domingo, julio 20, 2008
EL MINUTO POR UN INSTANTE....
*Foto de Valeria Marioni y Florencia Soler Abbate. hijasdelviento@hotmail.com
La elefanta*
Aún no sabía como se había presentado voluntario pero ahí estaba, en el centro de la pista del Circo Plumkier, escoltado por una señorita en mallas, un domador con libreta roja y seis enormes elefantes.
Sin apenas darse cuenta y con la ayuda de aquella belleza sonriente, se encontró tumbado sobre una manta con la cabeza apoyada en el suelo. "Usted tranquilo que lo hacemos todos los días" susurró mientras el domador acercaba al proboscidio más grande.
"Ahora, pedimos la colaboración del público para que guarde mucho silencio, ya que el número que vamos a realizar es sumamente peligroso y cualquier ruido podría atentar contra la vida del artista" retumbaban los altavoces dando emoción al espectáculo.
Mamuta, la elefanta de más de seis toneladas, se acercó conducida por el señor del látigo y siguiendo sus instrucciones, alzó la pata delantera derecha y la puso delicadamente sobre mi cabeza. Debo reconocer que no tuve miedo hasta que vi a mi mujer en nuestras localidades de la primera fila a punto de estornudar.
El crujido me impidió escuchar el estornudo, pero recuerdo que pensé en lo raro que era que estornudara sin estar resfriada.
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
EL MINUTO POR UN INSTANTE...
ANOCHECER DE GIRASOLES NEGROS*
I GÉNESIS
Lecho y cielo de piedra.
Mirra. Sándalo Incienso.
Aguay lluvia
Toc-toc-
¿Quién es? El sol
Girasoles!!!!!!!! Amarillos. Rojos Púrpura.
Goce, tallo y semilla se inclinan reverentes.
Tres soles y la tierra los reciben.
II CONQUISTA I
Viracocha esta triste ¿que tendrá Viracocha?
Los tres soles girando ¿Adonde Irán los soles?
El cuarto sol… oscuro alumbramiento
de girasoles negros, en el sol en la luna, en el cielo en la tierra
Toc-toc
¿Quién es? El pícaro portugués
Por la otra puerta que por esta no es
Agua. Tierra!!!!!!
“La princesa esta triste ¿que tendrá la princesa?
Ha perdido la risa ha perdido el color”
“Poncio Pilato las bolas te ato “
Si no me das joyas no te desato
Cuatro soles alumbran el despojo de América.
Lunas de pluma y plata .Un cielo de turquesas.
Alfombra de girasoles rojos
CONQUISTA II
Una rosa de sílice. Arena y agua.
Encerrada en la mezquita trasparente.
Cerrazón. Herrajes acoplados.
Las rejas no se ven pero se escuchan.
Entre las redes entramadas. Busco
El nudo de la telaraña azul del miedo.
Es la primera noche,
Talvez la última.
Quiero escapar
El tenebroso amor del carcelero
Se refleja como sombra siniestra en mi ventana.
Asoman azoradas las hilachas de girasoles negros.
Los golpes en las rejas invisibles
son tan duros tan duros, ay tan duros
como la argamasa del amor y el odio.
Quiero escapar, en mi barco de papel
en el cometa con cola de ratón
o en la parsimoniosa baba del caracol errante
Otra vez la masacre.
Exterminio. Alfombras de girasoles negros.
Genocidio. En masa. Uno a uno caen los girasoles negros
Chorros de sangre. “nanas de la cebolla”
Percepciones negadas, burladas, cercenadas.
Ay como duelen los invisible golpes.
Hay que mojar las toallas
Que no queden huellas, que solo muera el alma
ESPERA
Quiero escapar…
Me aletargo en el patio central de la mezquita
Y ronroneo como un gato al sol de un crudo invierno.
Esta es la última noche,
talvez la primera
Comienzo de nuevo a desandar la telaraña azul del miedo
Elijo de nuevo la sombra siniestra
del tenebroso amor del carcelero.
Amor, amor no temas a las sombras de la noche
A lo lejos, muy lejos verde de girasoles y otra espera.
*De Amelia Arellano. amelia.arellano@yahoo.com.ar
*
Ella dice:
«la luna acaricia el alma
de los demonios».
Si
el mundo
es un lento simulacro de sí mismo,
no le importa.
Levantará un rascacielos
de sal
en el centro
del
silencio.
Vivirá libre.
*de Carlos Cuccaro carloscuccaro68@yahoo.com.ar
*
Despierta, con las pestañas anudadas al cansancio, esperó conocer la sentencia que dividiría las aguas.
Cuando comenzó a cantar y contar la lluvia, el cielo se puso grande, se apagó el silencio treinta y seis segundos que fueron treinta y siete y se dividieron las aguas.
*de Ana Lia Gattás. analia_gattasz@speedy.com.ar
El minuto por un instante*
Era un minuto tan intenso, tan bello, que quería acapararlo para siempre.
En ese instante voraz deseaba apropiarme de los de perfiles de la seguridad. Presagiaba que iba a volar a terceros, como así “debe ser”. Pero quería quedarme con esa sensación de frescura y plenitud. Qué egoísta me sentí.
Como en una burbuja de las historietas, tenía secuestrado a ese minuto tan dulce, tan tierno. No deseaba que se disipara de mí.
*De Nora Azul del Rosario Akimenco azulaki@hotmail.com
LA AMISTAD EN EL PLANETA LEJANO*
"Ellos vivían en un lejano planeta, en comarcas muy distintas y distantes; bajo las luces de dos grandes soles refulgentes que hacían que hubiera una noche cada dos días, y las sombras se cruzaban entre ellas. En ese mundo a veces había dos atardeceres, o dos amaneceres en un mismo día, y a veces hasta un amanecer y un atardecer al mismo tiempo; y de tanto en tanto eclipses entre los mismos soles, o entre las lunas, o mezclados, en una espectacular orgía celestial. Había seis lunas, y la gente era o muy lunática o bien muy romántica.
En ese entorno la locura de ellos eran una normalidad; ser amigos durante siglos y nunca llegar a conocerse.
No se conocieron porque temían decepcionarse entre sí.
Temían ser especies distintas, como reptiles y aves, o siendo incompatibles, o enemigos, y terminar comiéndose entre ellos, como los animales salvajes que poblaban las selvas extensas que aún quedaban, después de la última glaciación y el reciente recalentamiento global; que venían una y otra vez después del gran cataclismo que provocó la caída de la luna mayor, que hizo rotar al planeta al revés durante varios siglos.
La gente primero se volvió loca, y luego moría aparentemente sin motivo. Murieron casi todos. Quienes quedaron se temían unos a otros, y se fueron retirando a lo más profundo de esas selvas húmedas y oscuras. Los animales salvajes proliferaron y se fueron adueñando de lo que quedaba del mundo. La naturaleza cubrió rápidamente de leñosas enredaderas, plantas gigantescas y marañas espinosas, todos los signos de las grandes obras de la antigua civilización. Llovía a torrentes con
aterradoras tormentas casi todos los días y los arroyos se hicieron ríos y los ríos verdaderos mares.
Sobrevivir fue un verdadero milagro.
Pero ellos siguieron siendo amigos; aun que no se conocieron nunca.
Dentro de poco, en este mes, en aquel planeta tan soleado y lunático; perdura la antiquísima tradición de celebrar el día del amigo.
Espero que ellos sigan siéndolo".
*De Celso H Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
Avellaneda, S.Fe; 19/07/08
Carta Póstuma*
En memoria de Juan Rulfo,
Y al estilo de su "Pedro Páramo"
Querido amigo, te digo así porque te fuiste siéndolo, lo fuiste y así será por este tiempo. No se ha de extrañar la vida como a un amigo, aunque sigue siendo la misma: Siempre tan impredecible.
Sabes, acá las cosas en realidad no han cambiado: el Sol sale y se esconde aún por los mismos sitios, y yo lo observo de vez en cuando aquí acostado, tú lo debes saber bien que llevas tiempo aquí tirado… Aún sigue el olor a tierra mojada y ese sabor que solo la buena lluvia sabe dar al campo, que cuando uno habla parece metérsele entre los dientes, pero de eso debes saber más tú, que llevas tiempo aquí enterrado.
Anoche pasé frente de ti, te saludé de lejos y me detuve para ver si respondías: No lo hiciste… Al principio creí que estuvieras enojado, después entendí que no debo malinterpretar tu silencio, que se trata solo de eso, que solo es que sigues sepultado. Por eso me dije que las cosas aquí no han cambiado: la lluvia sigue cayendo del mismo modo, a veces tanto que aunque uno no se mueva se moja por todos lados, pero eso tú lo debes saber mejor que yo, pues llevas tiempo así acomodado.
La sopa se sigue sirviendo en tu plato, las "mañanitas" aún se cantan en tu cumpleaños… Y cuando el frío llega en invierno, hasta te espero con tu cobija, a veces toda la noche, despierto y sintiendo cómo se me congelan los huesos, aunque de eso tú debes saber más que yo, que llevas tiempo siendo huesos.
Por eso estoy ahora aquí a tu lado, porque las cosas aún no han cambiado: te dejo recados con tus vecinos, me paso las horas hablando contigo... Hasta he dejado mi número telefónico anotado aquí en tu lápida, junto al "Descanse en Paz" y hasta el momento no has respondido... Por eso ahora escribo para asegurarme recibas mi saludo, que te fuiste sin despedir, y espero te comuniques conmigo. Es solo que no se ha de extrañar la vida como se ha de extrañar a un amigo... Aunque aún no sé si el correo llegue allá abajo, me despido.
*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
... Porque no solo de Pan Vive el Hombre... Sino de Sueños y Esperanzas...
LA CLAVE NIPONA*
*de ROBERTO FONTANARROSA
Acallados los fragores de la Segunda Guerra, comenzaron a tomar conocimiento público diversas versiones demostrativas de que el feroz ataque a Pearl Harbour, se hubiese podido evitar.
Desde aquellos que afirman que dos meses antes del traidor golpe japonés la base norteamericana estaba a punto de cerrarse para ser convertida en un gigantesco parque de diversiones, hasta la versión que sostiene que una semana antes del fatídico domingo 7 de diciembre de 1941 estaba a la firma del presidente Roosevelt el proyecto de vender los predios de Pearl Harbour al consorcio de las hamburguesas Mc Donald, han desfilado innumerables suposiciones que atribuyeron a la fatalidad o a la desidia, el escarnio que sufrió la flota americana aquella trágica madrugada.
Pero recién en estos días sale a la luz el resultado de los prolijos estudios llevados a cabo durante cuatro décadas por el científico holandés Théodore Leendert, apasionado por el suceso bélico, quizás debido a que uno de sus hijos (para ser más precisos, el tercero) lleva el nombre de Pearl.
A continuación, pasamos a las conclusiones de Leendert, publicadas el 8 de junio del actual año, en el periódico "Chicago Voice" de Boston, dentro del suplemento familiar que, todos los domingos, este medio dedica al rubro "Catástrofes".
El Ministerio de Marina, bajo la tutela del almirante Frank Knok, conocía, a los siete días del mes de marzo de 1941, la clave empleada por la marina imperial nipona. Se había dilucidado algo fundamental: cada letra que conformaba una palabra irradiada tenía su correspondencia en un número. La suma de los números que totalizaban una palabra daba la ubicación de una nueva palabra en un libro cualquiera, elegido al azar por el alto mando japonés.
Para el espionaje yanqui, este logro revestía una importancia vital, ya que alcanzarlo le había sido sumamente engorroso. Desde los comienzos de la guerra ruso-japonesa (1904-1905), se había empecinado el almirantazgo americano en descifrar los mensajes nipones, sin éxito.
Ese afán lo llevó a escrutar minuciosamente la guerra austro-húngara, incluso sin que hasta el día de hoy pueda entenderse tal desvelo.
Durante casi una década sus estudiosos en hermenéutica estuvieron descifrando, tomando anotaciones y fatigando una clave que, al final, descubrieron, pertenecía a la flota pesquera coreana y no a los japoneses. Llegaron a tal conclusión al descubrir, por casualidad, que "Chin-tien" significaba "atún" y no "destróyer".
Pero tal vez el recuerdo de ese mismo traspié dio al Centro de Inteligencia Naval, casi una década luego, la punta del ovillo para conseguir la clave de las naves del Sol Naciente, poco tiempo antes de que los Estados Unidos fuesen impelidos a entrar de lleno en la Segunda Gran Guerra.
No se debió el éxito a ninguno de los cerebros más relevantes de los Servicios de Inteligencia, sino a Grover B. Hayes, natural de Delaware y cocinero de la dotación del buque patrulla "Here we go II". Hacía tiempo que el espionaje yanqui había llegado, al menos, a una conclusión importante dentro del desaliento y la confusión que lo atenaceaban: la clave japonesa naval estaba relacionada con un libro de la propia literatura nipona. Aquella precisión se obtuvo tras haber detectado varios mensajes emanados desde el buque-escuela "Hideiyoshi Makura", en los cuales el telegrafista acotaba tras cada frase: "página 8" o "página 27" o bien "Prólogo". La duda cundió entre los especialistas americanos cuando cayeron en la cuenta que el "Hideiyoshi Makura" no sólo era un buque-escuela, sino que era de escuela primaria e incluso hacía las veces de jardín de infantes, cosa que estaba en consonancia con el significado de su nombre: "Dragoncito Picarón" en japonés. Eso hizo pensar a los marinos de Husband E. Kimmel que los mensajes sólo podrían encerrar consignas elementales como "El samurai me ama", "El perro come el arroz" o nimiedades semejantes.
La duda vino a ser despejada por el ya citado cocinero Grover B. Hayes, quien afirmó, ante el reunido alto mando naval aliado, que el libro sobre el cual se descifraba la clave interceptada no era otro que "Cocina nipona para principiantes", del monje budista y maestro repostero Togukawa Okuma.
Hayes, contrito, confesó que él estaba al tanto de dicho detalle desde hacía cuatro años, ya que solía incluir en sus comidas algunas especies recetadas por Okuma, pero que no lo había expuesto ante sus superiores temeroso de ser acusado de simpatizar con el enemigo.
De cualquier manera, el aporte de Hayes (quien fue ascendido a Cocinero Alférez en la prisión militar de Promontory, Utah) tranquilizó al Superior Comando de Asuntos Marítimos, ya que, desde el momento en que habían olfateado que el dilema podía hallar su solución en la literatura nipona, habían estado analizando a fondo toda la obra de Pearl S. Buck, hasta caer en la cuenta de que dicha autora, a pesar de escribir asiduamente sobre las costumbres orientales (chinas, para ser más exactos) era norteamericana.
A partir de este hallazgo y durante casi dos años, la marina norteamericana logró mantener un prudencial control sobre los mensajes cruzados por los navios japoneses, ya éstos en operaciones bélicas. Pero el 3 de octubre de 1941, el almirante Nimitz fue notificado de que los nipones habían cambiado la clave. El Servicio de Prevención Costera había llegado a esa comprobación debido a dos hechos, uno de ellos fortuito: por un lado, la infidencia de un residente japonés radicado en San Francisco, quien propaló la noticia a grito vivo en un local de Burger King adonde se había puesto en total estado de ebriedad al mezclar una bebida cola con "Doctor Pepper"; y por otro, el simple hecho práctico de que en los mensajes interceptados no se entendía absolutamente nada.
Esto perturbó al Comando Estratégico de Operaciones Navales, el que se abocó, de inmediato, a conseguir la nueva clave de la flota de Yamamoto. Como si esto no fuese suficiente, algo más sumó nueva preocupación al ya inquieto Estado Mayor americano: había vestigios, indicios, rumores, de que algo grave estaba por abatirse sobre alguna de las más importantes bases navales yanquis. Desde Hawaii, por ejemplo, se había copiado un radiograma del teniente Calvin K. Polk, donde informaba, entre otros datos: ". . . las gallinas mantienen una conducta extraña. Se ocultan bajo los blindados anfibios, picotean las cargas de profundidad y se la pasan observando el cielo. Los perros se ven inquietos y desasosegados, aullando lúgubremente sin razón aparente. Los pájaros se han retirado desde hace días y las cabras insisten en comerse los carteles indicadores del asentamiento de submarinos".
Mientras algunos observadores atribuían tales señales a la tal vez próxima amenaza del tifón María Elena de los Angeles, los investigadores del Centro de Inteligencia Naval se zambulleron de cabeza sobre las pocas pistas que permitirían alcanzar la flamante clave japonesa.
Y el 28 de octubre de 1941 (a sólo 25 días del cambio de clave) lo consiguieron. Nuevamente gracias a una infidencia y nuevamente debido al residente japonés que volvió a embriagarse, esta vez con cereales Quaker fermentados. El nuevo libro en donde se basaba la clave japonesa era un compendio de poemas de Taisho Satsuma, mandarín de Sapporo, titulado: "La grulla me mira y no sé qué quiere".
No tuvo el Alto Mando casi tiempo de abocarse a estudiar el nuevo sistema cuando una noticia sacudió sus cuadros. La boya espía N-82 "Unsinkable Inkstand III", flotante en aguas del Pacífico cercanas a las islas Marianas, había interceptado un mensaje cifrado. De inmediato la boya radió el descubrimiento al portaaviones "Enterprise", desde donde también detectaron el mensaje que salía al aire, matemáticamente, cada cinco minutos y decía así: "El día domingo 8 de diciembre (1) de 1941, a las 07 de la mañana, atacaremos la base norteamericana de Pearl Harbour y la haremos benkei-go(2)".
Febrilmente, la Inteligencia Naval se lanzó a la intrincada tarea de descifrar el extraño mensaje. Sin duda alguna, encerraba algún comunicado importante y perentorio dado lo obsesivo de su repetición.
Finalmente, a las 2 de la mañana del día 6 de diciembre, los catorce hombres seleccionados para arrancar del libro de Taisho Satsuma la verdadera lectura del misterioso mensaje, habían logrado transcribir un nuevo texto, siguiendo los mecanismos correspondientes. El texto decía así:
El paso
del tigre en la
sombra del lago
triza
el sonido suave de una caña
y
el rostro
de la mujer
de Roosevelt
parece el culo
de un mono
tailandés.
Los componentes del cuerpo investigador comprendieron que se hallaban ante una patraña urdida por la Flota nipona. Era la única posibilidad que explicaba tan directo agravio inmerso en el poema de caprichosa métrica.
Se descartaba estar frente a una edición pirata y falseada del libro de Satsuma. Esa certeza ganó el espíritu de los hombres del Alto Mando. Sólo un detalle permanecía flotando en el desconocimiento." ¿Cómo era un mono tailandés? Decepcionados y ¿por qué no? ofendidos, los americanos desestimaron el mensaje que, pese a todo, continuó irradiándose desde la Flota japonesa durante aquella noche.
Promediando el día siguiente, la mayor parte de los orgullosos navios de superficie norteamericanos lanzaban llamas y humo hacia el cielo de Pearl Harbour.
El verdadero significado del repetido mensaje nunca fue obtenido.
(1) N. del E.: 8 de diciembre para Japón, según los husos horarios, 7 de diciembre para los EE.UU.
(2) N. del E.: "Benkei-go": coreanismo intraducibie. Algo relacionado con el excremento humano o animal.
*Incluido en NO SE SI HE SIDO CLARO Y OTROS CUENTOS
EDICIONES DE LA FLOR. 1985
EL LLANERO SOLITARIO*
Al tío Piruco.
Quizá sea por ese pasaje imperceptible que dan las estaciones, en este día, un 21 de junio donde el calendario impone que ya no es otoño. O es, sólo una pequeña brecha de memoria en el olvido que quedo de las estaciones, umbrales difusos de paso lento e irreversible como ese desvestirse hoja a hoja de los
árboles, en su espera latente para crecer fuerte de primavera.
Veo en el cielo un mar frío, cerrado, y me pregunto a donde va a parar tanta gota evaporada en lágrimas, ausencias esperando un ciclo para llover y renacer sobre las cosas y la gente, recordándoles que están vivos. Nada más fuerte que una lluvia fría en el rostro de cara al cielo para abrir
fisuras de recuerdos.
El invierno, ese gran olvido superficial, máscara lábil de los cambios por venir. O lo antiguo retornando en la mascara de nuevos rostros y brotes verdes. Grandes preguntas en un pasaje imperceptible donde muchos ya no están. Hoy me acorde de aquel invierno donde el tío Aldo se despedía poco a poco, entre ahogos por sus pulmones cerrados al aire, diciendo las verdades que le había dejado toda una vida. A mi me dedicó algunas palabras que no supe entender en ese momento. Ese mismo invierno cuando mi hija que ahora galopa en el patio, nació con su cordón umbilical enroscado al cuello como horca del Far West, sana y salva de la asfixia por una providencial cesárea. Allí estoy en la clínica con mi hijo, sentado en la escalera enfrente de la sala de partos. Chaplin y el Pibe, una misma imagen de indefensión ante cada acontecimiento.
- ¿Me vas a comprar la máscara y el traje...?.
Cuando nazca tu hermanita. -le dije.
Estamos en la habitación de la clínica, con la bebe dormida, el nene hace malabares parado en la cama contigua a la de su madre con el disfraz puesto.
Me parece oír ahora y hoy esa pregunta cuando llegamos solos a casa y le dije que iba a cocinar.
¿Vas a hacer comida extraña, papá...?
- No, apenas mezclar pedacitos de recuerdos e incertezas bajo un mismo fuego. (Quisiera responder hoy después de algunos otoños e inviernos, en el fulgor de un atardecer sin velos).
Están todas esas imágenes mezcladas, mientras sigo viendo el galope de mi hija de 4 años en el patio, escucho atentamente y me parece oír el ruido de cascos por debajo del chirrido del secador sobre las baldosas.
Y es otro invierno, lejano, con lamparita de 25 w en el living para gastar poco, me invade olor de la cocina económica mezclado con el tuco. El Berkeley esta encendido en una esquina, sobre la mesa de tres patas con rueditas, y apenas si puedo recordar esas siluetas, surgidas sin duda de la nada, por detrás de una loma, real como pueblo de vaqueros.
Veo a los dos jinetes recortados en ese cielo ceniza permanente de las series en blanco y negro. El más fornido lleva una mascara y monta un caballo blanco. El otro, flaco y ágil, Lleva ropas de indio norteamericano con flecos y costuras a máquina.
Antes de ser El Llanero él era Clayton Moore, nacido bajo el nombre de Jack en un septiembre de 1914, un hábil equilibrista de circo desde los 8 años.
Toro nació en 1919, como el tío Aldo, con el nombre de Harold Smith, fue boxeador y doble de riesgo. Antes de tomar el nombre artístico de Jay Silverheels y ser el indio Tonto para los americanos.
El Llanero y Toro galoparon juntos entre 1949 a 1957. Mientras el tío andaba navegando y mirando horizontes de cielo yéndose al mar.
Luego de terminada la serie ambos siguieron viviendo de sus personajes el resto de sus días, Silverheels haciendo papeles de indio y Moore haciendo giras como El Llanero Solitario, hasta que una compañía dueña de los derechos del personaje para filmar una película le inicio un juicio obligándolo a dejar de usar la mascara y él nombre del Llanero, al que solo pudo recuperar en 1984.
*
Pienso muchas cosas sin poder explicarlas bien, mientras ando, como Llanero sin rumbo en el vértigo de recuerdos que me traspasan.
Serán esas sensaciones absurdas, desprotegidas de cualquier lógica, las que me hacen caminar las calles y solo ver máscaras en los rostros de la gente.
Entiendan bien, veo máscaras delgadas e invisibles casi calcadas sobre esos poros cerrados al aire. Son rostros sobre los rostros humanamente dados, máscaras para verse en el espejo difuso de los demás.
Allí van los rostros circulantes por las vidrieras, encandilados de objetos que brillan como balas de plata y enmascaran exclusiones sociales que matan.
Creo, abrumado, que la gente dejo de sentir el aire en la piel y sueña ser ese objeto inalterable, rostro de maniquí, breve sonrisa del acto de compra contra la incertidumbre...
Niños enmascarados jugando su ilusión de posesión contra cualquier cambio-pérdida. Puerta abierta que no cierra jamás. Allí van los rostros, afirmando malamente su identidad en un anónimo mercado de fantasías, pagando precios por la máscara de ciudadanía del mercado.
Quizá, por debajo de estas máscaras invisibles no hay representación posible para un mundo social que vive negando y ocultando sus verdades elementales, como ocultan los titulares de los diarios, y me repito en silencio -"los poderosos enmascaran horrores y organizan beneficios en cada acontecimiento
repetido".
Fetichismo trascendente a las mercancías, pregunta profunda por quien es el otro.
Escenas arriba de otras escenas antiguas y repetidas, en una sociedad que solo ve y escucha detrás de cortinas de humo, como en Hamlet, donde la verdad solo puede escucharse, desprovista y oculta de un rostro moviendo los labios, abriendo el sonido de su propia voz.
Pienso en la verdad esencialmente intolerable por uno y otros. En la permanencia de palabras dichas que ya no nos pertenecen: atornilladas como quedan en el oído propio y el de los otros. En esas otras palabras, negadas y hundidas en el cuerpo, fantasmas que agitan aire en alas de mariposa o tornados que abren un después.
Quizá sólo sean imágenes sin relato posible, breves destellos para pensar en una sociedad de brumas donde la regla es no ver, no oír y no saber para siempre la verdad, ni propia ni ajena. Máscaras puestas sobre el deseo de no reconocerse en una historia.
Sigo viendo al Llanero en el galope de mi hija en el patio, ya es de noche, escucho atentamente y me parece oír ruido de cascos.
Allá, esta tío Piruco, dándome consejos con el rostro casi descarnado, y aunque yo no lo entienda, diciendo cosas que le surgen en ese resplandor de última vez:
-Pibe, nunca digas la verdad....
-Porqué tío?
- No van a escucharte y menos entenderte.
El Llanero, único actor que figura en el paseo de las estrellas de Hollywood unido a su personaje de ficción, murió días después del tío, el 28 de de diciembre de 1999, a los 85 años.
*De Eduardo F. Coiro. inventivasocial@hotmail.com
Correo:
DOS CARTAS A OSVALDO BAYER*
Un gobierno popular nunca
podría
equivocarse otra vez
y confundir
a un chacarero
de poncho al viento, con
un hacendado
o estanciero, y empujarlo
ciegamente,
o groseramente, a la
banquina.
Nunca, nunca podría
confundir
a propios con ajenos
y proclamar
y arreciar
con tanta ligereza.
Nunca podría,
nunca, nunca podría,
un gobierno popular
maltratar, herir y
desconocer
a tanto pueblo, y a la
vez
proseguir sin comenzar
un mea culpa.
*
La obediencia debida,
de la que usted
mucho escribió y algo
entiende,
nunca es conveniente,
tampoco
en el Senado; además,
por suerte
o por historia, el pueblo
no la acepta
así como no cree en
esa afiebrada
idea de que por aquí
hubo algún
rumor "destituyente"
o de golpe.
La gente, don Bayer,
está cansada,
eso sí, de mentira y
de soberbia,
de inequidad y necia
propaganda.
La vida, a esta hora
angustiosa,
también es derecho
humano.
Las falacias caen,
las impudicias,
y no basta con decir
o declamar
en este contienente
inclinado
y estafado; es
necesario
siempre un nervio
cierto
para sostener al
viento
las banderas y los
corazones,
que, lo sé, no
cesarán
ni habrán de
abandonarnos.
*de Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
Gran Buenos Aires, julio, 2008
*
Queridas amigas, apreciados amigos:
El domingo 20 de julio del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de los compositores Cesar Guerra Peixe, Marta García Renart, Carlos A Vázquez und Mariza Rezende. Las poesías que leeremos pertenecen a Jorge Mendoza Castaño
(Colombia) y la música de fondo será de Wankamaru (Andes).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo! Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
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Tel. + Fax: 0043 662 825067
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