martes, julio 14, 2009
HACIENDO VISIBLE, LO INVISIBLE...
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La había ab&onado. Se quedó llor&do y quej&dose por ello. Después de estar mir&o a su alrededor durante unos minutos decidió salir &&o del lugar e inició su caminata. Cu&o ya llevaba &&o un buen rato vio un hombre que se le estaba acerc&o silb&o una canción muy pegadiza.
"Cu&o salí de Cuba..." y el aire le devolvía la melodía inund&o el ambiente.
Se iba calm&o y al ir record&o los años pasados se fue alegr&o por haber sido ab&onada.
Marchó camin&o más reconfortada, olvid&o el ab&ono y su tristeza.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
HACIENDO VISIBLE, LO INVISIBLE...
CADA PINCELADA DEJA LA HUELLA DE SU ERROR*
Le explicaba a Juan Manuel la dificultad de la acuarela como técnica, una técnica que utiliza esa materia liviana y transparente, ese pigmento apenas perdurable, esa nada de color difuso, esa mancha sutil. Y le dije; comparando el óleo que puede repintarse, taparse, corregirse; que en la acuarela cada pincelada deja la huella de su error. Una de esas frases maravillosas que venidas de otros lados hallan una aplicación a la forma en que se da el mundo.
Decía en broma Juan Manuel que para resultar interesante diría, para explicar los fallos y la propia historia, para justificar un poco el propio rostro, que en él cada pincelada ha dejado la huella de su propio error.
Y es así, estamos surcados de antiguas pinceladas que se ven tenuamente debajo de las nuevas, y por mucho que acumulemos capa tras capa de materia evanescente, no podemos hacer desaparecer las huellas que el tiempo, las decisiones, los aconteceres fueron dejando siempre fijas y siempre adivinables como soporte de lo que tratamos de dibujar por sobre ellas.
Somos el resultado de esa materia liviana y transparente, somos una acumulación de felicidades y malas horas, y no las podremos negar aún si accedemos a la senectud que va vaciando los frascos y despeja los estantes. Seguirán percibiéndose las viejas pinceladas, y no serán quizás menos dolorosas. Ni acaso menos gozosas.
Nos miramos en los reflejos fríos. Y el primer amor, y aquella íntima vergüenza, y ese día que no podemos recordar sin que algo se mueva en las profundidades, todo está allí, capa sobre capa sobre capa. Y eso somos al fin.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
EL CHEQUE*
Ercilia constató la hora en el reloj de pared y fue conciente de las señales de su estómago. Eran las once de la mañana y había ingerido su desayuno a las seis, era evidente que tenía hambre.
Con lentitud fue hacia la heladera pues no recordaba qué provisiones había en ella, su memoria últimamente adolecía de un cierto retardo, y constató que su aprovisionamiento era algo precario. Claro, día 29 del mes, su monedero ya no contaba con ahorros.
Con lo que encontró se dispuso a preparar algo cuando sonó el timbre de la puerta de calle.
- Doña Ercilia, tiene carta – gritó José, el cartero que hacía años repartía la correspondencia.
En cierto modo se sobresalto, ¿Quién le escribiría a estas alturas? Pero no fue mala la noticia, del Ministerio le informaba que se hallaba al cobro una diferencia que no había sido liquidada en su oportunidad cuando al morir su marido le otorgaron la pensión.
- Bueno – se dijo, - en vida no me diste mucho, creo que te estás reivindicando.
A la mañana siguiente fue a la oficina que indicaba la carta.
- Buenos días, quiero retirar este cheque – y le extendió a la empleada la nota recibida.
Sin ni siquiera contestar su saludo, la mujer comenzó a buscar en una caja llena de papeles, al poco rato localizó el documento y recién la miró.
- Su documento, por favor.
- Aquí está.
- ¡Pero usted no es Gabriel Mendez!
- No, querida – respondió Ercilia con ironía, - él murió, yo soy su esposa y ya cobro la pensión.
- Pero el cheque está a nombre de él, usted no puede cobrarlo.
La mujer nunca pudo expresar ni explicarse, cual fue su sensación; fue una mezcla de angustia, asombro, rabia, incertidumbre, todo junto, que culminó en impotencia.
- ¡Pero él está muerto!
- Si, pero yo no puedo darle el cheque que no está a su nombre.
- ¿Y qué hago entonces?
- Vaya a la Asesoría Judicial y pregunte allí.
Muy frustrada por una parte por el trato y por la otra debido a que en ese momento un dinero extra le era sumamente necesario, se dirigió a la oficina judicial.
- No puede ser – le dijo el empleado con una sonrisa burlona, - no puede ocurrir eso. ¿Cómo le van a extender un cheque a un muerto?
- Le aseguro que esa es la verdad y ustedes tienen que decirme cómo cobrarlo. Ese dinero me corresponde. – Ya Ercilia estaba al borde del llanto.
- Bueno – agregó él en tono conciliador – espere que voy a averiguar.
Entonces comenzó el peregrinaje: primero el despacho del Jefe de la Oficna Reclamos, luego el secretario del Director, después el Subdirector y por último el Director en persona cuando ya ella de tanto contar la misma historia y no recibir una solución aceptable, estaba a punto de estallar.
- Tranquilícese – dijo el último funcionario, - mi secretario le va a redactar una nota y pediremos la autorización del juez para que pueda cobrar ese dinero.
- ¿Y cuánto va a tardar?, - alcanzó a preguntar ella con un hilo de voz.
- Trataremos que en quince días esté todo listo
- ¿Quince días?
- Si, tal vez antes. – Se levantó, se acercó a ella , le puso la mano en el hombro y la condujo hasta la puerta del despacho sin el menos signo de preocupación.
Caminó como autómata hasta la salida, allí quedó de pie un largo rato. ¿Qué haría? Era el único interrogante que zumbaba en su cabeza.
Llegó a su casa sin saber cómo porque su mente era un torrente de fantasías que se chocaban unas con otras para ver la luz primero. Estuvo sentada en su silla favorita largo rato, de pronto se levantó, fue hacia el teléfono y marcó un número.
- Federico, ¿tienes algo que hacer a las seis de la tarde? Bueno, ¿puedes pasarme a buscar? Gracias.
La mañana brillaba envuelta en un sol tibio, la City estaba abarrotada de gente que iba y venía apurada. Ercilia descendió de la camioneta de Federico y este la ayudó a bajar su carga. Erguida y serena comenzó a caminar hacia la entrada del Banco. un enjambre humano se detenía a su paso y quedaba mirándola con los ojos muy abiertos, ella no se inmutó y así entré a la entidad bancaria empujando su carrito. Se detuvo delante de la empleada que había consultado el día anterior.
- Bueno – le dijo, - aquí está mi esposo, ¿puede darme ahora el cheque? – señaló el ataud colocado en su remolque.- Aquí tengo la autorización para cobrar sus haberes, - y le extendió la credencial con la cual había cobrado su sueldo cuando él estuvo enfermo.
*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar
-Esta influenza negativa*
No tengo una teoría desde el punto de vista médico.
Lo que digo es que la enfermedad da justo con el perfil de esta sociedad de muros y barreras. Ojalá que pase pronto, una cosa es protegerse de un mosquito y otra de un ser humano, sus charlas y sus besos.
EL taparse la boca con el barbijo, el no poder reunirse, viajar, y tener que cuidarse del contacto puede ser necesario pero al mismo tiempo es malsano para el alma. Me recuerda a la dictadura con sus reuniones prohibidas y la desconfianza del que teníamos al lado.
Los cines y teatros vedados y las pizzerías y los desiertos cafés.
Qué pesadilla !!! Lo mejor es quedarse en casa como decía mi mamá y creo que también Videla.
Pienso que no, que en la calle además de los virus fluye la vida y lo desconocido capaz de traernos buenas nuevas, o los otros (si es que se animaron a salir) capaces de ayudarnos a combatir las tantas malas nuevas.
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
Tiempo vivo*
*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Empieza así: hay un niño tirado en el suelo de sus vacaciones de invierno o de sus vacaciones de verano. Mira al techo sin mirar nada. "Estoy aburrido", gime y suspira. Se pone de pie, camina unos pasos, se sienta y no llega a decir "Ya no estoy aburrido" o "Estoy divertido" porque no hay tiempo para eso, no hay tiempo para nada, no hay tiempo que perder si lo que se quiere es ponerse a perder el tiempo. No ha pasado más de un segundo entre un estado y otro. Así, el aburrimiento nace muerto. No tiene tiempo de crecer y de madurar y de saber en qué se convertirá o en qué podría haberse
convertido. Ya no hay tiempo para el tiempo muerto, dicen.
DOS Pero, en realidad, es tiempo vivo. Y yo me acuerdo perfectamente de cómo era: de pronto, el mundo parecía cambiar de marcha, convertirse en una película en cámara lenta, sin actores ni público. No había nada que hacer: y uno flotaba en una suerte de ámbar espeso, en una gelatina de minutos y de horas. El mundo que nos rodeaba parecía haberse acostado a dormir una siesta con los ojos abiertos en la que las ovejas se negaban a saltar esa valla y nos miraban con ojos bovinos y bobalicones. Lo siento como si fuera ayer y aquí mismo a pesar de las decenas de años y los miles de kilómetros -el aburrimiento no tiene tiempo ni espacio- y, habiendo alcanzado las cimas de la más laxa de las agonías, recuerdo que, de golpe, algo ocurría. Y ese algo era que algo se me ocurría. A mí y nada más que a mí. Y entonces percibía
cómo el aburrimiento se retiraba con un bostezo resignado, se abría o se alzaba como un telón y -supongo, nunca lo intenté- una sensación similar a la de arrancarles una chispa a dos piedras. Y la velocidad era otra y yo me erguía fortalecido y caminaba seguro hacia un libro, un tocadiscos, un block
de dibujo, una caja con Legos, un patio, un cuaderno, una calle. Yo había sobrevivido -una vez más y, por suerte, no sería la última- al aburrimiento.
Yo tenía toda la vida por delante, todo ese tiempo tan vivo.
TRES Días atrás leí en El País un largo artículo de María Antonia Sánchez-Vallejo titulado "La vida sin tiempos muertos" y con una larga bajada donde se consignaba: "El ocio se ha convertido en un espacio tan ocupado como el laboral en el que no se deja cabida al aburrimiento / El exceso de actividades de los niños merma la actividad y la reflexión".
Y -advertencia- ésta no es otra contratapa en contra de Internet y sus alrededores pero, bueno, parece ser que el aburrimiento del siglo XXI ha cambiado de polaridad. Antes -en infancias unplugged o apenas a pilas- los niños se aburrían porque no tenían nada que hacer. Ahora, parece, se aburren porque la oferta electrificada es demasiada, los desborda, no saben qué elegir y así el aburrimiento -en lugar de ser la tierra baldía pero tan fértil donde podía llegar a florecer la flor más carnívora de las
ocurrencias- se ha transformado en algo demasiado parecido al estrés. El aburrimiento es tan breve que ni siquiera hay tiempo para experimentar la maravilla de entrar en el aburrimiento y salir del aburrimiento. El aburrimiento se ha convertido en una especie de aparentemente divertida Zona
Fantasma donde ya no hay nadie que sepa abrir la puerta para ir a jugar.
CUATRO En el artículo, una psicoterapeuta y profesora de Psicología Clínica Infantil y Adolescente de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid llamada Angustias Roldán (qué padres pueden llegar a ponerle un nombre así a su hija, me pregunto) defendía el aburrimiento con un "Es bueno porque
estimula la creatividad; ayuda al niño a observar, a reflexionar, a imaginar, a crear. Antes nos inventábamos juegos con un palo y unas piedras; ahora, en cambio, todo está pautado y el margen de creatividad es mínimo.
Además, la sobrecarga de actividades también favorece el aburrimiento. El tiempo muerto es un espacio en el que el niño aprende a estar consigo mismo, así gana autonomía y no depende tanto de cosas externas, como horarios o actividades impuestas, o de los mayores".
El otro día vi por televisión un documental sobre la comunicación adolescente a través de las redes sociales on line. Facebook & Co. Y ahí, en la pantalla, una chica proclamaba a los cuatro vientos, orgullosa, que tenía 2500 amigos "a los que no conozco". La música de fondo utilizada por los realizadores del programa era esa canción de Roberto Carlos. Aquella que dice "Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder chatear..."
CINCO Uno de mis libros favoritos se llama Quotes y recopila las opiniones el J. G. Ballard. El escritor inglés estaba a favor de Internet pero advertía: "Ahora vivimos rodeados por tecnologías invisibles y por cambios secretos en nuestra psicología. Los cambios que tuvieron lugar durante los años '60 estaban ahí afuera, eran cambios frontales. Los que están teniendo lugar ahora son mucho más difíciles de leer y, también, mucho más radicales... La experiencia humana parece estar, silenciosamente, mudándose
a otro planeta... Yo estoy esperando el surgimiento de una nueva religión exclusiva de la red en la que la gente se sentará frente a sus monitores como si se trataran de confesionarios y adorará a otro dios invisible".
Y, sí, la religión es el ocio de los pueblos y la diversión de los internautas, quienes creen todo lo que ahí se les predica, incluyendo la posibilidad de acceder a un paraíso virtual sin necesidad de morirse. Y ser
otros. Ser como siempre se quiso ser en un abrir y cerrar de ojos de mouse. Qué divertido.
SEIS La semana pasada -lo recuerdo perfectamente- me aburrí varias veces.
Durante una de ellas encendí el televisor y me puse a ver el funeral de Michael Jackson. Todos cantaban, todos lloraban, todos se abrazaban. Y yo ahí tirado, sintiendo cómo era contagiado por el virus del aburrimiento.
Cuando junté fuerzas suficientes me arrastré hasta un diccionario de citas, lo abrí por las páginas dedicadas a Aburrimiento y allí leí una graciosa frase de Brian Eno: "Recuerden: el tedio es el mensaje".
Después, enseguida, me puse a escribir estas líneas que espero no hayan sido muy aburridas. O, mejor, ojalá que sí lo hayan sido. Ahora -a ver qué hacen, es el turno de ustedes- ya están adentro, a ver cómo salen.
Y no olvidarlo nunca: el problema no es estar aburrido, lo que no tiene solución es ser aburrido.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-128184-2009-07-14.html
Calores*
Acaso en los días calurosos recordamos desiertos recorridos a camello, soles de otras galaxias, volvanes, fiebres, sexos ardientes y un inmenso hongo sobre Hiroshima. Un calor bíblico: el golem, la noche de San Valentín, el gol de Maradona a Inglaterra en un mediodía de México; Robespierre rumbo a la guillotina sudando una ardiente utopía de sangre. Las novelas de Faulkner; El extranjero de Camus con la cara de Mastroianni. Verano del 42, de Robert Mulligan. Carlitos Gardel en traje de baño cerca de Niza. Una mirada que se nos cruza entre la multitud. Repaso de memoria esos y otros calores que no se olvidan nunca. Son muchos y cada uno tiene los suyos. Para mí hay siempre un viento chorrillero y mi madre con la linterna matando vinchucas allá en San Luis. Y después el aguacero, el arca sin Noé, los ríos que desbordan, la Boca con tres goles y aquel canto de River: la Boca, la Boca... la Boca se inundó...
Una historia de viejos calores me sucedió en Mar del Plata. Con treinta y cinco a la sombra se me acerca un tipo bastante estropeado. Necesita cuatro pesos. Había salido de La Banda, Santiago del Estero, con un corderito bien asado que la madre le mandaba a un hermano de Balcarce. No interesa si el relato es verdadero o falso: el hombre necesita cuatro pesos y sabe contar su historia. Tiene sangre en el pantalón, cara de no saber a dónde va ni para qué y me llama hermano con tono de feligrés en desgracia. No puede caer más bajo. Me dice, con el tono y los tiempos de verbo de allá, que lo han tirado del tren. Venía con su paquete de corderito asado y cerca de Mar del Plata una patota le arrebató todo. A él y a dos señoras atacaron. Con el calor de infierno que hacía en el tren. En otras ocasiones a esa altura ya he sacado un billete, pero estamos solos en medio de la calle, cerca del Faro, oímos el ruido del mar y hay chicas que se doran en la playa. El hombre que está frente a mí no necesita más sol. Debe andar por los veinticinco, pero arruinados, sin modernidad. Para ubicarse, si hace falta: un personaje de Erskine Caldwell perdido en el centro. Steinbeck tal vez. Viñas de ira con la resignación de los noventa. Usted imagina al abuelo, le pone cuatro trapos azules y es un soldado de Belgrano. Después, algo le pasó en el camino. Lo tiraron del tren.
Se guarda el billete, me encomienda a la Virgen, pero se queda porque quiere terminar su relato. ¿Conozco La Banda? Sí, claro que conozco y si no vivo allí es porque mi padre se pasó de largo entre un traslado y otro. Lo que más me impacta es la pausa larga que hace cuando ya tiene el billete: dos días que no como, hermano. ¡Ah, no! ¡Eso es demasiado! Le agrega sensiblería a una anécdota que ya parece un golpe bajo. Pero no, es él quién anda bajo y no hay manera de levantarlo.
Sin documentos, durmiendo en las obras. Nunca va a tener trabajo, pero no se lo digo. Le hablo un poco del calor y me mira como diciendo ¿cuál calor? Intuyo que reza por las noches; peor le va y más agradece a Dios. De golpe me recuerda a otro como él que conocí de chico. Aquel levantaba a cada rato la cabeza porque esperaba el avión negro que traería de vuelta al General. Este no lleva ni esa ilusión. Le sangra la rodilla pero lo que más le duele es haber perdido el corderito que llevaba para su hermano. La policía le dijo que tiene que fijar domicilio en Mar del Plata si quiere que le tomen la denuncia por pérdida de documentos. Me mira y mueve la cabeza como diciendo: ¿Usted me ve domiciliado aquí?
Por la radio del coche escucho el último parte de temperatura. Sensación térmica en Buenos aires cuarenta y ocho grados. El tipo ni se mosquea. Tampoco está al tanto de los tres goles de River a Boca. A las viejitas no las tiraron, hermano; a mí solo, y ahí se va, caminando. Un cuadro de antigua propaganda socialista. Un afiche del peronismo en lucha allá a comienzos de los setenta. Otros, los que quedamos de este lado del ventilador, los que teníamos un bote para remontar la inundación, habíamos recibido el Lobo de Mar que dan en Mar del Plata. Televisión y oropeles: el gran Adolfo Pedernera, Landriscina, Maximiliano Guerra, Mariano Mores, Juan Carlos Morales, el profesor Sadosky, yo y otros más. Una estatuilla hermosa, buena mesa, chicas apetitosas con medias de licra y ahora cae este tipo, con su historia de espanto. Pensaba escribir sobre el calor y como estoy lejos, sin biblioteca, recurro a la enciclopedia que trae el Macintosh. Números y más números. Palabrotas en inglés: calor solar, calor atómico, calor humano. Desisto, no hay cuerpo que resista. Las ventanas abiertas de par en par y al salir a la vereda para mirar la playa me encuentro con el santiagueño que necesita cuatro pesos. No sé por qué, le creo que lleva dos días sin comer. Ahora recuerdo aquel pasaje de Caldwell en El camino del tabaco ( Dios, ¡que antigüedad!): ¿A dónde vas con esa bolsa de nabos, Bill? Y el pobre Bill, que había hecho no sé cuántos kilómetros para comprar por centavos la bolsa de nabos, sabe que todo está perdido. Otros, tan hambrientoscomo él, se la van a arrebatar como si fuera un tesoro. La novela es de 1933, en plena depresión. En cambio al santiagueño le quitaron el corderito y lo tiraron del tren justo a la entrada del Primer Mundo.
Una estación antes. Y eso cambia las cosas, le quita drama a su relato. Si acaso mirara la tele se enteraría que lo suyo es apenas un accidente sin épica literaria.
¿De qué escritor nuestro es el personaje que me encomienda a la Virgen y se aleja por la loma? De Bernardo Verbitsky tal vez. Acaso de Walsh. Más atrás de Larra, de Castelnuovo. Podría cruzarse con los de Arlt pero sin saludarse. Demasiado porteño, Arlt. Éste es un soldado de Belgrano después de Ayohuma. El nieto del soldado. Uno de aquellos que el general Vilas mandó tirar a la frontera para tener menos pobres. A no avergonzarse que el personaje es universal. ¿De Camus, entonces? Sí, uno de los argelinos de El primer hombre o de El extranjero. Pero para mí, su condición de caminante solitario lo hace irremisiblemente de Caldwell o de Steinbeck. De Knut Hamsun, me sopla alguien. ¡No! El miserableaquel que recorría Cristianía a fines del siglo pasado era, creo, un joven ilustrado.
Tengo que releer Hambre porque de joven yo temía que me pasara lo mismo que a él.
Ojalá nadie tome por demagógico o complaciente mi relato sobre el hombre que necesitaba cuatro pesos. Costumbrista sí, es inevitable; realista también, pero de tanto en tanto no viene mal. Un detalle me hizo sospechar de la honestidad de su historia: llevaba los zapatos cuidados. Si acepto que por descuido no se los hayan quitado junto al corderito que traía para su hermano, tengo que admitir que en general, al caer de un tren , uno pierde el calzado. Con el golpazo saltan, se desparraman los tarros. Al menos eso he leído. Pero la vida, aun en sus momentos más vulgares, es más compleja y sutil. Pongamos que el hombre los recogió y, como buen soldado del perdidoso general Manuel belgrano, cuidó antes el calzado que las heridas. Pensar que Mariano Moreno quería hacer una revolución con hombres como éste. Iban, con cuatro trapos colgados, a fundar una nación. Y de pronto los agarró el calor. Treinta y ocho a la sombra y después la inundación. Desde entonces andan desbandados por ahí. Algunos llevan un paquete con un corderito asado bajo el brazo. Otros se lo quitan y los empujan fuera del carro. Así es la vida. Cada vez más.
*de Osvaldo Soriano.
-Incluido en "Piratas, fantasmas y dinosaurios" Editorial Norma. Bs. As. edición de 1996.
Correo:
CONVOCATORIA LITERARIO PROVINCIAL
“SANTA FE, ESCRIBE POR LA DIVERSIDAD Y LA INCLUSIÓN”*
Haciendo visible, lo invisible
Organizado por la por el INADI delegación Santa Fe.
A- La convocatoria comienza el 19 de Julio de 2009 y consta de tres categorías: Cuento, Poesía y Dramaturgia (Breves).
B- Condiciones generales:
La participación es totalmente gratuita y podrán intervenir todas las personas mayores de 18 años residentes en provincia de Santa Fe, por no menos de 5 años.
Los trabajos deberán estar escritos en castellano. El tema será la discriminación, abarcando los sectores mas vulnerados en sus derechos -género, pueblos originarios, afro descendientes, diversidad religiosa, diversidad sexual, personas con discapacidad, migrantes, personas en situación de encierro, personas portadoras de VIH , adultos mayores, personas en situación de pobreza.
Las obras serán originales e inéditas, no siendo excluyente la participación en otros concursos y/o convocatorias, siempre y cuando siga siendo inédita (que no haya sido publicada, aún siendo premiada).
Los originales deberán estar escritos a máquina o impresos por computadora (en letra Arial, tamaño 12), a doble espacio, en una sola carilla por hoja tamaño A 4. Deberán presentarse por triplicado y tendrán que estar firmados con seudónimo. No siendo excluyente, solicitamos agregar el material en CD por razones de organización.
En sobre cerrado, aparte y con el título de la obra y el seudónimo escritos en el exterior del mismo, deberán informarse los datos personales (nombre y apellido, D.N.I., dirección postal, teléfono y/o e-mail).
Cada participante podrá participar en una, dos o las tres categorías convocadas, pero sólo con un trabajo por cada una.
La admisión de las obras finaliza el 2 de Octubre de 2009.
La presentación de la/s obra/s podrá/n realizarse mediante envío postal o personalmente a nombre de la INADI delegación Santa Fe, cito en:
Cándido Pujato 2751 1º piso
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, UNL.
Código Postal 3000 Santa Fe.
En caso de envío postal, se tomará como válida la fecha del matasello del correo, que no podrá ser posterior al cierre de la convocatoria (2 de octubre de 2009). Personalmente, se recibirán los trabajos en la misma dirección, de lunes a viernes, de 8:00 a 13:00hs.
Los organizadores designarán el jurado para cada categoría, los que no podrán declarar desierto ninguno de los premios, a menos que no se presenten las obras necesarias para cubrir los premios.
Se seleccionarán diez obras por categoría, siendo premiadas con la publicación en un único libro que comprende: diez poesías, tres cuentos y tres obras dramatúrgicas. Si el jurado lo considerase importante se integrarán a la publicación menciones en cada género.
A las y los participantes se les entregará diploma de honor. Los originales no seleccionados serán archivados por esta delegación, y en caso de ser utilizados, previamente se acordará con el autor o la autora.
El libro “Santa Fe, escribe contra la discriminación”, será distribuido en varias ciudades de Argentina.
La participación en el mismo supone la plena aceptación de estas bases. Cualquier aspecto no previsto o eventualidad es competencia exclusiva de los jurados y de la organización, siendo su decisión inapelable.
C- Condiciones particulares:
· Categoría Poesía:
Cada envío podrá contener una sola poesía, cuya extensión máxima será de 20 (veinte) versos (según lo especificado en punto 4-).
· Categoría cuento:
Cada envío podrá contener un solo cuento, cuya extensión máxima será de 3 (tres) páginas. (según lo especificado en punto 4-).
· Categoría Dramaturgia:
Cada envío podrá contener una sola dramaturgia, con una extensión máxima de 5 (cinco) páginas. (según lo especificado en punto 4-).
D- Se publicarán los resultados del concurso el día 16 de Noviembre de 2009 en la página oficial del INADI, www.inadi.gov.ar
E- La presentación del libro “Santa Fe, escribe contra la discriminación” se realizará el día 10 de Diciembre de 2009, en el marco del “Día Internacional de los derechos humanos” en lugar a definir.
F- Para mayor información, y para confirmar recepción de trabajos, dirigirse a la casilla de correo electrónico prensasantafe@inadi.gov.ar o por teléfono al 0342-4571105 (no se admitirán los trabajos que se envíen por correo electrónico, siendo de validez únicamente los enviados por correo postal o personalmente).
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