Desencadenad el corazón del mundo...
SOMOS CINCO MIL*
Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.
¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.
¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.
¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento....
*Esta es una de las versiones que existen del último poema escrito por Víctor Jara entre el 12 y el 15 de septiembre de 1973.
-FUENTE: http://www.margencero.com/musica/jara/censurainformativa.htm
*
Por fin se murió el cerdo de pinochet; ojalá que no cierren con su muerte todos los procesos que le han venido abriendo en los últimos años, especialmente por los cuantiosos robos que ejecutó al erario chileno en su calidad de dictador. Los muertos no se pagan, pero la familia de sabandijas que deja como legataria de los bienes obtenidos con sus crímenes merece no solo el escarnio y la vergüenza, sino también la ruina económica; el talante heredado de la rata inmunda y venenosa que acaba de morir, esa ruina espiritual ya la llevan en la sangre; y además un apellido que quedará por toda la eternidad como sinónimo de hipocresía, crueldad, asesinato, robo, tortura, ignorancia crasa, el más ruin servilismo a los intereses estadounidenses y muchas otras bajezas más ... pero en la historia de los pueblos, la muerte del sátrapa no debe dar paso al olvido, sería peligroso para las generaciones futuras; hay que seguir recavando, sacando a la luz pública y condenado todas y cada una de las fechorías cometidas por el
villano, por medio de todos y cada uno de los instrumentos legales que los Estados de Derecho han ido creando, para así poder continuar mancillando su asqueroso tránsito por este mundo en todas las formas posibles, para que ojalá nunca más se repita una historia semejante, y ésto, tal y como dicen
los cristianos, por los siglos de los siglos, amén!
*Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera. euroyage@utanet.at
Augusto Pinochet, asesino*
*Por José Pablo Feinmann
Y se murió de viejito nomás. En una cama, del corazón (un corazón al que sólo acudió para morir tranquilo), rodeado de fascistas y dolorosamente impune. Cuesta encontrar las palabras para expresar la monstruosidad de este hombre. Cuesta expresar la tragedia que implicó en nuestras vidas. Inauguró
el golpe sangriento, con torturas sin límite, con desaparecidos. Todo golpe cruento, asesino, tomó su nombre: pinochetazo. Aquí, a mediados del '75, todos lo decían: "Lo que se viene es el pinochetazo". Debimos saberlo desde el '73. Debimos saber que el adversario no sólo era poderoso, sino que era
criminal. Debimos haber puesto cautela en nuestra mano; no frenarla, no pararla, pero reflexionar que lo de Chile nos dejaba muy solos, era muy desmedido y reclamaba eso: cautela. Pero estábamos embalados. En septiembre de 1973 la Facultad de Filosofía y Letras dictaba muchas de sus materias en
la calle Córdoba. Un lindo lugar con una capilla en el medio. Ivannisevich se sacó una foto pegándole con un pico a una pared, destruyendo el edificio.
Prolijos, dejaron la capilla. Todavía está. Un pibe de la JUP me dijo del golpe y se me ofreció para levantar mi clase. Yo, uno se creía, aún, inmortal, le dije que la levantaba yo y llevaba a mis alumnos a la marcha.
Salimos de las aulas en busca de las marchas. Sentíamos más la presencia de la JP en las calles, vivando a Allende, que la relación profunda, íntima, que la tragedia de Chile tenía con nosotros. En esa época las fronteras parecían más lejanas. Si algo pasaba en Chile, no tenía por qué pasar aquí.
En seguida llegó la foto del carnicero. Es la perfecta caricatura del general golpista sudamericano. La jeta erguida, bigote, anteojos negros.
Después, la noticia de la muerte de Allende. Decían: se suicidó. Un periodista le pregunta a Ricardo Balbín qué haría él en una situación así. El compadrito de comité se mandó una histórica: "¡Ah, no! A mí no me hacen eso". No recuerdo qué dijo Perón. Nada memorable, sin duda. Poco tiempo después cruzaba la cordillera y se entrevistaba con el carnicero. ¡Qué vivos están estos recuerdos! Los dos bien trajeados de milicos. Con capas y todo.
Le gustaban las capas a Pinochet. Al día siguiente o a los dos días empezaron a llegar los exiliados, los que apenas habían salvado el pellejo o los que habían sido escupidos del Estado Nacional. Estaban desechos. En Ezeiza, el gobierno argentino les tomó huellas digitales hasta de los dedos del pie. Les tomaron todos los datos, los ficharon bien fichados, les hicieron saber que si algo raro hacían duraban media hora sin ser arrestados. El Descamisado publicó las fotos y tituló: "Esta vergüenza se hace en nombre del peronismo". Claro que sí: eso hizo el peronismo. Lo habría hecho cualquier gobierno argentino. Pero el peronismo de esos días era pinochetista. Cosa que, en algún oscuro rincón de su alma, siempre puede volver a ser si es necesario.
López Rega habrá brindado con champán. El carnicero de Chile estaba enseñando cómo se arreglan las cosas con el marxismo internacional, con la sinarquía apátrida. Nosotros empezamos a enterarnos de las peores cosas. Las versiones que llegaban sobre las torturas y las violaciones del Estado Nacional estremecían. ¿Era posible tanta crueldad? Se sabía que estaba lleno de tipos de la CIA el Estadio. Que los de la CIA eran especialmente activos en torturar y hasta enseñaban a los empeñosos chilenos cómo hacerlo. Las mujeres que maltrataron a Allende con los cacerolazos salieron a festejar.
Otros agarraban lo que tenían a mano y huían. "Yo -me contó años después un escritor- llegué a Perú, me metí en una pensión, abrí mi valija y puse en un estante los libros que me había llevado. Ahí estaba mi nueva biblioteca: un libro de Cortázar, otro de Lezama Lima y uno de Tolstoi. Era todo lo que tenía."
Un día lo fue a ver Borges. El carnicero estaba orgulloso: el gran escritor había cruzado la cordillera y estaba feliz de verlo. Le puso una condecoración bien llamativa. El gran escritor -el que decía un mar de concheterías bobas cada vez que "comía", porque un concheto no "almuerza" ni "cena", "come", en lo de Bioy Casares- le dijo al carnicero: "Me honra esta condecoración porque Chile tiene la forma de una espada". También la Thatcher lo recibió y le habló con un inglés lento y vocalizado como para que el carnicero entendiera: "Le agradezco su ayuda en la guerra de las Falklands. Sin sus informaciones nuestros pilotos no podrían haber hecho los blancos que hicieron". El carnicero sonrió, satisfecho, goloso.
Cierta vez estaba en una clínica en Londres. Golpean a su habitación. Entra una mujer joven y resuelta, treinta años, por ahí. El carnicero, siempre seductor, sonríe y dice: "Pasa, niña. Dime, ¿a qué vienes?" "A arrestarlo, general. Por violaciones a los derechos humanos." Se enfurece y llama a sus matones: "¡Saquen de aquí a esta comunista!" Días después regresa a su país.
Llega en silla de ruedas. No bien baja del avión se pone de pie y saluda a los suyos. ¡Pícaro el carnicero! Otra vez había engañado a todos.
No sirve para nada que se muera. Que estos tipos se mueran cuando ya mataron a todos los que querían matar es un pobre consuelo. Ni un cáncer vale desearle. Nadie va a revivir por eso. Nadie va a sufrir menos de lo que sufrió. Deja, para colmo, problemas. Los militares de su país (al que le aseguró la economía y todos sabemos cuánto aprecian esto los pueblos) lo honrarán desde las armas. Michelle Bachelet no lo honrará desde el Estado.
Pero habrá que organizar actos en toda América latina. El New York Times ha anunciado su muerte como la de un cruzado contra el marxismo. Puño de hierro, dictador, pero un hombre que no dudó. Fue la suma de las peores cosas que un ser humano puede ofrecer: lo de asesino lo sabemos, pero fue, además, ladrón, mentiroso, cínico, se rió de sus adversarios y de sus muertos. Descansará en paz porque morirse es eso. Pero que no tenga paz su memoria. Que nadie olvide sus crímenes. La era de horror que inauguró. Que
en las escuelas argentinas se sepa que Pinochet es parte de nuestra historia, porque prefiguró nuestra pesadilla, porque inspiró a nuestros verdugos. Que gane la verdad por sobre la mentira con que sus adeptos buscan protegerlo. Que su nombre infunda pavor y que ese pavor se transforme en coraje: nunca más un Pinochet. Que haya un busto suyo con una placa en todos los países del mundo. Que esa placa diga: "Augusto Pinochet, asesino".
Porque olvidarlo sería como olvidar Auschwitz, el Estadio Nacional, la ESMA.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-77546-2006-12-11.html
Símbolo trágico de nuestro tiempo*
*Por Washington Uranga.
Además de tener sobre sus espaldas la responsabilidad de uno de los capítulos más terribles de la historia política y social de América latina, Augusto Pinochet es por este mismo motivo y por decisión propia, una suerte de símbolo trágico de nuestro tiempo. Para quienes lucharon por la vida, por
los derechos humanos, por la libertad, la imagen de Pinochet -uniforme militar, reforzado por los anteojos negros y la actitud siempre soberbia- es la fiel representación del enemigo, objeto de repudio. No se privó de nada: mató, robó, estafó, mintió... siempre amparado en el argumento supremo de su
ideología fascista y sintiéndose un enviado de Dios. Fue el precursor de un proyecto siniestro que el imperio desplegó en esta parte del mundo. Para quienes fueron sus víctimas directas y, en general, para los atormentados del terrorismo de Estado en la región, Pinochet encarna simbólicamente a
todos los dictadores latinoamericanos contemporáneos. Eso más allá de que sus "méritos" sean o no equivalentes a los de tantos otros, incluidos los Videla, Agosti o Massera. Pinochet es la "encarnación del mal". El mismo se encargó de construir esa imagen, de fomentarla, con sus afirmaciones, con sus gestos, con sus actitudes. De alguna manera el dictador chileno "se compró" la imagen del malo, la representó y gozó con ello. Hasta los insultos, dicen, alimentaban su ego en ese sentido. Por los mismos motivos,
Pinochet también es simbólico para la derecha. En Chile y fuera de allí el dictador cuenta con numerosos adeptos y admiradores, muchos que continúan aplaudiéndolo y otros que prefieren guardar recato porque los aires políticos han cambiado en la región. Para unos y otros el déspota chileno es una suerte de "ángel exterminador del comunismo" y de aquellos que, por sus actitudes en defensa de la vida y de los derechos humanos, se "merecen" el calificativo de "terroristas". Pinochet es y será siempre el símbolo trágico de una época, blanco de odios y veneraciones que van más allá de las consideraciones políticas. Encarnación del mal para unos y ángel exterminador para otros, la imagen de Pinochet se ubica por encima de los análisis y de lo que el razonamiento permite. Mueve los sentimientos, las emociones. Para generar todos los repudios o las adhesiones incondicionales.
Seguramente por eso nunca desapareció de la escena pública, estuvo y está en el centro de la polémica y su corte adicta lo defendió y lo protege como un estandarte. En definitiva, el símbolo trágico de una época de la que hay que hacer permanente memoria pero que felizmente ha quedado atrás, aunque
todavía tenga defensores.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/77547-25042-2006-12-11.html
Las cárceles*
I
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados;
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan.
No se ve, que se escucha la pena de metal,
el sollozo del hierro que atropellan y escupen:
el llanto de la espada puesta sobre los jueces
de cemento fangoso.
Allí, abajo la cárcel, la fábrica del llanto,
el telar de la lágrima que no ha de ser estéril,
el casco de los odios y de las esperanzas,
fabrican, tejen, hunden.
Cuando están las perdices más roncas y acopladas,
y el azul amoroso de fuerzas expansivas,
un hombre hace memoria de la luz, de la tierra,
húmedamente negro.
Se da contra las piedras la libertad, el día,
el paso galopante de un hombre, la cabeza,
la boca con espuma, con decisión de espuma,
la libertad , un hombre.
Un hombre que cosecha y arroja todo el viento
desde su corazón donde crece un plumaje:
un hombre que es el mismo dentro de cada frío,
de cada calabozo.
Un hombre que ha soñado con las aguas del mar,
y destroza sus alas como un rayo amarrado,
y estremece las rejas, y se clava los dientes
en los dientes del trueno.
II
Aquí no se pelea por un buey desmayado,
sino por un caballo que ve pudrir sus crines,
y siente sus galopes debajo de los cascos
pudrirse airadamente.
Limpiad el salivazo que lleva en la mejilla,
y desencadenad el corazón del mundo,
y detened las cárceles de las voraces cárceles
donde el sol retrocede.
La libertad se pudre desplumada en la lengua
de quienes son sus siervos más que sus poseedores.
Romped esas cadenas, y las otras que escucho
detrás de esos esclavos.
Esos que sólo buscan abandonar su cárcel,
su rincón, su cadena, no la de los demás,
Y en cuanto lo consiguen, descienden pluma a pluma,
enmohecen, se arrastran.
Son los encadenados por siempre desde siempre.
Ser libre es una cosa que sólo un hombre sabe:
Sólo el hombre que advierto dentro de esa mazmorra
como si yo estuviera.
Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
no le atarás el alma.
Cadenas, sí: cadenas de sangre necesita.
Hierros venosos, cálidos, sanguíneos eslabones,
nudos que no rechacen a los nudos siguientes
humanamente atados.
Un hombre aguarda dentro de un pozo sin remedio,
tenso, conmocionado, con la oreja aplicada.
Porque un pueblo a gritado ¡libertad!, vuela el cielo.
Y las cárceles vuelan.
*De Miguel Hernández.
-Fuente: http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Miguel_Hernandez.html
LA DICTADURA CHILENA : UN HOMBRE QUE CREYO HABER ALCANZADO UN DESTINO DE
GLORIA
El general que marcó a Chile con sangre y tuvo un final que jamás soñó*
Pinochet gozó por 25 años de poder e impunidad total, aun fuera del gobierno. Planeó hasta sus funerales, pero terminó casi solo y enjuiciado.
*Mónica González SANTIAGO, CHILE CORRESPONSAL
mgonzalez@clarin.com
Nada será igual a como lo planificó hasta en su más mínimo detalle el ex dictador Augusto Pinochet para la foto que marcaría su entrada triunfal a la historia. No habrá millones de chilenos llorando por la partida del salvador de la patria, sino miles de miles festejando en las calles la muerte del hombre que marcó a fuego sus vidas en los últimos 30 años. Tampoco habrá honores de Estado y menos una tumba donde lo homenajeen por los siglos de los siglos. Apenas frío su cuerpo los suyos quieren cremarlo para que su tumba no sea profanada por los hijos y nietos de sus víctimas.
Nada queda de aquella mañana de marzo de 1998, cuando Pinochet dejó la cabeza del Ejército en una ceremonia diseñada como la antesala de la gloria después de 25 años de poder total. Y dejó estipulados todos los detalles de su entierro. Vestido con su guerrera de etiqueta, Pinochet se miró aquel día
al espejo sabiendo que con ese uniforme de capitán general, que sólo llevó el libertador Bernardo O'Higgins y que ya ningún general volvería a portar, lo vestirían en su día final.
De aquella mañana rodeado de sus tropas y de todos los líderes de la derecha que aún le rendían pleitesía se debe haber acordado ayer en la mañana, cuando en la cama del hospital recibió visitas. Y debe haber sentido la ausencia de Avelina, la madre fuerte que a los 15 años decidió que su hijo
sería militar y que luego le recordaría en cada recodo del camino que estaba destinado a la gloria. Y debía cumplirle.
Ayer debió recordar el día que le cambió la vida: 19 de agosto de 1973, cuando el general Carlos Prats, obligado a renunciar a la comandancia en jefe del Ejército, le recomendó al presidente Salvador Allende que nombrara al "fiel Augusto" en su reemplazo. Menos de veinte días después, el 11 de setiembre de 1973, optó por subirse al carro del golpe, se puso las gafas oscuras para ocultar sus titubeos y por primera vez, a los 58 años, experimentó el vértigo de mandar de verdad. Y se embriagó. Su voz salió
potente cuando se comunicó con otro general golpista que le preguntaba qué harían si Allende aceptaba el avión que le ofrecían para que saliera del país. "Pero el avión se cae, viejo, cuando vaya volando. Matando la perra se acaba la leva..." Fue el inicio del exterminio masivo primero y selectivo
después con el que quiso borrar todo vestigio de debilidad y de su antigua lealtad. El hijo de un modesto empleado de aduanas que nació en Valparaíso en 1915, cuando hubo eliminado a todos quienes le hacían sombra, trocó su amor por Charles De Gaulle por Napoleón, y después por el Rey Sol. En él
debe haber pensado cuando en 1987 expresó: "¡Dios me puso aquí!" A él debe haber intentado emular cuando proclamó:" ¡Yo me voy a morir algún día, y habrá otro que me suceda, pero elecciones no habrá!"
Y olvidó en Inglaterra que la impunidad que edificó no era efectiva en España. Y fue entonces que el juez Baltasar Garzón escribió el dictamen con el que Pinochet en octubre de 1998 fue encarcelado en Londres.
Entonces el hombre que muy tarde bebió del poder total supo del temor que cala los huesos y deja al individuo desprovisto de identidad y dignidad.
Porque los más de 3.500 desaparecidos y ejecutados y también los 30 mil exiliados y los 200 mil hombres y mujeres que pasaron por las cárceles secretas salieron desde todos los rincones para exigir justicia.
Pinochet supo que ya no tenía guardia pretoriana. Los políticos que hasta sólo ayer le juraban lealtad eterna ahora rodeaban a su nuevo líder, Joaquín Lavín, el que decía: "Pinochet ya es historia."
Es cierto, a su regreso después de 512 días detenidos en Londres, tuvo una fila de oficiales abriéndole el paso. Pero eso duró poco. Porque cuando se resistía a ser interrogado por un juez, fue el propio jefe del Ejército el que lo obligó a someterse. Después, el Ejército asumía que ellos habían secuestrado a los desaparecidos e incluso los habían lanzado al mar.
Pinochet siguió negando sus crímenes. Uno a uno los batallones de su policía secreta fueron ingresando a la cárcel mientras él seguía gozando en su lujosa casa en el más exclusivo barrio de Santiago.
Cuando el 15 de julio de 2004 el Senado de EE.UU. hizo pública su investigación en la que reveló su fortuna secreta de más de 27 millones de dólares, los últimos hombres de su guardia pretoriana partieron. Y logró evitar a último minuto una condena bajo el argumento de que estaba "loco o demente".
Su último cumpleaños, el 25 de noviembre, fue el más solitario. No estaba loco ni demente, pero de qué le servía su libertad si ya no entraría a la historia como se lo prometió a su madre. Desde su cama en la hora final le llegaron los sones de la Plegaria a un labrador, del asesinado cantautor Víctor Jara. Fue la última canción. Porque ayer los desaparecidos surgieron desde las entrañas de la tierra y del mar y tomaron las calles barriendo con el último temor al fiero soldado de gafas oscuras que sumió a Chile en el horror hace 33 años. El hombre que aprendió muy tarde el placer de mandar.
Textuales
"No se mueve ni una sola hoja en este país si no la estoy moviendo yo, que quede claro."(13/10/81)
"La mentira se descubre por los ojos. Yo muchas veces mentía." (Noviembre de 1999, al explicar por qué usaba anteojos oscuros)
"¿A quién le vamos a pedir perdón? ¿A los que trataron de matarnos? ¿A los que trataron de liquidar la patria?" (11/9/94).
*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2006/12/11/elmundo/i-02401.htm
Ejercicios de escritura:
1. La agenda del año*
Un año puede ser una lluvia. Un vértigo de acontecimientos que apenas pueden ponerse en palabras.
Sea por el dolor, la alegría o el asombro, los invito a construir una agenda de sucesos-sentimientos -ficciones del año. Mes por mes, consignemos frases sobre acontecimientos personales y/o sociales.
Los escritos se publicarían del 26 al 31 de diciembre.
(Para cualquier consulta me escriben)
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
2. Collage de frases.
Se trata de construir una narración utilizando en la mayor medida posible una serie de frases:
-El/ella habla desde una antigua devastación.
-No estoy lo suficientemente deprimido/a para ser artista.
-Como a esa gente que se aferra habitualmente a un salvavidas de plomo.
-Cuidame a mi nena, que no le pase nada, por que si no cuando vuelvas te la vas a ver conmigo.
-Hasta que punto del sufrimiento hay que llegar para parir la escritura.
-Lo más inconscientemente feliz que pueda.
-Tenía vocación por remontar ilusoriamente la adversidad.
-Nadie puede amar sin el corazón libre.
-El mundo para el/ella era un gran tedio.
-Para el dolor nunca hay auspiciantes.
-"casi un fracasado como vos".
-Llevaba en silencio la plegaria que dice por mi culpa, por mi culpa, por mi grandisima culpa.
-Pero esa ilusión de futuro ya casi se desvanece.
-Y le pedimos al otro, más que a nosotros mismos.
-Vió una clara vocación por el destierro, por el exilio de propia vida.
-¿Cómo hacer para que la vida no sea morir lentamente en gotas?
-Era una imposición razonable al lado de otras murallas brutales, pero una imposición al fin.
-Aquello era una cienaga sobre la que no se podía construir nada estable.
-En esa lucidez sin remedio que tienen las víctimas.
-Todos somos actores, y no dejamos de representar un papel para los demás.
Para dudas y consultas, me escriben, es para publicar antes del fin de año.
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
3. Re-escribiendo a Inventiva Social*
A la largo del año se editaron y titularon muchas ediciones. Quiero proponerles que tamicen, que condensen en algunas frases las experiencias de lectura y/o escritura en Inventiva Social.
Para el 29 /30 de diciembre.
*Enviar escritos a: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
Una antología personal.
-Sólo para socios de Inventiva-
Los invito a enviarme una selección de sus escritos (ya publicados o no) para editarlos en los últimos días del año y durante el mes de enero del 2007. Con respecto a la extención de cada antología, la idea es no superar los 100 kb.
Cualquier duda me escriben.
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
*
Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
InventivaSocial
"Un invento argentino que se utiliza para escribir"
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