-Foto: choque
de trenes en Empalme Ingeniero de Madrid.
De paso*
*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
Lo pensó así en
el momento exacto en que se apeaba del tren: "nadie hablará de nosotros
cuando hayamos muerto". Intuía o recordaba que era el título de una
canción, una película, un libro... Algo que le venía de remotas regiones de su
mente, palabras difuminadas por la resaca del tiempo que ahora, sin motivo
aparente, habían salido a la superficie para volver a sumergirse en el olvido
minutos u horas más tarde. El hombre ya no era joven. Tenía esa edad indefinida
de quienes han vivido en muchos sitios o -pensémoslo despacio- en ninguno. Por
eso una frase aparecida de repente en su cabeza podría venir de cualquier
parte: La edad mezcla palabras y recuerdos, invenciones y vivencias. Todo es
una misma argamasa que se amontona, informe, en los anaqueles de la memoria.
Pero ¿a qué
venía esa frase justamente ahora? El traje raído, las arrugas delatoras, el
exiguo maletín ¿pueden ser, acaso, la respuesta? El hombre miró al frente. Un
cartelito despintado anunciaba el nombre de la estación: "Ingeniero de
Madrid". Le resultó chocante, porque él había nacido allí, muy cerca de
Madrid; en España, esa España ahora tan lejana como las brumas de un
entresueño, que se van desvaneciendo poco a poco cuando despertamos y de las
que, al final, apenas queda un vago rescoldo, una cicatriz inexistente.
Tal vez fue ese
detalle -pero esto lo pensó ahora, mientras contemplaba el letrero-, el nombre
de la estación, lo que le trajo a la mente la frase lapidaria. Porque ¿algún
ser vivo recordaba todavía quién fue exactamente ese ingeniero? Cierto que en
algún libro, en alguna enciclopedia cubierta de polvo, quizá se reflejase no
sólo el nombre, sino incluso también el hecho por el cual este lugar que ahora
pisaba había adoptado ese nombre, que -a pesar de todo- no dejó de resultarle
sumamente curioso. Pero ¿puede una enciclopedia, por exacta y completa que sea,
imitar o suplantar eso que llamamos recuerdo? ¿Son esos artículos, esas
anotaciones, una forma de seguir existiendo en la memoria de las gentes
futuras? Tal vez, pero, en cualquier caso, una forma distorsionada,
infinitesimal. Las biografías las escribe gente viva sobre gente muerta (o
gente muerta sobre gente muerta, que viene a ser lo mismo) y quienes las
escriben no saben nada, absolutamente nada. A lo sumo, una mínima colección de
hechos aparentemente importantes, pero que en realidad son irrelevantes o
anodinos, puesto que no arrojan ninguna luz sobre la persona biografiada... La
única biografía posible la va escribiendo uno mismo, con sus propios actos, y
no queda registro en parte alguna...
Vio las vías
perdiéndose en el horizonte. Las vías del tren sugieren la infinitud y el
desencuentro (Acaso también la infinitud del desencuentro) pero en este caso
concreto, además, ese desencuentro resultaba aún más dramático porque dos pares
de vías se cruzaban en este punto para ir alejándose después hacia sus
respectivos destinos, líneas infinitas que jamás volverían a encontrarse. Y
este punto, el único lugar en que esas líneas se encuentran, es una estación
erigida en medio de la nada, un punto perdido entre otros puntos igualmente
perdidos o inimaginables.
Así sucede
-pensó- tantas veces. Tal vez sólo exista un punto, un único punto en todo el
inimaginable cosmos, donde sea posible el encuentro. ¡Qué dicha, el encuentro!
Y qué tristeza ver alejarse de nuevo los trenes del destino, intuyendo.
Desencuentros...
Si lo pensaba con frialdad y atención, fueron precisamente ellos quienes le
habían traído hasta este lugar, quienes habían de llevarle adónde iba. Pero
¿dónde iba exactamente? No podía recordar el nombre (si es que tal cosa puede
tener importancia en realidad), y no tenía el menor deseo de sacar del bolsillo
el papel donde figuraba. Ya habría tiempo para eso cuando el nuevo tren se
pusiera en marcha hacia el siguiente destino. La vida es una sucesión de trenes
que, en apariencia, nos llevan de un lugar a otro. Sabía que una vez allí tenía
que hablar con un tal Pereira o Pereyra, un portugués o brasileño que también
-por circunstancias desconocidas y que, en el fondo, no importaban- había
venido a dar con sus huesos en ese lugar alejado del mundo y de la historia.
(Pero -atinó a pensar más o menos confusamente- ¿hay algún lugar que no esté
alejado del mundo y de la historia? De ser así, el tiempo, juez definitivo, ya
vendrá a corregir esa desigualdad momentánea, ese error inocuo). Tampoco
recordaba, hecho anecdótico si lo miramos bien, cómo se llamaba el lugar del
cual venía. De ese triángulo escaleno, sólo el curioso nombre de esta estación
solitaria había echado raíces en su memoria. En la estación no había nadie más.
De nuevo, estaba solo.
Los
desencuentros, sí... Llegan a ser tantos que es imposible recordarlos todos. Y
¿para qué habríamos de recordarlos si sólo pueden producir dolor, desolación?
Amigos que se fueron diluyendo en un pasado cada vez más difuso, amantes cuyos
rostros apenas son una neblina inconsistente, familiares a quienes no había
visto en dos décadas... Y le vino de nuevo esa frase:
"Hablar de
nosotros después de muertos- musitó con una sonrisa amarga-. Si al menos alguien
lo hiciese cuando aún estamos vivos, si es que en verdad lo estamos". Si
alguien. Porque: ¿Quién le brindó una mano cuando su mundo se desmoronaba?
¿Quién le habló cuando precisaba una palabra? ¿Quién estuvo ahí
en esas horas
de amarga e interminable soledad, o en esas otras de inasumible derrota?
¿Quién, finalmente, vino a despedirle a la estación -esa otra, ahora disuelta
entre las telarañas de un olvido consciente- veinte años atrás, cuando tuvo que
partir para no regresar? Para no regresar.
¿Amistad?
Palabra casi siempre exagerada para definir relaciones superficiales entre
seres humanos. ¿Amor? Ya lo dijo Bécquer: es un rayo de luna. ¿Fidelidad?
Palabra horrible y abstracta. Encierra una falacia.
Un día, no muy
lejano, de esta estación sólo quedarán ruinas, algunas fotos viejas, tal vez
uno que otro recuerdo impreciso como la sombra tenue de un sueño abandonado en
las hondonadas del tiempo. De quienes en ella esperaron alguna vez, de quienes
tomaron un tren o se apearon de otro, de quienes en ese mismo andén conversaron
durante unos minutos, desconocidos atrapados durante un instante en un lugar
que ninguno de ellos eligió, ¿Qué será exactamente lo que quede?
Un vacío tan
grande como el que ahora veían sus ojos, allí en esa estación inconcebible, era
la única respuesta a todas esas preguntas. El hombre suspiró, miró hacia el
cielo gris. El cansancio ya conocido vino a posarse sobre sus hombros. Tuvo que
sentarse. Tal vez se adormeció. Por eso, no podría decir si vio, o sólo los
soñó, a los jinetes que venían cabalgando desde el Sur, lentos, callados,
cabizbajos.
De los dos
jinetes, el más joven se quedó un buen rato mirando al hombre que dormitaba,
sentado en el destartalado banco de madera de la vieja estación.
Hizo un gesto
vago de saludo, sin obtener respuesta. Luego miró a su acompañante y preguntó:
- ¿Qué estará
haciendo ahí?
Después de un
rato, el otro jinete, un viejo de pelo blanco y rostro endurecido por lluvias y
sequías y noches durmiendo al raso, contestó sin apartar sus ojos del camino:
- Está
esperando.
El joven le
mira, incrédulo.
- ¿El tren?
Pero entonces tal vez deberíamos decirle...
- Probablemente
él sabe.
- Pero si
supiera, entonces...
El viejo calla.
Deja que la verdad se vaya abriendo paso en la mente del otro. Sólo cuando ya
casi le han perdido de vista, cuando el hombre desconocido y la estación
abandonada apenas son un recuerdo que se va desdibujando, vuelve a oírse su voz
grave, sentenciosa.
- Hay gente que
va en busca de su destino; y hay gente que espera. Y también hay gente que hace
las dos cosas. Dónde, cuándo, por qué... sólo son detalles circunstanciales,
insignificantes. Y ni siquiera podemos hablar de elección. Caminas durante años
y un día, sin que se sepa el motivo, los pies se niegan y ya no hay
alternativa. Ese hombre -su rostro lo gritaba- se cansó de caminar. Y ahora
espera. Nada más.
Y sin mirar
atrás, los dos jinetes siguen cabalgando, sin apuro, como si en realidad no
fuesen a ningún lugar, como si la única realidad posible fuese el camino que se
extiende bajo los cascos de sus caballos. El silencio se ha instaurado de nuevo
entre ellos, y sobre la escena, ahora, apenas se oye el rumor de la brisa que
recorre, casi con timidez, el inabarcable páramo, rozando al pasar, de forma
leve, todo aquello que aun tiene consistencia y que algún día, pronto, sólo
será una sombra, un apunte inconcreto en los ajados libros de los hombres.
-Sergio
Borao Llop publicó “El alba sin espejos”.
ESTACIÓN INGENIERO DE MADRID…
EL TREN DE LOS SUEÑOS*
(Para Eduardo
Coiro, quien sabe quizás los sueños alguna vez se cumplan.)
“Si yo hubiera inventado el ferrocarril no habría
consentido que nadie montara en él sin mi permiso.”
GUSTAVE FLAUBERT
Nunca he visto
ese tren.
Pero conozco
sus bifurcaciones.
Tal como las
líneas de mis manos.
Conozco el
territorio que lo define.
Sus cruces. Sus
andenes.
Las líneas de
la vida y de la muerte.
Habría que
nombrarlo despacio y decirle.
Al oído,
decirle, no hay líneas de la fortuna.
Que su línea
del corazón señala que es larga.
Larga y
profunda.
Que su oficio
es el de muchos.
Andar y andar.
No elegir el
caballo ni el jinete.
No preguntar.
No parar. Huir. Ir. Venir
Soñar que es
una la línea de la vida y es corta.
Reino de líneas
paralelas.
Nunca he visto
ese tren. Pero lo sueño.
Lo miro, a la
distancia, lo miro… y lo sueño.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
"Ingeniero de Madrid: un holograma"*
*Por Alfredo Armando Aguirre.
-Escrito para el espacio "Inventiva Social,
que anima Eduardo "Mendieta" COIRO
De Bill Ellis,
aprendí hace pocos años que nuestro cerebro es un "Holón", donde nada
de lo captado por los sentidos deja de permanecer en el cerebro y configura
nuestro conocer. Y cada elemento que se incorpora la cerebro por los sentidos
resignifica el resto. Dicho de otro modo: aquello de "que me entra por un
oído, me sale por el otro", es una falacia. Por eso, lo consigna Ellis, le
dieron el Nobel de Medicina a Sperry hacia 1981.
Eso me ha
pasado con el concepto jungiano de "sincronía", que socava la secuencia " P, entonces Q" o sea de causa y
efecto, que el amasijo de Laplace, Newton y Descartes, difundido por el
normalismo sarmientino, condicionó los holons de las generaciones argentinas
vivas y las que nos precedieron, desde por los menos la Ley 1420.
Claro que antes
de incorporar a nuestro Holón el concepto de "sincronía”, habíamos
incorporado en el "serendipidad". Según este, la
"serendipity", se da cuando buscando una cosa encontramos otra. Al
escribir empiezo a barruntar que serendipidad es una suerte de gambito a los
que no se bancaban la sincronía jungiana.
Pero así las
cosas, él aparcero Coiro me estimuló para que escribiera algo sobre el empalme
real o imaginario (Sé igual, le haría decir a Minguito Tinguitella, la pluma de
Peregrino Salcedo) en Ingeniero de Madrid.
En el momento
de la invitación, oí al pasar a un sociólogo que por radio decía que "el
fútbol es un holograma de la Argentina". Conociendo esa noción de
holograma (creo que también abrevada vía Ellis, a través de su espacio Comunities
Autoelarning), me pareció aplicable a este empalme.
Porque
Ingeniero De Madrid es un holograma de la Argentina (Prefiero pensar en las
Argentinas en cuanto estado pluricultural y multiétnico). Y como congruente con
el Holón y las sincronías abrevamos en la recursividad (aprendida de Mourin),
no es tan relevante que eso se haya dado en el pasado, porque también puede
reiterarse en el futuro.
"Todo lo que un hombre pueda imaginar otro
podrá realizarlo", es una cita de Julio Verne, que leímos en un cartelito,
en una época donde no teníamos Estado de Derecho. Pero el mensaje fue captado
por nuestro Holón y allí quedo. En algún lugar siempre presente. Podemos sacar
colorarios de ese concepto, por ejemplo: que todo lo que se ha realizado, puede
llevar a otro a volver a imaginarlo y y
luego, eventualmente realizarlo. Como si la humanidad fuese un gran cerebro y
cada uno fuera una neurona (Bueno esto por allí lo leímos del casi ignoto
Carlos Molina Massey).
El empalme pues
tuvo lugar en una circunstancia espacio -temporal especifica y puede volver a
replicarse, para empezar en el mismo sitio, donde se esta virtualmente anclado
y donde incluso hay vestigios de ese anclaje. Vestigios, que en una versión
recursiva como la que adopto de la noción de "pródromo" o anticipo,
que abrevé en Andre Marshal (cuanta cita; parece que curto onda culturosa en
estos instantes....), justamente los vestigios son pródromos, como su vez los pródromos fueron a parar en
vestigios.
"El mapa
no es el territorio", leímos alguna vez en Eric Berne. Una cita muy
remanida en los ambientes de las Humanidades de tiempos muy cercanos a nuestro
"aquí-ahora". Claro que quien esta cercano a la Cartografía, y mas
aun quien vivencie las maravillas de ingenios como el Google Earth, relativiza dicha
aseveración.
Por eso cuando
empezamos a meternos en el empalme, lo primero que se nos ocurrió, fue mirar el
mapa de la provincia de Buenos Aires: Mas específicamente el mapa político,
donde se grafican las divisiones en partidos que adoptó la provincia. Y esta
ocurrencia fue porque en mente teníamos que el Partido de 9 de Julio donde esta
el empalme, desde que a alguien se le ocurrió que allí estará, limitaba con el
Partido de 25 de mayo. Bueno, buscamos el mapa y efectivamente, los partidos
con las dos fechas patrias mas emblemáticas de la argentinidad insuflada desde
la escolaridad primaria, limitan.
Y eso hasta
denota la lógica de los denominadores, o sea los Legisladores de la Provincia
de Buenos Aires, de la segunda mitad del siglo 19.
Con
anterioridad en nuestros estudios sobre los ferrocarriles y con la conmoción
que nos sigue causando, lo que Cena denomino el "ferrocidio"
(execrable combinación de la Ley 5.315, la ley Nacional de Vialidad de 1932, el
Decreto de Promoción automotriz de 1959 y el Plan Larkin de Marzo de 1962),
habíamos percibido que esa tragedia se
hace mas flagrante por la cantidad de ramales y consecuentemente estaciones
clausuradas en el Partido de 25 de Mayo.
Y dado que este
partido, limitaba con el de 9 de julio, lo padecido por 25 de mayo se extendía
al partido vecino.
Involuntariamente
en 1907 y deliberadamente en 1932, en 1959 y en 1962, la conjunción emergente
necesariamente tenía que colisionar y eventualmente minimizar al holograma que
emergía en el empalme como una suerte de iceberg.
Mas arriba nos
referimos a los límites políticos que los dirigentes de la provincia de Buenos
Aires, habían dado a la provincia después de la caída de Rosas y sobre todo
después de la federalización compulsiva
de la ciudad de Buenos Aires en 1880.
Se ha escrito
mucho sobre la generación del 80 y la funcionalidad del "proyecto de esa
generación, al imperio británico, en tanto
potencia hegemónica de ese tiempo, que se prolongó hasta el fin o
comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Cunado uno va
no a las historias sino a las simples cronologías de la época y las empalma con
lo que nos contaron los abuelos de las generaciones argentinas, cuyo padres o
abuelos habían sido testigos de los aconteceres concretos, a veces las cosas
son distintas a lo que dicen los libros. Esos libros hasta contradicen los
documentos de base...
Las cosas no
eran tan lineales, como algunos nos las vienen contando. No podría serlo porque
la linealidad, es tan solo una conceptualización más. Felizmente vivenciamos
aunque traumáticamente un tiempo donde esos hegemonismos conceptuales saltan
por el aire, con el horror de no pocos.
Y por eso nos
estimuló la figura del holograma (en tan replicador de bosquejos), por lo que
representó el empalme y por lo que puede representar.
Debo agradecer a este espacio generado por el
aparcero Coiro, porque me permitió verificar en carne propia, lo que alguna vez
leímos de uno de nuestros autores de cabeceras, esto es Gunther Rodolfo Kusch
(1922-1979). En sus "Obras completas", no se ha incluido una
disertación que diera en la Fundación Bariloche hacia 1972. Allí Kusch señalaba
la mayor capacidad de la novela en cuanto trabajaba con "códigos
abiertos" ante la ciencia que trabaja con "códigos cerrados". De
modo similar se refería a este "lecho de Procusto" (Te lo dije, te
pusiste culturoso hoy...) quien fuera nuestro profesor Juan Bernardo Pichón
Riviere (El hermano del conocido psicólogo social) que anatemizaba contra
"la ciencia experimental, formalmente matematizada".
El holograma,
del empalme, nos proyecta un tipo o modelo que sociedad que intentaba conjugar
algunos criterios que no eran los hegemónicos en términos conceptuales, sino
que estaban allí, surgiendo de las experiencias que daba la practica cotidiana.
Tenían ese sesgo del autonomismo que caracterizaba a la provincia de Buenos
Aires, frente a los aprestos hegemónicos que se intentaban desplegar desde
Buenos Aires, ciudad y antes desde
Paraná.
Lo que condujo
a las cruentas batallas de Buenos Aires en 1880 tenía que ver con esas visiones
encontradas. Y el fin de la violencia intensa no dio término a la disputa que
continuó y... continúa.
La diferencia
de trocha, no era un dato menor, en lo que estaba ya esta en juego. Eran dos
filosofías, dos plexos de intereses, que algunos no querían ver y otros todavía
no lo perciben. Por eso el interés por bucear en estos ferrocarriles de trocha
angosta. Ellos dieron lugares a batallas conceptuales y no tanto de "baja
intensidad". Así algunos que hoy pasan por héroes de la liberación
nacional, muy sueltos de cuerpo pedían que cierren estos ramales,
simultáneamente con la compra de los ferrocarriles cuando ya estaban molestando
a los automotores de origen norteamericano.
Y después
estaban las disputas internas entre burócratas que conciente o
inconcientemente, le hacían el juego a esta diputa. Por ejemplo, los que se
habrían abroquelado en los Ferrocarriles del Estado. Hemos escuchado hace un
tiempo a algún memorioso (de esos que cuentan cosas que no se pueden demostrar
con actas notariales) que la "gente del Ferrocarril del Estado, le tenia
muchas ganas al material de Ferrocarril Provincial". Es por eso y por
encima o por debajo de las circunstancias políticas, la gente del ex-
ferrocarril del Estado ahora ya Belgrano luego de la nacionalización de
1946/4947, vio que la caída en desgracia política del Gobernador Mercante,
después de la convención constituyente de 1949, era la ocasión para pegarle el
"roscazo" al Provincial y
hacerse del Provincial y su valioso activo (sus maquinas de Vapor suecas
Nohab y sus coches motores suizos Sultzer, para el caso). Y lograron
nacionalizar el ferrocarril Provincial en 1951, pasándoselo al Belgrano.
Y hablamos
antes de serendipidad y sincronía.
No hace un
tiempo, ayer mismo (al día que redactamos esta comunicación), estábamos dando
puntadas finales a una investigación que no estaba precisamente focalizada en
el tema que ahora nos ocupa. Estaba leyendo en línea un ejemplar del Boletín
Oficial de la República Argentina del 4 de diciembre 1943. Y en el sumario del
mismo, vemos la síntesis de un Decreto: el Número 14.091 firmado por el
presidente de facto Ramírez, el 24 de noviembre de ese año.
Casi nadie lee
el Boletín Oficial y sin dudas el de ese día, en esa época.
Justamente
porque ese mismo Boletín publicaba la creación de la Secretaría de Trabajo y
Previsión a cargo del Coronel Juan Domingo Perón (¿Lo tienen?).
En la síntesis
se leía acerca del cambio de jurisdicción del F. C. Midland.
Mi curiosidad
pudo más y me fui a "chusmear" el Decreto. Vale comentar, porque soy
de los que creen en la riqueza informativa de documentos como los Decretos, que
en los "Considerandos" de los mismo, se consignan datos muy jugosos,
porque allí constan las motivaciones, fundamentos y alguna información que
justifica el dictado de este tipo de normas; por supuesto lo que resulta
"confesable". Y en esos considerandos descubrí (“Aprender es
descubrir" escribía Fritz Perls, en "Sueños y existencia"), que
el Midland y el Compañía General tenían un "EMPALME!!!! En Plomers
(pasando Villars).
De lo que
dijimos de como se las habían ingeniado los del ex- Ferrocarril del Estado para
absorber al Provincial, se nota como esto era un antecedente: que la Nación le
había dado un "sartenazo" a la provincia, sacándoselo de su
jurisdicción. Como se ve la misma lógica.
Eso por un
lado: Lo otro es que esto demuestra que si había un empalme concreto (Con todo
lo que implica un empalme, sobre todo en tiempos previos al
"ferrocidio"), necesariamente algo hubo del empalme De Madrid.
Seguramente eso
andaba en la mente de los que están cerca de las cosas. Y se suponga que la
gente del Provincial, y del Midland se bancaron la situación. Esto acaecido en
1943 y lo de 1951, demuestra para donde iba una fracción.
Por eso no es
de extrañar que hubiera una "devolución de atenciones".
Por la época
que el ingeniero Maggi (fallecido en marzo de 1973, la noche de la victoria de
la formula Campora - Solano Lima), el presidente Perón hacia mediados de 1954,
firmó un Decreto creando el Ferrocarril
Nacional de Trocha Angosta de la provincia de Buenos Aires. Llego la Revolución
Libertadora y
reaparecieron los que reiteraban la necesidad de levantar esos ramales:
Frondizi, Videla y Menem lo hicieron...
En
comunicaciones anteriores para "Inventiva social", nos hemos referido
a los propósitos de estos ferrocarriles de trocha angosta. Ser pobladores.
Pasar por donde no pasaban los ferrocarriles de trocha "ancha", que
llevaban los grandes tráficos
Contamos que
fue el senador provincial Williams el
artífice de un ferrocarril como el Midland: típico plasmador de la noción de
"fomento", hoy poco practicada, pero de mucho potencial en cuanto al
desarrollo sustentable.
Contamos otra
vez del emporio turístico termal que se intentó armar a la vera de la laguna
Epecuén, punta de riel del Midland.
Y como los
dijimos antes, los trazos están disponibles y la red de poblaciones ha
subsistido en sus vestigios que también son pródromos.
Por eso el
empalme de Madrid es un holograma de algo que puede y que será.
Los tiempos son
relativos. No le verán tal vez mis ojos. O los verán en otras encarnaciones.
Pero la semilla
esta sembrada.
Tan solo
esperara el momento adecuado para volver a germinar.
Entonces
crecerá con más fuerza...
(Buenos Aires
10 de setiembre de 2011)
NIÑO DEL TREN*
A Carlos Ramírez Tamayo
Niño del Tren,
Nacido en casa
tan pobre
Que no la
abatían las tormentas:
Como ella,
entre miserias, resistía.
A su lado,
paralelas, las líneas escoltaban su mirada.
Acunado por la
nana del camino de hierro
Soñaba partir
rumbo a lo desconocido.
Esperando el
momento de la huida
En busca de
quién sabe qué destino no dictado
Por humanos.
Sabía - el
canto de los rieles lo susurraba en su oído -
Que su hado
estaba en el vagón aquel,
Inalcanzable y
cercano,
Cargado de
ajadas sonrisas.
Un día, subió a
lomos de la bestia mecánica.
¿A dónde lo
llevó?
Nadie lo sabe.
Sólo conocemos
que viró crecido, feliz,
Iluminado.
La historia de
lo que aconteció
Al que corría
descalzo siguiendo los raíles,
Quedó en ellos.
El Niño del
Tren no llegó siquiera a ser anciano,
Ni siquiera sus
hijos lo recuerdan, mas
Cuentan las
estrellas que el carril llora su ausencia:
Su triste canto
Arranca
lágrimas a la madrugada.
*De Marié
Rojas.
La Habana.
Cuba.
(1999)
Persona tan distraída que soy...*
Mientras leo,
pienso en aquellos verdes colores que adornan las nubes a nivel del suelo, y
contra las cuales parecemos acercarnos en progresión infinita sin alcanzar a
tocarlas. Las letras de este libro pasan frente a mí corriendo, sin tropezarse
si quiera alguna ante mis ojos.
Pienso en
aquella frase que crece de las semillas que duermen debajo de una buena sombra
en medio del campo, y que cantan mientras hablan diciendo que “puede muy bien
acontecer que aquella persona que no escribe un libro como ustedes, sepa
cultivar la tierra de un modo eminente, y esa persona valdrá, por tanto, lo que
ustedes con su libro”... Y no recuerdo de quién, ni de dónde germinó entre mis
manos esta frase.
Y el tren
avanza silencioso por parajes rurales, cuyos recuerdos ahora descansan en los
ojos bellísimos de lombrices que viven distraídas con la frescura del viento...
Una de ellas aborda el vagón pegada a la suela de mi zapato, sin pagar su
boleto.
Miro los
árboles que derraman palabras, y recojo algunas que han caído desordenadas al
piso, y alguien, cuyo nombre he olvidado, ha acomodado de tal forma que puede
ser leído: “se horrorizan de que queramos abolir la propiedad privada, pero en
su sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas
partes de sus miembros... Nos acusan de querer abolir su propiedad privada:
efectivamente, eso es lo que queremos”.Esto de distraerse es lo mío.
Hoy, entre la
lluvia tibia y el lodo amorosamente adherido al extremo inferior de mi pantalón
que arrastra por el suelo, tengo que viajar en tren, bajar en la estación
Ingeniero de Madrid, y salir para no se dónde hasta encontrarme con no se qué,
o no recuerdo quién.
Mientras me
arrullo con el vaivén de mi sangre entrando y saliendo a cada tejido, no me
apura el recordarlo, y en mi mente se agolpan los recuerdos incontrolados de
aquel importante autor que escribió: “el estudio no se mide por el número de
páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un
semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y
recrearlas”. El sueño rojizo del Sol al atardecer me trae la férrea idea de que
lo único importante es saber que tengo qué llegar a Ingeniero de Madrid... Leo
sin demasiada atención un letrero que hay pegado en la pared dentro del vagón,
y que no recuerdo si estaba o no cuando subí hace una, dos o tres estaciones
atrás: “Todos los Caminos Conducen a Roma”, decía el letrero.
“¡Persona tan
distraída que soy!”, pienso yo... “Otra vez he vuelto a equivocar el camino”.
*de hugo
ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
ESTACIÓN DEL DESENCUENTRO*
ESTACIÓN EN SEPIA
Tras una
ventana desnuda. El mar espía el torso de la mujer.
El hombre tras
dos ventanas en ocre, la mira y la
desea.
La mujer, tras
sus dos ventanas en sepia, siente la soledad del mar
Sostiene la
desnudez de la ventana y su espalda sostiene la nostalgia.
ESTACIÓN DE LOS TEMBLORES
Un hombre,
trémulo, permanece quieto. La ventana se mueve.
Piensa, si ella
se volverá a mirarlo.
La mujer se
estremece y piensa que él viento marino le respira la nuca.
Piensa, si
alguna vez, él volverá.
ESTACIÓN DE LA PLENITUD
El hombre sabe,
que el mar no la abriga como lo hace su abrazo.
El mar, la
quiere, plena, entre sus brazos.
La mujer
recuerda el hombre de los ojos de mar.
Siente que
ambos, son inalcanzables.
ESTACIÓN DEL DESENCUENTRO
El hombre
cavila y retrocede.
Cree que
imaginó sus glúteos de manzana verde.
La mujer cree
que soñó con el hombre que le brota por los ojos.
Salta y avanza.
Las luciérnagas apagan la noche…y la espera.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
( Basado en
"Muchacha de espaldas" –Salvador
Dalí - Año 1925 )
Instantáneas en el Provincial. *
*Por Urbano Powell.
- SANTIAGO GARBARINI
El profesor ve
la alambrada paralela a los rieles. Piensa: "la Argentina fue construida a
partir de alambradas, estas: reales y visibles, que parcelan campo en propiedad
privada desde los costados de la vía hasta un punto que no deja ver el horizonte.
Y las simbólicas que no dejan pensar más allá de esas púas oxidadas"
- BLAS
DURAÑONA.
Es la
medianoche. Han apagado las luces del vagón para que la gente duerma.
Afuera hay luna
plena y cielo estrellado, es la luz de la noche la que ilumina el interior del
vagón, dibuja formas extrañas según ingresan las sombras de los árboles altos
que bordean cada tanto el recorrido. El hombre lee a Saramago gracias a una
débil luz individual. Encuentra una frase que lo sacude: "La culpa es un
lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre".
Piensa en su
padre, nacido en un hogar campesino en la Italia de 1923. Ese sueño que lo
sacudió ya anciano: los lobos se comían a sus ovejas y él no podía hacer nada
para evitarlo. Así se despertó su padre. De aquella cara de espanto de su padre
el hombre no se olvidara en su vida.
Piensa en su
padre, en él, en sus hijos. En otros padres con sus hijos. Todos acechados y
finalmente devorados por la culpa. El espanto no lo deja dormir.
En los sueños de muchos hay aullidos.
- LUCAS MONTEVERDE.
Dos novios se
dan un beso en el andén. La chica sube al tren.
Beatriz vuelve
a decirle "cuando la gente se quiere ver, se ve". Fue la despedida y
ocurrió cuando ese hombre que mira era un adolescente de la edad del chico que
quedo allí, parado en el andén, viéndola partir.
- EMILIANO REYNOSO.
Mientras coloca
su maletín en el portaequipaje puede escuchar la frase que llega desde las
butacas de atrás: los sueños que tenías a los 20 años se han convertido en
pesadillas después de los 50.
- JOSE RAMÓN SOJO.
Baja del tren a
estirar las piernas. El tren se detendrá pocos minutos.
Cuando volvió a
funcionar el tren -se entera en el andén- no había nada fuera de la estación y
unos pocos habitantes que se radicaron con el trabajo que genera el
ferrocarril. Al poco tiempo construyeron una enorme iglesia, que ocupa una
manzana completa. La estación tiene su publicidad en una enorme cartelera:
"Pare de sufrir en José Ramón Sojo", mas abajo se leen horarios de
culto para la semana.
El hombre abre
una pequeña agenda y anota, espero no necesitarlo nunca -se dice- pero por las
dudas me llevo esto anotado:
"Reunión
de los casos imposibles. Domingos 18 horas."
- ÁLVAREZ DE TOLEDO.
Una gitana lee
las manos de los recién llegados que la acepten.
"Cuídese
de la gente que no da nada... y mas aun de los que viven colgados del cuerpo de
los otros" le dice al joven que promete no olvidarlo.
- POLVAREDAS.
Mira la
ventanilla. Por instantes se espeja. Y puede ver, no la extensión de la
llanura. Sino la profundidad del desamparo en su mirada.
- JUAN ATUCHA.
Sube un hombre,
va a cobrar su jubilación a La Plata. Se sienta al lado de otro hombre que
escribe en un anotador. El jubilado que puede llamarse Juan o Hilario piensa
que su vecino de asiento es escritor.
Le cuenta de su
vida: "Hice de todo, de peón de campo
a albañil, pero no me olvido de la vida de campo.
Veo a mi padre
segando el maíz con guadaña. Criábamos animales, no nos faltaba nada. Era una
vida dura pero nunca nos falto para comer. (Levanta la voz, se enoja) pero la
gente de la ciudad no tiene nada, porque sin tierra no tenes nada aunque tengas
el mejor auto. No saben hacer nada, o si, firmar cheques, mover dinero y joder
al que labura." "En la ciudad fui pintor y albañil, hasta que me
harte de vivir mal y me fui a vivir al campo. Hágame caso, escriba un libro.
Póngale de título Pocho el albañil"
Cada cual
construye su épica con lo que tiene, con lo que puede, piensa el hombre que lo
escuchó y no quiere decepcionarlo, Pues en su anotador había frases como
"maldito enduido interminable" que no se parecen a las formas de un
escritor.
-JUAN TRONCONI.
Un vendedor
ambulante pasa cantando "el amor sobre toda diferencia social, el amor
puede más" y desliza una mirada de deseo para unas chicas de la primera
fila.
-CARLOS BEGUERIE.
Este pueblo
tiene vida propia. Resistió el fin del ferrocarril y ahora sus habitantes se
miran con orgullo y parecen decirse: aquí estamos, con o sin tren vamos a
mantener el pueblo vivo.
- FUNKE.
Sólo se ven
fantasmas. A todos se los trago la boca inmensa del tiempo.
- LOS EUCALIPTOS.
Lucio quiere
conocer el lugar donde estaba la chacra del que fue su abuelo.
Lleva una
advertencia escrita en la dedicatoria del libro de Antonio Dal Masetto: "A todos los que volvieron buscando lo
que ya no estaba"
- FRANCISCO A. BERRA.
Un hombre viejo
vivía en un vagón abandonado que originalmente fue del ferrocarril Santa Fe. El
lugar sigue siendo una carbonería que queda a 200 metros de la estación
terminal del tren de trocha angosta. Fue ferroviario.
"Entre de
pibe, era auxiliar de instalaciones, creo que fue en 1952, un poco antes de la
muerte de Evita. Y estaba cuando cerraron el taller, cargaron todo en vagones:
máquinas, locomotoras, herramientas, todas apiladas como chatarras, había una
máquina que permitía girar y agujerear en 360 grados, hermosa, una belleza, se
llevaron todo y nunca supimos adonde".
-Quiero hacer
un museo en Berra, -decía mientras pesaba leña de quebracho en "La
Mulatiere" Quedo esta balanza para
pesar carros. Puede pesar de un gramo a 30 toneladas. Se lee en letras de
hierro un nombre que expresa la lejanía de quien la fabricó: B. TRAYVOU CONSTRUCTEUR.
Durante años
fue juntando como un ciruja ilustrado los recuerdos ferroviarios que se tiraban
a la calle, cuando se cerraban ramales y se vaciaban edificios enteros.
Es el sueño
cumplido de Don Tito. La estación que preservo su familia como casa - museo
ferroviario vuelve a ser una estación real.
- GOBERNADOR UDAONDO.
"La
estrella de Udaondo" El mejor
almacén de la zona.
El mejor y el
único -dice el dueño del boliche, y se ríe con ganas mientras corta fetas de
salame para calmar al hambre del viajero.
- LOMA VERDE.
En la antigua
estación hay un jardín de infantes, desde el patio se oye Al don, al don
pirulero, cada cual, cada cual atiende su juego...
El
Individualismo burgués, -piensa el profesor- confirmado hasta en antiguas
canciones infantiles que persisten.
- ESTACIÓN
GÓMEZ DE LA VEGA.
Quisieron hacer
una broma y arriba de la palabra "Gómez" pegaron una madera con el
mismo tipo y color de letra donde se lee "Diego". Más abajo, los
autores pintaron con aerosol una frase para justificar el cambio de nombre:
"Cómo usted sabe, la injusticia nos concierne a todos" Diego de la
Vega, El Zorro.
- ARANA.
Viaja sin
respuestas por la vida. El psicólogo que le vuelve a preguntar:
¿Cómo llegaste
hasta acá? ¿Cómo?
Y él sin
respuesta. Ni siquiera para contestar con una ironía: "en el tren de las
10.40 hs"
- GOBERNADOR GARCIA.
Fueron los
mismos. Estoy casi seguro. Aquí el cartel original de la estación fue
reemplazado por Gobernador Demetrio López García. "Barítono". ¿A
quien se le habrá ocurrido? En esta época los jóvenes fueron criados por los
Simpson, no por El Zorro o Bonanza.
- LA PLATA.
El hombre deja
su tarjeta, un modo de dejar su nombre en el recuerdo de otro, en este caso el
joven vecino de asiento que ocupaba la ventanilla y que desistió de la
indeferencia para conversar. El hombre de la tarjeta tiene 75 años y viaja a
recibir su título universitario. Con glaucoma y cataratas a cuestas ha logrado
aprobar todas las materias y llegar al mismo título que no pudo lograr su hija,
detenida desaparecida por la dictadura. Ese compañero circunstancial de viaje
encuentra años después la tarjeta entre papeles apilados y la lee: Alberto
Ramón Acosta. Fotógrafo Acosta.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
PARADA KM 79
ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS. JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI.
CARLOS BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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