*Foto: Galaxia ESO-99-4.
Tomada por Hubble el 14/04/2006.
-Gentileza de Pablo Martínez Burkett.
On demand *
En el universo hay una señora que barre
el polvo que se acumula en los agujeros negros
que mirándolos bien como ella sabe
no son tan negros
apenas oscurecidos
por una nube de polvo
que de vez en cuando hay que barrer
en el universo hay un montón de cosas
y una increíble ambición por agrandarse
y agrandarse
hasta los confines de no se sabe bien qué
y la señora que barre se impacienta
cada vez más espacio
cada vez más polvo
y ella sola
contra los agujeros negros
y su súper escoba para los polvos del universo
-Esther es escritora, ha vivido y
trabajado en diferentes países. Nació en Ataliva, un pequeño pueblo de la
provincia de Santa Fe, Argentina, y en 1975 emigró al Perú, donde fue
reportera, columnista, y jefa de redacción. En 1980 viajó a Europa y se radicó
en Berlín (Occidental). En 1995 regresó a Argentina y vivió ocho años en Buenos
Aires. Desde 2003 vive y escribe en Berlín. Sueña con un túnel que conecte
Buenos Aires y Berlín, de manera que sea posible pasar rápidamente de una
metrópoli a otra. En sus textos emprende a menudo semejantes traspasos entre
uno y otro mundo, reflexiona sobre los cruces y márgenes, sobre aquello que se
pierde en la travesía. Y también lo que se gana. Publicó crónica, ensayo,
poesía, microficción, cuento y novela. Sus relatos fueron editados en numerosas
antologías y en diferentes idiomas. Sus ensayos sobre cultura, memoria y
migración se publican en diversos medios de América, España y Alemania. Tradujo
la poesía de la poeta alemana negra May Ayim al español. Editó la antología
"Vivir en otra lengua", pionera en la construcción de un espacio para
la literatura latinoamericana que se escribe fuera de las fronteras de los
países de origen. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés.
LA ESTRELLA DE OCHO PUNTAS*
A mi hermano Andrés
Someday,
the children of the new sun will meet the
children
of the old. I think they will be our friends.
DR. HEYWOOD
FLOYD
2010: The year
we make contact
DESPERTAR DE LA criopreservación siempre me deja con un sabor
amargo y el asombro de la identidad. Abomino viajar durante tanto tiempo a
merced de las máquinas. Ya sabemos dónde hemos acabado por conferirles el
control. Pero para qué protesto, si yo, Ishtar, hija de Nannar; me he ofrecido
como voluntaria para el Programa Segundo Contacto, uno de los frutos más
eminentes del Tratado de Irkalla, ese embuste que puso fin a las Guerras de
Sheratan.
Por enésima vez, estudio los manuales de la Agencia Aeroespacial.
Son del todo elocuentes y sn embargo, la especie indígena aún me provoca
extrañeza. Esa mata de pelo en la cabeza denota un estadio evolutivo anterior.
Y esos ojos, minúsculos, dan asco. Además, son tan bajitos y con demasiados
dedos. ¿Y el idioma gutural que practican? Espero que el traductor universal
sea eficiente. En esta etapa, el entendimiento será vital. No obstante, el
contraste anatómico es lo menos inverosímil. Corro una y otra vez la secuencia
holográfica. Aseguran que en el pasado fuimos capaces de reproducirnos así, por
fricción. No consigo imaginar qué placer encuentran en ello. Aunque los
estudios de histocompatibilidad están avalados por acreditadas universidades de
toda la galaxia, tengo algunos reparos. Volver a equivocarnos... Admito que con
las dudas me asaltan otras sensaciones, igualmente incómodas. Presiento que no
serán las últimas. La conquista planetaria es inclemente con los débiles. Y la
debilidad es un lujo que, como teniente del III Regimiento de Exploradoras
Coloniales, no me puedo consentir. Empero, estaría más tranquila sin la
ultrajante proscripción del sable laser.
Estiro el cuello y me dejo inocular. La doctora procede y calla. Sé
que comparte mis incertidumbres. Somos ocho voluntarias. La capitana nos
convoca al puente. En breve será visible nuestro destino. Al principio se
confunde con la negrura del espacio, pero luego aparece una esfera azul. Es
cierto, la mayor parte está ocupada por océanos. ¡Agua! Zumba el sensor de la
transportadora. Antes de ser vaporizadas a la superficie, me encomiendo a
Tiamat, para que el nativo asignado sea un buen semental. Es esto o la
extinción. No alcanzo a preguntar por qué lo llaman planeta Tierra. El Programa
Segundo Contacto ha comenzado.
*© Pablo Martínez Burkett, 2010
-Pablo Martínez Burkett es
autor de los libros Forjador de penumbras
(Galmort, 2011), Los ojos de la divinidad (Muerde
Muertos, 2013), Mondo cane (Muerde Muertos, 2016),
Luz azuL (Otero Ediciones, 2019).
Cultiva el llamado fantástico rioplatense, con foco en el terror y
la ciencia ficción oscura. Escribe para revistas del país y el extranjero y ha
participado en más de diez antologías. Ha recibido premios en una docena de
concursos literarios. Algunas de sus narraciones han sido traducidas al inglés,
francés, portugués, italiano y rumano.
Los primeros dioses*
A la memoria de Stanislaw
Lem
Una nueva teoría sobre el origen del universo afirma que hubo una
condición especial o un "error" en el Big-Bang. Según esta
perspectiva la expansión que siguió al gran evento se detuvo casi
inmediatamente por causas desconocidas. El polvo y materia estelar quedaron
concentrados bajo presiones inimaginables y el infinito no pudo ser colmado. La
polémica teoría afirma que un poco de materia logró escapar de la gravedad
concentrada y evolucionó hasta crear su propio espacio-tiempo y sus leyes
físicas. Con el paso de miles de millones de años la materia tomó forma y
moldeó un sistema solar que flotó a poca distancia, como un apéndice luminoso
del universo abortado. Uno de los planetas tuvo las condiciones necesarias para
crear vida inteligente. Estos seres primigenios se desarrollaron de forma
ininterrumpida bajo un cielo sin estrellas, nebulosas y galaxias. Con el tiempo
construyeron enormes telescopios y descubrieron la condición anormal del
universo que seguía concentrado, latiendo pero sin lograr la explosión
definitiva. Muchos años después tuvieron la tecnología suficiente para mandar
una nave que extrajera materia condensada del centro del universo fallido y
esparcirla por el vacío que los rodeaba: moldearon galaxias, colorearon
nebulosas y comprimieron pesados agujeros negros. Así nació de forma artificial
un segundo universo que reemplazó al original y que nosotros tomamos por verdadero.
**
-Alejandro. (Ciudad de México,
1977) Es autor de los libros de cuento Ella sigue dormida (Tierra Adentro), La
herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles (BUAP), Tolvaneras (SC Puebla),
El clan de los estetas (Universidad Veracruzana. Premio Nacional de Narrativa
Mariano Azuela) y las novelas La mujer de los macacos (Libros Magenta) y Por
una cabeza (Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo). Ha participado en
publicaciones como Luvina, GQ, Letras Libres y el suplemento “Confabulario” de
El Universal. Colaborador de la revista Crítica y exbecario del Fonca. Ha sido
antologado en diversas compilaciones de minificción.
La viajera*
En esa maravilla
de que los ojos miren
y se anhelen las bocas.
En la grandeza
de la insignificancia,
en la línea sutil.
En lo no revelado
en la constancia del amigo,
en la palabra
que nunca nos dijimos
habiéndolo deseado.
En la certeza,
en la sin razón del sentimiento.
En el ser
el verdadero ser que se es.
En la herida irreparable
de la ausencia.
En el desencajado malhumor,
en las uvas doradas,
en el leño que arde:
navega la viajera
la siempre eternidad.
*De Ana María Broglio.
Dolores-Villa Gesell
(En recuerdo de la querida Ana María Broglio
fallecida en diciembre de 2017)
SEGUNDO
CONTACTO*
Got to
keep the loonies on the path. There's someone in my head but it's not me.
Pink Floyd, “Brain Damage”
Las versiones no son del todo rigurosas sobre la fecha precisa en
la que se fundó L’Ordine dil Segno. La empinada autoestima de cada uno de los
cofrades edifica memorias funcionales a la desmesura de su ego y, en general,
tienden a sostener que el grupo quedó formalmente constituido el mismo día en
que les tocó presentar su primer relato. Con todo, no éramos sino un cuerpo más
o menos estable de escritores, semiólogos y lingüistas que se reunía con
azarosa regularidad a fin de leer nuestros ensayos, traducciones, relatos y
otros disparates, mientras se compartían viandas y abundantes bebedizos. Tengo
que confesar que, en mi caso, las razones de alistamiento fueron mucho más
pedestres. En el ambiente literario, se decía que era un lugar óptimo para
ligar mujeres inteligentes. Con una tercera separación a cuestas, no voy a
negar que la cosa se me presentara fácil. Sin embargo las, digamos, singulares personalidades
de las féminas concurrentes pronto me disuadieron del cometido original. Igual
me terminé quedando porque las tertulias eran divertidas de tan caóticas y
preparar cada encuentro me ayudaba a transitar por la infamante soledad. Había
algunas reglas tontas que no obstante todos respetábamos a rajatabla. Por
ejemplo, cada quien respondía a un nom de plume y estaba prohibido usar los
nombres civiles. Ya casi ni recuerdo ninguno salvo el de la única mujer más o
menos potable que se hacía llamar Felicitas. El mío, como era de prever, fue
Rainmaker.
El caso es que, una noche, Felicitas se despachó con un relato
fantástico relativo a cierto Programa Primer Contacto, supuesto proyecto de
intercambio con alienígenas de procedencia desconocida. En el cuento, la
valiente protagonista integraba un grupo multidisciplinario destinado al
conocimiento y concordia entre ambas razas. En el decurso de la experiencia
científica, la entidad extraterrena no podía evitar rendirse a la belleza de la
osada hija de la pampa gaucha, quien se lo fornicaba a pesar de (o en razón de)
las desproporcionadas dimensiones que ostentaba el afortunado bastardo
galáctico. El ET la hacía su amante pero, so pretexto de ciertas ininteligibles
órdenes del Comando Estelar (los bichos inmundos fomentaban la telepatía), se
volvía a su planeta.
El cuento resultó buenísimo y fue elegido esa noche para el premio
Nocturno en Fa, provocando un bilioso rencor en los declamados intelectuales de
la Orden. Quebrando otra de las reglas no escritas, nos fuimos caminando juntos
con Felicitas, que en realidad se llamaba Eleonora. Dispuesto a aprovechar la
primera oportunidad de real galanteo, no pude menos que alabarle el texto y
preguntarle la fuente de inspiración. Muy sueltita de cuerpo me contestó que había
relatado algo que le venía sucediendo desde hacía un año y que por eso estaba
tan triste, sobre todo, porque sospechaba que en realidad su amor había
regresado a los múltiples brazos de una esposa. Por el destello de su mirada
supe que estaba loca como un plumero. Ya que el plan conquista estaba destinado
al fracaso, decidí seguirle la corriente para divertirme un rato. Muy serio y
con la gravedad que semejante revelación requería, le hice saber que, movido
por la curiosidad o, por mejor decir, exaltado por lúbricas expectativas,
deseaba informarme sobre la posible existencia de compañeras del marciano
dispuestas a abundar en el conocimiento de los nativos de este lado de la Cruz
del Sur. Como muestra de mi buena disposición, y por si hiciera falta, me
ofrecí a movilizarme hasta el Cerro Uritorco, crédito local en avistamientos.
Ignorando el sarcasmo y contra todo pronóstico, me declaró su disponibilidad
para hacer las presentaciones del caso con una amiguita de su amante
interestelar, pretendiendo percibir un emolumento. Lo que sigue es cómo se
sucedieron los hechos.
—¿Vos estás segura de que ése es el equivalente en pesos argentinos
a la cantidad de oro latinium prensado que esta chica cobra? —le dije a
Felicitas, mientras nos empantanábamos en la negociación. —¡Por las desviadas
hormonas de Wesley Crusher, me parece un disparate!
—Ah, claro, el señorito creía que se iba a fratachar a una
extraterrestre policroma abonando como si fuera una meretriz de cabotaje —me
respondió imperturbable —y además del pago de mis servicios, tenés que sufragar
el costo de un traductor universal que hay que implantarte en el brazo.
—Felicitas, bonita; que desde el Edicto Policial 840 para acá, la
actividad de lenón, proxeneta o encargado está tipificada como conducta punible
—me guarecí bajo argumento leguleyo a ver si la asustaba un poquito o, por lo
menos, me bonificaba el traductor.
—Entonces seguí persiguiendo sin suerte a travestis en los Bosques
de Palermo —fue su sardónica respuesta.
—Dale, Felicitas, haceme una rebaja, que vivimos en un país que
atravesó una crisis sistémica... Vos se ve que mucho Programa Primer Contacto,
pero de leer los diarios, nada... —argumenté por el lado de la paupérrima
economía.
—Mirá, nenito —me dijo, marcial—, la única atención que puedo tener
con vos es aplicar la Ley de Compre Nacional y darte preferencia a igual oferta
con respecto a nuestros compañeros de Orden: Ángel Azul, Aramís, Danton,
Halloran, Nightcrawler, Redios y todos los otros que ya me han pedido mis
servicios de intermediación.
—Pero el Ángel es argento como nosotros —agregué por decir algo.
—Más a mi favor: si vos no la querés, se la ofrezco a ese
distinguido caballero que ya aceptó pagar lo que sea. Eso es un hombre... —Y me
miró de arriba abajo con un desprecio tal, que no tuve más remedio que aceptar
esa verdadera exacción.
—¡Por las lampiñas barbas del comandante Sisko!. Acá está el dinero
— y le entregué resignado mi capitalito.
—Cociná algo rico, vos que sabés. Mirá que están haciendo una
investigación de todos los aspectos de nuestra vida social. Y espero que seas
grandote todo así, Rainmaker… te va a hacer falta —me dijo mientras me quitaba
los billetes. Y se fue con una carcajada enloquecida.
Así fue cómo ingresé en el Programa Primer Contacto. Que Eleonora
no estuviera en sus cabales se me presentaba de toda obviedad, pero los
fundamentos de mi cordura se tornan un poco vidriosos porque el día pactado me
puse a cocinar. Por algún detalle del relato, imaginé que eran humanoides
asimilables al género de los moluscos, así que eludí la típica carne grillada.
Puse a enfriar un vino espumante del país (que acá nos obstinamos a seguir
llamando champagne), prendí un par de sahumerios de patchouli, elegí un disco
de Ella Fitzgerald y me senté a esperar. Al rato tocaron el timbre.
Con nerviosismo abrí la puerta. Allí estaba mi cita rentada.
Conforme la descripción que había hecho Felicitas esperaba encontrarme con una
suerte de hermana punk de Neelix, pero no fue para tanto. En efecto, tenía la
piel lila y el mechón de cabellos era increíblemente azul. Llevaba una especie
de túnica naranja así que no pude constatar la intrigante tira de piel peluda
que, según el cuento de mi amiga, debía recorrerle de arriba abajo la línea
central de la espalda hasta el bajo vientre. A pesar de ello, a partir de ese
momento no pude eludir el embrujo de sus ojos ambarinos.
Me resultó extraño oír que hablara, pero sin el consecuente
movimiento de los labios. Casi estuve a punto de decirle que conocía a Deanna
Troi, que era bethazoid y también telépata como ellos, pero con tanta galaxia
me pareció que no iba a saber de quién le estaba hablando. Me hizo mucha gracia
que, merced al traductor universal, su español fuera muy castizo. Me fui a la
cocina y, mientras montaba los platos, comenzamos a charlar de manera animada.
Es cierto que hubo tópicos en los que me sentí un poco ajeno, como por ejemplo
cuando empezó a explicarme las anomalías subespeciales y la influencia
cauterizadora de los pulsos takion. Con la sobrecarga de las bobinas warp me
defendí un poco mejor. Yo la miraba mientras comíamos y me dejaba subyugar por
esos extraños ojos. Era cierto: sonríen con la mirada. Atribuí esa sensación de
profunda beatitud a la bebida. Comimos helado de limón y albahaca y sobrevino
un silencio incómodo.
—¿Café? —me apresuré a ofrecer.
—Mejor bailemos —me dijo y con gracia singular me extendió una
mano, áspera pero muy acogedora para mi sorpresa.
Según la narración de Eleonora, los visitantes celestes tenían los
pies sin dedos y preví que por ese detalle la aventura iba a ser terrible. Sin
embargo, pegó su cuerpo al mío y danzamos como si lo viniéramos haciendo desde
los bailecitos del colegio secundario. Sentí una inusitada urgencia por
besarla. Sus poderes para leer la mente se lo deben haber adelantado, porque
posó sus labios tiesos sobre los míos. La primera sensación no fue agradable
del todo, pero en cuanto su lengua irrumpió en mi boca, empecé a derretirme. Me
las compuse como pude para devolverle la caricia. Tan mal no debo haber estado
porque se apretó aún más contra mí, envolviéndome con un sutil aroma a almizcle.
Es más, comencé a notar cómo cuatro mínimas protuberancias me hacían una
presión deliciosa contra el pecho. También lo adivinó, porque sonriendo dio un
paso atrás y se quitó el ridículo vestido naranja.
A partir de aquí, el lenguaje se torna claudicante. ¿Cómo describir
aquellas cuatro aureolas, diminutas, alineadas de dos en dos y de tan magnífica
sensibilidad? Tomó mi cabeza y me hizo inclinar sobre ellas. Me di un festín.
Cuatro potecitos de azafrán, que con premura se entregaron a mis labios, a mis
dientes, a mi lengua. Se apoderó de mí un ansia desconocida. Mi compañera
parecía en trance. Me dejaba hacer y, con imperceptibles movimientos, me
indicaba cuándo tenía que abandonar esos mínimos dedales de tan delicioso
sabor. Comenzó a temblar. Su garganta, ausente de cuerdas vocales, emitía una
especie de gorgorito que iba haciéndose más profundo a medida que el placer la
iba envolviendo. Finalmente, me regaló su primer estallido.
Abrió los ojos y me sonrió como sólo ellos pueden hacerlo. Volvió a
tomarme de la mano y se encaminó hacia mi dormitorio. Con andar de pantera, se
recostó y, adelantándose a mi vacilación de cómo abordarla, me guio hacia la
anómala tira de piel amarilla con pintas negras. La deficiente zoología de
Eleonora había anotado que era como de tigre. Yo, que soy hombre de río, se me
antojó antes a surubí del Paraná. No hizo falta que marcara mi destino. El
ahora cada vez más cautivante aroma hizo las veces de tutor. Sus manos me
guiaron aún más abajo. Pegó un respingo. Me susurró que mi piel era muy suave
para lo que estaba acostumbrada y que se le volvía placentero hasta hacerlo
intolerable. Envalentonado, me esmeré. Me instalé por largo rato. Perdí la
cuenta de las veces que alcanzó el éxtasis. Y todos mis pruritos se desbarrancaron
en los océanos de placer que me provocó hundir mis labios y mi lengua en esa
increíble porción de carne entumecida. Su cuerpo se estremecía en sucesivas
oleadas de lujuria. Los sonidos guturales de su garganta eran el perfecto mapa
para rumbear mi osadía. De repente se empezaba a tensar, se contraía y emitía
un silbido liberador que anunciaba la concreción de otro espasmo, para volver a
empezar. Me apartó con suavidad, ahíta de tanta exaltación lúdica, y me regaló
una mirada prometedora. No recuerdo muy bien cómo me quité (o me quitó) la
ropa, el asunto es que con mi desnudez me asaltó un fatal temor, recordando la
admonición sobre las desarrolladas proporciones de los machos de su especie.
—Oye, que no hay nada de qué preocuparse —me sorprendió una vez
más. — Estás muy bien. De verdad. Túmbate en la cama y déjame hacer a mí, que
tengo tanto para devolverte...
Ninguna palabra es suficiente para describir la forma en que me
acarició. Lamenté que la mata de pelo azul no me dejó observar muy bien, pero
pronto hube de cerrar los ojos. Me fui abismando a una sensación de recóndito
placer. Era mucho más que cualquier experiencia sensible que alguna vez hubiera
tenido.
—Aguarda —me ordenó, sacándome del sopor — te quiero adentro mío. Y
se acomodó sobre su costado izquierdo, de espaldas a mí. —Así lo hacemos
nosotros —me aclaró. Y se abandonó pues a mi arbitrio. —¡Cabálgame sin piedad!
—me rogó— ¡Hazme tuya!
Y entonces hice lo que me pidió. No sé cuánto duró ese loco
frenesí. En el momento en que, con sucesivos hilos de humanidad, tuvo lo mejor
de nuestros dos mundos, me descubrí aullando como un animal embravecido.
Entonces, sobrevino algo inverosímil. Su piel violeta tornó al bermellón. Sus
manchas negras se encendieron al naranja. Los gorgoritos se hicieron profundos
como un croar. Y de repente, su cuerpo empezó a emitir una luz aterciopelada
que nos transportó a un estado de bienaventuranza. Apagada la luminosidad, fue
como aterrizar luego de un largo viaje. Mientras recobraba el aliento, sentí
que me estaba enamorando.
—Mirad al Rainmaker, menudo amante has resultado—. Sonrió con esos
ojos ambarinos. —Me acabas de inducir al Séptimo Estadio de la Conciencia
Cósmica. He completado el Círculo. Estoy lista para reencarnar. ¡Y todo ello
gracias a ti, mi noviete terrícola!
Se incorporó de la cama, tomó su vestido naranja, se lo calzó con
un solo movimiento y se marchó. Antes de perderse en el vano de la puerta del
dormitorio, se volvió para sonreírme con sus ojos ambarinos.
En medio de la noche, comprendí que no estamos preparados para
sobrellevar esta clase de experiencias. En el yermo del lecho, me acurruqué
adoptando la forma en la que la había hecho mía. Descubrí que una lágrima me
rodaba mejilla abajo. La encomendé al espíritu de James Tiberius Kirk, que desde
la segunda estrella a la derecha nos guía, y me volví a quedar dormido.
*© Pablo Martínez Burkett, de Forjador de Penumbras.
-Pablo Martínez Burkett es
autor de los libros Forjador de penumbras
(Galmort, 2011), Los ojos de la divinidad (Muerde
Muertos, 2013), Mondo cane (Muerde Muertos, 2016),
Luz azuL (Otero Ediciones, 2019).
Cultiva el llamado fantástico rioplatense, con foco en el terror y
la ciencia ficción oscura. Escribe para revistas del país y el extranjero y ha
participado en más de diez antologías. Ha recibido premios en una docena de
concursos literarios. Algunas de sus narraciones han sido traducidas al inglés,
francés, portugués, italiano y rumano.
REENCUENTRO*
Si en tarde de lluvia
o noche de invierno,
al mirar los cristales de tu ventana
ves alejarse la orilla de un mar cualquiera,
piensa en mí.
Si no puedes echar a las olas
la botella donde escondimos
los sueños compartidos…
Si te falta la tinta invisible,
y extraviaste la pluma de fénix:
Piensa en mí.
Cierra los ojos, peregrino.
Llena el universo de palabras-imágenes.
Deja gotear la tristeza, saltar la alegría,
viajar la nostalgia y desbordarse el alma.
Imagina un globo viajero poblado de mariposas
y muchas estrellas-aves.
Con dedos de alquimia antigua
Transforma la misiva en libélula,
barquito de nuez, dragón de nube,
espejo que es sendero y no reflejo.
Y las palabras serán camino.
Irán a posarse en mi almohada
Cual redoma con mensaje,
en infinita travesía.
*De Marié Rojas Tamayo.
-Marié Rojas Tamayo. La Habana, 23
de mayo de 1963. Licenciada en Economía del Comercio Exterior, Universidad de
la Habana, 1985. Miembro de la Uneac. Miembro de la Red Mundial de Escritores
en Español, REMES. Graduada de inglés y francés.
Algunos libros publicados: Historia del Pillo.
Anti Romance a la cubana, novela. Aquí hay gato encerrado, relatos. Mundo
circular, había una vez un circo, relatos. La casa sin
puertas, ecos y sombras que cuentan historias, relatos. Villa Beatriz, novela juvenil, Lantia Publishing S.L.,
España. Tonos de Verde, relatos. Adoptando a Mini, novela infantil, Fundación Drac, Mallorca
-reeditado por Gente Nueva, Cuba-. De príncipes y princesas,
relatos, Editorial El Far, Mallorca. En busca de una historia,
novela y relatos, Editorial Andrómeda, España. El día que
no salió el sol, infantil; Laurel y Orégano,
novela; Historias de la princesa majadera,
infantil; En busca de una historia, novela, Casa
Editora Abril, Cuba. El mundo al revés,
relatos, Editorial Gente Nueva, Cuba. Varios poemarios y una compilación de
microrrelatos, edición digital, Inventiva Social, Argentina. Cinco
poemarios-espejo con Bartolomé Adrover, Editorial Yoescribo, España.
Su obra ha obtenido más de 50 reconocimientos internacionales, una breve
selección. En España: X Certamen Literario Villa De Ampudia. XIV Concurso De
Cuentos Infantiles Sin Fronteras, Otxarkoaga, Bilbao. Mención de Honor Premio
Lazarillo de Tormes, OEPLI. XX Premio Ana María Matute, Ediciones Torremozas.
Novela Finalista de Ciencia Ficción Andrómeda. Concursos XIX Antonio Segado del
Olmo, Universidad Popular de Mazarrón; Todos somos diferentes, Fundación de
Derechos Civiles y Asamblea Juvenil; Historias de Vida, Ayuntamiento de
Constantí; Ron y Miel, Ediciones Comala, Granada; Igriega Movimiento Cultural,
Sevilla, entre otros en narrativa y poesía. Premios y menciones en Cuba,
Venezuela, Argentina, Australia, EE.UU., Brasil, Costa Rica, Uruguay, México y
Colombia.
Publicada en más de 60 antologías. Ha colaborado con publicaciones
periódicas de más de veinte países. Durante más de una década, condujo y
redactó la sección mensual De príncipes y princesas, en la revista española
Arena y Cal. Dirigió durante dos años la revista Dos islas, dos mares,
Cuba-Mallorca. Su obra ha sido llevada a la televisión, la radio y el teatro.
Fotógrafa aficionada, publicada en catálogos y libros-arte, 9 antologías y
exposiciones colectivas. Integrante de la Muestra de poesía actual en español,
a cargo de Juan Ruiz de Torres, Asociación Prometeo de Poesía, APP, España.
*
Que la última hormiga del planeta transporte la última hoja
hasta llegar al último montículo de tierra
nosotros
antes de la implosión
uterinos seres del planeta tierra
blastocitos y después
de la belleza del cuerpo
camino de animales astronómicos
una constelación
y vos
parado en el último planeta
a punto de saltar hacia otra galaxia
y yo orbitando
por el universo oscuro hasta alcanzar
pupilas de animal diminuto
profundidad de ojos libélula
vos
que ves mi mirada impregnada de luces de noche
y el pelo desastre feliz
por mi modo de caminar y de hablar
de reír y de hacerlo juntos
me ves increíble decís
pero yo me siento
caracol deshabitada
sin lugar entre los animales del camino astronómico
que tengo que abrir la cajita de insectos encantadores
para recordar
recordarme
los filamentos plateados
la iridiscencia de pelitos
caricias en la cara
alas rozándome los hombros
ojito insecto mirándome de frente.
Avanza
mi eclipse
siento que sos
mi sueño
libélula azul
arco del sol
movimiento aparente de estrella
y yo quieta.
Quizá pueda
recobrar la noche
lo que es de la noche
qué será de mí cuando
el sol haya finalizado su arco
mañana
por dónde saldrá
y otro intento
de ser yo quien
salga a volar
pienso entonces
en el planeta errante
habitado por mis días
y un final
de tarde con marea viva
arrancándome los sueños de agua con agua
y yo recostada en la arena
y las alas chiquitas
mojadas
al aire.
- Lorena nació en 1975 en la Ciudad
de Buenos Aires, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Psicóloga
Social.
En 2016 publicó Intemperie, su primer libro de poemas, por Viajera
Editorial. Participó en 2015 con su relato “Desde el Mandarino” de la Antología
Tetas. Historias de Pecho, por Textos Intrusos. Hace varios años es convocada
para leer en la Feria del Libro, en ciclos de poesía, programas de radio y
eventos artísticos. El 11 de agosto de 2018 publicó Mis Vendavales, su primer
libro infantil por la editorial Peces de Ciudad. Con Mis Vendavales viajó a
España y presentó el libro en diversos espacios como bibliotecas, radios y
librerías, alcanzando a un gran público infantil. Hoy, se encuentra escribiendo
un libro de ficción para adultos y dictando un taller sobre “Las emociones en
la palabra escrita”.
Sjöfn*
"Después de haber pasado varias veces por el planeta Sjöfn los
seres tienen una vida sin pasión. Los supera saber que su nuevo cuerpo tiene
fecha de vencimiento; ya no sienten estar en una vida verdadera con peligros y
desafíos, incertidumbres, frustraciones.... se limitan a administrar su tiempo
en redes psicofísicas en las que confirman su pertenencia con gestos tan
automáticos, tan naturalizados en su inconsciencia (...)"
Por eso el hombre ruega que lo transfieran a un planeta de
"sangre caliente" donde la vida merezca ser vivida. Donde pueda
sentir de nuevo -como aquella remota vez- que cada instante es un principio y
un final.
*De Eduardo Francisco Coiro.
*
Transparéntate, hazte viento, roca, orúgate…
Descubre tu piel, anfíbiate en la tarde dulce que te insecta. Menea la
sustancia montañosa que te hace retoño de flor de cacao, amíbate mientras paso
a paso te termita esta luz incandescente que te vuelve un punto en este tiempo,
tiempo en que te niegas a ser otra cosa: luciernágate, lampréate,
sangüijuélate. Osifica tu intestino, hormígate como lo hace el canto.
Rinocerontéate con el color de la Vía Láctea… Respírate, engullete, vomita,
defeca el nombre que quieras darte: así nacen los cúmulos de estrellas.
Desprecia tu imagen en el reflejo de las patas desmembradas, hazte menos que
nada, renace, garzachapulinérate, o como sea que se diga… Pero hazlo no muy
lejos de aquí...
El viajero de lo
imposible.*
1
“Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.”
Salvatore Quasimodo.
Llegadas las alas ennegrecidas
de esa inquietud,
hemos de odiarnos
con el amor, sabemos
que no tenemos
otra razón, salvo
ser extinguidos
por el diluvio del fuego
prometido, o por el silencio
al no existir.
2
Extendí el brazo
para buscarme entre ellos
definiéndome
en su soledad
o en sus rostros macerados
por el olvido, y ninguna voz
vino a mi encuentro,
salvo el grito
que no escuché, antes de partir
a su encuentro.
3
Y fue su ciudad
nido en las palmas
de mis manos,
mi lengua se perdió
en la disyuntiva
de sus callejuelas;
la sombra se hizo
con las mentiras
que traía en mi rostro
y en una voluble esquina
me esperaba la vida,
a la que nunca quise conocer
en primer plano.
*De Daniel Montoly.
El viejo de los barcos*
Cuando ya todos nos habíamos olvidado de doblar
papel, apareció el viejo. Se sentó a un costado del universo y comenzó a plegar
barcos.
Los fue largando, uno a uno, para que naveguen por
las estrellas y nos recuerden la niñez.
*De Ana María Broglio.
Dolores-Villa Gesell
(En recuerdo de la querida Ana María Broglio
fallecida en diciembre de 2017)
Inventren
-Próxima estación:
JUAN TRONCONI.
En el recorrido del tren literario por Ferrocarril
Provincial:
CARLOS BEGUERIE. FUNKE.
LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR
DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
***
En el recorrido del tren literario por Ferrocarril
Midland:
ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL
CRUCERO GENERAL BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO.
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JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12.
LA SALADA. INGENIERO
BUDGE. VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.
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