podía con sus silencios y su vigilante
diligencia que no eludía la ternura de mantener un delicado equilibrio
que anudaba sus telares sosteniendo esa casa que cuando se fue se quedó sin
música.
No recuerdo un
solo día que estuviera enferma, siquiera en cama con una gripe ¿cómo hizo
en su condición de mujer sometida, arreglárselas para darnos a los suyos sin
que nos diéramos cuenta que en verdad era la más fuerte, la única a quien
nunca vi desfallecer?
Aunque era
propensa al llanto que sacudía todo su cuerpo silenciosamente, no pasaba de ser
una manifestación pasajera. Incansable en todos los trabajos, atentos al más
mínimo, escondido deseo nuestro, siempre pronto a satisfacerlo, en una actitud
de amor y de servicio sin demasiada exposición, ella cumplía con la tarea que
excedía lo que por formación le había impuesto mi abuela. Me fui muy joven de
su lado, en un corte abrupto, porque hasta allí había estado a su lado, y la
verdad que en los primeros años sufrí mucho, en una ciudad deseada que tuve que
descubrir hasta que nos adaptáramos. Pero ella no lo supo nunca, aunque presiento
que en su intuición de madre debió sufrir mucho, porque “lloraba cuando llegaba
y cuando me veía partir”, al decir de Pedroni.
En estos
viajes, que el trabajo y el estudio espaciaban, yo exponía como al pasar la
añoranza de una golosina que sus industriosas manos hacían. En ese mismo viaje,
si me quedaba tiempo, colmaba ese deseo, de lo contrario, en el próximo apenas
bajado del ómnibus, con el primer mate aparecía ese plato de rebosantes
buñuelos exquisitos con su azúcar impalpable encima que fuera objeto de mi
deseo en el último viaje.
Con una cocina
de hierro fundido (una Istilart Nº 1) y el producto de la quinta que era
su orgullo, ella hacía verdaderos milagros. Mi infancia está cubierta de
aquellos olores queridos. De la modesta repostería que hacía con pocos
recursos, pero llena de inventiva y amor, pasando por los dulces caseros, de
frutos que teníamos en la quinta, hasta llegar hasta la especialidad, que como
buena italiana, recaería en las pastas. Amasaba jueves y domingos, siguiendo
tal vez una tradición que traería de su aldea italiana. Hacía con la misma
perfección esas ollas de tallarines, ravioles, sorrentinos, capeletis o
canelones y los acompañaba con una salsa de tomates y queso y la infaltable
carne al estofado que exigía mi padre como condición de su costado altamente
carnívoro, porque según afirmaba como verdad revelada, “si no hay en la mesa un
trozo de carne, es como si no hubiera comida”.
Sus tareas no
se reducían a lo estrictamente culinario, como creo haber aclarado más arriba.
Escribí sobre
su devoción por el cultivo de la quinta, pero además ella nos hacía la ropa a
los tres, con su máquina de coser marca White, que hacía un ruido como el
picoteo de lluvia, con la luz de la lámpara como un ojo insomne mientras todos
nos íbamos durmiendo con ese leve golpeteo incesante. Como no sobraba el dinero
sino todo lo contrario, ponía en juego toda su creatividad, que era mucha.
También tejía.
Lo hacia con mucha habilidad, con rapidez. Era una tarea que realizaba aún
estando con otras personas conversando animadamente. Hay largas épocas de mi
infancia que en el único recuerdo casi tengo de ella, siempre tejiendo. Durante
el día, mientras la luz natural la acompañara y cuando las sombras iban
cubriendo toda claridad posible a la luz de esa lámpara de querosene con la
cual recorría las habitaciones, con una mano sobre el tubo de vidrio, para que
un golpe de aire no apagara la llama. Iba cuidando que todos estuviéramos
tapados, mientras dormíamos. Luego volvía a la cocina, a su infinito tejido.
Pocas veces
podía comprar lana nueva, pero destejía y tejía, cual incansable Penélope, y
lograba una trama de colores mezclados. Mis hijas aún recuerdan sus épocas de
escuela primaria y aún secundaria, con ”los pulóveres coloridos que la abuela
nos tejía”.
Pero acá no se
reducía todo su quehacer, sino que si mi padre le requería ayuda en sus duros
trabajos rurales, ella estaba allí para echar una mano, siempre.
En las juntadas
de maíz en las carneadas, en el desmalezamiento del terreno cuando la quinta se
llenaba de yuyos en el verano.
Lo curioso, lo
increíble, es que todo esto que hizo, todo esto fue trabajo, lo hizo sin pedir
nada a cambio, solo ver feliz a su gente, a sus seres amados. Vernos alegres
era para ella la propia alegría.
Tantas veces he
pensado en esta mujer que pasó por la vida, sin llamar la atención, pero
estando atenta a los otros. Y se fue silenciosa y pronto, como para no molestar
demasiado.
Dejo de
escribir.
Miro desde este
patio mezquino el vuelo errático de las golondrinas que van hacia las barrancas
del río, pienso en las que volaron los cielos muy altos de aquella infancia
remota.
Pienso en los
amigos que se fueron dejándonos solos con nuestra propia tristeza.
Pienso con que
todas las madres del mundo debieran llamarse María.
*
Una palabra de
piel, es pasible de la lluvia. Podría volar o simplemente caer.
Y aun así,
llevaría una semilla.
Pronunciarla es
otra tierra. Es nacerse en otra boca.
*De Alejandra Alma. almaalma3h@gmail.com
***
InvenTREN
A ESA NUBE DE
RECUERDOS PRESTADOS*
Lo que ustedes
llaman futuro ya no lo es. Al menos ya no lo es para nosotros. Existe el
presente y esa búsqueda nostálgica de lo que se vivió en el pasado.
En la estación
Coraceros he conocido a Mister Bill Handley, a quien le encantan el pasado y
los trenes.
Del pasado
remoto de su familia solo le llego una gorra, crónicas de periódicos, y unas
pocas fotos familiares. Insisto, había futuro, para esas gentes después de la
salud lo más valioso era el tiempo.
Y había que
sacar fotos. Porque se envejecía. En un abrir y cerrar de ojos de nuestro
"tiempo" se pasaba de ser un niño a un anciano. Las personas se
desesperaban por dejar recuerdos y testimonios. La gran mayoría de los cuales
eran arrojados a un contenedor al poco tiempo de su muerte física.
Del jefe de
tracción Handley solo quedo una gorra, una foto del viaje inaugural y una
crónica del periódico "La verdad" donde ni siquiera mencionaban su
nombre.
Otro antepasado
de Bill compro esas tierras. El edificio de la estación de trenes había sido
expropiado para ser la sede de la escuela agraria que funcionó allí. Años
después volvió el tren. El "New Midland Express", era un modo de
viajar antiguo pero pensado por visionarios que lograron que sus trenes
funcionen con el uso de energía limpia.
Alguna vez
cuando encontró ese pelo perfectamente enganchado en el interior de la gorra
pensó en clonar a aquel Handley de 1909. Luego desistió. ¿Para qué? ¿Para que
sea un testigo del fin de lo real?
Enseguida
volvió a la idea de ofrecer la experiencia de viajar en ese tren inaugural y
ser alguno de los invitados. Hacer ese recorrido desde Puente Alsina hasta la
Rica y de ahí volver a ser transportado a la la estación Coraceros.
La ruptura de
la relación espacio temporal ya no es un misterio pero hay que tener el
registro justo para poder viajar y regresar...
Fue un suceso.
Miles de almas en pena buscaban algún rastro de su pasado, de cuando la vida
era vida y había vida cotidiana, compañía, cariño, en fin, una vida que merecía
ser vivida. Y eso es lo tenían esos hombres y mujeres del pasado que luchaban y
vivían contra la adversidad hasta que la enfermedad o la vejez los desintegraba
como sujetos.
Bill Handley me
ofreció primero viajar a la Estación Saturno, para conocer uno de los últimos
pozos de tiempo que la humanidad tuvo hasta el fin de la historia. Pero no,
preferí conocer al más antiguo de los Handley y hacer el viaje inaugural en la
formación traccionada por la locomotora número 24 bautizada "Hortensia
González".
Leí fragmentos
de la crónica, antes de que James, el ingeniero jefe me transporte, "El 29
de julio de 1908 las empresas del F. C. Sud y del Oeste se hacen cargo de dar
el dinero necesario para terminar la construcción de la línea Midland hasta
Carhué. El día 15 de junio de 1909 pudo inaugurarse la primera sección de 139
kilómetros, uniendo Puente Alsina y Estación La Rica."
Los turistas
que viajan con la máquina de Bill Handley quieren conocer a los notables que
serán en poco tiempo nombres de estaciones y calles: "Ministro de Obras
Publicas de la Provincia Dr Echeverry, el ministro de hacienda Dr. Gandara,
senador Joaquín V. González, diputados Pedro S. Barraza y Wenceslao
Frías". O alguno de los ingenieros como "Miguel Olmos, Enrique de
Madrid, J. J. Elordi, J. V. Inturriaga, Orlando Williams, Frank Foster, J. V.
Cilley, H. C. Allen, J. Percy Clark, A. Lertora, F. J. Wythes, Wilson Jacobs,
W. Shilton, Riach, Enrique Lavalle, Cristophen Hope, Alfredo Lavalle y Arturo
Frostich."
Pero en mi
caso, he pedido conocer al Guarda de ese primer tren, el señor Felipe Salvi.
El viaje fue
hermoso, aun me parece sentir el aire frío en el rostro.
He disfrutado
del discurso del ingeniero Orlando Williams.
Luego de
cumplida su misión en La Rica, la comisión de notables regresó a Buenos Ares
por otra vía -la del ferrocarril oeste-.
Ya esta. Envié
la señal de retorno al ingeniero jefe James Doohan y este me transporta al
anden de Coraceros en el tiempo que ustedes demoran en parpadear. Ha sido una
experiencia alucinante, pago de muy buena gana mi viaje al señor Handley y
prometo regresar a hacer otro de sus viajes por el antiguo ferrocarril Midland.
Vuelvo -una vez
más- a esa nube de recuerdos prestados donde transcurro sin días ni noches.
*De Urbano Powell.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
ÁLVAREZ DE TOLEDO
POLVAREDAS. JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI.
CARLOS BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
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