*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
LA ESCRITORA*
En cierta isla, en una casa cercana a la costa, alejada de todo contacto humano, vive una escritora. Había alcanzado la fama, tiene un hijo, diríase que había cumplido sus metas; pero un día, sin previo aviso, se sumió en el aislamiento, tras percatarse de que con esto podía ahuyentar a la muerte.
Su madre había fallecido de una enfermedad repentina hacía un tiempo. Cuando exactamente un año después murió su padre, nadie sino ella pensó en la reiteración de las fechas. Al morir el mayor de sus tíos al año siguiente, comenzó a tornarse paranoica.
No dijo nada, aguardó hasta poder comprobar su teoría, que respetaba un orden rigurosamente descendente - la madre era mayor que el padre, el tío era el hermano que seguía al padre… -. Cuando fue avisada del fallecimiento de la hermana de su madre, comenzó a hacer las maletas. Incapaz de soportar la noticia de la muerte de su hermana mayor, de condenar a su hijo a tal destino, decidió romper la cadena. Sin dar explicaciones, emigró a esa isla alejada del tiempo; tras dejar varias indicaciones a sus
familiares y editores.
En una cabaña sin radio, reloj, televisión, teléfono o calendarios; sin recibir prensa o correspondencia, ni siquiera las ediciones de sus propios libros; vivió diez años, en lo que consideró un feliz retiro. Escribía sin prisas, sabiéndose eterna; enviaba los manuscritos a su hijo a través de la única persona del pueblo con la que tenía contacto, un mensajero nativo que conocía su obsesión y la respetaba, quitándose el reloj al entrar en su propiedad.
El dinero le llegaba en efectivo, en sobres amarillos, siempre iguales, dentro de otro sobre que mutaba con el paso del tiempo y que el mensajero destruía, para entregar con honestidad a toda prueba el sobre interior. De ahí ella iba sacando para los encargos con los que suplía sus escasas necesidades, exigiendo siempre los mismos productos naturales, para evitar las fechas de fabricación o vencimiento. Las gentes de la isla se acostumbraron a su presencia, o más bien a su ausencia.
Así transcurría su vida, sabiendo que si no tenía conciencia de los días, ellos no la tocarían con su signo de fatalidad…
Una mañana, al abrir el sobre, observó algo inusual y cayó fulminada. La causa de su muerte se atribuye a la emoción de haber recibido un importante premio, otorgado a la obra de toda una vida… Al menos fue lo que pensó el mensajero, al quitarle de la mano el recorte de periódico donde aparecía la noticia, sin saber que marcaba la tan temida fecha.
“Es una pena que no haya ido a recibirlo”, pensó mirando el borde del papel, “el periódico tiene ya dos meses. Tal vez el hijo esperó a cobrar el importe y le adjuntó la buena nueva, a modo de explicación”.
*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba
UN PUÑADO DE MOLÉCULAS Y DE ENTROPÍA...
Beatriz*
*Un cuento de Carlos Alberto Parodíz Márquez. parodizlaunion@gmail.com
a B.V.
... "Ella se llama Beatriz
tiene olor a la mañana" ...
¿Sabes de que me río Beatriz?. Ya sé no me digas nada, porque de tanto pensarte, es muy difícil que pueda, algún detalle borrarte.
Te lo dije el primer día, cuando muy bien no sabías si seguir o retirarte; tus manitas apretadas, gesto que ni se recuerda, mirándome silenciosa, sin rechazar ni aprobarme.
¡También! ... mi aspecto no ayuda y empeora cuando me empeño, cosa que tú no sabías y hoy es casi una alegría, que como todo buen sueño, solamente con mirarnos lo hacemos cambiar de dueño.
... "Ella se llama Beatriz
y vino de un pueblo blanco" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? ... Hace tanto que obedezco y esta alegría me mata si tu inocencia desata los paquetes de mi hastío, trocando en tibio lo frío.
Ignoraste con sabiduría, la cuantiosa letanía, pues tus años verdes no te permitían aspirar a más.
Supe que sabías; sentí que sentías y que era inútil todo el recontar. Con esa frescura de viento marino, barrías penumbras con color a hogar. Es que deslumbrado por tanto milagro, mi pasado magro fue casualidad. Viví lo imposible, que de tu presencia, con olor a esencia, escribir de nuevo o vivir el fuego, era el desafío quizás a intentar.
De campera azul y pantalón holgado, te me apareciste para abrigar sueños algo demorados y pese a lo grotesco, tuve que aceptar.
Es que tú no hablabas, sólo me mirabas y era tan eterna esa melodía, que cuando no estabas una flor brillante te resucitaba y yo echaba a andar.
..."Ella se llama Beatriz
visión de calles estrechas" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? Cuando no sabías del olor a primavera; de arder con una quimera, que puede hacerse entre dos.
De tanta bruma gastada en valorar las pasadas, sin darle la frente al sol, que como tú, de repente, me puede hacer comenzar.
No quiero usar el perdón, puesto que ya no hay razón, a partir de tu sonrisa, esa, la que me eriza hasta el verde y el azul.
Lo raro es que ya no entiendo y ni siquiera pretendo que lo pasado es tiempo deshabitado.
..."Ella se llama Beatriz
y tiene el sol a sus espaldas" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? De tanto tiempo quemado sin saber de dónde y cuando, no siquiera en que lugar, porque en el peregrinar, se pierde al andar buscando, olvidando que aguardar, a veces suele ayudar para seguir encontrando.
Por eso, cuando remontas, gracilmente y de mañana, la loma de arena blanca, eres la vida que canta, antes que el después vacío, como el sol, barra el rocío.
..."Ella se llama Beatriz
es eterna como el tiempo" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? De luchas e ideologías; de mezquindades sentidas, por carecer del motivo; ignoraba que contigo anochecer se hace día. Comprendí que la búsqueda soñada, puede estar en la mirada que me aguarda al regresar, sin importar el lugar, la razón o el accidente, sólo tu piel es presente, que sin un gesto me indica y evita la confusión, tal vez la explicación, que a tu presencia claudica.
Es quizás por todo eso, que tanta risa me ahoga, haber dejado pasar, sin el gesto del que ruega, la miel de esta vida breve, pues con los errores leves para tamaña injusticia, confundí amor con delicia, en el momento crucial de tanto sueño final.
..."Ella se llama Beatriz
es viento vino y ventura" ...
Ya no me río Beatriz. Se va a despedir la tarde. Es que quiero hacerte madre, antes que la oscuridad, con formas de adversidad, pueda obligarme a dejarte.
Sabes a que me refiero. Debo apurarme si quiero esto poder enviarte, aunque ya escucho los pasos, me tomarán de los brazos y yo no debo salir; sólo pretendo seguir, encendido con tu tiempo, con mis lágrimas quemarte, regalarte eternidad, antes que la soledad, pueda venir a abrumarte, aunque sepas que a mi abrigo, hecho de sol y promesas, podrás cada vez que quieras, volver invierno en tibiezas, con tan sólo recordarme.
Ya no me río Beatriz. Debo dejar de contarte. Ya no podré enviarte mi pedido a aquel, tu Dios. Es que debo hacer silencio ... y si no fuimos comienzo ... nunca seremos adiós ...
Miré la carta nunca remitida, una vez más; comprobé, distraídamente, que los diarios locales, en menor o mayor medida, reproducían sus términos, sin exigirse demasiado en la investigación del asunto.
El fastidio inicial, cuando el policía que intervino y el jefe de guardia del psiquiátrico, me asediaron obsequiosos, para que guardara el curioso testimonio, fue aminorando, a medida que tuve acceso a la verificación de aquel tortuoso caso comprobando, efectivamente, la carencia de lazos sociales externos, del muerto.
Luego del infeliz rodeo, iniciado en un orfanato, donde manifestara los primeros síntomas de alteración mental, estos, lo fueron derivando a través de diferentes hospitales, hasta el último, donde tomara su decisión, situado en un paraje agradable, lejos de rutas pobladas, al pie de una colina que parecía protegerlo de los vientos helados del invierno.
Cuando ingresé en ese páramo, que resultó ser su vida, sin referencias anteriores que probaran alguna inclinación a la escritura, siquiera como hábito, mi interés se estimuló gradualmente. Ante lo incongruente de la situación. Aislado, durante su treinta años, diría excesivos frente a la vaciedad, sin vínculos con el mundo de afuera; un ajeno total, epilogando con un alegato discutible pero cálido, su imagen se acomodó en mis pensamientos, como un enigma. En definitiva, la prisa por morosas definiciones, impulsó a aquellos funcionarios a anticiparme la información sobre el suicida. Ambos, poco dispuestos a soltarse, en discernir cuestiones para un fabulador, como sospecho, me tenían identificado.
La asombrosa mención del pueblo blanco, al otro lado de la colina, con calles estrechas, como detenido en el tiempo, fue el rasgo saliente que capturó mi atención, prescindiendo de la destinataria, una elaboración casual de alguien desquiciado, signado por la desgracia y el abandono, temibles aliados de "Monsieur", según Durrel.
El sábado, me dormí con esa posibilidad latente, inexplicable. La mañana luminosa del domingo, predisponía a vivir, por lo tanto me hallaba distante de la sombría noche anterior. Dispuesto y de buen ánimo para la ida, atravesé la sala, cuando suaves golpes a la puerta, me hicieron echar una mirada, instintiva, al sobre abandonado sobre la mesa. Abrí y tropecé con una mirada inquisitiva gris verdosa. Una figura de cabellos cortos, enfundada en campera azul, las manos en los bolsillos, voz suavemente grave, de una indefinible juventud y su pregunta, casi adivinada ...
- Me llamo Beatriz ... ¿Hay carta para mí? ...
Miró detrás de mí. Entró. Recogió el sobre, tomó mi mano y sin una palabra salimos camino de la colina, del pueblo blanco ...
Bautismo*
*De Eugenia Cabral ecabral54@yahoo.com.ar
He temblado junto a la pila bautismal
en la iglesia a oscuras. He temblado al verte de perfil
porque parecías un galo de la Alta Edad Media.
El techo de la nave central es combado y tiene costillas doradas
y pinturas en rojo. Temblaba en esta ciudad americana
y te señalé los santos tallados por aborígenes,
a lo largo de la nave izquierda. En esta ciudad o en esotra.
Somos criollos de varias generaciones, argentinos,
de apellido hispano, de cultura rioplatense,
de costumbres pampeanas, de silencios federales.
Si festejamos la patria comemos a la usanza del Noroeste,
si filosofamos lo hacemos a lo porteño
(la zamba marechaleana de la escisión).
En esotra ciudad o en ésta.
Agradecí a la penumbra que no le permitiese al temblor
avergonzarme. De pronto el ritmo de las frases no coincide,
el temblor ha desencajado alguna articulación.
Como gozne y goce, una es vértigo, la otra, silbo.
Un desplazamiento de placas, un prefacio a la falla de San Francisco.
Pero los desastres de la melancolía se perciben a solas.
Un cloqueo, un chasquido se levanta con dificultad desde la greda
y, anfibio, atraviesa el patio, llega a la ventana.
Los dos somos jóvenes –él de catorce y yo, de doce años- y temblamos,
bajo el hedor acre de las vestiduras, en el siglo XIII,
ya no somos coloniales y barrosos españoles
desafiando a las autoridades del virreinato:
somos judíos conversos y sabemos leer.
Después nos convertimos en arrianos y vuelta a perseguirnos.
Más atrás aun en el tiempo, éramos adúlteros y nos lapidaron.
Entonces nos hicimos hinduistas y nos despreciaron.
Cometimos incesto y nos quemaron.
Mezclamos nuestras etnias y nos apartaron.
En esta ciudad y en esotra.
“Amor constante más allá de la muerte”,
nadie podría vencernos, salvo una clara eternidad.
Miré hacia el altar católico y sentí llegar desde vos
esa como ansiedad fastidiosa, esa exquisita fatiga
que te absorbe hacia los corredores del laberinto,
como los embudos de los ríos serranos a los nadadores angélicos.
Y supe lo de siempre: que, para el gran río,
representamos apenas un sorbo dulzón, como la sangre,
un puñado de moléculas y de entropía.
-Del libro En este nombre y en este cuerpo.
*
Tanto hay para decir
sobre esta orfandad de lengua
en la que me asilo cada noche
Gasas,
...
metros y metros de gasas
una por encima de la otra
hasta cubrir la longitud
de toda mi cabellera
como si atrapando mi pelo
la sangre no se dejara caer
Tengo un agujero en la mano
cada vez que escondo
lo que no he aprendido a dar
Es este amor que se queja
debajo de la costilla
que me transforma en eva
una más de todas
la primera de la fila
en la línea vertical
Mi comedia
no es más que un elástico
atado a cada brazo
y en el medio mi cuerpo
peleando
No sé porque mi nariz sigue llorando
pero si sé que la máscara
se me ha vuelto equipaje
con dos alas de papel.
*De Marcela Lokdos. lokdos1@yahoo.com.ar
VIVAN LOS TRABAJADORES Y EL PARO GENERAL*
Tras unas fraudulentas elecciones presidenciales en México,
se pretende, antes de que acabe este mes de septiembre,
aprobar una reforma a la
Ley Federal del Trabajo, cuyo objetivo principal es
dejar a los trabajadores sin alguna defensa legal
ante futuras luchas por mejoras salariales
y mejoras en las condiciones de trabajo,
además de reducir al mínimo los gastos en el pago de salarios
y aumentar las causales de despido.
---
Es decir
y para que me entienda:
todo esto
parece indicar que tengo un problema,
algo que me dicen,
está relacionado con un sombrero...
Es que en todos lados,
en el radio, en la televisión,
hay gente que dice que nos conviene,
que no desconfiemos,
pero es que a diario vemos
que no tenemos para comer,
que aunque se abren
nuevos centros comerciales,
lujosos, con cines y tiendas
con nombres en inglés,
no nos alcanza para comer.
Y es que le digo que el problema
parece ser con la venta de un sombrero...
Pero si se fija bien,
verá que el señor presidente,
los diputados, senadores, gobernadores,
los dueños de las fábricas que lo devoran todo,
los grandes terratenientes y los dueños de las televisoras
parecen demasiado contentos;
Que mientras nosotros trabajamos más
por un miserable salario,
y los anhelos
de quienes gritan por días mejores
tratan de ser diluidos
con gas lacrimógeno,
ellos parecen pasarla muy bien,
claro,
mientras no tengan qué recordar que existimos.
Pero le decía eso del sombrero,
que me lo he encontrado
e intento venderlo...
Y le decía que con esto
de las Reformas a la Ley Federal del Trabajo,
nos dicen que habrá mayor empleo...
¿Y cómo no va a haberlo?
Si por medio de los contratos por hora,
y el abaratamiento de la fuerza de trabajo
que pretenden,
el ahorro en prestaciones laborales
y las ganancias que se logren
gracias a un mínimo pago en los salarios
se convierten ahora en jugoso negocio.
Y nos dicen que
con las nuevas reformas
se incrementará la inversión privada
en nuestro país...
¿Y cómo no va a ser así?
Si quieren vendernos a los trabajadores
como inofensivos animalitos,
que aunque no coman bien,
no gruñen ni se van a huelga.
Pero lo del sombrero,
ya ni recuerdo por qué se lo contaba...
Algún día alguien famoso dijo
que cada pueblo
tiene el gobierno que se merece;
pero yo creo
que tenemos una dignidad muy alta,
y una disciplina
que han querido ridiculizar con prejuicios.
Y nosotros
que trabajamos de todos los modos posibles,
ni siquiera merecemos algún gobierno,
ni tampoco un sistema
basado en los salarios.
Y espero que con valentía
cada vez más sincera y esperanzadora,
logremos quitarnos este parásito
de nuestras espaldas,
aunque en la sacudida
haya quienes se espanten.
Y creo que le decía algo de un sombrero
¿Se acuerda?
¡Bien!
Pues de lo que quiero que se acuerde
aún mejor
es de que aquellos que se muestran
hoy tan compasivos y pacifistas,
son los mismos que se asquean
y desprecian nuestra existencia
y nos temen,
porque sospechan
que conocemos su desprecio.
*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
-Nota: El próximo 26 de septiembre se está convocando a un Paro Nacional en repudio a las reformas a la Ley Federal del Trabajo, la cual se encuentra dentro del contexto del fraude electoral, y las protestas en contra de la imposición del presidente de la República Mexicana. Existen numerosos eventos de represión al movimiento que está resistiendo en este contexto, y de los más recientes los pueden ver en http://youtu.be/0uj8mMr2k9s y de allí seguirse...
*
Mirada que crece en el silencio, descubre lo oculto, invita.
Cada uno mira desde su lugar, con lo vivido, lo leido, lo amado, el cine, el teatro, los bares de infinitos cafés hasta la maravilla de la torre de quesos festejados por Calvino con sus sutiles entrecruzanientos de hierbas y cielos. Uno mira desde su dolor, sus duelos, sus festejos, sus miserias y sus lujos. Con todas las ciudades que conoció y algunas que no, y los mares y las calladas montañas. Mira con su cuerpo.Con el silencio. Uno es ahora una, mira a veces con los pechos, otras con las manos o el pelo. La piel abre ojos, sentidos, íntimas claves a descifrar. Deletrea el cosmos. Vacía para ver.
Una flor vacila, tirita, espera la posible, cercana primavera.
Una se sale de la foto, quiere ser la otra en el espejo, quiere ser la de la ventana.
Abre la puerta, es mirada en el lugar en el que ya no está la cruz, la medallita milagrosa, la virgen.
Un ícono extraño le cuelga en colores de un país de rías lejanas.
Es mirada ahí en eso que aletea y no se entiende.
Como si el que la mira quisiera saber qué hay debajo. Parpadea como para desmenuzarla, como si la ilusión optica le permitiera mirar debajo del collar que la envuelve, las sedas del alma y los brocatos de la oscuridad.
El viene de las lágrimas, del bosque donde no cesa de llover.
No quiere mojarla de su tristeza, la rodea, se va, vuelve
Ella cierra los ojos para ver
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
***
En este Nombre y en este Cuerpo
poemas
Eugenia Cabral
Editorial Babel.
Prólogo: Víctor Redondo.
Ilustración de tapa: Selva Gallegos.
Presentación:
27 de Septiembre, 18 hs. Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55).
Cordoba. Argentina
Comentará la obra el poeta Hernán Jaeggi.
Algunas de estas historias resultan fantasiosas al oído,
pues remiten a simbolismos mitológicos o esotéricos.
La curiosidad que despiertan es proporcional a su aura oscurantista.
Entre esas obras figuran varios relatos que hablan del amor
y son mantenidas en el misterio simplemente para que su descubrimiento
se restrinja a aquellos lectores dispuestos a despertar.
Hay un libro donde los maestros imparten a los iniciados el saber sobre las caricias.
Es un bello tomo ilustrado, una joya bibliográfica. He aquí la reseña de su texto.
-De En este nombre y en este cuerpo. Eugenia Cabral.
***
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*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
LA ESCRITORA*
En cierta isla, en una casa cercana a la costa, alejada de todo contacto humano, vive una escritora. Había alcanzado la fama, tiene un hijo, diríase que había cumplido sus metas; pero un día, sin previo aviso, se sumió en el aislamiento, tras percatarse de que con esto podía ahuyentar a la muerte.
Su madre había fallecido de una enfermedad repentina hacía un tiempo. Cuando exactamente un año después murió su padre, nadie sino ella pensó en la reiteración de las fechas. Al morir el mayor de sus tíos al año siguiente, comenzó a tornarse paranoica.
No dijo nada, aguardó hasta poder comprobar su teoría, que respetaba un orden rigurosamente descendente - la madre era mayor que el padre, el tío era el hermano que seguía al padre… -. Cuando fue avisada del fallecimiento de la hermana de su madre, comenzó a hacer las maletas. Incapaz de soportar la noticia de la muerte de su hermana mayor, de condenar a su hijo a tal destino, decidió romper la cadena. Sin dar explicaciones, emigró a esa isla alejada del tiempo; tras dejar varias indicaciones a sus
familiares y editores.
En una cabaña sin radio, reloj, televisión, teléfono o calendarios; sin recibir prensa o correspondencia, ni siquiera las ediciones de sus propios libros; vivió diez años, en lo que consideró un feliz retiro. Escribía sin prisas, sabiéndose eterna; enviaba los manuscritos a su hijo a través de la única persona del pueblo con la que tenía contacto, un mensajero nativo que conocía su obsesión y la respetaba, quitándose el reloj al entrar en su propiedad.
El dinero le llegaba en efectivo, en sobres amarillos, siempre iguales, dentro de otro sobre que mutaba con el paso del tiempo y que el mensajero destruía, para entregar con honestidad a toda prueba el sobre interior. De ahí ella iba sacando para los encargos con los que suplía sus escasas necesidades, exigiendo siempre los mismos productos naturales, para evitar las fechas de fabricación o vencimiento. Las gentes de la isla se acostumbraron a su presencia, o más bien a su ausencia.
Así transcurría su vida, sabiendo que si no tenía conciencia de los días, ellos no la tocarían con su signo de fatalidad…
Una mañana, al abrir el sobre, observó algo inusual y cayó fulminada. La causa de su muerte se atribuye a la emoción de haber recibido un importante premio, otorgado a la obra de toda una vida… Al menos fue lo que pensó el mensajero, al quitarle de la mano el recorte de periódico donde aparecía la noticia, sin saber que marcaba la tan temida fecha.
“Es una pena que no haya ido a recibirlo”, pensó mirando el borde del papel, “el periódico tiene ya dos meses. Tal vez el hijo esperó a cobrar el importe y le adjuntó la buena nueva, a modo de explicación”.
*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba
UN PUÑADO DE MOLÉCULAS Y DE ENTROPÍA...
Beatriz*
*Un cuento de Carlos Alberto Parodíz Márquez. parodizlaunion@gmail.com
a B.V.
... "Ella se llama Beatriz
tiene olor a la mañana" ...
¿Sabes de que me río Beatriz?. Ya sé no me digas nada, porque de tanto pensarte, es muy difícil que pueda, algún detalle borrarte.
Te lo dije el primer día, cuando muy bien no sabías si seguir o retirarte; tus manitas apretadas, gesto que ni se recuerda, mirándome silenciosa, sin rechazar ni aprobarme.
¡También! ... mi aspecto no ayuda y empeora cuando me empeño, cosa que tú no sabías y hoy es casi una alegría, que como todo buen sueño, solamente con mirarnos lo hacemos cambiar de dueño.
... "Ella se llama Beatriz
y vino de un pueblo blanco" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? ... Hace tanto que obedezco y esta alegría me mata si tu inocencia desata los paquetes de mi hastío, trocando en tibio lo frío.
Ignoraste con sabiduría, la cuantiosa letanía, pues tus años verdes no te permitían aspirar a más.
Supe que sabías; sentí que sentías y que era inútil todo el recontar. Con esa frescura de viento marino, barrías penumbras con color a hogar. Es que deslumbrado por tanto milagro, mi pasado magro fue casualidad. Viví lo imposible, que de tu presencia, con olor a esencia, escribir de nuevo o vivir el fuego, era el desafío quizás a intentar.
De campera azul y pantalón holgado, te me apareciste para abrigar sueños algo demorados y pese a lo grotesco, tuve que aceptar.
Es que tú no hablabas, sólo me mirabas y era tan eterna esa melodía, que cuando no estabas una flor brillante te resucitaba y yo echaba a andar.
..."Ella se llama Beatriz
visión de calles estrechas" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? Cuando no sabías del olor a primavera; de arder con una quimera, que puede hacerse entre dos.
De tanta bruma gastada en valorar las pasadas, sin darle la frente al sol, que como tú, de repente, me puede hacer comenzar.
No quiero usar el perdón, puesto que ya no hay razón, a partir de tu sonrisa, esa, la que me eriza hasta el verde y el azul.
Lo raro es que ya no entiendo y ni siquiera pretendo que lo pasado es tiempo deshabitado.
..."Ella se llama Beatriz
y tiene el sol a sus espaldas" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? De tanto tiempo quemado sin saber de dónde y cuando, no siquiera en que lugar, porque en el peregrinar, se pierde al andar buscando, olvidando que aguardar, a veces suele ayudar para seguir encontrando.
Por eso, cuando remontas, gracilmente y de mañana, la loma de arena blanca, eres la vida que canta, antes que el después vacío, como el sol, barra el rocío.
..."Ella se llama Beatriz
es eterna como el tiempo" ...
¿Sabes de que me río Beatriz? De luchas e ideologías; de mezquindades sentidas, por carecer del motivo; ignoraba que contigo anochecer se hace día. Comprendí que la búsqueda soñada, puede estar en la mirada que me aguarda al regresar, sin importar el lugar, la razón o el accidente, sólo tu piel es presente, que sin un gesto me indica y evita la confusión, tal vez la explicación, que a tu presencia claudica.
Es quizás por todo eso, que tanta risa me ahoga, haber dejado pasar, sin el gesto del que ruega, la miel de esta vida breve, pues con los errores leves para tamaña injusticia, confundí amor con delicia, en el momento crucial de tanto sueño final.
..."Ella se llama Beatriz
es viento vino y ventura" ...
Ya no me río Beatriz. Se va a despedir la tarde. Es que quiero hacerte madre, antes que la oscuridad, con formas de adversidad, pueda obligarme a dejarte.
Sabes a que me refiero. Debo apurarme si quiero esto poder enviarte, aunque ya escucho los pasos, me tomarán de los brazos y yo no debo salir; sólo pretendo seguir, encendido con tu tiempo, con mis lágrimas quemarte, regalarte eternidad, antes que la soledad, pueda venir a abrumarte, aunque sepas que a mi abrigo, hecho de sol y promesas, podrás cada vez que quieras, volver invierno en tibiezas, con tan sólo recordarme.
Ya no me río Beatriz. Debo dejar de contarte. Ya no podré enviarte mi pedido a aquel, tu Dios. Es que debo hacer silencio ... y si no fuimos comienzo ... nunca seremos adiós ...
Miré la carta nunca remitida, una vez más; comprobé, distraídamente, que los diarios locales, en menor o mayor medida, reproducían sus términos, sin exigirse demasiado en la investigación del asunto.
El fastidio inicial, cuando el policía que intervino y el jefe de guardia del psiquiátrico, me asediaron obsequiosos, para que guardara el curioso testimonio, fue aminorando, a medida que tuve acceso a la verificación de aquel tortuoso caso comprobando, efectivamente, la carencia de lazos sociales externos, del muerto.
Luego del infeliz rodeo, iniciado en un orfanato, donde manifestara los primeros síntomas de alteración mental, estos, lo fueron derivando a través de diferentes hospitales, hasta el último, donde tomara su decisión, situado en un paraje agradable, lejos de rutas pobladas, al pie de una colina que parecía protegerlo de los vientos helados del invierno.
Cuando ingresé en ese páramo, que resultó ser su vida, sin referencias anteriores que probaran alguna inclinación a la escritura, siquiera como hábito, mi interés se estimuló gradualmente. Ante lo incongruente de la situación. Aislado, durante su treinta años, diría excesivos frente a la vaciedad, sin vínculos con el mundo de afuera; un ajeno total, epilogando con un alegato discutible pero cálido, su imagen se acomodó en mis pensamientos, como un enigma. En definitiva, la prisa por morosas definiciones, impulsó a aquellos funcionarios a anticiparme la información sobre el suicida. Ambos, poco dispuestos a soltarse, en discernir cuestiones para un fabulador, como sospecho, me tenían identificado.
La asombrosa mención del pueblo blanco, al otro lado de la colina, con calles estrechas, como detenido en el tiempo, fue el rasgo saliente que capturó mi atención, prescindiendo de la destinataria, una elaboración casual de alguien desquiciado, signado por la desgracia y el abandono, temibles aliados de "Monsieur", según Durrel.
El sábado, me dormí con esa posibilidad latente, inexplicable. La mañana luminosa del domingo, predisponía a vivir, por lo tanto me hallaba distante de la sombría noche anterior. Dispuesto y de buen ánimo para la ida, atravesé la sala, cuando suaves golpes a la puerta, me hicieron echar una mirada, instintiva, al sobre abandonado sobre la mesa. Abrí y tropecé con una mirada inquisitiva gris verdosa. Una figura de cabellos cortos, enfundada en campera azul, las manos en los bolsillos, voz suavemente grave, de una indefinible juventud y su pregunta, casi adivinada ...
- Me llamo Beatriz ... ¿Hay carta para mí? ...
Miró detrás de mí. Entró. Recogió el sobre, tomó mi mano y sin una palabra salimos camino de la colina, del pueblo blanco ...
Bautismo*
*De Eugenia Cabral ecabral54@yahoo.com.ar
He temblado junto a la pila bautismal
en la iglesia a oscuras. He temblado al verte de perfil
porque parecías un galo de la Alta Edad Media.
El techo de la nave central es combado y tiene costillas doradas
y pinturas en rojo. Temblaba en esta ciudad americana
y te señalé los santos tallados por aborígenes,
a lo largo de la nave izquierda. En esta ciudad o en esotra.
Somos criollos de varias generaciones, argentinos,
de apellido hispano, de cultura rioplatense,
de costumbres pampeanas, de silencios federales.
Si festejamos la patria comemos a la usanza del Noroeste,
si filosofamos lo hacemos a lo porteño
(la zamba marechaleana de la escisión).
En esotra ciudad o en ésta.
Agradecí a la penumbra que no le permitiese al temblor
avergonzarme. De pronto el ritmo de las frases no coincide,
el temblor ha desencajado alguna articulación.
Como gozne y goce, una es vértigo, la otra, silbo.
Un desplazamiento de placas, un prefacio a la falla de San Francisco.
Pero los desastres de la melancolía se perciben a solas.
Un cloqueo, un chasquido se levanta con dificultad desde la greda
y, anfibio, atraviesa el patio, llega a la ventana.
Los dos somos jóvenes –él de catorce y yo, de doce años- y temblamos,
bajo el hedor acre de las vestiduras, en el siglo XIII,
ya no somos coloniales y barrosos españoles
desafiando a las autoridades del virreinato:
somos judíos conversos y sabemos leer.
Después nos convertimos en arrianos y vuelta a perseguirnos.
Más atrás aun en el tiempo, éramos adúlteros y nos lapidaron.
Entonces nos hicimos hinduistas y nos despreciaron.
Cometimos incesto y nos quemaron.
Mezclamos nuestras etnias y nos apartaron.
En esta ciudad y en esotra.
“Amor constante más allá de la muerte”,
nadie podría vencernos, salvo una clara eternidad.
Miré hacia el altar católico y sentí llegar desde vos
esa como ansiedad fastidiosa, esa exquisita fatiga
que te absorbe hacia los corredores del laberinto,
como los embudos de los ríos serranos a los nadadores angélicos.
Y supe lo de siempre: que, para el gran río,
representamos apenas un sorbo dulzón, como la sangre,
un puñado de moléculas y de entropía.
-Del libro En este nombre y en este cuerpo.
*
Tanto hay para decir
sobre esta orfandad de lengua
en la que me asilo cada noche
Gasas,
...
metros y metros de gasas
una por encima de la otra
hasta cubrir la longitud
de toda mi cabellera
como si atrapando mi pelo
la sangre no se dejara caer
Tengo un agujero en la mano
cada vez que escondo
lo que no he aprendido a dar
Es este amor que se queja
debajo de la costilla
que me transforma en eva
una más de todas
la primera de la fila
en la línea vertical
Mi comedia
no es más que un elástico
atado a cada brazo
y en el medio mi cuerpo
peleando
No sé porque mi nariz sigue llorando
pero si sé que la máscara
se me ha vuelto equipaje
con dos alas de papel.
*De Marcela Lokdos. lokdos1@yahoo.com.ar
VIVAN LOS TRABAJADORES Y EL PARO GENERAL*
Tras unas fraudulentas elecciones presidenciales en México,
se pretende, antes de que acabe este mes de septiembre,
aprobar una reforma a la
Ley Federal del Trabajo, cuyo objetivo principal es
dejar a los trabajadores sin alguna defensa legal
ante futuras luchas por mejoras salariales
y mejoras en las condiciones de trabajo,
además de reducir al mínimo los gastos en el pago de salarios
y aumentar las causales de despido.
---
Es decir
y para que me entienda:
todo esto
parece indicar que tengo un problema,
algo que me dicen,
está relacionado con un sombrero...
Es que en todos lados,
en el radio, en la televisión,
hay gente que dice que nos conviene,
que no desconfiemos,
pero es que a diario vemos
que no tenemos para comer,
que aunque se abren
nuevos centros comerciales,
lujosos, con cines y tiendas
con nombres en inglés,
no nos alcanza para comer.
Y es que le digo que el problema
parece ser con la venta de un sombrero...
Pero si se fija bien,
verá que el señor presidente,
los diputados, senadores, gobernadores,
los dueños de las fábricas que lo devoran todo,
los grandes terratenientes y los dueños de las televisoras
parecen demasiado contentos;
Que mientras nosotros trabajamos más
por un miserable salario,
y los anhelos
de quienes gritan por días mejores
tratan de ser diluidos
con gas lacrimógeno,
ellos parecen pasarla muy bien,
claro,
mientras no tengan qué recordar que existimos.
Pero le decía eso del sombrero,
que me lo he encontrado
e intento venderlo...
Y le decía que con esto
de las Reformas a la Ley Federal del Trabajo,
nos dicen que habrá mayor empleo...
¿Y cómo no va a haberlo?
Si por medio de los contratos por hora,
y el abaratamiento de la fuerza de trabajo
que pretenden,
el ahorro en prestaciones laborales
y las ganancias que se logren
gracias a un mínimo pago en los salarios
se convierten ahora en jugoso negocio.
Y nos dicen que
con las nuevas reformas
se incrementará la inversión privada
en nuestro país...
¿Y cómo no va a ser así?
Si quieren vendernos a los trabajadores
como inofensivos animalitos,
que aunque no coman bien,
no gruñen ni se van a huelga.
Pero lo del sombrero,
ya ni recuerdo por qué se lo contaba...
Algún día alguien famoso dijo
que cada pueblo
tiene el gobierno que se merece;
pero yo creo
que tenemos una dignidad muy alta,
y una disciplina
que han querido ridiculizar con prejuicios.
Y nosotros
que trabajamos de todos los modos posibles,
ni siquiera merecemos algún gobierno,
ni tampoco un sistema
basado en los salarios.
Y espero que con valentía
cada vez más sincera y esperanzadora,
logremos quitarnos este parásito
de nuestras espaldas,
aunque en la sacudida
haya quienes se espanten.
Y creo que le decía algo de un sombrero
¿Se acuerda?
¡Bien!
Pues de lo que quiero que se acuerde
aún mejor
es de que aquellos que se muestran
hoy tan compasivos y pacifistas,
son los mismos que se asquean
y desprecian nuestra existencia
y nos temen,
porque sospechan
que conocemos su desprecio.
*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
-Nota: El próximo 26 de septiembre se está convocando a un Paro Nacional en repudio a las reformas a la Ley Federal del Trabajo, la cual se encuentra dentro del contexto del fraude electoral, y las protestas en contra de la imposición del presidente de la República Mexicana. Existen numerosos eventos de represión al movimiento que está resistiendo en este contexto, y de los más recientes los pueden ver en http://youtu.be/0uj8mMr2k9s y de allí seguirse...
*
Mirada que crece en el silencio, descubre lo oculto, invita.
Cada uno mira desde su lugar, con lo vivido, lo leido, lo amado, el cine, el teatro, los bares de infinitos cafés hasta la maravilla de la torre de quesos festejados por Calvino con sus sutiles entrecruzanientos de hierbas y cielos. Uno mira desde su dolor, sus duelos, sus festejos, sus miserias y sus lujos. Con todas las ciudades que conoció y algunas que no, y los mares y las calladas montañas. Mira con su cuerpo.Con el silencio. Uno es ahora una, mira a veces con los pechos, otras con las manos o el pelo. La piel abre ojos, sentidos, íntimas claves a descifrar. Deletrea el cosmos. Vacía para ver.
Una flor vacila, tirita, espera la posible, cercana primavera.
Una se sale de la foto, quiere ser la otra en el espejo, quiere ser la de la ventana.
Abre la puerta, es mirada en el lugar en el que ya no está la cruz, la medallita milagrosa, la virgen.
Un ícono extraño le cuelga en colores de un país de rías lejanas.
Es mirada ahí en eso que aletea y no se entiende.
Como si el que la mira quisiera saber qué hay debajo. Parpadea como para desmenuzarla, como si la ilusión optica le permitiera mirar debajo del collar que la envuelve, las sedas del alma y los brocatos de la oscuridad.
El viene de las lágrimas, del bosque donde no cesa de llover.
No quiere mojarla de su tristeza, la rodea, se va, vuelve
Ella cierra los ojos para ver
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
***
En este Nombre y en este Cuerpo
poemas
Eugenia Cabral
Editorial Babel.
Prólogo: Víctor Redondo.
Ilustración de tapa: Selva Gallegos.
Presentación:
27 de Septiembre, 18 hs. Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55).
Cordoba. Argentina
Comentará la obra el poeta Hernán Jaeggi.
Algunas de estas historias resultan fantasiosas al oído,
pues remiten a simbolismos mitológicos o esotéricos.
La curiosidad que despiertan es proporcional a su aura oscurantista.
Entre esas obras figuran varios relatos que hablan del amor
y son mantenidas en el misterio simplemente para que su descubrimiento
se restrinja a aquellos lectores dispuestos a despertar.
Hay un libro donde los maestros imparten a los iniciados el saber sobre las caricias.
Es un bello tomo ilustrado, una joya bibliográfica. He aquí la reseña de su texto.
-De En este nombre y en este cuerpo. Eugenia Cabral.
***
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