jueves, diciembre 05, 2019

EDICIÓN DICIEMBRE 2019.




*Foto de Paula Novoa.











HACE YA MUCHO TIEMPO*




Alguna vez
hace ya mucho tiempo
el sexo y el alcohol me regresaron
al vientre de mi madre.
Fue un viaje demasiado largo,
un viaje que nunca comenzó
ni encontró su fin.
La vida había llegado a mí
desde el principio
apretada y confusa: me esperaba
con su deslumbramiento
bien despierta la luz,
pero escapé
me desprendí hacia los costados
me desdoblé
como si desde mí nacieran
millones de mujeres. Fui una tira de papel
con siluetas desplegadas
hacia el blanco infinito.
Quise estirarme hacia los extremos
del mundo conocido. Llegué hasta donde no había nada
ni nadie existía.
“Fuego” pudo ser la palabra mágica:
el calor me abrasó
y dejó cenizas
para esparcir al viento.
Día tras día soplo ese montoncito de cenizas
son grisáceas
volátiles
residuos de un Big Bang
en el interior de una caja cerrada.



*De Irma Verolín  irmaverolin@hotmail.com


-Irma  ha publicado los libros de cuentos: "Hay una nena que gira", "La escalera del patio gris", “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín”. Novelas: "El puño del tiempo", "El camino de los viajeros" y “La mujer invisible”. Y también una serie de títulos en literatura infantil en distintas editoriales. Obtuvo diversas distinciones entre las que se destacan Premio Emecé 1993-94, Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires Eduardo Mallea, Primer Premio Internacional “Horacio Silvestre Quiroga”, Primer Premio Nacional Macedonio Fernández, Primer Premio Internacional de Puerto Rico, Primer Premio Internacional de Novela Mercosur. Tres de sus novelas fueron finalistas en los premios Fortabat, La Nación de Novela, Planeta de Argentina y Clarín. Algunos de sus relatos fueron traducidos al idioma inglés y alemán. En poesía publicó “De madrugada” en Ediciones del Dock y “Los días”, editorial de la Fundación Victoria Ocampo, Primer Premio Horacio Armani 2014 otorgado por la misma fundación y  “Árbol de mis ancestros”, Editorial Palabrava 2018. Algunos de sus poemas fueron traducidos al ruso, portugués e italiano. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes en 1999.









*



Podría ser el claustro
o el refectorio, o la celda
el vaso de metal enlozado donde vertías
dulcemente el vino
el modo en que partías el pan
y se hundían tus dedos en la masa blanda
una forma de tocar que tenía
la simplicidad más absoluta
pero la cualidad intangible del misterio.
Verás
todos caminamos así, como discípulos,
ciegos y sordos, esperando una revelación que no ocurre
porque la revelación es el pan; el mismo pan blando
donde se hunde
el dedo o el diente
la luz que entraba por la ventana dibujando el contorno de tu mano
los dedos que conocía bien pero parecían
nuevos en ese momento, puros en la claridad del gesto
porque no hay quizá
otra verdad que el gesto.
El gesto: tu pelo rozando el contorno del cuello en el abrazo
la palabra comprensible susurrada
la mirada en sombras de la despedida momentánea
la aceptación dolorosa
de que no todo puede ser dicho
y toca callar
en una celda, sobre un vaso, o un plato
o en una habitación, como ahora
donde un hombre roza
el contorno frágil de la existencia
por unos segundos, nada más.



*De  Mercedes Álvarez. alvamercedes@gmail.com


-Mercedes nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015). En 2013 con el relato Grow a lover ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano.
-Su libro de cuentos Grow a lover  fue editado recientemente por Pensamientos Literarios (www.pensamientosliterarios.com)














-Poemas de “Nocturno insecto” *



*De Beatriz Russo.
Málaga.






IX


He morado largo tiempo bajo la hierba como una ninfa diminuta. Con la venda puesta sin el surgir de los días puedo hablar de laberintos. Abarrotada de temblor y huellas he permanecido entre los huecos de la lluvia. Los surcos subterráneos llevan a las fuentes. Y donde hay agua siempre emana una luz o un espejismo que mantiene la nitidez de la sed. Las raíces me acorralaban como los dedos de una mano artrítica que anhela el hermetismo de sus puños. Eran los despojos de un muñón de árboles que, antes de ofrecerme su savia insípida, se deleitaba en rascar los pasadizos de mi sangre. Yo no era inmune al cosquilleo y, simulando la mímica de las aves, me acercaba como una cría que requiere el alimento. Pero la tierra estaba húmeda, viscosa y empedrada. Porque el fango es la sepultura de los insectos. Nadie es permeable a la lluvia que se invierte sobre el barro. Aun así bebí el néctar resinoso sin temer el engaño de su transparencia, para llegar a ser oruga inerte en el sarcófago del ámbar o crisálida temprana que ha de fenecer para mudar su tumba.


(De la sección “Nocturno I. Las hormigas furiosas”)






XX


Caminemos juntas hacia el otro lado con la parsimonia
de una emperatriz encinta.
En tu vientre aún se mece aquella niña antigua
que no entendía el lenguaje de las aves.
Sálvate como a tu hija y camina por esta vereda
de latón y barro.
Recuérdate en la voz de los arrullos,
cuando desnuda en la liquidez amniótica te pensaban
con el mismo rostro de tu madre.
Toca tu vientre ahora, siente su caricia esférica
y escucha el canto prematuro.
Que se instale lo sagrado sobre tu piel,
y que deje la impronta del gozo en comunión
con sus clamores.



(De la sección “Nocturno I. Las hormigas furiosas”)







II


De un nido a otro nido. Larva de saltamontes sin coraje. Entre el origen y el destino transcurre un río con su flujo imprevisible. Hay un espacio subliminal en medio de la zancada. El caudal del agua deja asomar las rocas con su perfil erosionado. Posa el insecto una pata sobre una piedra cercana. Es suave y hermosa, como el amor en la primera edad. Alza el deseo su otra mitad y el nido se resiente, aúlla y tiembla. Entonces retrocede su paso ante el clamor de la nana.

“Mudar su piel y hacer de carne su esqueleto para quedarse calavera hueca sobre un regazo sin oficio, o morar en la amalgama de la siguiente piedra.”

Asciende su otro cuerpo impulsado por las alas.

La madre sublima entonces el relicario de la infancia, tejiendo el dosel de amarre a los enamorados vencedores. Ceder primero al abandono, para triunfar después con el fuero de la sangre.



(De la sección “Nocturno II. Grueso ojo de facetas”)







XX



Mudar el plumaje como si fuera septiembre.
Aguardar el gorjeo modulándose en las fuentes.
Y lanzarlo sin pensar, sin demora, sin fin,
a la cumbre de los cielos invisibles.


(De la sección “Nocturno III. Entre la planta y el pájaro”)








XIII


No temas deshacer el nido.
La tierra se engrandece en defunción de sus servidumbres.
Los cotos son para la caza.
En la extensión de la planicie hay suficiente espacio
para las aves liberadas.



(De la sección “Nocturno III. Entre la planta y el pájaro”)



*De Beatriz Russo.
-“Nocturno insecto” (Tigres de Papel, 2014)













Me abrigo en tus besos*



Besos de cielos
No tengo frío
Con caballos en un carrusel
Subo y bajo
Imagino ser
El domador de un circo
Que llena de fantasías
A los grandes
Y a los chicos
Un clown se maquilla
Frente a mí
No me asusta
Delinea una pared de cristal
Sube por un cordel de oro
Y su sonrisa de amistad
Me hace creer
En la fórmula
De la esperanza..-














PRELUDIO DE GARZAS SALVAJES*




Desperté dormida en el mar de tus brazos.

Ay, el preludio de garzas salvajes en el alba.
Giran, como caligramas blancos,
Escriben tu nombre que desbordado cae.
Torrente de magnolias de lluvia.
Prólogo.
Tan blancas sabanas, amor, tan negra ausencia.
La costa tan lejana.
Los árboles de pié intentan elaborar su duelo.
Duelo oscuro de pañuelos bancos.


El mar no existe, amor. Lo se.
Quizás escondido en un edén, espere.
En las oscuras rocas de los desnudos mares.
Entre los peces muertos y el ballenato azul.
Entre los vórtices de abrazos circulares.
Entre los brazos de los vientos alisios.
Entre mares australes y océanos boreales
Entre los arrecifes de coral pasión.
Entre los fantasmales barcos.
Entre tesoros de recónditos piratas.
Entre los lagartos marinos y la soledad de los Galápagos.
Cabalgando suavemente en los vientos de Índico


Hay un epilogo de algas que en oleajes verdes
Te buscan y me buscan
La rosa de los vientos desdibuja bahías.
Se que no estás, quizás nunca estuviste.
Pero hay un preludio de garzas salvajes en el aire.
Que me hacen vibrar hasta morir


*De Amelia Arellano.












ARDORES*



La tarde se inclinaba entre andrajos lentos, y aunque hombre, esperaba que lo amen,  que dieran algo por su pequeño corazón, por ese corazón de pájaro, de ruinas que se corrían hacia el crepúsculo donde aquel pájaro dormitaba en el resplandor de unas nubes quietas, casi ciegas, tenebrosas quizás, no sé por qué, vigilante.
Donde ese rumor sombrío rugía ante ese acantilado quieto donde moraba el mar o tal vez un río, un cruzado dolor en bandolera de abril. Adocenados en aire mugiendo en los corrales vacíos donde un toro urdía  otros silencios, en el eco rugientes  que retumbaba en los pastos, dulzores cabalgando en pájaros de alas enormes con todo un cielo detrás.
Era entonces cuando entraba en punta de pie tu recuerdo, el temblor de tus pechos tan tibios, en el vaivén de ese peso del que sabían mis manos grandes acariciadoras de cielos, de tirantes colores sumisos de  ardor. Entonces temíamos que el aire se cortara en resuello de ternero pequeño, de vagabundo  silbido cuando las mojaduras insisten cortando los vientos, el vaho que salen de los hocicos babeantes , el grito estremecedor insistiendo en las madres, las que no dan más rodeando el silencio con sus ubres rebosantes de leche que no tomaran  - sino mezquinamente- sus pequeños.
Todo era un sueño, yo nunca aprendí  a extraer esa leche espesa  vital alimento, comedero del mundo, saciedad  de los niños hambrientos.
De todos modos, yo ansiaba entre sueños un dolor que mitigara el de la ausencia de tus pechos galopando la noche, hacia esa boca, esa boca tan mía y tan tuya donde no erraban las lenguas hambrientas y mi amor que te pensaba detrás de tus ojos húmedos quietos como el accionar del silencio.
Si no fuera invierno, si no fueran tan hueras las heladas hambrientas de rastros tan tibios, tan acotados  de ardor fuera un racconto a cerrar las harturas del cielo, así deberíamos retener el fulgor del encuentro



*De Jorge Isaías. jisaias4646@gmail.com












Faltan piedras*



Salíamos a la calle a jugar a fútbol con una piedra como pelota y los agujeros de las alcantarillas como porterías. Con cada gol se perdía una piedra, pero no había problema, en la misma calle encontrábamos fácilmente otra.

Mediante un cordel cualquiera, trenzándolo hábilmente y añadiéndole un trozo de tela, o en su versión de lujo, un pedazo de cuero, construíamos una honda y con otra piedra disfrutábamos dándole a todo aquello que no apuntábamos. Con una rama debidamente pulida con la navaja y machacando con una piedra la varilla de un paraguas hacíamos un arco terrible con el que disparábamos a los enemigos de la otra banda del pueblo.

Estaba claro que nuestra base para construir juguetes eran las piedras. Pero hoy en día las piedras han desaparecido de las calles y los niños deben ingeniárselas con otro tipo de juguetes. No es que no tengan imaginación es que les hemos quitado la materia prima.

Pongamos piedras en las calles y así evitaremos los chats, las aburridas play stations, los robots de tercera generación y los aburrimientos supinos de nuestros hijos.



*De Joan Mateu. joan@cimat.es












ROJO VUELO*



Se me calla la sangre, hace silencio
para escuchar ese vuelo. Y ocurre
que este incendio de plumas
sigue prestando su intención al viento,

al viento que trae todo,

sembrador de semillas-sonidos-aromas

seductor de mí, que muero por vivirme ave.

Se me calla la sangre, hace silencio

para escuchar el tuyo, el mío
y algo así como la tristeza

se duele

en el vuelo rojo

que no sucede.



*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar












LAS MUJERES MUTANTES*



Las mujeres mutantes carecemos de espejos.
Nunca una sombra refleja nuestra sombra
Topo gris, la oscuridad socava.
Túneles de miedo anegan el costado izquierdo
Hemos buscado la luz. Obcecadamente.
Peces mutantes.


Destino de murciélago
Buscando la claridad de la flecha que no hiere.
Y hemos convocado al rayo,
A largos ríos y corrientes secretas.


…..y fue volcán de un día en la bahía de los sueños rotos….
Fugacidad de lluvia.
Luciérnaga que enciende los árboles noctámbulos.
Implosión en las entrañas de la roca.
Mariposa obcecada.
El polvo de alas se dispersa en jeroglíficos de ceniza.

Queda lo que quizás, alguna vez ha sido fuego.


*De Amelia Arellano.









*


Pienso en Saer. En "Nadie, nada nunca". En los crímenes de caballos, en el malestar del texto. En los sonidos, texturas, sabores, en la densidad de la descripción, en lo no dicho. En eso de que hay nada que contar, nadie para contar y nunca hubo un origen. Nada fuera de las interpretaciones. En la ilusión de cada uno de nuestros textos, nuestra vacuidad pero también la enorme intensidad sea ilusoria o no de los grandes libros. Pero también de las vidas otro texto con malestares, con elisiones, con intensidad, con sufrimiento, con grotesco, con ironía. Pienso en cada una de nuestras muertes. Nuestra dolorosa, torpe, intensa sensualidad como forma del placer y de la tristeza.


*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com








Inventren







Quisiera que Estuvieras Aquí*



Me crié con la idea de que en mi país todos somos holgazanes. Todo lo que producimos es inútil. Que hasta el maíz y el chocolate, nacidos aquí, se hacen mejores si vienen de fuera.
Crecí mirando que a toda Latinoamérica se le educa igual: no aspiramos a otra cosa que no sea tan sólo intentar copiar lo que viene de lejos de nosotros.
Siempre viví despreciando lo hecho aquí, aún cuando las manzanas fueran iguales y no hubiera mayor diferencia entre un pantalón de aquí y uno de allá, que la marca y la leyenda “hecho aquí” o “hecho allá”.

Con el tiempo, me comenzó a resultar difícil aceptar que todo lo que hacemos es inferior.

Un día, comencé a notar que nuevos productos llegaban al municipio en que vivo: fruta colorida como la luz que se refleja en la lluvia, y que se decían ser las mejores, todas ellas venidas del pueblito de Morea, en el Partido 9 de Julio... Ropa hecha en Morea, licuadoras, televisores, computadoras... Todo ello asegurando ser lo mejor.

La gente por acá los compraba y quedaba muy complacida de su adquisición.

Yo me alegré de saber que por lo menos existía un pueblo latinoamericano orgulloso de sí mismo, digno de su historia. Meses después de la llegada exitosa de los productos (ideados, desarrollados y traídos directamente de Morea), se anunció la construcción de una terminal de ferrocarril, aquí, donde vivo, y con destino directo al pueblito argentino, rehabilitando la vieja Estación Morea. La obra se anunciaba como la gran maravilla moderna, y un eje de comunicación y comercio, tan importante que nunca se había ideado algo igual en la historia del capitalismo. No entendía por qué un pueblo como Morea, quería comunicarse con un pueblo como el mío, tan incrédulo de sí mismo y dispuesto en todo momento a negarse.

Cuando la línea del ferrocarril estuvo terminada, compré de inmediato mi boleto para ser de los primeros en viajar, desde la terminal de Cholula, hasta Morea. Todo mi trayecto no pude dejar de pensar en la gente que iba a conocer: imaginaba a todos seguros de su pueblo, de su poder productivo, de su importancia histórica; no como nosotros, siempre tratando de imitar a quien viene de lejos.

El viaje duró a penas unas horas, pues la locomotora, poniendo en alto el lugar a donde nos dirigíamos, era hecha completamente en Morea. Cuando llegamos, noté que la locomotora de regreso estaba hecha en Cholula, lo que me causó algo de asombro.

Me bastó con una inicial caminata para aumentar más este asombro, y desconcierto: la gente allí vivía contenta de sus electrodomésticos, comía lo que, a su parecer, era la mejor fruta, vestía gustosa trajes de todos colores y conducían vehículos muy confortables... Y en todos ellos, y ante la vista de todo quien le mirara, relucían las etiquetas que ponían en alto el lugar de donde habían venido esos artículos: "Hecho en Cholula", y la gente se arremolinaba a la salida de la Estación Morea, para ver a esa gente que venía de aquel orgulloso pueblito mexicano, quienes creían en sí mismos, en su fuerza productiva, en su importancia histórica... Quienes, seguramente, sólo venían para constatar lo buenas que eran las mercancías que producían.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com








-Próximas estaciones de escritura:

Apeadero KM. 55.  

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:

  ELÍAS ROMERO.    KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.  
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS. 
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.   LA SALADA.   
INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.   VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.  
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.  
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.   
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA. 
LA PLATA.

***



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