martes, noviembre 22, 2011
UNA FUERZA MÁS OBSTINADA QUE LAS RAÍCES EN PRIMAVERA...
*Ilustración: Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu
MI LÍMITE*
Atravesado el límite
adormecí mis lágrimas
para que nadie supiera
de la orfandad de mis búsquedas.
Era un error abrirse
a toda mirada extraña,
mi cuerpo sólo era sombra
confundida en la arboleda.
A nadie importa si el árbol
busca el cielo o lo elude
hundiéndose en la tierra
o decorando el asfalto.
Tampoco importa si vuelo
o me sepulto en abismos,
ni siquiera si sonrío
para eludir alimañas...
*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar
INTENSA*
"Como a cada beso lo borra/el viento que sopla y sopla
ella pocea y pocea la arena , pareciera, con más fuerza;
es el viento húmedo , poceado que escribe , escribe , escribe."
EDUARDO DALTER
Intensamente intensa "y pocea y pocea."
Intensa cundo llora, intensa cuando barre.
Intensa cuando besa.
Nunca brisa. Tifón. Huracán. Ciclón.
Intenso viento Sur. Asciende. Estalla en la cabeza.
Punzante espina gozosa. Intensamente.
Intensa
Aun no nombra su nombre.
Y desborda, intenso dolor. Intensa búsqueda.
"Y pocea y pocea."
La vida es un río incontrolable.
Intensa, cuando come un durazno, una naranja, un ojo de tigre.
Intensa cuando muere. Intensa cuando mata.
Araña tigre hembra. Cervatilla
Intensa cuando juega, intensa cuando ríe. Intensa cuando bebe.
Intensa en la locura, en el desasosiego.
En la cebolla cuando llora. En la ternura.
Es un collage oscuro. Perturbador.
Faltan piezas, sobran otras.
El horror es un bicho maligno.
-Cuiden los huesos, por favor, es lo que mas perdura-
No llores niña mía, es un juego, solo un juego.
La muerte es un río incontrolable.
Intensa en el olvido. Rojo olvido.
Azul olvido. Lirio morado. Intenso. Necesario
Intensamente. Intenso luto.
Intensa mitad, que no se encuentra.
En el Banquete de Platón, Dios se hizo presente.
Intensa búsqueda que huye, aguas abajo.
Intensa. Intensamente
*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
Para mi tía Luchy*
En el transcurso de mi vida hay muchas personas que han dejado huellas colmadas de cariño.
Recuerdo que siempre estuviste apoyándome y respetando mis primeros pasos junto a la Babi y el abuelo Cardoso.
Desde chica, veo el espejo de mis aplausos ante la espesa sopa de cabellos de Ángeles, con queso mantecoso y galletas abizcochadas. ¡Que delicia!... Estaban embebidas por la ternura de ese nido que hizo que me considerara tan plena y Azul. Con ese color tan firme de mi nombre, remonté por los cielos de mi niñez.
Allí cuando te visitaba podía darme los lujos de ser única y sinceramente querida. Mis travesuras eran tomadas a risa y complicidad.
También debo contarte que aún siento el mágico aroma de las hojas del cuaderno y el deseo de aprender a leer y a escribir con la compañía de ustedes. Ir a la maestra particular era una aventura increíble, pues desde muy chiquita, sabía que el universo de las letras me iba a seducir y marcar un camino. Sin la ayuda de ustedes, quizás no hubiese sido tan importante para rodear mi espíritu.
Recuerdo también tu casamiento, en tu casa, el altar, el quedarme dormida y despertar diciéndote: “Ay me parece un sueño tu casamiento”. Había dormido en el transcurso de la celebración en tu cama de dos plazas.
El tío, con su gran altura, me decía que a su dedo índice lo había pisado un tranvía (pues tenía una cicatriz). Y yo, con inocencia le creía.
Como no amar los imágenes de la rastrojera, cuando nos llevaban a Punta Lara y nos ubicábamos en la parte de atrás con mi perra Topsik.
Pero bueno festejamos tu cumpleaños, no quiero hablar de mí sino de tu persona.
Ojala hubiera heredado tu carácter (por momentos) ja.: tus labios no se callaban (callan) ante las injusticias y aún recuerdo tus gritos, no les tenía miedo. Desafiabas a cualquiera como una leona. Trabajaste mucho, estudiaste también y te brindaste a tu marido y tus hijos. Luego aparecieron los nietos, esos chiquilines que cuando te pregunto por donde andan de inmediato se iluminan tus ojos grandes y de tu boca pulposa amanece una sonrisa.
El sello de las Cardoso se nota, es innegable la frescura y la elegancia.
Siempre activa y lúcida, capaz de organizar un batallón de problemas cotidianos en un instante. Solidaria y un poquito altanera. Y sincera como la peor.
Bueno hay más palabras para este día, quiero que seas muy feliz y que tus nuevos deseos se cumplan. Te quiero mucho, tu regalona. Nora Azul.
*De Azul. azulaki@hotmail.com
19/11/11
Los hombres y las mujeres de mi vida*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
Los hombres y las mujeres de mi vida no son mariposas, no son taxidermistas, no son cormoranes, no son estatuas. No hay que culparlos de las pequeñas insuficiencias de las otras mujeres y de los otros hombres.
A los hombres y las mujeres de mi vida no se les traba la lengua cuando dicen una verdad o confiesan un sueño. Lo soñado por los hombres y las mujeres de mi vida no flota en el aire como un techo arrastrado por la tormenta, sino como un edificio del viejo Chagall, cuyos cimientos han sido arrancados de la tierra con una fuerza que linda con la locura.
Los hombres y las mujeres de mi vida esperan pacientemente entre bambalinas mientras los actores y las actrices de reparto representan un acto en que un asno parecido a un galgo, y una mula parecida a una rata, con delgados pies histriónicos, espantan al público por causa de su extensión y su geometría.
Los hombres y las mujeres de mi vida salen de sus asuntos como quien sale de un libro. Entran en el libro como si entraran en un beso o en el lecho del río. Aunque a simple vista se les parecen, ellos son distintos de las otras mujeres y de los otros hombres: tienen menos miedo y más audacia, cuando hace falta la audacia. Y tienen menos audacia y más miedo, cuando hace falta el miedo.
Los hombres y las mujeres de mi vida gozan de más belleza y más salud, según las medidas de belleza y de salud que compartimos. Dicen un aah larguísimo cuando el resto de los hombres y de las mujeres ni siquiera se divisa.
Los hombres y las mujeres de mi vida son difíciles de captar como las delicadas notas de membrillo en un monte de azahares. Son difíciles de seguir porque andan en sentido inverso al corredero de las otras mujeres y de los otros hombres. En los labios de los hombres y las mujeres de mi vida entra la redondez del mundo, pero en la boca de los otros apenas cabe la redondez de la cuchara de plata siempre vacía.
Los hombres y las mujeres de mi vida vienen caminando por la Rue de Rivoli o por la 27 Este, o por Pellegrini o por Abd El-aziz, con la simplicidad de un hombre y de una mujer que camina. Caminan vivamente y a los otros hombres y las otras mujeres les entra un enorme deseo de andar como ellos andan, de sentir como ellos sienten.
Los otros hombres y las otras mujeres entran en un bar y se acomodan en la barra ocultando el escozor de todo el cuerpo, como si los deseos les provocaran un tic nervioso que deben reprimir porque temen que al final de la noche, sus nalgas queden completamente arañadas.
Los hombres y las mujeres de mi vida no parpadean con un vigor similar al de King Kong, ni fruncen la boca como vampiresas vinílicas. Tampoco usan chaleco antibalas mientras duermen, o cuando cenan, o cuando escuchan a Cole Porter cantando "Fácil de amar".
Al lado de los otros hombres y de las otras mujeres, el tiempo es una hoja colgada del árbol hasta la extenuación. Las ciudades son ruinas, la memoria una tierra baldía. Pero al lado de los hombres y de las mujeres de mi vida, el tiempo es una insignia de coraje, las ciudades son reinos y la memoria es un territorio que se puebla de vida a cada instante.
Los otros hombres y las otras mujeres piden perdón por el abismo insalvable entre el deseo y la palabra. Acatan viejas leyes con terror y sin esperanza.
Cuando se van, hacen un ruido de matraca que va huyendo y no se parecen en nada a aquello que una mujer o un hombre haya querido.
Fortuitamente ubicados en este globo terrestre, los otros hombres y las otras mujeres creen que cuando una mujer desnuda baja una escalera representa sólo a una mujer desnuda que baja una escalera, pero los hombres y las mujeres de mi vida ven en ese descender una lección desnuda de planos cinéticos, o acaso perciben la función rítmica del silencio.
Los hombres y las mujeres de mi vida no ofenden la palabra, ni a la piel, ni al viento. No meten la vida en un vaso con agua cada noche, como una prótesis escindida del cuerpo. Si les ofrezco la luna, jamás dicen "no bebo". Y esta es la prueba suprema, aunque no lo sepan.
Los otros hombres y las otras mujeres creen que el corazón es una rosa separada del pétalo. Es difícil comprenderlos. Aunque débiles para soportar la pureza, los hombres y las mujeres de mi vida, tienen una fuerza más obstinada que las raíces en primavera.
Los hombres y las mujeres de mi vida no comen hojas de ciprés verde oscuro, no hablan un inglés verde oscuro, ni tienen por corazón una hoja de menta.
No son hijos de la parálisis. No sacan a pasear a las sanguijuelas con tacos altos y con collares de perlas. No guardan en el cofre de las monedas su secreto. No dan vuelta la cara a sus fantasmas. No se alimentan de hambre ajeno. No respiran el último suspiro de los muertos.
Y aunque los otros hombres y las otras mujeres parezcan ser los únicos hombres y las únicas mujeres del mundo, los hombres y las mujeres de mi vida son únicos en el mundo.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-30460-2011-09-17.html
Utópica*
Ocurrió hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño país considerado la cuna de la civilización occidental. Sus habitantes se hartaron de las crisis. Después de mucho pensar decidieron abolir la moneda. Los socialistas utópicos sonrieron. El fetichismo supremo del capital, su símbolo de acumulación dejo de existir.
Prefirieron largas negociaciones entre personas con objetos y productos intercambiables. Al fin, como hubieran querido los abuelos de los más viejos, se pudo ver al pastor pagando con cabras por un automovil.
*De Urbano Powell. urbanopowell@yahoo.com.ar
LUIS RIOS, 1949*
*Por CARLOS LOPEZ DZUR. baudelaire1998@yahoo.com
«... no se puede confiar en nadie cuando el poder está organizado como una máquina que funciona según engranajes complejos, en la que lo que es determinante es el puesto de cada uno, no su naturaleza... [...] se está en presencia de un aparato de desconfianza total y circulante porque carece de un punto absoluto. La perfección de la vigilancia es una suma de insidias...»: M. Foucault
a su memoria
*
Que alguna vez el ideal de la felicidad en el mundo cuajara más fácilmente que cualquier sentimiento de dolor — Luis lo creyó. Fue optimista. El mundo no era gris. El regocijo fue como radiancia de lo bello, en ausencia de prohibiciones y amanazas. Y, sin embargo, un día vino el viento y todo régimen, contrario al suyo, fue llamado apostasía.
El alma de Luis dejó de ser la del mentor. La llenaron de culpa. Sentiría, en medio del viento frío y oculto, que mató a un niño, así como Zéfiro hizo que Apolo se sintiera amargado por la muerte de Jacinto.
Luis el Pato había sido dichoso hasta el día que lo subieron a un jeep. Un día de viento pardo porque se le colocó la pesada negrura que le ataba la conciencia. Se le ató de pies y manos como a un reo. Esposado en medio del estruendo de dos altavoces. El jeep pertenecía a las autoridades policiales. Con palabras se le describía, sin inocencia, como ejecutor de actos blasfemos. «¡Aquí va el corruptor, el que manchó el cielo blanco, y enluta los veranos del barrio campesino!» No han de tolerarse delitos contra la infancia.
Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento. La Alcaldía de Cayo Estrada que se cerciora que no escape ni quede sin denuncia el sodomita. Cada palabra es para extraer ira de la brisa, odio entre punto y punto de la distancia. A los cuatro vientos, por calles del Sector Pueblo y el Campo, se muestra como si fuese Apolo / el Erasta / Luis Ríos / Comenenes el Cuco Pato y terror de golpe y porrazo de los niños de Pozas. En la doble condena de Zéfiro, se dibuja la alarma. La castidad fue burlada por el apetito venéreo y hay una filtración desproporcionada de líbido insatisfecha por causa del aparato de desconfianza total, emergentemente circulante.
El celo del Viento o el Zéfiro, celoso, prefiere que ei eromenos no exista, si él, preguntante por el ser, por lo esencial, por la existencia de las cosas, es excluído. Eso es todo, celo de amores y desamores. Zéfiro habría querido que Jacinto fuese suyo. Quiere su parte de la verdad del inocente, secreto en el interior de su ano. Derrarmar el soma en su dignidad futura. Y Luis / radiancia activa de apolo y arquero / por la verdad se arriesga, se entrega y ama. No es con la mentira de un secuestro que obtuvo su ventaja. No oculta con sus lágrimas que sufre o antes con sus risa y retozos que su amor fue perfecto. Con el niño sabe ser niño y ganar de él aceptaciones, dulce compañía.
Ahora sí lo persuaden de que la razón se subordina a exigencias sociales, burocráticas, verdaderas apostasías aplicables, y es Zéfiro quien cuestiona a Luis / Zéfiro con moralistas y éstos, en conjunto, hinchan sus cachetes para provocar huracanes y desvíar el cutso de las cosas.
Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento empuja la verdad y la matan. Con dos inocentes, forman la vengazan y el rencor público. Lo pone en la vergüenza de la plaza para que lo escupan. En la doble condena, a Luis / río de rubores, adulto sombrío, se le desdeña. Lo han asesinado moralmente, al apellido de su gentil familia, que se van de Pepino discretamente, sin ruido, para que amitad de su paso migratorio no le asalte el jeep / con los truhanes de Zéfiro y escorpiones oscuros de irrazonables vendettas.
La verdad es diluída por cedazos de ideologías. Lo que Luis defina por felicidad / ha querido que no se tome como una filosofía o conjunto de normas. Fue su vivencia. Otros, no él, a todo lo calificaron como aberrante apostasía dignas del Emperador Juliano. En torno a premisas 'evidentes por sí mismas', como vía hacia la verdad, no confíen en Luis. Es un embustero, avisaan ahora. Hipócritas.
A los niños meten miedo con él. Bueno. No es Luis el mejor candidato para habler sobre cosas del noble desarrollo. Antes sí: era ético / presunto sujeto activo / con una arcadia en los campos y mundo idealizado en la cabeza. / valores / cuidado de apetitos / el contacto cariñoso, protector con los pequeños. No ahora. Por campo y pueblo, la voz acusadora del viento. Y Zéfiro indicó, alto-parlante en mano y en celosa boca, que hay que dar un escarmiento ejemplar.
Hay paganismo intolerable, pederastia en Papino. Luis es lo más débil de la soga. Traicionó las 'racionalidades' y prefirió artificios de la razón. Consumo cotidiano de pequeños placeres, autoeróticos y hábitos de cuestionable maña para transmitir e intercambiar alegrías.
Temible el Zephyrus, culebre de brisa caprichosa, que sopló bazofia el día del crimen, sopló sobre el pasto y alzó en vilo los calzones del maricó. Era como una serpiente enrollada en forma de disco. Y a más soplaba, más ropa suelta y vaporosa sería visible en el tendedero del cielo, aquellos placeres escondidos, se hicieron evidencias para acusarlo.
Zéfiro impuso el orden disciplinador. «¡Aquí va el culpable!», dijo. No dió oportunidad de que se viera su alma radiante, el alma original que sólo pedía una comprensión para el juego; el ludismo. Luis no quería que viniese la nube y que se inventara este desprecio a órdenes de jerarquías que coexisten armoniosamente. Luis sí creyó / había creído / en tales armonías y que, a menudo, la dicha no esconde su encanto y fue cuando trajo su disco y entretuvo al niño. Se dijo que el disco era su pesado par de escrotos.
Puede que haya sido una bola de béisbol / o una costal de piedras que lanzar a fin de crear ondinas mágicas en charcos / o un bolso de canicas. Más Zéfiro, junto al padre del niño, aseguró: «¡Son sus cojones!»
Antes de 1950, Luis no creyó en manipular con la razón las jerarquías. No sabía exactamente qué han de ser esas jerarquías; pero no les tuvo miedo ni las juzgó perniciosas. Vivió en esa armonía y se dio cuenta que el mundo, según avanzó el trámite de las tardes, el futuro del Ocaso, ya no se parecería a la intuición que él tuvo de la socialidad de ese mundo. No filosofaría sobre ese orden. El silencio es su closet. Y él, después de todo, es un hombre modesto, posiblemente, más ignorante que los antiguos. El optimismo con que hoy se habla de premisas, progreso o leyes positivas, lo confunde. Le produce racionalmente miedo y él es menos estoico.
La bella Asuncion, con lindos bracitos velludos, se secó como un lirio por la pena que produjo ver a su hermano Luis tan humillado, señado por el dedo, espiado por todo el mundo. Por la desconfianza total, al paso del tiempo, se quedó jamona. Los Ríos se fueron aquella tarde del Zéfiro celoso y se le cayeron los dientes a todos los miembros del sensible linaje de los Ríos.
No es que se acabara la tradición de bujarones y comeculos profesionales por el escarmiento a Luis. Desde la Calle Esperanza, Maquín echó una sonrisa maquiavélica. «No es el final, Bondo». Resumió un ciudadano conmovido por la tragedia, que si se ha dejado de creer en maestros divinos, en formas físicas y no-físicas de contacto con eromenos, lo que procederá es que 'siempre se estará vigilado'.
-Luis Ríos, el primer homosexual, víctima del escarmiento y el escarnio público, de su juventud a la vejez, en el Pueblo de San Sebastián del Pepino / Puerto Rico. En mi pubertad, cuando LUIS RIOS vivía, con él mis amigos y vecinos me echaban miedo, sobre el peligro de quedarse muy noche en la calle. Como Yoninga, Yegua Blanca, Caculo y otros, era una especie de Coco mitológico, más que homosexuales quimeras pueblerinas. En 1949, lo exhibieron sobre el jeep como un monstruo.
-Del libro LAS SENDAS OSCURAS DEL ESCOPRION /
de CARLOS LOPEZ DZUR
Correo:
Se presenta
Tersura,
de Miriam Noce
Viernes 25 de noviembre
Presenta: Carlos O. Antognazzi
Intermedio musical: Andrea Masuero.
Sala de Cultura de Fundación Bica
Santo Tomé
25 de Mayo 1774, subsuelo. 20:00 hs.
Entrada libre y gratuita
«Miriam sabe rescatar historias en donde otro no vería más que "cotidianeidad". Y allí radica el acierto: contar lo de todos los días, eso que ocurre a cada momento en todas partes. Desde dramas en donde muchos años después una hija dada en adopción encontrará a su madre, a promesas que no se cumplen, desde los riesgos de la estética a los de la tecnología, desde el amor bajo una dictadura al criminal que cada hombre lleva adentro, las historias que Miriam relata podrían ocurrir, o han ocurrido, u ocurrirán dentro de poco. Esa sensación es la que importa: bajo el barniz de las murmuraciones y una aparente "nadería", se desarrolla otra historia que será, en suma, la importante», Carlos O. Antognazzi (contratapa de Tersura).
-Enviado para compartir por Carlos O. Antognazzi coantognazzi@hotmail.com
*
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