miércoles, octubre 28, 2009

ESE ASOMBRO INFANTIL QUE AHORA NOS REHÚYE...



*Ilustración de RAY RESPALL ROJAS.



EL VUELO DE WIMPI*

Para Manena y Bari Enseñat Ribas




Una libélula dorada de alas enormes penetró por la ventana y revoloteó alrededor de la cama, anunciando que algo importante iba a ocurrir ese amanecer.

- Wimpi, ¿eres tú? – preguntó Manena, llena de esperanzas, y salió tras ella.

La mañana anterior había sido muy triste, cuando fue a la jaulita de su periquito verde la encontró vacía y con la puertecita cerrada. Parecía cosa de brujas, pero la mamá razonó – las madres son muy inteligentes y encuentran explicación para casi todo -, al parecer la puerta había quedado mal cerrada, entre empujoncito y empujoncito, Wimpi había logrado colarse al mundo de afuera y su salida había vuelto a disparar el cerrojo, dejando la puerta como si nada hubiera pasado... ¡Pero al final seguía pareciendo cosa de brujas!

Lo buscaron por todos lados, dentro y fuera de la casa, en el jardín, en el patio, hasta en el enorme almendro que florecía a la entrada... nada, ni rastros del periquito. Entre lágrimas que no podía ocultar, Manena había pedido permiso para salir a comprarse una paleta de chocolate. En realidad quería visitar a la gitana que se sentaba en el parque a leer la fortuna, pero no quería confesarlo.

- ¿Cuánto me cobra por una pregunta? – le soltó a bocajarro, más por timidez que por falta de educación, no sabía cómo dirigirse a una persona capaz de ver el pasado, presente y futuro.
- Buenos días, preciosa – le respondió la gitana -, una sola pregunta puede tener muchas respuestas, el precio depende de la importancia de la pregunta, y del tamaño de la contestación.
- Mi pregunta es vital... pero la respuesta es bien corta, solo necesito dos oraciones, tres a lo sumo...
- Entonces tal vez te responda sin cobrar – la gitana sonreía y la miraba al fondo de los ojos... ¿por qué insistía en ponerla más nerviosa de lo que estaba? -, solo debes prometerme no llorar más...
- Lo prometo – Manena levantó dos dedos haciendo una cruz y se los besó, como había visto hacer en una película.
- ¡Excelente! Ahora puedes hacerme la pregunta.
- Por favor, señora... ¿Dónde podré encontrar a Wimpi, mi periquito verde?

La respuesta le había causado mareo, de tanto pensar en ella: “Encontrarás a Wimpi, pero ya no será el mismo de antes”.

Manena había pasado el día escrutando las nubes: vio cocodrilos, llaves, guitarras, muchos barcos, una ballena, un oso, una cuna... pero ninguna nube le recordaba a su periquito… ¿Se habría transformado en flor? Salió al jardín, buscó en el parque, pero su amiguito era completamente verde y todas las flores estaban adornadas de colores.

Pensando en el enigma que no lograba resolver, la sorprendió la noche y con ella llegó el sueño, hasta que el zumbido de la libélula le ayudó a abrir los ojos... era dorada y no verde, es cierto, pero de seguro intentaba decirle algo. Siguiéndola llegó hasta la arboleda que crecía detrás de la casa... Miró de nuevo las nubes, las flores, las verdes hojas de los árboles... y ahí, escondido entre las frondas, le pareció distinguir el brillo de unas plumitas del mismo color.

Silbó, como hacía cada mañanita antes de salir para la escuela y Wimpi revoloteó hasta una rama más cercana, respondiendo a su saludo.

- A partir de ahora me vas a encontrar aquí, sólo tienes que venir a visitarme – parecía decirle con sus ojitos negros y redondos como botones.

Manena disfrutó un ratito más de su presencia, hasta que llegó el momento de la despedida. Ella debía volver a casa, Wimpi a sus frondas... “Encontrarás a Wimpi, pero ya no será el mismo de antes”.

Tenía razón la gitana, ya no era un periquito prisionero, era un periquito feliz.


*de Marié Rojas






ESE ASOMBRO INFANTIL QUE AHORA NOS REHÚYE...






El solicitante descolocado*


*de Leónidas Lamborghini.


Desempleado
buscando ese mango hasta más no poder
me faltó la energía la pata ancha
aburrido hace meses, la miseria
busco ahor atrabajo en la era atómica
dentro o fuera del ramo
si es posible.
Todos los días abro el mundo
un jardín de esperanzas
en la sección empleados
voy clasificándome
atento
este aviso me pide.
Entonces
a escribir con pasión y buena letra
adherido con lealtad
—ser claro—
escucho el ruego del ruiseñor
uniendo lo primitivo a lo culto
la inspiración a la escuela
trato de seducir
con mis antecedentes.
Solicitud detállame
el que suscribe
práctico en desorganizar
está deseando
ganarse un pan en tu establecimiento
hombre de empresa
casilla de correos.


-Enviado para compartir por Verónica M. Capellino. veroaleph@hotmail.com







Pronóstico poético del tiempo...



Últimos días de octubre en Santa Rosa de Las Pampas*


Si anda pensando usted en llegarse hasta la Rosa non tan Sancta de Las Pampas, tómese el viento.
En el centro de este indómito desierto nuestro de cada día, convergen todos los vientos cardinales, tempestuosos, enfurecidos, desorientados, secos, gastados y rabiosos.

El verde es casi gris y es una raya que pasa presurosa elidiendo la paleta de colores de esta seca floración de primavera.
Un sueño ectópico de claridad serena en verde bemol y amarillo sostenido parece hacerse realidad en fugitivo instante.

Es ese sólo instante, efímero, en que el hueco del aire toma fuerza en el dintel de mi ventana y se apresta a cambiar de dirección, llevándose la calma y los solfeos del vaivén de la aurora, colibríes y abejas recién desperezándose.

De cualquier tristeza, locura o desazón, no se culpe a nadie.
Es sólo el viento.



*de Lucía Cinquepalmi luciaguionbajo@gmail.com







Dios está en la vereda*



*Por Adrián Abonizio. abonizio@hotmail.com



Dios está en la vereda, dice Angélica, y su voz es la contestación al timbrazo que ha repercutido en la casa por lo inusual de la hora. Es aniñada pero por su problemita de haber nacido con menos aire se vuelve más infantil aún. Dios está en la vereda, repite y se lleva el dedo meñique a la boca.
¿Quién mierda es?, brama don Vito desde sus asentaderas destilando tuco en el golpazo con el botellón de vino sobre la mesa de madera, sobre el hule con flores porque se ha puesto así de loco por la frase, por la interrupción, porque odia a Angélica, su esposa. Ay Dios, repite el Tío Murciélago, a quien bautizamos así porque luce como uno y además por su trabajo nocturno en el hotel para enamorados donde atiende a las parejas.
Ellas se encuentran en la arboleda del parque y hacen como que vienen separadas pero se meten rápido para dentro los muy santitos- Ay si esta boca hablara, repite, maricón, siniestro e inofensivo a la vez. Dios está en la vereda. Y Vito que arroja un pan que silba como un obús sobre la cabeza de Angélica. Su esposa. La madre de Inés, Cachilo y Ferri, tres primos míos que comen distraídos mirando la pantalla donde dos boxeadores se dan mandobles simulados y ellos se ríen. Inés es bella y desprotegida como la madre; Cachilo, un ratoncito tenaz en sobrevivir sin emitir sonido y Ferri, heredero de la raza toruna, corpulento como su padre; será un tirano, un buey altanero, desprovisto de magia y de sonrisas. Me pega en la nuca con la cuchara: Andá a atender a Dios, que sos el invitado. Un sopapo de su padre lo sacude y me estremece. -No se le pega al primo, barrunta el jefe. El Tío Murciélago, al fin, apiadado, se acerca a Angélica y la toma por los hombros. Dios, Diosito estará ocupado en sus cosas, querida, vení sentate
que salgo a ver quien llama. Vemos su andar de puntillas, esqueleto con camisa blanca y tiradores y su asomarse por la mirilla y su regreso tamborileante de miedo. Don Vito ni se ha fijado en la escena pero tiene antenas poderosas que detectan el peligro. Es para vos, che vampiro. ¿Te vienen a cobrar, no? El tío Murciélago asiente: son ellos, los capitalistas de juego con quienes se ha vuelto a enredar en lotería paganas esperando el golpe de suerte que lo lleve lejos de esta casa, allí donde las mariquitas
son libres y pueden volar. Hollywwood, es lo mío, cuando me vaya te voy mandar una postal así de enorme, me susurra, como si supiera en lo que estoy pensando. En la entrada don Vito habla pausadamente: con una mano gesticula y con la otra esconde un cuchillo de chanchero que tomó al pasar. Vengan otro día, yo les aseguro que cobran, ¿Estamos o no? Y da un portazo. Luego se sienta y termina de devorar la pata de chancho que asoma de la fuente.
Concluye con un vaso de vino que interminablemente cae en su garguero de aljibe. Una vez culminado señala con su dedo quebrado y sucio de hollín en las uñas al tío Murciélago. Es la última, no tengo más plata para vicios.
Mañana vienen y juntá la mosca o tus cosas porque te pianto de una patada en el ojete. Tío empieza a llorar y -como he visto hacer a las mujeres-, se seca de lado, como si le corriese un rímel invisible por el costado de los párpados. Ferri que le tira miguitas sobre su calvicie recibe el amago de otro bife por parte de su padre. Viste que no era Dios, mami, alarga Inés, delicada como un ángel. Su piernita flaca roza mi rodilla y necesito más que nunca crecer para llevármela de acá, tras el arco iris ,en un auto rojo, ser fuerte, matar la muerte si es necesario. Hmmm. me pareció que era El, claro "con esos reflejos de los autos, querida", pero un día, un día, un día si a va a venir a tocar nuestra puerta, vas a ver, preciosa. Y se sienta mientras se hace la señal de la cruz. Miro el cuadro de enfrente: un ciervo bebiendo en un lago, con la luna atrás y un buhó mal entrazado y demasiado grande en primer plano. Allí la voy a llevar a Inesita. Me toca la pierna. -¿Me querés mucho? Mucho, le confirmo con miedo a que Don Vito, con sus poderes sensoriales de monstruo detecte mis palabras. Pero no; al instante se queda dormido sobre la mesa, echado hacia atrás, roncando con la boca abierta. Podría pasar que alguno le tire dentro de su garganta veneno, fuego o una espada llameante. Pero no, se retiran cada cual a lo suyo y me quedo yo, junto a mi prima, mi novia, mirando dormirse aquel animal antiguo que capitanea la casa, mientras que pienso que la oscuridad y la luz están en la tierra, enfrente y al lado mío. Es una plenitud nueva para mí, visitante familiar, consanguíneo, blanco, de afuera, de los arrabales adonde un día cuando crezca llevaré a Inés para vivir en una casa cerca del ciervo y del lago y sin Dios alguno que llame a la puerta en medio de la hora de la cena.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-20828-2009-10-28.html








PENDIENTES*



*Por Nazario Soto. ladecenatragica@yahoo.com.mx



Hace falta un sonido

que nos haga voltear

el rostro a media calle,

un dulce ruido irrespirable.

Hace falta un color

que nos condene,

que arranque la capa

espesa de costumbre,

un terrible matiz irresponsable.

Se requiere de un latido,

un ladrillazo rupestre

que nos devuelva nuestra

verdadera condición,

que invoque la amnesia

primigenia del progreso.

Cuánta falta nos hace

un oportuno pellizco

que recupere,

de una vez por todas,

aquella dignidad

y nos haga sentir

nuevamente vivos.

Un simple dolor de muelas

provocador de automovilistas

(abomina de este coche,

retorna extasiado a tu cuerpo),

convocante del abandono

de la estéril pretensión

en los transeúntes.

Se necesita alguna acción

que nos asfixie

indescifrable,

implantando contundente

ese asombro infantil

que ahora nos rehúye.






OLIVERIO COELHO Y LOS CUENTOS DE PARTE DOMESTICO

A sus plantas rendido un señor*


Las historias que propone el autor adquieren un espesor tramado por la asimetría de las relaciones humanas, fundamentalmente entre el hombre y la mujer. "En el fondo es una tentativa de poner en crisis el tema amoroso en la literatura", señala.


*Por Silvina Friera


El hombre rendido a las plantas de una mujer. Este es uno de los núcleos duros de los nueve cuentos que integran Parte doméstico (Emecé), el nuevo libro de Oliverio Coelho. Como si fueran pequeños films de bajo presupuesto y mínimos recursos -apenas una ventana, una habitación de pensión o de hotel, un teléfono que se vuelve un "objeto afantasmado", una escalera, una mesa ovalada, "los filamentos oblicuos de la lluvia"-, las historias adquieren un espesor tramado por la asimetría de las relaciones humanas.
"Todos los hombres tarde o temprano terminaremos así", dice el protagonista del primer cuento, sugestivamente titulado "El umbral", al observar a un puñado de hombres agotados que deambulan como zombis por las calles, en un mundo en el que las pocas mujeres que quedan son acaparadas por el Estado
"para asegurar el futuro de la especie". En "Vigilia", un joven se encuentra atrapado en el hogar de un anciano que lo contrata para acompañar a su mujer ciega. En "Los demonios", relato que cierra la serie titulada "Servidumbre", un hombre recibe la propuesta de vender a crédito los ojos de su moribunda
madre. La realidad es más áspera con los hombres. Ellos sufren, son los objetos sexuales, los engañados y usados. Los hombres no logran apresar el costado femenino y sucumben ante ese poder, como en "Caracas", donde una fotógrafa venezolana lleva a Tursi a su hotel porque se dedica a fotografiar
hombres durmiendo -viejos, feos, borrachos, adolescentes-, sin que haya sexo de por medio. O en
"Sun-Woo", donde el hombre es reducido a una suerte de esclavitud sexual por parte de una femme fatale que conoce en Seúl.
Cuando Coelho habla, hilvana las oraciones de modo que su oralidad anticipa la potencia de su prosa precisa, personalísima y certera. "Los cuentos son una especie de laboratorio en el que se generan ideas o se ponen en escena universos nuevos. Mis cuentos son los eslabones perdidos de mis novelas", dice el autor de Los invertebrables (2003), Borneo (2004), Promesas naturales (2006) e Ida (2008). "El asunto de estos cuentos no es tanto la sumisión del hombre respecto de la mujer sino una sumisión a un imperativo femenino, a una idea de mujer impuesta por la sociedad que estos hombres intentan aprehender y de algún modo apropiarse -aclara el escritor en la entrevista con Página/12-. El modo en que se relacionan estos hombres es obsesivo, autoritario y a la vez solitario, porque donde hay un
autoritarismo deliberado, hay también soledad."
-¿Qué le interesaba del hecho de explorar el comportamiento de esos hombres solitarios que parecieran estar lejanos a usted, al menos cronológicamente?
-Están lejos de mí, es cierto, pero siempre cuando uno transita la ciudad se encuentra con este tipo de hombres. En realidad muchos de los personajes de estos cuentos son hombres que conocí en momentos de observación atenta. A veces recorro la ciudad escuchando qué dicen esas criaturas o cómo esas
criaturas se relacionan con lo femenino. Al no poder aceptar que una mujer tenga poder, a la vez le conceden un poder porque el imaginario de estos hombres se ve desbordado; digamos que este imaginario está sólo ocupado por la posibilidad de la mujer. Evidentemente hay obsesiones que se deslizan a pesar de uno, obsesiones que migran del cuento a la novela, no de la novela al cuento; por eso creo que estos cuentos forman una biografía literaria estética de lo que aparece en mis novelas.
-¿El cuento tiene una capacidad más "migratoria" que las novelas?
-En mi caso, los cuentos contagian el deseo de seguir explorando esas obsesiones. En la novela que estoy escribiendo ahora, repito el mismo asunto, la relación del hombre y la mujer, que siempre es una relación inconclusa, ¿no? O una relación que siempre está mediada por el fracaso. En el fondo es una tentativa de poner en crisis el tema amoroso en la literatura. O quizá trasladar una percepción amorosa fundada en la realidad, en lo real del amor en nuestra sociedad.
-¿A qué se refiere con "poner en crisis el tema amoroso"? ¿Implica relativizar la trillada cuestión de que siempre es la mujer la que sufre?
-No sé si es la mujer la que siempre sufre; más bien lo que se pone en crisis es la idea de un contrato fundado en los géneros. Creo que el lugar de la mujer es otro y hay hombres que no terminan de adecuarse a ese otro lugar o al poder de la mujer. El poder de la mujer reside no en ser mujeres
sino en la relación que tienen con lo femenino, que es lo que desespera a mis personajes: no poder llegar a aprehender lo femenino; es eso lo que se les escurre y lo que agiganta el abandono. Acentuar demasiado el abandono tornaría un poco contingente el asunto, quizás un poco banal. En cambio de
esta otra manera, poniendo el acento en ese acceso impedido, se descubre un lado metafísico de la relación amorosa.
-En "Sun-Woo", que tiene un final en donde el hombre "demanda" estar encerrado, ¿se plasma en parte esta tensión del "acceso impedido"?
-Es cierto que se plasma esa tensión; el personaje fantasea con un modo de liberación y cuando esa liberación llega, se siente decepcionado o no la quiere. En estos cuentos lo que se les atribuye a las mujeres, la neurosis y la histeria, se representa en hombres. Antes de escribir los cuentos, estas
cuestiones no las tenía en mente; se produjeron durante la escritura.
Encontré este hilo o esta lectura cuando me propusieron editar los cuentos y pensé que el volumen necesitaba unidad, que no tenía que ser simplemente un rejunte. Entonces elegí estos cuentos por el núcleo duro: el hombre rendido a las plantas de una mujer (risas).
-Aun cuando sucedan en lugares más o menos reconocibles, las historias de Parte doméstico transmiten un sentimiento de extranjería. ¿A qué atribuye esta sensación?
-Justamente lo extranjero me parece que es el ámbito doméstico, que es el escenario de lo extraño. Si algo extraño puede suceder, algo fuera de la norma, es en el ámbito doméstico. Creo que muchos cuentos, la mayoría, dejan una inflexión en la domesticidad. De hecho hay dos, "Vigilia" y "El umbral", en los que hay una especie de diálogo con dos relatos que son por excelencia relatos domésticos, como "Casa tomada" (de Cortázar) y "Aura" (de Carlos Fuentes). El lugar común de estos cuentos es la exploración de lo doméstico como escenario de lo extraño o lo siniestro. Siempre me resultó muy fácil, accesible, narrar interiores. Recién en Ida, en esa novela más urbana, me propuse salir a la ciudad. Pero en los cuentos quise aprovechar esta facilidad de escenificar interiores y desarrollar argumentos en lugares
cerrados.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-15794-2009-10-28.html







*


Cachi ... Peña de soledad
Paisaje hermoso, en lengua Kakán ...
Ocasión de nombrar la verdad con belleza ...


Por ello: Ocasión de Poesía.
Horacio C. Rossi -en la terraza-


Familiares y amigos de Horacio C. Rossi (1953/2008) lo invitan a la presentación del libro POEMA DE CACHI, escrito en que nos habla de su último viaje (Septiembre 2007) al noroeste argentino visitando, precisamente, las Ruinas de Cachi.
La cantante Nilda Godoy le dará brillo a la presentación con su voz y músicos que la secundan.

Día: 29 de Octubre de 2008.
Hora: 20.15
Lugar: Cine Auditorio de ATE –San Luis 2854 * Santa Fe-

AUSPICIAN: ATE– El Arca del Sur– SADE– ASDE– LuzAzuL– Asociación Cultural El Puente – Programa “Soberanía y Cultura” (Radio Nacional)




*

Inventren Próxima estación: CASBAS.

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*

LA JIRIBILLA.

-Revista de cultura cubana.-

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