sábado, noviembre 21, 2009
TIRITANDO DE ESPERA...
-Ilustración: "AMORFOSIS" de Ray Respall. (Cuba)
La caricia*
Estaba en la cama con el camisón blanco de seda que era el preferido de su marido. Le gustaba esperarle mientras se lavaba los dientes, completaba su higiene y se ponía el pijama en el cuarto de baño. Reconocía cada uno de los sonidos y mentalmente los iba identificando como si de un ritual se tratara.
El hombre asomaba por la puerta y se acercaba a la cama, la besaba dulcemente en la frente y bordeaba el lecho hasta su lado que tenía las sábanas primorosamente abiertas en un triangulo perfecto. Se introducía en la cama y se acercaba a ella con aquel aplomo y sensualidad que le hacía desearlo y entregarse.
Una vez compartido su amor, se retiraba a su lado y apoyaba suavemente el codo sobre ella. Este gesto la complacía tanto que no hubiera podido dormir sin que lo hiciera. Tener el brazo de su marido sobre ella la confortaba porque entendía que era algo natural, íntimo y que establecía una complicidad entre los dos.
El hombre cerraba los ojos descansando el cuerpo sobre el mullido colchón, y pensaba en la suerte que tenía de estar casado con aquella mujer que nunca había protestado porque le apoyara el codo en su vientre. Se lo agradecía en silencio cada noche porque era la única manera de calmar los dolores de aquella lesión que se hizo en el codo jugando a tenis con su amante.
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
TIRITANDO DE ESPERA...
LAS MADRES DEL CORAJE*
Somos nosotras, las madres del coraje
Desdichadas
Ese es nuestro su oficio, la desdicha.
Piel oscura, oscura vida, pena negra.
Amontonar piedras, penas, hijos.
Ultrajadas
Este en nuestro oficio, el ultraje
Cuando el pasto llegaba a las rodillas
Hemos sido palomas deshonradas.
Nosotras. Las de memoria de humo.
Este es nuestro oficio, la desmemoria.
Ahorrar el olvido.
Ignorar el nombre del padre,
Y del padre del hijo.
Somos las herejes.
Este es nuestro oficio, la herejía.
Injuriar día a día a un dios ignoto e ignorado.
Nosotras, las madres despojadas.
Este es nuestro oficio parir carne de guerra.
No hay cruz en la ceniza, ni en la nieve, ni en el agua
Sólo quedan las piedras, los espejos y la cruz del Sur.
También queda el coraje.
Abrazarse. Lamerse las heridas.
Los quebrachales lloran.
Nosotras, las madres del coraje cantamos tiritando de espera.
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
PRONÓSTICO DE CORTA VIDA*
Cuando Rafael fue a pedir permiso para llevarse a Olga, el padre le soltó la misteriosa frase: "¡Pero ella tiene un pronóstico de corta vida!".
Sin ser de muchas letras, entendió claramente lo que se le decía. No obstante, dijo que se la llevaba y la familia con gusto se la dio - habían perdido las esperanzas de casarla -, aclarándole todavía en la puerta que no podrían tener descendencia debido a la insuficiencia cardiaca congénita de la muchacha. "Ya entendí, no soy tonto", respondió él antes de montarla en su caballo.
Pasados cinco años de felicidad; sin avisar con ningún otro síntoma que sus habituales fatigas y resuellos, Olga apareció muerta en su lecho. El velorio, bien concurrido, duró toda la noche. Rafael rogaba, deshecho en llanto, que Dios tuviera piedad y le quitara la vida, pedía un milagro. No lo sabía, pero le esperaba un regalo:
Cuando llegó la hora de cargar el féretro, observó que Olga se había volteado de lado y colocado ambas manos bajo la cabeza, gesto harto conocido tras un quinquenio de soñar juntos. Levantó la tapa y la trasladó dulcemente hasta el lecho, donde ella terminó de dormir la mañana, sin notar la diferencia.
Si bien fue cierto que no pudo traer hijos al mundo, Olga disfrutó de una larga estancia en este planeta. Al sentirse morir pidió ser enterrada junto a Rafael, a quien, como para que no le fuera a dar por solicitar un nuevo milagro, el Supremo Hacedor se había llevado un año antes.
(Es una historia real)
*de Marié Rojas.
POEMA I*
El amor con un guiño
me indica que aún está
en los portales.
No murió,
aunque ya agoniza
y me dice un adiós lastimero.
No quiero sentirme vacía,
intento buscar en mi adentro
recuerdos de algunos “Te quiero”,
un roce de piel con ternura,
recuerdos del calor de besos.
Pero sola camino
en el tiempo
donde nadie me ve
ni me espera…
POEMA II*
El tiempo me susurra
historias repetidas.
Creo que no aprendo;
huellas equivocadas reciben
varias veces mi marca.
Me confunde el otro
con demandas tan necias
y el NO se diluye
entre dudas y culpas.
POEMA III*
Poseo cavernas secretas
donde no entra
ni la luz del infierno.
Allí soy verdad, íntegra,
invulnerable,
resistente a todo asedio
y a cualquier halago.
No espero que regreses,
no atravesaste la entrada
ni en la época del paraíso
cuando intentamos tejer
una senda compartida
proyectada al infinito.
POEMA IV*
Calles abigarradas
que mezclan verde de árbol
con vapor de sal
que gotea humedad.
Palabras que brotan
y caen en cascadas
que aceleran significados
para volar
sin ser comprendidas.
En medio estoy
arrasada por un huracán
de palpitaciones humanas
que se chocan,
que nos acompañan
pero nos dejan solos.
Porque nacen en soledad
no saben como
retener la compañía.
*Poemas de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar
Lo que mata*
*Martín Caparrós
20.11.2009
El cambio, todo el tiempo el cambio: el cambio ha pasado a ser el enemigo.
Ayer se presentó un trabajo en que participé: el informe anual sobre el Estado de la Población Mundial que publica el Fondo de Población de Naciones Unidas. El Informe encara, cada año, un tema diferente: en los últimos cuatro trabajamos sobre migraciones, crecimiento urbano, culturas tradicionales y, ahora, cambio climático, el tema del momento: en las próximas semanas, la cumbre de Copenhague lo llevará a las tapas de los diarios del mundo.
El trabajo fue apasionante: debía contar las vidas de siete jóvenes -potencialmente- afectados por el calentamiento global: una paisana paupérrima en Níger, una estudiante entusiasta en Nigeria, un príncipe ecologista en las islas Marshall, un inundado refugiado en Marruecos, una pescadora de caracoles en Filipinas, un líder campesino en el Amazonas, una gay feminista post-Katrina en Nueva Orleans. No fue fácil: el cambio climático es, sobre todo, un pronóstico y sus efectos actuales son
menguados, pero la mayoría de los científicos está convencida de que, en el mediano plazo, puede ser muy dañino: que los gases de efecto invernadero -sobre todo el dióxido de carbono- que estamos lanzando a la atmósfera pueden aumentar un par de grados la temperatura promedio de la Tierra y causar desertificación, subida de las aguas, derretimiento de los hielos, sequías, desastres muy variados. Algunos todavía suponen que la amenaza no es real; son los menos.
La reacción frente al posible calentamiento aparece como una causa noble, necesaria; lo que me resulta inquietante es que recibe tanta más atención que otras que parecen urgentísimas. En Dalweye, su pueblito de chozas de barro, Mariama me preguntaba si yo creía que el cambio climático era
culpable de su hambre.
-¿Por qué?
-No sé, me dijeron las chicas de la oenegé que era por eso.
En los pueblos del Níger los campesinos nunca comen lo que necesitan: su dieta de cada día -la misma cada día- está hecha de mijo pisado con -a veces- un chorrito de leche. Hasta que llega junio, los granos se terminan, algunos hombres y mujeres y chicos mueren, otros sobreviven hasta la próxima cosecha. En Níger se ve demasiado claro lo que le pasa, de una u otra forma, a mil millones de personas. Esta semana, en la Cumbre por la "Seguridad Alimentaria" de la FAO en Roma, el secretario general de la ONU dijo que el hambre mata a diez chicos por minuto: diez cada minuto. El cambio climático, si acaso, puede empezar a causar víctimas dentro de algunos años.
Es obvio que la batalla contra el cambio climático y la guerra contra el hambre no deberían excluirse, pero se ve muy bien qué les importa -y qué no- a los dueños del mundo y, sobre todo, dónde van los dineros. La cumbre de Copenhague recibirá a los jefes de los países más potentes -que ya saben que
no van a conseguir acuerdos significativos pero van a mostrarse preocupados.
En cambio la cumbre de Roma no atrajo a ningún grande: los más conocidos eran Lula, Lugo, Mubarak, Mugabe y Gaddafi, y seguía una lista conmovedora de presidentes africanos; ni un jefe de Estado europeo, norteamericano, asiático de peso. El conclave romano terminó con una declaración que decía
que habría que bajar la cantidad de hambrientos a la mitad antes de 2015 -tres chicos por minuto-, pero no daba datos sobre cómo lograrlo: ni un plan, ni fondos, ni unas bolsas de harina. O, según el slogan consagrado: caviar en mesa propia, retórica en la ajena. En cambio, el clima se lleva la preocupación y los millones.
-Bueno, usted sabe que lo que mata es la humedad.
Hay explicaciones posibles: entre ellas, que el cambio amenaza también a los ricos de los países ricos -mientras que el hambre siempre es para los mismos. Que el cambio climático podría eventualmente modificar la forma en que vivimos, mientras que el hambre de millones de otros es, precisamente,
la forma en que vivimos. Pero, además, nadie gana mucha plata con el hambre; los que venden comida prefieren vendérsela a los que tienen comida -o, como nosotros, a los chanchos chinos. En cambio, el mercado que se deriva del miedo al calentamiento es uno de los grandes negocios del futuro.
El mercado de los créditos de carbono, que hace diez años no existía, ya mueve más de 120.000 millones cada año y crece sin parar. Parece simple: los acuerdos internacionales basados en Kyoto determinan cuánto gas de efecto invernadero puede mandar a la atmósfera cada país firmante, y los gobiernos
de los países ricos reparten esa cuota entre sus empresas. Entonces las que prefieren emitir más gas para seguir haciendo sus negocios compran "créditos de carbono": derecho a poluir que les venden las empresas y comunidades que no usan toda su cuota. En teoría, esto sirve para que las compañías que se
preocupan por reducir sus emisiones -moderando su consumo, modernizando sus procedimientos- reciban algún beneficio; en la práctica, las empresas despilfarrantes suelen comprar sus créditos a las nuevas compañías especializadas que los consiguen a través de supuestas inversiones verdes en el tercer mundo.
El green business explota y ya lo están copando los grandes jugadores, las finanzas globales, los dueños de este mundo. Un ejemplo reciente: los hornitos africanos certificados ecológicos de los que J.P. Morgan -la famosa banca Morgan, quintaesencia del capitalismo americano- va a distribuir diez millones en Kenya, Uganda, Ghana. Cada horno les cuesta unos cinco dólares; se supone que cada uno reduce las emisiones en dos o tres toneladas por año; cada tonelada menos es un crédito de carbono que la banca Morgan puede vender entre 10 y 15 dólares en el nuevo mercado internacional, o sea: con una inversión inicial de 50 millones puede obtener entre 200 y 450 millones de dólares anuales. Y encima pueden decir que ayudaron a esa pobre gente, que es su meta en la vida.
-La caridad bien entendida empieza por casa, mi estimado.
Mientras tanto aparecen quejas, aquí y allá, en países pobres, sobre fábricas que basan su rentabilidad en aparentar que reducen su emisión de gases pero que en realidad no lo hacen -y sobornan a los auditores encargados de certificarlas- o lo hacen y poluyen de otros modos - envenenando las aguas, por ejemplo- o lo hacen y no producen mucho más que su ingreso por vender los créditos. Los créditos de carbono pueden convertirse en un gran deformador de las economías subdesarrolladas, otra forma de la corrupción institucionalizada. Y, también, en uno de los mayores esquemas de especulación financiera global: otra timba extraordinaria, burbuja subprime verde. Pero el gran negocio, como siempre, necesita a América para ser realmente grande.
Estados Unidos no aceptó los protocolos de Kyoto, y por lo tanto no limita sus emisiones de gases invernadero. Así que sus empresas que compran créditos para compensar sus emisiones lo hacen porque queda cool bonito y les permite presentarse como buena gente y vender más. Pero si el gobierno Obama finalmente regula sus gases, todas tendrán que hacerlo y las financieras que ya empezaron a invertir en el mercado del carbono van a ganar miles de millones adicionales. Al Gore tiene un magnífico futuro por
delante.
Gore es el gran lobbysta de la lucha contra el cambio climático -y un hombre afortunado. En 2000, cuando consiguió perder aquellas elecciones, declaró que tenía dos millones de dólares. Ahora, tras diez años de campaña contra el cambio, se le calculan cien. Además de cobrar decenas de miles por esa
conferencia que ya repitió cientos de veces, Al Gore es accionista de varias empresas exitosas relacionadas con su militancia: energías renovables y créditos de carbono, sobre todo. En 2007 le dijo a Fortune que su empresa Generation Investment Management encaraba una transformación social "mayor que la Revolución Industrial, y mucho más rápida": la conversión del mercado global de energía "para contener el calentamiento global" a través de tecnologías limpias, verdes, sustentables -y, también, por qué no, nucleares. Dicho de otra manera: la tentativa gigantesca de abandonar la dependencia occidental del petróleo -caro y ajeno- y el carbón, y forrarse con lo que vendrá.
Al Gore dice que la única forma de conseguir que las emisiones se reduzcan es aplicarles las famosas fuerzas del mercado: que los que poluyen paguen, que los que no poluyen cobren. Y, de paso, que los intermediarios financieros ganen más y más. En síntesis: tratar el problema según el mismo modelo que creó ese problema, entre tantos otros; el mismo modelo que también produce el hambre de millones. Hace muy poco un socio de Gore en una de estas nuevas empresas verdes, Capricorn Investment, lo dijo tan clarito: "Nuestro objetivo es hacer más dinero que los demás de un modo que los supera en impacto y en ética".
El negocio es redondo. Y lo será mucho más si el gobierno Obama por fin regula sus emisiones de CO2: la causa a la que Al Gore dedica tanto esfuerzo, militancia tan esperanzada. Si es así, Fortune calcula que el mercado del cambio climático llegará a un billón -un millón de millones- de dólares dentro de diez años, y todo por la buena causa.
Mientras tanto, el hambre sigue muy bien gracias.
*Fuente: http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=34222
Como quieras*
como quieras
podrás malear un corazón
en lo que quieras
es como convertir un páramo agreste
en mañana que despierta florecida en la ventana
dar un pincel de luz ocre alimonado
a la rama que cae derrotada de furia
atinar el brusco ataque de un cachorro malherido
tornándolo en vaivén expectante
de colita sumisa y entregada
con sólo una mirada o un talante
resucitar la magia del silencio
enrocar las palabras las de siempre
y armar otra palabra
dar la vuelta
ver el rayo omnipotente
que viene a deshacer la frágil fuerza
de las manos torpes
hacer de un corazón
un eco inagotable de fractales
y aún en la empatía de saber
de ver en ese misceláneo ardid de variaciones
el reflejo del semen que has servido
verás que nada cambia alrededor
que nada es suficiente
*de Lucía Cinquepalmi luciaguionbajo@gmail.com
SOBRE DESTRUCCIÓN MASIVA, CREACIÓN, MISERIA Y MERCADO DEL ARTE*
El poliédrico tema de la belleza, de la paz, de la libertad, de la justicia y del amor me interesa desde hace años, como hombre y como poeta que se cree más sensible a la vida y a la creatividad que al negocio de la destructividad y la muerte.
Yo he podido desarrollar, aún con esfuerzo de mis maestras y de mi familia y mío propio, el maravilloso hábito de la lectura, con el interés creciente en lo literario: dramaturgia, cuentos, novelas, poesía. Durante más de cuarenta años he leído miles de libros.
Y desde hace quince años cuento con una computadora propia, cosa que no tenía Homero cuando escribió LA ILÍDA y LA ODISEA ni Moisés cuando necesitó poner por escrito en libros la historia sagrada y jurídica de su pueblo y de su dios.
Miguel de Cervantes no tuvo siquiera una secretaria o una práctica birome o máquina de escribir de esas que nosotros usábamos en el siglo XX.
El genial e infeliz Antonín Artaud no tenía siquiera muchas veces un cuaderno a mano y la punta de un lápiz para infundirse algo de luz en su locura, rodeado de enfermos mentales, de gente que no comprendía su necesidad extrema y que le rompía los lápices o le destrozaba lo escrito cuando al pobre escribir era lo último que le quedaba y en eso se le iban el alma y la vida cuando el infierno del electroshock o los dolores del cáncer le daban un poco de respiro en el psiquiátrico.
Yo y muchos otros hoy podemos acceder a variadas clases, a instrumentos y medios de expresión; un buen piano, una guitarra, un taller donde esculpir, dibujar o pintar; un lugar y un grupo donde hacer teatro, un coro donde integrarnos para cantar, un ballet, un grabador, una filmadora, una revista, etc.
Puedo más o menos regularmente darme tiempo y espacio personal para sentir, para pensar y para sintetizar por escrito en la pantalla una pregunta, un párrafo, unos versos, una carta, cuando siglos atrás a muchos eso les costaba la vida.
Puedo experimentar que, más allá de su valor objetivo, cuyo juicio está fuera de mi alcance, no se pierde esa aventura de sentir y pensar en versos, sino que parte de ella deviene forma comunicable y entra en formatos que llegan a otros; un disco, un libro, un video, etc.
Y entre esos otros lectores, inter-actuantes u oyentes, no pocas veces nos llega comentario sobre lo que uno escribió, sobre lo que uno lee por radio, o lo que uno pudo ir a decir en algún espacio de televisión por cable o en una mesa pública de poesía.
Pero la historia del arte es una galería interminable de malentendidos, de intentos frustrados, de planes inconclusos y borroneos y tachaduras y enmiendas y olvidos y actos fallidos que no logran dar plena expresión a su idea o ideal, mil intentos y un invento, como dicen.
Lo que después otros explotan como cultura es antes una galería de tipos anónimos que se rompieron el alma para lograr una obra en piedra u otra materia y que vivieron y murieron en la miseria. Y cantidades y calidades increíbles de obras que se destruyeron por terremotos, por inundaciones, por invasiones de fanáticos religiosos; por robos, por caer en manos que lo encierran en una caja fuerte como si fuera oro o diamante, o abandonan y dejan deteriorar, o se destruyen artistas y obras por bombardeos en tantas guerras.
Detrás de lo que hoy millones de consumidores pueden sentarse cómodamente en un sillón de su living a disfrutar como películas o libros o discos compactos de blues en equipos que hoy suenan con la más alta fidelidad, detrás de esa diletante fortuna nuestra está el infortunio de miles de negros esclavos cuyo único consuelo era cantar Gospel en la escuela evangélica dominical, o escuchar al pastor leer pasajes de la Biblia.
Negros con las espaldas destrozadas por la esclavitud y el látigo y el racismo que caían a saco de noche sin avisar a la cabaña o barraca o choza o casucha e incendiaban y acribiollaban y degollaban y ahorcaban, violaban y quemaban vivos a sus padres y hermanos.
De esa escuela de arte viene el blues, de esa universidad del horror viene el jazz,
de manos estropeadas por trabajar desde niños picando piedras o cosechando en el campo para el amo, o talando bosques o revolviendo tachaos de basura para buscar algo que comer o vomitando sangre y dientes y tripas contra las paredes del calabozo o retorciéndose de cirrosis hepática en un hospital de pobres, tiritando con el cuerpo quemado por el delirium tremens del alcohol que tomaban para aliviar su condena.
De tener como raíces el haber sido arrancados del África y amontonados en la bodega de un barco esclavista portugués, holandés, inglés o francés, sin comida durante días, sin el agua suficiente para beber durante muchas horas, encadenados en la oscuridad hedionda, teniendo que oler el cuerpo enfermo de otro encadenado a su lado o el cuerpo muerto de otro o el alma rota del que llora impotencia hasta morir. De no poder volver a su geografía natal y de no tener otro futuro ni presente que cadenas, látigos, palos, llamas o balas, de todo eso viene el blues a la garganta y al corazón de ese negro mal dormido y andrajoso que se sienta en un cajón destartalado arrojado a la basura por la sociedad de consumo, y hace de miseria maravilla, y sopla una flauta y nos toca el alma con algo que no podemos poner en palabras, o escarba entre las cuerdas del banjo o de la guitarra o contrabajo un sentir que viene de lejos y nos desgarra.
Nuestra cultura del orden, de los cánones clásicos o iluministas por nosotros impuestos o a nosotros impuestos por la civilización de Europa occidental, necesita una buena dosis de esa raíz salvaje, de ese grito destemplado, de ese bailotear como si lo estuvieran quemando o como si tuviera diablos en el cuerpo.
Y más aun, necesitamos soñar como negros, besar, acariciar y hacer el amor como si nos estuviéramos quemando vivos o tuviéramos diablos salvajes en el cuerpo.
Estas cosas me hizo sentir y pensar haber visto en un film documental de Martin Scorcese y Wim Wender sobre los años treinta y el músico negro J.B.Lenoir, sobre Skipy, sobre la cantante negra Casandra Wilson y tantos otros pioneros del blues.
Porque todavía hoy, en las afueras del luminoso hiper-shopping del city center, lejos de las Catedrales Financieras con su avaricia delirante por las movidas de los depósitos,
más hacia la periferia todavía hay vida salvaje, indiecitos que comen de los basurales, que duermen en los basurales, indias y negras que paren hijos en los basurales de nuestra sociedad de consumo, y que cuando logran reponerse de los golpes de la Inquisición o del Ku Flux Klan, de los golpes de la policía o del patrón esclavista o del cafishhio prostitutor o el negrero explotador y del que les vende la droga más sucia, todavía hoy, en las peores condiciones, esos arrojados a miseria se ponen a bailar, a formar murgas, a cantar, a disfrazarse, a dibujar, a pintar, a escribir versos, a crear arte y cultura que otros haremos moda y explotaremos, que otros podremos comprar y vender, como comodity.
Ahí están haciendo sus tinajas y telares después que desde hace siglos los venimos corriendo de todas partes, les rompemos sus telares y les imponemos morirse de hambre o vestir nuestras ropas y modas bajadas de los barcos, venidas de las grandes textiles de la revolución industrial, de Florencia, de Inglaterra.
Todavía los civilizados no hemos logrado un “Orden Mundial” que incluya a todas las artes, a todas las manifestaciones culturales, y sobre todo, a los artistas, a los creadores, a los que todavía tienen que pasar la gorra si quieren hacer teatro, o si quieren hacer su música en los subtes, en los trenes, en la vía pública, hasta que viene el policía municipal y…
Ellos aprenden de niños esos juegos malabares con palotes y pelotas y nosotros los miramos sentados dentro del auto. A veces al pasar les tiramos migajas o les ofrecemos unos pesos por una chupada de pene y después los dejamos más sucios y abandonados que antes y seguimos nuestro negocio, porque no tenemos tiempo ni para el amor ni para el sexo.
O peor aún, les mentimos nuestra Biblia o les vendemos las ilusiones de nuestros partidos políticos o de nuestros tristes deportes olímpicos y nuestros blancos sorteos de la danza de la blanca fortuna y orgasmo de loterías y casinos de los blancos y sus blancas líneas de cocaína.
Hemos dejado que Tanguito se reventara muy solo y triste en este mundo abandonado
y después cantamos El amor es más fuerte mirando la película de su vida y agonía espantosa.
Hemos dejado que Charly Parker muriera espantosamente, y era un genio no menor que Mozart o Beethoven o Piazzolla.
Hemos dejado que Violeta Parra, que Van Gogh, que Alejandra Pizarnik, murieran en la impotencia, en la incomprensión, en el infierno de no reconocer su sensibilidad expuesta como fractura.
Hemos dejado morir en los basurales o barriales a millones de negros que cantaban, que tocaban maravillosamente el piano, la trompeta, el saxo o la guitarra.
Alguien los llevaba a grabar o los filmaba, les tiraba cuatro dólares y con esos registros hacían millones en el mercado blanco. La barbarie sigue dando de comer a la civilización. Los exhibimos como animales de zoológico y hacemos dinero con todo eso.
Hemos dejado que más de un Favaloro se pegara un tiro sabiendo que no vamos a cambiar, que siempre la vamos a ver cómodamente sentados en la tele-platea de los que tenemos lo poco o mucho que tenemos, en la cómoda banca de los que podemos, lo poco o mucho que podemos en un mundo donde mil millones de rotosos no pueden ni sobrevivir y todos los días mueren de hambre no en sentido figurado sino en sus propias carnes consumidas por la desnutrición y el abandono y las pestes.
Algunos blancos civilizados, como Martin Heidegger o Jean Paul Sartre, pueden sentarse a pensar hasta desarrollar todo un sistema filosófico, o desarrollar todo un análisis de interpretación del psicoanálisis freudiano, como Jacques Lacan, Algunos logran un subsidio, una beca a tiempo, un premio, una cátedra, una chapa oficial de esto o lo otro, el concurso que salva una obra de arte y permite a un artista seguir creando.
Algunos logran dedicarse a la investigación científica con libertad y amor y serenidad de conciencia, sin tener que someterse a lo que les manda investigar una empresa privada o un Estado controlador o manipulador o una Fundación supuestamente interesada en el desarrollo de las Ciencias y las Artes.
Pero es más fácil que fracasen, que no lleguen, que mueran alcohólicos, que alguien pongan en tus manos un paquee de drogas y te encaje una patada en el culo y te manden a traficar antes que ayudarte a completar tu escolaridad y darte empleo digno y salario digno o ayudarte a desarrollar plenamente tu capacidad y vocación como deportista, como artista, como investigador, ingeniero, médico o filósofo.
Nos preocupa nuestra inseguridad, no la que le hemos endosado por milenios a ellos.
Algunos hemos podido darnos un espacio y un tiempo para sentir y poner por escrito lo que pensamos, lo que vivimos y deseamos o tememos, con la esperanza de que nunca falten otros que van a vernos bailar a nosotros, que van a escuchar nuestra música, que van a cantar con nosotros o que van a leer nuestros versos. Pero allá en las afueras hay agua podrida, hay olor a peste, aires de muerte, fuegos de Guerras cada vez más sucias y masacres y catástrofes que nunca se acaban y en donde se siguen quemando vivos millones de niños que nunca llegaran a vivir no digo plenamente, ni siquiera con la mínima dignidad.
*de Rubén Vedovaldi. rubenvedovaldi@netcoop.com.ar
TRASTORNOS*
Soy lo único que Ifigenia alucina
¡Qué pobreza ridícula
la extremada circunscripción
de su trastorno!
Preferiría ella alucinar
a Gregory Peck o a Cacho Castaña
(adora a los hombres)
Entonces
¿por qué a mí, relamido e inhóspito
alucina Ifigenia?
Preferiría, además de famosos del pasado o actuales
alucinar a inteligentes, entretenidos, aventureros
y en cambio debe conformarse con esta
veinteava parte de alguna proyección
o proyecto masculino potable y deseable
¿Qué hago sin proponérmelo
sojuzgándola
imponiéndome a su multitud
de potables y deseables?
Recíprocamente nos resultamos inconsistentes
Si me hubiera tocado padecer su acotado trastorno
me intoxicaría de ignominia debiendo
conformarme con ella, Ifigenia
cuando entre tantas prefiero a las adúlteras esposas de mis amigos
a mi única sobrina
a las damitas jóvenes de las compañías teatrales de los capocómicos de mi
infancia
pero sobre todo venerando yo a alguien de la absoluta ficción
en las antípodas de Ifigenia:
La Pequeña Lulú.
*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar
La rosa púrpura*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
Alma que se ahueca
Un dolor atónito, consciente apenas de la partida de su amante, anda por el universo, extraviado, y yo lo busco para enterrar su esqueleto de mariposa, en el jardín de agapantos dormidos.
Desplegando el suspiro
A veces, cuando estoy en un suspiro y me acuerdo de que en aquel bar se reúnen a leer mis viejos amigos, quisiera ir hasta allá, porque soy muy aficionada a las grandes expediciones. Pero siempre es la una de la madrugada, y yo no estoy lejos, en otra ciudad, no tengo que atravesar insalvables distancias. Entonces, me quedo en casa y ocurre algo extraño y frecuente: empiezan a invadirme las palabras, esas que empujan hacia adentro del misterio, esas que necesitan mis manos para crear sus sueños.
Lo humanísimo
Llamemos a esto lo bellísimo. Puede resultar severo pero lo bellísimo sería aquello que no podemos explicar todavía. Como una bella mujer que cae en lo insensato y a solas pasea por su cuarto, y mientras se alisa el cabello distraídamente, pone un disco de Martirio.
Lo bellísimo sería una manera de percibir que no puede ser apreciado por los ojos trillados del mundo. Un beso desautomatizado que nos arranca del tedio. Una manera de llenar la tinaja gris del cuerpo. Un recurso para ser excluidos de las inhumanas felicidades del cielo.
La hija inalterable
Yo no creo en la vida de los que escriben ni en la muerte de los que no escriben. Digo que soy un escribir.
Un corazón como una nervadura
Antes de quedarme dormida, el cuerpo que habito se pone a mascullar ¿me ama? ¿no me ama? Examino los crímenes del sueño, repito las canciones que ese hombre me hace escuchar, busco reposo para el pensamiento, envío un mail a Dios pero lo recibe el demonio y acude.
Desde un rincón del alma, el demonio me observa dando sendos sorbos del ron. Llamo por su nombre a todos mis fantasmas. Me rodean con ampulosos gestos de ternura y admiración mientras el alma come el cuerpo bocado a bocado, como un dios que se nutre de su propia gloria.
Penumbra y ensueño
Para bajar al pozo donde duermo con la luna, bebo una botella de ron. Entre subidas y bajadas recuerdo a aquel que estuvo aquí vivo y ahora está muerto en su silencio. Mi luna es el principio de todas las cosas. Cuando pregunta: ¿quién es ese tercero que anda siempre a tu lado? Se refiere a mi amante del que siempre le hablo, vuelto a ser el hombre del que no hablo.
La luna suelta su largo pelo negro después del atardecer. Es el manto de la noche con el que cubre mi sueño. Los sueños de amor no dañan a nadie. Los tremendos sueños de amor no dañan a nadie. La amorosa luna ardiente no daña a nadie. En ella dibujo mi huella de corriente submarina.
El camino del héroe
Conocer la felicidad, glotonamente, segundo a segundo. Milímetro a milímetro. Asirla en el instante que viene desde la otra ciudad, con una mentira a cuestas. Pagarle el taxi, darle de beber, desnudarla al son de la garganta de Martirio, descorrer las cortinas como una amante dulce descorre el prepucio pertinaz. Inclinarse como una contorsionista extasiada que boca abajo bebe la felicidad que sale a borbotones.
Cuerpo bordeado por un sueño
Lo que yo guardo para mí, es la idea de que en cualquier momento pueda darme un dolor de cabeza, un hechizo glorioso, un desmayo de muerte, un deletreo final.
Desde el silencio al que siempre retorno, desde las sombras de las que nunca salí, sueño con que siempre haré una escritura como obra de mi deseo.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-21178-2009-11-21.html
*
Queridas amigas, apreciados amigos:
Este domingo 22 de noviembre de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de los compositores argentinos Carlos Guastavino y Alberto Ginastera, interpretada por la soprano colombiana Patricia Caicedo. Las poesías que leeremos pertenecen a Rolando Revagliatti (Argentina) y la música de fondo será de Wayanay (Andes).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar
http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
*
Inventren Próxima estación: CASBAS.
Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
http://inventren.blogspot.com/
InventivaSocial
"Un invento argentino que se utiliza para escribir"
Plaza virtual de escritura
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Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.
Blog: http://inventivasocial.blogspot.com/
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Inventiva Social publica colaboraciones bajo un principio de intercambio: la libertad de escribir y leer a cambio de la libertad de publicar o no cada escrito. los escritos recibidos no tienen fecha cierta de publicación, y se editan bajo ejes temáticos creados por el editor.
Las opiniones firmadas son responsabilidad de los autores y su publicación en Inventiva Social no implica refrendar dichos, datos ni juicios de valor emitidos.
La protección de los derechos de autor, o resguardo del copyrigt de cada obra queda a cargo de cada autor. Inventiva solo recopila y edita para su difusión las colaboraciones literarias que cada autor desea compartir.
Inventiva Social no puede asegurar la originalidad ni autoria de obras recibidas.
Respuesta a preguntas frecuentes
Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.
Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.
Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.
Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre el escritor y el editor, cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.
Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
Sus socios lectores remuneran con el pago de una cuota anual el tiempo de trabajo del editor.
Cómo ayudar a la tarea de Inventiva Social?
Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura.
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