*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
Barrio Chino*
Corría el año del dragón. Desfiles, risas, bandas, demasiado ruido. El barrio chino era un destello de color. El hombre entró al negocio: “leemos hojas de té” decía el cartel. Atravesó la cortina de hilos dorados que llevaba al interior de la tienda. Si lo hubiera pensado un segundo seguramente no hubiera entrado pero detestaba el ruido. Adentro, una mujer pequeña, lo miró rápido y bajó la vista.
De inmediato se arrodilló frente a él y le sacó el calzado.
Sin zapatos todo parecía raro, tan cómodo como si ya se hubieran conocido. Una mesa baja, dos almohadones y el servicio con tazas de porcelana, daba el toque místico al ambiente. Se calmó. El aroma a algo oriental lo trasportó a otro lugar.
Ella sonrió al verlo relajado y se alejó a paso corto, entre las cabezas de dos dragones rojos que bajaban por su espalda hasta la cintura. Era un kimono precioso. Le miró los pies pequeños , bellos. La mujer era muy joven.
Al regresar le cubrió los ojos con un pañuelo de gasa, parte de la ceremonia, dijo.
Sin luz, la alfombra se le hundía entre los dedos de los pies. A ciegas, el aire sabía a jengibre y a otras especias. Ella puso el tazón tibio entre sus dos manos y se las contuvo un instante hasta asegurarse de que él lo sostuviera. Cuando ella se le acercó, pudo olerla. De cerca olía a vainilla y a leche tibia. Igual que su nana negra, la que lo crio, dulce y acaramelada, siempre en la cocina. Recordó la primera vez que le había tocado la piel. Cuando venía de la escuela y le servía la leche que él bebía con los ojos cerrados, mientras le exploraba las nalgas hasta el terreno húmedo de entre las piernas, hasta la última gota de la taza, que se le desparramaba en un fluido tibio y le quedaba por horas entre sus dedos. Ella lo embriagaba de aroma a Centroamérica, a humedad de bosque, a sudor de timbales cubanos, mientras le regalaba sus gemidos profundos y le repetía el canto de sus antepasados negros.
Sólo que hoy, en ese pequeño lugar del barrio chino, el sonido de los ancestros era diferente, liviano como un arpa, el aletear de alas de colibrí, una pincelada aguda como la risa de una geisha hamacándose en el cuarto, donde él, además, tomaba el té.
- Te vas a enamorar - le dijo la china a modo de presagio.
Pero él ya se había dado cuenta en las manos, aún antes de abrir los ojos.
*De Graciela Tubino. gtubino@fibertel.com.ar
LO DEMASIADO HERMOSO NUNCA ES EFICAZ...
SOMBRAS*
Camino. De noche. En una calle, frente a mí, dos sombras. La oscura, alta, arrogante; la clara, débil. Y yo, más sombra que ellas, detrás. Entonces pienso que deberían salir muchas sombras para abarcar todo lo que somos.
Me imagino que algunas de ellas van mudando como lo hacen las serpientes con su piel. Veo que la sombra de la inocencia cambia de color, de un violeta claro a uno más oscuro, con matices, con sombras dentro de sombras. La de la inquietud, sonrojada. La del dolor se endurece; opaca, con menos aberturas. La sombra del deseo, encogida, muda, añeja. Pero hay momentos en que besa sin saber qué pasará, se embrutece como antes, se aferra a un vínculo; soplo de vida, aliento.
*De Eva María Medina Moreno. evamedina_moreno@yahoo.es
PERO ES MI MADRE*
Todos los años, la profesora de literatura de la escuela de Arte realiza un encuentro entre los chicos de quinto año de la secundaria con orientación artística, y los escritores que se convocan y asisten una siesta de fin de semana, cada uno con sus razones y perplejidades para no quedarse, por ejemplo, en la cama mirando la televisión.
Una de las actividades es previa al encuentro. Los chicos leen algunos poemas o cuentos y extrayendo una frase realizan un dibujo o una fotografía a modo de ilustración. Literales en general, algunas veces tomando erróneamente el sentido, con agudeza muchas otras veces; no olvidemos que los asistentes a una escuela con orientación artística son adolescentes bastante extraños.
El chico explicaba su dibujo. En la tinta sobre papel, una mujer se hallaba dramáticamente atravesada por una especie de lanza. Era un cuerpo delgado en un vasto espacio blanco con líneas oblicuas, que me remitía vagamente a un insecto sobre un brazo desnudo. Había más lanzas que la que atravesaba el cuerpecito; yo pensaba en vellos erizados sobre la piel, todo mirado muy de cerca y por lo tanto irreconocible; sabemos que lo que miramos en detalle se fragmenta y desaparece, y suele ser un poco atemorizante.
El chico, muy serio, quizás tímido o quizás cargado por esa obligación molesta de poner palabras sobre algo que nació como imagen, habló del sufrimiento. De alguna manera la mujer era su madre, las lanzas simbolizaban el sufrimiento, y esa oblicuidad venía de ser, esas lanzas, descargadas desde el cielo.
Le pregunté, dada la inflexión religiosa del asunto, si él era creyente. “Yo no, pero es mi madre” me contestó. En el mismo momento Alfredo Di Bernardo que estaba sentado a mi lado y escuchaba la explicación realizó la misma exclamación que yo. No me acuerdo qué dijimos, pero sí que fue un momento de descubrimiento maravilloso. Una frase tan literaria, tan bella, escueta y cargada de sentido, lanzada inconscientemente en una siesta de domingo.
Nos pusimos muy contentos con la frase. Yo no soy creyente, pero esa mujer es mi madre.
Tratamos de explicar al chico por qué nuestro entusiasmo, pero resultó imposible, tendríamos que haber charlado sólo con él, y ponernos de acuerdo tanto Alfredo como yo sobre qué era lo impactante de esas palabras, que al adolescente no le parecieron nada interesantes.
Yo no soy creyente… pero es mi madre. El tema de la fe, el tema de la maternidad, el tema de un cierto mandato, de un respeto a su estirpe (no dijo mamá, dijo madre y esto fue intencionalmente solemne porque lo que estaba diciendo era importante).
Qué fue lo feliz de la frase. Me lo pregunto.
Tuve después ocasión de charlar, en el mismo encuentro, con una chica de padres chinos, ella nacida aquí pero con la lengua trabada por un idioma que le es extraño, y padres que creen “en los budas” según dijo, aunque ella tampoco es creyente, y tampoco sabe mucho de la religión de sus mayores. Y hablé con otra chica de padres islámicos, de la religión sufí, y ella no sabe demasiado en qué creen sus padres, arrojada a la orilla de una vasta explicación del mundo y una tradición compleja como un castillo de alabastro tallado.
Pero es mi madre, dijo el chico, y con cuatro palabras anuncia tiempos por venir en los cuales esa religión le pasará cuentas, viejas facturas impagas, le mostrará en ciertas ocasiones la cabeza debajo del agua de su piscina. Pero es mi madre. Y sus familias vivirán en ellos, les dejarán marcas y en los espejos verán quizás en veinte, en treinta años, la barbilla del abuelo o esas arrugas debajo de los ojos del tío que ya fue enterrado hace tanto.
Pero es mi madre. Marca y mandato, una mujer para despegarse, parecerse, odiar y admirar. Como la religión en la que cada uno fue criado, como la cultura que nos cobija y nos moldea, como las creencias que son parte de lo primordial, la ética que nos pertenece o a la cual pertenecemos.
Alfredo y yo ya pasamos los cuarenta años. La frase se escribió con rojo en el aire cuando el chico la dijo, todos los significados, toda la crudeza de un desnudo, toda la magnífica simpleza de cuatro palabras sin énfasis pero con el marco de la humanidad desangrándose, maravillándose, levantando monumentos y poniendo lápidas a partir de, por, a causa de las madres, de los mandatos, las religiones, las creencias, el hecho de ser hijos siempre y sin retorno.
Me queda la mujer-insecto atravesada por la lanza que cae del cielo, el universo vacío y a la vez piel humana erizada, un chico moreno y serio que dijo "pero es mi madre"
*De MÓNICA RUSSOMANNO. russomannomonica@hotmail.com
*
En este nuestro universo de mentiras lo demasiado hermoso nunca es eficaz y lo erróneo suele ser irrefutable.
*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
PECECITOS ANARANJADOS*
Dicen quienes presenciaron el incidente que el hombre se parecía a cualquiera de los que pululan a la mañana por el microcentro: traje y corbata de marca, paso urgente, gesto adusto, maletín en una mano, celular pegado al oído en la otra. Dicen que su comportamiento cuando empezó a cruzar el parque por uno de los senderos diagonales era absolutamente normal.
Dicen que el primer síntoma lo aquejó justo cuando pasaba al lado del palomar. Que una bandada se puso a revolotear en torno a él y que el espectáculo lo dejó petrificado. Que detuvo su marcha y se quedó mirando el alegre vaivén de la nube gris y blanca con expresión fascinada, una expresión que, de no haber sido tan tierna, hubiese pasado por ridícula.
Dicen, incluso, que cuando las palomas se posaron a sus pies, se puso a juntar miguitas para darles de comer.
Dicen que al cabo de un par de minutos el hombre pareció tomar conciencia del extraño perfil que había adquirido su conducta y su boca se descompuso en una mueca de disgusto. Que las palomas levantaron súbito vuelo, y él se enredó en confusas explicaciones al intentar reiniciar la conversación telefónica interrumpida minutos atrás. Dicen que caminó unos pasos con firmeza, tratando de recomponer su imagen, mientras con disimulo buscaba detectar miradas inquisidoras posadas sobre él.
Dicen que fue un esfuerzo inútil, que cuando llegó a la fuente de los pececitos anaranjados sobrevino el desquicio. Que su rostro se transfiguró definitivamente. Que dejó caer el celular y el maletín, se trepó al borde de la fuente y se largó a corretear con los brazos extendidos como si planeara por un cielo invisible. Que revoleó el saco y se arrancó la corbata. Que miró la arboleda del parque como si la viera por primera vez, o como si volviera a verla después de muchos, muchos años. Dicen también que reía y
parecía un niño.
Dicen que los paramédicos hablaron de colapso nervioso, de ataque de pánico, de estrés laboral. Que cuando se lo llevaron a la rastra hasta la ambulancia, el hombre estiraba sus manos con desesperación en dirección a la fuente. Que tenía los ojos desorbitados y gritaba: "¡déjenme ver los pececitos, los pececitos anaranjados!".
Dicen que el episodio tuvo mucho que ver con la decisión municipal de modificar el trazado de los senderos del parque. Que quisieron prevenir futuros incidentes evitando que la gente camine cerca de la fuente y del palomar. Fundamentaron la remodelación hablando de contexto paisajístico y lineamientos generales de urbanismo, pero lo cierto es que a la inauguración sólo asistió un funcionario de segunda línea.
Dicen que fue por las dudas, que hubiese sido un bochorno ver al intendente o a algún concejal trepándose intempestivamente a los toboganes, justo en un año electoral.
*De Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar
-Texto incluido en "Las cosas como somos". Colección Bienes Culturales. ATE CDP Santa Fe - 2009
AQUELLOS CAMINOS*
*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Hubo un escritor a quien supongo nadie lee hoy que escribía sobre caminos. Los describía como si la civilización no los hubiera rozado pero a ellos le agregaba siempre unos esforzados hombres solitarios que están siempre intentando sacarle un poco de jugo a la tierra, es decir, alguna módica ganancia que les permita sobrevivir.
Eso casi nunca sucede pero mientras tanto nos enteramos cómo se vivía hace cincuenta o sesenta o setenta años en los campos del norte de Santa Fe. Otra característica de este escritor es que uno siempre se queda con la impresión de que todo lo que narra hubiera sido vivido por él, aunque nosotros sabemos que a los efectos de la literatura eso carezca de toda importancia.
Todo esto es para dejar en claro que mis impresiones de los caminos tienen una variante más contemplativa ya que nunca trabajé en el campo. Pero mis mayores sí, yo los he visto –he sufrido por ello, pese a mi corta edad- adheridos a esa tierra que no les dio más que disgustos. Ninguno fue dueño de un mísero palmo de tierra, pero también es cierto que las condiciones de producción y la tecnología ni remotamente tenían los beneficios actuales.
Pero así fueron, así son las cosas.
Los caminos que don Luis Gudiño Kramer describe tienen alrededor campos áridos. También lo hace con las costas, las islas, las estancias hondas de entonces, los pueblos.
“Pueblos muy pocos. Ruinas. Nombres en los itinerarios, en los mapas y en la memoria de los troperos, sin realidad en la época presente”, escribe.
Mis caminos son más alegres en el recuerdo, tal vez lo fueron en la realidad, pero lo cruzaron ejércitos de pájaros que han disminuido drásticamente la cantidad y la diversidad de especies. También las abejas han desaparecido y las mariposas. Dicen los entendidos que esto es por el uso indiscriminado de agroquímicos.
Pero mis caminos, esos anchos, polvorientos y solitarios caminos rurales de mi infancia, eran la libertad del sol cuando había sol y buen tiempo y eran un gran pollo mojado cuando llovía o una arañita encogida bajo la tenue llovizna.
El primero que recuerdo porque lo tenía cerca de mi casa es el “Del Diablo”. Pero hay otros. El de “Maldonado”, como se le decía al que iba a la estancia de ese nombre. Allí había otros, digo, dentro del mismo campo inmenso: el “de los Eucaliptos”, el “De las abejas”, el de “Los troperos”, “El noventa”. También había uno muy hermoso, que llamaban el camino “De los tamariscos”, con su cañadón y su puente ancho de madera para sentarse a pescar bagres.
Están otros caminos en mi memoria: el de la Estancia La Riviere, que llevaba por el camino viejo a Cañada del Ucle, como estaba el de la Estancia Vollenweider que iban en sentido contrario a Beravebú, como otro iba a Gödeken y pasaba por la escuelita de la Terrassón.
También pululaban los caminos internos: a Hansen, la Catalana, Los Arbolitos, el boliche de La Lata, que era el mismo que iba hacia la Chispa, y más lejos uno que solo conocí de mentas: el camino al Boliche de Santos Ferrara, donde una vez hubo un duelo criollo que hizo crecer nuestra imaginación exacerbadas por las revistas de historietas, las novelas de aventuras y las películas de “acción” que veíamos en el cine “La Perla”. Estas historias eran las que le oíamos a los mayores.
También estaba el camino al “Boliche de la Legua”, pero era el que llevaba al cementerio y estaba poblado de cuentos de aparecidos, de luces malas, de puertas que rechinaban bajo las tormentas.
A ninguno de estos lugares uno iba sin que un mayor lo llevara, claro.
Por eso me sonrío cuando “Tago” Sánchez, me pregunta extrañado porque no me recuerda entre los habitúes del baldío grande, que aún existe, frente a la casa de Hugo Ruiz. Allí se juntaron los mejores jugadores de ese tiempo: “Chocho” Faravelli, los hermanos Míguez, Mirandita, todos más grandes que nosotros.
Ese lugar paradisíaco, donde nunca jugué, donde muere la calle Juan de Garay que se encuentra con la Pacto Federal, que cierra el pueblo. Del otro lado estaba el campo de Terré, hoy de la familia Compañy.
Mi madre me tenía prohibido moverme más allá del cruce la Garay con la Avellaneda, a cincuenta metros de mi casa. Ella tenía que salir a la vereda de tierra y controlarme. Cuando desobedecí, cobré.
Enfrente de esos baldíos vivían los Escudero y los Balquinta y los Sánchez, que lideraban don Alejo y doña Gregoria, con sus nueve hijos y sus no sé cuántos nietos, entre los que estaba mi amigo “Tago”.
Pero esto era otro tiempo. Un tiempo sostenido por el vuelo alto de las garzas y las cigüeñas que se levantaban del Cañadón de Compañy, cuando todavía el mundo se sostenía en un grupo de chicos corriendo felices tras una humilde pelota de fútbol.
TREN DE VIDA*
Del
árbol lloran o
llueven o transitan,
manzanas, peces, voces.
Ella trafica todo en su interior.
Fluyentes pólenes -rios surcan los puertos
de la cintura al sur-.
Siente un balanceo de paz, como una paz
que se mueve a borbotones.
Desecha todo lo que se aleja de cualquier
paraíso.
Se mueve como llevando un tren de vida.
La pollera lo esconde en
enhebrados
vagones para vagar lo nuevo.
De tanto pajarito en la cabeza,
confundió hasta a la biología.
dicen las vecinas,
y la dan casi casi por perdida.
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
Correo:
*
Queridos amigos
Les envío el enlace a la ficha técnica de Aurora Boreal® en el Instituto Cervantes en la edición Nr. 10
http://hispanismo.cervantes.es/revista.asp?DOCN=4219
Un abrazo
Guillermo.
http://www.auroraboreal.net/
*
Junio 2012 en
“Museo de la Memoria”
Cordoba 2019, 2000 Rosario (SF), Argentina
54 0341 4802060/62
Ciclo: "Del derecho y del reves de los lager”
Declarado de interés Municipal por el Honorable Concejo Deliberante
…y el juez Halevi le interrumpio :”Dr. Servatius, supongo que
ha cometido Ud. un lapsus linguae al decir que las muertes
por gas eran un asunto medico”.
A lo que Servatius replico: “Era realmente un asunto medico
puesto que fue dispuesto por medicos.
Era una cuestion de matar. Y matar tambien era un asunto medico”
Hannah Arendt, Eichman en Jerusalen
Lunes 04/20:00
“El proyecto pedagogico “Marcha a Polonia” en las vivencias de un joven participante.
Dialogo en publico”
Gadi Fuks y Ps. David Alberto Fuks
Tambien denominado “Marcha por la Vida “ consiste en un programa educativo cuyo objetivo es enseñar a los jovenes desde la edad de 18 años acerca de los hechos tan importantes y significativos en la historia moderna que constituyeron la Shoáa. Hacia fines de 1944, la inminencia de la entrada del ejercito aliado hizo que los nazis aceleraran el proceso exterminador. Así se crearon las tristemente famosas "marchas de la muerte" que consistian en el traslado de las victimas de un campo a otro a pie, desnutridos, enfermos, moribundos, para evitar que fuesen liberados por los aliados. Las condiciones eran tortuosas, infrahumanas, y en la inmensa mayoria de los casos mortales. Hoy, la marcha de la muerte se ha resignificado, convirtiendose en Marcha por la Vida: se realiza desde Auschwitz hasta Birkenau, el campo de concentracion mas grande creado por los nazis durante la segunda guerra mundial. Durante la conversacion se expondran imagenes ilustrativas.
Lunes 11/20:00
“Los textos postumos en la Shoa”.
Ps. David Alberto Fuks, docente, escritor, editor.
“No nos queda nada: nos quitaron la ropa, los zapatos y no nos dejaron ni siquiera nuestros cabellos. Si hablasemos no nos escucharian, y si nos escucharan no entenderian nuestras palabras. Pronto nos despojaran hasta de nuestros nombres; y si queremos conservarlos, deberemos encontrar en nosotros la fuerza para que perviva algo nuestro, algo de lo que hemos sido”. Dijo Primo Levi en Si esto es un hombre. Y asi fue. Con la ultima bala de resistencia. Ante de los ametrallamientos masivos. Durante el apresamiento y la deportación, en los trenes, durante las frias esperas o en las largas marchas, cuando comenzo la extenuación y la inanicion y la muerte dejo de ser incertidumbre. Cuando en los campos, los nombres de los hombres se transformaron en números tatuados y las voces enmudecieron junto con la prohibicion de llorar…aparecio la escritura.
Lunes 18 /20:00
“De Dachau a Apaydin: Cuando un lager no es un feld”
Ps. David Alberto Fuks, docente, escritor, editor.
Consideraciones generales acerca del surgimiento de los campos de internacion (paradigma biopolítico de lo moderno y modelo por excelencia del estado de excepcion), como expresion del estallido de la modernidad capitalista. Campo de exterminio. Campo de trabajo. Prision y campo de trabajo. Punto de reunion. Punto de agrupamiento. Campo de transito. Campo de detencion policial. Gueto y campo de transito. Campo de prisioneros. Subcampos. Campo de concentracion. Judenhäuser (casas concentracionarias urbanas). Campo de “refugiados”.Pais de tránsito. Granja-prision. Campos de desplazados internos. Centros clandestinos de detencion.
Lunes 25 /20:00
“¿América para la humanidad?”
Ps. David Alberto Fuks, docente, escritor, editor.
Contradicciones en el rescate de perseguidos del nazismo en America. Los refugiados entre la admision y la devolución. El caso de los desterrados judios del nazismo en regimenes totalitarios de America Latina y en los campos de internacion en las Antillas Holandesas.
Creación y coordinación del ciclo: Ps. Laura Capella, psicoanalista
Lunes 20 hs. Salon Auditorio. Museo de La memoria.
Córdoba 2019 (Cordoba y Moreno)
Entrada libre y gratuita
Se entregan certificados con el 75% de asistencia
Consultas: delderechoreves@yahoo.com.ar
Blog: http://delderechoreves.com.ar
Cuenta facebook: Ciclo Delderechoreves
Auspician:
· Facultad de Psicologia, UNR
· Colegio de Psicologos de la Prov. de Santa Fe, 2da Circ. y su Foro en Defensa de los Derechos Humanos (FODEHUPSI)
· CEIDH (Centro de Estudios e Investigación en Derechos Humanos-Facultad de Derecho. UNR)
· IPF (Instituto de Investigaciones en Cs. Sociales, Etica y Practicas alternativas "Paulo Freire" - Facultad de Derecho. UNR.)
*Laura Capella. elecapella@yahoo.com.ar
*
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