*Dibujo de Erika Kuhn.
El profeta *
La ballena lo
escupió
en la playa
de San Antonio
Oeste
o en algún
sitio
cerca de allí.
Caminó tierra
adentro
armado de un
mapa
del Paraíso
en el norte
de Argentina.
Llegó a una
ciudad
llena de
fábricas
y empezó a
enseñarles
lo que llevaba.
Lo encerraron
en un cuarto
y le dijeron
que se callara.
Los estudiantes
pasaban delante
de su puerta
sin saber quién
era.
Adentro,
estudiaba
minuciosamente
los poemas
de César
Vallejo.
*De Robert Gurney. bob@verpress.com
-Antología,
Lord Byron Ediciones, Madrid, 2016.
COMO LOS COLORES QUE DAN ORIGEN AL UNIVERSO…
TERNURAS
LEJANAS*
Fue en el
atardecer en que admiramos más allá del crepúsculo las últimas estribaciones
donde reinaban los árboles.
Era cuando el
mundo admitía su derrota no de golpe, sino de un modo paulatino y sagaz, casi
como si no quisiera darse cuenta.
Aquellos
árboles, preguntaste, qué son.
Eran especies
ajenas a mi conocimiento de entonces, y callé. Volviste a hacer la pregunta de
un modo un poco imperativo, sonriendo y con una casi vehemencia que nunca había
sido tu estilo. Sonreí cohibido, y volviste a esa serena sonrisa con la cual
volvías todo a su exacto lugar. Y me dijiste que repitiera esos nombres: tilos,
casuarinas, magnolias y palo borracho, de flores blanquísimas que en mi memoria
flotan como copos de algodón o de azúcar en esos capullos de azúcar que
comprábamos los domingos en la cancha de fútbol donde merodeábamos curiosos
antes de interesarnos por el juego que más temprano que pronto iría a ser
nuestra
pasión
excluyente y el motivo de un reto paterno, por el temor que el hijo perdiera
interés en los estudios y pretendiera abandonar la escuela, como ya habían
hecho algunos chicos del pueblo. Entonces hubo órdenes rígida, como toda regla
del padre: ”En esta casa sólo está permitido hacer comentarios de fútbol los
sábados y domingos”. Inútil protestar porque el castigo podría ser mayor. Pero
uno se desquitaba con los amigos en la escuela o en el campito de gramilla
mezquina que soportaba nuestras zapatillas rotas o nuestros pies descalzos si
era verano.
Pero vos, que
todo miraba con esos ojos oscuros, que todo comprendías, ahogabas una lágrima
en tu delantal que olía a cebolla, y amasabas esos buñuelos repletos de
azúcar impalpable para el mimo que mi padre no percibía, en esa distracción y
en su empecinado autoritarismo. Y ese gesto que ofrecía siempre la arista más
dura, obcecada e intolerante. Y pobre si alguien osara contradecirlo en su
orden que reportaba con su andar mudo y taciturno, cómo saberlo si era real o
un papel que debía cumplir como hombre que no llora nunca.
No sé si es cierto
papá que nunca lloraste.
Y sin embargo
ella que era tan propensa al llanto llevaba en su tímida risa todo el amor que
cobija mi pena infinita en estos tiempos hostiles como antes en la indefensión
de los años.
*De Jorge
Isaías jisaias46@yahoo.com.ar
Identidad*
Exiliada de ti
-de la grandilocuencia-
con un simple
vestido de atardeceres
y molinos de
viento como albergue.
Con largas
caminatas buscando el trébol
de la cuarta
hoja
la pluma del
caburé y su magia.
la esotérica
piedra de la revelación.
***
No eran para mí
esos hallazgos.
Mucho menos
descubrir la alquimia
de las
palabras.
***
Su cauce. Sus
tiempos. Sus estancias.
Exiliada de ti,
sentada a orillas
de mi silencio
-no el que calla
sino el que
escucha, atento-
remonto el
curso del agua
y los amo.
Soy yo en
ellos.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
Distancia*
Vivir a cada
instante padeciendo
la maldición
innata
de saberse
incompleto;
mirarse cada
día en el espejo
y no saber si
el reflejo es la respuesta
y no poder
siquiera descubrirse
en esos gestos,
esas distracciones,
en ese pelo
casi encanecido
o en las
facciones grises;
y tan solo los
ojos,
muy lejos, en
el fondo,
como el vivo
fulgor de una fogata
ardiendo en
otro sitio
o quizá en otro
tiempo,
ardiendo acaso
sin motivo
en una dimensión
desconocida
o al final de
un callejón desierto
en el confín
del barrio más humilde
de una ciudad
lejana... ¡tan lejana!
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
De Por si
mañana no amanece
VII *
Piensen que esto ha sucedido:
Les encomiendo estas palabras.
Grábenlas en sus corazones.
PRIMO LEVI. “Si esto es un hombre”
Uno se levanta temprano,
se afeita, se baña, se lava los
dientes,
desayuna,
lee el diario, a veces,
como para no andar paseando
con una felicidad insolente
en la cara.
Uno se va de casa, vuelve,
le da uno o más besos a su
esposa
según el humor del día,
juega con sus hijos, ve la tele
o escucha un poco la radio, a
veces,
las noticias antes de dormir
como para no andar soñando
sueños demasiado
luminosos.
Uno se levanta temprano y tal
vez todos lo hacen.
Uno se afeita, se baña, pero no
todos pueden.
Uno se lava los dientes y no
todos pueden
(muchos no tienen dientes).
Uno desayuna y cada vez son más
los todos que no pueden,
los todos que se encontrarían en
el diario
si pudieran
leerlo.
Uno se va y vuelve y ya son
demasiados
los que no pueden ir, ni volver,
ni moverse
o que están obligados a moverse
sin dirigirse a ningún lugar
que no sea la muerte.
Uno le da un beso, o más, a su
esposa. Cuántos no pueden.
Uno juega con sus hijos. Cuántos
no pueden.
Uno mira la tele, escucha la
radio. Un infinito
de otros no puede.
Uno lo hace todo sin pensar, sin
pensar un poco siquiera,
como un gran hijo de puta,
como un hijo de puta con título
habilitante,
como un hijo de puta en grado de
tentativa,
como un hijo de puta culposo,
sobre todo,
como un hijo de puta a secas.
Uno pretende ser feliz, a pesar
de todo.
No puede evitarlo.
*De Sergio
Giuliodibari.
(Vicente López,
1964, reside en Mar del Plata)
-De su libro “Camino
en construcción”, Ediciones El Mono Armado, 2014.
Octubre del ’57,
octubre del ‘78*
Contaba la
gastada voz de mi padre,
que en los
inicios de octubre del ‘57
hubo un primer
ojo en el vasto cielo,
un fulgor
cazando gatos en la noche.
Yo sabía que el
ingenio era soviético
y para mi tenía
la magia de lo lejano:
como la bella
palabra “cosmonauta”
o la extrañeza
del vocablo Baikonur.
Yo memorice ese
nombre, Sputnik,
y ya colmaban
las estrellas de metal
el cielo sobre
nuestra fresca terraza
y en los
cálculos torpes de mi padre.
Empezábamos a
incendiar los cielos,
a llenarlos de
tuercas y ojos de buey
con la excusa
soez de la Paz Mundial
que originó la
Guerra de las Galaxias.
Yo me quedo con
nuestra inocencia
de los
ejercicios de oscurecimiento
en ese otro
distante octubre del ‘78
cuando
acosábamos otros Sputniks.
En la Cruz del
Sur otros ojos miraban
hacia el cielo
buscando esos aviones,
era otra guerra
que alejaba las almas
y eran las
noches del niño del futuro.
Contaba la
gastada voz de mi padre,
que en los
inicios de octubre del ‘57
hubo un primer
ojo en el vasto cielo,
un fulgor
cazando gatos en la noche.
*De Jorge
Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com
*
Hay emociones
primarias,
insiste mi
hija,
como los
colores
que dan origen
al universo.
¿Hay un
lenguaje primario,
de instintiva
coherencia
que alumbre
una posibilidad
infinita de palabras?
Así estamos,
ella con su
paleta
y yo
buscando el
idioma
oculto debajo
de las piedras.
*De MARIANA
FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com
InvenTREN
Teatro en
Saturno*
Allí voy.
Dormido y soñante con esos sueños habituales que últimamente se parecen tanto a
mis desencuentros con lo real. Me desperté cuando la hermosa azafata pelirroja
decía Une Station Saturne, Station Saturn, Stationieren sie
Saturn , avisando que llegábamos en 10 minutos a la estación. Me había
dormido siguiendo sus desplazamientos de ida y vuelta por el pasillo. Su
presencia fue como un hada que me llevó a aceptar el sueño y casi con seguridad
la repetición de alguna pesadilla para luego despertarme con la sensación de
que se parece demasiado a mi vida presente. Como dijo alguna vez Rosa Montero:
En algún momento del viaje este se convierte en una pesadilla. Es tan evidente
-y cierta- la metáfora del viaje con la vida misma.
Antes de tomar
el tren hacia Carhue, pensé en la cantidad de años que necesitaría vivir para
lograr la felicidad si los pasos los sigo dando por el camino más largo, cuesta
arriba y más lento que una tortuga.
Me reí solo: no
menos de 150 años y con buena salud para darme cuenta de los logros.
En eso estaba,
hasta que vi a Julián parado en el pasillo, haciendo payasadas como siempre
entre un grupo de mujeres y hombres que era bullicioso y jodón como una
estudiantina pero grandes de edad: 40 años promedio dije con ojo de
entrevistador. Julián repartía algo casi invisible entre sus dedos a cada uno
de sus compañeros que se levantaba con bolsos. No pude resistir la tentación y
me levante a saludarlo.
Con sus
anteojos culo de botella, idéntico antes del tiempo pero con canas, él me hablo
a los gritos antes que llegara a su lado:
Urbano,
amigooo¡¡¡¡
Julián, nuncaaa
Centeya, conteste yo con un argot propio de aquella época en que trabajábamos
juntos.
-Urbano, fue mi
jefe en la constructora, dijo a los gritos para que todos se enteraran de quien
era yo.
Enseguida
recordé aquella imagen de pelearme con el gerente de área, casi llegar a las
trompadas y renunciar.
Pero con Julián
seguimos siendo amigos después de esa partida borrascosa. Al tiempo él también
se fue. Se dedico a la docencia y al teatro.
Me dijo lo
mismo que acababa de descubrir: viajaba con su grupo de teatro y bajaban en
Saturno para dar dos funciones seguidas el sábado y el domingo.
Venite Powell,
la primera función es en un par de horas, después tomas el tren siguiente y
seguís viaje.
No resistí
demasiado, le pregunte a la azafata si podía descender y seguir viaje con el
mismo pasaje y me dijo que si, que era una política del ferrocarril que la
gente pudiera descender en cualquier estación darse una vuelta, conocer y
volver a subir a otro tren siempre y cuando sea del mismo día en que se inicio
el viaje. No solo es bella, sino además dulce dije, y me entere por el cartel
que se llama Analía. El amigo casi no me da tiempo de volver al asiento y
llevarme mi pequeño bolso que llevo colgado del hombro. Al bajar había una
recepción oficial con banda de música y discursos. Solo alcanzamos a decirnos
con Julián que los hijos están bien y creciendo cuando nos vimos inmersos en
apretones de manos, presentaciones y palabras de bienvenida. Sólo retuve dos
nombres, el de Hércules el jefe de estación y el del Ingeniero Williams
delegado municipal en la comuna de Saturno -dependen del partido de Guaminí-.
Me distraje. Vi
una publicidad que colgaba de un tirante bajo el andén que me causo gracia:
¿Dolor de
cabeza?
Venga del aire
o del sol
Del vino o de
la cerveza.
Cualquier dolor
de cabeza
se corta con un
geniol.
30 centavos.
-Este pueblo
atrasa por lo menos 50 años, pensé y me reí bastante.
Ahora hablaba
el ingeniero Williams, era el discurso de un anciano enérgico -70 a 75 años a
mi cálculo-
Hablaba del
ferrocarril con un orgullo y una pasión inaudita, como lo haría cada uno de los
ferroviarios que no conoció la tragedia de los noventa. Ahí mire a mi alrededor
y en el público del pueblo solo vi ancianos. El grupo de Teatro de Julián y yo
éramos los mas jóvenes. En el público había un intervalo de 65 a 80 años, ni
mucho más ni menos.
-¿Este es un
pueblo de jubilados? -le dije a Julián.
-Algo así,
después te cuento bien camino al teatro. -me contesto con tono enigmático.
No nos dejaron
ir de la estación hasta que sirvieron una picada con salamines y quesos y se
hizo un brindis con vino tinto.
Logramos salir.
Le dije a Julián de ir caminando en escalera para conocer el pueblo y hablar
algo.
-Dale, -me
dijo, el teatro de la sociedad italiana queda a cuatro cuadras pero caminamos
unas cuadras más, no te entusiasmes en ver demasiado, el pueblo tiene 10
manzanas por 10 de este lado de la vía y otro tanto del otro lado. Casi
enfrente de la estación se observa un edificio imponente al que se le están
haciendo refacciones.
-Es la
universidad...
El cartel que
leo en el frente no deja lugar a dudas:
"Universidad
del viento de Saturno"
y abajo una leyenda
en francés, alemán e inglés.
-UN DIEU LES
ALLAITE(ÉLÈVE) ET LE VENT LES ENTASSE
-GOD RAISES THEM AND THE WIND ACCUMULATES THEM
-GOTT DIE ZUCHT UND DER WIND BELÄDT SIE.
-Que quiere
decir?
-No se, dice
Julián, debe referirse a que es una universidad abierta donde puede estudiar
quien quiera sin requisitos de estudios cursados ni limite de edad.
-Ajá, digo,
pero no dejo de ver muy raro a este lugar y recién hemos caminado unas pocas
cuadras.
-Bueno, ahora
explícame porque este pueblo no tiene niños en las calles y toda la gente que
veo es anciana...
Lo voy a
intentar dice Julián y toma aire como si la cuestión fuese compleja y difícil
de entender para una persona común y corriente como yo.
-Viste al
Ingeniero Williams?
-Si, un anciano
de una energía y convicción envidiable.
-Pues él es el
autor de la ley de ferrocarriles agrícolas y económicos de la provincia.
-Me estás
jodiendo.
-No, es el
mismo.
¿Pero cuantos
años tiene?
-El 29 de
agosto cumplió 136 años.
-No puede ser.
Ese hombre no tiene 80 años.
-Oíste hablar
de Vilcabamba?
-Si, una zona
de las pocas que hay en el mundo dónde la gente vive más de 100 años.
-Bueno, en
Saturno la gente no envejece.
-Pero son todos
viejos¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
-Así llegaron
amigo, llegaron viejos y así están: viejos y saludables.
-Sabes cuales
son las dos instituciones más importantes del pueblo para las que ofreceremos
la obra en un rato?
-Ya no me animo
a imaginar nada más. -le dije resignado a que me relaten cualquier suceso extraordinario.
-Un geriátrico
y un hospicio psiquiátrico.
-Tiene alguna
lógica, la gente no envejece, pero tampoco rejuvenece como Brad Pitt en la
película.
-Exacto.
Llegamos al
cine teatro de la sociedad italiana. El amigo se va a unir al grupo y la obra
empieza casi de inmediato, actúan con las mismas ropas con las que llegaron.
Los que
organizan son los internos del psiquiátrico. Venden las entradas, lo llevan a
uno al asiento numerado. Te dicen algún piropo: -Usted es tan lindo como mi
nieto Agustín que vive en la capital.
-No quiero
sacar cuentas, tengo 57 años, esa será la edad de su nieto?
Me sientan al
lado de un viejito italiano, que enseguida empieza a hablarme, habla en un
cocoliche, pero le entiendo que es nacido en un pueblo del Piamonte. Y que
puedo llamarlo Don Alberto.
-Y de donde
es...? -me pregunta.
-De Lomas de
Zamora. Bello pueblo, bello, yo he visto cantar a Gardel y a Corsini en el
teatro Coliseo.
Y de memoria
recita
Miro al
passato, a i nostri bei vent’anni,
Quando, venendo
a te, l’anima allegra,
Vergine ancor a
tanti disinganni,
Per i sogni piú
belli popolata,
Cercando un
ragazza per un valzer
Trovammo quí la
sposa
Madre dei
nostri figli insuperata...
(Me dice que
olvido al autor, que la poesía era más larga...)
-Pero usted era
muy pequeño en aquella época, me atrevía a decir temerariamente.
-No crea, era
un joven fuerte de 20 años, trabajaba de maquinista en el ferrocarril. Cuando
llegamos no había más entradas, la gente se quedo afuera e io también.
La gente pedía a Gardel, y Gardel salió al balcón y canto para nosotros, los
que nos habíamos quedado afuera.
Empieza la
obra, hacemos silencio. Sigo con un desconcierto que no para de crecer, pues no
encuentro elementos para desmentir lo que esta ocurriendo.
El amigo es el
mantequero de Arlt y toca timbre. Lo esperan un grupo de jóvenes aburridos que
quieren divertirse con él. Una anciana se levanta y comienza a cantar en
italiano. Puede que cante en dialecto pues no se le entiende nada. El amigo la
va a buscar y la sube al escenario. Ella canta una y otra vez la canción, que
parece una canción infantil.
Sólo entiendo y
retengo el estribillo:
¡Io sono
Pinocchioooo!
Luego la obra
prosigue y es por cierto una versión muy libre, no podía imaginar al mantequero
que no es ungido Coronel, sino Fiscal.
Y es un fiscal
que se preocupa por pequeños hechos de corrupción. En el papel del Fiscal, mi
amigo se ha puesto una peluca que lo acerca a Lennon y no a un miembro de la
justicia. La acusada es una cajera de un supermercado y la acusan de haberse
quedado con 25 centavos.
Se para una
anciana e interrumpe:
-No la castigue
señor Psiquiatra. Ella no tiene nada que ver. Acá esta la moneda que le faltó.
(Y levanta el
brazo y el foco de luz la muestra a ella con su moneda sostenida entre el
pulgar y el índice).
-Estaba en el
piso del comedor esta mañana y yo la encontré, ella es inocente¡¡¡, la voy a
devolver ahora mismo.
-El amigo
reacciona y la va a buscar, a ella y su moneda que prueba la inocencia de la
acusada. La moneda entra en la escena y el juicio se encamina a otro destino.
La obra
continua. Esta por finalizar, el mantequero - fiscal esta por desencantarse.
Por descubrir
una trama más del engaño.
Ahí comienza a
cantar otro anciano:
¡caprichoso
garibaldino trulalaaaa!
No lo puedo
creer. Es la canción que mi padre cantaba cuando quería referirse a mi tozudez.
Mientras tanto
en el escenario, el amigo y su grupo decidieron que esa canción era el mejor
cierre posible para su obra de teatro. Subieron al pequeño anciano y cantaron
todos mientras el público aplaudía. Creo que fue demasiado para mí y mi
dificultad para emocionarme. Me levante sin antes dejar de estrecharle la mano
a Don Alberto. Antes de salir, me detuve en la boletería y deje mi tarjeta para
que se la dieran a Julián, escribí rápido en el reverso:
-Amigo, esta
experiencia merece varios cafés, llámame cuando estés de vuelta por Capital,
invito yo y sin discusiones. Abrazo. Powell.
En el horario
que tengo el tren debe llegar en pocos minutos. Me parece escuchar a lo lejos
el ruido de la locomotora y su silbato de vapor.
Increíble este
pueblo. -Me digo. Hermosa experiencia. Prometo que volveré para conocer la
Universidad del Viento.
Mientras tanto
seguiré envejeciendo como cualquier persona.
En el andén
esta Hércules, el jefe de estación.
- 93 años
verdaderos ni uno más, yo no me quito la edad como la gente del pueblo... -Me
dice
Me cuenta que
es hijo de franceses y que antes de llegar a Saturno como jefe de estación
trabajó en la compañía general, lo dice en francés "Une Compagnie Générale
de Chemins en Fer de la Province de Bons Airs" y luego traduce:
"Compañía General de Caminos de Hierro de la Provincia de Buenos
Aires".
Dígame Don
Hércules, ¿Que quiere decir la leyenda en varios idiomas que hay en el frente
de la universidad?
¿Eso?
-Si.
-Dios los
cría y el viento los amontona. Ese, es su lema académico.
*De Urbano
Powell.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
JOSE RAMÓN SOJO.
ÁLVAREZ DE TOLEDO. POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
PARADA KM 79
ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
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