El destino es insondable.
HECHIZOS NOCTURNOS*
Los brazos de la noche
me abrazan con fuerza
y tiembla mi alma
en el oscuro silencio.
Mis pupilas se encienden
con la luz de la luna
y en mis oídos suenan
los suspiros del viento.
Una lluvia de estrellas
se derrama en el aire
y los besos de la magia
se posan sobre mis labios.
El misterio se oculta
entre las frías sombras
y gimen los secretos
en sus escondites lejanos.
El perfume del amor
llega hasta las nubes
y asoman los sueños
en el cielo nocturno.
*de María Griselda García Cuerva. mg_cuerva@yahoo.com.ar
Laberinto interminable*
(Del ejercicio de escritura collage de frases)
Son las siete de la tarde y la gente que está saliendo de sus trabajos se va apiñando en las esquinas esperando los colectivos.
Ángela aprieta la cartera contra su pecho, como esa gente que se aferra habitualmente a un salvavidas de plomo, y ocupa su lugar en la fila de la parada. Deberán pasar varios hasta que pueda subir a uno. Da su destino y coloca las monedas en la maquina que le entregará el boleto. Está cansada, agobiada, el mundo para ella era un gran tedio y mira a su alrededor intentando descubrir alguien que desocupe un asiento.
Cuando ya se resigna a viajar parada, junto a ella queda uno libre, en el que prácticamente se zambulle. Una vez sentada, con timidez observa a su alrededor por si alguien la está mirando, imbuida en esa lucidez sin remedio que tienen las víctimas. Mas es sólo su idea, cada uno está en sus cosas, indiferente a lo que pasa fuera de su propia persona…
Ángela respira aliviada, se acomoda preparándose para el largo viaje a su casa. Lentamente se va adormilando, hasta que una frenada brusca la despierta. Siente la soledad. Nadie queda en el colectivo, sólo ella y el chofer que maneja imperturbable, hasta llegar a la terminal, en donde estaciona el colectivo. En ese momento él advierte a la única pasajera que baja presurosa del vehículo. Esta muy oscuro, no hay luna y pese a que es el trayecto de todos los días, Ángela desconoce el lugar. Está asustada, por que no ve a aquellos con los que se cruza habitualmente. Es más, no hay nadie, la soledad es absoluta Camina una cuadra y dobla en la primera esquina. La calle por la que caminó tantas veces le resulta desconocida. Las casas parecen iguales y en algunos portales intuye que alguna persona está agazapada. Intenta preguntar, pero no le contestan, indiferentes o como si fuese invisible. Empieza a desesperarse; piensa que se equivocó de colectivo y por eso en la siguiente esquina vuelve a doblar. Un grupo de personas la mira y, sin responderle, comienzan a reír. Llevaba en silencio la plegaria que dice por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, pero no fue suficiente para tranquilizarla. Evita cruzar la calle por que teme perderse. Entonces dobla nuevamente en la siguiente esquina, pero descubre que las casas siguen siendo iguales, como si hubiese caminado por la misma cuadra o hubiese llegado al mismo lugar de antes. El miedo se va convirtiendo en terror. Intenta sobreponerse por que sabe que pese a todo tenía vocación por remontar ilusoriamente la adversidad. Abre una puerta en busca de ayuda, aunque sólo encuentra un largo pasillo apenas iluminado, que recorre raudamente desembocando en la calle opuesta. La transpiración moja su rostro, y el pelo del flequillo, se le pega en la frente. Un nudo en la garganta le impide gritar y se le cruzó por la mente esa pregunta que se hizo tantas veces: -¿Cómo hacer para que la vida no sea morir lentamente en gotas? Nunca pudo contestarla, porque sabía que vivir era una imposición razonable al lado de otras murallas brutales, pero una imposición al fin. Empieza a correr y entra nuevamente por otra puerta, terminando inexorablemente en el lado contrario. Pareciera que varios laberintos atraviesan toda la manzana en rectas y diagonales impidiéndole que pueda salir de ese encierro cuadrangular. Ya no sabe cuánto tiempo lleva buscando un lugar conocido que le indique que no está perdida. Comprende sí, que estuvo corriendo por la superficie que limitan las mismas cuatro cuadras, hasta que los primeros rayos de sol, que se cuelan por la pequeñísima ventana, le muestran el verdadero camino y despierta aliviada. Pero esa ilusión de futuro ya casi se desvanece porque despierta entre las cuatro paredes de su celda.
*de Mirta Alicia Gisondi mirtagisondi@hotmail.com
La agenda del año:
- Comenzamos a arreglar mi casa desde el verano pasado, como parte de un proyecto en común con mi mujer; la manera concreta de asentar un hogar.
- Padecimos todas las alternativas de crecimiento y amargura que significa realizar una obra de construcción, peleas con albañiles incluídas.
- Incrementé mi trabajo profesional a lo largo de todo el año, y fuí dejando de lado ciertos espacios laborales que ya no me brindaban satisfacción.
- Me casé, en octubre, con toda la felicidad que eso implica.
- Dejé, a raíz de todo eso, de participar para Inventren, mi taller literario personal; es una de las malas noticias del año.
Como verás, tuve tanto trajín personal durante 2006, que las referencias a la actualidad social me son ajenas, como a Borges. Lo que sigo sosteniendo es que la dictadura a la que nos someten K y su oprobiosa corte (no muy distinta a la del califa riojano) cada día que pasa me asquea más. Y una sugerencia: dejá de bajar notas del pasquin del gobierno, Página/12.
Un abrazo
* ALBERTO DI MATTEO. licaldima@yahoo.com.ar
Reyes magos*
Las fiestas de fin de año siempre las pasamos en casa de mi hermana, en Salto. Nos reunimos todos, abuela, hijos y nietos. Después de cenar, después de la sobremesa, acostumbro sentarme afuera, solo, en un banco de madera, en el jardincito del frente de la casa que da a la calle. Me llevo una botella y me quedo horas. Me gusta escuchar cómo los rumores del pueblo se van aquietando y luego abandonarme al silencio y mirar el cielo estrellado sobre los oscuros árboles quietos.
Desde el banco donde estoy sentado, si dejo la puerta abierta, puedo ver en el living el pesebre que mi hermana arma cada año. Pequeño, ocupa poco espacio en un rincón. El pesebre: proyección de un hábito que nos viene desde la niñez. Y tiene sabor a eso, a niñez. El detalle curioso es que las estatuillas de yeso son precisamente las mismas de nuestra niñez. Esas estatuillas viajaron con nosotros en el barco que nos trajo a América. Es increíble que se hayan conservado tantos años. Esto es mérito de mi hermana. Pasadas las fiestas, las envuelve con cuidado y las guarda en una caja, bien protegidas, hasta la Navidad siguiente. Por lo tanto ahí están, las mismas de entonces, el pastor con sus ovejas, el pescador con la caña al hombro, el montañés que toca la zampoña, la mujer que lleva un ganso en los brazos, el leñador con su hacha y la carga de ramas. Y por supuesto el niño, María y José. Y los tres Reyes Magos.
Cuando yo era chico las figuras que me interesaban y me atraían no eran ni el niño ni María ni José. Estas no me transmitían nada. No les veía nada especial. Sentía que eran gente como uno. Como mi padre, mi madre, como cualquier recién nacido. En cambio los Reyes Magos me deslumbraban, me inquietaban. Esos sí que eran personajes misteriosos, tenían luz propia, trascendían su diminuta estatura de yeso, venían de lejos, de países desconocidos, de Oriente, los guiaba una estrella, traían regalos preciosos, mirra, incienso, oro. Un vago eco de ese misterio todavía resuena en mí cuando me detengo un segundo a mirarlos en el pequeño pesebre del rincón del living.
También este año fui a sentarme en el banco del jardincito del frente y dejé que el tiempo pasara y me perdí en divagaciones que me llevaron lejos. Tal vez estuviese próximo el amanecer porque se insinuaba una vaga claridad en el horizonte cuando los vi aparecer. Los tres Reyes Magos. En el cielo. Venían desde la derecha, altos por encima de las casas. Iban uno detrás de otro, en fila india, ni muy cerca ni muy distanciados, encorvados, lentos, como si arrastraran un gran peso. Y su ropaje no era el que yo le conocía. Se los veía de aspecto más bien miserable.
Me pregunté hacia adónde se dirigían, en qué dirección iban. Tuve la impresión de que en ninguna dirección. No se los notaba para nada seguros, más bien parecían extraviados. Iban hacía adelante, eso sí, con esfuerzo y obstinación, era lo único que uno hubiese podido decir de ellos.
La palabra que se me ocurrió para describirlos fue cansancio. Se los veía cansados. Quizá cansados de su tarea rutinaria y del espectáculo de violencia y muerte que desde hace dos mil años fueron encontrando en su viaje sin fin. Cansados de atravesar un mundo que siempre está ardiendo y desangrándose en alguna parte. Tal vez cansados, desilusionados, de ir a adorar cada año al salvador de la humanidad, de quien, pese al gran sacrificio, pese a los muchos esfuerzos que pudiera haber realizado, hasta ahora no llegó ninguna señal alentadora.
Los tres Reyes Magos pasaron allá arriba frente a mí y luego llegaron hasta donde calculé que se acababan las casas del pueblo y comenzaban los campos, cruzando el río, y todavía durante un buen rato pude seguir su desplazamiento trabajoso, penoso, por encima de la tierra avergonzada.
* de Antonio Dal Masetto.
Publicado en Página/12 el 18-02-2003.
El falo de cristal*
*Por Sandra Russo
Ella es muy joven, bella, ingeniosa. Está por terminar letras, pero eso no le alcanza: hace cursos de filosofía y en sus ratos libres practica acrobacia y hace tai chi. Además lee bastante. Puede ponerse a defender, completamente borracha, la vigencia de Spinoza o de Henry James. Siempre que la veo está vestida como una muñequita de torta palermitana, como una falsa ingenua, porque de ingenua, Lila no tiene nada.
Pero con los hombres, Lila disimula. En los últimos tiempos empezó a disimular cada vez más. El otro día la vi, y estaba contenta porque por fin está saliendo con alguien. Lo único que venía encontrando eran los toco y me voy, escenas de fin de fiesta en las que los que quedan salvan algo del naufragio de la noche, pero a conciencia de que no se está empezando nada ni se está en la obligación moral, siquiera, de preparar un desayuno a la mañana. Relaciones sin importancia, repite Lila, que es lo que se lleva.
¿Por qué los pibes de ahora, a diferencia de los pibes de siempre, buscan aquello que no tenga importancia, aquello que les asegure que nada será sometido a movimiento, que nada de sus vidas abúlicas será alterado? Lila no lo sabe, pero actúa en consecuencia, y entre amigas lo confiesa abiertamente: "Para gustarle a un tipo, la mejor de las estrategias es hacerte la boluda, no falla. ¡Adoran a las boludas!", es una de sus máximas.
Llegó contenta y haciendo ojitos de enamorada. Está saliendo con un chico con el que hablan y discuten, se hacen compañía y comparten sus respectivos proyectos de trabajo o de estudio, se llaman cada noche para saber cómo fue el día del otro. Casi perfecto. Lila casi no lamenta no tener sexo con él.
No tienen sexo porque, explica ella, "él no se siente preparado". Como Lila es de las chicas que, a diferencia de sus madres, sostienen que el tamaño importa y mucho (y no por una cuestión específicamente sexual: Lila y sus amigas están convencidas de que los tipos que la tienen de buen tamaño son más seguros y más caballeros), ella se encargó de comprobar en algún escarceo que el tamaño no es el problema. "Ahí me tranquilicé. No es el tamaño, es neura solamente", explica. Pero él le dice, después de un mes de verse muy seguido, que "lo espere".
Esto que relato no es una generalidad sino un caso que transcurre, sin embargo, en esos pliegues sociales que lentamente van escupiendo a su alrededor no sólo maneras de vestirse sino maneras de comportarse. Lila trae noticias de algo que sucede subterráneamente y que en su cama aflora porque ni él tiene reparos en decirle "esperame" ni ella se sorprende demasiado al escucharlo.
Antes se le llamaba falo al pene y después se comprendió que la idea de falo es bastante más amplia. Pero un poco más tarde también hubo que admitir que en esa idea de falo entran no sólo las erecciones y las anécdotas poderosas, sino las iniciativas, el poder, la voluntad, la seguridad, la capacidad de
seducción, la manipulación más o menos consciente del deseo. ¿Quién tiene el falo hoy? ¿Ese chico que decide esperar a "estar listo" para un coito o esa chica que lo trata a él como a un príncipe tan parecido a una princesa?
Antes el falo parecía resumir la fuerza masculina, la fuerza física y mental. Pero ahora el falo es de cristal. Si se cae, se rompe. Lo tienen ellos o ellas indistintamente. Y en rigor, ni ellos ni ellas están
satisfechos de tenerlo. Ellos y ellas se quieren sacar el falo de encima.
Nadie quiere ser fálico. Lila está en las antípodas de las mujeres que disfrutan de tener el poder. Desde hace mucho que busca a un hombre para descansar en él, para... Dios mío... ¡sentirse protegida! Y dejar el sexo para más adelante le parece un detalle, algo accesorio, porque lo que le importa es que él la llama todas las noches para ver cómo fue su día, y Lila, que aunque es muy joven tiene considerable experiencia, sabe que aquellos que se la llevan a la cama de una, al día siguiente desaparecen.
Esas llamadas humanizantes, esa consideración caballeresca de este pibe le parece más importante que un revolcón. Y banca.
La confusión entre los géneros reclama una redefinición del falo, que incomoda a todos/as. Hombres y mujeres parecen tan agotados y asustados, que unos y otras prefieren hacer la posta y abandonarse a las iniciativas ajenas.
El falo de cristal es intercambiable, ya que no es ni masculino ni femenino.
La época, que exalta la androginia afectiva, ofrece la posibilidad de que el falo incluso no lo tenga nadie, que se caiga y se rompa y que de ahí en adelante un hombre y una mujer se enreden en una relación sin faro ni brújula, liberados ambos de tener que dirigir alguna orquesta. Los hombres sensibles y las mujeres que están volviendo de las reivindicaciones rechazan la idea de "ser el o la que sabe". Todos están más cómodos y relajados en el "no sé qué me pasa".
El falo de cristal yace en el piso, roto, testigo de otro tipo de relaciones en las que él hubiese sido necesario. Hoy no. El poder, eso por lo que pelearon durante años hombres y mujeres, ya no es un atributo deseable. Y es que, individualmente, los hombres y las mujeres están tan desconcertados,
que prefieren ubicarse allí donde el otro les diga, allí donde no hay reglas de juego ni nadie que las haga respetar, allí donde no hay pasión sino un poco de compañía confiable.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-78158-2006-12-23.html
Romance*
1
Lo primero que al hombre le llama la atención, cuando llega a la casa de su viejo amigo Camargo
-inventor-, es la gallina. Un animal gordo y vivaracho, pese a todo lo que le falta. Al verla, dispuesto a hacer comparaciones, lo primero que a uno se le ocurriría es que se parece a alguien que acaba de volver de la guerra. El hombre sabe que Camargo ama desmedidamente los animales. Su casa no es un zoológico por una simple razón: no soporta los ruidos. Ningún ruido. Las paredes están revestidas con planchas aislantes. Las ventanas y las puertas son dobles y están tapadas con gruesas cortinas. Acá se habla en voz baja. El amor que Camargo siente por los animales choca con esta imposición de silencio. porque, desgraciadamente -según él mismo se lamenta-, casi no hay bicho que no ladre, bale, maúlle, rebuzne, ruja, silbe, muja y demás variantes. Ruidos y ruidos. Esta fatal contradicción entre su necesidad y su afecto es lo que condena a Camargo a la soledad. El hombre sabe todo esto y se dice que la presencia de la gallina dentro de la casa debe tener su historia.
Es así como más tarde, entre mate y mate, cuando la gallina se desliza con paso incierto frente a la puerta, el hombre, con voz distraída, pregunta: "Y esa gallina?" El relato no es simple, pero sí creíble. Un día, en una de sus escasas salidas, Camargo presenció como un coche atropellaba a una gallina. La levantó, comprobó que estaba viva y se la llevó. En su casa, después de revisarla, llegó a la conclusión de que sólo tenía una pata rota. Se la entablilló. Depositó la gallina en un canasto de mimbre y se dedicó a alimentarla, mientras esperaba la lenta curación. Seguramente agradecida, la gallina soportaba su dolor y guardaba silencio.
Pasó el tiempo y Camargo advirtió alarmado que la quebradura no soldaba. Al contrario, la infección amenazaba extenderse. Tomó una decisión drástica. Decidió amputar. con un brebaje de su invención atontó al animal y después, con una tijera de podar, cortó donde consideró conveniente. Volvió a desinfectar y a vendar. Abandonada en el fondo del canasto, la gallina callaba. Poco a poco, se fue animando. Camargo supo que estaba salvada. quitó el vendaje. Buscó una varilla de madera, la cortó a la medida adecuada y la ató firmemente al muñón de la gallina. En pocas palabras, le colocó una pata de palo.
Al comienzo, la gallina no se animaba a moverse. A lo sumo, se arrastraba un poco. Siguió un período de aprendizaje. Camargo la paraba, la sostenía de las alas, le hablaba, la alentaba, la impulsaba a caminar. Y así, primero a los tropezones, luego con más seguridad, la gallina fue aprendiendo a desplazarse con su pata artificial.
acá surgió el primer problema. Durante el día, durante la noche, comenzó a oírse por los pasillos de la casa el toc-toc-toc de la patita de palo. Y es probable que el animal estuviese realmente entusiasmado con la nueva adquisición, por que no paraba de moverse. Mientras tanto, Camargo se volvía loco. Individuo de amplios recursos, encontró una rápida solución. colocó debajo de la patita un taco de goma y el golpeteo desapareció. A partir de ese momento siguió una larga temporada de pacífica y amorosa convivencia. hasta que llegó la primavera. La gallina, impulsada por el aire nuevo y vaya a saber por qué extraño arrebato de rebeldía, comenzó a cantar. no ponía huevos, pero los anunciaba a cada rato, de día y de noche. La casa se había convertido en un infierno. Camargo se había encariñado demasiado con la gallina como para echarla a la calle. Y menos podía hacerlo en esas condiciones. una noche, arrancado violentamente del sueño por un estruendoso cocorocó, se levantó, tomó a la gallina, puso a funcionar la piedra esmeril y le limó el pico. Se lo limó hasta la mitad. La gallina anduvo varios días muy desconcertada. Pero después, Camargo comprobó que con lo que le quedaba de pico volvía a alimentarse. Seguramente había aprendido la lección y ya no se la oyó cantar. Con lo cual la convivencia volvió a ser grata.
Esa es la historia. Camargo le alcanza otro mate. El hombre mira hacia el extremo del pasillo y ve lo que había visto al entrar. una gallina caminando con una pata de palo y con el pico por la mitad. Piensa que, sea en el nivel que sea, en este mundo no hay relaciones fáciles.
2
Aunque no se lo confiese, es probable que la razón por la que el hombre vuelve a visitar rápidamente a su viejo amigo Camargo sea la presencia de aquella gallina con una pata de palo y el pico cortado. Apenas llega, después de los saludos, echa un par de miradas alrededor: el animal no está a la vista. El hombre no hace preguntas, evita ser indiscreto. Por lo tanto se sienta y escucha al amigo Camargo hablar pausadamente de esto y lo otro mientras va preparando el mate. Pero su atención está puesta en otra parte. no pasa mucho tiempo antes de que su oído alerta detecte que algo se está moviendo en el pasillo. Es la gallina, sin duda. Tarda en aparecer. Lo que finalmente el hombre ve asomarse es algo que no se parece a una gallina ni a nada que haya visto antes de esta tarde. Pasada la sorpresa, logra recomponer la imagen del ave y se dice que buena parte de su desconcierto ha sido provocado por el hecho de que el bicho no camina hacia adelante sino para atrás. Al moverse se contorsiona todo el tiempo, como si algo le molestara. y ya no se trata solamente de la pata de palo. Hay más novedades.
Salvo la cabeza y la cola, todo el cuerpo de la gallina está cubierto por una gruesa camiseta de frisa. Debajo de la camiseta, por lo que se puede adivinar, no hay plumas. solamente aparecen dos mechones en las partes descubiertas: cabeza y cola. Aparentemente se ha quedado pelada. Ante esta nueva pérdida, como compensación, su pico ya no está cortado por la mitad, sino que luce entero, afilado, firme y lustroso. La gallina pasa junto a ellos, desplazándose siempre hacia atrás y retorciéndose. Desaparece por la otra puerta.
El hombre mira a Camargo de reojo y se aguanta la pregunta. Prefiere esperar a que el amigo toque el tema. Camargo le pasa un mate y, con tono fingidamente distraído, dice: "¿La viste?" El hombre asiente: "La vi." "¿Qué opinás?" El hombre no sabe qué contestar, ignora lo sucedido, pero si algo está pensando es que ese animal, últimamente, no anda con mucha suerte. De todos modos, calla. Evita correr el riesgo de parecer irrespetuoso. Finalmente se anima: "¿Qué pasó?" Camargo confirma lo que ya había percibido: "Se quedó pelada.2 "¿Repentinamente?" "Repentinamente" El hombre ensaya un gesto que pretende ser de comprensión. Pregunta: "¿Por qué le pusiste esa camiseta?" "Primero para que no pasara frío y segundo por un problema estético. Me pareció que era una forma de ayudarla a superar el mal momento. ¿Qué te pasaría a vos si te quedaras pelado de un día para el otro?" "No sé" "Te sentirías avergonzado." "Seguramente." "A ella le pasa lo mismo."
Durante un rato, el hombre conserva un prudente silencio. Busca en su cabeza alguna frase adecuada para acompañar los sentimientos de Camargo. Dice: "Pero no se le cayeron todas, le quedó un mechón sobre la cabeza y otro en la cola." "Perdió absolutamente todo -explica Camargo-. Con sus propias plumas le fabriqué una peluca y con un pegamento le coloqué ese mechón en la cola."
Ahora, cada vez más, el hombre se siente obligado a hablar. Dice: "Le quedan bien." Camargo no contesta. El hombre pregunta: "¿Por qué camina para atrás?" Camargo: "Tomó esa costumbre desde que la vestí. Además hace todos esos movimientos extraños, ya viste, parece una contorsionista. Estuve pensando en eso. La camiseta se la coloco por la cabeza. Tal vez ella piense que retrocediendo pueda llegar a desembarazarse de la ropa." "¿Y si probaras a colocarle la camiseta por la cola?" "Es una idea, se podría intentar." "Noté que ahora tiene el pico entero, ¿cómo hiciste?" "Fabriqué la parte que faltaba y se la pegué." "Casi ni se nota." Camargo asiente, seguramente reconfortado por la observación.
Vuelve a entrar la gallina, con su pata de palo, la peluca, la cola postiza y la camiseta de frisa. Cruza la habitación, siempre reculando y contorsionándose. Desaparece hacia el pasillo. Camargo deja pasar unos segundos y confiesa: "Ya sé que no tiene muy buena pinta, pero yo la quiero igual." El hombre acepta otro mate y piensa que sobre la tierra no hay sentimiento más poderoso ni más noble que el amor.
3
El hombre visita nuevamente a su amigo Camargo. apenas cruza la puerta mira alrededor, tratando de descubrir a la gallina. no la ve. paciente, acepta el ritual del mate. Después, tímidamente, pregunta: "¿y la gallina?" el amigo sacude la cabeza, en un gesto que el hombre interpreta como una señal funesta. Se prolonga el silencio. Finalmente, se atreve de nuevo:
"¿que paso?"
La que sigue es la historia contada por Camargo.
Todo iba bien. La gallina había superado el peso de sus calamidades y se había adaptado maravillosamente al ritmo de la casa y a las exigencias de su dueño. Iba y venia con su pata de palo, tenía recorridos fijos, horarios, tal vez también aburrimientos. Hubiese sido difícil intentar adivinar lo que pasaba en su pequeña cabeza, bajo aquella peluca fabricada con sus propias plumas. De todos modos, Camargo estaba seguro de una cosa: la gallina no se sentía infeliz. Y así pasaban las semanas y la vida se iba deslizando en un clima de apacible medio tono, agradable para el amigo inventor, que tanto odiaba los ruidos y las estridencias. Hasta la mañana en que la gallina canto. No había vuelto a hacerlo desde aquella vez en que Camargo se había visto obligado a limarle la mitad del pico.
Desde el fondo de la casa, desde aquella habitación donde estaba el canasto de mimbre, llego el ronco sonido triunfal. Impreciso todavía, tembloroso, debido seguramente a la falta de practica y quizás a una incontrolable emoción.
Después, la gallina canto por segunda vez. Entonces, el amigo Camargo acudió para ver que ocurría.
Y ahí estaba, la desplumada, la mutilada, detenida en el centro del cuarto, en actitud solemne y marcial, igual que si estuviese en una parada militar, firme como nunca sobre su pata de palo. Y canto por tercera vez. El amigo Camargo se asomo al canasto de mimbre y se topo con lo inesperado: Un huevo.
A partir de ahí todo cambio. Una nueva realidad acababa de instalarse en la casa. La gallina comenzó a empollar el huevo. De tanto en tanto, Camargo llegaba hasta la puerta de la habitación y espiaba. Si la descubría en las escasas oportunidades en que salía para comer, se acercaba y miraba el huevo. No era un huevo diferente de todos los demás, pero ahí, en ese canasto, tan blanco, solo, desvalido, era como un descubrimiento, como un testimonio de los primeros días del mundo. Millones de huevos antes de ese huevo. Pero, para esa gallina, un huevo único. Y ella se obstinaba noche y día en su puesto, derramando torrentes de amor sobre él.
Ahí seguía el animal quieto, los ojos fijos, viendo más allá de las cosas y del tiempo.
Ahí estaba la gallina sin plumas, con su camiseta de frisa, su peluca, su pico emparchado, su pata de palo, la gallina con todas sus carencias, lanzada sin embargo hacia la vida, obedeciendo el mandato primordial de su especie. El amigo Camargo no ignoraba que, sin la participación previa de un gallo, aquel huevo jamás daría a luz una cosa viva. Pero no quería detener aquella historia, lo conmovía esa maternidad sin esperanza.
Hasta que un día ocurrió la catástrofe. Por distracción, por exceso de confianza, al volver al canasto, la gallina manejo mal su pata de palo, piso el huevo y lo rompió. De aquella promesa de vida no quedaron más que pedazos de cáscara y los restos de la clara y de la yema filtrándose a través de las varillas de mimbre. Consciente del desastre, la gallina salió de ahí, se arrastro hasta un rincón del cuarto y se echo. Un par de veces pareció intentar caminar, pero ya no supo manejarse y se desplomo. Rechazo todo alimento y, seguramente agobiada por la culpa de su crimen involuntario, ya no hizo un solo esfuerzo para seguir viviendo. Ella, que había superado la amputación de una pata, la pérdida de medio pico y todas sus plumas. No duro mucho. Una mañana, Camargo la encontró muerta.
Esa es la historia. El hombre ha escuchado con atención. En un gesto de solidaridad, estira la mano y pega un golpecito en la rodilla del amigo Camargo. Llega la hora de irse. En la puerta de calle, gira la cabeza y mira el pasillo vació que lleva a la pieza del fondo. Se despide, se marcha.
En su cabeza ronda una frase como un patético estribillo: el destino es insondable y no existe felicidad que no este amenazada.
*de Antonio Dal Masetto.
Publicado en "Ni Perros ni Gatos" Torres Agüero Editor, Buenos Aires. 1987
Correo:
Distinguen a Fabricio Simeoni*
La legislatura provincial declarará el jueves 28 de diciembre a Fabricio Simeoni escritor y periodista distinguido de Santa Fe
La Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe declará de su interés la obra literaria completa del periodista FABRICIO SIMEONI, "Cronos" (notas periodísticas) publicadas en el año 2000, "Rey Piojo" (poemas) 2001, "Calambre de los Descensos" (poemas) 2003, Agua virgen"
(poemas) 2004 "Sub" (poesía) 2005, "Jardines Flotantes" (poesía) 2005.
La legislatura provincial mencionará a FABRICIO SIMEÓNI escritor y periodista distinguido por su labor literaria, por su personalidad pujante, su gran sensibilidad e inteligencia, y por la perseverancia, la calidad y el sacrificio que imprimió en cada una de sus obras.
"Fabricio Simeoni por sus aptitudes y condiciones se ha transformado en un ejemplo para la juventud y la comunidad santafesina" dijo la Diputada Provincial Mónica Peralta autora del proyecto de declaración y amiga de Fabricio. La Presidencia de la Cámara dispondrá del recinto para la
realización de una Sesión Especial en reconocimiento a la trayectoria del mencionado escritor y periodista.
La Sesión Especial se llevará a cabo este jueves 28 de diciembre 2006 a las 16 horas en la Cámara de Diputados de Santa Fe, de la Ciudad de Santa Fe, Gral. López 3055.
Mónica Peralta
Diputada Provincial 0341-155-007623
Rodrigo Cerdá
Prensa 0341-156-164382
*Enviado para compartir por fabriciosimeoni@arnet.com.ar
Ejercicios de escritura:
1. La agenda del año*
Un año puede ser una lluvia. Un vértigo de acontecimientos que apenas pueden ponerse en palabras.
Sea por el dolor, la alegría o el asombro, los invito a construir una agenda de sucesos-sentimientos -ficciones del año. Mes por mes, consignemos frases sobre acontecimientos personales y/o sociales.
Los escritos se publicarían del 26 al 31 de diciembre.
(Para cualquier consulta me escriben)
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
2. Collage de frases.
Se trata de construir una narración utilizando en la mayor medida posible una serie de frases:
-El/ella habla desde una antigua devastación.
-No estoy lo suficientemente deprimido/a para ser artista.
-Como a esa gente que se aferra habitualmente a un salvavidas de plomo.
-Cuidame a mi nena, que no le pase nada, por que si no cuando vuelvas te la vas a ver conmigo.
-Hasta que punto del sufrimiento hay que llegar para parir la escritura.
-Lo más inconscientemente feliz que pueda.
-Tenía vocación por remontar ilusoriamente la adversidad.
-Nadie puede amar sin el corazón libre.
-El mundo para el/ella era un gran tedio.
-Para el dolor nunca hay auspiciantes.
-"casi un fracasado como vos".
-Llevaba en silencio la plegaria que dice por mi culpa, por mi culpa, por mi grandisima culpa.
-Pero esa ilusión de futuro ya casi se desvanece.
-Y le pedimos al otro, más que a nosotros mismos.
-Vió una clara vocación por el destierro, por el exilio de propia vida.
-¿Cómo hacer para que la vida no sea morir lentamente en gotas?
-Era una imposición razonable al lado de otras murallas brutales, pero una imposición al fin.
-Aquello era una cienaga sobre la que no se podía construir nada estable.
-En esa lucidez sin remedio que tienen las víctimas.
-Todos somos actores, y no dejamos de representar un papel para los demás.
Para dudas y consultas, me escriben, es para publicar antes del fin de año.
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
3. Re-escribiendo a Inventiva Social*
A la largo del año se editaron y titularon muchas ediciones. Quiero proponerles que tamicen, que condensen en algunas frases las experiencias de lectura y/o escritura en Inventiva Social.
Para el 29 /30 de diciembre.
*Enviar escritos a: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
*
Queridas amigas, queridos amigos:
Agradecemos la colaboración brindada en el 2006 a nuestros diversos proyectos culturales, ¡les deseamos unas felices fiestas de fin de año y un venturoso año 2007!
Los domingos 24 y 31 de diciembre del 2006 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa Poesía y Música Latinoamericana, en español y alemán, música de diversos compositores latinoamericanos y textos de diversos poetas latinoamericanos en sendos programas especiales de navidad y de despedida del viejo año y bienvenida al que comienza. ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream)
!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
Una antología personal.
-Sólo para socios de Inventiva-
Los invito a enviarme una selección de sus escritos (ya publicados o no) para editarlos en los últimos días del año y durante el mes de enero del 2007. Con respecto a la extención de cada antología, la idea es no superar los 100 kb.
Cualquier duda me escriben.
*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com
*
Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
InventivaSocial
"Un invento argentino que se utiliza para escribir"
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos dirigirse a : inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
-por favor enviar en texto sin formato dentro del cuerpo del mail-
Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
Inventiva Social publica colaboraciones bajo un principio de intercambio: la libertad de escribir y leer a cambio de la libertad de publicar o no cada escrito. los escritos recibidos no tienen fecha cierta de publicación, y se editan bajo ejes temáticos creados por el editor.
Las opiniones firmadas son responsabilidad de los autores y su publicación en Inventiva Social no implica refrendar dichos, datos ni juicios de valor emitidos.
La protección de los derechos de autor, o resguardo del copyrigt de cada obra queda a cargo de cada autor. Inventiva solo recopila y edita para su difusión los escritos que cada autor desea compartir.
Inventiva Social no puede asegurar la originalidad ni autoria de obras recibidas, solo verificar que un autor con nombre Y/o seudonimo , y una dirección personal de mail nos envia un trabajo.
Respuesta a preguntas frecuentes
Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.
Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.
Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.
Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre el escritor y el editor, cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.
Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
Sus socios lectores remuneran con el pago de una cuota anual el tiempo de trabajo del editor.
Cómo ayudar a la tarea de Inventiva Social?
Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura
¿ Otras preguntas o consultas? escribi a inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar
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