martes, noviembre 09, 2010

POR MARAVILLOSAS E INALCANZABLES UTOPÍAS...




*Ilustración: Luis Alfredo Duarte Herrera. - Walkala. http://www.walkala.eu/




ADN*


A José Luis Fariñas García, por su amistad


Es posible, también, que los viajes en cohete sean aún más antiguos de lo que pensamos. Quizá comenzaron hace siglos en alguna parte del mundo.

Crónicas Marcianas
Ray Bradbury




Le correspondía analizar las muestras de ADN encontradas por la sonda espacial en una de las lunas de Júpiter.

El ordenador lo sorprendió:

Aquellas pautas correspondían a un ser humano y… ¡coincidían con su propio ADN!

Comprobó otra vez, descartando cualquier posibilidad de contaminación.

Lo aparentemente imposible saltó a su vista: Todo margen de fraude era descartable; aquel era su mapa personal, pero reflejaba a alguien veinte años mayor.

Se estiró en su asiento, pleno de satisfacción. No solo había comprobado su teoría del viaje en el tiempo... Sabía que la vería hecha realidad.

Más aún, sabía que un día llegaría a las estrellas.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba.









OCTAVA MORADA*



VI


La noche,
Dama bañada
en manto de misterio.
Por momentos
repta sobre piedras
para luego volar
más allá del viento.

Me entrego
a las quimeras de las sombras
que juegan acertijos
en medio del bosque
armando entre dudas
colares de espuma
para la luna nueva.

Me amparo
en la negación de lo visible,
en el refugio de las formas
que cada árbol inventa
y derrama sobre el suelo
en la búsqueda de amor.

Me busco
en medio del desatino
de un mundo a la deriva
que perdió su principio
y su fin se hunde
en ráfagas de exterminio.

La noche
como nana cuidadosa,
me ampara, me consuela,
quita el negro al recuerdo,
no me promete nada,
sólo acompaña mi vuelo
y guía mi brújula.




VII


Trituro los tiempos vacíos
en cuencos de alabastro.
La mezcla pierde su esencia
de inutilidad caduca,
pierde su máscara dragón.
Siempre fueron fantasmas temidos
de los que quise huir
para salvar los sueños
que construyen vuelos.
Siempre fue tortura
sentir que la vida invadía
el diario vivir con neblinas
que mataban intentos
creando enormes desiertos
con arenas alisadas por duendes.
En mi casa interna
inventé ritos mágicos invocando
un todo que venciera a la nada,
una lluvia que regara semillas
con esencia de mi ser
para que en todas mis huellas
florecieran rosas mágicas.



VIII


Lágrima que busca un cause
para convertirse en río,
Lágrima huérfana de apoyo
donde decantar angustias
logra su libertad hacia el abismo
abrazada a su soledad.



*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar







EPITAFIO*


“...El ciervo reposa, sin herida, apoyada su cabeza,
sobre una piedra, flor azul...”

MARÍA ZAMBRANO (MADRID)



No reconoce otra ley que la vida.
Ley de epitafio de niña corriendo a media noche.
Ley de ver crecer brotes, lentos, sobre tumbas.
Ley del sigilo de la iguana y de la leona.
Ley de intuitiva huída.
Ley del vino en la punta de la lengua.
Ley de sollozos ante fútiles ruegos.
Ley de barro, ángeles de piedra.
Ley de la urgente geografía de los cuerpos.
Ley de almendros y de suspiros de agua.
Ley de fuego incinerando santos.
Ley de profundas persuasiones de papel.
Ley de elegir, vara de zahorí o péndulo.
Ley de girasol o mariposa.
Ley de tropel que reparan duelos.
Ley de corazón sin bridas.
Ardoroso. Vehemente.
No reconoce otra ley que el abrazo de árbol.
(Reposo de vuelos y de ayeres)
Ramas y raíces en la palma de su mano.
Epitafio de niña corriendo a media noche.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







Una antología de Twitter con acertijos penetrantes e irónicos por Héctor Loaiza*


Una antología de Twitter con acertijos penetrantes e irónicos por Héctor Loaiza
Después de tres años, el espacio de redes sociales y de microblogs, Twitter, ha alcanzado más de 150 millones de usuarios en la Red. Para enviar tweets (gorjeos), mensajes cortos de 140 caracteres, como lo hace el diseñador, constructor y programador de Resonancias, Dan Loaiza, hay que tener talento, humor, curiosidad científica y un dominio de las nuevas tecnologías informáticas. En su antología de 199 acertijos, impresa por el sitio TweetBookz.com, comunica sus reflexiones rápidas e irónicas sobre su vida cotidiana, Internet y el mundo.



Se habla tanto del foursquare, la red social de geolocalización con más de 4 millones de adeptos, que permite a un usuario a través de un Iphone de saber la ubicación exacta de un amigo. Se ha comentado que es una tecnología que podría ser usada para controlar a los ciudadanos, saber sus gustos y sus ocupaciones. Con una frase contundente, Dan Loaiza escribe:
“Yo no sé por qué tanto foursquare, si existen lugares increíbles en los sueños que no se pueden marcar.”
La pasión que existe por twitter la compara con una adicción:
“Menos mal que existe twitter, porque si no, no sé qué tendría de almuerzo…”
“Y los adictos a twitter siguen libres…” Una frase en apariencia ligera, pero que esconde profundidad. En Colombia, compara la fiebre de los usuarios de twitter con la adicción a un narcótico.
Una respuesta a un amigo con un juego de palabras: “#despuésdelaeradelatele. Ya no queda nadie en la calle, todos están en twitter”.
Al leer este tweet, reí mucho: “Puse mis tweets en una caja fuerte para que no me los lleve el corralito”. Tiene que ver con la triste experiencia del “corralito” argentino de la crisis financiera del 2001. Sus acertijos son tan valiosos —y tiene razón— que los compara con los dólares de los ahorristas argentinos que, en pocos días, vieron sus economías esfumarse o reducirse a un tercio.
Le transmite al sicomago Alejandro Jodorowsky su definición de twitter:
“Creo que twitter es la actividad poética perfecta, gratuita, efímera, colectiva. Siendo nómade, comunicar aquí me hace sedentario”.
Le recuerda también a Jodorowsky, al leer sus acertijos pánicos o surrealistas, con bastante ironía: “@alejodorowsky, ¿cuánto es dos más dos? Alan Turing le diría 00110100”. Es decir, el resultado binario según el matemático inglés Turing, inventor de la computadora, junto al norteamericano Von Neumann.
Siendo joven, se observa con mucho humor: “#soy tan viejo que hasta en la calle, creo oír la música de Sergio Leone”. Evoca así los westerns espaguetis vistos en su infancia.
Otra observación irónica que refleja las preguntas que nos hacemos sobre los resultados de las investigaciones del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) que utiliza instrumentos de alta tecnología como el LCH, el gran colisionador de hadrones, imponente anillo subterráneo, construido en la frontera entre Francia y Suiza, para estudiar las partículas elementales de la materia:
“La gente del CERN debe estar friéndose tortillas.”
Supone que esas investigaciones sobre lo infinitamente pequeño (en el interior de los átomos) y nuestro universo, no tienen —por el momento— resultados palpables. El 10 de setiembre del 2008, en el parking del CERN se concentraron más de 300 periodistas de la tele y de la prensa del mundo entero, para seguir la primera colisión de partículas. Se temía que, en la reproducción en miniatura del Big Bang, se creara un “hoyo negro” que aspire a nuestro sistema planetario. Menos mal que el tan temido fin del mundo no ocurrió.
“Tenemos que medir todos estos océanos sin fin, hechos de quarks, si queremos entender dónde carajo estamos parados en el universo.”
Se refiere a los constituyentes fundamentales de la materia. Expresa la tentativa humana de comprender lo infinitamente pequeño, “océanos hechos de quarks” y termina con una frase aplastante: “dónde carajo estamos parados en el universo”.
Otro tweet que más parece un acertijo del budismo zen para provocar el satori, el despertar, considera tan bueno el jugo de gulúpa (murucuyá o maracuyá en otros países, pasionaria en España y “fruta de la pasión” en Francia) que le hace escribir:
“El jugo de gulúpa debería formar parte de la tabla de los elementos.”
Una descripción rápida e imaginativa de su descubrimiento del calor agobiante de Cartagena, en el norte de Colombia. Relata los problemas técnicos de su portátil, que nunca le abandona, en el calor del trópico y termina con una frase humorística:
“El calor calienta el chip, la portátil, calienta el motor del carro, no hay refugio que no arda, debería meterme tal vez en la heladera.”
Otra reflexión sobre Cartagena, ironizando una vez más sobre foursquare:
“Canasta de limones, basura de limones, agua de limones, esta es mi geoubicación.”
En su visita a dicha ciudad, se ha dado cuenta de la costumbre de los habitantes de Cartagena —que lo ha descifrado como un código— de llevar los sombreros volteados:
“La red de los sombreros volteaos es una red social muy organizada.”
En sus diez años de vida en Buenos Aires, adoptó la costumbre de tomar mate y sigue haciéndolo en Colombia, escribe esta frase con tono poético:
“Es la mejor hora para tomar mate, en compañía de la brisa y del mar”.
De vuelta a la capital colombiana, un día de lluvia interminable:
“Estoy sorprendido por la cantidad de gente que tiene paraguas en Bogotá, parece ser que le sirve más que un iphone.”
En tono poético expresa su estado de ánimo: “Ando en una esquina, pero me siento en el centro del mundo.” Manifiesta su bienestar del instante. A la frase “andar en la esquina” —su ubicación en la realidad—, sigue esta revelación: “pero me siento en el centro del mundo.”
Una vez más nos confiesa su satisfacción de vivir en el entorno latinoamericano: “Escuchando a Calamaro, mientras me hago un Mate Project :)” (Andrés Calamaro es un músico de rock argentino que empezó tocando en bandas porteñas como Proyecto Erekto y Soda stereo, se fue a España en los 90 y ahora tiene una celebridad internacional).
Una muestra de su pasión por el cine: “Ja, ja, ja, viendo Deconstructing Harry, cuando Wody Allen se va al infierno y le pide un tequila al diablo — Harry mets the Devil…” Su admirado Wody Allen, que tiene más éxito en Francia que en los EE.UU. y que él vio mucho en su infancia y en su adolescencia francesas.
Comentario sobre un dibujo del artista neoyorquino, Guy Vincent que, junto a Larry Carlson, genera dibujos a través de twitter art:
“@Guy_Vincent ese twitter art me introduce a la poesía de un pensamiento cuántico.”
Los internautas conocen las dificultades del navegador Internet Explorer, por la pesadez del programa y la lentitud para acceder a la Red en comparación con otros navegadores ligeros y más rápidos. Escribe una frase caústica: “Abrí una cosa que se llama Internet Explorer…” Al decir “cosa” lo compara con un dinosaurio prehistórico.
Una observación de la idiosincrasia del país donde actualmente vive, víctima de la violencia después de más de sesenta años: “El pueblo colombiano no vota, sino bota balas…” Hace un juego de palabras irónico entre “votar” y “botar” (en su acepción latinoamericana de “arrojar”, “lanzar”, “disparar”).
Otro descripción del ambiente electoral: “Aquí está la ley seca, entonces fuimos a comer tapas españolas con limonada.”
Y al final esta confidencia en tono burlón, demostrando que no se toma muy en serio al escribir sus tweets inmediatos: “Qué he hecho para que mis ideas terminen directamente como spams…”
Su twitter @papachan



ACERCA DEL AUTOR

BIO: Dan Loaiza, Bordeaux (Francia), 1972. Capacitación en Estética del arte y Nuevos Medios en la Universidad de Toulouse Le Mirail. De 1999 al 2009, residió en Buenos Aires y ahora en Bogotá (Colombia). Se ha desempeñado como programador y web developper en diversas empresas. Ha diseñado las tres versiones del website Resonancias y colaborado en la programación de su estructura. Actualmente trabaja como desarrollador de aplicaciones e interfaces para una empresa canadiense Lordalexworks de desarrollos basado en la tecnología Flex y Ruby on Rails. Su principal actividad es concebir y realizar sitios en Internet, elaborando estructuras y lenguajes visuales. Su proyecto de diseño personal fue creado en 2001 con la tecnología flash y fue presentado en conferencia en Uruguay y en Buenos Aires. Su blog de plataforma moviles es www.androidda.com


*Fuente: http://www.resonancias.org/content/read/1179/una-antologia-de-twitter-con-acertijos-penetrantes-e-ironicos-por-hector-loaiza/

*Texto del último número de Resonancias (99).
laresonance@yahoo.fr






La mujer que me llevó a la cama*


La mujer que me llevó a la cama tenía treinta años. Me acorraló, me tomó por asalto. Con desparpajo, me hizo guiso. Desabotonó mi camisa fucsia de mangas cortas, boca a boca deslizó su chicle dietético, bajó el cierre de mi pantalón de pana y tanteó. Su olor, su inconmensurabilidad, me pudieron. Hasta entonces me habían bastado el ajedrez, mi empleo en la empresa de mis tíos, el físico-culturismo, la religión, Héctor, o Luis, tostarme. Me logró calentar lo justo, lo imprescindible.

Y la monté..., mamá.



*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar











LA UTOPIA DE FOURIER*



Allá por 1835, en París había un caballero de levita oscura y corbata blanca que, acabado el desayuno y leídos los periódicos, dejaba la mesa del café para estar en casa antes del mediodía. En su modesto cuarto de la calle Saint Pierre el anciano aguardaba que apareciera alguien que le prestara un millón de francos para realizar su sueño utópico. Años atrás había puesto un aviso en el diario donde se comprometía a estar esperándolo todos los días. Nunca dejó de hacerlo, aunque a su puerta sólo llamaban los cobradores. Un día la portera lo encontró muerto, arrodillado al pie de la cama.





*Por Pablo Capanna


Entre otros, el hombre de levita les había pedido ayuda a Napoleón III y a Luis Felipe, al venezolano Bolívar y al paraguayo Doctor Francia, a Lord Byron, a George Sand, y hasta a un príncipe ruso. Ninguno se había dado por aludido.
El hombre era un filósofo autodidacta con fama de chiflado, y se llamaba Charles Fourier. Hubo una multitud en su entierro, porque tenía bastantes seguidores que iban a fundar una docena de comunidades utópicas en América. Fueron los famosos falansterios, que organizó su discípulo Víctor Considerant, un sobreviviente de la Comuna de París emigrado a los Estados Unidos. Los fourieristas fundaron cinco falansterios en el estado de Nueva York, uno en Texas, otro en Nueva Jersey, y hasta una ciudad llamada Utopía, en Ohio. Brasil tuvo el falansterio de Oliveira y en Argentina unos inmigrantes suizos fundaron la Colonia San José, en Entre Ríos.


EL REFORMADOR SOLITARIO


De niño, Charles Fourier (1772-1837) quería ser ingeniero. Venía de una familia acaudalada, pero a los nueve años quedó huérfano. A los diecinueve, lo metieron preso y le expropiaron la fortuna paterna, y desde entonces tuvo que ganarse la vida como pudo. Trabajó como viajante de comercio, lo cual le permitió conocer toda Francia, pero también fue jefe de una oficina de estadísticas y encargado de correspondencia comercial.
Obtuvo su educación de los diarios, las bibliotecas públicas y sus propias lucubraciones, no siempre coherentes ni realistas. Algunos señalan que en sus obras hay también algún toque de esoterismo, que puede explicar sus audacias cosmológicas. Sus libros, que publicaba con gran esfuerzo, pasaban generalmente inadvertidos, pero a veces provocaban grandes conversiones. Sus últimos años los pasó rodeado de gatos y esperando al mecenas que nunca llegó.
Según Vargas Llosa, tres experiencias habían marcado su vida. La primera, la pérdida de sus bienes y la prisión durante el Terror. La segunda fue el día que vio destruir un cargamento de arroz para mantener alto el precio. No menos importante, su relación con dos primas bastante promiscuas, que le inspiraron sus audaces teorías sexuales.
Después de que Engels lo arrinconara en el desván de las ideas junto a los otros socialistas utópicos, pasó un siglo antes de que volviera a ocuparse de él el filósofo Walter Benjamin. Antes, el surrealista André Breton le había dedicado un poema, lo cual no contribuyó a hacerlo respetable como teórico. Pero en cuanto cambió el viento y la inteligencia europea comenzó a buscar sus maestros entre gente como Nietzsche, Sade o Bataille, la locura de Fourier tuvo un modesto revival.
Fourier fue un inagotable creador de palabras, con ese autismo que suelen tener los autodidactas. De todas las que creó, “feminismo” fue la única que sobrevivió. Fue uno de los primeros en hablar de “socialismo”, pero también habló de “falanges”, “sectas” y “hordas”, palabras que después tomaron significados muy distintos.
Quizá su aporte más valioso haya sido reivindicar el derecho al trabajo y el placer de la creación. En una época en que se veía al trabajo como una desgracia o un castigo, proclamó que podía ser divertido, si respetaba las inclinaciones naturales. Cuando parecía una locura pensar que los psicólogos tuviesen algo que hacer en las fábricas, enseñó que era preciso trabajar en equipo y rotar las tareas para combatir la monotonía, porque “el entusiasmo” no se sostiene más allá de dos horas.
Lo que se le ocurrió a Fourier fue que muchas tareas penosas podían aliviarse con sólo aplicar la economía de escala.
Un granero socialista podía tener dos o tres puertas, en lugar de los centenares que requerían los graneros de muchas familias campesinas. Preparar una sola comida para cien personas costaba menos que ensuciar unas veinticinco cocinas familiares. Si las sobremesas en familia eran aburridas, las veladas colectivas podrían gozar de espectáculos, bailes y juegos.
Siguiendo la misma lógica, una comunidad con absoluta libertad sexual sería más divertida que la monogamia. Lo que no se le ocurrió es que también podía llegar a ser más conflictiva, como demostraría la historia de las comunidades utópicas.
Desde su patética soledad, Fourier estaba convencido de que la suya era la idea política más original de los últimos tres mil años. La respaldaba con una ambiciosa cosmología, más astrológica que científica, donde nuestro mundo era apenas “el tercer planeta llamado Tierra, en el cuadrante hipomayor”. Para él, la historia de la humanidad abarcaba apenas unos ochenta mil años, divididos en dos fases de organización y dos de decadencia.
Como buen profeta, Fourier se sentía incomprendido y pensaba que sólo sería reconocido cuando acabara la presente Edad de la Incoherencia. Alzando pudorosamente la voz desde una nota al pie de página, sentenciaba que el futuro cubriría de maldiciones a “la infame civilización”. Entonces, todas las bibliotecas de política y moral pasarían a ser inútiles; sus libros serían escupidos, desgarrados y usados como papel higiénico...


CAMBIANDO AL MUNDO

Para Fourier, la célula de la sociedad no era la familia, sino una falange de 1620 miembros: un número que resultaba de combinar 810 diferentes tipos de personalidad. La unidad colectiva de vivienda era el falansterio, un enorme monoblock con servicios centrales. En cualquier caso, la comunidad no podía tener menos de 350 miembros, y requería unas 400 hectáreas de tierra cultivable para ser autosuficiente.
Los falansterios debían construirse con materiales baratos. No valía la pena reciclar las grandes construcciones del pasado, como Versalles o El Escorial, que se conservarían como museos de la barbarie incoherente.
Si Fourier conseguía su millón y lograba hacer una convincente demostración práctica, los falansterios se multiplicarían por todo el planeta y la humanidad comenzaría a salir de la incoherencia. Cuando hubiera 2.985.894 falansterios y el mundo contara con una población de más de cinco mil millones (una cifra que entonces parecía loca) llegaría la era de la Armonía, algo que obviamente nos perdimos. La capital del mundo estaría en Constantinopla, donde habría un Congreso Mundial de Falanges, regido por un omniarca. Para entonces, las guerras, las olimpíadas y los mundiales de fútbol serían reemplazados por concursos de chefs y catadores de champán.
Obsesionado con las posibilidades del trabajo organizado, Fourier parecía desconocer el papel de la ciencia y la técnica; ni siquiera sospechaba la existencia de lo que hoy llamamos ecología.
Entre sus objetivos estaba el exterminio de todas las especies inútiles o dañinas, la extensión de las fronteras agrícolas y la colonización de los desiertos. El Sahara podría ser vencido con prepotencia de trabajo. Bastaba movilizar unos diez o veinte millones de trabajadores que, atacando desde los cuatro costados, irían plantando árboles y acarreando agua hasta forestarlo por completo.
Cuando la agricultura se extendiera más allá de los 60 grados N, unos cuatro años después de alcanzar la Armonía mundial, se verían cambios físicos en el planeta. El primero sería la aparición espontánea de una Corona Boreal, que más tarde sería seguida por otra Austral. Fourier tenía una idea bastante fantástica de las auroras boreales, a las que veía como “un síntoma del celo del planeta”, una suerte de copulación cósmica con los astros. Gracias a las Coronas, los polos gozarían de un clima mediterráneo, pero el ecuador tampoco sería demasiado cálido. El agua de los mares dejaría de ser salobre para tomar gusto a limonada y en ella ya no habría tiburones, ballenas, ni pulpos. El hombre ya estaría criando especies animales híbridas para su beneficio.


UN DIA EN LA VIDA DE LOS ARMONIANOS

Si Fourier hubiera sido posmoderno, quizás habría fundado una secta New Age y hasta habría podido dedicarse a la ciencia ficción. A diferencia de la mayoría de los utopistas, creía en un Ser Supremo cuyos planes creía interpretar. Para sus falansterios, proponía adoptar el culto católico, y estimaba que habría que ordenar aceleradamente decenas de miles de sacerdotes. Sólo le faltaba convencer a la Iglesia de que adoptara su permisiva moral sexual, más difícil de digerir que la propiedad colectiva.
Con todo, pocos dudarían en incluirlo en la amplia categoría de los progresistas. Sin embargo, consideraba que la igualdad era “un veneno político”, acusaba a los judíos de ser “la fuente de todos los males” y denunciaba a Owen por encabezar una conspiración protestante contra el clero.
En particular, sus propuestas para la infancia resultan aberrantes, a la luz de esos derechos humanos que hemos aprendido a proclamar, aunque no tanto a respetar.
En su tiempo era común considerar al niño como un adulto en miniatura, pero Fourier parecía pensar en una especie de industriosos castores. En sus falansterios los niños se organizarían en “hordas”, y como ya no habría diferencia entre trabajo y juego, sus juegos serían productivos.
Como había que aprovechar las inclinaciones naturales, y a los niños les encanta la suciedad, Fourier no dudaba en asignarles las tareas más repugnantes.
Las hordas infantiles comenzarían su jornada a las tres de la mañana, limpiando los establos y los mataderos. Seguramente, esta tarea les encantaría casi tanto como la cacería y exterminio de “alimañas” (víboras, sapos, etc.) o el mantenimiento y bacheo de los caminos, que los tendrían ocupados durante el resto del día.
La vida de los adultos estaría aun más reglamentada. La mejor muestra de la manía obsesiva que llevaba a Fourier a diseñar programas rígidos y físicamente imposibles de cumplir es el horario que había fijado para la vida cotidiana de los “armonianos”.
Una persona podía llegar a pertenecer a 36 series o equipos de trabajo, de modo que había que distribuir las tareas en un amplio horario que iba de 3.30 a 22.00 para que todos pasaran por los distintos grupos.
En la cooperativa utópica no habría salarios sino dividendos, pero algunos serían más iguales que otros. Seguiría habiendo ricos y pobres, con distintas obligaciones.
Comparemos la jornada de un pobre y la de un rico. El pobre Lucas desayunaba a las 7.00, después de haber trabajado más de tres horas en las caballerizas y los jardines. De allí hasta la hora del almuerzo se desempeñaba en el campo como segador, en la huerta y en el tambo. Por la tarde trabajaba como hachero, en el taller artesanal y regando la huerta. Cena a las 20.30, a la cama a las 22 y tras cinco horas de sueño reparador, ¡a trabajar!
El rico Mondor se levantaba a la misma hora, pero tras charlar un rato con los amigos comía algo, y le dedicaba una hora a la caza y otra a la pesca. A las 8 desayunaba y leía los diarios. Antes de ir a misa (al parecer, los pobres no iban) pasaba una hora en el invernadero, cuidando los faisanes u ordenando la biblioteca. A la tarde, asistía al invernadero, al cultivo de plantas exóticas y a los viveros, tomaba una merienda en el campo e iba a la feria a intercambiar productos. Después de la cena, una hora de baile, concierto o espectáculos. Como no estaba tan cansado como Lucas, dormía apenas tres horas. Pertenecer tiene sus privilegios...
Basta pensar en los tiempos (una hora para ir y venir del campo, que dejaba apenas algunos minutos para el trabajo productivo) para ver que esos planes eran imposibles de cumplir y probablemente nadie lo intentó. Ni siquiera los ricos tendrían tiempo de disfrutar de lo que hacían, porque el ocio sería el peor de los pecados.
Por lo visto, algunos autores han sido agraciados por la historia con una fama un tanto exagerada. Quizá porque nadie se toma el trabajo de volver a leerlos.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2439-2010-11-09.html






*


De la tierra
el verdor ilusionado,


cuantas veces la semilla no deseada
empecina su nacer equivocado,


no sabe del hombre interesado
en terminar sus deseos
con el corte infeliz de una guadaña.

¿Importa anhelar la vida?

¿Importa cuanta belleza
puede el hombre someter?



*De Zulma Molaro diasfelices59@yahoo.com.ar





Para quién se escribe?*



Empecé a escribir en la pubertad para mí mismo. encerrado en mi pequeña torre de marfil, una miserable pensión de una ciudad nefasta.
Un día abrí la puerta y salí al mundo y descubrí que nadie me conocía, que el mundo era inmenso y ajeno, entonces regresé a mi buhardilla y me puse a escribir para el mundo. Salía a caminar, hablaba con desconocidos y escribía sus historias de fracasos y deseos irrealizables.

Hasta que un día, el mundo entró en mi habitación y me empujó afuera, entonces ya no era el mismo mundo, tuve que ganarme el pan y encontré hombres y mujeres que no tenían pan en su mesa.
En esa época, golpeado y pisoteado por las patas salvajes del mundo, empecé a escribir para cambiar ese mundo, empuñé un arma cargada de futuro y salí a luchar por maravillosas e inalcanzables utopías.
Hasta que el mundo con sus golpes me laceró el cuerpo, me encerró en una cueva oscura y me gritó: “perdiste estúpido idealista, nosotros ganamos”, entonces, en ese oscuro hueco me puse a escribir para salvar mi propio culo.
Después los años sucedieron a los días y cuando me detuve a mirar para atrás, vi el camino lleno de pozos y sucios charcos, el camino que ya no se puede volver a pisar.

Hoy, con más derrotas que amores, escribo únicamente para el verdulero de la esquina, mi amigo Andrés.
Cada vez que edito un libro, al primero que se lo llevo es a Andrés.
Él no lee poesía, ni literatura ni nada que no sea el diario cada mañana, dice que allí está todo: novelas policiales, dramáticas, amorosas, históricas, política y religión, humor y fantasía, belleza y obscenidad, vida y muerte y que no necesita más, y tiene razón.
Pero yo igual le llevo mi precario librito.
Él lo abre y lee el primer poema, si lo entiende y le gusta lee el segundo, en cuanto encuentra uno que no le gusta, cierra el libro y lo coloca en el único estante de la verdulería que oficia de biblioteca.
Nunca más lo abre.

No se bien cuanto ha leído de mis libros. Una noche de asado y truco, abarrotados de bestias y ahítos de vino, me confesó secretamente que un libro lo leyó completamente, otro lo puso en el estante después del primer poema.
No se cuales son, y nunca lo sabré seguramente, pero yo me siento bien con este pacto entre escritor y lector que hemos desarrollado.
Además como él dice, su biblioteca de un solo estante, tiene únicamente mis libros, y agrega socarronamente, los libros del mejor poeta que conoce, del único que conoce.

Es para mí, es un orgullo personal que ningún otro escritor puede darse.
Todos mis fracasos están allí, y ese es mi gran éxito, único, imbatible, frente a todos los escritores y poetas del mundo!.

Por lo tanto amigos y poetas, les comunico en este instante que seguiré escribiendo hasta que me muera, para mi amigo Andrés, el verdulero de la esquina.


*de aldo luis novelli aldonovelli@yahoo.com
poeta sudaca y laburante.-




*


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