viernes, abril 09, 2021

DE ALGÚN LUGAR NOS CONOCEMOS...

 


*Foto de Paula Novoa.

 

 

 

 

 

 

1*

 

 

también tiemblo

no hay porque ocultarlo

 

no solo retumban en tus ojos

los gritos del pasado

 

 

*De Jorge Santkovsky.

*Poema 1 de No somos tan distintos

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

*Próximo a editarse por A capela ediciones.

 

 

 


 

 

DE ALGÚN LUGAR NOS CONOCEMOS...

-Poesía & Testimonio de Jorge Santkovsky.

 

 

 

 

 

 

4*

 

 

el temido después ha llegado

 

necesito recordar

 

aquello

 

que no cayó en el olvido

 

 

*Poema 4 de Momentos íntimos

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

 

 

 

6*

 

 

es un disparo

una bruma que ahoga la herida

llega a destino y se disipa

 

en un instante todo transcurre

la barbarie del desconsuelo

la serenidad de la dicha

 

 

*Poema 6 de Un pozo que otros dominan

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

12*

 

 

un pozo

pero no un pozo en la tierra

sino un pozo en la oscuridad

 

temo caerme en un pozo

un pozo que otros dominan

 

 

 

*Poema 12 de Un pozo que otros dominan

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

14*

 

la piedra que lleva el último mensaje

es arrojada al vacío interior

 

un rumor recorre las cavernas

en las que alguna vez

fuimos libres y austeros

 

 

*Poema 14 de Un pozo que otros dominan

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA CARTA*

 

 

*A Mónica S. González Belio “Cumpita”

-Detenida Desaparecida-

 


La carta que tengo entre mis manos

escrita con prolija letra femenina

un día, inexorablemente

será polvo, será nada.

 

Tal vez lo último de ella

que aún perdura sobre esta tierra.

 

Esta carta tiene millones de besos

que nunca pudo regalar

deseos que no pudo concretar

abrazos que no pudo recibir.

 

Otra carta, que nadie conserva

fue la que su padre remitió al general de turno

en ella decía que confiaba en la justicia

implorando clemencia y cristiana empatía.

 

Nuestra misiva no menciona militares

no habla de la guerra ni de la libertad

es una carta sobre el amor y el desamparo.

 

¿A quién podría asustar esa jovencita

con sus trenzas de niña campesina?

 

Cartas que ella dijo haber escrito

yacen sepultadas bajo el mar

o son cenizas disueltas en la arena.

 

Una y otra vez, bajo la luna enrojecida

olas furiosas golpean contra las piedras

es la memoria de gritos en la oscuridad.

 

 

 

 

 

 

 

ACERCA DE MÓNICA Y SU CARTA*

 

 

Que haya firmado la carta como Mónica y no como “Cumpita”, que era su apodo conocido, resultaba sensato en plena dictadura. Temíamos que revisaran las cartas e incluso que no llegaran a destino. Cumpita en sí mismo, más que un apodo, era una manifestación de sus convicciones. No es lo único que necesita ponerse en contexto para comprender esta carta. La propia dificultad que expresa su autora tiene que ver con esa autocensura que todos sufríamos de diferentes maneras.

Los recuerdos son esquivos, parciales, pero voy a tratar de ser lo más fiel posible a mi memoria, que es la única verdad de la que puedo nutrirme y dejar testimonio.

Encontré esta carta escrita con prolija caligrafía femenina, que no registro haber leído en su momento. Vaya a saber cómo logró la carta llegar intacta hasta hoy y convertirse en el disparador para contar esta historia.

Confío que al publicarse extenderá la memoria de los involucrados, único homenaje que puedo ofrecerles.

Esa carta llegó a la casa de una tía porque era la única dirección que tenían para contactarse. Las cartas eran para amortiguar la soledad en que vivíamos: ya no teníamos militancia activa. Supongo que las cartas no tenían mi nombre y apellido, que dudo conocieran. No se nos ocurrió una forma más segura de estar en contacto. Hoy lo lamento.

Me di por enterado del destino trágico de Cumpita y Gabriel cuando los militares fueron a buscarme a esa dirección y, por suerte, no me encontraron. Sé que fueron incluso con helicópteros en plena Ciudad de Buenos Aires. Mi tía pudo explicarles que yo no estaba ahí, o quizás simplemente que era un error. No recuerdo los detalles, tampoco me los contaron, pero confío en la capacidad que tuvo ella de salir del entuerto en que la había metido al ser casilla postal de su sobrino, que sí sabía meterse en problemas. No sé si alguna vez llegue a pedirle disculpas por haber puesto a mi familia en peligro.

Cumpita era muy dulce, una chica de campo que llegó a Bahía Blanca a estudiar humanidades y terminó trabajando de empleada doméstica por ese romántico afán de proletarizarse para hacer la revolución como marcaba el mandato de la época.

Nunca supe de qué lugar era oriunda, y ni siquiera su verdadero nombre. Eran pautas de la militancia: saber lo menos posible.

Gabriel era un militante poco discreto, le gustaba hablar y mostrarse, había construido un personaje y era un gran seductor. Se vestía con ropa de fajina y andaba en una moto marca Gilera, ya en esa época era bastante antigua. En ocasiones yo lo acompañaba para repartir volantes en las puertas de las fábricas.

No sé qué dirían esos volantes ni si los obreros podían sortear el miedo imperante en la época y leerlos.

Ellos se conocieron en los primeros años universitarios, que rápidamente abandonaron por una revolución que no tenía un futuro claro pero resultaba prometedora en un mundo donde todo permanecía oculto. Vivían juntos y trabajaban. Hacían una linda pareja.

Pero a Gabriel no le alcanzaba y se enamoró de una adolescente intensa. No sería raro que yo tuviera parte de la culpa por habérsela presentado, no lo recuerdo con precisión. Aquí la memoria no sólo me engaña, creo que se esconde para evitar que duela. Lo cierto es que las consecuencias de ese amor y los celos que desencadenaron nos ponían a todos en peligro. Amor y revolución en una ciudad tan pálida no era lo que se esperaba.

Me acuerdo que el pobre flaco hacía propaganda de Mónica, como sugiriendo que saliera con ella. Ellos vivían juntos pero el amor de él ya era otro. Y él daba a entender que ella quedaba disponible. Quizás fantaseaba conque de ese modo ordenaría sus cosas.

Ese romance motivó a la dirección de nuestra organización pedirle que se mudara de ciudad. Yo lo ignoraba en esos momentos.

En la carta ella me dice que siente que me traicionó al no avisarme que dejarían Bahía Blanca, un sentimiento sin duda injusto. No tenía ninguna culpa.

Me cuenta sobre su vida en Mar del Plata, sobre el flaco con el que aún convivía; aunque estaban separados, según ella, habían encontrado el modo de darle un giro a su relación.

La vida, lazos que van más allá de la razón, o quizás el espanto de un destino trágico los mantuvo unidos hasta su lamentable desenlace.

Pienso, con el beneficio de la lejanía, que ella seguía enamorada y solo la muerte pudo separarlos.

Aquella adolescente tercera en discordia, hoy ya una mujer madura, me consta, aún no ha cerrado la herida.

Vivió en otros países, pero nunca logró enterrar su pena. En todas partes siguió siendo extranjera. Las penas necesitan del arraigo para tener un merecido descanso.

De nuestro pequeño grupo fueron los únicos que quedaron en el camino. Los otros compañeros mal que mal sobrevivimos. Por eso quizás recordarlos produce un dolor tan agudo. Los diálogos se cortan al empezar a recordar.

Por mi parte, logré escapar a tiempo. Tuve la suerte de no asistir a aquella noche trágica donde nos abordaron los militares. Me salvaron las hormonas. Tenía una cita con una chica muy bella con nombre de leyenda. Ella desconocía mi militancia clandestina y en mi huida terminé defraudándola. Me gusta pensar que fue para protegerla, pero esa es otra historia. Espero que haya sido la única mujer que defraudé en mi vida.

Gabriel no estaba hecho para la clandestinidad. Se puede pensar que estar aislados en otro ámbito, sin una organización que los contuviera, los puso en peligro.

En esta carta se puede ver, y quizás sea lo más dramático, cómo la búsqueda de mejor sueldo y mejores relaciones fue la razón que los llevó a convertirse en obreros fileteros y los entregó servidos a las peores manos posibles.

Me enteré hace muy poco de la relación entre la marina y la industria del pescado, al colaborar con la justicia de Mar del Plata que investigó el destino de mis amigos. *

Es lógico concluir sobre dónde estaban los que los denunciaron a los militares.

Sobre toda esta historia hay mucho más para contar pero sólo me remito a lo que se dice en la misiva, la cual no recuerdo haber contestado como se me requería. 

 

Valga este trabajo como respuesta y homenaje.

Hoy están ausentes entre quienes sentimos cierta nostalgia, pero también orgullo de lo que vivimos.

Mantener la memoria presente de aquellos amigos es una valiosa oportunidad.

No pretendo descubrir nada diciendo que las situaciones de riesgo producen una gran adrenalina. Puedo volver a sentir el perfume de la época cuando rememoro esos tiempos, quizás breves, pero intensos.

Nuestra mirada sexagenaria sin duda es distinta, ajada y cultivada por los años.

Ellos se conservan intactos en su belleza e intrépida inocencia.

 

 

 

* Jorge Santkovsky.

 

 *Fuente: http://cartasyfotos.blogspot.com/2016/11/cantidades-industriales-de-besos.html

 

 

 

 

 

 

 

CANTIDADES INDUSTRIALES DE BESOS*

 

 

 *Carta de Mónica S. González Belio

 

 

 

 

Querido Boca:

 

No te podés dar una idea de la cantidad de veces que empecé esta carta y luego la rompí, de la cantidad de veces que la pensé, la mastiqué, le hice tomar forma, idea. Nunca te la pude mandar. No era lo mismo, ni siquiera se asemejaba a tenerte enfrente y charlar. Pero hoy me decidí y lo voy a hacer, yo sé que siempre va a ser mejor que el silencio, tanto para vos como para mí.

Cuando nos fuimos sentí como que te traicionaba. Es decir, traicionaba eso que habíamos construido vos y yo, llamalo amistad, hermandad, relación o como quieras. Sabía porque no podía decirte que me iba pero me costaba asumirlo, después lo hice, luego lo olvidé, pero ahora que recomenzamos, espero, te lo tenía que decir. Creo que era ese sentimiento de culpa, para llamarlo de alguna manera y el hecho de que siempre me costó volcar exactamente lo que siento en la escritura, siempre me quedo corta para expresarme.

Ahora paso a contarte novedades. Cuando recién llegué estuve trabajando en una fábrica de conservas y Gabriel entro en una bodega. Tuvimos mucha suerte respecto al trabajo, en el sentido de que encontramos en seguida. Yo en la fábrica encontré muchas compañeras piolas y otras muchas que no lo eran tanto, todo me permitió tener una experiencia que para mí fue muy importante, crecí mucho creo y pude entender mejor lo del miedo a la libertad que vos y Gabriel me hablaban además de Fromm. A Gabriel no le fue tan bien en la bodega, eran pocos compañeros, además de ser mucho más grandes de edad que el Flaco y le era completamente imposible mantener cierta comunicación mínima. Pasamos los dos, fundamentalmente el Flaco, una etapa de adaptación al medio muy jodida, le costó mucho pero lo hemos ido superando paulatinamente. Casi que está demás decir que yo me cagaba de hambre con la quincena de la fábrica, Gabriel tenía un sueldo un poco mejor, bastante, mejor que el mío. Debido a esto, es decir a los sueldos bajos, pensamos cambiar de laburo, además de que Gabriel se estaba por volver loco sin poder charlar con más gente. Entonces fui a ver al capataz de una planta de filet que estaba cerca de mi fábrica y lo encaré para que nos enseñaran a hacer filet, me dijo que sí. Ahora estamos convertidos en fileteros, ganando buena guita y teniendo al lado compañeros muy piolas, con decirte que nos quedamos a dormir todos juntos en la fábrica, y es el primer laburo en que además de trabajar nos divertimos como locos. Con Gabriel hemos logrado darle un nuevo giro a nuestra relación, nos hemos convertido en amigos-compinches, lo que ha permitido que nuestra comunicación se haya hecho más fluida y nos entendamos mejor. Estoy casi bien, seguro que entendés casi, así sin palabras.

 

No quiero hacerla demasiado lunga así la podés recibir pronto y también me puedas contestar pronto. La carta mandasela a Mamalu que ella se va a encargar de que me llegue. Escribime, no hagas como yo, por favor. Te necesité mucho. Te quiero mucho. Cantidades industriales de besos

 

 

Mónica

 

 

*Fuente: http://cartasyfotos.blogspot.com/2016/11/cantidades-industriales-de-besos.html

 

 

 

 

 

 

 

 

19*

 

 

como tantas otras cosas

ignoramos él porque

de la noche ensangrentada

del pozo sin fondo del dolor

 

dudo en dar nombres a las criaturas

que brotan como agua

del turbio manantial

 

 

*Poema 19 de Un pozo que otros dominan

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

 

 

 

 

32*

 

 

un ángel secreto recorre las calles

mitigando el dolor de los débiles

nadie lo pide

todos agradecen

 

en alguna vida todos fuimos huérfanos

todos de algún lugar nos conocemos

 

 

*Poema 32 de Ángeles y desangelados.

-Incluido en el libro de poesía EL DESPUES DE AHORA.

 

 

 

 

*

 

 

 

Escribo poesía desde muy joven, a menudo con desesperación.  Expresar en palabras lo que vivía resultó una forma sutil y necesaria de sanación.  Varios de esos poemas se plasmaron en los cinco libros que menciono más abajo. Pienso que demasiados, pero verán que no escarmenté.

En http://cartasyfotos.blogspot.com.ar/ tuve la oportunidad de comentar una carta que recibí en plena dictadura. Fue enviada por una amiga poco antes de ser secuestrada. Esa carta y mis reflexiones fueron pruebas en el juicio donde condenaron a los represores. Fue doloroso sentarme en el tribunal y revivir esa época oscura de nuestra historia. El poema “La carta”, surge de lo que me informaron cuando testifiqué en el juicio por su desaparición.

No hace tanto tiempo que incursionó en el relato. El libro “Diario de un cuentenik” se basa en personas que conocí en mi trabajo con una buena cuota de imaginación.

 

Cuentenik era el nombre que se daba al oficio que ejercían nuestros abuelos: vender en cuotas en los barrios. Tome ese nombre como un homenaje y porque me gusta pensarme como un cuentenik tecnológico, pero orgulloso cuentenik al fin. Para ganarme la vida me dedico al tratamiento de rezagos electrónicos.

 

Está muy próximo a editarse el poemario “El después es ahora” por A capela ediciones. Son poemas, cuya consigna, es de no tener más de siete versos. No hay motivos ni razones que justifiquen semejante cosa. Es solo un juego, pero me impulsa el secreto deseo que lo breve alcance y estimule su lectura. No me engaño, es la eterna lucha que tenemos los poetas para buscar lectores.

 

Ahora me encuentro escribiendo micro ficciones sobre los seres visibles e invisibles que habitan en San Telmo, el antiguo barrio donde vivo. Cuento con la preciosa colaboración de homeless, artistas callejeros, duendes y fantasmas que me comparten sus historias sin pedir nada a cambio. Solo que los escuchen con atención.

 

Nací en la ciudad de Bahía Blanca en el año 1957.

Tengo estudios cursados de Matemática en la Universidad de Buenos Aires

Presidente durante 8 años de la Asociación Argentina del juego de go. También soy jugador de este juego maravilloso.

Libros publicados de poesía:

-"Revelaciones" por la Editorial Huesos de Jibia 2010- Ciudad de Buenos Aires. 

-"Revelaciones acerca de otras criaturas" por la Editorial Huesos de Jibia 2011. 

-"Breves" por la editorial Colectivo Semilla 2013 de la ciudad de Bahía Blanca

-"El sonido de la atención" Editorial Huesos de Jibia 2014 Ciudad de Buenos Aires

-"La incomodidad" Editorial Huesos de Jibia 2015 Ciudad de Buenos Aires

-En narrativa “Diario de un cuentenik” de la editorial Leviatán 2020

 

Mantengo, sin demasiadas pretensiones,  el blog

http://otrascriaturas.blogspot.com.ar/

 

* Jorge Santkovsky. jsantkovsky@go.org.ar

 

 

 

 

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

 

 

 

 

La huida *

 

 

 

Un tren en movimiento es una cárcel.

 

Con más razón para quien está huyendo.

 

Como a tantos otros, me acusan de un crimen que no cometí. No importa la verdad: Estoy sentenciado desde que tuve aquel desencuentro con el diputado. Lo vi claramente en su mirada. Antes o después, iba a pagar mi atrevimiento. Ignoro qué destino me tienen preparado, pero, en cualquier caso, las opciones de escapar a él son mínimas.

Por eso, cada par de ojos que se posan en mí representan un peligro. Son muchos quienes me buscan. El poder encuentra aliados en todas partes. La única realidad posible es la huida. Ningún rincón del país es seguro ahora. Sólo en el extranjero, lejos, podré eludir los largos tentáculos de mi enemigo. Mas no debo pensar en el futuro lejano cuando en un instante todo puede irse al carajo. Lo urgente es salir de aquí.

Todos los rostros que me rodean son una amenaza.  Por desconocidos, por multiplicados.

Vine a la estación porque me pareció el mejor lugar para pasar desapercibido. En principio, sólo tomé el tren por alejarme de aquí. El destino fue casual –era el tren que en ese momento se disponía a partir-, pero en Enrique Fynn tengo amigos que tal vez puedan ayudarme.

Ahora, cuando el tren ya abandona la ciudad y avanza hacia la interminable llanura, sólo ahora he caído en la enorme indefensión del proscrito que toma la decisión de subirse a un tren –un avión, un autobús, cualquier medio de transporte colectivo, en definitiva-. Por eso, trato de evitar las miradas de los otros pasajeros. Las gafas de sol ayudan, pero no son un muro tras el que esconderse. Sólo un diminuto camuflaje. Si alguno de mis perseguidores está a bordo, soy hombre muerto.

Haría bien, lo sé, en ocupar mi mente con otro tipo de pensamientos. La forma de burlar la vigilancia a que estoy sometido, por ejemplo. La acción que debería llevar a cabo si descubro a uno de ellos… esas cosas. Pero el temor me impide pensar: Un indicio claro de ello es que, justo antes de tomar el tren, he llamado a mis amigos para avisarles de mi llegada. Sólo un minuto más tarde he caído en la cuenta de lo inoportuno de mi visita. Por nada del mundo desearía meter en líos a mis amigos. Pero ya está hecho. No puedo volver atrás. Dejo mi destino en manos de este enorme artefacto que me traslada con rapidez entre campos y pueblos que, a esta hora, parecen abandonados.

A pesar del miedo, el cansancio acumulado en las últimas horas me induce a dormitar. Breves cabezadas de las que salgo con un sobresalto. Cada vez, miro alrededor con aprensión. Nada en el vagón parece amenazarme, pero con esta gente nunca se sabe.

Para un prófugo, todo son ojos. Ojos expectantes, acusadores, irónicos, traicioneros. Ojos enemigos.

Cuando, al volver de alguna de esas ensoñaciones, distingo una sombra en algún punto inconcreto del vagón, mi corazón se acelera. Cada vez que el tren se detiene, temo que suban, que me busquen, que me saquen esposado y vencido a la vista de todos y me metan en un auto verde, uno de esos autos verdes de los que no se regresa…

Una mirada fija es una alarma causando un estruendo insoportable en mi interior. Una inocente sonrisa se me antoja como la señal inequívoca de mi perdición.

Los kilómetros y las estaciones se suceden, pero mi angustia no mengua. No obstante, si he de ser sincero, no hay la menor señal de los sicarios. Se trata sólo de la sensación de ahogo propia de quien se sospecha rodeado.

Miro hacia afuera y percibo que ya estamos llegando. La próxima estación es Enrique Fynn. Allí tal vez pueda estar seguro uno o dos días, mientras decido qué hacer, hacia donde seguir huyendo…

Con suma precaución, la misma que he empleado en las últimas horas o días (en la huida llega a perderse la noción del tiempo), me preparo para salir de este encierro rodante. Abajo todo será distinto.

Sin embargo, la frecuencia de mis latidos no disminuye. Mientras el tren va reduciendo su velocidad y la silueta de la estación se perfila en el horizonte cercano, me asalta una revelación: Ellos están ahí, esperándome. Esta vez no se trata del pánico, sino de una fría certeza. No necesito verlos. Lo sé. Conocían mis planes y no han hecho otra cosa que alimentar mi esperanza, dejando que el viaje llegue a su fin. No habrá escándalo ni una persecución cinematográfica. Simplemente, alguien se acercará a mí y me susurrará al oído unas pocas palabras. Yo le seguiré en silencio, velando así por la seguridad de mis amigos, a quienes me prometerán no hacer el menor daño si colaboro. No me hará falta ver a uno de mis antiguos compañeros, quizá el más joven o aquel que siempre enrojecía al mirarte a los ojos, escondido tras una columna, observando con el corazón en un puño mi detención y, tal vez, respirando aliviado al comprobar mi sumisión. Después, el protocolo se cumplirá con precisión geométrica, del mismo modo que siempre. Y el mundo me olvidará como se olvida todo.


 

*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

 

 

 

 

-Próxima estación.

 

En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Provincial:

 

 

 

CARLOS BEGUERIE. 

 

 

 

FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.

 

ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.  

 

LOMA VERDE.

 

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.

 

GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

 

GOBERNADOR OBLIGADO.

 

ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.  

 

 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.

 

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.

 

 INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA. 

 

GOBERNADOR GARCIA.

 

LA PLATA.

 

 

 

 

*

 

-Siguiente estación.

 

 

 En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Midland:

 

KM. 38.  

 

 

MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.

 

MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA. 

 

JUSTO VILLEGAS.

 

JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.

 

 ALDO BONZI.   KM 12.

 

LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.

 

 VILLA CARAZA.

 

VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

InventivaSocial

Plaza virtual de escritura

-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro.

 

https://twitter.com/INVENTIVASOCIAL

 

 


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