jueves, agosto 12, 2010

EDICIÓN AGOSTO 2010



-ILUSTRACIÓN: RAY RESPALL ROJAS.
LA HABANA. CUBA.



*



Sin apuro

Allí donde espanta el frío,

allí llegó, con agujeros en las manos,

vacías de amor y todo intento.

También hasta allí llegue yo,

portadora de calor

broche de amor tapador de tajos,

allí llegue y allí quede,

sin apuro.

Esperando.



*de Elsa Hufschmid. elsahuf@yahoo.com.ar







SANTO DE CARTÓN*


“Nadie sabe en-lo-que-ser. Nadie sabe enloquecer.
Ni reconocerse bien. En la inmensidad cruel la figura, fisura.
Cordura, sombra, locura. Extraño reflejo convive en la espesura.
Segmentos de mares difumados. Cortinas al corazón
Ojos ahogados. Ciegos. Silenciosos.
Pasiones con-templadas en la tempestad.”
RICARDO ROSALES ARELLANO



Dime huésped de los basurales.
¿Quién escribió tu oráculo de cartón prensado?
¿Que alondra triste escribe el epitafio en tu ventana?
¿Quien des puebla tus herencias de ser?
¿Quién borra las marcas gigantescas de tus zapatos rotos?
¿Que viento helado moja tus ojos de violetas?
¿Quien ha roto tu flauta de Hamelín
¿Quien borró tu mapa de arroyos y calandrias?
¿Quien marcó en tu frente la cruz de la derrota?
Dime huésped de los basurales.
¿Quién arrancó la risa de tus estrellas ojos?
¿Quién extravió la llave de tu cofre?
¿Quién cortó las mangas camisa de tu padre?
¿La lengua y la pollera de tu madre’
¿El vientre de tu hermana?
Quien sabe las preguntas. Quien sabe las respuestas.
Paco. Pico. Poco. “La figura fisura”
Pájaro triste, lumbre, enigma miedo.
Páramo de plata, sedal de oro.
Has de saber. Algún día alguien gemirá.
Y no serás vos ángel niño, santo de cartón.
Cuando la manzana de Newton devenga en luna.
Caerán. Otra vez caerán



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






Que todos los dioses te acompañen, excepto uno*



Transportamos la tierra en los zapatos:
Hemos revuelto el polvo
Y las estaciones del tren han quedado
En desorden por todas partes.


También la tierra de los pueblos
Se acumula en nuestros hogares:
Traemos los zapatos cubiertos
Con diminutas partículas de donde pasamos.


En unos cuantos días
Una persona
Sería capaz de acumular
Todas las estaciones ferroviarias bajo su cama,
Si no fuera
Porque de regreso a las vías,
La tierra de los zapatos
Se despide en silencio.


Si pudieran ser como los polvos de tierra
La gente que vive olvidada en cada pueblo,
Sin duda se bajarían del zapato que las transporta,
Las gira y las revuelve,
Para buscar una historia que incluya sus nombres.


Y parecieran sabias
Las partículas de polvo,
Que no pierden oportunidad
De viajar con nosotros…
Pero se pierden en los ascensos y los descensos,
Se equivocan de estación,
Y ninguna de ellas
Logra regresar a su lugar de origen.


Parecieran sabios
Los letreros con los nombres de las estaciones
Colocados en su debido lugar…
Pero la tierra a la que nombran
Nunca es la misma:
Viaja siempre en tren,
Y no sabe leer los letreros, ni dónde bajarse…


Del mismo modo,
Pareciera sumamente sabia
La decisión de nombrar a los países
Como “desarrollados” y a otros “subdesarrollados”,
Cuando el desarrollo y el subdesarrollo
Sólo se conservan
Si se hace depender del primer mundo
A la economía de los demás países.


… Y la tierra viaja en trenes,
Se confunde de estación de origen y de llegada,
Se pierde en el tercer mundo,
Y nadie le mira,
Hasta que los zapatos están demasiado sucios,
Y se les limpia con un trapo
Que también tiene su historia…



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com





La marcha*



Le había prometido amor eterno y una vida feliz, pero últimamente pasaba más tiempo de viaje que en casa, vivía en otros mundos, desaparecía a la velocidad de la luz y volvía medio hibernado.

- ¿Bafg pkfiibd, Plumkier? ¡Bazlugg ingrfhu daa gorjmekk! * - le dijo con los ojos anegados en lágrimas.

Sin embargo él, partió de nuevo.


__________



* (Traducción) ¿Por qué me dejas, Plumkier? ¡Todos los extraterrestres sois iguales!



*De Joan Mateu joan@cimat.es







EXTRAÑO SUEÑO*



En la primera etapa de nuestros tiempos en el banco; me refiero a quienes ingresamos en el primer grupo de origen, tuvimos entonces un verdadero bautismo de fuego.- Las tareas nos superaban, las jornadas se tornaban complicadas y apenas podíamos desenvolvernos, y era mucho decir, más bien apenas nos defendíamos, y eso a los ponchazos.-
Más adelante se fue incorporando personal, y estacionando las exigencias de nuestras tareas, mermando el vertiginoso crecimiento.- Esto era lógico.- Al principio tuvimos un cúmulo de vinculaciones y aperturas de todo tipo de cuentas y operaciones, y pasado cierto tiempo eso se fue aquietando, mientras al mismo tiempo, mejorábamos en nuestra capacitación y en nuestra estructura.-
Digamos que le fuimos tomando la mano.-
Los días pasaron a ser cada vez más normales, y hasta teníamos algunos casi aliviados, especialmente ciertos días del mes, o de la semana.-
Aunque siempre continuaron habiendo cada tanto, por H o por B, días picos, de mayor afluencia donde se nos venía encima una avalancha de operaciones.- Por ejemplo, los días lunes ya lo asumíamos, así como los días sándwiches, entre feriados; pero peor era tras un feriado como el día “del bancario”, el seis de noviembre, por lo general hábil para todas las actividades tanto civiles como oficiales, pero feriado bancario en todo el país.-
Encima nuestro primer festejo nos cayó en lunes.-
Todo el comercio, industria y servicios y demás sectores económicos trabajaban como día normal, y nosotros de camping festejando con asado y vino, conmemorando por primera vez lo que desde allí sería “nuestro día”.-
Pero al día siguiente teníamos doble o triple trabajo.- Días verdaderamente complicados, especialmente en la caja.-
Yo todavía estaba sólo en toda el área, salvo la ayuda después del cierre que podía darme el gerente.-
Una de estas jornadas, terminamos bastante tarde de armar el efectivo y cotejar con las cifras contables.- La caja acusaba una diferencia espantosa, pero aún había que revisar las sumas.-
Nos fuimos a almorzar, bien tarde, y a descansar un momento; volviendo enseguida a continuar con el cierre y determinar mejor las partidas.- La diferencia se fue estableciendo en un faltante tan grande, que no podía ser ningún error de pago ni de recepción, debía ser otra cosa.- Quizás inversiones de números.- Analizamos todos los movimientos, y nada, la diferencia persistía.-
A la larga tuvimos que convencernos, estaría faltando dinero.- Una cifra disparatada, algo imposible, pero no obstante, todo indicaba que había un tremendo faltante.-
No teníamos más donde buscar.-
Se acabó el día.- Ya tarde de noche me fui a casa, destruido.- Abrumado y desorientado.- No sabía en qué iba a terminar.- ¿Qué más podía hacer? ¿Qué estaría pasando? Ni se me pasaba por la mente que podría haber cometido un descuido tan grande.- Sin embargo, esa noche, mientras manejaba las cincuenta cuadras hasta mi casa, sentía en mis venas un torrente de adrenalina y por momentos escalofríos de terror, y trataba de convencerme de no dejarme llevar por el pánico, y que todo se iba a resolver…
¿Pero cómo? ¿Cuándo?, mañana temprano empezaríamos una nueva jornada y ya tendríamos que ocuparnos de esa, cada momento se me iría consolidando la diferencia, y cada vez se me haría más difícil encontrarla…-
Al llegar a casa, con todo ese peso a cuestas, pensé en cenar algo, tratar de relajarme, descansar, y en última instancia, me llegué a imponer resignadamente: ¡Qué sea lo que Dios quiera!
Había llegado de visita una prima muy querida que no veíamos desde hacía mucho, y me pidió un favor, al que yo no podía negarme: Qué la llevara para saludar a otros primos al campo a unos cuarenta kilómetros.- No pude decir que no.- Fuimos todos, también mi esposa y mis dos pequeños, el más chico en brazos.- Caminos de tierra y bastante polvareda.- Una cubierta del auto se rompió cuando volvíamos, sin consecuencias, la reemplacé, y llegamos bien, sin otros contratiempos.- Pero se hizo muy tarde, estaba muerto de cansancio.- Había tenido un día muy largo y tenso, no conseguía zafar de mi mar de fondo; mi drama seguía acechándome y ni siquiera pude charlarlo con mi mujer para tener al menos el alivio de compartirlo, como siempre que uno busca ese apoyo en la compañía de quienes más nos quieren.-
Así con esa tensión fui a dormir.- Dormí como un tronco, pero un tronco en un río turbulento, tuve pesadillas afiebradas, alocadas, soñé disparates; pero uno de esos disparates me hizo dar un salto…- Serían las cinco o cinco y media de la mañana, ¿Qué disparate había soñado el último minuto que me hizo saltar en la cama?...
Soñé que había encontrado el dinero…
Fue una verdadera pesadilla.- Soñaba con un viejo almacenero de cabello y bigotes blancos, parecido a Einstein, que había vivido cerca de casa cuando éramos muy niños, entonces solía jugar conmigo y yo sentía como que me quería y me protegía.- Hacía más de dos décadas que había muerto.- Pero yo soñé con que él me mostraba dónde estaba el dinero que faltaba…
En el sueño yo era un niño pequeño, como entonces, y estaba con él; me tenía tomado de la mano y trataba de convencerme que lo siguiera, que no tuviera miedo.- Debíamos pasar sobre unas tablas que tapaban un pozo que estaba bajo una galería de una casona de antaño.- Yo no me animaba.- Entonces pasó primero él y desde allí me tendió las manos para que pudiera pasar sin temores.- Pasé, y allí había una habitación semi oscura donde se veía la caja número dos del banco, la que yo tenía a mi derecha durante mis jornadas de trabajo, pero nunca la habilitábamos.- Me aproximé, la abrí y allí, había billetes y fajos de todos los valores, casi lleno el cajón y las gavetas…
Desapareció el anciano, y yo me desperté, ¡y se me hizo una luz en las tinieblas!
De algún modo que yo no podía entender, ¿Podría estar allí el dinero que me faltaba?
Enseguida lo iba a saber.- ¡Desde ese momento me aferré desesperadamente a esa ilusión! Faltaba una hora o más para ir al banco, pero no me podía aguantar.- Hacía frío pero yo estaba transpirando.- El gerente solía ir temprano, así que sin esperar más me fui volando…
Entré como una tromba…, no me fui a ver a la caja, no, lo fui a buscar a él, y excitadísimo le trataba de explicar, pidiéndole alborotadamente que viniera a ver conmigo lo que yo esperaba encontrar, lo que tan patente había visto en sueños.- Me miraba asombrado sin entender, y yo cada vez más seguro que allí estaba nuestro tremendo faltante.- Además yo no me permitía siquiera tener dudas, me aferré a que aquello era posible, ya quizás como nuestra última alternativa...-
Abrimos la caja. Y tal cual lo había soñado, apilados del mismo modo, de costado como los había visto, allí estaban fajos completos y a medio hacer, por docenas, y saldos de billetes sueltos; en idéntico volumen, que en cuanto contamos era exactamente la cantidad justa y total de lo que nos estaba faltando…
¿Qué había pasado?
¿Cómo no sabía yo que todo eso estaba en esa caja?
Lo que pasó es que el gerente vino a ayudarme, en un día en que había mucho dinero para contar, armar fajos, y recontar; así que ayudándome trabajaba sobre la mesada de la caja número dos, la de al lado, a mi derecha.- Yo casi no lo veía porque teníamos una divisoria entre ambas cajas, además yo estaba concentrado en lo mío estableciendo arqueos y el resto del dinero.-
Nunca guardaba dentro de los cajones y gavetas; porque me los iba pasando a medida que los acondicionaba, pero esa tarde en un momento tuvo que retirarse para volver después, casi enseguida, y entretanto sí los puso, aunque transitoriamente.- Cuando volvió se había olvidado y siguió con otra partida nueva de lo que yo tenía.- Para nada se acordó después, de lo que había apartado; hasta que ahora abierto el cajón, cayó en la cuenta de lo que había hecho.-
De una cosa estoy seguro, yo ni inconscientemente pude saber que todo eso había pasado, ni que el dinero podía haber estado allí.-
¿No será que tuve realmente un protector?
Pero nunca pude superar el convencimiento, de qué sin poderlo explicar, tuve alguna ayuda desconocida.-
Sea lo que sea, me sigue asombrando.-




*de Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
Avellaneda. Santa fe









(XI)
MENDIGA*



Peregrina de la dádiva
habitas la ciudad sin escrúpulos
barriendo sus veredas por una monedas.



Tu mirada se pierde mirando a nadie.


¿Dónde se guarece tu mente ante tanta intemperie?
¿Dónde, tu andar cobijado en anchas polleras, acude?
¿Dónde, el mundo que orillas, te dejó afuera?

¿Dónde?



*de Cacho Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar





SUEÑOS*



Aférrate a tus sueños
Porque si los sueños mueren
La vida es un pájaro de alas rotas
Que no puede volar.
Aférrate a tus sueños
Porque cuando los sueños se van
La vida es un campo estéril
Congelado por la nieve.



*de Langston Hughes
(1902-1967)





LLAMANDO A LAS MINORÍAS SILENCIOSAS*



Hey

Vengan
Salgan

Dondequiera que estén

Necesitamos tener un encuentro
en torno de este árbol

Que no ha sido
plantado
todavía.


*de June Jordan
(1936-2002)

-Poemas enviados por Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
-Fuente: Antología de poetas del Harlem con selección de Eduardo Dalter.












El agujero*



Cuando era pequeño y aprovechando que la habitación de mi primita estaba al lado de la mía, abrí un agujero en la pared para poder observarla mientras se desnudaba. Durante más de un año la miré entre la vergüenza de ser descubierto y la curiosidad inevitable.

Después ella se marchó y yo quedé solo. La encontré a faltar. No supe nunca si era por perder una compañera de juegos o por lo que había perdido en mi condición de espía secreto. Algunas veces miraba por el agujero con la vana esperanza de encontrarla en la habitación contigua.

La prima regresó al cabo de muchos años y a pesar de ser ya mayor, lo primero que me vino a la mente fue que podría volver a verla a través de aquel agujero de la pared. No pude quitarme de la mente éste pensamiento en toda la tarde. En la cena tuve que hacer esfuerzos por concentrarme en la conversación y dejar de imaginarme espiándola a través de la pared y constatando la evolución del cuerpo de mi primita durante aquellos años. Por lo que se podía deducir, la naturaleza la había dotado con generosidad.

Estuve sentado en la cama con los ojos fijos en la pared, luchado contra una especie de vergüenza que sabía que no podía ni quería vencer. Me levanté y me acerque cautelosamente, sin hacer ruido, y quedé parado delante del agujero. Vencí fácilmente mis últimas aprensiones y acerqué el ojo al agujero, despacio, encajando la mirada en el punto exacto. La sorpresa fue mayúscula porque en lugar de ver el cuerpo de mi prima desvistiéndose me encontré únicamente con su ojo que me observaba.





*de Joan Mateu. joan@cimat.es







LETEO*


“De dónde viene esa tristeza extraña
que sube sobre el mar sobre la roca oscura y desnuda.”
CHARLES BAUDELAIRE



Ha vuelto, ¡Ay! ha vuelto.
El río insomne, el que creía que jamás vendría.
Ha vuelto.
Remembranzas / Piedras.
Pájaros alimento / semillas / amapolas olvido.
Insaciables pasos / escucha.
Cuevas color sepia.
Cauces / subterráneos / vigentes / actuales.
Escisión / vigilia / sueño.


Cualquiera es la figura.
El fondo siempre el mismo: la tristeza.


Máscaras / camufladas / olvido
Bandadas / gaviotas / langostas / jotes / mariposas.


Han vuelto todos.
Todos/ han vuelto ¡Ay!
Y yo sin casa. Y yo sin piso. Y yo sin techo
Ya no queda queso / ni vino / ni pan.
No hay fuego prendido / ni agua hirviendo.
Tampoco queda el niño.
Otro
Triste / Pupila cal hambrienta.
Cataratas / luz ciega / no recuerdos.


Cualquiera es la figura.
El fondo siempre el mismo: la tristeza


Amapola / frescura / inodoro
El Sahara / La sed / Los Nómadas /
La pasión se calcina


Caderas ondulantes / Una copa de vino.
Uno mismo.
Otro.
Roba piel y rostro.


Frágil. Figura de mi madre
Violenta libido de mi padre.
Catecismos. Restos, naufragio humano.
Túneles oscuros incestuosos / sin salida / sin regreso.
Clepsidras / placenta llanto luz.
La culpa, la vergüenza y el miedo, tienen sexo.
Grito solitario / revueltas sábanas.
Silencio fugaz / multitud ruidosa / fragmenta / aturde
Ronda del rabo / perros rabiosos / extraviados.
Sabores
Acre / amargo / salobre.


Cualquiera es la figura.
El fondo siempre el mismo, la tristeza.


Puñado de agua.
Ramas preñadas / vientre luna llena. Leche.
Troncos, huecos / procrear ratones.
Engañosos imagos / mohosa casa.
Lucha. Defensa / andén desierto.
Perseguidores / Simulación / Ausencia de color
Luz perseguida / miedo adoración / terror posesión
Frenesí / Eros amordazado / compulsión.
Malas palabras pegan / expulsa / maldice.
Buenas palabras / mudas / alertas / abstinentes.


Latido tácito / grito explícito.
Fragmentos / Tánatos / alerta
Tiemblan paredes casa.
Otra vez sin preguntas / otra vez sin respuestas.


Cualquiera es la figura.
El fondo, siempre el mismo, la tristeza.


Picasso, Dalí, Apollinaire.
Rimbaud, Artaud, Baudelaire.
Miró.
Mujer remando / río olvido / la llevó la corriente,
Apolo / rostro fulgor/ hermoso
Arpía / perfil de miedo / ríe / grotescamente


El beso/ ha llegado / el beso / apasionadamente / beso.
Ojos entrecerrados / piernas abiertas / macho de tigre siberiano.
Lengua inquieta / mira / ojos quietos.
Safo / Acantilados del deseo.
Mareas pasión, huecos ausencia.


Cualquiera es la figura,
el fondo siempre el mismo, la tristeza.


Aquellos.
Añorados deseados anhelados / nunca vienen.
Adversidad.
Buitres / buitres / buitres.
Mariposas negras.
Vientre / aleteo / pecho.


Fosas nasales.
Larvados / inmortales/ reznos
Músculos vuelos truncados.
Deseo. Interruptus.


Noche rosa agua viva
Cáliz néctar pasión boca.
Lanzallamas. Azul. Gruta furtiva.
Llanto / rabia / amanecer anónimo
Andrómeda ya no espera a Perseo.


Cualquiera es la figura.
El fondo siempre el mismo. La tristeza.


Fondo/ cenagal.
Pensamientos flacos / perros gordos.
Rata gris de cloaca
Obsesiones/ bubones infectados.
Nudo gordiano.
Cola de serpiente / Metástasis.
La señal de la Cruz y un garrote.
Sangre/ alfombrada tarde.
Los vestidos se pierden.
Extraviados zapatos.
Hay que subir la cuesta.
Niños a upa.


Cualquiera es la figura.
El fondo siempre el mismo, la tristeza.


No. No. No.
Pase de mí el veneno de la flor perpetua.
Pavoroso ardid interminable.
La figura es el fondo y el fondo es la figura
Fondo figura espejo.
Corderos cabizbajos.
Víctima tigre cebado. Tristes zarpas.
Río olvido descuidado.
Han vuelto y no hay lugar.
No espacio Memoria hambrienta.


Nunca se irán.
Adiós y bienvenida.
El olvido desciende.
Piernas amordazadas.
Ciega boca
Alivio espada fálica / parte mi inocencia en tres.


Piel y huesos / potestad del misterio
Bienvenida seas noche eterna.


Despertares.
Muero porque vivo.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar









MORADA DE LOS DESENCUENTROS*


XXXIII


No puedo impedir que la transitoria

Y a la vez belleza de la vida

Perturbe mis sentires.

Quiero el goce del inconmensurable hoy

Porque mañana las rosas

Estarán marchitas, el árbol perderá sus hojas

Y el agua del arroyo no será la misma.

Hoy debo cristalizar mi risa

Contra el arco iris de los ensueños.

Tal vez mañana las nubes

Nieguen la salida del sol.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar








AMAR A DOS*



Tuvo que renunciar a lo que más amaba para no ser infiel, a pesar de que nunca había pasado por su mente la idea de la infidelidad.

Su familia nunca entendió qué veía en aquel hombre que hablaba solo, como un poseso, pero ella lo encontraba perfecto. Acostumbrado a ser tratado como un fenómeno, él se mostró reticente al principio, pero después la aceptó, se enamoró... y ahí surgió el desacuerdo.

Estaba habitado por dos almas, hasta ahora tan comunes y semejantes que no había diferencias entre ellas, siempre conversando, grata compañía; pero ahora, frente al amor, no se ponían de acuerdo. Rabiaban de celos día y noche, disputándose su posesión. Fue obligada a elegir. O amaba a uno, o amaba a otro.

¿Pero qué hacer, si ella los amaba a los dos, o más bien al único, en su naturaleza doble? ¿Cómo renunciar a una parte del amor, sin que se hiciera incompleto? Ni siquiera podía permitirse el lujo de la infidelidad, puesto que el objeto de su segunda atención, o de su primera, siempre estaría presente, eterno espectador de sus palabras y sus acciones...

Incapaz de decidirse, optó por dejarlo.

La familia suspiró de alivio.

Los dos solterones hicieron las paces, una vez más estaban de acuerdo: El amor es una fábula en la que no vale la pena detenerse.



*de Marié Rojas.
La Habana. Cuba.







Escrito que proclama la existencia de una sustancia etérea, que lo envuelve todo*


[“tenemos enfrente a todo un sistema de poder enemigo apoyado en la fuerza;
que una exigencia sólo vale cuando tenemos un poder organizado que la respalde,
que el enemigo histórico no se va a cortar las venas
por las exigencias de quienes no tienen fuerza para obligarlo a nada que no quiera”
Héctor Gómora, 2010]



Yo, nieta y nieto
De alguien a quien el universo entero
Ha olvidado,
Hija e hijo de unos seres extraños
Que a nadie ha importado sus vidas ni sus muertes.


Yo, que camino con el cuerpo
Cubierto de mugre
Y que incluso a veces olvido que existo,
Declaro que:
La única vida que yo he conocido
Es una vida de miseria...


Ahora me tiro y duermo en el piso,
Y a nadie le importa.


Así siguen viviendo:
Sin preguntarse por qué.
Confiando en que Dios nos dió el libre comercio,
Para que guíe y cuíde nuestros pasos.


La única vida que conozco
Es la de las calles,
La del hambre,
La del asco que le causa
Mi presencia a las personas.


Y siguen viviendo el uno en el otro,
Sin saberlo cabalmente.


Porque Dios nos dió
Un capital financiero
Fuerte, sólido y poderoso
Para que vea por todos nosotros.


Ésta es la única vida que yo conozco:
De pequeña, mirar jugar a los niños
Mientras soñaba
Que yo también corría con ellos;
Tener hambre y quedarme dormido
Sin que un bocado llene mi boca,
Olvidar el frío recordando la sed
Y saber que jamás estaré contigo
Mientras el concreto
Escupa cuerpos tan extraños como el mío.


Pero por fortuna tenemos el Banco Mundial,
Que lo perdona casi todo,
A excepción de las deudas externas.
Aunque de ese dinero nunca nos ha tocado nada,
Y seguimos esperando.


Así viven los mundos que nos han olvidado:
Con el mar adentro del pez,
Y el pez en la panza del agua.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com










LA LLUVIA*
Poesía haiku



Entra la lluvia
Por mi boca hambrienta
De gotas sin sal.


Resbala lento,
Limpia mi cuerpo tenso
En forma de cruz.


Lloro con ella
Los instantes perdidos
A la distancia.


Sigo andando
La noche sumergida
Envuelta en paz.




*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar







IMPACIENCIA*


La calle por donde no apareces
Se me hace interminable.
Quiero crecerme en la impaciencia,
Recordar en qué raíces de este parque
Sepulté mi último sueño,
En qué columpio venía a mecerme tras la escuela.
Mi alma se remonta a ese momento
Que trae a mi memoria
Un extraño aroma de azucenas:
Fragancia que me asalta en todas partes,
Como sombra,
Y no sé si anuncia gloria, adiós, o más espera...
Juegos, risas, caracoles, piedras,
Flashes que persiguen mi rostro
Como colas de cometas.
De la iglesia me vibra la campana.
La línea del horizonte se agiganta
Porque tu imagen no está en ella.
Una mujer de blanco pasa a mi lado, lenta,
No sabe calzar los zapatos que ha pagado con su alma.
Su rostro es hueco, el mundo escapa de su huella
Y yo…
Que llevo negro y huyo de las luces,
No sé cómo borrar de mi vista su presencia.
Tú y solo tú, indivisible sortilegio.
La Tierra es demasiado espacio y, sin embargo,
En ella no cabe mi alma cuando te recuerda.
Tal vez sea éste el único universo
Y no aquel que imaginamos,
El que cabe en cartas, en sueños y en esferas.
Quizás no vengas hoy, no vengas nunca,
Quién sabe si no hay Dios, si hay un mañana,
Quién sabe si no existes... Si me piensas.




*de Marié Rojas.







Nombres y viajes*



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar



Hay anécdotas, situaciones, palabras que expresan un momento y por alguna razón uno las recuerda siempre. Hay amaneceres y crepúsculos, hay noche con grillos chilladores y con sapos que persiguen escarabajos aburridos a la luz mortecina y esquinera. Débil lamparita que daba lástima en la noche cerrada de los pueblos solitarios de entonces.
Y hay nombres. Nombres que tal vez hoy no digan nada a nadie o a pocos o lo que es más importante sólo a mí. Si yo digo por ejemplo Flaivani, Contreras, Castillo, Torres, Vera, Montesi, Montaldo, Peñaloza, Cella (a quien llamaban "Los Chelitas"), Giglio, Galo, Ibarra, Correa, Spína, Balquinta, Mansilla, Zinni, Fusco, Nocino, Di Benedetto, y tantos otros que fueron devorados por la boca sin fondo del olvido, y, que me empecino en tirar de sus hilachas para traer al presente escurridizo tanta vida humilde pero no exenta de su importancia que puede ser vista en un momento antes de que el óxido arreciara sobre ella.
Sin embargo hay un largo camino polvoriento que se pierde entre kilómetros de sembrados a cada costado los alambrados que sostienen las lechuzas curiosas.
Ese camino lo transitamos con mi padre, ambos en el sulky de mi abuela, atado a él ese matungo que se llamaba "Picaso". Nunca supe que fue de él, en qué campos blanquearon sus últimos huesos, en qué frigorífico terminó esa carne cansada, hecha a los más duros trajines del trabajo rural. Hasta que devino en caballo manso y sólo apto para el sulky, una jardinera, o, eventualmente un charret si mi familia hubiese sido empecinada al extremo de gastar esos lujosos carruajes, hechos a otros gustos y sobre todo ingresos monetarios de los que nosotros, obviamente, estábamos exentos. Aunque pensándolo bien, mi familia arrendataria, semianalfabeta casi toda, muy poco podría aspirar, salvo a esa dignidad austera que venía del trabajo y que era a la postre, todo su capital.
Con esto quiero decir que un sulky, una jardinera o un pequeño carro era señal suficiente para que nos sintiéramos realmente importantes.
A nosotros, ni para eso nos daba el cuero. Pero mi viejo no se preocupaba porque siempre había alguien cercano que tenía un vehículo a tracción a sangre como llamaba el periodismo de entonces.
Cuando mi abuela y mis tíos se mudaron a Rosario, en el barrio había quien suministraba un carro con su correspondiente caballo lento, inmune al látigo en su cuero curtido. El Pelado Míguez y don Manolo Gómez, por ejemplo. Mi padre le pedía a uno u otro, y en esa solidaridad de vecinos nunca se negaban.
Entonces mi padre me subía y me sentaba en esa tabla dura que fungía de asiento y luego de treparse él pisando un estribo de hierro me ordenaba tomarme con una mano de una baranda del carro y emprendíamos el camino hacia el campo.
¡Qué hermoso se veía todo desde allí arriba!
La perspectiva cambiaba radicalmente para mis pocos años. Primero las propias calles ya solitarias ya abigarradas de vehículos según la hora. Como las casas y los árboles y la propia gente iban pasando con lentitud al costado de mis ojos que no se apartaban un ápice del lomo del caballo, que visto desde esa altura, perecía más pequeño.
Esto, hasta que alcanzábamos la últimas calles del pueblo, entrábamos en esas estribaciones donde el pueblo se diluía en campo a través de sus primeras quintas de sus terrenos amplios y a veces sin tejido y sin alambrar.
¿Por qué realizaba mi padre estos muy esporádicos paseos y por qué me llevaba a mí -tan chico ? Es un verdadero misterio.
Fue su manera un poco primitiva de hacer relaciones públicas, siendo tan intolerante como era.
Elegía muy bien a esos chacareros buenazos a quienes les concedía esa prenda de amistad como era molestarse en pedir un vehículo prestado e iniciar esas excursiones. Era la poca gente con la que se sentía bien. Los D`Allosta, los Cicarelli y sobre todo los Clérici, en cuyas pequeñas chacras había trabajado desde muy joven.
Aprovechaba estas visitas, de mates, cuando no de asados, y solicitar permiso para tirar en esos campos unos "tiros a las perdices". Eufemismo que usaba para pedir lugar para cazar. Luego también mataba liebres o patos, si la ocasión daba y todo terminaba en la olla grande donde mi madre podía hacer maravillas con esa carne que nos dejaba su olor a salvaje fácilmente.
A veces volvíamos de esos paseos con algunas bolsas de blancos y fragantes marlos que irían a engrosar la pequeña troja que mi padre año a año construía de cañas en el gallinero.
Otras veces era invitado a "cuncuñar" maíz. Una palabra cuyo origen no pude averiguar y que me preocupa bastante. Remitía al acto de recoger maíz en los rastrojos donde ya había sido levantada la cosecha. Yo lo entiendo en el sentido de "repasar" el rastrojo para recoger las pocas espigas olvidadas en las plantas, que en general respondía a los terrenos bajos, donde la planta se caía y podía pasar desapercibida al "juntador".
De todos modos la "cuncuñada" podía reportar alguna bolsa chica que iba a engrosar la pequeña troja donde se guardaba para darle de comer a las gallinas. En un cajón de manzanas se atravesaba una planchuela de hierro y se raspaba la espiga contra ella sentándose "el desgranador" con una silla o banquito donde el cajón de marras se pudiera meter entre las piernas.
Al atardecer volvíamos felices; aunque mi padre siempre silencioso. Y al entrar por la última calle del pueblo, luego de atravesar el paso a nivel alto veíamos aquella casa donde vivía esa mujer hermosa: ¿Y usted Elba Miglio adonde se fue con su cabello que era una llamarada ardiendo en la soberana abulia del pueblo?






EN LA ESTACIÓN*



Andaba con la mente en las nubes, ni siquiera recuerdo qué estaba pensando, cuando se me acerca una señora elegantemente vestida.

- ¿A qué hora pasa el próximo tren? – me pregunta.

Le doy la información (está escrita en la tablilla, mas no me molesta ayudarla). Se aleja sobre sus tacones… estoy a punto de olvidarla cuando la escucho, unos pasos más allá, hacerle la misma pregunta a un muchacho con pinta de hippie. Él le responde con igual amabilidad y ella se marcha, probablemente buscando alguien más que le confirme la respuesta.

El joven se me acerca.

- Pobre mujer, se lanzó delante del tren, a esa hora, hace ya cinco años. Muerte por amor, creo; otros dicen que se vio de pronto arruinada; hay quien dice que no fue suicidio sino accidente… Ha quedado atrapada en el momento anterior a su muerte y lo recicla una y otra vez.

Lo miro fijamente, no sé si sonreír, o asustarme y llamar a un guardia. ¿Qué lo ha movido a una broma tan macabra?

- Sé lo que debes estar pensando – me dice sacando una pipa de su bolsillo -, pero es cierto. Yo morí de sobredosis en aquel banco, en la era dorada de los sesenta… Llevo tanto aquí que he tenido oportunidad de conocerlos a todos.
- Y es evidente que piensas que esto es “Sexto sentido” y yo soy el chico que veía a los muertos – le respondo, molesta.
- No, eras el cuerpo que se están llevando los paramédicos: infarto, probablemente; quizás sólo era tu día – usa la boquilla para señalar una camilla cubierta con una sábana que están sacando por un costado -, ya te acostumbrarás, todos se acostumbran. Por algún motivo esta Terminal no tiene acceso al cielo, ni al infierno, ni posibilidad de reingreso al mundo de los vivos así sea como ánimas en pena. Tal vez sea el purgatorio mismo… Los que morimos en ella, nos quedamos. No hay prisas, tengo una eternidad para írtelos presentando.

Y, por algún motivo, comienzo a creerle.



*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.





Historia callejera*



La funcionaria bajó del auto, se acercó a la mujer que, acostada sobre el césped, dormía profundamente.
El sol daba de lleno en su cabeza, desgreñada y sucia. Un brazo doblado hacía de almohada.
Tardó unos segundos en abrir los ojos, y mirar sorprendida la muy bien vestida y sonriente señora que le tapaba, con su esbelto cuerpo, el calorcito del sol.
Se sentó y apoyando su espalda en el árbol vecino, esperó.
-Buenas tardes señora, soy funcionaria de la Municipalidad. Vengo a ofrecerle un lugar más cómodo para vivir.
Aparte que no puede ocupar un lugar publico como vivienda, su salud se resiente con éstos fríos, la lluvia y la falta de techo. Por favor, acompáñeme y deje que el chofer le ayude a llevar sus cosas a la camioneta.
-Vea doña, yo no tengo frío, "la" agua no me lastima y los árboles me dan techo. Los pájaros de la plaza me acompañan a comer. Los perros vagos duermen a mi alrededor, calentando mis pies y los ruidos de la gente, los chicos, los autos y los colectivos, entretienen mi cabeza. No quiero irme, éste es mi lugar. Me gusta.
Con la mejor sonrisa que pudo fabricar la señora intentó iniciar otra forma de convencer, pero el gesto serio e imperativo la paró.
-No se moleste doña, de aquí no me saca, Yo elegí éste lugar para esperar a mi hijo, ese que se fue en el tren ¿vio?. Aquí te espero le dije, y así va a ser nomás.-
Se volvió a acostar tapando su cara con un diario, dando por terminada la conversación.
La funcionaria miró con desaliento a su chofer y se encamino hacia la camioneta
Esto debía resolverse a otro nivel. La golpeó la suciedad, la miseria, el desamparo. Pero más le dolió su impotencia ante el patético razonamiento de la mujer. Una vez más la realidad escabrosa destrozaba sus buenas intenciones.


*De Elsa Hufschmid. elsahuf@yahoo.com.ar






DESPEDIDA*



Te digo adiós
Como la golondrina
En el otoño.


Me dicen adiós
Las hojas amarillas
Que vuelan libres.


Saluda adiós
El halcón que regresa
Hacia la cumbre.


Junto adioses
Para adornar el día,
Rezar la noche.


*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar





EL ROSTRO DEL ÁNGEL*



- Dijiste que habías muerto de amor una vez – me mira inquisidor.
- Fue hace tiempo – respondo mientras la camarera rellena mi vaso.


Nos atrapó la tormenta a la salida del teatro y, al ver el mesón abierto, corrimos a refugiarnos en sus entrañas. Es tarde, apenas una señora envuelta en un chal bebe en un rincón. Nos sentamos lejos para no perturbar su soledad. Para mitigar el frío, pedimos a la camarera vino tinto, que bebemos a sorbos lentos… Cada vez que el vaso se vacía, regresa ella, solícita, a llenarlo. De vez en cuando miramos hacia fuera, a pesar de que el sonido de la lluvia nos dice que aún debemos permanecer esperando el regreso de la calma.

Miro sus ojos, sabiendo que volvería a morir si me alejara de él. La camarera nos trae panes dorados, que comemos mojándolos en aceite. No le voy a contar de mi primera muerte, aunque sé que quiere escucharlo. El amor no muere, sólo cambia su semblante; pero dentro de nosotros algo se marcha con el que se va. No hablo de amores pasajeros, sino de ese momento en que sabemos que hemos encontrado a la persona perfecta, que nuestra vida no será la misma sin ella. La otra mitad que anuncian los textos sagrados, que nos acompañará por siempre o compartirá un tramo de nuestro camino.

En aquel entonces no conocía que el amor podía tener varios rostros, para mí sólo era aquel, mi alma gemela, que había tenido la fortuna de encontrar. No sabía que a veces hay que dejarlo ir. Necesité morir para comprender lo que desde un principio debí haber adivinado: Alguien, tal vez un ángel, ata y desata los destinos, más allá de nuestra voluntad. No debemos apegarnos a lo que no nos pertenece.

Cuando encontré a este hombre, no sabía que el que buscamos podía cambiar de faz. Luego comprendí que para ser mitad no siempre hay que ser dos, aunque en esto no funcione la lógica ni la matemática. Ahora lo tengo frente a mí, compartimos la lluvia, el vino y el pan. Comunión perfecta. Sé que lo amo, sé que me va a amar, como me ama una parte de mí que anda vagando por estos mundos.

Ha escampado, es hora de marcharnos, pido la cuenta con una señal. La bebedora solitaria se ha incorporado y arrima su silla a la mesa.

- ¿No vas a hablar de nada? – me dice él sonriendo.
- Sí, de la amabilidad excesiva de la camarera, de su obsesión porque el vaso nunca esté vacío, de la serenidad de su rostro...
- ¿La camarera, dices? – responde sorprendido - ¿Estás bromeando o has tomado demasiado vino? Quien nos ha servido todo el tiempo ha sido un mesero, un hombre de más de sesenta años. Es cierto que se adivina serenidad y sabiduría en sus ojos, pero también sufrimiento.

Lo miro sin entender, ¿por qué juega conmigo de ese modo? La mujer que bebía en la esquina se nos acerca.

- Disculpen que haya escuchado esta parte de su conversación. Quisiera saber si es un juego; porque el camarero, si bien es hombre, es muy joven. Sonríe con los ojos, me ha regalado más de un guiño esta noche, cada vez que iba a rellenar mi vaso; si no fuera por mi edad y la de él, diría que se me está insinuando… Creo que lo hace porque notó que estaba triste y, aunque no lo crean, logró darme algo de alegría.

La miramos sin saber qué responder. Ella se encoge de hombros y sale. Seguimos sus pasos. Todavía hay agua acumulada en los bordes de la calle. Decidimos esperar unos minutos en la acera.

Un joven elegantemente vestido entra al mesón. Nos miramos, sin necesidad de formularnos la pregunta. Sonreímos. La vida tiene sus misterios, el rostro del ángel puede ser una perfecta broma de los dioses.

El joven viene saliendo y se dirige a nosotros:

- Les vi salir del mesón y pensé, si está abierto a esta hora, no me viene mal una copa. He entrado, pero está vacío. ¿Podrían decirme a dónde se ha ido el camarero, o la camarera, si en algún momento lo hubo?

Nos encogemos de hombros. Él se aleja protestando.

Seguimos camino, tomados de la mano, a pesar de que la lluvia se ha reiniciado y cae, persistente, sobre nuestras ropas de ocasión especial.

La noche nos envuelve.



*de MARIÉ ROJAS.
La Habana. Cuba.






CURA*




Es esa cosa lo que somos,
lo que no tiene nombre,
adentro, a veces perdido, el silencio,
sonidos que conmueven y agitan.


Es hora abalanzarse por el asedio de mi cuerpo,
contagiar la nostalgia y trasformarlo.
El padecimiento tiene una sustancia relativa
donde las palabras bordan y desbordan el consuelo,
surgen como lo-cura,
locura de todos, de otros, de dos.


*De Jenny Levine Goldner. jenny_offline@yahoo.com





Mirones*



Las personas somos muy distintas unas a las otras, pero hay una cosa que compartimos, con la que estamos de acuerdo y que a todos nos gusta hacer: Mirar. Nos gusta contemplar a los demás, lo que hacen, como lo hacen, donde lo hacen.

Una de los espectáculos maravillosos que nos brinda la ciudad es el de las obras. No hay nada tan cautivador como ver una gran obra en ejecución, los grandes agujeros en el suelo, los andamios, los obreros en movimiento, alguno trabajando, las maquinas. ¡Ay, las máquinas! ¡Eso es sublime! ¡Una escavadora haciendo un agujero! ¡Madre mía, que placer!

En eso de los mirones también hay clases: El ocasional que va de paso y se detiene unos minutos, los niños que se quedan embobados y llegan tarde al colegio y los ancianos que no saben que hacer y se distraen con cualquier cosa. Si es una grúa grande y hace sol, mejor.

Yo me encuentro en este último grupo y paso las horas apoyado en la valla de la obra viendo como se mueven los trabajadores y compartiendo algún comentario con los otros jubilados habituales del sol, petanca y plaza.

Hoy estoy especialmente triste. La vida me robó la juventud trabajando en el campo, la adolescencia en la fábrica después del traslado a la ciudad, el tráfico a mi mujer y, sin darme cuenta, me he quedado sólo con mis recuerdos. Hoy las máquinas los están borrando, dejando una gran fosa donde antes estaba mi casa. Ahora si que estoy totalmente solo mientras van desapareciendo ante la mirada aburrida de todo el mundo.



*de Joan Mateu. joan@cimat.es










EL BOLSILLO DEL ÁNGEL*



La muchacha de la prensa le dijo, señalando al cielo:

- ¿Vio? Los ángeles escondieron la lluvia en sus bolsillos... Hace una tarde espléndida luego de una mañana insoportablemente húmeda.
- ¿Y tú crees en los ángeles? – le dijo con sorna… la chica era gentil, le caía bien, pero pecaba de ingenua.
- Creo en ellos – le respondió con seguridad -, he tenido oportunidad de verlos. No puedo quejarme de la vida, ha sido muy buena conmigo.

No le respondió. Tomó su periódico y se encaminó a casa. ¡Vaya manía! Pensó. Pero se percató de que sentía envidia por esa fe de la gente simple. Necesitaba desesperadamente creer en algo, ¿en los ángeles, para comenzar? ¿No había dicho la chica que estaban en esta tierra, que podían ser vistos? Algo haría hasta encontrar uno.

Se dedicó a buscarlos entre los rostros de la multitud. Al no percibir señales, fue a los lugares olvidados, a donde están los que sufren, los que necesitarían la presencia de un ángel. Conoció el dolor, la pobreza, la cercanía de la muerte, la soledad, el desamor, el desaliento… Tantas penas que, a falta de visiones celestiales, quiso ayudar, así fuera a hacerlas más llevaderas. A veces basta una mirada, a veces un abrazo, una palabra de consuelo. Dos años después, cuando le llegó la edad del retiro, se dedicó de lleno a esto.

Aunque sin ángeles, trabajó con entrega, con devoción. Tanto quiso creer, que entendió que no necesitaba una epifanía para sustentar su fe, le bastaba sentirse bien con él mismo, aquí y ahora, y para lograrlo siguió volcándose en la felicidad ajena.

En el hospital donde pasó sus últimas horas, su deseo le fue concedido: al pedir que lo voltearan hacia la ventana para contemplar el crepúsculo – a pesar de que no había parado de llover -, vio un ángel que lo miraba desde el cristal. La revelación no venía del exterior: era su propio reflejo.

Tomó las nubes con la punta de los dedos y se las guardó en el bolsillo del pijama. El sol le regaló el mejor de sus ocasos.



*de Marié Rojas.
La Habana. Cuba.





HORÓSCOPO DE MIEDO*



“¡Y que buena es la tierra de mi huerto!:
hace un olor a madre que enamora…”
MIGUEL HERNÁNDEZ



¡Madre! ¡Juro que no elegí!
No elegí, ser la ráfaga vital de tu horóscopo de miedo
No elegí este misterio arcaico. Emboscado. Grotesco.
No elegí ser animal, pradera, dios, hombre, bestia.
Juro que no elegí las huellas dactilares de arena.
Esa fábula de escondido deseo.
Quisiera recordar.
Saber como era cuando aun no era.
Recordar si tus dedos
No fueron, ay, tan macabros y tristes tristes.
Madre pradera rosa, no elegí profanar tu isla de pasión.
Como habrás lamentado la marca del amor paralela al olvido.
Madre valle profundo, como amabas,
Ah, como amabas salvajemente ese amor mentira.
Se, que hubieras podido vivir, sin pan, sin agua. Sin fuego.
No sin el aire que él te respiraba.
Inadvertidamente fui tallando tu vientre.
Juro que no quise romper el triángulo de plata.
El temor, el espanto, la discordia.
Quise anudar en mi cuello la serpiente y la lumbre.
Te consta madre espina mariposa, se que te consta.
Intenté cerrar las llaves y el conjuro.
Casi lo logro.
No obstante no pude evitar este vital retorno.
Madre plural impar único dios.
Ríes madre leche. Pero sé que lloras.
Lagrimas agua gracia. Gracias.
Vida. Vida.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







Los secretos*




De niña, cuando era inocente y vivaz. Celeste sentía los secretos de las olas... algunas gritaban furiosas y arrogantes, como si quisieran ser las únicas que pertenecían al océano... A otras frías y tímidas las acariciaba cuando las palpaba con los pies desnudos hundidos en la canela de arena.
Se aproximaba, también, a las de color marrón y espuma en su coronilla, que traían a alguna medusa multicolor.
Ella, tranquila y curiosa con el caracol en su oído, intentaba encontrar el sonido que le indicara los misterios de la inmensidad. Pretendía descifrar el idioma, los susurros, la infinitud....
Esa niña de gran imaginar, creía en los cuentos de los héroes y las sirenas, en la maldición de los barcos fantasmas y los piratas con parches en los ojos y su pata de palo. Deseaba encontrar un mensaje en una botella de vidrio flotando por la marea...

Era otra época, cuando todavía esa pequeña ansiaba enseñarle a hablar a su perra, porque no podía soportar que no le contestara, estaba convencida que le entendía todo. Era su gran compañera.



*de Azul. azulaki@hotmail.com







*



No soy un asesino serial sólo te voy a matar a vos.

Ella se quedó tranquila, siempre le gustó ser única .


*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar





Libros:


180 SUR
Biografías en Patagonia*


*Autora: Mónica Soave
Umbrales Ediciones, 2010


Sobre el libro: Cuando empecé a escribir este libro, quise escaparme del que creí el camino ilusionado de los pioneros en la Patagonia y situarme del lado de la marginalidad, los bajos fondos, la desesperanza; distanciarme de ese paisaje de tarjeta postal que no siempre vale para todos (los que viven, vivieron, vivimos allá.) Mis lecturas y mi investigación comenzaron a ser —a pesar de mí— selectivas: buscaba solamente lo que convenía a mi proyecto: perdedores y fracasados en una tierra de paso, en un lugar del que —en algún momento— había que irse o desaparecer o darse por vencido.
Sin embargo, los relatos de los primeros colonizadores galeses contradecían en parte esta idea: ellos habían llegado para quedarse; de hecho, una buena parte de los colonos había logrado establecerse en su lucha permanente contra el desierto y la soledad que se les resistía, y aún se les resiste.
Pero —como escribe María S. Cristoff— estos pioneros tenían "una mirada de migrantes más que de fundadores. Como si ellos también estuvieran de paso, sólo que la película se detuvo y congeló la imagen por algún tiempo, para que se puedan apreciar mejor algunos detalles".[1] Como una amenaza advertida, una luz de alerta, una mirada cautelosa y en tránsito, un miedo permanente al fracaso, una espera para el abandono.
Para poner a prueba esta hipótesis, quedaron ya los relatos insertos en la narración histórica. Queda un presunto asesino indio con aires místicos declarando ante un juez; una madre indígena a la que le quitan a sus hijos y los regalan en un mercado en Retiro después de pasar por un verdadero calvario; una italiana en un caserío en Comodoro Rivadavia esperando una carta que jamás llegará; una inmigrante pelirroja y boer en Sarmiento sólo viendo pasar el tren por un hueco en la pared; la triste niñez de un personaje que consiguió la gloria sólo fuera del sur al que no volvió; un cuatrero chileno, una bandolera inglesa, un bandido norteamericano, los tres muertos a balazos en paisajes tan distintos como desolados; dos adolescentes "huérfanos, abandonados y pobres de solemnidad" en colegios religiosos en Rawson y Trelew; una prostituta en Balmaceda, un lituano con el recuerdo de sus glorias en Lago Blanco; un médico idealista en Lago Rosario; un "turco" desaparecido en Lagunitas cuando la desaparición también pareció ser una constante, otro lituano que también hizo historia en nuestra historia.
Todos ellos —aun los nativos— encontraron, por un tiempo, es cierto, una forma de pertenencia, pero esta forma de pertenencia incluía, en algunos casos, la carencia de ley y de orden y, en casi todos, la huída, la aparición de los huecos, de los vacíos y, sobre todo, de los fantasmas lejanos de los que jamás se desprendieron.

Sobre la autora: Mónica Soave es socióloga. Nació en Buenos Aires y durante varios años vivió en Puerto Madryn (Chubut), donde participó del movimiento literario del sur del país, organizó talleres de escritura, realizó publicaciones en revistas y diarios patagónicos y obtuvo numerosas distinciones literarias nacionales e internacionales, además de ejercer la docencia como profesora de Historia Argentina. De vuelta en Buenos Aires, fue colaboradora de la Fundación Puro Cuento y publicó su libro de cuentos Por Amanda y los demás (Torres Agüero Editor.). Obtuvo primeros premios en categorías de relato histórico y cuento en el marco del tradicional encuentro de la comunidad galesa del Eisteddfod del Chubut. Publicó El botón de nácar (Historias en la historia de los colonos galeses en la Patagonia) (Ediciones Simurg)

Mónica Soave propone un sigular tránsito de la sociología histórica a la literatura. A partir de la pesquisa bibliográfica, oral, fotográfica, la aproximación a los sujetos, el análisis de los marcos materiales, la autora no sólo consulta fuentes históricas, sino que se descubre en la lectura la construcción de su propia información documental. Burla mágicamente la convención del tiempo, valiéndose de sus propias intuiciones y fantasmas, para adentrarse en el proceso imginacional. Sortea el dato propuesto por el documento para recuperar la historia que se ha seguido viviendo. La vida fluye y ella juega con el tiempo y el clima de la época, plasmando con un estilo muy personal, todo el reflejo de un bagaje vivencial que internalizó en Patagonia, donde vivió, y que continúa recorriendo en estas páginas. Mónica Gatica (Profesora Asociada Historia de américa Contemporánea. Licenciada y Especialista en Ciencias Sociales. UNSJB.)


[1] Relatos de Patagonia. Prólogo, selección y posfacio de María Sonia Cristoff. Ed. Cántaro. Buenos Aires, 2005.


*Enviado para compartir por Mónica Soave ms@fimba.net





*


5. Concurso Literario XICóATL "Estrella Errante"*

Introducción

A comienzos de este siglo en YAGE pensamos que después del Concurso Literario dedicado a commemorar los 250 años del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart, un buen tema sería imaginar nuestro planeta en el año 2100.

Un gran número de obras “científicas” y literarias a lo largo de la historia se han ocupado del futuro de la humanidad. Desde los llamados profetas mayores del “Antiguo Testamento” (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel), pasando por los libros sibilinos de la Roma antigua, las obras de Platón (“La República”), Thomas More (“La Utopía”), Michel de Nôtre-Dame (“Las verdaderas centurias astrológicas y profecías”), Tommaso Campanella (“La Ciudad del Sol”), Jonathan Swift (“Los viajes de Gulliver”), Jean-Jacques Rousseau (“El Contrato Social”), Robert Owen (“Nueva visión de sociedad”), Étienne Cabet (“Viaje a Icaria”), Karl Marx y Friederich Engels con el “materialismo dialéctico”, Aldous Huxley (“Un mundo feliz”) hasta trabajos muy recientes como el del autor George Friedman [1]. Todo esto sin incluir esa inmensa franja literaria llamada “Ciencia-Ficción”, comenzada a fraguar ya en el siglo XVII por Johannes Kepler con “Somnium”, y que ha generado obras tan brillantes y fantásticas como las de los autores Edgar Rice Burroughs, Howard Phillips Lovecraft, Fritz Leiber, Robert Bloch, Robert E. Howard, Isaac Asimov, Ray Bradbury, Anthony Burgess, Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein y en castellano Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges [2].

Para esta edición del Concurso Literario XICóATL tenemos la fortuna de contar con la valiosa colaboración de un selecto grupo de excelentes espacios de difusión literaria, quienes nos ayudarán en la puesta en circulación de las bases del concurso y posteriormente publicarán los trabajos ganadores en sus respectivos medios. Casi todos ellos colaboran también en el jurado que seleccionará los trabajos a premiar. Estos aliados son las Revistas literarias internacionales “En Sentido Figurado” (hecha en 7 países), “Cañasanta” (de Toronto, Canadá), “Carátula” (de Nicaragua), “Cinosargo” (de Chile), “miNatura” (de Cuba), “Antorcha Cultural” (de Mendoza, Argentina) y “Azul@rte” (de Québec, Canadá); además los blogs literarios “NTC … Nos Topamos Con …” (de Colombia); “Inventiva Social” (de Buenos Aires, Argentina); "Aurora Boreal" (de Dinamarca).

El siglo XX fue profundamente estampado por el sello sangriento de una multitud de regímenes totalitarios, guiados por una u otra ideología política. Tan nefasta experiencia, marcó a su vez el comienzo del fin para todas las ideologías. En lo científico, lo cultural y lo económico la humanidad alcanzó desarrollos jamás soñados por civilización alguna; sin embargo, esta grandiosa expansión material nos deja al mismo tiempo un inmenso catálogo de problemas y desafíos para los siglos venideros. Si bien la sombra compañera de la llamada civilización durante el pasado siglo fue la guerra, la de este siglo XXI es la gran devastación y la profunda degradación del medio ambiente. Pienso que la humanidad requiere con urgencia en este siglo una gran revolución, esta vez de carácter espiritual. Será una transformación esencialmente individual, que tenga como objetivo la abolición de todos los condicionamientos de carácter religioso, político y cultural que hoy siguen prolongando su esclavitud. El hombre económico y enajenado de hoy no tiene ningún futuro. El hombre sin conciencia de sí mismo, de su papel en el mundo, de sus derechos y responsabilidades nunca podrá resolver los problemas de hambre, miseria, guerra, dependencia, sobrepoblación, contaminación ambiental, relación con otras especies y otros tantos que hacen infeliz la vida. Pero el objeto de esta introducción no son mis fantasías y/o especulaciones sobre lo que ocurrirá en nuestro planeta en un futuro, ese será el trabajo de quienes deseen concursar en esta convocatoria. Lo que sí tengo muy claro de momento es mi profundo agradecimiento para todas las entidades y personas que harán posible el desarrollo del evento y para todos los que emprendan la tarea de imaginar qué sucederá o cómo será nuestro planeta, en especial los continentes que más nos conciernen, esto es (Latino)América y Europa, en el año 2100.



*Luis Alfredo Duarte-Herrera.





BASES DEL CONCURSO



- Para trabajos inéditos, en prosa
- Extensión máxima: 5 páginas, formato DIN A4, tipo de letra Times New Roman tamaño 14, a espacio sencillo, margen: 2 cm x 2 cm x 2 cm x 2 cm.
- Tema: "(Latino)América / Europa / año 2100"
- Idioma: español
- Género: ensayo y/o cuento.
Envío del trabajo: enviar vía e-mail a euroyage@yahoo.de 2 archivos anexos en formato Word: el primero con el cuento o ensayo (no olvidar colocar el seudónimo) y el segundo con los datos personales (pseudónimo, nombres y apellidos, dirección electrónica, dirección postal, teléfono y corto curriculum vitae [opcional]).

- Fecha límite para el envío de los trabajos: 30 de noviembre 2010.

PREMIOS:

- Se otorgarán 3 premios, cada uno de 500 euros, más la publicación en los siguientes medios:

1. Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL, “Estrella Errante”, bilingüe, impreso y digital www.euroyage.org
2. Revista Digital “En Sentido Figurado” http://www.ensentidofigurado.com/
3. Revista Cultural “Carátula” http://www.caratula.net/
4. “Revista Cinosargo” http://www.cinosargo.cl.kz/
5. “Cañasanta, Revista sobre Arte y Literatura Latinoamericana” http://www.canasanta.com
6. Revista Digital “Antorcha Cultural” www.antorchacultural.com
7. Revista Digital “miNatura” http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/
8.“Revista Literaria Azul@rte” http://www.revistaliterariaazularte.blogspot.com/
9. “NTC … Nos Topamos con …” http://www.ntcblog.blogspot.com/
10. “Inventiva Social” http://www.inventivasocial.blogspot.com/
11. Revista Aurora Boreal http://www.auroraboreal.net


- Mención de Honor y publicación (bilingüe en XICóATL) de los trabajos destacados.
- Los resultados se anunciarán en el No 96 de XICóATL (Julio/Septiembre/2011) y, por la misma época, en los demás medios descritos.

El jurado está integrado por:

1. Eduardo Francisco Coiro, por “Inventiva Social”,
2. Gabriel Ruiz Arbeláez, por “NTC … Nos Topamos con …”,
3. Ricardo Acevedo Esplugas, por “miNatura”,
4. Dr. Angel Lucio Gargiulo Filippini, por “Antorcha Cultural”,
5. Judy García Allende, por “En Sentido Figurado”,
6. Daniel Rojas Pachas, por “Cinosargo”,
7. Ángel Fernández, por “Cañasanta” y
8. Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera, por “Estrella Errante”.


CONCURSO XICóATL
www.euroyage.org
euroyage@yahoo.de

A-5020 SALZBURG - AUSTRIA



[1] „The Next 100 Years“, Friedman George, 2009, Doubleday, Randmon House Inc. Versión en alemán: “Die nächsten 100 Jahre”, 2009, Campus Verlag GmbH, Frankfurt am Main, 298 pgs. Existe versión en español: „Los próximos 100 años“, Editorial Destino, 2010, 336 pgs. Friedman intenta principalmente una visión geopolítica de lo que sucederá en los próximos 100 años en nuestro globalizado planeta y predice, entre otras cosas, el derrumbamiento de la China en el 2020, una nueva guerra mundial para el 2050, el aseguramiento energético del planeta mediante energía solar del cosmos para el 2080 y el desafío del poder de los Estados Unidos de América por parte de México hacia el 2100.

[2] Un interesante artículo de Elvio E. Gandolfo titulado “La Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción en América Latina” encuentra en la Revista Cinosargo, en el link http://www.cinosargo.bligoo.com/content/view/564315/Literatura-fantastica-y-de-ciencia-ficcion-en-America-Latina.html



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