sábado, noviembre 12, 2011

CON ALAS DE CENIZAS..




*Ilustración: Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu






Se fue por el río*




Con alas de cenizas

Se fue navegando por el río

Era la hora de despedirse

Acompañada por el empujón

De unas manos amigables y trabajadoras

Que sabían del secreto tan íntimo

Oculto por varios años



La despedimos con cierta travesura

Y una composición de tristeza y alegría.

Estuvo mucho tiempo en un rincón

Cuidada por el oso de peluche con devoción.



Alumbró ese instante: la luna llena

Con clara inmensidad para poder

Respirar el ansiado final

Escoltada por el brillo de las estrellas

Y el sordo, pero vital eco de las olas.



Ya esta libre

El peso del secreto se fue

En la suave vertiente del agua.-



*De Azul. azulaki@hotmail.com

2/11/11









Agárrate*



No debí acercarme al borde de aquel precipicio, pero la curiosidad me pudo. Me pareció haber visto a una mujer mirando hacia abajo y al instante siguiente ya no estaba. En mi intento de ver el fondo me acerqué demasiado y la tierra cedió bajo mi pie derecho cayendo al vacío sin poder agarrarme a ningún sitio. Cuando iniciaba la caída oí una voz femenina que me gritaba: "Agárrate a la mano" "Agárrate a la mano"… Todo fue muy rápido, sólo sé que seguí el consejo y me agarré a la mano con todas mis fuerzas y no la solté. Morí cincuenta metros más abajo con las manos juntas, muy apretadas...



*De Joan Mateu. joan@cimat.es









EL LADO OSCURO DE LA LUNA*




Una mujer se mece al sol.
Suspendida. Aturdida. Enajenada
El sol es un cachorro de tigre que la abraza.
La mujer busca la pausa de la sombra.

Ella, es solo una sombra.
Está en “su lugar”. El punto exacto.
El suelo que la pisa es el mismo que pisaron sus ancestros.
Es llamarada. Es llamarada y sed, al mismo tiempo.

Siente un llamado que sale de sus vísceras.
Sube por su útero, le recorre los pechos.
Las mareas. Ay, las mareas, ten cuidado mi niña, las mareas marean.
Revolotea entre su corazón y su cabeza.

Se que soy cabra de tierra y por ella vago.
También se que la luna es muy oscura.
Sé que las mareas frenan la rotación de la tierra.
La luna compensa la rotación de la locura, alejándose.

El lado oscuro de la luna se ha convertido en mar.
Y nuevamente llama, y otra vez y una vez más.
La mujer se estremece de amor y muerte.
Ya no quiere adioses ni hasta luego.

Da la espalda al llamado.
Una lágrima convertida en paloma se posa en su hemisferio izquierdo.
Y en Chile, mansa luna de octubre, la nace, la renace.
La nace… por ahora. Por ahora, la nace.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar












En los sueños empiezan las responsabilidades*


*Por Juan Forn


Cuando el jovencito Saul Bellow leyó por primera vez a Delmore Schwartz, supo al instante que era la voz que habían estado esperando, él y América toda, y partió en peregrinación al Greenwich Village de Nueva York a conocerlo, a rendirle tributo, a absorber de él todo lo que pudiera y, por supuesto, a envidiarle cara a cara el talento, la suerte, la fama. Porque con apenas dos años más que Bellow y un solo libro (En los sueños empiezan las responsabilidades), Schwartz ya había tomado el cielo por asalto: de
izquierda a derecha, del Partisan Review a la revista Time, de Harvard a los bares del Village, él hablaba y todos callaban de golpe para escucharlo.
Schwartz era esencialmente un poeta. Aunque escribía ensayos y cuentos tan brillantes como sus poemas, era esencialmente una voz irresistible. Bellow se arrimó encandilado, como discípulo, pero al mismo tiempo como secreto par de Schwartz, porque en lo más íntimo sentía que él también estaba destinado a una voz equivalente y a equivalente grandeza. Schwartz ha de haberle sacado la ficha enseguida porque eran tal para cual: hijos de la Depresión, judíos pobres de padres inmigrantes que vieron en la inteligencia, en los libros, la posibilidad de construirse a sí mismos y salir al mundo y decir
"Eh, todos, escuchen", y tener la convicción absoluta de que el mundo se iba a parar a escuchar.
La cuestión es que hicieron contacto al instante, y durante un tiempo glorioso Bellow fue para Schwartz el compadre perfecto: partenaire, sparring, alma gemela, cofrade de delirios. Eran los eufóricos años
posteriores al fin de la Segunda Guerra, todo era posible, todo estaba empezando de nuevo, y Schwartz le hizo creer a Bellow que no sólo eran el futuro de la literatura norteamericana, sino que en cualquier momento serían convocados desde lo más alto para definir el nuevo orden de las cosas en su país. Bellow iba subido a la ola de Schwartz, era imposible resistirse.
Déjenme decir algo sobre la estampa de Schwartz. En un arranque de candorosa pretenciosidad, sus padres le habían dado el patricio nombre de Delmore, y él respondió fisonómicamente a su nombre con tan asombrosa fidelidad que esa estampa se transmitió a su actitud ante el mundo. Hasta sus peores enemigos lo llamaban Delmore, que no era lo mismo que decirle Schwartz. Quiero decir con esto que Delmore Schwartz creía realmente que lo tenía todo, que estaba llamado a llegar más alto que cualquier otro escritor americano. Había leído todos los libros, los tenía a todos danzando en un guiso bullente en su interior, todo eso encontraría plena expresión a través de su voz, y eso pasó a ocupar tanto espacio en su febril cabeza que no le dejaba tiempo para escribir los libros que supuestamente debía escribir entretanto. Bellow, en cambio, entendió bien rápido que él no era Delmore, que a un rusito de Chicago más valía escribir los libros que seguir desvelándose con el llamado de las altas esferas, y se fue a París con dos mangos, a encontrar su voz.
Aunque ya estaba un poco grande, igual la encontró: escribió Augie March ("I am an American, Chicago born...") y volvió a su tierra y con esa misma voz escribió Herzog ("If I'm out of my mind, it's allright with me...") y, mientras tanto, los sueños de grandeza de Delmore Schwartz habían ido virando a pesadillas, el estupor de no haber sido el que iba a ser lo había convertido en un monstruo autodestructivo que, en 1966, terminó muerto en un hotel para indigentes del Bowery. El cadáver estuvo dos días en la morgue de Nueva York hasta que supieron quién era. Nadie se acordaba de él. Mejor
dicho, se acordaban demasiado bien de las homéricas borracheras, los brotes psicóticos, las internaciones en Bellevue, las escapadas del loquero, las apariciones fantasmales en el Village, los autos chocados, las llamadas telefónicas furiosas a las cinco de la mañana, demandando lo que le correspondía, porque Schwartz creyó hasta el fin de sus días que tenía "derecho soberano sobre la fortuna del mundo".
En los momentos de gloria, cuando tuvieron brevemente a su cargo todo el departamento de literatura de Harvard, Schwartz y Bellow sellaron en una noche de borrachera su amistad, su confianza en el futuro mutuo, firmándose sendos cheques en blanco ("¿Qué clase de norteamericanos seríamos si fuésemos inocentes respecto del dinero?"). Nueve años después, cuando Schwartz estaba envenenado con el éxito de Bellow y su propio ocaso, le escribió en una carta (en lápiz y en un papel arrugado, metido de cualquier manera en un sobre igual de sucio y arrugado): "¿Quieres saber por qué te la tengo jurada? Porque tú creíste que yo iba a ser el gran poeta del siglo.
Viniste desde Chicago y me lo dijiste. Y yo te creí".
Nueve años después de la muerte de Schwartz, Bellow escribió una novela que cuenta la historia de su amistad y su enemistad con él. Está todo: la admiración a distancia, el acercamiento, el rol de discípulo confidente, la competencia, las primeras grietas de la decepción, la envidia, la pelea, el triunfo, la contemplación del fracaso del otro, el mal sabor de ser el que ganó, el que vio morir al otro. Parecen personas casi, aunque sean escritores. En un momento glorioso, un personaje femenino les dice a los
dos: "Las mejores cosas de la vida son gratis. Eso significa que no puedes regatear con ellas". Y uno de ellos mira al otro y le dice: "Eres igual de imbécil que yo. Te crees cualquier cosa si está bien dicha". El libro se llama El legado de Humboldt porque Humboldt, el muerto que muere indigente y olvidado, le deja algo al vivo, que es exitoso y millonario, pero sólo va a quedarse al final con el legado que le dejó el hombre que más lo odiaba en el mundo, y ese legado alude genialmente a aquellos mutuos cheques en
blanco. En uno de los momentos de máxima camaradería de los dos personajes en el libro, Bellow los pone a escribir un guión para Hollywood que ambos están seguros de que va a hacerlos millonarios: es la historia de Amundsen y el italiano Nobile y la llegada al Polo Norte. Amundsen quería llegar al
Polo Sur, en realidad, y no podía juntar la plata para la expedición, le apareció un financista que le propuso llegar al Polo Norte en globo, que era más factible y más barato que llegar en barco a la Antártida, llevaron a Nobile como piloto, que era el as de los dirigibles. El italiano se envenenó de que Amundsen se llevara los laureles y convenció a Mussolini que le financiara una nueva expedición. El globo cayó en el Artico y el primero en salir a rescatarlos en un hidroavión fue Amundsen, que odiaba a Nobile. El avión de Amundsen se perdió en una tormenta y nunca se lo encontró. Nobile fue rescatado por un barco ruso y volvió, maltrecho pero vivo, a una Italia que lo celebró eufóricamente como héroe, para su estupor y malsabor.
Hollywood descartó de un plumazo la idea: a quién le importaba Umberto Nobile, quién se acordaba de él. Y a quién le importaba Delmore Schwartz, quién se acordaba de él hasta que su mayor enemigo, el hombre que lo había traicionado, el que le había robado la gloria, lo rescató del olvido.




*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-180993-2011-11-11.html













Presentación de Tierra Regada*

7ª Feria del Libro de Mar del Plata –Puerto de Lectura-
10 de noviembre de 2011



*Por Carlos Enrique Cartolano. cecartolano@hotmail.com




Este libro no innova ni cambia absolutamente nada. Sólo se propone sumar para la dignificación del ser nacional; tarea de muchos hoy y de grandes hombres que nos precedieron.

La historia es madre, cauce y destino de todo relato. Es la certeza porque toda narración pretende alcanzar la verdad a partir de, al menos, una certeza. Distinguimos ahora curso histórico de los hechos (tal, la certeza), de historia escrita. Porque la historia escrita sudamericana se parece bastante a una venda que nos cubre los ojos, o si se quiere a una capucha que nos separa del mundo, al instrumento que sirve para cubrir, tapar, desviar, cegar, disimular hechos y conductas. Se habló largamente del revisionismo histórico y ahora se habla también del nuevo revisionismo, como si saludablemente debiera insistirse en la revisión. Y esto está bien. Aunque sin perder de vista la tarea ética que supone poner de manifiesto la verdad, el argumento histórico, las constantes que se reiteran mutando tiempo y lugar, cíclicas, porfiadas; esas líneas que revelan nuestro ser sudamericano. Las que permiten el análisis y la prospectiva, explican silencios y ofrecen espacio para el testimonio.

El reclamo es una de esas líneas. La lucha por la justicia, que lleva ya cinco siglos. Restañar la injusticia de discriminación, persecución, robo y pillaje del poder, del solapado intento por sacar del medio a todo individuo o grupo de personas que molesten o atenten contra las intenciones –casi siempre económicas- de los poderosos.

Cientos y miles de ejemplos hay en esa línea: el extrañamiento y reducción a la esclavitud del aborigen; la campaña de muerte y destrucción del Maestre de Campo Juan Ignacio de San Martín; la utilización del originario como fuerza de choque, o vanguardia suicida, dentro de la miserable definición del indio amigo; las levas de paisanos que ya no eran útiles en vaquerías y reclamaban su pedazo de tierra; el enfrentamiento sin opciones del gaucho con el indio a matar o morir, primera edición de lo que la dictadura militar llamó teoría de los dos demonios; el alarido del gaucho Martín Fierro; la crítica desde el propio seno del ejército, que seriamente insinuó Álvaro Barros; la expresión de agravios de Martín Aguirre, el defensor de los autores de matanzas pretendidamente xenófobas inspiradas en realidad por los terratenientes de la zona de Tandil; el descrédito de los defensores de la integración aborigen: Feliciano Chiclana, Pedro Agustín García y muy particularmente Francisco Ramos Mejía; la forzosa invisibilización de nuestros originarios, el mestizaje vergonzoso, la traumática absorción urbana del gaucho, el crimen como técnica y propósito. Los paralelos se presentan con perfecta simetría: la Torre del Oro y el Fondo Monetario; los resultados de la mal llamada Conquista del Desierto y el genocidio de los años setenta; civilización o barbarie como constante que determina nuestra división en legalidad y montoneras, fuerzas armadas y civilidad, peronismo y antiperonismo, campo y ciudad.

La segunda línea de estudio de nuestra historia tiene que ver con lo exterior, con los extranjeros –países o personas- operadores de nuestros destinos sudamericanos. Algo que podríamos llamar ¨la exterioridad de nuestra historia¨. Visible en el pasado y también en experiencias cercanas. Beresford derrotado en la invasión de Buenos Aires, preparando las fuerzas militares del imperio esclavista brasilero para bloquear el Río de la Plata y defender la irrupción en la Banda Oriental; Charles Darwin de visita sorprendido ante la visión lamentable de nuestros originarios del sur; Ytamaratí respondiendo las celebraciones anuales de Ituzaingó con escandalosos insultos y finalmente interviniendo en el Ejército Grande para derrocar a Rosas; el Barón de Mauá facilitando el endeudamiento del aliado Urquiza a través de la banca inglesa; el redescubrimiento del arma de infantería por Garibaldi en 1846, que muerta en Maipú había sido reemplazada por la caballería; Gran Bretaña empujando a los integrantes de la Triple Alianza para conflagrar con Paraguay y resolver así sus problemas del mercado textil; dos tenientes aviadores de la Armada Argentina secuestrando un DC3 y huyendo con sus familias a la Banda Oriental en julio de 1955, porque conocían del merodeo de la costa atlántica por naves británicas y eran presionados por sus jefes; el discurso de Sir Winston Churchill en 1955 ante el Parlamento británico, señalando la trascendencia de la caída de Perón para los intereses del imperio; la competencia entre británicos y estadounidenses por la cuestión del petróleo argentino; la introducción ilegal de armas de guerra que antes de mayo de 1974 operó la delegación diplomática británica de Buenos Aires, con el afán de lograr la conflagración interna y consecuente segunda caída del gobierno peronista.

Por cierto que contamos ya cerca de veinte invasiones inglesas y unas cuantas más de los estadounidenses… Y en muchas de ellas, nuestros connacionales fueron socios del poder extranjero: Rivadavia y Julio Roca hijo, por caso, comprometiendo varias generaciones por venir. Galtieri con Malvinas, que intentando dilatar el poder militar, se llevó a tanto muchachito. En el libro La colonia perdida de Adrew Graham Yoll es posible señalar uno por uno falsedades, relatos a medias, hipocresías de gobernantes, personeros y difusores de la corona inglesa.

Las historias de Tierra Regada transcurren en Punta Alta, que es mi ciudad natal. Como en Mar del Plata, una Base Naval Militar –mar e infantería- sella el carácter de los pobladores. Silencio e hipocresía. Persecución y tortura mucho antes de 1976. De Punta Alta son los lamentablemente conocidos Cavallo y El Tigre Acosta. Hago referencia a dos casos en el libro. Primero el de Laura Martinelli, secuestrada en Mar del Plata, confinada en la séptima batería de Infantería de Marina de Puerto Belgrano y asesinada en un enfrentamiento simulado en Bahía Blanca. Ella recibió el apelativo de Evita, de boca de los mismos marinos criminales, porque sólo la muerte física fue capaz de someterla. Y también refiero el caso de La masacre de Catriel 321, comparándolo con La hoguera del escarmiento que siguió a un de los más virulentos malones sobre Bahía Blanca.

Me referí al propósito; hablo ahora de la forma. Inicialmente estos relatos ocuparon los moldes de la crónica. Sin embargo, alternativamente apuntó la intención ideológica derivando el texto en ensayo, o bien apareció la ficción, el narrador testigo, intentando cubrir los baches del conocimiento histórico. La narración ha dicho Walter Benjamín es la épica de la verdad, y aunque la crónica ocupa para ese autor el punto más alto, muchas veces no se ha logrado contener el entusiasmo y la misma esperanza. Quizás también haya aparecido en algunos pasajes la poesía, la otra vertiente, que puede comportarse como endemia.

Para terminar reproduzco ahora parte del capítulo I del libro, en el pasaje que siguiendo a Miguel Hernández fue subtitulado Con tres heridas llego:

Supuse entonces que no hay independencia sin nación. Y que como todavía estamos luchando por alcanzar y consagrar el alma nacional, vivimos aún sumergidos en las luchas de independencia. Pensé en Chile dividida en dos naciones: la pinochetista y la antipinochetista. Pensé en España, también escindida en franquista y antifranquista. Pienso en Argentina. Pienso también y con fuerza creciente en los hijos de la tierra: los aborígenes. Y en los nuevos pobres.

Y si alguien disiente con mi razonamiento y piensa que nos respalda un espíritu nacional más o menos formal, que analice la realidad de todos los días. Vicki Bell y Kate Nash, profesoras de sociología del Goldsmiths College de la Universidad de Londres, han analizado la experiencia argentina. Y han concluído afirmando que el fracaso de las tentativas por abolir lo ocurrido bajo el terrorismo estatal mediante indultos y leyes de impunidad, revela que no podemos controlar el pasado, porque la sociedad tiene la necesidad de permitir su retorno. Y advierten que el horror de la desaparición de personas instituido por el Estado dictatorial funda un perverso sucedáneo en democracia: la invisibilización de sectores sociales marginados.

Confío en que apostaremos por la vida. Que resucitaremos la unidad nacional. Que nos levantaremos de todas las muertes sudamericanas. Confío en que no habrá cadáver a la vista… Porque donde esté el cadáver –dice el Evangelio- se juntarán los buitres.







A usted*



Por más púberas que en su castillo
se me ofrezcan en cada siesta
sus enviadas de los latifundios

no ceso yo de desearla a usted
nocturna
no acabo de anhelar fagocitármela
a usted
con tanto predicamento
edad y castidad

y abundancia de carnes
Condesa von Herrendorf.


*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar








Correo:


Viernes*

¡¡¡Buen día a todos!!! Amaneció nomás. Es Viernes. Otro Viernes de la Eternidad más.

Me dijeron "Pibe, ya te vas a calmar y verás que las cosas son así y listo. No se pueden cambiar". Todavía no me calmé, les aviso por las dudas (Y algunas cosas cambié).

Hoy es Viernes. El preludio de un Fin de Semana que será preludio de otra semana que, también, traerá otro Viernes. Así también se repetirá mi mismo ánimo.

Ellos, esos Viejos MEDIOCRES de 20 o 70 años, vivieron en el preludio de sus finales quizá, desde que comenzaron a caminar la Vida.

Hoy se que yo viví, vivo y viviré el preludio de mi Futuro. Es la diferencia entre vivir soñando con Fe de que podemos y Esperanza en que lo posible es nuestro Horizonte inmediato.

Sí, es Viernes. Otro Viernes de la Eternidad. El preludio de dos días para recargarse hacia la Futura Semana de actividad o la desesperación del vacío de corazones sin Sueños.

Esconderse en la inocuidad de un Shopping; taparse la cabeza por 48 horas para no respirar la Vida; o volar la cabeza, 45 de por medio, NO SON OPCIÓN.

El Sol nos espera cada mañana y cada Viernes nos espera para entregarnos, solo por 48 horas, al reposo del Guerrero.

El Lunes nos espera para seguir desafiando el Presente para conquistar el Futuro.


¡Feliz Viernes! ¡Feliz descanso!

¡Feliz recarga de Fe, Esperanza y Sueños para alimentar ese músculo que luchará los siguientes cinco días!



*De Jorge de Mendonça jorgedemendonca@gmail.com
- 11/11/11-
Ingeniero White - Buenos Aires




*


MUSICAS HÍBRIDAS E INVENCIÓN INSTANTÁNEA*


Un espacio en donde Músicas ocultas y silencios rituales se atraviesan y fecundan en una danza de provocativos rasgos.

Música electroacústica y mixta , instrumentos intervenidos y nuevas lutherías.

Participan

Trío Resplandescencias, Marcelo Toledo, Jorge Mancini, Grupo de Percusión Tristick, Dúo Tapia-Larrosa, Maglia x 2, O. Laporta, Doble Cuarteto, Luis Mihovilcevic , Proyecto Alquimia.


-Coordinación Artística : Fernando Maglia

Domingos 13 y 20 de noviembre 18 horas.

Entrada libre y gratuita
Centro Nacional de la Música
México 564
Ciudad de Buenos Aires




*

El 16 de noviembre próximo, a las 19 horas, en Auditorio OSDE, de Av Colón 2909 -frente a Plaza Mitre-, Mar del Plata-, se presentarán los libros electrónicos

CUERDAS – EL PIQUETE Y OTROS POEMAS y
AVISOS Y SEÑALES – POEMAS DEL AMOR QUE VENCE A LA MUERTE
de Carlos Enrique Cartolano

Editó EMOOBY –Madeira, Portugal-, 2011

Cuatro poemarios que reúnen en dos volúmenes, la producción del período 1998/ 2009
Presentará la obra el poeta RAFAEL FELIPE OTERIÑO
Leerán poemas Sol Flores, Yamila Coronello, Mercedes D´Antonio y Leandro Sturla, alumnos de la EMAD Mar del Plata. Jerónimo Bórmida (ofm), dará término al encuentro con una reflexión.


*Carlos Enrique Cartolano. cecartolano@hotmail.com

http://latrampadearena.blogspot.com
http://diasporasur.wordpress.com
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*


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