sábado, diciembre 12, 2015

COMO LOS COLORES QUE DAN ORIGEN AL UNIVERSO…


*Dibujo de Erika Kuhn.









El profeta *



La ballena lo escupió
en la playa
de San Antonio Oeste
o en algún sitio
cerca de allí.

Caminó tierra adentro
armado de un mapa
del Paraíso
en el norte
de Argentina.

Llegó a una ciudad
llena de fábricas
y empezó a enseñarles
lo que llevaba.

Lo encerraron
en un cuarto
y le dijeron
que se callara.

Los estudiantes
pasaban delante de su puerta
sin saber quién era.

Adentro,
estudiaba minuciosamente
los poemas
de César Vallejo.



*De Robert Gurney. bob@verpress.com
-Antología, Lord Byron Ediciones, Madrid, 2016.










COMO LOS COLORES QUE DAN ORIGEN AL UNIVERSO…









TERNURAS LEJANAS*




Fue en el atardecer en que admiramos más allá del crepúsculo las últimas estribaciones donde reinaban los árboles.
Era cuando el mundo admitía su derrota no de golpe, sino de un modo paulatino y sagaz, casi como si no quisiera darse cuenta.
Aquellos árboles, preguntaste, qué son.
Eran especies ajenas a mi conocimiento de entonces, y callé. Volviste a hacer la pregunta de un modo un poco imperativo, sonriendo y con una casi vehemencia que nunca había sido tu estilo. Sonreí cohibido, y volviste a esa serena sonrisa con la cual volvías todo a su exacto lugar. Y me dijiste que repitiera esos nombres: tilos, casuarinas, magnolias y palo borracho, de flores blanquísimas que en mi memoria flotan como copos de algodón o de azúcar en esos capullos de azúcar que comprábamos los domingos en la cancha de fútbol donde merodeábamos curiosos antes de interesarnos por el juego que más temprano que pronto iría a ser nuestra
pasión excluyente y el motivo de un reto paterno, por el temor que el hijo perdiera interés en los estudios y pretendiera abandonar la escuela, como ya habían hecho algunos chicos del pueblo. Entonces hubo órdenes rígida, como toda regla del padre: ”En esta casa sólo está permitido hacer comentarios de fútbol los sábados y domingos”. Inútil protestar porque el castigo podría ser mayor. Pero uno se desquitaba con los amigos en la escuela o en el campito de gramilla mezquina que soportaba nuestras zapatillas rotas o nuestros pies descalzos si era verano.
Pero vos, que todo miraba con esos ojos oscuros, que todo comprendías, ahogabas una lágrima en tu delantal que olía a cebolla, y  amasabas esos buñuelos repletos de azúcar impalpable para el mimo que mi padre no percibía, en esa distracción y en su empecinado autoritarismo. Y ese gesto que ofrecía siempre la arista más dura, obcecada e intolerante. Y pobre si alguien osara contradecirlo en su orden que reportaba con su andar mudo y taciturno, cómo saberlo si era real o un papel que debía cumplir como hombre que no llora nunca.
No sé si es cierto papá que nunca lloraste.
Y sin embargo ella que era tan propensa al llanto llevaba en su tímida risa todo el amor que cobija mi pena infinita en estos tiempos hostiles como antes en la indefensión de los años.


*De Jorge Isaías jisaias46@yahoo.com.ar













Identidad*



Exiliada de ti -de la grandilocuencia-

con un simple vestido de atardeceres

y molinos de viento como albergue.

Con largas caminatas buscando el trébol

de la cuarta hoja

la pluma del caburé y su magia.

la esotérica piedra de la revelación.



***



No eran para mí esos hallazgos.

Mucho menos descubrir la alquimia

de las palabras.



***


Su cauce. Sus tiempos. Sus estancias.

Exiliada de ti, sentada a orillas

de mi silencio -no el que calla

sino el que escucha, atento-

remonto el curso del agua

y los amo.

Soy yo en ellos.



*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar









Distancia*



Vivir a cada instante padeciendo
la maldición innata
de saberse incompleto;

mirarse cada día en el espejo
y no saber si el reflejo es la respuesta
y no poder siquiera descubrirse
en esos gestos, esas distracciones,
en ese pelo casi encanecido
o en las facciones grises;
y tan solo los ojos,
muy lejos, en el fondo,
como el vivo fulgor de una fogata
ardiendo en otro sitio
o quizá en otro tiempo,
ardiendo acaso sin motivo
en una dimensión desconocida
o al final de un callejón desierto
en el confín del barrio más humilde
de una ciudad lejana... ¡tan lejana!



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
De Por si mañana no amanece











VII *


Piensen que esto ha sucedido:
Les encomiendo estas palabras.
Grábenlas en sus corazones.
PRIMO LEVI. “Si esto es un hombre”



Uno se levanta temprano,
se afeita, se baña, se lava los dientes,
desayuna,
lee el diario, a veces,
como para no andar paseando
con una felicidad insolente
en la cara.
Uno se va de casa, vuelve,
le da uno o más besos a su esposa
según el humor del día,
juega con sus hijos, ve la tele
o escucha un poco la radio, a veces,
las noticias antes de dormir
como para no andar soñando
sueños demasiado
luminosos.
Uno se levanta temprano y tal vez todos lo hacen.
Uno se afeita, se baña, pero no todos pueden.
Uno se lava los dientes y no todos pueden
(muchos no tienen dientes).
Uno desayuna y cada vez son más
los todos que no pueden,
los todos que se encontrarían en el diario
si pudieran
leerlo.
Uno se va y vuelve y ya son demasiados
los que no pueden ir, ni volver, ni moverse
o que están obligados a moverse
sin dirigirse a ningún lugar
que no sea la muerte.
Uno le da un beso, o más, a su esposa. Cuántos no pueden.
Uno juega con sus hijos. Cuántos no pueden.
Uno mira la tele, escucha la radio. Un infinito
de otros no puede.
Uno lo hace todo sin pensar, sin pensar un poco siquiera,
como un gran hijo de puta,
como un hijo de puta con título habilitante,
como un hijo de puta en grado de tentativa,
como un hijo de puta culposo, sobre todo,
como un hijo de puta a secas.
Uno pretende ser feliz, a pesar de todo.
No puede evitarlo.



*De Sergio Giuliodibari.
(Vicente López, 1964, reside en Mar del Plata)
-De su libro “Camino en construcción”, Ediciones El Mono Armado, 2014.










Octubre del ’57, octubre del ‘78*



Contaba la gastada voz de mi padre,
que en los inicios de octubre del ‘57
hubo un primer ojo en el vasto cielo,
un fulgor cazando gatos en la noche.

Yo sabía que el ingenio era soviético
y para mi tenía la magia de lo lejano:
como la bella palabra “cosmonauta”
o la extrañeza del vocablo Baikonur.

Yo memorice ese nombre, Sputnik,
y ya colmaban las estrellas de metal
el cielo sobre nuestra fresca terraza
y en los cálculos torpes de mi padre.

Empezábamos a incendiar los cielos,
a llenarlos de tuercas y ojos de buey
con la excusa soez de la Paz Mundial
que originó la Guerra de las Galaxias.

Yo me quedo con nuestra inocencia
de los ejercicios de oscurecimiento
en ese otro distante octubre del ‘78
cuando acosábamos otros Sputniks.

En la Cruz del Sur otros ojos miraban
hacia el cielo buscando esos aviones,
era otra guerra que alejaba las almas
y eran las noches del niño del futuro.

Contaba la gastada voz de mi padre,
que en los inicios de octubre del ‘57
hubo un primer ojo en el vasto cielo,
un fulgor cazando gatos en la noche.


*De Jorge Lacuadra. jorgelacuadra@hotmail.com










*


Hay emociones primarias,
insiste mi hija,
como los colores
que dan origen al universo.

¿Hay un lenguaje primario,
de instintiva coherencia
que alumbre
una posibilidad infinita de palabras?

Así estamos,
ella con su paleta
y yo
buscando el idioma
oculto debajo de las piedras.



*De MARIANA FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com







InvenTREN





Teatro en Saturno*



Allí voy. Dormido y soñante con esos sueños habituales que últimamente se parecen tanto a mis desencuentros con lo real. Me desperté cuando la hermosa azafata pelirroja decía Une Station Saturne, Station Saturn, Stationieren sie Saturn , avisando que llegábamos en 10 minutos a la estación. Me había dormido siguiendo sus desplazamientos de ida y vuelta por el pasillo. Su presencia fue como un hada que me llevó a aceptar el sueño y casi con seguridad la repetición de alguna pesadilla para luego despertarme con la sensación de que se parece demasiado a mi vida presente. Como dijo alguna vez Rosa Montero: En algún momento del viaje este se convierte en una pesadilla. Es tan evidente -y cierta- la metáfora del viaje con la vida misma.
Antes de tomar el tren hacia Carhue, pensé en la cantidad de años que necesitaría vivir para lograr la felicidad si los pasos los sigo dando por el camino más largo, cuesta arriba y más lento que una tortuga.
Me reí solo: no menos de 150 años y con buena salud para darme cuenta de los logros.
En eso estaba, hasta que vi a Julián parado en el pasillo, haciendo payasadas como siempre entre un grupo de mujeres y hombres que era bullicioso y jodón como una estudiantina pero grandes de edad: 40 años promedio dije con ojo de entrevistador. Julián repartía algo casi invisible entre sus dedos a cada uno de sus compañeros que se levantaba con bolsos. No pude resistir la tentación y me levante a saludarlo.
Con sus anteojos culo de botella, idéntico antes del tiempo pero con canas, él me hablo a los gritos antes que llegara a su lado:
Urbano, amigooo¡¡¡¡
Julián, nuncaaa Centeya, conteste yo con un argot propio de aquella época en que trabajábamos juntos.
-Urbano, fue mi jefe en la constructora, dijo a los gritos para que todos se enteraran de quien era yo.
Enseguida recordé aquella imagen de pelearme con el gerente de área, casi llegar a las trompadas y renunciar.
Pero con Julián seguimos siendo amigos después de esa partida borrascosa. Al tiempo él también se fue. Se dedico a la docencia y al teatro.
Me dijo lo mismo que acababa de descubrir: viajaba con su grupo de teatro y bajaban en Saturno para dar dos funciones seguidas el sábado y el domingo.
Venite Powell, la primera función es en un par de horas, después tomas el tren siguiente y seguís viaje.
No resistí demasiado, le pregunte a la azafata si podía descender y seguir viaje con el mismo pasaje y me dijo que si, que era una política del ferrocarril que la gente pudiera descender en cualquier estación darse una vuelta, conocer y volver a subir a otro tren siempre y cuando sea del mismo día en que se inicio el viaje. No solo es bella, sino además dulce dije, y me entere por el cartel que se llama Analía. El amigo casi no me da tiempo de volver al asiento y llevarme mi pequeño bolso que llevo colgado del hombro. Al bajar había una recepción oficial con banda de música y discursos. Solo alcanzamos a decirnos con Julián que los hijos están bien y creciendo cuando nos vimos inmersos en apretones de manos, presentaciones y palabras de bienvenida. Sólo retuve dos nombres, el de Hércules el jefe de estación y el del Ingeniero Williams delegado municipal en la comuna de Saturno -dependen del partido de Guaminí-.
Me distraje. Vi una publicidad que colgaba de un tirante bajo el andén que me causo gracia:


¿Dolor de cabeza?

Venga del aire o del sol
Del vino o de la cerveza.
Cualquier dolor de cabeza
se corta con un geniol.
30 centavos.

-Este pueblo atrasa por lo menos 50 años, pensé y me reí bastante.
Ahora hablaba el ingeniero Williams, era el discurso de un anciano enérgico -70 a 75 años a mi cálculo-
Hablaba del ferrocarril con un orgullo y una pasión inaudita, como lo haría cada uno de los ferroviarios que no conoció la tragedia de los noventa. Ahí mire a mi alrededor y en el público del pueblo solo vi ancianos. El grupo de Teatro de Julián y yo éramos los mas jóvenes. En el público había un intervalo de 65 a 80 años, ni mucho más ni menos.

-¿Este es un pueblo de jubilados? -le dije a Julián.

-Algo así, después te cuento bien camino al teatro. -me contesto con tono enigmático.
No nos dejaron ir de la estación hasta que sirvieron una picada con salamines y quesos y se hizo un brindis con vino tinto.
Logramos salir. Le dije a Julián de ir caminando en escalera para conocer el pueblo y hablar algo.
-Dale, -me dijo, el teatro de la sociedad italiana queda a cuatro cuadras pero caminamos unas cuadras más, no te entusiasmes en ver demasiado, el pueblo tiene 10 manzanas por 10 de este lado de la vía y otro tanto del otro lado. Casi enfrente de la estación se observa un edificio imponente al que se le están haciendo refacciones.
-Es la universidad...
El cartel que leo en el frente no deja lugar a dudas:
"Universidad del viento de Saturno"
y abajo una leyenda en francés, alemán e inglés.

-UN DIEU LES ALLAITE(ÉLÈVE) ET LE VENT LES ENTASSE

-GOD RAISES THEM AND THE WIND ACCUMULATES THEM

-GOTT DIE ZUCHT UND DER WIND BELÄDT SIE.


-Que quiere decir?
-No se, dice Julián, debe referirse a que es una universidad abierta donde puede estudiar quien quiera sin requisitos de estudios cursados ni limite de edad.

-Ajá, digo, pero no dejo de ver muy raro a este lugar y recién hemos caminado unas pocas cuadras.
-Bueno, ahora explícame porque este pueblo no tiene niños en las calles y toda la gente que veo es anciana...

Lo voy a intentar dice Julián y toma aire como si la cuestión fuese compleja y difícil de entender para una persona común y corriente como yo.

-Viste al Ingeniero Williams?

-Si, un anciano de una energía y convicción envidiable.

-Pues él es el autor de la ley de ferrocarriles agrícolas y económicos de la provincia.

-Me estás jodiendo.

-No, es el mismo.

¿Pero cuantos años tiene?

-El 29 de agosto cumplió 136 años.

-No puede ser. Ese hombre no tiene 80 años.

-Oíste hablar de Vilcabamba?

-Si, una zona de las pocas que hay en el mundo dónde la gente vive más de 100 años.

-Bueno, en Saturno la gente no envejece.

-Pero son todos viejos¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

-Así llegaron amigo, llegaron viejos y así están: viejos y saludables.

-Sabes cuales son las dos instituciones más importantes del pueblo para las que ofreceremos la obra en un rato?

-Ya no me animo a imaginar nada más. -le dije resignado a que me relaten cualquier suceso extraordinario.

-Un geriátrico y un hospicio psiquiátrico.

-Tiene alguna lógica, la gente no envejece, pero tampoco rejuvenece como Brad Pitt en la película.

-Exacto.

Llegamos al cine teatro de la sociedad italiana. El amigo se va a unir al grupo y la obra empieza casi de inmediato, actúan con las mismas ropas con las que llegaron.
Los que organizan son los internos del psiquiátrico. Venden las entradas, lo llevan a uno al asiento numerado. Te dicen algún piropo: -Usted es tan lindo como mi nieto Agustín que vive en la capital.
-No quiero sacar cuentas, tengo 57 años, esa será la edad de su nieto?
Me sientan al lado de un viejito italiano, que enseguida empieza a hablarme, habla en un cocoliche, pero le entiendo que es nacido en un pueblo del Piamonte. Y que puedo llamarlo Don Alberto.
-Y de donde es...? -me pregunta.
-De Lomas de Zamora. Bello pueblo, bello, yo he visto cantar a Gardel y a Corsini en el teatro Coliseo.
Y de memoria recita

Miro al passato, a i nostri bei vent’anni,
Quando, venendo a te, l’anima allegra,
Vergine ancor a tanti disinganni,
Per i sogni piú belli popolata,
Cercando un ragazza per un valzer
Trovammo quí la sposa
Madre dei nostri figli insuperata...

(Me dice que olvido al autor, que la poesía era más larga...)

-Pero usted era muy pequeño en aquella época, me atrevía a decir temerariamente.

-No crea, era un joven fuerte de 20 años, trabajaba de maquinista en el ferrocarril. Cuando llegamos no había más entradas, la gente se quedo afuera e io también. La gente pedía a Gardel, y Gardel salió al balcón y canto para nosotros, los que nos habíamos quedado afuera.

Empieza la obra, hacemos silencio. Sigo con un desconcierto que no para de crecer, pues no encuentro elementos para desmentir lo que esta ocurriendo.
El amigo es el mantequero de Arlt y toca timbre. Lo esperan un grupo de jóvenes aburridos que quieren divertirse con él. Una anciana se levanta y comienza a cantar en italiano. Puede que cante en dialecto pues no se le entiende nada. El amigo la va a buscar y la sube al escenario. Ella canta una y otra vez la canción, que parece una canción infantil.
Sólo entiendo y retengo el estribillo:
¡Io sono Pinocchioooo!

Luego la obra prosigue y es por cierto una versión muy libre, no podía imaginar al mantequero que no es ungido Coronel, sino Fiscal.
Y es un fiscal que se preocupa por pequeños hechos de corrupción. En el papel del Fiscal, mi amigo se ha puesto una peluca que lo acerca a Lennon y no a un miembro de la justicia. La acusada es una cajera de un supermercado y la acusan de haberse quedado con 25 centavos.
Se para una anciana e interrumpe:

-No la castigue señor Psiquiatra. Ella no tiene nada que ver. Acá esta la moneda que le faltó.
(Y levanta el brazo y el foco de luz la muestra a ella con su moneda sostenida entre el pulgar y el índice).

-Estaba en el piso del comedor esta mañana y yo la encontré, ella es inocente¡¡¡, la voy a devolver ahora mismo.
-El amigo reacciona y la va a buscar, a ella y su moneda que prueba la inocencia de la acusada. La moneda entra en la escena y el juicio se encamina a otro destino.
La obra continua. Esta por finalizar, el mantequero - fiscal esta por desencantarse.
Por descubrir una trama más del engaño.

Ahí comienza a cantar otro anciano:
¡caprichoso garibaldino trulalaaaa!

No lo puedo creer. Es la canción que mi padre cantaba cuando quería referirse a mi tozudez.
Mientras tanto en el escenario, el amigo y su grupo decidieron que esa canción era el mejor cierre posible para su obra de teatro. Subieron al pequeño anciano y cantaron todos mientras el público aplaudía. Creo que fue demasiado para mí y mi dificultad para emocionarme. Me levante sin antes dejar de estrecharle la mano a Don Alberto. Antes de salir, me detuve en la boletería y deje mi tarjeta para que se la dieran a Julián, escribí rápido en el reverso:

-Amigo, esta experiencia merece varios cafés, llámame cuando estés de vuelta por Capital, invito yo y sin discusiones. Abrazo. Powell.

En el horario que tengo el tren debe llegar en pocos minutos. Me parece escuchar a lo lejos el ruido de la locomotora y su silbato de vapor.
Increíble este pueblo. -Me digo. Hermosa experiencia. Prometo que volveré para conocer la Universidad del Viento.
Mientras tanto seguiré envejeciendo como cualquier persona.

En el andén esta Hércules, el jefe de estación.
- 93 años verdaderos ni uno más, yo no me quito la edad como la gente del pueblo... -Me dice
Me cuenta que es hijo de franceses y que antes de llegar a Saturno como jefe de estación trabajó en la compañía general, lo dice en francés "Une Compagnie Générale de Chemins en Fer de la Province de Bons Airs" y luego traduce: "Compañía General de Caminos de Hierro de la Provincia de Buenos Aires".

Dígame Don Hércules, ¿Que quiere decir la leyenda en varios idiomas que hay en el frente de la universidad?

¿Eso?
-Si.

-Dios los cría y el viento los amontona. Ese, es su lema académico.



*De Urbano Powell.



***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

 JOSE RAMÓN SOJO.

ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.

***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

PARADA KM 79

ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



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