*Foto: Mary Pickford Circa 1920 by Alfred Cheney Johnston
La gracia*
A veces, muy
raramente, un encuentro nos conmueve
de una forma
que no puede ser atenuada por el pensamiento
o el lenguaje.
Es que trae una memoria
de lo que fue
íntimamente conocido y deseado, pero ha sido
desplazado a un
lugar inalcanzable, de donde no sabría volver
a menos que una
persona -entre todas- lo llamara. Somos
criaturas
tímidas que no han hallado, en respuesta
a su
curiosidad, a su pasión por todas las cosas, más que daño
o rechazo. Como
animales que han luchado demasiado por su vida,
no sabemos qué
hacer con la alegría, y si llega,
seguimos
huyendo para salvarnos. Si lográramos vencer el terror,
si nos quedáramos,
podríamos recuperar algo
perdido hace
tiempo. La dicha más plena es una dicha física
y debería
producirse sólo una vez,
antes de que
conozcamos las palabras. Su regreso es siempre
un instante de
gracia que nos devuelve el amor con que un día
la materialidad
del mundo nos ha tocado.
*De Claudia
Masin.
LOS SUEÑOS DE AGUA CON AGUA…
*
Que la última
hormiga del planeta transporte la última hoja
hasta llegar al
último montículo de tierra
nosotros
antes de la
implosión
uterinos seres
del planeta tierra
blastocitos y
después
de la belleza
del cuerpo
camino de
animales astronómicos
una
constelación
y vos
parado en el
último planeta
a punto de
saltar hacia otra galaxia
y yo orbitando
por el universo
oscuro hasta alcanzar
pupilas de
animal diminuto
profundidad de
ojos libélula
vos
que ves mi
mirada impregnada de luces de noche
y el pelo
desastre feliz
por mi modo de
caminar y de hablar
de reír y de
hacerlo juntos
me ves
increíble decís
pero yo me
siento
caracol
deshabitada
sin lugar entre
los animales del camino astronómico
que tengo que
abrir la cajita de insectos encantadores
para recordar
recordarme
los filamentos
plateados
la iridiscencia
de pelitos
caricias en la
cara
alas rozándome
los hombros
ojito insecto
mirándome de frente.
Avanza
mi eclipse
siento que sos
mi sueño
libélula azul
arco del sol
movimiento
aparente de estrella
y yo quieta.
Quizá pueda
recobrar la
noche
lo que es de la
noche
qué será de mí
cuando
el sol haya
finalizado su arco
mañana
por dónde
saldrá
y otro intento
de ser yo quien
salga a volar
pienso entonces
en el planeta
errante
habitado por
mis días
y un final
de tarde con
marea viva
arrancándome
los sueños de agua con agua
y yo recostada
en la arena
y las alas
chiquitas
mojadas
al aire.
*De Lorena Suez. lorenarsuez@gmail.com
-Lorena Suez es Lic. en Ciencias de la
Comunicación y Psicóloga Social. Participa en los talleres de Siempre de Viaje
y en los eventos de Viajera Editorial desde el año 2012. Forma parte de la
Antología compilada por Virginia Janza, Tetas. Historias de Pecho, con su
relato “Desde el Mandarino” (Textos Intrusos 2015).
-Publicó
recientemente Intemperie. Por Viajera Editorial.
-2016-
Mujer en el
Balcón*
Asomándose a la
ventana, hacia la izquierda, más allá de cables y ramas, el hombre alcanza a
divisar el balcón de una vieja construcción de tres pisos, tal vez un hotel de
cuarta categoría, tal vez una pensión. En el balcón hay macetas y ropa tendida.
A veces, a través de la puerta que da al interior, en la penumbra de la
habitación, se adivina el temblor de una llama: un calentador, la hornalla de
una cocina. Todos los días, hacia el atardecer, aproximadamente a la misma
hora, en el balcón aparece una muchacha embarazada. Mira el cielo y la ciudad
como si acabara de descubrirlos. Es muy flaca, morena, de cara aindiada. Debe
andar por los nueve meses de embarazo y se desplaza trabajosamente de un lado
al otro, lenta, cuidadosa, la espalda echada hacia atrás, contrarrestando el
peso de su gran panza. Recorre el balcón de un extremo al otro igual que si
estuviera inventariando una vasta propiedad. Con la mano derecha roza la ropa
tendida, las plantas de las macetas, el parapeto del balcón. Esta ceremonia,
este reconocimiento o saludo diarios, le llevan largos minutos. Después la
muchacha desaparece en la habitación y regresa arrastrando una silla. Entonces
se sienta. El hombre sabe que ya no se moverá y permanecerá ahí, la vista fija,
las manos abandonadas sobre el regazo, hasta que se haya hecho de noche. En
algún momento comenzará a hablar sola. Al hombre le gusta imaginarse el largo
discurso de la muchacha. Le pone palabras, inflexiones, fantasías, proyectos.
Deja la ventana y vuelve a sus cosas. De tanto en tanto se acuerda, se asoma y
comprueba que ella sigue allá, hablando y hablando. Es placentero espiarla
discurrir con el aire. Es como usurpar un secreto, como cometer un robo.
Alrededor, la ciudad hierve de calor, de motores y bocinas. La muchacha habla.
A veces, una de sus manos vence la inercia, se eleva y dibuja en el aire un
gesto breve y definitorio. Se iluminan algunas ventanas. La calle se tranquiliza.
Ella sigue sentada en la oscuridad. Seguramente hablando. Por fin alguien
llega: el compañero de la muchacha embarazada. Se saludan, entran, encienden la
luz. Eso es todo. Esa es la historia de cada día.Esta tarde ocurre algo. Desde
un techo, desde una rama, aleteando torpemente, cae un pájaro y aterriza en el
balcón. El hombre piensa que se trata de un pichón en su primer intento de
vuelo. Después se dice que quizá no sea época de pichones. Lo cierto es que
ahora en el balcón se encuentran la muchacha embarazada y el pájaro que acaba
de caer. Igualmente asombrados, igualmente torpes. La muchacha levanta el
pájaro, desaparece y vuelve con un vaso de agua y un pan. Se sienta. Mete un
dedo en el agua y colocándolo sobre el pájaro intenta dejarle caer algunas
gotas en el pico. Después le ofrece migas de pan. Finalmente apoya el pájaro
sobre su vientre prominente y maduro, y lo acaricia. Y comienza a hablar. El
hombre, desde su ventana permanece atento. Comienza a oscurecer. La figura se
desdibuja y es como si llegara de otras épocas, de días lejanos en el pasado,
de días por venir: una muchacha intemporal acariciando un pichón de pájaro o un
pájaro herido o un pájaro distraído. Hay rubores en el aire cálido de la
ciudad. A la memoria del hombre que espía acuden, sin buscarlos, los versos de
viejo poeta peninsular (a los que, hace muchos años, el trovador oriental Taco
Muñoz le pusiera música). Los recita mentalmente mientras observa el pausado y
mecánico movimiento de la mano de la muchacha que acaricia el pájaro: “La
dulzura/ el aire duro de esta nueva primavera/ tu presencia que ronda mi vida
como un soplo/ ahora que en vos/ inocente/ inexorable como el destino de los
mundos/ alienta subterránea/ la vida”. La última luz del día envuelve el
balcón, luz lenta, dulce, silenciosa, luz que indudablemente conoce su camino,
luz todavía suficiente para revelar y homenajear, luz que busca a la muchacha,
la acaricia y la viste con el ropaje más adecuado. Y pasan los minutos. Y se
hace noche. Y después llega el compañero de la mujer que espera un hijo y habla
sola.
-De “Gente
del Bajo”
*De Antonio
Dal Masetto.
(Intra, 14 de
febrero de 1938 - Buenos Aires, 2 de noviembre de 2015)
23.*
Agua y piedra
pueden ser la combinación perfecta. El alma del río está guardada allí, entre
las dos. Donde el sonido de una sobre otra invade todo y se lleva las voces de
quienes amamos.
*De Valeria
Cervero. valecervero@hotmail.com
No me viste
venir*
No me viste
venir
ahora decís que
sí, ahora después
del rayo que cayó
en tu cabeza y te iluminó
por completo
No me viste
venir porque llegué antes
antes del
resplandor, antes del estruendo, antes del agua
llegué mucho
antes y me divertí observándote
estabas
desganado
esperabas algo
no sabías qué
andabas
atrapado en tu cuerpo
puro humano
desconocido, pura idea incompleta
te vi excavando
el suelo con tus pies
en el mismo
lugar
de un lado a
otro
en el mismo
lugar
me divertí no
por esto
(esto me dolía
en el plexo solar, me nublaba la boca)
me divertí porque
era necesario
por lo
invisible que se activaría ni bien te tocara
degusté
el momento
ínfimo antes del cambio
radical en vos
en el cielo que
estalla, se parte y hace agua
te miré
casi hundirte,
atravesar la madera,
rumiar
oraciones inconclusas, devastantes
te vi vaciarte
de sentido y ya
no pude más
No me viste
venir pero sentiste
mi roce
los pelitos de
tu brazo
erizados
un escalofrío
delicioso recorrió tu espalda
la electricidad
te invadió
"Parece
que se larga", decían preocupados a tu alrededor
"Cerrá
estas ventanas, trabá la puerta" pero vos ocupado
en nacer otra
vez
los músculos
trabados, la sangre correntosa, el corazón veloz, la lengua humectada
remolino de
voces y pasos a tu alrededor pero vos
salías del
pozo, te estirabas
olías agua
olías luz
caminaste
seguro, trabaste postigos, puerta de entrada, pero vos
quedaste del
otro lado
la casa afuera
vos adentro de
vos
a la intemperie
conmigo.
Te mojé por
completo, te reías como un niño en carnaval
cortinas y
cortinas de agua, agua fresca
tormenta clara,
impetuosa de verano
era una fiesta
el cielo
en el anochecer
amoratado se amancebaban los colores
acuarelaban las
primeras estrellas o eran tus ojos
de pronto tan
negros como si te hubieras robado la noche
rayos
resplandores
titilaban esa túnica tornasolada y luego
explosión
o era el
percutir de tu corazón amplificado
el fuego de
dónde salía
destellante
el agua
alumbrando un verdor nuevo
brotes tiernos,
frescos
tanto perfume
ebrio de verde
manzanilla que
destila pizcas dulces
hierba salvaje,
crecida, envolvente
lluvia de hojas
desprendidas que se mueven enloquecidas en el aire
ese vendaval
que arrastró tu ropa como vendas
en carne viva
quedaste, vivísima, sensacionada por entero
y te reías
pude oírte aún
entre tanto artificio de agua
te reías y
abrías la boca
te dejabas
mojar por dentro
te volvías poco
a poco
transparente
y en lo
invisible me veías como si fuera un sueño o una pintura abstracta animada
hicimos que
nuestras manos coincidieran
el espacio
estaba roto
la rendija abierta
no me viste
venir
pero me tomaste
en la tormenta
en la tempestad
del verano vertido en agua.
Silencio
quietud
bajo la pátina
brillante de la lluvia pasada
todo parece
inmóvil.
Eso que arde
nosotros.
*De Karina Macció.
karina@siempredeviaje.com.ar
- Km. 2017 -
CADA PRIMERA
VEZ*
Me resigno a
que sea ésta la última vez en que el milagro se de, en que la maravilla
acontezca. Buscaré tus ojos, y será tu mirada, será la primera vez en que sea
mirada, será la constatación de la correspondencia, y tu voz dirá las palabras,
y tus manos me acariciarán con la perfecta seguridad del deseo. Todo lo
guardaré como acto inicial, como justificación de mi existencia. Me buscaré en
tu cuerpo, me encontraré en vos completa y feliz, imagen minúscula de camafeo,
miniatura atesorada de mi reflejo en tus ojos.
Seremos felices
recontando para el otro los saldos de nuestras vidas, evocando niñeces y
sucesos olvidados. Te hablaré de aquella vez que, y de aquella otra en que, y
me escucharás ávidamente, agradeciendo mi confidencia.
La vida en
común será la exploración de una selva virgen, entre los dos cortaremos las
lianas que cierren los caminos, desmontaremos el lugar de la edificación de
nuestro hogar. Levantaremos paredes contra la intemperie, crearemos bromas y
palabras sólo para nosotros, nos asiremos con un lenguaje compartido y
prescindiremos de las explicaciones.
En lo cotidiano
llegará la dulzura del abrazo, la confortable costumbre del cuerpo recién
descubierto y casi ajeno pero milagrosamente próximo. Dibujaré mis brazos en
torno a tu figura, serán mis brazos nuevos.
Después la
costumbre será costumbre. Ya no estaré en tus ojos, será el fastidio de oir
otra vez la misma conocida historia, la broma repetida que ya no causa gracia.
Después vendrá
la inútil repetición, la furiosa búsqueda de lo que fue y no puede volver.
Noche tras noche agotaremos las ansias de aprehender la felicidad, retorceremos
la cuerda, mentiremos instantes que no son el instante, pero fingiremos creer
que creemos.
Cuando ya no
sea posible, cuando el engaño sea tan evidente que las repeticiones se vuelvan
vergüenza y traición, será el momento de encontrar de nuevo la mirada la
caricia el completo ser en otros ojos, otras manos, otra voz.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Los espejos se
apagan...*
...consumen
instantes que ya fueron.
Ante el hecho
irrefutable
se me aturden
los ojos de mirar presentes
deseados
que no son.
Entonces
huye de mi
pecho un color despavorido.
Sopla el viento
su flauta de sal
- igual a hoy-
En el
transcurso de cada día
justo en la
hora del ocaso y la soledad
es
cuando
dejo
de
pertenecerme
salgo de los
espejos...
y los recuerdos
me dividen.
*De Miryam
Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
Lumumba*
*Por Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Seguramente en
aquellos años los tiempos avanzaran más lentos.
Era el año 1960
y el mundo asistía, impávido, a un desatinado desafío: un joven abogado negro
de 30 años en el Congo Belga, Patrice Lumumba, de él escribo, había logrado la
increíble hazaña de que hombres y mujeres de su raza votaran por primera vez en
elecciones libres, y que además las ganaran. Los belgas, que nada tienen que
envidiar en ferocidad a otros imperialistas, aceptaron en principio el
veredicto popular. Había nacido la República Democrática del Congo. Pero el
mismo día de la asunción del nuevo gobierno, empezaron los problemas. Kasabuvu,
el presidente que asumía llevando a Lumumba como primer ministro, dirigió un
discurso al Parlamento consensuado con los belgas que no movieron sus
ejércitos, donde agradecía la posibilidad de que los que nunca habían votado lo
hicieran.
Lumumba, que
por protocolo no debía hablar, cuando el presidente terminó, se levantó de su
asiento y dio una encendida arenga y remarcó que ellos, los negros, nada le
debían a nadie, porque se lo habían ganado con los mártires que quedaron en el
camino y esa sangre no se negociaba. Y allí mismo selló su destino.
Este joven,
brillante abogado, pertenecía al movimiento panafricano y era un gran lector
del psicoanalista y escritor caribeño Frantz Fanon, quien escribió un libro
titulado Los condenados de la tierra, biblia de aquella generación y también de
la mía. Lumumba había fundado el Movimiento Nacionalista Congoleño, como
llamaba a su partido.
Fieles a las
simplificaciones de la Guerra Fría, el mundo empresario y político lo encasilló
como mefistofélico (que se le nota en los ojos, decían los diarios) y lo
tildaron de comunista. Él insistía en que era un nacionalista que luchaba por
imponer una política más justa en su país. Para probarlo, apenas elegido viajó
a Estados Unidos en busca de ayuda: ni siquiera lo atendieron. Mientras,
hicieron el movimiento típico, el poder belga, que conservaba el control
absoluto del ejército, uno de los más siniestros de todos los tiempos,
"otorgó" la independencia a dos provincias que no respondían al
gobierno de Lumumba. Entonces, hizo una visita a la Unión Soviética.
Todo esto
sucedía cuando yo tenía 14 años, asombrado sobre la parsimonia y la paz
bucólica de mi pueblo. Curiosamente, me viene a la memoria esta experiencia. Yo
era el único que defendía al joven abogado en mi pueblo.
En ese tiempo,
ayudaba en la sodería del inefable Mono Boccolini que noviaba con mi prima
Gladys, luego su esposa y madre de sus hijos. Yo lo quería tanto que para mí
siempre fue mi primo, así lo recuerdo. El verano se extendía como un saurio
entredormido y nosotros no dábamos abasto ante tanta demanda.
El fenómeno
Lumumba atravesaba todas las conversaciones y discusiones políticas donde yo
atrevidamente "metía la cuchara", como me advertían los mayores. Y
cuando entrábamos a un bar a dejar soda, donde solo había muchos hombres no
haciendo nada, mi primo advertía en tono de broma: "ojo, que aquí traigo a
Lumumba". Y allí iba yo con mi módica fama de contestatario y ya jugado en
lo que admiraba en un hombre: el abogado congoleño había estado preso por
defender sus ideas y eso me parecía fascinante. Aunque yo ya leía libros,
apenas serían las novelas de Salgari y de Verne, y mis convicciones partirían
tal vez de las charlas con mi padre quien se refería irónicamente a Estados
Unidos como "el país de la democracia".
La fábrica de
soda estaba en la vereda del colegio secundario y del Club Social, a veces yo
me quedaba a llenar sifones y mi primo hacía el reparto. Una de mis funciones era
levantar el pedido del club.
Una mañana
entré y el conserje, un buen tipo llamado Trentini, me saludó jocoso.
--¿Qué hacés,
Lumumba? -me dijo.
--Venía a ver
cuántos sifones necesita hoy -y mientras él se escurría bajo el mostrador para
contar los vacíos, yo vi el diario abierto sobre una mesa circular que se usaba
para jugar a los naipes.
Había en
primera plana una gran foto de Lumumba y escrito el título catástrofe: mataron
a Lumumba. Y en un costado de la foto, en un borde blanco y visible, una mano
anónima había dibujado un gran cuchillo dirigido a la foto y la frase macabra:
"Al fin muerto".
Muchas veces
pensé qué mente llena de odio racista pudo ser capaz de tal felonía. Eso que yo
viví en el Club Social de mi pueblo, por desgracia, no ha desaparecido. Y de
vez en cuando revive retorciéndose como una víbora en el aire y se cierne
siniestro sobre todos nosotros.
*
Amor; exiliada
de tu estación
me doy cuenta
que hay en mi
costado
un vacío
que duele.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
Todo brilla en
el mundo mientras se pierde el significado en la misma medida en que crece el
resplandor.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
InvenTREN
LA REPARACIÓN*
He soñado una y otra vez en tantos años con el tren que debía tomar y no
tome a mediados de 1978.
No tenía un buen minuto. Hacía una semana que me habían liberado de un
campo de concentración de la dictadura. Caminaba aterrado de que me volvieran a
meter adentro.
Sabía de memoria que tenía que tomar el tren en La Plata y el nombre de la estación en la que debía bajar. En un bollo de papel tenía la dirección de la casa de los viejos de Eleonora. No tenía un buen minuto, si me paraban en la estación los milicos solo por la cara de miedo o preguntaban porque iba a ir a un lugar en medio del campo llamado Álvarez de Toledo no sabía ni que decirles. Mi casi novia esta secuestrada y voy a avisarles a los padres que sigue adentro en tal campo no era muy acorde a la época.
Sabía de memoria que tenía que tomar el tren en La Plata y el nombre de la estación en la que debía bajar. En un bollo de papel tenía la dirección de la casa de los viejos de Eleonora. No tenía un buen minuto, si me paraban en la estación los milicos solo por la cara de miedo o preguntaban porque iba a ir a un lugar en medio del campo llamado Álvarez de Toledo no sabía ni que decirles. Mi casi novia esta secuestrada y voy a avisarles a los padres que sigue adentro en tal campo no era muy acorde a la época.
Sólo tenía decidido tirar el bollo de papel si veía tipos de uniformes
pidiendo documentos, el resto era la mente en blanco o peor aún: llevar las
imágenes y el olor de la mazmorra que seguía impregnado en mi cuerpo.
Pero no fui. Apenas vi el edificio de la terminal del Provincial con un
Falcón verde estacionado pegue la vuelta. Me quede en casa encerrado durante
meses. Como un buen niño de casi 18 años obedecí el ruego de mis padres de
estar bajo su mirada protectora.
Después pasó la universidad; la beca para irme a Estados Unidos. Allá
estoy. Establecido en Bonita un pequeño pueblo de California y con un buen
trabajo.
Supe años más adelante que Eleonora estaba viva, que había egresado de
su carrera. También se había ido del país. Trabajaba para un organismo
internacional para un programa para el rescate y protección del orangután en
Tailandia.
Pero es como si el tiempo no hubiera pasado. Es Eleonora y su rostro de
niña riéndose de cualquier pavada incluso de mis chistes malos.
Un día, -de la nada- me dijo: -vos sos pasto para las histéricas.
No hubo otra explicación de ella ni preguntas de mi parte -solo un pequeño silencio- luego seguimos leyendo el texto de Pitirim Sorokin cuyo nombre y apellido nos generaba risueños malentendidos.
No hubo otra explicación de ella ni preguntas de mi parte -solo un pequeño silencio- luego seguimos leyendo el texto de Pitirim Sorokin cuyo nombre y apellido nos generaba risueños malentendidos.
Pero lo de "pasto para las histéricas" quedo inamovible,
tantas otras cosas fueron a parar al abismo o al olvido, pero aquella frase no.
Como un gran enigma sin solución o una profecía que se corroboro con los años
en mi propia vida.
Una vez, ya instalado en el centro de investigación y desarrollo
genético, propuse la idea de modificar el pasto para lograr una leche vacuna
con propiedades para cambiar o suavizar la histeria tanto de hombres como de
mujeres.
Mis colegas se rieron largamente, estaban acostumbrados a mis chistes,
ni consideraron la posibilidad de que sea un delirio.
-No hay conexión entre perfiles genéticos e histeria.
Además con tantos desafíos por delante quien iba a respaldar que se incluyera un tema como la histeria que parece bien claro de la psicología.
Además con tantos desafíos por delante quien iba a respaldar que se incluyera un tema como la histeria que parece bien claro de la psicología.
Sin embargo cada tanto y contra casi toda la evidencia disponible vuelvo
a insistir con trabajar esa línea. Por esa fe que me quedo en Eleonora a quien
le otorgo una lucidez maravillosa o porque creo en las ocurrencias imaginativas
y delirantes como fuente de inspiración del conocimiento científico.
Ahora voy a intentar reparar esa parte de mi historia que sigue clavada
como una astilla de dolorosa culpa en mi cuerpo. Y verla a Eleonora, dando una
charla sobre su experiencia en la preservación del orangután. Sucederá en la
ciudad cabecera cercana a su pueblo natal.
Tengo una disculpa para darle y -si puedo- le preguntare por lo de "pasto para las histéricas".
Tengo una disculpa para darle y -si puedo- le preguntare por lo de "pasto para las histéricas".
Ya saque el ticket, el tren sale en 30 minutos de la terminal del
Provincial en La Plata con el curioso nombre de "El amante ingenuo y
sentimental"
*De Eduardo
Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL
CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO. ISIDRO
CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM 12. LA
SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A.
BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE. ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR
OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY. ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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