domingo, agosto 16, 2009
SÓLO DOS SOMBRAS UNIDAS POR LA NADA...
VENTANA QUE DA AL NORTE*
Ven amor. Valle quieto. Centauro. Pájaro dormido.
Descansa en mis pechos de mar.
¿Temes el presagio en tu ventana que da al Norte?
¿Te llama la heredad de un reino amurallado?
¿Tus manos temerosas, son un reloj parado?
¿Tu historia que se enreda en tristísimos líquenes?
¿Los oídos, las bocas, los memoriosos ojos?
Un reino de ruleta rusa.
¿La alienación esfuma el rostro?
Suspendidos ojos, flotan.
Huellas. Angustiosas huellas. Miedo.
Sobre todo, miedo.
Alguien llora. Alguien ríe.
¿Oyes? Nueve días y nueve noches, ha soplado el viento.
Ventana abierta. El viento no ha apagado las fogatas.
Entran voces, luz de miel, besos de río.
Desborde de llantos contenidos.
Ven, amor. Ven y grita.
Tu grito más profundo, tu raíz.
Mi preñez acaricia tu frente.
Ven amor, la ventana está abierta y da al norte.
Al Norte, amor, al Norte
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
SÓLO DOS SOMBRAS UNIDAS POR LA NADA...
ECO DE ADIOSES*
I
¿Hacia donde navega tu barco
Que no deja su sombra
A lo lejos?
El adiós se murió entre mis manos
Hecho pájaro sin nido
Y sin respuesta.
Creo que sólo fue un silencio
Que quiso ser voz
Y compañía.
Tal vez sólo soñé despierta
Y cuando el sol salió
Quemó mi pena.
II
Me miras y no entiendes,
Pretendes sentirme
Y me alejas,
No encuentras los signos,
Los engramas
Que construyan de nuevo
Los caminos.
Tal vez tu pie
Nunca interpretó mi huella
Ni tu sentir
Incorporó mi gesto.
¿Qué somos hoy?
Sólo dos sombras
Unidas por la nada
Del invierno.
III
Muy lentamente
Destruyo mi pasado,
Las aguas del río
Se llevan mis recuerdos.
Dejo que la lluvia
Lave mis heridas
Que no fueron tan graves,
Me doy cuenta.
Pero es hora
De mirar los relojes,
Gozar el minuto concedido
Que morirá en segundos
Despiadados,
Cayendo en el cántaro del tiempo
Como gota de agua
En el estanque.
*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar,
destierro*
(casi una zamba)
Tu nombre lleva el lamento
de un cielo afinado en gris
nadie sabía tu sueño
de canto y tenue sufrir
vivías en frágil vuelo
siempre a punto de partir
La huella de tus desvelos
tiene un cielo de jazmín
zurce en el aire el pespunte
de tu silencio al reír
huele la noche tu llanto
guardado en aquel candil
Quién sabe lo habrás sabido
la tierra no has de tener
sólo vuelos pasajeros
que has de dejar de temer
En las cuerdas de la noche
vibraba suave un silbar
al pedal de tus hilvanes
una canción para amar
me contabas despacito
algo de detrás del mar
Pude verte en la pradera
harta de risa al soñar
entramada en el silencio
caprichoso del pedal
tu huella late en el vuelo
triste la risa de sal
Quién sabe lo habrás sabido
la tierra no has de tener
sólo vuelos pasajeros
que has de dejar de temer
*de Lucía Cinquepalmi lccnqplm@yahoo.com.ar
Sólo dos*
Don Tito y su mujer, la Cata, se vieron un buen día desalojados de la casilla que habitaban en Fiorito desde que llegaran al Gran Buenos Aires, hacía ya diez años. Y ante la cruenta idea de verse en la calle, imposibilitados de regresar, tuvieron que desplazarse y buscar otro destino, donde guarecerse de la intemperie y preservar del clima –y de los ladrones- las pocas cosas que aún les quedaban.
Así, deambulando sin sentido, llegaron a la antigua estación de trenes, medio derruida, que sólo conservaba en pie los muros de la oficina del Jefe de Estación y parte de la Boletería. Por encima de ella, el techo pendía de una sola viga lateral, desmoronándose de a poco sobre el andén. El aspecto era desolador, pero el clima no los ayudaba demasiado: la noche se cernía sobre ellos, y el frío les calaba hasta los huesos. Así que decidieron pasar la noche allí, guarecidos bajo sus mantas, en compañía de su fiel perrito negro –a falta de los hijos que la vida les había negado-.
Al día siguiente, al abrir los ojos, el lugar no les resultó tan inhóspito como la noche anterior. Hasta lo encontraron casi acogedor, luego de haber pernoctado allí. Ya no podrían correrlos de ningún lugar; quedaba a las claras que nadie reclamaría dicho terreno, abandonado durante décadas. Así que Don Tito, con cierta esperanza asomando en la mirada, se dedicó a hacer un primer relevamiento del terreno que circundaba su nuevo hogar.
Grata sorpresa fue la suya al descubrir que, detrás de la densa maleza que rodeaba la estación, no muy lejos de allí, asomaba una pequeña laguna, formada por el estancamiento de sucesivas lluvias, sumado al continuo goteo de un caño que nadie consiguió jamás descubrir en Obras Sanitarias. Dicho espejo de agua dotaba de una inusual vida al paisaje, abundante en vegetación, y sobre todo, debido a la fauna que se había ido congregando con el tiempo. En especial, por las aves.
Existían varias clases, pero en especial abundaban los patos y los gansos; algún cisne o un tero perdidos en la bandada, pero no mucho más. Sin embargo, a Don Tito se le hizo agua la boca: allí no sólo habría carne para un modesto asado o un consolador guisito, sino una enorme cantidad de plumas y huevos, que bien podrían brindarles enormes beneficios a futuro…
La idea, en principio arriesgada, cobró forma rápidamente. Don Tito aprendió a cazarlos, a hurgar en sus nidos, y muy pronto ideó la manera de criarlos como si fueran gallinas, a la vera de la laguna. Y así fue pasando el tiempo, en armónica rutina, olvidados los torvos días en la villa, rodeados de adolescentes drogones y delincuentes varios. El día transcurría para ellos recolectando huevos, desplumando gansos y patos mayores, matando a los más jóvenes y tiernitos para luego venderlos encima de un tablón, cerca de la ruta, o a los cocineros de determinados paradores, donde la carne de pato y de ganso se convirtió muy pronto en un exquisito manjar. Don Tito se fue especializando con el tiempo, eligiendo a los ejemplares menos atractivos para consumo personal, y reservar los mejores para la venta.
El improvisado emprendimiento parecía tener un futuro floreciente. Sin embargo, hubo un detalle que ninguno de los dos pudo prever, y los afectó en lo más profundo de su ser: los emplumados comenzaron a traumatizar a la Cata.
Comenzó con un ligero malestar, que ella apenas registró: un picotazo aislado, al ir a recoger los huevos, la primer mañana de verano. Muy pronto, las señales comenzaron a repetirse: cacareos con siniestras resonancias, plumas que aparecían en los lugares menos pensados –como el interior de la letrina, donde jamás ingresaban las aves-, picotazos que se desplazaban sobre sus brazos y se acercaban cada vez más a su cara… ¿Cómo podía ser que Tito no los percibiera?
Temblaba al percibir cómo la contemplaban esos bichos infernales, con sus diminutos ojitos clavados sobre ella, deseosos de venganza por sus parientes muertos, urdiendo los más salvajes picotazos en cuanto ella se descuidase. Solía escuchar aterrada el aleteo nocturno sobre el techo a medio derrumbar, así como el eco de sus cacareos en la madrugada, más allá de la maleza, inoculándose con maldad en sus oídos, deseosos de arrancarle los ojos con sus picos.
De alguna manera, recordó un programa de televisión que vieran en casa de una sobrina, donde decían que las aves eran descendientes remotas de los dinosaurios, recuerdo que la atemorizaba aún más. Como si en lugar de vivir en esa ruina de estación ferroviaria, su mente se proyectase en el tiempo y volviera hacia la prehistoria, viéndose a sí misma devorada por esos terribles mastodontes con cerebro de perro, ofrecida como un extraño plato futurista de una especie aún no desarrollada en el Período Jurásico.
Los temores a ser picoteada, mutilada y devorada, fueron en aumento, aterrorizándola, aunque los soportase en silencio. Hasta que ya no pudo más, y una noche, atormentada por el insoportable roce de los aleteos sobre las vigas del techo, inequívoca señal de un mortal llamado del destino, le gritó a Don Tito:
-¡Para esto me trajiste, desalmado! ¡Para que me maten estos bichos de mierda! ¡Me queres ver muerta, hijo de puta!!!
El se incorporó apenas entre las mantas, sólo para distinguir en la penumbra al alucinado espectro de su mujer, con los cabellos despeinados y la mirada perdida. Don Tito jamás la había visto así. Después de una semana muy dura, en la que había vendido poco y nada, ni siquiera podía recordar si las acusaciones de la Cata respecto de la supuesta beligerancia de las aves tenían algún asidero o no.
-Negra, ¿de qué me hablas?…… ¿Te cayó mal el guiso?…… Volvete a dormir……
-¡No te burles, ignorante! ¡Sos una mierda! ¡Ni para cuidarme servís! ¡Ya vas a extrañarme cuando no esté! ¡Cuando me maten esos bichos del demonio, y después vengan por vos, vas a acordarte de lo que te digo!
Y se abrazó al perrito negro, que ni siquiera se quejó, volviéndose a echar entre las mantas. Don Tito no le hizo el menor caso, le dio la espalda, y siguió durmiendo. Mañana le esperaba un día terrible: a vender o morir.
Por eso salió temprano, sin imaginarse lo que hallaría al regresar…
Caía el sol entre la maleza cuando Don Tito regresó, agotado pero satisfecho, luego de una ardua venta a la vera de la ruta. Imaginó el sabor de unos ricos mates descendiendo por su garganta, y eso le recuperó el ánimo por unos instantes. Más, al llegar al patio trasero de la estación, su aliento se extinguió de repente. Casi la totalidad de aquel patio de tierra se veía teñido de un rojo intenso, que tendía a oscurecerse con las amplias sombras de la tarde. Un rojo siniestro, tachonado de plumas quebradas, y algún que otro montón informe de algo muy parecido a trozos de cajón de ave. La imagen le resultó pavorosa. Ni siquiera podía tolerar la idea de que aquello pudiera ser cierto. Prefería pensar, si es que podía hacer tal cosa, que aquello era producto de alguna maldita insolación que se pescara a la vera de la ruta.
Hasta que desvió la mirada y contempló una escena pavorosa: sentada en el descascarado banco de madera del antiguo pasillo de la estación, acunando el ensangrentado cabo del hacha como si fuese su tan deseado hijo nonato, la Cata se acunaba hacia atrás y adelante, con los cabellos despeinados y la mirada perdida…
Don Tito se llevó la diestra a la boca y ahogó un alarido, como si acabara de contemplar un fantasma. Desde lo más profundo de su ser, quiso creer que aquello sólo era parte de su más febril imaginación, atormentada por las enloquecidas palabras de su mujer la noche anterior, y por el devastador efecto de la insolación en su cabeza.
Hasta que, muy a lo lejos, le pareció escuchar el inconfundible silbato del tren…
*De Aldima. licaldima@yahoo.com.ar
-Del Inventren 2003-
Google*
Perdidos los misterios, las curiosidades, las dudas.
Todo está allí.
Esa dirección vaga, esa obra de teatro cuyo nombre casi no recordamos, ese hombre, ese bar, esa mujer, eso apenas esbozado. Eso que nos llevaba a revolver librerías. Eso que apenas adivinabas a través del delicado arte de la combinación de miradas, preguntas y silencio.
Como dios que dicen que está en todas partes pero al revés. Todas las partes están allí.
¿Y el azar y el olor de los azahares y el estremecimiento de la sorpresa, y el vagar sin sentido hasta el encuentro?
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
Los bárbaros de Internet inauguran nuevas formas de acceder al saber*
*Por Marcelo A. Moreno. mmoreno@clarin.com
Que el sencillo pero elaborado hecho de que en 1965 el científico Lawrence Roberts haya concertado una computadora en Massachusetts con otra en California a través del teléfono terminara deviniendo, en pocas décadas, en la mayor fuente de información y conocimiento de la historia -esto es, Internet- es algo que nadie nunca se atrevió siquiera a imaginar y que se puede endilgar a la "magnífica ironía", como la nombrara Borges, de algún dios o a lo que tendemos, por pereza intelectual, a llamar milagro.
Lo cierto es que esa suma del saber al alcance de un click -en una cifra casi infinita y completamente inimaginable de letras, imágenes y sonidos- está barriendo con las formas de aprender y de acceder al conocimiento.
Más allá del ejercicio de "copiar y pegar" -que crece con feroz vigor en los trabajos universitarios- hay una nueva manera de abordar el saber, que privilegia la velocidad y la diversidad.
Los iniciados en este tipo de aprendizaje son, por lo general, damas y caballeros educados en la cultura audiovisual, es decir, seres capaces de decodificar desde muy pequeños el mensaje de un spot televisivo de una duración de, por ejemplo, 25 segundos. Son los mismos que escriben a velocidad del rayo mensajes de texto que sólo otros congéneres pueden descifrar y contestar sin distraerse en pérdidas de tiempo denominadas ortografía o sintaxis.
"No sé lo que quiero pero lo quiero ahora" es una frase emblemática que dejaron los años 90. Esa apurada angustia por el acceso define, en parte, la mecánica más utilizada en Internet. Y esto lleva, a su vez, a una cultura regida por el zapping y el surfeo, caracterizada por un navegar a menudo
curioso y epidérmico.
En la vereda opuesta surge el ya antiguo rostro del pensamiento científico: un saber en profundidad construido morosamente y en detalle como un universo arduo y complejo.
El escritor italiano Alessandro Baricco ha llamado a los colonos de Internet bárbaros que acampan en Google. Y el sentido no es peyorativo, ya que los compara con aquellos que transformaron el desorden de un imperio en descascarada decadencia en un nuevo sistema que terminó -para bien o para mal- en el orden feudal. Más aún, apuesta a que esta mutación global acabará justamente con la dicotomía entre superficialidad y profundidad.
Lo comprobable -comenta un joven amigo filósofo- es que Internet es la biblioteca de las bibliotecas y nunca antes en la historia tan inconmensurable cantidad de conocimiento estuvo al alcance de millones a una velocidad inconcebible. Y que hoy ya resulta imposible inquirir en cualquier saber sin el auxilio de la red.
Es cierto que la mayoría prefiere utilizar esa dilatada maravilla como simple entretenimiento. Y también es cierto que las empresas que ofertan en la red ofrecen mucho más aquello que resulta más fácil de digerir, la diversión convenientemente regurgitada -cultura popcorn-, que otras peripecias de más altas miras.
Pero quizá podemos abandonarnos al optimismo y pensar que acaso lo que tenemos delante en una pantalla formada por píxeles sea el primer peldaño de una forma de conocimiento apenas en etapa de formulación.
*Fuente: http://www.clarin.com/diario/2009/08/16/sociedad/s-01979411.htm
VERGÜENZA DE LOS HIMNOS LARGOS*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
LUEGO TODAVIA
Aún recuerdo el día en que aprendí a acortar la distancia entre la noche y tus ojos. Recuerdo cómo me perdía en tus pupilas para olvidar otros abismos.
Cómo me libré de cierta oscuridad para abrirme como una perfecta magnolia iluminada. Recuerdo que decías "quedémonos un poco más" pero no nos quedábamos y el tiempo gritaba como loco. Recuerdo los domingos que estallaban y los cielos color naranja. Nunca voy a olvidar los mordiscos de lobo ni el pasadizo secreto para llegar a tu ausencia y a tu nombre. Tampoco puedo negarlo: sigo extraviada.
Y OTRAS VECES
Hay gente que no tiene hijos, pero tiene musas. Gente que no tiene marido, pero tiene musas. Que no tiene techo pero tiene musas. Ni empleo, pero tiene musas. Ni gobierno, pero tiene musas. Otros que tienen hijos, pero no tienen musas. Otros que tienen cónyuge, pero ni una musa. O viven bajo techo, pero
sin musa. O tienen un gran empleo pero ni una mísera musa. O un gobierno de turno, pero ni una pálida musa. Hay gente que no tiene nada, ni musas.
MAS PURO MENOS
Es un hecho muy llamativo que ante las formas instaladas en el mundo no se pueda no vivir, y por lo tanto no haya más opciones que morir viviendo. Se le concede al dolor un respeto y una jerarquía mayor que a la felicidad.
Esto explica que el mundo no cese de fabricar desdichas y que los amantes tengan hábitos fantasmas.
LAZOS
Hay días en que ella es la moribunda que reacciona mentalmente cuando advierte que aquel a quien ya no ama está construyendo su ataúd junto a la ventana. Cimbra y clava con esmero y fastidio el no amado. Qué bien lo hace.
Lento, tan lento que ambos se van a volver viejos soñando con el entierro. Y por propio placer, ella sufre un poquito más cada día, para colaborar en el abnegado proyecto de la desdicha eterna.
DONDE
Toda belleza es igual a sí misma. Caracol sobre hojas labiadas. Rastro de luna. Mariposa negra. Mariposa blanca. Dios tiene dos llaves: la de la noche primera y la de la noche siempre. A toda hora hay gentío. Y hay taxi. Tan alegre la ciudad, algunas veces, como si este fuera un mundo de sonrisas.
Amor amor no tengas miedo de invadirme. Saludo apurado. Choque de dientes.
Hilito de sangre. No dolor sino tesoro. Mentira protectora. Excusa pueril.
Secreto de montaña. Arde. Persiste. Se prolonga. Baba roja de caracol rojo.
Toda belleza es igual a sí misma. Me mordí solo.
O PAJAROS
Ella agradece el techo, acaricia al hijo, alimenta al esposo, ficha a horario, emite votos. Todo por propia voluntad, sin temor a los talismanes chinos ni a los abogados civiles, pero necesita algo más. Para guardar mesura y mantenerse en los viejos senderos, precisa una gratificación, un plus, una añadidura: está claro que si no tuviera musas tendría pájaros o amantes.
HOMBRE ES VIENTO
Sigiloso como un velo se acercó, apenas sostenido por el aire. Perfume de fantasma. ¿Este hombre es viento? Ha llegado agitando el trapo del conjuro, desclavando los puñales del alba. Llegó como todo hombre, con su historia y su montoncito de huesos, sólo que por dentro estaba irisado.
HAY CAMINO
Ella cree que ningún sueño que se niega a ser oprimido es oprimido, como ninguna mujer que se niega a ser estatua es estatua.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-19777-2009-08-15.html
Pequeña hemorragia*
En la tintorería no sabían como sacar las pequeñas marcas que dejaron las gotas de sangre en el sombrero blanco. Fue por una repentina hemorragia de imágenes. Ella quería tapar las huellas de esa desavenencia entre el cuerpo y las ideas.
Una ausencia escapando para siempre, estallando primero, derramándose después, casi dulce, suave, por los imperceptibles intersticios, como una tristeza coloreada. Recordó el momento en que sintió uñas escarbando en su cabeza. Pensó en todas las sangres que llevaron a esa pequeña rosita licuada. La sangre enjaulada como trofeo, en las sábanas de los recién casados, del otro lado del tiempo y del mar. La que se mezcla con el placer y la curiosidad de la primera vez. Las sangres menstruales que siempre traen un mensaje. La que vio en la mañana del golpe, que no salió en los diarios, muda, sin cuerpo, sombra sólida, amenaza, vendavales del miedo. Las que la antecedieron. La que vino después, deslucida sangre morena de los márgenes, caída en tiroteos, enfermedades curables, inundaciones. La sangre de los partos, contundente y laboriosa, la de los abortos de las mujeres pobres crucificadas en la hipocresía.
La de los actos temerarios. La que guarda en tubitos las incógnitas del cuerpo.Pensó ella que después de todo, las gotitas que mancharon su sombrero, fueron algo distinto, como el romperse de una idea sin adornos, así vestidas de palabras las ideas no sangran, sonrió retocándose el rouge en el espejo.
*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar
FF.CC. LOS HERMANOS JORGE Y ANGEL CONTESTI SON SINONIMO DE LUCHA POR LA
VUELTA DEL FERROCARRIL. UNA APUESTA EN LA QUE SE SUMARON A PINO SOLANAS.
Otra vez en la vía*
Como buenos ferroviarios de toda la vida, a los Contestí se les nota el orgullo y la emoción cuando hablan de locomotoras, vagones, empalmes y servicios. La utopía que proponen pero absolutamente realizable es que los trenes vuelvan a recorrer el país. Y en ese marco también se integraron al
proyecto Tren para todos que reúne firmas para tal propósito.
*Por Sonia Tessa
Jorge Contestí fue ferroviario la mayor parte de su vida, y su pasión por ese medio de transporte que conoce al detalle se convirtió en un libro "La república que ¿perdió? el tren". Allí se argumentan las ventajas económicas y políticas de reactivar los ferrocarriles argentinos. Para llegar hasta su casa, hay que irse hasta Andino. Pero la idea es entrevistarlo junto a su hermano Angel, leal colaborador de Rosario/12 a través de cartas de lectores en las que opina de distintos temas, todos vinculados a lo social, y de manera recurrente a las mil y una ventajas de la reactivación de los trenes.
"Te paso a buscar y nos vamos en mi auto", ofrece Angel con una gentileza fuera de lo común. Así comienza un viaje que no sólo lleva a un pueblo lleno de árboles, sino también a una charla en la que confluyen utopías y convicciones. "He llorado por el ferrocarril muchas veces, como se imaginarán. Como lloro cada vez que veo la película", confiesa Jorge. Se refiere a La Próxima Estación, de Pino Solanas. En ese film, Jorge fue uno de los entrevistados. Habló con Solanas en una estación abandonada del
ferrocarril Belgrano, de la ciudad de Santa Fe, que ahora quieren convertir en shopping. Pero los Contestí están seguros de que pueden impedirlo. "Vos sabés que se la vamos a ganar. La semana que viene vamos a pedirle una audiencia a Hermes Binner por ese tema", adelanta Angel. Los dos hermanos no
abandonaron jamás la prédica sobre la necesidad de reactivar los ferrocarriles, aunque durante años sólo recibieran hostilidad y descreimiento como respuesta. Así, se convirtieron en impulsores de Tren
para Todos, el movimiento que logró juntar un millón de firmas para pedir la vuelta de los trenes.
A la vuelta, mientras maneja su Renault 9 azul, Angel pide por favor como ya lo habían hecho los dos durante la entrevista , que no se les adjudique la autoría de Tren para Todos. "Es un emprendimiento colectivo, si se personaliza en nosotros dos se lo desvirtúa", indica. Antes había contado que al principio, las reuniones de los martes, a las 20, en ATE (San Lorenzo 1879), convocaban a un puñado de interesados. Ahora, desbordan. "Se nos van de las manos", confiesa Angel, orgulloso porque la mesa para juntar firmas se instala todos los sábados, en la peatonal Córdoba. "Eso se debe a la perseverancia de este hombre que tengo al lado", dice Jorge señalando a su hermano. La mayoría de los que salen a juntar firmas son jóvenes que jamás viajaron en tren, pero los contagia la energía, la convicción y los
argumentos de otros como los Contestí que destinaron su vida al sueño de volver a subirse a un vagón.
En ese sueño, los Contestí conocieron a Pino Solanas y se integraron también a Proyecto Sur. Allí también están rodeados de gente joven. "Los primeros sorprendidos somos nosotros dos. Vos sentís que te empiezan a empujar de atrás y no sabés quién es", define con ironía Angel, que va segundo en la
lista de concejales que encabeza Alberto Cortes. Jorge, en cambio, fue candidato a senador. Y sabía que era otra patriada, porque no había chances de terciar entre Carlos Reutemann y Rubén Giustiniani. Pero igual lo hizo, no sin dudas. "Fueron los jóvenes los que nos empujaron. Yo no tenía vocación, ni aptitud, ni nada para la política. Fue la pibada de Tren para Todos que me hizo senador sin comerla ni beberla", dice con un tono jocoso que aparece una y otra vez durante la entrevista. Así, Jorge y Angel recorren la provincia. "Por ahí lo llamo y le digo que tenemos una invitación para ir a tal lado. Jorge dice que le duele la cintura, que estuvo plantando un limonero, pero igual lo hacemos, y vamos dando charlas
por distintos lugares", relata Angel lo que significa ese empuje del que hablaba antes. De las charlas, rescata una que caló hondo en él. A Cañada de Gómez Angel fue a hablar sobre la necesidad de reactivar los ferrocarriles pocos días después de un accidente muy grave, que había ocasionado cinco muertos. Como siempre lo hace, Angel comenzó a argumentar sobre la baja de siniestralidad que significaría la reactivación de los ferrocarriles, al descomprimir las rutas de automóviles y camiones. Y puso como ejemplo lo ocurrido recientemente en la zona. "Yo veía una nena en el público que se secaba los ojos. Cuando terminé, descerrajaron un aplauso los 250 chicos y los docentes. Era la primera vez que me aplaudían por una disertación.
Después vino un grupo de chicas a hacerme un reportaje, entre ellas, esa piba que había llorado. Cuando terminaron de hacerme las preguntas, la nena me contó que uno de los muertos en ese accidente había sido su hermano. Me fui hecho pelota", relata Angel, quien reconoce que su cara es transparente.
"Una de las chicas de Tren para Todos me dice que puede ver cómo va una reunión de acuerdo con la cara que yo tenga", sonríe pícaro.
Jorge tiene 74, y Angel (Lito le dice su hermano), 69. Jorge ingresó a los talleres de San Cristóbal cuando tenía 21 años, y dedicó su vida a estudiar el método del Ferrocarril. En cambio, Angel duró menos de un año en Ferrocarriles Argentinos. En un acto del 1º de mayo se refirió al plan Larkin, una iniciativa que contó con el apoyo del banco Mundial, y que comenzó a aplicarse durante el gobierno de Arturo Frondizi, para promover los automóviles y desarticular los ferrocarriles. "La Unión Ferroviaria
comenzó a presionar al ingeniero Campanella, que era una persona excelente, el director del taller de San Cristóbal, para que me echaran, así que duré poco. No querían zurdos en los ferrocarriles", cuenta Angel. Y su hermano acota: "Y decir zurdo en aquella época era decir mucho". Era el año 1959.
En cambio, Jorge se enorgullece, sobre todo, de su trabajo en los talleres de San Cristóbal. Allí entró a trabajar en 1957. "Se hizo una linda experiencia sobre estudios de método del ferrocarril, sobre planeamiento.
Para mí fue la experiencia laboral más interesante rememora . Nosotros organizábamos partidos de fútbol, torneos de bochas, lo que sea para recaudar fondos para comprar los planos que utilizábamos para el estudio de método". Así, se convirtió en jefe de Planificación del taller San Cristóbal. "Nuestra idea era hacer una empresa eficiente, que no fuera esclavista, pero con el objetivo primordial de mejorar el servicio para el productor y el pasajero. Esa era nuestra preocupación", subraya. Y el
presidente de los Ferrocarriles designado en 1967, el general Juan Carlos Demarchi, lo convocó a trabajar en Buenos Aires. Pero en la metrópolis "se hablaba otro léxico". El golpe fue grande: "Estábamos lejos en cuestión de principios. Demarchi era un militar, pero no comía clavos, tenía una visión empresaria clara y era un hombre honrado", recuerda Jorge. Después, llegó al Ferrocarril una nueva gestión, a cargo de Tomás José Caballero, también militar. "Le decían el señor tanto por ciento. Era coimero. Cuando empezó Caballero, y un grupo de gente empezó a trabajar con dureza contra los
Ferrocarriles, uno percibía que no había lugar para patriadas. Pero seguimos trabajando", sigue. El tono de Jorge es pausado, bajo, tiene gran calidez.
Recuerda que entonces, cuando no podía irse de los ferrocarriles porque no tenía cómo, se refugió en el Belgrano, donde "quedó un grupo de gente honrada, capaz, que no necesitaba el rigor para hacer trabajar. Y que trataban de limar los picos de tensión. Tenían mucha habilidad para
persuadir". El fin ya había comenzado. "Llegó el momento en que los gremios, fundamentalmente la Unión Ferroviaria, comenzó a hacer estragos", relata Jorge.
Los hermanos Contestí no son peronistas. Angel también aclara que no es antiperonista. Pero Jorge sostiene que hubo una responsabilidad del peronismo en el desguace de los ferrocarriles, y mucho antes de la presidencia de Carlos Menem. Sin embargo, esa convicción parece contradictoria con una idea generalizada que enlaza al peronismo y la defensa de los ferrocarriles. "Y no es así. No sólo no es así, sino que yo diría que en el nivel de responsabilidad, la primera por la destrucción del ferrocarril le atañe al peronismo. La Unión Ferroviaria se transformó en un verdugo a órdenes de quienes querían destruir los trenes. Y eso era contrario al sentimiento peronista desmenuza Jorge . En los distintos
talleres había tipos pingazos, buena gente, laburadora, pero los propios dirigentes sindicales los mandaban a serruchar los ferrocarriles. Nosotros podíamos entenderlo, pero al peronista de los talleres de Tafí Viejo, o Laguna Paiva, se les rompía el alma. Eran tipos de fierro, trabajadores, honrados, con conciencia social, porque el ferrocarril no quedaba ajeno al desarrollo total de la sociedad". Para Jorge, "el peronismo fue cruel, gratuito, perverso, respecto a los ferrocarriles". Angel apunta: "Parece que
la orden hubiera sido vayan, destruyan y roben. Levantaron ramales completos". Los dos recuerdan los trenes aguateros, que dos o tres veces por semana llegaban con provisión de agua a distintas localidades de Santiago del Estero, en las zonas desérticas tras la destrucción de los bosques de quebrachos. Recuerdan especialmente los trenes sanitarios. "Tenían todo el equipamiento. En épocas de dengue y de gripe A, tendrían una gran utilidad social", indica Angel.
En sus cartas de los lectores, que escribe desde hace 25 años para distintos medios, cuando un tema lo conmueve, Angel subraya que la reactivación de los ferrocarriles es una llave para terminar con la desocupación. "Con la recuperación de los trenes, se crearían 150 o 160 mil puestos de trabajo. Y
con la industria ferroviaria en actividad, habría entre 10 y 15 mil puestos sólo en los talleres de Pérez. Nosotros podemos hacer material de exportación, Argentina le ha vendido locomotoras a India, China, Venezuela, Chile, Perú, Colombia y México", subraya.
La utopía que proponen pero aseguran que es un objetivo realizable es que los trenes vuelvan a recorrer el país. Así se desarrolla en el libro que Jorge editó en 2005, y que presentó en distintos lugares. "Estábamos haciendo charlas en cooperativas, talleres ferroviarios. Llevábamos el libro y hablábamos del tema. Unos muchachos de Tafí Viejo nos preguntaron por qué no hacíamos nada para que se reactivara el taller de allí. Y yo le dije que si lográbamos que empiecen a marchar los trenes, el taller iba a hacer falta muy rápidamente", relata Jorge.
No fue fácil instalar la idea de los trenes. La propuesta del tren de alta velocidad que lanzó el gobierno nacional les dio el pie para salir a juntar firmas con la consigna "no al tren bala, sí al tren para todos". Pero durante muchos años, los ferrocarriles no eran un tema de preocupación. En los años 90, los Contestí se sentían muy solos. "Era difícil. Vos discutías en una mesa de café, o en el club, y estabas solo como kung Fu", dice Angel.
Para Jorge, fue también un estímulo a perfeccionar sus argumentos. "Para los políticos era, como dicen los chicos ahora, out hablar de ferrocarriles. Era algo que no tenía sentido. A mí me ayudó mucho elaborar un método de comparación entre el transporte automotor y los ferrocarriles. Quise munirme
de herramientas que les impidieran hacerme bolsa a estos voceros de la mentira. Mi búsqueda fue encontrar argumentos y fórmulas que fueran irrebatibles". Ahora, cuando los ven en la peatonal Córdoba, los sábados a la mañana, hombres y mujeres sobre todo ellas se acercan espontáneamente
para pedir la vuelta de los trenes. "La película de Pino nos resulta de una utilidad extraordinaria", sostiene Contestí. Los dos son jubilados, viven humildemente, y orientan su vida a la pelea para ver el sueño cumplido.
A la hora de ubicar su amor por los ferrocarriles, Jorge recuerda su infancia en Tiro Suizo, cuando jugaba con los amigo a correr al lado del tren de pasajeros, y ganaba el que aguantara más cerca venciendo el susto.
Cuando era un carguero, la felicidad consistía en pasarse de vagón a vagón.
Tenía 16 años cuando gracias a su hermano mayor, Aldo, le regalaron cinco o seis libros sobre locomotoras a vapor. "Me encantaba, allí empecé a estudiar el tema", dice Jorge. Los hermanos conversan sobre la familia, sobre el auto, se miran con amor. Angel reconoce que el imán de su amor por los trenes fue su hermano Jorge, pero también agrega que "el tema del ferrocarril es apasionante porque todo lo que lo rodea es lo cultural, lo social. Es difícil no apasionarse". Recuerda sus viajes en tren a Cañada de Gómez, para los bailes, cuando era soltero. ¿Cuál es el sueño que los sostiene? "Quiero volver a viajar en tren al norte del país. Nosotros fuimos a La Pampa, con nuestros padres. Ese viaje lo tengo grabado. De traviesos que éramos, íbamos tirando unos confites que nos habían regalado como
proyectiles. En una de esas, quedo con la cabeza afuera y la ventanilla casi sobre la nuca. Me salvó mi hermano", relata Angel. Las risas de aquella anécdota retumban no sólo como un recuerdo, sino como la posibilidad de nuevos viajes, de nuevas estaciones.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/18-19796-2009-08-16.html
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Inventren... Próxima estación: SATURNO.
Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
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Queridas amigas, apreciados amigos:
En el próximo programa de Poesía y Música Latinoamericana, en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!) presentaremos:
El domingo 16 de agosto de 2009 música del compositor mexicano Armando Luna Ponce, poesías de Elena Fassio (Argentina) y música de fondo de Jorge "Lobito" Martínez (Paraguay).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.org
Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067
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