sábado, diciembre 29, 2007

ACERCA DE LO REAL MARAVILLOSO...



*


Cuando decidas acabar conmigo
ya sabés:

invitame.

*

Fui encontrado por un relámpago
pero antes yo
terraqueo
fui
aterrorizado por un trueno.

*

Un apagón
un relámpago
me dirigí en dirección a donde estarías
a donde deberías haber estado.

*

Todo lo que tocas de mí
me es ajeno.


*

Si bien no dábamos más
ayer

hoy
damos menos.


*

No
no por ahora:

provocaré la existencia
cuando ya no la esperen.


*de Rolando Revagliatti revadans@yahoo.com.ar






ACERCA DE LO REAL MARAVILLOSO...







Una locomotora se escapó del infierno de ALL privatista…

LA LOCOMOTORA ENDIABLADA*



Hierro negro que duerme, fierro negro que gime
por cada poro un grito de desconsolación.
……
Cada máquina tiene una pupila abierta
para mirarme a mí.

Maestranzas de noche
Pablo Neruda




*Juan Carlos Cena. ferrocena2003@yahoo.com.ar



Antes de hablar del encantamiento de la locomotora que se escapó de la Estación Palmira, provincia de Mendoza, debemos, sucintamente decir: ¿Quiénes son los ferroviarios y que tiene que ver con este conjuro? Sino, no se podrá comprender el embeleso enrielado y ese misterio que genera el tren. Los trabajadores del riel son nada más ni nada menos que la carnadura imprescindible de ese medio de locomoción, el ferrocarril. Porque entre ese objeto metálico que es puesto en movimiento llamado tren o locomotora, y ese carnal que los prepara orgulloso, y los encaballa para que se deslicen por las enrieladuras de nuestro territorio, se establece en ese obrar una relación mágica biunívoca vital, substancial: Ocurre, que en esa acción, lo real maravilloso entre el hierro y el ser humano aparece como una correspondencia mágica.
Como dice Alejo Carpentier…que lo real maravilloso no es una simple clasificación descriptiva. Más bien se trata de una identidad. A cada paso se halla lo real maravilloso. O como decía Julio Cortazar Lo fantástico hay que encontrarlo, no saberlo.
Lo real maravilloso entre los ferroviarios y lo metálico es un entendimiento fantástico, un lenguaje especial no perceptible a los oídos mediocres.
Por efecto de esa armonía, no se puede fragmentar esa relación biunívoca que nace y se multiplica desde la parición de ese modo de transporte. Conexión que existe entre el trabajo y el hacedor de ese trabajo que es el obrero, en este caso: el ferroviario. El ferroviario es parte indivisible del ferrocarril. El, es el ferrocarril carnal. El ferrocarril es hierro con carnadura, unión vigorosa, eso es el ferrocarril, que se transforma en el misterio de ese ¨adiós que guarda el tren¨. Arcano que se traslada al viajero, al juglar que le canta, al cuentista que lo cuenta, al ciudadano que lo comunica, que lo sirve, que los traslada y que juntos rompen paisajes en dos dimensiones, cuando va y retorna.
Ahora sí podremos comprender la rebelión de la locomotora 5557 y la solidaria complicidad de ese carnal o de los carnales que se llama ferroviario.
¡Qué sorpresa! Cansina, la 5557 comenzó su andar rebelde. Hastiada de el mal trato, despintada, oxidada, sin grasa que lubrique sus ejes y movimientos, sin aceites, sucia, despreciada, trajinada sin descanso, utilizada para uso domestico, durmiendo a la intemperie, enganchando y desenganchando trenes y vagones sin pausa, noche y día, y así, súper explotada. La 5557 ante tanta utilización descarnada se enancó en rebeldías y complicidades. ¿Comenzaba una conspiración entre carnales ferroviarios y la 5557? Lo real maravilloso es que la 5557, silenciosamente se rajó de la Estación Palmira, ante el ojo asombrado de los demás. Un libertario maquinista invisible aceleraba su jadeo casi asmático. El asombro. Se concretaba el primer acto de rebelión del Frente de Locomotoras Libertarias, contra la explotación oxidante de la empresa concesionaria brasilera.
ALL, América Latina Logística, es una empresa brasilera, dueña de todos los aires y soles de su recorrido, su zona de influencia es irrespirable por el despotismo, es la concesionaria explotadora de esa línea – ex San Martín.
Despóticamente, esta empresa ha dejado a 16 carnales ferroviarios cesantes. Justo antes de fin de año, todo un aguinaldo maligno. Todo un sabotaje laboral, inhumano que viola los Derechos Humanos. ¿Que han dicho los sindicatos frente a las cesantías? ¿Y las agrupaciones de base? Todos están preocupados por los aumentos salariales mientras dejan cesantes a compañeros y destruyen nuestros bienes ferroviarios. Una concepción política economicista los une. Tampoco han tenido el tino de refutar la figura del sabotaje como ocurrió en los accidentes de la zona suburbana. Es saludable recordar la Estación Haedo y Constitución entre otros accidentes protagonizados por el hartazgo colectivo de los pasajeros.
ALL, es la empresa con mayor cantidad de accidentes. Es la que más ha destruido la infraestructura ferroviaria. Usufructúa la concesión del ex. F.C. San Martín (Buenos Aires Mendoza y San Juan) y el ex Ferrocarril Urquiza (Posadas a Buenos Aires). Dada en concesión, en un principio, por obra y gracia de Menem, al industrial nacional Pescarmona. Ante el fracaso eficientista vende su paquete accionario a los brasileros Es decir, los brasileros recorren gran parte de la geografía argentina transportando sus mercancías sobre una infraestructura que le costó a los argentinos sangre, sudor y lágrimas.
La locomotora 5557 se rajó de Palmira, mejor dicho, salió pitando silencios, sin conductor, dicen. Acontecimiento fantasmal. Fue la primera noticia. Asombro y la invención inmediata de los ejecutivos de ALL: sabotaje. El país está plagado de saboteadores. Todos los ferroviarios de Estación Palmira están bajo sospecha. Todos los ferroviarios que trabajan en el Tren Patagónico. Las acusaciones es la mejor manera de ocultar las falencias operativas de los concesionarios en general. En el caso de ALL, no controló o no sabía de las pérdidas de aire en el sistema de frenado de la 5557, o la de la falta de juntas en su tanque de reservas de aire comprimido, o la de prever el declive de la playa de maniobras colocándoles una calza de contención como se estila. Porque es dable señalar que Mendoza está a más de 600 metros sobre el nivel del mar, y rumbo al puerto todo es pendiente. Por otro lado ¿estaba encendida o apagada, la locomotora 5557? Si esas prevenciones no ocurrieron, entonces ¿Quién la puso en marcha y aplicó la palanca de marcha adelante y marcó los puntos de la aceleración? Quién aflojó los frenos? ¿Quién alineó los cambios y señales a través de 230 kilómetros? ¿Quién? ¿Quienes la vivaron en su gallardo andar? ¿Quiénes se alegraron porque no la pudieron montar para detenerla? ¿Quiénes festejaron su corcoveo? ¿Quiénes? ¿Eran saboteadores los habitantes de los pueblos formados a la vera de las vías festejando su paso?
Contesto: Es el misterio de adiós que guarda el tren, ese fenómeno es lo real maravilloso que está anidado en el pueblo.
La 5557 se ha levantado como un caballo endiablado contra este concesionario perverso, se ha manifestado contra las privatizaciones o concesiones perversas. Es su mérito. Ha decidido desobedecer la continuidad de esta política anti popular ferroviaria. Es una rebelión de carácter nacional ese relincho silencioso. Insubordinación nacional que anuncia que se aproxima el 60 aniversario de la Nacionalización de los Ferrocarriles y que se expresa desde los subsuelos enrielados del terraplén.
La 5557 ¿nos está mostrando algo? Sí, nos advierte que el sendero del riel nacional por el que debemos transitar para luchar por la liberación del enconcertamiento privatista ferroviario, aún está vigente.
Pregunto ¿Será la conspiración de las locomotoras dentro de lo real maravilloso que tiene que ver con la liberación nacional? ¿O es el anuncio del primer operativo anti-concesionarista/privatista de las locomotoras?, planteando como objetivo que retornen al Estado Nacional, que tenga un sentido de Nación.
La 5557 partió y en su recorrido los pobladores la seguían y aplaudían en las calles, caminos, curvas, gente de a caballo que galopaban a su costado dándole aliento, en los andenes, pasos a nivel el saludo ceremonial,…atravesó Mendoza. Arisca la 5557 entró a San Luís, corcoveando, sofrenando el andar o acelerando, no dejando que la monten, siempre ella, consciente de lo que estaba protagonizando. .
Durante casi cinco horas la 5557 de 56 toneladas anduvo en forma fantasmal, sin maquinista aparente por toda la zona. Esta, cruzó tres departamentos del estado provincial. Entró en alocada carrera en la provincia de San Luís, como diciendo: acá estoy. Kilómetros más allá, en el solitario paraje de Cazadores, un pequeño poblado ubicado al este de la capital puntana se detuvo, cansada en repechaje. Por milagro no hubo que lamentar víctimas, heridos o daños materiales. Lo inexplicable es la alegría de los paisanos y pobladores.
Dice la empresa ALL, que todo empezó a las 9.40, cuando la locomotora de maniobras 5557 modelo GA 8W salió del complejo de carga de la empresa. Lo extraño es que se puso en movimiento sin ningún maquinista autorizado.
Y es por eso que desde la firma hablan, no precisamente de un fantasma sino de sabotaje: “Es imposible que se haya puesto en marcha por accidente”, sostienen. No entienden de fantasmas.
Así, una vez en carrera, fue imposible parar la máquina y la policía, advertida de la insólita situación, se dedicó a lo que pudo: despejar de vehículos los cruces ferroviarios por los que iba pasando la locomotora. “La vi a eso del mediodía y me extrañó que fuese sola, porque generalmente esas máquinas van tirando una pila larga de vagones”, comentó, muy serio y observador, Deolindo Sosa, vecino de Santa Rosa (Diario Los Andes).
La 5557 que se rajó de Palmira, -la tierra del subsecretario de Transporte de la Nación, Luna de apellido, paradojal ocurrencia-, a una velocidad promedio de 60 kilómetros, que en más de un tramo superó los 80 kilómetros. ¿Quién la aceleraba? Atravesó medio centenar de cruces ferroviarios que existen a lo largo del recorrido, la mayoría de ellos sin barreras. Nada ocurrió. Pregunto ¿Quién los protegió? Porque en el año 1992 los compañeros que protagonizaron las Huelgas de 1991 y 1992 contra las privatizaciones menemista, se afanaron un tren y lo llevaron hasta Villa Mercedes, provincia de San Luís, causalidad o casualidad fantasmal. En todo ese recorrido alguien movió los cambios, bajo las señales, cuidó los pasos a nivel, y los andenes se colmaron de paisanos de cada lugar, es decir, hubo una complicidad popular. Ya existía lo real maravilloso en los conjurados del 92.
Vale la misma pregunta para la 5557. Nadie vio nada. La solidaridad operaba invisible, era la voluntad popular imperceptible a la vulgaridad. Porque hay que recorrer 230 kilómetros sin accidentes y encima que la aplaudan y le saquen fotos a cada paso.
Todo era especulación en los poblados por donde marchaba la 5557, se escuchó decir que la descarrilarían en La Paz, luego que sería en Desaguadero y más tarde que lo harían apenas entrara a San Luís. Sin embargo, “La Endiablada”, como la bautizaron algunos parroquianos de un bar paceño, siguió su carrera libertaria.
Finalmente y luego de haber recorrido 230 kilómetros, la amotinada locomotora entró al pueblo ferroviario de Beazley, ubicado a unos 40 kilómetros al este de la capital de San Luís. “Pasó como a las dos de la tarde. Iba muy rápido y nadie se le podía subir encima”, contó emocionada Jimena Moya (14 años), que a esa hora andaba buscando unas cabras que había largado a pastar.
El pesado vehículo recorrió las vías paralelas a la ruta nacional 7 hasta la ciudad limítrofe de La Paz y desde allí fue desviada por la empresa por un ramal con orientación a Justo Daract (San Luís), porque es una zona con altas pendientes. Así se pudo disminuir la velocidad y detenerla en la estación El Cazador, entre Zanjitas y Alto Pelado, hacia el sur de la ciudad de San Luís. Se trata de un paraje de jarillales, algarrobos y montes bajos, totalmente despoblado.
Por fin, ya en la zona de Cazadores, un caserío de cien personas, donde nunca ocurre demasiado, ALL colocó otra locomotora delante de la rebelde y así, poco a poco, consiguió frenar su andar. A esa hora, la noticia recorría todos los medios del país.
Comenzaba la rebelión de las locomotoras. Era el primer operativo. El anuncio de lo real maravilloso que nos regalaba este fin de año algo inexplicable, la relación de carne y fierro y el lenguaje aquel del ferroviario y el tren que retorna, porque todos esperamos el tren.
En este 2008, la 5557 nos convoca y nos dice en el andén, subamos todos al tren.







Sábado, 29 de Diciembre de 2007
Lo latinoamericano*



*Por Sandra Russo


Alguna vez escribí una contratapa que se llamaba "El pulóver peruano". La verdad, sé que "el pulóver peruano" fue uno de los primeros emblemas que trajo por aquí la posmodernidad, o eso que nos ingresó no sólo a otro mundo material, sino también a otro mundo mental. En ese mundo, no se incluye. Se
pertenece, se accede, se aspira. La contraparte es que se sufre, se padece, se disuelve. "El pulóver peruano" fue una metáfora surgida entre quienes pertenecen, acceden y aspiran. Nosotros pertenecemos, accedemos y aspiramos.
Son otros los otros.
El solo hecho de poder leer y comprender lo que se lee es un síntoma de pertenecer. Amigos, la posmodernidad trajo consigo esta paradoja: la alfabetización, la verdadera alfabetización, que implica no sólo lectura y escritura sino básicamente la comprensión de un texto, es la principal herramienta con la que se corta en dos la sociedad. El desalfabetizado queda afuera, no entiende, no simboliza, no hace dobles lecturas. La posmodernidad implica la desalfabetización de la mayor parte del planeta, y la neurosis aguda del resto.
"El pulóver peruano", decía al principio, fue una contratapa cuyo contenido sinceramente no recuerdo y después de todo poco importa. Pero sé que esa expresión, "tener un pulóver peruano guardado en el ropero", significa que uno ha creído en cosas en las que ya no cree. Guardarlo en el ropero significa además que esas cosas en las que uno ha creído lo avergüenzan.
No sé si fue una trampa. Quizá estemos condenados a los péndulos, quizá no hemos encontrado nada todavía que nos eleve al estado de una mística social y política. El cinismo y el escepticismo son dos variables de personalidades afines a la posmodernidad.
Sin embargo, la historia fluye a nuestro alrededor de manera enigmática. Y de pronto América latina, aquella de las venas abiertas que también pasaron de moda, como la estética psicobolche, se despierta.
Y de pronto uno comprende que en las últimas décadas fuimos, los sujetos instruidos y bienpensantes de los países periféricos, captadores encapsulados de la realidad. Hicimos una lectura del mundo, del que se ve desde aquí, como si la cápsula nos incluyera a franceses y argentinos, a norteamericanos y chilenos, a británicos y colombianos. Como si a nuestro alrededor no deambularan, en las calles y en los subterráneos, en los bares y en nuestra propio servicio doméstico, aquellos que viven un dolor extenso
y transgeneracional, la ciega crueldad posmoderna.
Y sin embargo, decía, América latina ofrece escenas como la de la creación del Banco del Sur, en las que se expresa y se concreta uno de los sueños que tenían los que tenían un pulóver peruano. El hermano latinoamericano, con el que tanto hemos jodido cuando la visita de la prepaga la hacía un médico ecuatoriano, es otro hermano latinoamericano. La propia realidad, sin que la fuercen, está reinvistiendo al hermano latinoamericano. Ahora no es la cultura la que pide, la que reclama, la que insta. Es la política.
Y entonces la política misma se reinviste. Esa práctica que los mismos políticos no cuidan de su extraordinario desprestigio, se vuelve otra cosa con los presidentes de Chile, Bolivia, Venezuela, Uruguay, Ecuador, Paraguay, Brasil, Argentina. Ya no es una pancarta. Es una realidad compleja, con procesos nacionales muy distintos, pero así y todo lo que brilla es la idea de unir fuerzas, que todos somos un tanque y pareciera que nunca nos hemos dado cuenta. La costura de estos nuevos lazos geopolíticos que incluye empatía ideológica e intereses económicos comunes, se hizo despacio y a medida que fue asomándose una nueva generación de líderes.
No digo que nos pongamos a escuchar Quilapayún. Pero los poros se abren para tantas posibilidades, es tan fácil por este camino recuperar un deseo. Si había una manera de desviar de la región el pensamiento hegemónico que mata de hambre a los pobres, era ésta. Con socios, como todo el mundo. Pero con socios diferentes a los de una corporación. Socios en convicciones.
Quizá pronto estemos en condiciones no de volver a ponernos el pulóver peruano, pero sí alguna camiseta.



*Fuente: Página/12

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-96814-2007-12-29.html








LOCOMOTORA LIBRE – PAÍS ESCLAVO*



Ella quería pasear. Ella quería ir sola, sin que nadie le ordene lo que debía hacer. Así, muy libre, ella recorrió todos los kilómetros que quiso y a la velocidad que se le antojó.
No había un PEDAL DE HOMBRE MUERTO que la detuviera. No, si total se lo sacaron a casi todas sus compañeras.
No había un auxiliar de estación en todo el camino que se atreviera a hacer un desvío para descarrilarla. No, si esa fue la magia de la privatización: Hacer menos con mucho menos y no, hacer mucho más con lo mismo.
Ni tampoco estaba ese horrendo CTC (Control de Tráfico Centralizado), que por dos décadas administró el paso de docenas de trenes diarios, tanto expresos como locales y cargueros, que se movían entre Justo Daract (San Luis), y La Paz (Mendoza), con total seguridad y con los desvíos y señales comandados a cientos de kilómetros de distancia.
No, el CTC, por autorización de sabe que genial persona, fue desmantelado y transformado en modernas (¿?), señales de brazo que indican el estado del desvío cuando el maquinista se tiene que bajar a realizarlo MANUALMENTE.
Sí, ella recorrió kilómetros y kilómetros en forma libre y sin restricciones, porque así debe ser. Todos tenemos derecho a ser libres. Tan libres como cada uno de los que destruyeron los ferrocarriles de la República Argentina comandando desde 1956 la destrucción de talleres, escuelas, ramales, material rodante, imagen, calidad institucional, sindicatos, todo.
Sí, el ferrocarril, en 1990 y hoy también, es la absoluta porquería que supimos conseguir. Si realmente sus 90.000 empleados del '90 hubieran sido un desastre total, fue porque por 35 años se los fue destruyendo moralmente y liberando al libre albedrío.
Sí, no les quepa duda que algún leve incidente como el de hoy, cuando se "escapó" solita una locomotora desde una Estación de Mendoza hasta otra de San Luis, también ocurrió, pero pudo ser contenido. Hubo sanciones. Hubo castigos pero, principalmente, HUBO ERRORES HUMANOS de quienes se desviaron de las normas y no, como en este caso, en el que es imposible que se acuse de errores humanos cuando todos los elementos que fueron instalados hace décadas para EVITAR LOS ERRORES HUMANOS se desmantelaron con aprobación del propio Estado Nacional y el silencio de toda la dirigencia basados en que NADIE GRITARÍA POR MIEDO A PERDER EL POCO TRABAJO QUE TIENE.

Sí señores. Somos esclavos de todo lo que dejamos que se destruya. Esa locomotora no se escapó sola, fuimos todos nosotros que nos quedamos demasiado callados con los desastres que, por 50 años, nos fueron haciendo con el aplauso de una buena parte de la Sociedad.



*Jorge de Mendonça. jorgedemendonca@gmail.com
– Ingeniero White – Buenos Aires






Los gatos de Roma*



*de Angélica Gorodischer


Estábamos los tres sentados en el "Floriana" de la vía Flaminia y tomábamos un café demasiado liviano, demasiado tibio, en esas tazas altas con dibujos azules que importan ahora no sé de dónde y en las que los patrones de albergues y casas de comidas creen que se puede servir cualquier cosa, y hablábamos de lo que se habla siempre, de política y de trabajo, en el sol recortado por las ramas que se trepan a la pérgola, y era marzo y el clima nos jugaba malas pasadas y se descolgaba extrañamente caluroso y húmedo.
Decio tiene una imaginación ambiciosa y sin escrúpulos: lo que crea es para él más real que lo que recuerda o lo que vive. Él justamente, que parece indiferente y perezoso, como un gato junto al hogar, los ojos semicerrados, respirando como un sonámbulo. Los que lo ven, yo ya no, pero los que lo ven por primera vez o de tanto en tanto, pueden equivocarse y se comprende por qué. Porque no es un gato, es una criatura del abismo, capaz de abrir grietas en la tierra, hacer llorar a los verdugos, devorarse el mundo en el instante en que nos distraigamos.
Con Servio en cambio, no hay posibilidad de error: es un buey miope, confiado y torpe. Me saca de quicio, francamente.
Y yo, bien, ustedes me conocen, saben quién soy y lo que soy. Y como me conocen sé que me van a creer si les digo que hubo algo en esa conversación que me inquietó, que todavía me inquieta.
-Esto no puede seguir así -dijo Servio-. Hay que hacer algo antes de que nos hundamos en la catástrofe.
-Eso -me burlé-, hagamos algo, pichoncitos míos.
Decio no dijo nada, cosa que no me sorprendió.
Servio en cambio siguió con dos perlas de su cosecha:
-A las mujeres hay que verlas, nunca oírlas -eso era para mí. Y yo tampoco dije nada, cosa que debe haberlos sorprendido a ellos.
-Muy cómodo -siguió con su segunda perla cuando vio que yo ni pío-, muy cómodo eso de fingir que no pasa nada, ir a fiestas, navegar, apostar a los caballos.
-Estudiar -dijo de pronto Decio.
-Enseñar -dije yo, de comedida nomás.
-Dicen que anoche llegó a Roma por tren -insistió Servio.
-¿Quién?
-Tiberio, quién va a ser.
-Ah.
-¿Por qué no va a venir a Roma si se le da la gana? -preguntó Decio.
Servio bufó, realmente bufó: echó un montón de aire por la nariz, por la boca y por las orejas, pero no pareció dispuesto a contestar. De modo que Decio cambió de tema:
-Terminé de planificar mis clases para el próximo período -dijo.
-Estupendo -dije yo-, eso quiere decir que ya empezaste otra novela.
-Cómodo, ¿no les digo? -reaccionó Servio-. En vez de ocuparse de un imperio que se muere, dedica las vacaciones a escribir novelas fantásticas.
-Se muere, seguro -dijo Decio que es pesimista como todos los historiadores-, y está bien que se muera y deje su lugar a otros. Pero la agonía va a ser larga. Y mientras tanto yo gano más dinero escribiendo
cuentos fantásticos que dando clases a jovencitos casi siempre estúpidos.
-¿Eso te satisface?
-Sí -dijo Decio-, y no sólo a mi bolsa. A mi alma también.
Corté rápidamente un nuevo bufido de Servio:
-¿Y cómo es la novela?
-Todavía no es. Pero hay ideas rondando por ahí.
-Si escucharas las noticias por la radio se te ocurrirían otras ideas.
-Las escucho, claro.
-Todos escuchamos la radio, Servio -intervine-. Todos los días lo mismo: disturbios en Numidia, intranquilidad en Illyricum. Y en cuanto a Galilea.
-¡Galilea! -estalló Servio-. No sólo Galilea. Samaria, Judea, Idumea, toda Palestina está dispuesta a sublevarse.
-Exageraciones -dije, y tomamos otro poco de café tibio.
-¿Y qué ideas te rondan? -le pregunté a Decio antes de que Servio alejara la taza de los labios.
-Si las cosas no fueran como son, ¿cómo serían?
-Yo te digo que hay que actuar para que las cosas no sean como son -dijo Servio que había dejado la taza sobre la mesa y nos miraba ofendido- y entonces veríamos cómo serían, eso te digo.
-Escribir es una manera de actuar -contestó Decio.
Servio me molesta, ya lo dije, creo. Pero tengo que confesar que a mí me divierte molestarlo a él.
-Habría que ver cómo serían -dije-. Tiberio no hubiera venido a Roma, quizás. Se hubiera quedado en Capri con sus jovencitos pintarrajeados.
Palestina estaría tranquila; gruñona como siempre, pero tranquila.
-No, no.
Allí Decio interrumpió lo que yo iba a decir sobre Illyricum y Numidia, y peor, hasta sobre Seyano y Livila y quién sabe si no hasta sobre el recuerdo de Livia. Nada más, porque nunca ninguno de nosotros ha vuelto a nombrar a Germánico.
-No me refiero solamente a esos detalles -siguió Decio-. Vean, tomemos la historia como si fuera lo que no es, una sucesión de hechos, y cambiemos esos hechos, uno cualquiera, incluso algo nimio y banal, o suprimámoslo.
¿Qué pasa entonces?
-Ajá -dije yo-.¿Un campesino de Capadocia que no recogió su cosecha a tiempo? ¿Tulio Hostilio absteniéndose de destruir Alba Longa? ¿Eso?
-No sé si lo del campesino y su cosecha. Pero lo de Alba Longa no está mal, nada mal.
Servio estaba callado, por fin. Yo esperé. Y Decio al fin de la espera:
-Yo había pensado en la electricidad.
Servio estaba mejor que callado: estaba atrapado.
-Qué hay con la electricidad -dijo.
-Si en un remoto puerto armoricano no hubieran trabajado el ámbar -dijo Decio-, si Grayolle no hubiera descubierto las posibilidades del campo magnético y los conductores, si no hubiera habido una primera dínamo, ¿eh?
-Algún otro, probablemente -dije yo.
-¿Y si no?
-Ya veo -dije- ésa es la novela.
-Ésa -asintió-. Un mundo en el que no hay electricidad, en el que no se la aplica. No hay motores eléctricos. No hay trenes ni automóviles ni barcos movidos a electricidad. No hay radios ni afeitadoras ni cocinas eléctricas.
-¡Ja! -hizo Servio-. ¡Las cosas que se te ocurren! Pero es interesante. Y deprimente. Seríamos un puñado de cavernícolas enfermos y supersticiosos, asaríamos los alimentos sobre el fuego, viajaríamos a pie o a lomo de mula, las noticias tardarían meses en llegar a Roma. No habría Roma, eso es. No habría imperio.
-Quién sabe -dije yo-. A lo mejor habría un imperio. Distinto pero lo habría.
-Eso es lo que me intriga -dijo Decio-, que quién sabe. Y por eso quiero escribir un cuento fantástico en un mundo absurdo en el que no se descubre la electricidad, en el que los galos no rechazan a Julio César con carros más perfectos y veloces que los nuestros, en el que Vercingétorix cae en Alésia, en el que Roma es dueña del mundo pero de otro mundo.
-¡Eh, un momento! -protestó Servio-. Entonces la Galia sería romana y la Britania también.
-Claro.
-Y no se habría descubierto Transmare.
-Por supuesto que no. ¿Con qué? ¿Con trirremes?
-Y no habría chocolate ni tabaco ni café ni papa ni berenjena ni...
-No, no habría.
-Qué aburrido.
-Ni se hablaría de electrónica ni de transmitir imágenes -dije-. A propósito, ¿ustedes me pueden explicar ese asunto de las imágenes?
-Pero sería un mundo -dijo Decio sin hacerme caso- si bien mucho más pequeño, también más concentrado, más complejo, más rico.
-En el que no estaríamos los tres en el "Floriana" -dije riéndome sin muchas ganas porque ya había empezado a inquietarme-. Estaríamos sofocando rebeliones en alguna colonia o conspirando para voltear a Seyano.
-¿A Seyano? -preguntó Servio.
Eso era terreno peligroso:
-En ese mundo no habría conato de rebelión en Palestina -me apuré.
-O sí lo habría -dijo Decio-, pero de otro tipo. En vez de enfrentar a un caudillo político fuerte y lleno de recursos que habla por una radio clandestina a todo el país y se desplaza en auto y en tren, Roma estaría por ejemplo frente a un predicador, un místico que entraría a las ciudades de Judea montado en un burro, un ser imprevisible que hablaría a un grupo de adeptos en la ladera de un monte y no a toda Palestina por un micrófono.
-Eso no sería tan eficaz.
-O lo sería -dijo Decio-, ¿por qué no? La palabra tiene cierto poder, ¿saben?, que no depende del micrófono sino de la convicción, casi podríamos decir de la fe que la tiñe. Así que las cosas no cambiarían mucho: Tiberio se vería obligado de todos modos a encontrarlo, arrestarlo y ejecutarlo.
Aunque no en la silla eléctrica, claro. Lo colgaría, supongo.
-Pero vamos a ver -dije-, sin comunicaciones rápidas, sin trenes eléctricos ni radios eléctricas, las noticias no llegarían a Roma hasta mucho tiempo después, y en ese intervalo la conspiración podría afianzarse. Así en cambio, es probable que se la sofoque inmediatamente y que mañana o pasado todo esté terminado.
-Puede ser -dijo Decio-. Se me ocurre ahora que en mi cuento la revolución triunfa pero con más lentitud y por otras causas. Tiberio no viene a Roma, pero tiene un momento de lucidez y se da cuenta de que un predicador en las fronteras es tan peligroso como un ambicioso en el Palatino. Así que aplasta a los dos de un solo golpe y lo que consigue es encender dos revoluciones: una violenta en Roma donde el nombre del hijo de Germánico está en todas las bocas, y otra subterránea en Galilea donde el juicio, la ejecución y el milagro de un mártir cambian el mundo.
-¿Y cómo termina todo? -preguntó Servio.
-No sé -contestó Decio-, y eso me preocupa.
-Calígula va a ser un buen emperador -dije yo-, si siempre ha sido un buen chico. Y en Palestina cuándo no ha habido predicadores. De modo que podemos olvidarnos del visionario de Galilea y pensar en una Roma próspera y pacífica que se extiende por todo el mundo. Menos en Transmare que no ha sido descubierta en tu cuento y en donde las pequeñas tribus progresan y se convierten allá, solas, en grandes imperios.
-Parece fácil -dijo Decio-. Sí, es lo más probable, pero literariamente es poco atractivo.
-Tonterías -reaccionó Servio-, todo eso son tonterías. La realidad es otra.
-No sé lo que es la realidad -dijo Decio.
-La realidad es Roma. La realidad es la electricidad, el progreso, el mundo que conocemos, ¿no ves? La realidad es que hay sublevaciones en las fronteras y corrupción en el centro del poder. Eso es la realidad.
-¿Sí? -preguntó Decio.
-Sí -dije yo, pero no estaba muy convencida-, sí, no hay duda. Pero eso no quiere decir que no puedas escribir tu cuento fantástico. ¿Qué título tiene?
-Los gatos de Roma.
-¿Los gatos de Roma? ¿Por qué? ¿Qué tienen que ver los gatos?
-Espero que el lector lo sepa cuanto termine el cuento.
-Aquí Radio Imperial con las noticias del mediodía -tronó la radio del "Floriana"-. Fuentes autorizadas del Palatino expresaron hoy que a raíz de la llegada de Tiberio Claudio Nerón César a Roma se esperan inminentes decisiones en torno a.
Dejé de escuchar. Pensé en un mundo sin electricidad en el que Roma sería un imperio bárbaro y exquisito, violento, refinado e implacable, en el que Tiberio estaría recluido en Capri y Seyano y Calígula esperarían sin mucha paciencia la sucesión; en el que el sacerdote de una nueva secta extraña no
hablaría por radio sino en los montes y a orillas de los ríos a unos pocos seguidores que irían a contarles a otros lo que habían oído; en el que la Galia y la Britania serían romanas; en el que Roma se vería obligada a luchar como una fiera para sobrevivir un poco más, ¿cuánto más?; en el que no fumaríamos tabaco de Transmare y tendríamos esclavos que nos afeitarían con navajas afiladas y prepararían nuestras comidas sobre las brasas. Pero, ah, los gatos de Roma, ellos se asomarían a las callejuelas y los puentes como se asoman ahora entre las molduras de las cornisas, las cajas de los ascensores, las efigies de los templos y las mesas de los cafés, y nos mirarían con los mismos ojos amarillos desinteresados y sabios con los que nos miran ahora.


*Fuente: http://www.abanico.org.ar/2005/05/gorodischer.roma.htm






Correo:

*

Eduardo:
Que invites a elegir un texto, uno solo de los tantos publicados en Inventiva durante 2007, es casi una incitación a la crueldad.
Nombrar uno solo supone dejar de lado a muchos otros que, sin duda, no merecen ser descartados. Mi elección podría recaer en varios de los escritos de Sandra Russo, de Mónica Russomanno, de Mariano Abrevaya o de Urbano Powell. Cualquier texto de ellos que incluyeras en la antología seguramente
estaría bien elegido. Pero -ya lo sé- el juego no es así; soy yo el que tiene que hacerse cargo, ¿no? Bueno, en ese caso, voto por "Lamer el chocolate", de Sandra Russo.
Larga vida a Inventiva.


Saludos.

*Alfredo. alfdibernardo@ciudad.com.ar






Los escritos del año...*



Les propongo que cada cual elija un texto.
Uno solito de aquellos textos que le hayan conmovido más entre aquellos publicados en Inventiva durante el 2007. Asi despedimos y recibimos un año con una antología construida entre todos.

(Hasta el 30 de diciembre inclusive, espero vuestra elección)

Abrazo fuerte y lo mejor al porvenir para cada uno.


*Eduardo F. Coiro inventivasocial(arroba)hotmail.com



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