*Dibujo de Erika
Kuhn.
Ellos y el
Universo*
Cuando la
imagen de la desdicha de una familia puesta delante de nuestros ojos era
irreversible, le pregunte a Kalman si tenía alguna buena historia que dejara
pequeña a la soberanía de la muerte.
Kalman se quedo
pensativo, había pasado muchas horas de vuelo para apenas llegar a ver a
Esteban nuestro amigo de juventud adentro de un ataúd. A punto de ser enterrado
en un cementerio privado.
Estábamos
pisando lápidas con nombres de personas desconocidas bajo un cielo gris que por
momentos se acercaba como llovizna.
-Sí. Tengo una
historia justa para achicar la importancia de la muerte.
Lo relató un
arqueólogo. El hombre participa de un equipo que desarrolla una investigación
en cuevas a las que se accede desde la ciudad de Dubrovnik. Son cuevas que ya
habían sido bastante estudiadas en el pasado. La data de actividad humana
realizada por carbono 14 muestra presencia desde veinte mil años atrás.
En este nuevo
estudio se realizaron sorprendentes hallazgos que fueron interpretados en el
primer momento como independientes pero ahora están siendo pensados -al menos
como hipótesis- en conjunto.
Las
excavaciones que se realizaron hace más de una década habían hallado piezas de
cerámica de unos 15.000 años. Uno de esos pedazos había quedado bajo la mirada
curiosa de aquel equipo científico, era parte de un objeto desconocido y
aparentemente inútil para aquel grupo humano primitivo que habitaba allí, no
era vasija ni urna funeraria.
La
reconstrucción digital de los pedazos daba una imagen similar a una mascara con
aperturas para ver y respirar. Quizá era este el primer casco inventado como
forma de defensa ante presumibles garrotazos de grupos hostiles.
El equipo en el
que colabora el arqueólogo hizo otro descubrimiento que resignifica la lectura
de los trozos de cerámica.
En otra cueva,
cuya ubicación se mantiene discretamente oculta para preservarla se hallaron
pinturas y huesos tallados con imágenes con la misma data AP de los pedazos de
cerámica en cuestión.
Son imágenes de
la vida de los habitantes de esas cuevas: escenas de cacería de animales,
mujeres talladas tipo Venus. Lo sorprendente fue el reciente hallazgo de
pinturas de humanos teniendo sexo montándose como lo hacen los mamíferos de
cuatro patas. Las mujeres representadas con enormes pechos colgantes. Los
científicos quedaron admirados por aquellos antepasados que representaban al
sexo y la procreación de nuestra especie como forma de derrotar a la muerte.
Otro gran descubrimiento fue observar que algunas de esas figuras humanas
representadas en el coito llevaban puesta en su cabeza ese casco -o lo que
fuese- similar al que se reconstruyo a partir de los pedazos de cerámica. La
lectura inicial de los antropólogos suponía que hombres considerados
"vencedores" podían tener sexo con las mujeres otro clan o tribu
rival "vencido". Un detalle falseaba esta hipótesis, también había
mujeres representadas con ese ¿casco? puesto teniendo sexo con hombres
desprovistos de ese objeto en su cabeza.
La duda inicial
los llevo al tiempo a descartar que esa cerámica fuese parte de una defensa de
guerreros o una máscara ritual.
La hipótesis
que siguió los llevaba a pensar que ese grupo humano representaba su relación
-incluso sexual- con otros provenientes de una civilización
"técnica". La cerámica sería entonces una imitación -digamos- de una
escafandra de seres llegados del espacio sideral. O -porque no- parte del
atuendo de viajeros en el tiempo provenientes de este mismo planeta.
No hay, cómo te
imaginaras, ninguna conclusión en los estudios en marcha. A Esteban le hubiera
gustado conocer esta historia. Más aún por título del proyecto bajo el cual se
sigue investigando: "Ellos y el universo"
ANTES DE SER SÓLO PARTE DEL VIENTO…
-Textos de Eduardo Francisco Coiro.
El hada del humo
Hace ya un
tiempo –era otoño- en las derivas fantásticas de una conversación le preguntaba
a Kalman si cree que existen hadas en el humo.
Son hadas
–intente explicarme- que apenas se dejan ver mientras el humo forma
dibujos breves antes de hacerse plenamente invisible en el aire.
Antes de ser
sólo parte del viento.
Kalman tenía
padres y abuelos nacidos en la Europa central. Ha escuchado de ellos algunas
leyendas populares que se transmiten en forma oral. Sus abuelos vivieron en
Sniatyn que al tiempo del nacimiento de sus padres quedaba en Polonia y al
presente en Ucrania. Allí se mezclaban en extraordinario sincretismo creencias,
leyendas, idiomas. Sus abuelos paternos hablaban Idish pero las hadas que los
mayores del pueblo relataban a los niños para encantarlos o asustarlos eran
polacas.
-Si no recuerdo
mal - dice Kalman- había un Hada que podía transformarse en lo que quisiera,
¡incluso ser humo!
La Czarodziejka
podía estar en cualquier parte y no ser reconocida incluso ser un repollo o
vivir en el tronco de un árbol.
Alguna vez el
viejo Wojciech dijo que si se juntaban dos hombres a fumar con sus pipas en un
claro del bosque bajo la luz de las estrellas. Ella tomaba la forma de una
seductora mujer y desprendida del humo les dejaba ver su sonrisa. Los hombres
de la pipa sabían desde niños que era un maravilloso acontecimiento. Quizás una
única vez en la vida. Pero la leyenda les advertía que si la buscaban por el
bosque se extraviarían sin remedio a un tiempo desconocido.
Así que se
quedaban allí mismo sin moverse fumando sus pipas, dejaban que la Czarodziejka
siguiera su paso de encantamientos bajo una noche estrellada por aquel bosque que
ahora mismo queda en Ucrania.
WRÓZKA
La lluvia
golpeaba con furia el vidrio. Hilitos de agua chorreaban e inundaban el piso.
Enseguida mis zapatillas gastadas comenzaron a chapotear en agua.
Me levanté
resignando la ventana y busqué una mesa del lado de la pared ciega.
Y allí, justo
arriba de esa mesa doble algo escondida, sólo equipada de un cenicero de lata
con la marca "Cinzano" grabada. Estaba la placa de bronce y una foto.
En la placa se
leía: En esta mesa se sentaba Slawek Klepka. Un hombre de bien. Un inventor.
Tus amigos.
Noviembre de 1997.
La foto donde
el hombre -altísimo por cierto- posaba junto a sus amigos con un invento cuya
utilidad no pude discernir. Más tarde le pregunte al mozo: -Es una moledora de
café a cuerda- estuvo unos años, después la hija del inventor la vino a pedir,
estaba reuniendo inventos para hacer un museo en su casa.
El mundo a
veces es sorprendentemente chico. En uno de sus viajes anuales a visitar a la
familia Kalman sacó un cajón lleno de fotos y nos armo a los amigos presentes
su árbol genealógico. Hasta que llegó a esa foto…
-Este es uno de
los tíos de mi madre.
Y era el mismo.
El mismo hombre que compartió habitación con mi padre cuando lo habían operado
de hernia. No pude evitar compartir ahí mismo el recuerdo de aquella larga
noche. Mi padre estaba saliendo de la anestesia, mi tarea consistía en que no
intentara levantarse y se cayera de la cama. Estaba bien. Ni siquiera le habían
puesto un suero.
Al tío abuelo
inventor de kalman lo cuidaba su única hija. La mujer necesitaba contarle a
alguien quien era, o más bien quien había sido su padre.
-Se esta
muriendo. -Me dijo respondiendo a una mirada mía que la invito a hablar.
Ese hombre
gigante que estaba casi sentado en la cama y que por momentos llamaba a su hija
y luego entraba en un sopor y luego volvía una y otra vez a hablar en un idioma
que yo jamás había oído.
Era una
letanía. Parecía -luego su hija lo confirmó- una misma frase dicha una y otra
vez.
Esta hablando
en Polaco. -Me dijo.
Después sin que
yo la pudiera ayudar con alguna pregunta, comenzó a relatarme cosas que con
enorme dificultad pude sacar del abismo del olvido. El hombre había sido
artillero durante la segunda guerra mundial. Condecorado por su ingenio para
reparar armas y cualquier engendro mecánico que estuviera a su alcance. Luego
de la guerra el hombre preparo su maleta y se vino a la Argentina.
Entro a
trabajar en una fábrica y más adelante en otra. Conoció a su mujer, se casó y
de esa unión había nacido ella a quien ahora le tocaba acompañarlo en su
despedida.
Hasta la
jubilación había sido el mecánico de la fábrica, el que resolvía casi todo. No
solo trabajaba de lunes a sábado sino algunos domingos cuando hacía extras y lo
esperaban hasta media tarde para almorzar en familia.
No sólo
trabajaba en la fábrica, como mi padre cuando llegaba a su casa seguía
trabajando.
El hombre tenía
un taller en su casa donde reparaba motos y cuando no tenía trabajo con las
motos armaba sus invenciones. Su última creación había sido un triciclo motor
con sidecar que le permitía viajar por el barrio superando el menor equilibrio
que tenia por su edad. Lograba que su nieto lo lleve a dar una vuelta o lo
acompañe a hacer las compras.
Sus invenciones
tenían un eje: el hombre odiaba a las pilas por contaminantes y desconfiaba de
la electricidad como fuente de casi todos los equipamientos domésticos, así que
él quería que los artefactos funcionaran con un complejo sistema de engranajes
y a cuerda -al menos esa es la idea rudimentaria que entendí en su momento-.
En aquella
larga noche, en un momento me atrevía a preguntar que quería decir en su lengua
madre.
-Esta llamando.
Pide que lo vengan a buscar. -Me contestó la mujer.
Recordé que le
pedí que anotará en uno de los cuadernos que viajan conmigo la frase escrita en
polaco.
Cuando volví a
casa después reencontrarme en ese bar con la placa al tío abuelo de Kalman
revolví estantes hasta que encontré aquel cuaderno con su fecha escrita en la
tapa: septiembre/octubre del 97. Y ahí estaba, casi imposible de reproducir con
la tipografía disponible en el teclado: "WRÓZKA SZCZESCIA" pero la Z
de WRÓZKA tenía un puntito como el que lleva la "i"; y en SZCZESCIA
la "E" tiene una colita que serpentea hacia el renglón de abajo, y
sobre la última "S" hay un acento que la máquina no me acepta.
Más abajo dice
con mi letra "en polaco no hay artículos".
No mucho más
quedo de aquella noche.
Una y otra vez
puedo volver a escuchar a ese hombre diciendo su letanía entre gemidos.
Recuerdo cuando
la luz del amanecer se filtraba por las persianas, y con la voz en angustia la
mujer se animo a traducir a su padre para que lo supiera, e inesperadamente
alguna vez lo pudiera escribir:
-Quiere que lo
vengan a buscar. No quiere a la muerte, sino a la "WRÓZKA SZCZESCIA":
"El Hada
de la Felicidad"
El ciruelo del
mundial
Cada mundial
vuelvo a recordar la historia del árbol en el fondo de la casa de los padres de
kalman.
Porque el
secuestro ocurrió al principio del mundial de la dictadura.
Quizá será por
la tapa del libro, que conservo desde aquella época.
La hoja suelta
y maltrecha de la tapa de papel de "EL ESTADO Y LA REVOLUCION " V.I.
LENIN. PEQUEÑA BIBLIOTECA MARXISTA LENINISTA
En la
desesperación el padre polaco de Kalman había enterrado todo lo que encontró en
la pieza de sus hijos.
Solo se había
salvado la colección de mecánica popular y el diccionario.
La imagen de su
rostro recién retornado del chupadero. Su cara, nunca voy a olvidar su cara
aunque la imagen este desgastada por las décadas transcurridas.
A los 20 años
Kalman había envejecido de golpe: era un muchacho ojeroso con una tristeza
madre instalada en la mirada. Me recibió sentado en una habitación
deliberadamente sombría, como si sus ojos acostumbrados a semanas en la
mazmorra no toleraran la luz.
Me dio la hoja
suelta: -Llevalo de recuerdo, es lo único que quedo de la biblioteca.
De su
biblioteca enterrada yo sólo había leído "Para leer al Pato
Donald"
Después se
largo con el relato del secuestro y lo que soportó en ese campo clandestino.
A menudo pienso
en él, más aun cuando se acerca un mundial.
Cuando volvió a
su casa, fueron con los viejos a un vivero y compraron un ciruelo bastante
crecido.
Fue una
ceremonia familiar plantar el ciruelo sobre el bulto de los libros enterrados
en la quinta.
La dictadura
pasó, años después volvieron a discutir si tenían que desenterrar los libros,
el árbol había crecido y ya daba sombra.
Fue Kalman el
que decidió: -dejémoslo tal cual, parece que las raíces están bien alimentadas.
LA REPARACIÓN
He soñado una y
otra vez en tantos años con el tren que debía tomar y no tome a mediados de
1978.
No tenía un
buen minuto. Hacía una semana que me habían liberado de un campo de
concentración de la dictadura. Caminaba aterrado de que me volvieran a meter
adentro.
Sabía de
memoria que tenía que tomar el tren en La Plata y el nombre de la estación en
la que debía bajar. En un bollo de papel tenía la dirección de la casa de los
viejos de Eleonora. No tenía un buen minuto, si me paraban en la estación los
milicos solo por la cara de miedo o preguntaban porque iba a ir a un lugar en
medio del campo llamado Álvarez de Toledo no sabía ni que decirles. Mi casi
novia esta secuestrada y voy a avisarles a los padres que sigue adentro en tal
campo no era muy acorde a la época.
Sólo tenía
decidido tirar el bollo de papel si veía tipos de uniformes pidiendo documentos,
el resto era la mente en blanco o peor aún: llevar las imágenes y el olor de la
mazmorra que seguía impregnado en mi cuerpo.
Pero no fui.
Apenas vi el edificio de la terminal del Provincial con un Falcón verde
estacionado pegue la vuelta. Me quede en casa encerrado durante meses. Como un
buen niño de casi 18 años obedecí el ruego de mis padres de estar bajo su
mirada protectora.
Después
vinieron la universidad, la beca para irme a Estados Unidos. Allá estoy.
Establecido en Bonita un pequeño pueblo de California y con un buen trabajo.
Supe años más
adelante que Eleonora estaba viva, que había egresado de su carrera. También se
había ido del país. Trabajaba para un organismo internacional en un programa
para el rescate y la protección del orangután en Tailandia.
Pero es como si
el tiempo no hubiera pasado. Es Eleonora y su rostro de niña riéndose de
cualquier pavada incluso de mis chistes malos.
Un día, -de la
nada- me dijo: -vos sos pasto para las histéricas.
No hubo otra
explicación de ella ni preguntas de mi parte -solo un pequeño silencio- luego
seguimos leyendo el texto de Pitirim Sorokin cuyo nombre y apellido nos
generaba risueños malentendidos.
Pero lo de
"pasto para las histéricas" quedo inamovible, tantas otras cosas
fueron a parar al abismo o al olvido, pero aquella frase no. Como un gran
enigma sin solución o una profecía que se corroboro con los años en mi propia
vida.
Una vez, ya
instalado en el centro de investigación y desarrollo genético, propuse la idea
de modificar el pasto para lograr una leche vacuna con propiedades para cambiar
o suavizar la histeria tanto de hombres como de mujeres.
Mis colegas se
rieron largamente, estaban acostumbrados a mis chistes, ni consideraron la
posibilidad de que sea un delirio.
-No hay
conexión entre perfiles genéticos e histeria.
Además con
tantos desafíos por delante quien iba a respaldar que se incluyera un tema como
la histeria que parece bien claro de la psicología.
Sin embargo
cada tanto y contra casi toda la evidencia disponible vuelvo a insistir con
trabajar esa línea. Por esa fe que me quedo en Eleonora a quien le otorgo una
lucidez maravillosa o porque creo en las ocurrencias imaginativas y delirantes
como fuente de inspiración del conocimiento científico.
Ahora voy a intentar
reparar esa parte de mi historia que sigue clavada como una astilla de dolorosa
culpa en mi cuerpo. Y verla a Eleonora, dando una charla sobre su experiencia
en la preservación del orangután. Es en la ciudad cabecera cercana a su pueblo
natal.
Tengo una
disculpa para darle y -si puedo- le preguntare por lo de "pasto para las
histéricas".
Ya saque el
pasaje. El tren sale de la terminal del Provincial en la ciudad de La Plata con
el curioso nombre de "El amante ingenuo y sentimental"
ESA GRAN PATADA
AL FUTURO
El tío abuelo
de Kalman bajó de "El pampeano" en Polvaredas a las 0.35 del viernes
26 de septiembre de 1947. Al día siguiente era su cumpleaños número 58.
Unos minutos
antes el tren había salido de la estación Atucha. El tío no podía conciliar el
sueño. Miraba por la ventanilla ese cielo tremendo tan diáfanamente estrellado.
Tan derramado en estrellas sobre un campo que se parecía al infinito.
El tío tenía
como objetivo ver loteos pasando la estación 9 de julio. Había sacado pasaje
hasta Mirapampa pero pensaba bajarse donde viera anuncios de lotes en venta.
Como en un parpadeo se borró la continuidad del paisaje de cielo a campo que
venía admirando. Cuando abrió la ventanilla recibió el golpe de una densa nube
de polvo en el rostro.
Era polvo con
brillos -como de luciérnagas- que se encendían y apagaban velozmente. Quizás
era polvo de estrellas que impactaban en una velocidad incalculable en relación
a la marcha del tren.
El tío se
atemorizó. Cerró la ventanilla. Pensó que quedaría ciego pero tras unos
instantes su vista se volvió normal. Afuera la nube oscura con brillos siguió
unos instantes más, y de nuevo la noche estrellada, ni rastros de esa
polvareda. Fuese lo que fuese lo que había rodeado al tren había desaparecido.
Miró al
interior del vagón, los pasajeros dormían o no habían notado nada anormal en
ese transcurrir del tren.
Algo que no
supo explicar bien le dijo que tenía que salir de ese tren lo antes posible. En
la primera estación en que se detuvo el tren tomó su pequeña valija y bajó.
Casi al pie de los peldaños vio dos hombres que se aprestaban a subir. "No
suban. Este tren esta maldito" les dijo con ojos seguramente desorbitados
por el miedo.
No sabe si les
hablo en un español que no manejaba bien o en su lengua madre polaca.
La cuestión es
que los tipos lo miraron como si fuese un borracho trasnochado y subieron por
los mismos peldaños que el tío había pisado segundos antes para sentir la
solidez del andén.
El asombro del
tío siguió cuando al verse en el espejo de la sala de espera vio su cabellera
tiznada de polvillo. Se sacudió pero al quitar la polvareda descubrió sus pelos
poblados por canas que no tenía al subir en La Plata.
Lo asombroso
-según Kalman- es la flexibilidad demencial con la cual su tío abuelo se adapto
a una situación totalmente impensable.
Se quedo un
tiempo en Polvaredas, busco trabajo en un campo cercano. Decidió no decir ni
palabra de lo ocurrido en ese tren.
Más o menos dos
años después de bajar en Polvaredas el tío reencontró a su hermana menor con
marido e hijos recién instalados en la Argentina. Hartos de guerras y miserias
humanas arribaron a Ensenada, última referencia que tenían por una antigua
carta donde el tío les dejaba un domicilio. No esperaban encontrarlo con vida.
A ese tío abuelo además de llegarle familia le llovieron lágrimas, abrazos y
reproches.
Las lágrimas se
secaron con el paso de los meses, los abrazos se aflojaron por costumbre, pero
los reproches de su hermana siguieron y hasta se hicieron encarnizados. El tío
escuchaba todo sin enojarse ni justificarse.
-¿Por qué no
contestaste las cartas? -Papá y mamá murieron sin tener noticia tuya, pensaron
que habías muerto o lo que es peor que no te interesaba saber nada de tu
familia.
Un día, quizás
cansado de visitar a su hermana en la casita de Ensenada para recibir ese clima
tenso de reproche hasta en los silencios. De no poder ni sostenerle la mirada.
El tío abuelo de Kalman habló. Llevó una valijita de cuero rígido - la misma
con la que había subido al tren aquella noche en la terminal de La Plata y la
abrió.
Primero puso
sobre la mesa un pasaje de tren: que decía La Plata - Mirapampa fechado
claramente el 24 de septiembre de 1917.
Ese día fue un
Lunes -se extendió en un detalle al que nadie le dio importancia-
Luego puso un
ejemplar del diario La Nación sobre la mesa con la misma fecha.
-¡Que me queres
decir, le dijo su hermana con una mirada que pasó de ser severa a echar chispas
de indignación... que desde que subiste a ese tren decidiste olvidarnos. No
contestar cartas o irte a vivir a otro planeta...!
-Estuve
viajando adentro de ese tren 30 años. Seguí con mi vida como pude o mejor aún
-aclaró-: agradecido de no seguir allí adentro vaya a saber por cuantos siglos
más. No le creyeron. Era como decirles que las hojas alguna vez fueron plumas.
Que lo trataran como un mentiroso absurdo generó una pelea familiar que duro un
tiempo.
Muchos años
después Kalman recibió de manos de su tío las únicas pruebas de no haber
faltado a la verdad aquel día con su familia. El pasaje del tren y ese diario
donde se leía entre las noticias destacadas que el ministro de defensa Elpidio
González solicitaba el estado de excepción para enfrentar la huelga ferroviaria
de 1917.
La madre de
Kalman, sobrina menor del tío, siempre le creyó. El misterio de los 30 años fue
algo que Kalman reconoció como fuente iniciática de dos vocaciones: tanto de
investigador científico como de escritor vocacional. Si hubiese sido una verdad
comprobable la experiencia del tío merecía un libro similar al de
"Física de lo imposible". Si era una mentira urdida para encubrir su
desamor o el desapego a su gente era un portal a literatura pura.
En sus
indagaciones Kalman encontró unos pocos elementos a favor de la historia tal
como la relataba el tío: No había ningún rastro de su permanencia en esas tres
décadas previas a establecerse en Polvaredas, de 1917 a 1947 no había nada de
nada. A pesar de estar encanecido era inusualmente joven por tener los años que
tenía. Los que lo conocieron en esa época posterior a su viaje en tren no le
daban no mucho más de 30 y pico de años.
De tanto ir a
visitar a su hermana conoció a una muchacha llamada Haydee y se casó. Se los
veía felices, se prodigaban en arrumacos con palabras de amor. Después unos
meses surgió algo que el tío se había esmerado por negar: había una secuela o
una rareza más atribuible a su viaje en el tren. La mujer le decía
cariñosamente "mi bichito de luz". En confianza le dijo a su
cuñada que en la intimidad de la noche, cuando se emocionaba o excitaba el tío
se encendía como una luciérnaga.
El tío se
instalo con su mujer en Ensenada pero cerca del río pues amaba pescar. Hizo
amigos raros como él con los cuales compartía noche de pesca con charla hasta
amanecer. Ellos le aceptaban su historia, cada tanto, si el tío se emocionaba
con algún recuerdo fuerte se encendía e iluminaba como un foquito hacia la
lejana oscuridad del río. Sus amigos le decían señor de la luz o el iluminado
según la ocasión.
Ya
ostensiblemente viejo, hablaba mucho de su infancia en aquel pueblo de Europa
central del cual partió antes de llegar a la edad necesaria para ser convocado
al servicio militar. Su padre era carpintero pero quería un futuro militar en
la familia. Más aun siendo el hijo mayor. Una vez, caminando con su padre por
el bosque mientras iban a elegir un roble para hacerlo madera de mueble. Su
padre lo obligo a marchar delante de él como lo hacen los soldados. El tío era
apenas un muchacho de 14 años que intentó cumplir pero de mala gana. Esa falta
de vocación enfureció a su padre que comenzó a patearle los talones cuando no
marchaba correctamente llevando la punta del pie bien alto. Así. A pataditas
correctoras tuvo que marchar hasta retornar a las afueras del pueblo donde
seguramente por vergüenza su padre suspendió la instrucción de marcha para su
futuro militar al servicio del imperio.
Desde aquella
tarde detestó para siempre a su padre, a los militares, al imperio
austrohúngaro. Ese día empezó a gestarse su idea de irse bien lejos donde no
hubiera ni imperio ni guerras ni un padre que esperara tener un buen hijo
militar en la familia. Así fue. Dos años antes del comienzo de la primera gran
guerra dejó una nota "me voy, ya escribiré cuando este establecido"
Según parece
trabajo embarcado apenas un año hasta que llego a un puerto argentino. Se
radicó.
***
Kalman siguió
pensando en lo sucedido con su tío abuelo hasta que él mismo cumplió sus 58
años. Ese día se dijo que ya era el momento para aceptar lo inexplicable en
esta historia de su tío.
Era muy pobre
como explicación decir que había sucedido una anomalía en el espacio-tiempo.
Que su tío abuelo había sido un testigo privilegiado cuya mayor maravilla era
haber desplegado una enorme fuerza psíquica para adaptarse, como el mismo decía
a "esa gran patada al futuro" que había recibido.
En esos 30 años
en el tren evitó enterarse del final de la primera guerra. De la guerra civil
española. De la segunda gran guerra. De tremendas e increíbles matanzas. El
siglo XX se desplegaba en horrores. Su pueblo natal fue devastado. Hijos y
nietos de sus vecinos fueron enviados a campos de exterminio por los nazis.
De última,
cuanta gente que vivió realmente día por día todos esos años que el tío abuelo
pasó por alto adentro de un tren dirán si les preguntan que todo paso muy
rápido. Que 30 años de vida fueron parpadeos. Unos pocos suspiros.
Kalman mismo sintió eso al cumplir sus 58 años cuando decidió abandonar las
investigaciones teóricas que había intentado construir obstinada e inútilmente
por años. Hasta una vez -ridículamente- llevó un diente de su tío a un
científico colega para hacer una prueba con isótopos de estroncio y así
rastrear las geografías por donde transcurrió la vida del tío en esas décadas
adentro del limbo.
Lo que Kalman
pudo comprender daría sus frutos de ahí en más en su escritura. Ejercitar
ficción contra lo real que va muy adelante sorprendiendo con su implacable
soberanía del acontecimiento.
Le quedó una
imagen grabada por otras tantas que irán al olvido. Era fin de año.
Cuando todos estuvieron de acuerdo con el reloj en que indudablemente comenzaba
un año nuevo.
El tío -que ya
era un ancianito sin dientes- levantó la copa de sidra y mientras la
hacia chocar en el aire con otras copas pidió con su voz por encima de otras
voces
“paz y
felicidad para el mundo”.
El Tano
Cuando Kalman
volvió se abrazo a su familia. Espero unos días, invitó a Esteban para
relatarle durante toda una tarde lo que pasó en ese campo de concentración.
No solo le
contó lo vivido en ese campo de concentración sino que le pidió que avisara a
los padres del tanito no había sido liberado junto con él y otros compañeros.
El tano sólo le
había dicho: “rezo a San Cono” a un tono de voz normal y “De Varela” en un
susurro mientras se daban un abrazo a oscuras, cada cual con su capucha, ante
la vista seguramente atenta de los guardias.
Kalman suponía
que a él lo seguirían vigilando por si intentaba contactarse con algún
militante y entonces le encargo la tarea a su amigo Esteban.
Él había estado
afuera de cualquier militancia, lejos de cualquier sospecha.
Un muchacho de
vida ejemplar que se había permitido ir a festejar al obelisco el triunfo de
Argentina en el mundial sin saber que su amigo e innumerables personas a las
que no conocía estaban secuestrados en ese momento.
Aquella tarea
estaba a la medida de la ilusión de Esteban por las causas justas.
Kalman no era
un gran retratista: dibujó el rostro del tano con el cigarrillo colgando de sus
labios. Esteban no pudo contener la risa: dibujaste a Humphrey Bogart,
solo le falta el sombrero típico que Bogart uso en Casablanca y salgo con
un afiche de la película…
¿Cómo se
llamaba el tano?
Imposible, la
deducción era que la frase de rezo a San Cono para que salgamos debía incluir
algún mensaje: podría llamarse “Cono” o sus padres ser devotos del santo o
provenir de algún pueblo de Italia donde se venere al santo. Averiguar lo del
santo fue sencillo, alcanzó con ver al cura de la parroquia que a esa altura ya
había quemado hasta los ejemplares de “contracultura” y ya no leía los textos
de Helder Cámara al grupo de jóvenes catequistas. El padre Elvio no tardó
demasiado en resolver una parte sencilla del enigma: San Cono es venerado en un
pequeño pueblo llamado Teggiano que queda en Salerno.
Con esos pocos
elementos Esteban se largo a cumplir su misión, empezó a tomarse el tren hasta
Florencio Varela, conversar con la gente, caminar las calles, buscar familias
italianas, siempre evitando utilizar la palabra “desaparecido” se trataba de
una búsqueda cautelosa. De algún modo había que arriesgarse para reparar el
sufrimiento de una familia.
Kalman superó
las cosas lo mejor que pudo. Con su familia se abrazaron, no hubo reproches de
sus padres ni de su hermano mayor. No lo culparon de los malos momentos y él
siguió adelante. Estudió ciencias biológicas en la universidad, ni bien pudo
fue a California hacer un postgrado en Genética. Allí consiguió trabajo. Una
mujer, después tuvo hijos. Sabemos que vive en Bonita, una pequeña localidad
cuya tranquilidad que le permite investigar sus propios temas en los ratos
libres.
(Esteban a
pesar de su dedicación de meses no logró encontrar a los padres del tano).
NOGXA
Kalman actuaba
una y otra vez como un informal divulgador científico:
"Se esta
trabajando para crear una máquina que permita pesar el pasado".
(...)
A Esteban le
surgían preguntas:
¿Hablás de
pesar la materialidad tangible de los objetos que son puro pasado?
-Si, pero no
sólo de objetos.
¿Una forma de
balanza?
-Si, de algún
modo es una imagen pertinente...
Esteban ofreció
su casa a probar "ese" aparato que supone dará medidas en kilogramos.
Imagina una
experiencia extraña, recorrer ambiente por ambiente e ir pesando todo aquel
objeto o mueble cuya utilidad no fuese algo “presente” para el sujeto.
Objetos cuya
presencia en una casa solo pueda atribuirse a la nostalgia, a un puro apego
desligado del valor de uso.
Esteban se
permite volar con una pregunta más que osada:
¿Y como medir
la presencia de lo pasado en el cuerpo psíquico de una persona?
-Con NOGXA.
- ¿?
-Digamos que
permitirá dar materialidad a lo emocional -y por que no- darle un peso
tangible.
-El futuro nos
brindara maneras de estudiar la carga de los traumas en el cuerpo y, lo más
importante... comenzar a aprender sobre la fuerza de la resiliencia en la vida
humana.
Estación
abandonada
Sólo se ven
fantasmas. A todos se los trago la boca inmensa del tiempo.
***
-Eduardo
Francisco Coiro nació en 1958 en Lomas de Zamora, Argentina. Es Licenciado
en Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Editor del proyecto Inventiva
Social, una publicación virtual abierta para escritores.
Inventren
Domador*
Al Doctor
Enrique no le gustaban mis monólogos existenciales. Por momentos parecía perder
la paciencia: “Te atiendo porque sos un hijo y nieto de polacos pero no me
digas más boludeces...” de tanto en tanto remataba su enojo con algo sacado de
su manual de frases hechas "hacete cargo de tu vida".
Yo era el
segundo paciente de la jornada. El primero -Marcelo- subía con el doctor en
Puente Alsina. En la estación Libertad bajaba Marcelo y subía yo, nos conocíamos
de vista. A veces intercambiábamos breves comentarios como forma de saludo.
Marcelo era un
tipo con ojitos chiquitos hundidos en el miedo. Una vez me preguntó: ¿Cuál es
tu tema?
-La
reparación... Dije sin pensar, como me salió.
¿Y el tuyo?
-Pregunté
-El
acompañamiento… -Respondió mientras se perdiá entre la gente que estaba en el
andén.
Mi sesión
duraba hasta Enrique Fynn. Eran 45 minutos.
En Fynn me
bajaba y no subía ningún paciente. Aprovechaba el resto del día para ir a
visitar la chacra de mi tío que vivía entre patos y gallinas pero se
consideraba un inventor.
Para mi el
doctor era un loco chiflado pero socialmente era considerado como una eminencia
a la que le estaban permitidas esas excentricidades como atender arriba de un
tren.
A mi me ganó
como paciente aquel día en el que le conté que quería escribir una novela a
partir del tío chacarero e inventor aficionado. Su obsesión era diseñar todos
los aparatos imaginables a cuerda, con mecanismos y engranajes parecidos a los
de relojería para evitar usar electricidad. "Cuando la electricidad no
pueda pagarse se van a acordar de mis inventos" Se justificaba.
Sin mediar
palabra, Enrique se paro y fue caminando como un robot o más bien como una
marioneta por el pasillo del vagón. Cuando se volvió a sentar frente a mí dijo:
"No te olvides de incluir un psiquiatra a cuerda"
Aquella risa
compartida me convirtió en un paciente feliz y al tiempo en alguien cercano con
quien se permitió hablar de él mismo.
A los 17 años
-recién ingresado a la carrera de medicina- trabajó en el prostíbulo de una
famosa Madame.
-Eran chicas
polacas bellísimas -dice con sus ojos tirando chispas- Enrique les enseñaba
francés. Ellas le enseñaban a amar. Años después declaró en un reportaje que
fue "instructor de modales en un quilombo”. Allí conoció a AGNIESZKA, que
además de bella era “Ani, aquella ternura que no se olvida, que se acrecienta
cada día más y más”.
Era como un
hada adivina que le predijo su futuro de especialista reconocido.
Del lupanar se
fue cuando contrajo una neumonía.
“La locura es
como la muerte pero reversible” Esa idea lo sacó de la medicina. Lo llevo a
psiquiatría.
En un anotador
tenía los horarios del Midland e intercalados cuales eran los pacientes que
atendía. Ahí supe que el doctor atendía 9 o 10 pacientes en cada viaje y que su
jornada terminaba en Carhué.
Guarde como
recuerdo una hoja de uno de sus días de atención de pacientes con el detalle de
estaciones en las que subían. Cuanto tiempo duraba la atención. En cual
estación debían bajar. Enrique sabía que los horarios del Midland eran de una
puntualidad inglesa por eso podía confiar la duración de las sesiones al tiempo
estipulado de viaje entre una estación y otra.
Marcelo, de Puente
Alsina a Libertad. Duración sesión: 45 min.
Kalman, de Libertad a
Enrique Fynn. Casi 45 min.
Azucena, de González
Risos a San Sebastián. 50 min.
Alejandra, de San
Sebastián a Baudrix. Son 60 minutos
Javier, de Baudrix a
Morea. 50 min.
Alberto, de Morea a
Corbett. 55 min.
Eduardo, de Ordoqui a
María Lucila. 45 min.
Lucía, de Henderson
Hasta Andant. 55 minutos.
Haydée, de Andant a
Casbas 40 min.
Miguel, de San Fermín
a Carhué. Son 50 minutos.
En Carhué tenía
una amante pelirroja que había sido primero su paciente con la cual cenaba y
compartía lecho en el hotel.
Una vez, cuando
estaba por bajar en Enrique Fynn me tomó del brazo antes de que me vaya para
dejar al aire un deseo:
-Cuidame al
pueblo de mi otro yo que cuando me retire voy a comprar allí un campito. Quiero
vivir tranquilo pero cerca de Buenos Aires. Estoy cansado de la gente.
“Seré domador
de caballos”.
-Próximas estaciones de escritura:
PLOMER
-Por Ferrocarril Midland-
JUAN ATUCHA.
–Por Ferrocarril Provincial-
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Provincial:
JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE. FUNKE. LOS
EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN
JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR
GARCIA.
LA PLATA.
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Midland:
KM. 55. ELÍAS
ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL
BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO. ISIDRO CASANOVA. JUSTO
VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA
SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12. LA SALADA.
INGENIERO BUDGE. VILLA
FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO
MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
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