domingo, julio 26, 2009
LA SUPERFICIE DEL MUNDO ES EXTRAÑA...
Amor eterno*
Bajo aquel sauce, al amparo de la intimidad del enorme parque, la pareja discute sin levantar la voz.
- No puedo seguir con lo nuestro, me has embrujado, pero no puedo seguir.
- Pero, yo no puedo vivir sin ti…
- Tienes que buscar otra mujer. Este hechizo debe terminar.
- No puedo… No quiero separarme de ti nunca.
- Debes olvidarme - dice ella incorporándose e iniciando la marcha.
- No te vayas. No puedo vivir sin ti.
- Lo siento, te juro que lo siento.
- Jamás me separaré de ti…
La mujer intenta marcharse mientras el hombre la sujeta por la cintura. Se dibuja en el crepúsculo la imagen de la pareja forcejeando. Anochece.
Al día siguiente se abre el parque al público que observa una nueva estatua bajo el sauce. Un hombre agarrando por la cintura a una mujer que con la melena al viento intenta marcharse. Al pie de la estatua el título: "La unión eterna del brujo y la mujer."
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
LA SUPERFICIE DEL MUNDO ES EXTRAÑA...
Golondrinas sensibles a la estación y otros etcéteras pájaros*
“Mi madre era ciega, (…), pero ella te veía pasar por mi júbilo y yo te veía pasar por los ojos de ella, que no te veía”
M. A Asturias - Leyendas de Guatemala
“-Ábrete, sésamo” - entraste por el cuello, indagando, suavísimo,
sin báculos indecisos*, cada pliegue, todo
intersticio, toda
concavidad
memorizando un mapa con luna a estribor del pecho
quiero florecerte nomeolvides en el hueco de tu ombligo ¿lo pensé o te lo dije? ponerme debajo de tu axila buscarte el corazón
de pájaro soltarlo en mi frente mezclarlo al revuelo de plumas
de mi pensamiento de tortolitas desprevenidas águilas en picada golondrinas sensibles a la estación y otros etcéteras pájaros y me miraste
como jamás me miraron ojos humanos como no me he mirado
en todos estos años y mi boca comió y bebió de la tuya
y bajo tu sombra es tan grato a mi oreja escuchar
los cuentos los halagos el murmullo de tu demorada agua de durazno
bajando a buscarme, llovida agua que cae
nombrándome
y voy a vos yo-la-recién-mirada.
*De Verónica M. Capellino. veroaleph@hotmail.com
(*) Borges, “... la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso” – Poema de los dones
LA CURIOSIDAD Y LA ESPERANZA*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
Moscas. Revoloteo de moscas impacientes sobre el cadáver de la oscuridad, todavía vivo. Hay cosas tan difíciles de determinar. Cuáles son los vivos, quiénes están muertos. Vientos huracanados no alcanzan a barrer la pavorosa confusión. En parte, porque son demasiados los detalles que la fundamentan, muchos más de los que podría imaginar el viento.
Nidos. Al caer sobre la almohada que es el templo, los gemidos de la noche no despiertan. Queda claro que éste no es un mundo para todos. No es lugar para el hombre que abre los ojos como un dios sin nubes. Poca falta hace quien construye nidos imaginarios para pájaros que no existen. No importa la lluvia que trepa el muro para llegar al cielo. Pero estamos todos.
Estigmas. A fuerza de meter los dedos en los estigmas de la noche hemos aprendido a sostenernos de una sombra. Y no se nos han caído los ojos despavoridos cuando, entre el ver y el imaginar, extrajimos el racimo de la aurora. Aquí estamos con los brazos extendidos para sostener cada nube rota.
Indice. Se balancea el abismo para atrapar sus víctimas precipitadas. Como una ironía enrollada en el índice, avisa a sus presas que no hay necesidad de Dios en la caída. Pero él mismo, siendo abismo no ha brotado de la nada sino que es una creación de los caídos. Abismo y abismado son necesidades mutuas.
Magnitud. La luna no busca el río, desamparada, por falta de seguridad en sí misma, sino porque cada noche recita de memoria, a los peces, el alfabeto del sueño.
Está muy claro que en este mundo no somos todos bienvenidos. El único problema es que estamos todos. Y aunque nos falte arraigo sabemos que ocupar el mundo por escrito o por espanto resulta muy incompleto. Porque el mundo, a causa de su magnitud, excede tanto la intención como el sentido.
Hierba. Con la cabeza erguida y despeinada también el crisantemo se nos parece. Desde algún rincón alguien escribe todo. Alguien va trenzando finamente el hilo de la curiosidad con el hilo de la esperanza. Y leemos que nada es cizaña. Todo es hierba. Alguien ama a quien no debe. Alguien no ama a quien debe. Así hablamos nosotros en medio del camino. Esto vemos: la venganza antigua de vivir sintiendo.
Trino. Remoto llega un batir de alas, un color, un trino, pero el jilguero no sabe que nos consuela. Hijos del asombro y la impostura, simulamos una indolencia fastuosa, un recato de mortaja, mientras desnudos y ardientes batimos el cuerpo adentro del alma. En las calles, los templos, las oficinas, nos mezclamos astutamente entre los otros para no causar pavor ni merecer socorro.
Oficio. La superficie del mundo es extraña. Una funda impenetrable para los seres forjados en la memoria del fuego. Seguros de que el oficio de mirar es tan arduo como el de habitar el mundo, abrimos los ojos como el poeta abre el verso, pero no buscamos la salvación en aquello que vemos.
Desnudez. Queda todavía por explicar de dónde sacamos nosotros las dotes para respirar el hilo de aire cuando el mundo, dueño de nuestra asfixia, está en cierta medida exasperado. Es tan obvio de explicar como la desnudez de la música que atraviesa las madrugadas. Algo así como una ternura erótica que nos arrastra a la curiosidad y la esperanza.
-FUENTE ROSARIO-12
*ENVIADO PARA COMPARTIR POR RUBEN VEDOVALDI.
Descielados*
Los que se mueren en accidentes aereos no quieren ir al cielo.
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
CULTURA: ENTREVISTA CLAUDIA PIÑEIRO ESCRITORA
"Si voy a ser canalla quiero elegir qué tipo de canalla voy a ser"*
La autora de "Las viudas de los jueves" saca una nueva novela, "Las grietas de Jara". Un libro que toca los conflictos de la mediana edad con una sutil trama policial.
*Por Patricia Kolesnicov. pkolesnicov@clarin.com
SENTIR COMO UN HOMBRE. CLAUDIA PIÑEIRO ELIGIO COMO PROTAGONISTA A UN VARON.
No, no tiene cara de canalla Claudia Piñeiro, de modo que hay que saber, desde el principio, que cuando dice la frase del título: "Si voy a ser canalla, quiero elegir qué tipo de canalla voy a ser", no está hablando ella sino Pablo Simó, el personaje de su última novela, Las grietas de Jara (Alfaguara), que estará en la calle en unos días. Y que se espera como de quien viene: de la mujer que ganó, en 2005, el Premio Clarín con Las viudas de los jueves, una novela que se convirtió en best seller.
Pablo Simó es un arquitecto de 45 años que trabaja en un estudio especializado en detectar casas "derrumbables", tirarlas abajo y levantar en su lugar edificios redituables. Cada tanto, por supuesto, se encuentran algún escollo. Desde el principio de la novela, el escollo se llama Nelson Jara y es un vecino que está muerto y que hace años protestaba porque la obra le había abierto una grieta en la pared. Y por ese lado no se puede contar más, salvo que hay una sutil trama policial.
Simó tiene, además, una esposa, la de toda la vida y una hija adolescente en pleno conflicto con su madre. Al principio de la novela está tan alienado que ni siquiera se da cuenta de lo desesperado que está por alguna emoción de esas que ponen al corazón en quinta velocidad. Pero, claro, algo lo pondrá en marcha y ahí sí, el "canalla" estará en situación de decidir qué canalla será de ahí en más.
Acá tenemos una crisis de la mediana edad.
Es bien una crisis de la mediana edad, cuando uno se para a pensar "ahora qué". Y este personaje se lo plantea respecto de sus afectos, de su trabajo de todo lo que hizo hasta el momento. Por eso la novela se trata de qué es amor y qué no es amor, qué es un trabajo que te gratifica y qué un trabajo que no, las cosas que uno piensa en esa crisis.
En este punto, la novela también se pregunta qué es ser canalla.
Sí, hay una situación de pertenecer a un mundo donde las reglas las ponen otros. Siguiendo esas reglas, se puede terminar en situaciones en que sos "un canalla", cuando hay canallas de mucha mayor monta que vos que no son calificados de tales. La novela tiene que ver con eso, con decir: "En este mundo, donde las reglas las ponen otros, hacer esto o aquello: ¿es ser un canalla? Porque hacer determinadas cosas es ser un canalla, pero el que hizo las reglas es más canalla que uno.
Simó cruza de canalla a canalla...
Es eso. Si voy a ser un canalla, quiero elegir qué tipo de canalla voy a ser. Para ser canalla para otro, que es lo que te imponen las reglas, prefiero ser canalla para mí.
Como en "Las viudas... " en esta novela hay una trama policial pero no es lo central.
Sí, en las novelas que escribo hay un elemento del policial pero no se llega a configurar un policial. La muerte de la persona no es lo más interesante ni nadie se está preguntando quién lo mató. Pero me sirve la estructura narrativa: planteás un enigma al principio y tenés que terminar la novela develando ese enigma. Mientras tanto, aparecen los mundos que rodean a esas personas y que es lo que me gusta contar.
En este caso, una Buenos Aires que se destruye, otra que se construye, viejos y nuevos edificios...
Hay una cuestión en la construcción del edificio que tiene que ver con la construcción de la novela. El lápiz de Simó dibuja, como el lápiz del escritor. Y un paralelo: tengo que escribir o dibujar esto, que no es lo que me gusta pero es lo que me piden en este momento. Y yo quisiera construir, o dibujar, esto otro.
Hacés un relevamiento de edificios de Buenos Aires...
Le pedí a un arquitecto, Néstor Otero, que me mostrara edificios. Hicimos una recorrida y eso me ayudó a elegir: ¿Qué edificios miraría un arquitecto estando enamorado, como pasa en la novela? Si está enamorado no va a llevar a la chica a pasear por Catalinas.
La destrucción de viejos edificios es un tema sensible hoy.
Claro, hay una parte de la novela que dice: "Yo no quiero construir en Buenos Aires porque no quiero construir sobre las ruinas de otra cosa". A veces tengo la sensación de que hay gente recorriendo la ciudad a ver dónde hay un huequito para meter un edificio nuevo. Y resulta que de repente el negocio inmobiliario te afecta en lo personal porque, por ejemplo, tiran abajo la escuela de tus hijos.
En tu novela la grieta también es una denuncia.
Y. en un mundo donde quiebran los bancos, y quiebran por el negocio inmobiliario, y casi nadie va preso. Parece que algunos no quieren ver la grieta. Y si no la quieren ver, habrá que picarla: es demasiado burdo que vengan a salvar a bancos e inmobiliarias a las que les fracasó el negocio.
La novela tiene muy presente el deseo, una fuerte carga erótica. ¿Cómo trabajaste una subjetividad masculina?
Me parece que en ciertas preguntas, como las de la mediana edad o el amor, no hay tantas diferencias. De todos modos, algunas cosas les pregunté a los hombres y ninguno me dio respuesta.
¿Qué les preguntaba?
Desde cosas como las fantasías con otras mujeres durante el matrimonio hasta pavadas como la naftalina de los mingitorios.
¿Y las sensaciones físicas?
Bueno, como mujer una sabe de qué se tratan esos temas.
La novela está llena de grietas. A veces incluso son buenas, como cuando Pablo muestra su grieta y así se puede acercar a su hija...
Sí, hay padres muy esforzados por que no se les vea ninguna grieta y me parece que la verdadera comunicación aparece cuando el hijo ve que el padre sí tiene una grieta. O sea, es más auténtico.
Sí, la novela es casi un elogio de la grieta.
Yo creo que las personas que tienen grietas son más interesantes que las que no. Es decir, todos tienen grietas, pero algunos no se atreven a mostrarlas.
*
Aquel gran éxito
En 2005 el jurado integrado por el Premio Nobel de Literatura José Saramago, la escritora española Rosa Montero y el argentino Eduardo Belgrano Rawson eligieron a "Las viudas de los jueves" de Claudia Piñeiro, como ganadora del Premio Clarín de Novela. Desde entonces, el libro se convirtió en un gran
éxito editorial: lleva vendidos unos 130.000 ejemplares. La novela también dio lugar a una versión cinematográfica que dirige Marcelo Piñeyro.
Actualmente en rodaje el filme, protagonizado por Leonardo Sbaraglia, Gabriela Toscano y Pablo Echarri, entre otros, se estrena en septiembre.
"Las grietas de Jara"
1 Pablo Simó dibuja en su tablero el perfil de un edificio que nunca existirá. Como condenado a soñar el mismo sueño cada noche, desde hace años repite ese boceto: el de una torre de once pisos que mira al Norte. Guarda en una carpeta la serie de dibujos idénticos, no sabe cuántos son, perdió la cuenta hace tiempo; más de cien, menos de mil. No los numera pero los firma, arquitecto Pablo Simó, y les pone fecha.
Para saber qué día dibujó el primer boceto debería buscarlo y fijarse al pie, pero no lo hace; el último lleva la fecha de ese día: 15 de marzo de 2007. Se promete contarlos alguna vez; dibujos de la misma torre, sobre el mismo terreno, la misma cantidad de ventanas y balcones a la misma distancia exacta, siempre el mismo frente, el mismo jardín delante y alrededor del edificio, con los mismos árboles (...).
Su lápiz Caran d'Ache tres milímetros sube y baja por el papel, sombrea, retoca, mientras Simó se miente, una vez más, que levantará esa torre algún día, cuando por fin se decida a abandonar el estudio Arquitecto Borla y Asociados. Pero hoy no es un día para tomar decisiones, y con ese argumento
Pablo intenta no pensar que ya tiene cuarenta y cinco años, que la torre cada vez está más lejos de ser otra cosa que trazos en grafito sobre una hoja de papel blanco y que a dos metros de él Marta Horvat cruza las piernas con descuido como si nadie estuviera allí, sentado frente a ella.
Aunque Pablo Simó está pendiente de Marta, ya no piensa en ella como lo hacía antes. No es que no quiera, pero de un tiempo a esta parte -y hace un esfuerzo por no recordar con exactitud cuánto es ese tiempo- no puede pensar en ella sin que el placer que le producía imaginarla suya se interrumpa con
brusquedad o hasta con violencia. Antes sí. Antes pensaba en Marta todo el día y en ese pensamiento era dueño de ella, la desnudaba, la besaba, la tocaba, y como no encontraba ningún motivo para imaginar que un día se separaría de Laura, Pablo Simó jugaba a que si su mujer muriera, como todos moriremos algún día, Marta Horvat dejaría de ser sólo aquella otra mujer que él desnuda en sus fantasías e intentaría conquistarla.
2 A Borla le toma menos de cinco minutos deshacerse de la chica. Le dice que el nombre, ¿Nelson Jara?, a lo mejor sí le suena, porque quizás alguna vez le hayan vendido un departamento o porque lo hayan contratado para algún trabajo, que si es importante puede mirar en los archivos, pero que en cuanto a la pregunta concreta de si sabe algo más de ese señor, la respuesta es no. Borla habla como si estuviera diciendo la verdad, hasta Pablo podría creerle si no supiera que miente.
*Fuente Clarín.
http://www.clarin.com/diario/2009/07/26/sociedad/s-01965887.htm
La Chacha*
Subo al taxi
Voy al aeropuerto
Vuelvo a buenos aires
Será cierto?
Será cierto que en realidad salí de buenos aires?
Todavía no amanece.
Finalmente mi encuentro con los zapatistas en lo de Chacha no fue posible, me fui el día antes que llegaran. Moría por conocer al Sub...
En la ruta al aeropuerto veo un cartel de desvío hacia San Cristóbal de las Casas...Tijuana y Comitán... pienso, recuerdo, imagino.
El sol mejicano esta saliendo en el horizonte
La bandera, esa inmensa, se despliega en la nube de smog como la mas majestuosa que conocí jamás. Intento medirla desde un cálculo de los paños cosidos pero es imposible. Me pierdo en los colores y el baile con el poco aire que hay.
Me acuerdo de la luna de Veracruz, me acuerdo del relato de Elsa y el encuentro con el Comandante Tachito en San Cristóbal y la luna, siempre la luna... y el sol mejicanos... esta relación tan especial que han sabido construir con la naturaleza...
Me quedo pensando, mientras el camino, el recorrido, la cantidad de autos, la luz del amanecer en el D.F.
Vuelvo a los personajes.
No puedo empezar sino por la Chacha, después, tal vez pueda pensar el resto.
La Chacha es una mujer bellísima, con magia en la mirada y en la sonrisa. No se que edad tiene. Pero en todo caso tiene hijos mayores que yo, y eso me permite fantasearla como madre.
Voy a tomar dos de sus siete hijos para contarla porque como dice la serrano para hablar de una mujer habría que hablar de sus hijos, sus amores y sus utopías.
Ferruccio el mayor, de mi edad, doliente eterno de amores idos, proveedor inagotable de remedios brujos y gotitas de cortisona para mis ojos tristes, suele encontrarme en el mismo escalón de su propia subida a cierta melancolía.
Y el menor, del que voy a obviar el nombre, casado con una mejicana típica y que es lo mas parecido a la normalidad y la cordura que pueda imaginarme; habla de que la Chacha tiene algún contacto con la tierra y no siempre transito lunas y delirios.
Es importante explicar que los siete padres son siete varones distintos, siete personajes, algunos conocidos. Los otros dan para fantasear casi cualquier loca cosa.
Porque la Chacha se permite aun hoy ser lo que quiere ser. El viejo de Ferruccio fue un conde italiano, más, veneciano, pero con palacio y todo incluido, que se llevo a la Chacha a vivir a un castello de Paladio en plena Venecia por varios años. La Chacha conserva -entre la colección de muñecos del Sub-parte de ese paso por esos mares tejidos en canales aristocráticos.
Hay algo en su andar que denota la góndola incorporada en el movimiento.
Casi una danza.
Su casa es un barco, anclada en la orilla, custodiada por el bosque de árboles cansados, finalmente tendidos y esperando.
Su barco también espera, pero siempre pintado, siempre listo, siempre zarpando sin zarpar. Con la proa hacia... hacia donde estará apuntando?...
El menor es hijo de un escultor alemán cofundador de la Bauhaus.
En el medio Sé que hubo amores tumultuosos, camas revueltas, karmas quebrados.
Silencios prometidos.
Crucifijos arrancados.
Comunidades elegidas, Presidentes despreciados. Se que algún guerrillero se planteo arrastrarla hasta la misma revolución, pero no podía arrancarla de Veracruz, sin el norte la Chacha perdía oxigeno. La quería viva más que propia.
La desnudez de la Chacha a lo largo de la playa es majestuosamente respetada por los indígenas, que cuando se la cruzan en su caminata de la mañana, de cultos, de sabios, desde el lomo de sus mulas, buscan otro horizonte que no roce con la mirada el cuerpo erguido y esbelto y desnudo de la Chacha.
Poca gente se permite acompañarla.
Y sólo cuando está en condiciones de bancarse su propia desnudez.
La Chacha es de esas mujeres que siguen pensando que el amor mueve el mundo. Que nada mas que la ilusión cambia rumbos, políticos, personales, siderales.
Ella entendió algunos mensajes de la vida.
Me contó que tres veces se encontró con botellas conteniendo mensajes en la playa. Dos eran muy muy antiguas.
Resolvió que nada mejor en la vida que encontrar un mensaje y devolverlo a su verdadero dueño, el destinatario. La sabiduría del mar que no tiene bordes lo pondría en manos de quien corresponde y en el momento justo.
La intensidad y profundidad de los azules encuentra siempre su cauce. La Chacha es de aquellas mujeres que entonces, consecuente consigo, se dedico a sembrar mensajes.
En sus caminatas por la playa desnuda, desnuda ella también y solo cuando el sol sale lleno, siembra mensajes de amor en botellas cerradas, escritos la noche anterior. Escritos en papeles de colores, con letra cuidada dibujada con pluma y tinta, escribe de juanes a marías, de estelas a Carlos, de pepitas a franciscos y de joaquines a gustavos.
Todos los amores son permitidos
Todos caven en la playa y la ilusión de quien los abra.
Con algunos amigos , que saben de este trabajo a favor de la Revolución y la revolución interior, la Chacha se permite reír y compartir sueños soñados a varias voces. Es su colaboración con la industria de producciones de la zona. Veracruz es la playa del mundo donde mas botellas llegan trayendo y llevando viejas piezas de papel recién
escritas. La orilla del mar en todo su recorrido entre ..... y .... es el borde donde, ahora, se llena de siluetas de solitarios esperanzados en ser llamados desde algún lugar recóndito del universo y abandonados desesperanzados que se someten al dolor cotidiano del no llamado de su amor lejano.
Con Chacha y sus emprendimientos, siempre cerca, acompañándola, Saraid y Ángel; Ambos indígenas sin trasculturizar que entienden el castellano.
Finalmente, lo que nunca sabré es si la ceremonia es tirar la botella al mar o devolverla, pero en todo caso, ella impuso un nuevo rito que todos han tomado como propio. Hasta yo. Y en cada juego corporal de encuentro con las olas hay un rito sagrado de amor al enviar el mensaje añorado por algún enamorado del amor.
Y este es el punto de encuentro con Ferruccio en este viaje.
Siempre nos encontramos en distintos lugares.
En los hongos.
En la mística revolucionaria.
En el tratamiento de alguna ley indígena de algún municipio
independiente.
Ahora, en el amor lejano.
Esa noche que mi hermano roncaba más alto que el mar
Esa noche en que la luna de Veracruz era más redonda y grande que el sol. Esa noche, en que los fantasmas resolvieron acompañarme y jugar con mi cansancio. Esa en que corrí a la playa, acompañada del cortejo de cangrejos y mariposas nocturnas...
Esa. Me encontré desnuda con Ferruccio desnudo, llorando yo, llorando él.
El nortazo no arrancaba pero la locura que suele acompañarlo se había adelantado y sin duda nos había tomado parte del alma.
Ferruccio lloraba un amor colombiano.
Tormentoso, pasional Bah, todo el lo es, nada podría ser distinto.
Yo añoraba un violinista judío, maoísta, en buenos aires, que obviamente me había abandonado.
Ferruccio estaba dibujando mándalas tibetanos en la arena y había llevado una canasta con mangos, papaya y un termo con café de olla.
Parecía una imagen de aparecidos que no aparecen
El, su fantasma, su tristeza, el olor a frutas, las lágrimas.
Cuando llego nos abrazamos las tristezas desconociendo la desnudez....
Nos quedamos largo de rodillas
Calentándonos las panzas frías y espasmadas de llanto.
Nos contamos sin necesidad de contarnos. De alguna forma nos sabemos.
Ferruccio había tomado mucho tequila, lo supe en su aliento , aunque también lo había visto antes borracho sin tomar alcohol. La cruda responde mas a los avatares del alma que a la ingestión de alcohol.
Nos abrazamos para poder llorar sin que se note. Hay un cierto pudor en el dolor que duele el amor.
Se que paso el tiempo y mucho porque el agua nos alcanzo las rodillas. El mar en su subir y venir hizo un pozo en donde nos anclamos. Las lágrimas corrían por las espaldas sin que quisiéramos decir nada.
Solo llanto. Descarga.
Alguna caricia
Algún gemido mezclado en el llanto
Ferruccio no pudo contener el vomito
No nos movimos
El vomito por sobre mi hombro, me corrió por la espalda, se resbaló por los glúteos y finalmente cayo en la arena.
Era denso. Que suerte que le salía todo eso de adentro
Vomitaba tristeza
Vomitaba tequila
Vomitaba Colombia lejana
Vomitaba soledad acumulada
Tal vez los mándalas habían hecho lo suyo, no se, todavía no se bien que entender.
Además de entender, de alegrarme y sonreír, la verdad es que tuve mucho asco. Y provoco mi propio vomito, que surgía por delante de Ferruccio, entre los dos, con mi frente apoyada en su hombro. Yo solo vomitaba la incapacidad de contener tanto flujo de sensaciones.
Supuse que las esquinas del mundo estaban siempre custodiadas por duendes, pero algo había pasado que lo terrenal estaba simplemente mas presente que lo habitual. Los tres anillos mágicos que protegen los misterios del cuerpo, del habla y del espíritu se habían esfumado.
Por suerte el mar, el viejo mar vino a bañarnos.
Amanecía.
Y ya estábamos bañados. Limpios.
Los ojos al fin secos.
Amaneció con su sol mejicano un día que resolvió ser martes.
*de Analau. analaublejer@gmail.com
http://estaredeviaje.blogspot.com/
"Cada atardecer las recolectoras de estrellas salimos a iluminar la noche"
Excesos*
Alejandro Dumas durmió en la pieza de su mamá hasta los diecisiete años y después se largó solo a París para convertirse en el escritor más popular y mujeriego de todos los tiempos. Los tres mosqueteros, que son cuatro y van a cumplir un siglo y medio de vida; El conde de Montecristo, Los hermanos Corso y seiscientas obras más. Para saber qué quiere decir "popular" tratándose de Dumas, hay queleer la extensa biografía que acaba de consagrarle Daniel zimmermann en Francia ( Alexandre Dumas le Grand; Juliard, 736 páginas).
Cuenta Zimmermann que para el estreno de Los guardabosques, en 1858, el público lo ovaciona de pie mientras el Grand théatre le entrega una corona de oro. La gente no quiere irse ni lo deja salir. Dumas huye por los fondos y vuelve a su casa. Al rato oye a la orquesta que toca una serenata. Sale al balcón y allí están los músicos y el público que ha venido tras él y reclaman su presencia. Feliz, improvisa una arenga y los invita a canar en los mejores lugares de París. Hasta las tres de la mañana va de un restaurante a otro para saludar a la multitud y firma la cuenta. Esa madrugada, sin haber dormido, acompañado por su gato Mysouff, escribe tres nuevos capítulos y una obra en un acto, L'invitation à la valse.
Michelet lo pinta como "una fuerza de la naturaleza", y no es para menos: casi dos metros de alto, ciento cincuenta kilos, 646 obras, ochenta y siete años en cartelera, quinientos hijos naturales, espada de tres revoluciones, Dumas lleva a su apogeo la tradición folletinesca del siglo XIX. Hijo de un mulato, general de los ejércitos de Haití, va a ser uno de los pocos escritores de ficción de su época que se confiesa ateo, combate el antisemitismo y sigue al pueblo hambriento en los trágicos sublevamientos de 1830 y 1848. Luego de una breve excursión de propaganda colonial por Argelia, va a unirse a las tropas de Garibaldi en su guerra de liberación. Hombre de todos los excesos, empieza su carrera con una pieza aclamada: Antony, que se estrena en 1831. Ya ha nacido su primer hijo, al que da su nombre. Veintiséis años más tarde le va a disputar la popularidad con su primera novela: La dama de las camelias, que Giuseppe verdi transformará en La Traviata.
"El pasado me enseñó a no confiar en el futuro", advierte en sus memorias. Tal vez por eso vive siempre en el presente: con la plata que gana a carradas construye el mítico Castillo de Montecristo en las afueras de París, pero con la política y las amantes lo pierde. "Tengo el orgullo de haber hecho fortuna con mi reputación y no mi reputación con una fortuna." Igual va al exilio corrido por los acreedores y en Bruselas se encuentra con Víctor Hugo que escribe Los miserables y se prepara para llegar al bronce. Dumas es tan generoso como sus héroes: a la muerte de Balzac, su competidor "y casi enemigo", manda construir el monumento que todavía se encuentra en el cementerio de Père Lachaise. Saluda alborozado la aparición en 1830 de Rojo y negro, de Stendhal, y confiesa su admiración por Madame Bovary, que Flaubert publica con escándalo en 1857.
Claro que nadie es perfecto: Alejandro Dumas compuso casi todas sus novelas, ensayos y piezas ayudado por un ejército de compiladores y dramaturgos que le vendían ideas, tramas, borradores y manuscritos fallidos. El principal de sus ayudantes fue augusto Maquet, un profesor de historia que escribió los primeros borradores de Los tres mosqueteros. Maquet era rico y estaba de acuerdo en permanecer en el anonimato. Cobró su parte de derechos de autor hasta que en 1848 los renunció en una carta dirigida a los enemigos de Dumas. "Firmado por él, un folletín vale tres francos la línea: firmado por Dumas-Maquet, vale treinta centavos." no sólo el profesor lo ayuda: brunswick, Leuven, Pascal, son otros anónimos escritores que le sirven para explotar lo que el venenoso crítico Eugenio de Mirecourt describe en un opúsculo como la "Fábrica de novelas de Alejandro dumas y compañia". Pero transformar textos ajenos no afecta su talento: divorciado de Maquet y los otros, elabora por propia imaginación una obra que se sigue reimprimiendo hasta hoy.
El es quien revela las claves: "La técnica de la novela es episodios está emparentada con la del cuento, en la medida en que en una corta distancia es necesario atrapar al lector, tenerlo en vilo y largarlo en un final frustrante, que es la mejor manera de cerrar un cuento. Los queridos lectores se vuelven entonces activos y se ponen a imaginar una o varias maneras de continuar, mientras esperan el próximo número sobre el que van a precipitarse para saber si el autor ha tomado en cuenta sus hipótesis".
Es la técnica que todavía utilizan los baqueanos del suspenso en el cine y las tiras de televisión. Dumas trabaja doce horas por día, a razón de quince minutos por página "de cuarenta líneas por cincuenta letras a la línea; bien o mal, escribo veinticuatro mil letras en veinticuatro horas". Para ahorrar tiempo evita la puntuación, que deja a sus dos secretarios, Letellier y Rusconi, quienes corrigen y pasan los originales en limpio. Ellos anotan la rutina: poco importa cómo y con quién ha pasado la noche, Dumas toma un rápido desayuno y se instala en su escritorio: escribe con pluma de cisne o de ganso sobre hojas celestes. En ese espacio de veintiocho por cuarenta y cuatro centímetros, desafía todas las estrategias literarias de su época. Una obra de teatro, La reina Margot, se estrena en una versión de nueve horas corridas y nadie se mueve de su asiento. La función, que empieza a las seis de la tarde, se cierra a las tres de la mañana con el público convulcionado por los sobresaltos y las emociones. Otra de sus piezas, Las señoritas de Saint Cyr, permanece ochenta y siete años en el repertorio de la Comedia Francesa.
Si no fuera tan bueno habría que postularlo para la guía de los records. Pero es genial de veras, el tipo: tiene un estilo seco, irónico y distante que atrapa de entrada. Sus mujeres, malas o buenas, son maravillosas. D'Artagnan, Atos, Portos y Aramis son los héroes más conocidos pero otros son mejores, por ternura o por cinismo. ¿Cómo hace? "Sea yo quien posee el procedimiento o el procedimiento que me posee a mí, aquí lo anoto tal cual es: empezar por el siempre por el interés en lugar de empezar por el aburrimiento; por la acción y no por la preparación; hablar de los personajes después de hacerlos aparecer, en lugar de hacerlos aparecer después de hablar con ellos."
Entre junio de 1842 y octubre de 1843, en el Journal des Débats, Eugenio Sue, gran amigo de Dumas, lanza Los misterios de París. Balzac, ahogado por las deudas, entrega las novelas que componen la Comedia humana, el más importante legado literario francés del siglo XIX. La gente se precipita sobre el folletín de Sue que se agota y revende en el mercado negro. En los barrios los analfabetos pagan para que alguien lo lea en voz alta. Es tal el éxito que los editores buscan con desesperación nuevos autores. Por fin, de marzo a julio de 1844 Alejandro Dumas publica Los tres mosqueteros, que escribe con Augusto Maquet. El éxito es fulminante.
Desde entonces no puede salir a la calle sin que lo reconozcan y se formen corrillos a su alrededor. Actriz que se le acerca se va embarazada y contenta. Al menos eso dice su biógrafo que renunció a contarle las amantes. Al final de su vida contrataba prostitutas de a dos por vez y cada una se llevaba una alhaja y un recuerdo. Dumas y su hijo habían sido viejos compinches de alcoba. Compartían las mujeres y una de ellas solía acompañarlos en los viajes vestida de hombre para eludir el escándalo. Igual, en sus días otoñales, mientras redactaba La novela de Violette, su único relato erótico, el hijo, ya convertido en meticuloso moralista, gastó lo que le quedaba de la fortuna para rescatar las fotos chispeantes que el viejo se había hecho sacar con su última amante, la actriz Ada Menken. El fotógrafo había empezado a venderlas como tarjetas postales y la gente hacía cola para comprarlas. Al enterarse de que su hijo le cuidaba la reputación, lo increpó con una alusión a La dama de las camelias: "A pesar de mi edad encontré una Margarita Gautier para quien yo hago el papel de tu Armando Duval".
El 6 de diciembre de 1870, mientras relee su obra a orillas del mar, se muere Alejandro Dumas. Víctor Hugo acaba de escribirle: "los grandes corazones son como los grandes astros; llevan su luz y su calor en ellos. Usted no necesita elogios, ni siquiera agradecimientos; pero yo siento la necesidad de decirle que cada día lo quiero más, no sólo porque es uno de los resplandores de este siglo sino también porque es uno de sus consuelos".
*de Osvaldo Soriano.
-Publicado en una contratapa del diario Página/12 en 1993-.
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“No hay nadie que haya jamás escrito,
pintado, esculpido, modelado, construido, inventado,
a no ser para salir de su infierno.”
ANTONIN ARTAUD
-Enviado para compartir por Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar
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Queridas amigas, apreciados amigos:
Este domingo 26 de julio de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor venezolano Mirtru Escalona-Mijares. Las poesías que leeremos pertenecen a Clara Rebotaro (Argentina) y la música de fondo será de Only Instrumental
(Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
(Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.org
Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067
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Inventren Próxima estación: Rolito.
Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
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XICóATL Nr. 88 está ya en internet!
El número 88 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL “Estrella Errante”, edición Julio/Septiembre/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org bajo el link:
http://www.euroyage.org/es/xicoatl-88
CONTENIDO:
ENSAYO: Marcos Ana, el Quijote viviente. Cristina Castello.
POEMARIO: Poemas. Marcos Ana.
Poemas. Alfredo Pérez Alencart.
CRÓNICAS: Dos Crónicas sobre Cartagena de Indias. Gustavo Tatis Guerra.
AUSTRIA: Poemas. Peter Blaikner.
La edición impresa de XICóATL # 88 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).
Cordial saludo,
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
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