miércoles, octubre 31, 2007

CANTANDO, BAILANDO, PATINANDO Y VOTANDO POR UN SUEÑO...



Cantando, bailando, patinando y votando por un sueño





Patinadoras, vida íntima y TV en continuado*


*Por Marcelo Moreno. mmoreno@clarin.com


Una sorprendente televisión es la que mira la mayor parte de la sociedad. La TV abierta argentina parece tener la marca de la serpiente que se muerde la cola, símbolo del infinito y del eterno retorno.
El programa más visto, el de Marcelo Tinelli, no empieza, como se podría pensar, cada noche con sus competencias de patinadoras -ellos aparecen como meros soportes-, sino a la mañana, en programas que comienzan con repeticiones, sazonadas por comentarios, de lo acaecido en emisiones anteriores.
Esto ocurre en el marco de un fenómeno más general: la de la televisión que se mira a sí misma. Antes, los fallos y papelones al aire intentaban disimularse a cualquier costo. Ahora cunden los programas y segmentos enteros de otros dedicados sólo a reiterar, bajo una mirada irónica, el chiste involuntario, riéndose de él.
Tanta tela para cortar no dan en sí mismas las filigranas que se desandan en la pista. En realidad, el tema central que desata semejante pasión intelectual es el de los roces, peleas y escandaletes alrededor de la vida íntima de las patinadoras, los vínculos polémicos entre ellas y los jurados y las relaciones entre los jurados entre sí. Eso, a su vez, se proyecta hacia otros escenarios, porque muchas de las concursantes ofician de vedettes o actrices en teatros. Y también se vuelcan a revistas en las que
las patinadoras se muestran con menos ropa y notablemente más desinhibidas que en TV.
Los ingredientes son atractivos: emociones a raudales, polémicas, peleas, papelones y exabruptos y, tras un velo siempre rasgado, la vida íntima de las competidoras. Lo curioso es que este ingenioso formato haya colonizado el resto de la TV, transformándose en un programa continuo. Desde luego aquellos que aún llaman "caja boba" al mayor productor de pautas culturales de la sociedad despotricarán contra los hacedores de la tele, como si la función de éstos fuera la educación de las masas.
Quizá valga más preguntarse por qué a millones de argentinos les encanta ver el mismo programa todo el día. O qué tiene ese espacio para producir semejante fenómeno.


*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2007/10/31/sociedad/s-03703.htm







Una modesta propuesta*






Creo que sería lógico que las próximas elecciones generales, o al menos las primarias o internas de los partidos políticos se realicen en ciclos televisados con la animación de los conductores más populares de la televisión argentina. Propongo que Marcelo Tinelli y Susana Giménez realicen esta tarea. El voto no sería electrónico sino en base a mensajes de textos. Me parece que la solemnidad que pretende rodear al acto eleccionario no es coherente con las reglas implícitas, con la infraestructura y los negocios que se articulan en este casting ciudadano. Por eso, por más burdo que parezca, propongo que las elecciones sean televisadas. Desde ya, además de patinar por el poder, -Václac Havel, (un viejo patinador de su palacio), sería un buen jurado en este rubro- los candidatos tendrían la oportunidad de expresar sus ideas y ser acompañados por excelentes patinadores, cantantes y bailarines. Esto daría un correcto sentido a la igualdad de oportunidades entre los distintos aspirantes o al menos cambiaría la forma en que los votos se compran u extorsionan en la Argentina pobre y desilusionada.



*By Urbano Powell. urbanopowell@yahoo.com.ar
(C) Copynight. permitida la copia y reproducción del presente texto sólo en horario nocturno.







Miércoles, 31 de Octubre de 2007
REFLEXIONES SOBRE LO QUE DEJARON LAS ELECCIONES
Votos, hechos y palabras*

Cuatro miradas analizan el proceso electoral y el nuevo escenario político.
La expresión del eje peronismo-antiperonismo y su relación con los alineamientos de centroizquierda y centroderecha. Los discursos de la presidenta electa y de los demás candidatos.



Por Maria Esperanza Casullo *


La exclusión popular
En política, las palabras valen como hechos. En momentos como éste, cuando se cierra el ciclo agitado de una campaña presidencial, es dable releer, ya con los números puestos, las palabras de los ya no más candidatos para buscar claves, pistas de lo que vendrá. La semiología enseña que la ideología de un enunciador se puede reconstruir a partir de las huellas que su enunciación deja en el discurso, y que las más importantes entre estas huellas son los deícticos, aquellas palabras cuya referencia depende,
justamente, de la enunciación. (Los deícticos son palabras graciosas. Si yo digo "yo", soy yo, pero si vos decís "yo", entonces el referente de "yo" no soy yo, sino vos, pero aun así nos entendemos.)
Los deícticos más importantes en un discurso ideológico son aquellos que remiten a la construcción de un "nosotros", de un "ustedes" y de un "ellos".
Toda acción política requiere de un "nosotros" (los aliados, los que compartimos un campo ideológico) que les habla a un "ustedes": aquellos que, sin ser nosotros, podrían serlo y a los que se intenta convencer. El eje "nosotros-ustedes" se contrapone al "ellos", aquellos que ni pertenecen al "nosotros" ni tampoco pueden hacerlo. "Ellos" suele referir al enemigo directamente a un Otro, alguien lejano, remoto y diferente. Tal vez la potestad más importante de un líder político sea marcar, con sus palabras y actos, los límites entre nosotros y ellos y dividir así el campo. La historia argentina ha sido pródiga en discursos que diferenciaban estos campos en dicotomías. Nosotros, los de la causa, contra el régimen.
Nosotros, el pueblo, y ellos, la oligarquía. Nosotros, democráticos y ellos, los autoritarios. Nosotros, la gente, y ellos, los políticos corruptos.
Pero la lectura de los discursos de la futura presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y de los dos líderes más importantes de la oposición, nos depara una sorpresa: estas diferencias están desdibujadas como nunca antes.
Los tres candidatos se dirigieron casi todo el tiempo a un "nosotros" muy generalizado, abarcativo, prácticamente sin límites. En esos discursos, las relaciones de amigo-adversario aparecieron llamativamente veladas, en un juego en el que nadie llamó al adversario por su nombre ni se marcaron
fronteras ideológicas.
Cristina les habló a los "compatriotas", a "los argentinos", a "todos los hombres y mujeres, a los que nos votaron y los que no". Ni una referencia al pueblo, ni a los trabajadores, sólo al final a sus "hermanas de género". En ningún momento señaló a una tercera persona adversarial (ni siquiera habló de "los que quieren volver a los noventa"), sino que incluso quiso "convocar a los que tal vez pudieron habernos agraviado". Llamativamente, las ideas que presentó para su futuro gobierno (concertación, pluralidad, buena sociedad, reconstrucción del tejido social) son prácticamente indistinguibles de los conceptos centrales de los discursos de los otros candidatos.
Su público, su "ustedes", intentó varias veces insertar un "nosotros" en su enunciación, recortar un campo de identidades más pequeño dentro de los abarcativos. Lo quisieron hacer cantando "somos la gloriosa JP", primero, y ya al final, entonando, solos y a capella, la marcha peronista.
Roberto Lavagna les habló a los "compatriotas" y sólo particularizó el agradecimiento a sus militantes juveniles. Llamó a rescatar a los partidos tradicionales, pero no aclaró en cuál de ellos se incluye. Su discurso no abundó en marcaciones polémicas. Lavagna siempre tiende al discurso técnico.
Elisa Carrió fue tal vez la que puso un límite más claro a su "nosotros" político desde lo discursivo. Puntualizó nombres ("les ganamos a Alfonsín y Duhalde") y construyó un "ustedes", sus votantes, caracterizado por los atributos positivos de la modernidad y la libertad, frente a un "ellos", no
libre, sujetado por "el aparato y el clientelismo". Sus adversarios, los viejos partidos y las prácticas de un "poder" más difuso, no son llamados por su nombre. Finalmente, Carrió aludió a la más antigua y persistente de las antinomias argentinas cuando dijo que "ningún país civilizado del mundo puede, sin escrutar el 60 por ciento, proclamar una presidencia". (Nosotros, inmersos en un país no civilizado, que aspiramos a ser a lo que ellos, los de los "otros países", son: "modernos, civilizados, en serio".)
Al revisar todas estas referencias al pluralismo, la modernidad, la racionalidad, llama la atención que todos los discursos excluyan cualquier referencia al (posible) sujeto político una vez llamado "pueblo". Hoy nadie habla de, ni a, el pueblo, ni a los desposeídos, ni a los trabajadores. El campo popular, hoy, está excluido del discurso político.
Desde un punto de vista, que la política esté recorrida por discursos que apelan a la inclusión, al pluralismo, a difuminar los límites entre "nosotros" y "ellos" es un avance hacia formas racionales de resolver diferencias políticas. El peligro, como advierte Chantal Mouffe en su último libro, es terminar así en una política en la que o bien no hay diferencias (la política reducida al ámbito gris de la administración burocrática) o bien esas diferencias, al no poder expresarse de manera propiamente
política, derivan en conflicto. Habrá que ver qué nos depara el destino.

* Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín.


Blog www.labarbarie.com.ar

*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-93812-2007-10-31.html





¿Democracia de partidos?*



Por Maria Matilde Ollier *


Que las elecciones del domingo pasado hayan consagrado a una mujer al frente de la Casa Rosada implica una novedad que se suma a otra ocurrida en similar dirección. Fue una mujer la que alcanzó, por primera vez, el segundo lugar en la carrera presidencial. Estas primicias se vieron acompañadas por dos
curiosidades: con el menor caudal de votantes desde 1983 (73 por ciento del padrón), Cristina Kirchner obtuvo el porcentaje más bajo de sufragios de un presidente electo en primera vuelta luego de esa fecha, pero, al mismo tiempo, puso una distancia mayor con el competidor siguiente. Ambos datos
imponen conclusiones: la bonanza económica no sedujo a la mayoría de los votantes y la presencia de un voto opositor, rondando el 55 por ciento, no logró traducirse en una alternativa capaz de forzar al ballottage y acortar la distancia oficialismo/oposición.
El futuro gobierno de Cristina Kirchner parece anunciar otra noticia en relación con el funcionamiento tradicional del justicialismo, donde el presidente de la Nación ha sido siempre el jefe partidario. El mandatario saliente se dispone a dar la batalla para constituirse en ese lugar, normalizando el PJ vía elecciones internas que espera ganar. ¿Una jefatura renovada se hallará en condiciones de contener las diferentes variantes que, aunque minoritarias, se ubicaron el domingo en el campo opositor? La
respuesta precisa aún el paso del tiempo. De todos modos, aquí es necesario destacar el aporte que hizo al triunfo oficialista, a nivel nacional, la victoria de Daniel Scioli. De los cuatro distritos electorales más importantes, Buenos Aires ofreció una holgada victoria al oficialismo, que fue derrotado en Capital y en Córdoba, obteniendo escasa ventaja en Santa Fe. De ahí que la tarea de Kirchner sea quizá más ambiciosa aún: disponerse a conducir una coalición (más institucional que la concertación plural) de
apoyo al Gobierno, integrada por el Partido Justicialista y sectores radicales y socialistas. La estrategia abre dudas sobre el rumbo futuro de franjas de la oposición.
El radicalismo y el socialismo se hallan a punto de enfrentar una disputa interna atravesada por el dilema de dónde ubicar a la fuerza. Las diferencias en el interior de estos partidos encierran la tentación, para sus alas pro gobierno y ayudadas por éste, de lanzarse a la conquista de las
estructuras partidarias, hoy en manos de los opositores al kirchnerismo. Una prueba de resistencia a esta alternativa fue dada por la nominación a vicepresidente, en las fórmulas nacionales, de las máximas autoridades de ambos partidos.
La referencia triunfante del espacio opositor, la Coalición Cívica, formula interrogantes en relación con qué rol ocupará Elisa Carrió, qué interés hay en conformar una coalición progresista y republicana, fundada en reglas y con mayor esperanza de perdurar y qué posibilidad existirá de incluir al radicalismo en ese espacio. El centroderecha, si bien cumplió un deslucido papel, cuenta con el gobierno de la ciudad autónoma que, cuando comience a funcionar, le devolverá protagonismo a Mauricio Macri. A este espacio se añaden sus nuevos socios bonaerenses, pudiendo recalar allí retazos del PJ, reticentes o derrotados por la estrategia de unidad propuesta por Kirchner.
Mirando hacia delante, entonces, se perfilan tres diseños de construcción política: la concertación oficialista, la coalición progresista/republicana y el centroderecha, todos envueltos por la misma incógnita: se ordenarán como coaliciones de partidos guiadas por reglas o continuarán siendo
conglomerados organizados en torno de figuras. Sería deseable que la elección del domingo último haya marcado un punto de inflexión: la no repetición, a futuro, del festival de boletas que presenciamos en esa ocasión. Las quejas (graves denuncias de robos de boletas, falta de fiscales que las repongan, demoras en apertura y cierre de los comicios) convierten el voto electrónico en la solución capaz de alejar sospechas que opaquen los resultados.
Como el desafío no es menor (promover la transparencia, mejorar la calidad institucional y la distribución del ingreso, frenar la inflación, obtener mejores estándares de seguridad democrática e insertar a la Argentina en el mundo) constituiría un paso adelante enfrentarlo construyendo una democracia de partidos fundada en la disputa de ideas y de valores, y no sólo en los candidatos. Se trataría de un buen comienzo para jaquear la dispersión y promover un mayor compromiso ciudadano.


* Politóloga, profesora de la Escuela de Política y Gobierno (Unsam).


http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/93812-29766-2007-10-31.html






Escisiones y discursos*


Por Maria Pia Lopez *



Muchos desconfían de las elecciones y cultivan el voto a desgano o la prudente abstención. Alguien, hace ya mucho tiempo, las llamó trampa para tontos. La distancia a veces abrupta entre lo que se dice en el momento anterior -en el que se apela a la tentación o a la conciencia del votante- y el del práctico ejercicio del gobierno, no hace demasiado para restañar esa desconfianza, ni para menguar la atribución de tontería. La clase política argentina parece haber encarado la tarea de achicar esa distancia no por la vía de una efectiva restitución de las capacidades transformadoras de la gestión pública sino por la atenuación de los discursos. De hecho, el gobierno saliente ha deparado la sorpresa de hacer más de lo que estaba inscripto en sus palabras iniciales, que nunca cultivó en demasía. Tensó el mundo de los símbolos, es cierto, anteponiéndolo a veces a la efectiva realización: lo hizo en temas sensibles y muy relevantes como el de la recuperación del patrimonio público, la restitución de un sistema de
transportes ferroviarios, o el control de los recursos energéticos. Puso, en esos planos, imágenes que no tuvieron correlación material en las políticas realizadas. En otros aspectos, los actos fueron más allá de su enunciación: la modificación de la Corte Suprema, los juicios a implicados en los crímenes de la dictadura, el trato no represivo de la movilización social.
Tuvo a su favor, para el balance del electorado, la inexistencia de promesas previas, la coyuntura económica y una sensibilidad social más propensa a un orden confortable que al conflicto generalizado. Eso parecían saber, el domingo, la presidenta electa y el triunfante candidato a gobernador de la
provincia de Buenos Aires. Ella habló -como tantas otras veces- con el saber de la amplificación que suponen los medios de comunicación, no tanto para los festejantes presentes como para una opinión pública que se constituye por operaciones y opiniones mediáticas. Habló no para la parte que la votó
sino para aquellos que reclaman un nuevo gobierno capaz de expandir sus diálogos con el resto de la clase política y con las usinas periodísticas.
Precisamente, una candidata objetada por su desdén a la comparecencia mediática, cultivó durante la campaña -y en el día del triunfo- una oratoria que los tuvo como destinatarios principales. Así, el llamado a la concertación y las galas del pluralismo se agitaron como bastiones del momento de triunfo. Y claro, se dirá, que será presidenta de todos los argentinos (y argentinas, como gusta decir) y no sólo de la parcialidad de sus votantes. Pero vale recordar la escisión y el valor que los hiatos tienen en la política: la diferencia entre provincias y barrios, la relación entre clase social y decisión de voto que parece atisbarse en los distintos conteos electorales. Dar cuenta de esa diferencia no es menos necesario que constituir espacios políticos en los que se reponga la discusión pluralista de ideas. La enormidad del daño social que se reproduce cotidianamente en la Argentina -por la exclusión, pero también por formas de explotación del trabajo- requiere políticas singulares y apropiadas, capaces de erigir nuevos derechos. Si las clases populares, los barrios más pobres, las provincias más despojadas votaron a la candidata triunfante, esa diferencia no debería ser opacada por un llamado a una generalidad abstracta. Por el contrario, es necesario escuchar ese voto en su particularidad.
El discurso de la candidata electa, en el que sí se reconocieron otras partes -y en especial, la de la pertenencia al género femenino-, se privó de enlazarse con una legitimidad popular. Con demasiados riesgos. No es lo mismo hablar para La Nación que para la Nación. Menos aún si pensamos la Nación como la promesa de una igualdad que lejos está de ser realizada y que ni siquiera es tematizada.
Ese reconocimiento está ausente por completo en el discurso del gobernador electo de la mayor provincia del país, que eligió la vacuidad optimista y el obvio rintintín de la seguridad para festejar el idilio electoral. El reciente acuerdo para buscar soluciones metropolitanas sienta a la mesa chica, al mismo tiempo, a gobernantes de distinto signo partidario y a un único y homogéneo discurso político. Allí donde las viejas lenguas ideológicas se veían solicitadas al conflicto, este discurso coloca la enunciación difusa y supuestamente general; y allí donde esas lenguas entonaban sus disidencias, éste se resuelve en la lisura de la gestión técnica.
En un contexto de festejo y adhesión política a las formas más despolitizadas del lenguaje y de la práctica, en el momento de triunfo electoral de esas fórmulas y de reclamo mediático hacia su extensión y difusión -son las buenas maneras de la vida pública-, sólo queda recordar que el conflicto, la parcialidad, la diferencia son motores de políticas que se pretenden asociadas al cambio.



* Ensayista, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/93812-29767-2007-10-31.html







Del proyecto peronista*




Por Pierre Ostiguy *


La elección del domingo, ¿fue una victoria más para el muy duradero peronismo, bajo el rótulo coyuntural de Frente para la Victoria (FpV)? ¿Fue una victoria de una pareja presidencial asociada a un alto nivel de crecimiento económico? ¿O es una etapa crucial de un sueño postergado de la intelectualidad, es decir, la llamada "normalización" de la política argentina a través de un eje izquierda-derecha? Sin duda, Cristina, como producto clase media de una militancia setentista y en su época izquierdista, anhela lo último. Mi postura, producto de numerosos estudios de campo en barrios humildes del Gran Buenos Aires, corazón demográfico del justicialismo, cuestiona este entusiasmo presidencial. Y lo cuestiona, lo que es más raro, desde un ángulo sociocultural "peruca".
La primera pregunta pertinente es si, al fin y al cabo, y especialmente desde el 2005, el FpV no es, en la práctica, nada más que el nuevo nombre partidario del gran movimiento nacional y popular peronista. En vista de su electorado, del comportamiento de sus militantes y de su "aparato" institucional, creo que, con la excepción de la oposición peronista más de derecha, lo es.
Esta breve columna no es adecuada para examinar dónde queda, si lo hay, el punto "espacial" de ruptura en el eje izquierda-derecha entre el peronismo oficialista y el peronismo disidente. Pero, lo que es seguro para mí es que hay una gran brecha entre la figura de Cristina, a nivel de liderazgo
"peronista" nacional, y las bases peronistas que fundamentalmente la votaron. Esta brecha es observable tanto a nivel de estilo político (y de estética), como a nivel de proyecto "ideológico" (el comentado nivel simbólico abarca ambos aspectos). Y esta brecha es mucho más grande, opino, que la que existía con Néstor Kirchner.
El proyecto de Cristina está claro. Como lo quisieron siempre muchos intelectuales -Torcuato Di Tella no se cansa de pronosticarlo cada tanto desde hace ahora media vida-, Cristina quiere liderar un gobierno que sea básicamente de izquierda moderna, identificada con el socialismo francés, o el socialismo español, o el modelo chileno de Michelle Bachelet. Eso es muy irónico, teniendo en cuenta el odio profesado tantas, pero tantas veces -y con pasión- de parte de votantes y militantes peronistas hacia el socialismo europeo, "que no tiene nada que ver con el peronismo". Odio que se actualizó hace dos décadas cuando lo asociaban claramente con el alfonsinismo. Y, sin dudas, el peronismo es populismo retóricamente nacionalista.
Para mí, que vengo visitando y estudiando la Argentina desde hace ahora más de veinte años, la realidad política, cultural y social de la Argentina sigue estructurada en gran parte por la división entre peronismo -y más genéricamente lo que he llamado en otros escritos "lo bajo" (que supo incluir movimientos no estrictamente peronistas como el Modín en el pasado)- y el no (o anti) peronismo, también llamado "gorilismo" por parte de los peronistas, y que yo llamo "lo alto", abarcando desde el socialismo culto hacia los liberales "bien educados".
Después de haber estado en suelo argentino para la campaña actual, llegué a la conclusión de que Cristina, para sobrevivir políticamente a mediano plazo, tendría que adecuarse eventualmente y más de lleno a su propio electorado peronista. Es decir, que hay una distancia significativa entre su proyecto (sus "deseos políticos") y la realidad, en parte creada por el General. Por otra parte, no es la primera vez (y quizá sea inevitable) que existe esta brecha entre "peronismo puro" y el presidente de turno con
trayectoria peronista. Fue memorable la conmoción provocada por Menem en 1989-91, con su entonces inesperado giro neoliberal. Pero eso no le impidió a Menem adecuarse a su propio electorado peronista. Muy por el contrario.
Los que tienen memoria recordarán que su discurso de marzo de 1991 para vender el neoliberalismo en el corazón del peronismo fue remarcable.
Cristina no parece empeñada, probablemente por la magnitud de su éxito electoral, en efectuar esa adecuación. Como lo vimos el domingo otra vez, está más bien profundizando el giro simbólico, político y de proyecto mencionado arriba.
Los Kirchner saben de política; queda claro que la gran "valla de seguridad", al respecto, la estará construyendo el marido Néstor, iniciador de ese nuevo proyecto, con sus planes políticamente muy racionales de llegar a liderar al peronismo, es decir, al gran movimiento heterogéneo que sirve en la práctica de sustento político a la pareja presidencial.
La brecha a veces llega a niveles alucinantes o, por lo menos, surrealistas.
El domingo, por ejemplo, mientras Cristina llamaba a la concertación plural, a tender la mano, a "superar viejas antinomias" (cita sólo comprensible como alusiva a peronismo/antiperonismo), sin mencionar ni una sola vez al peronismo, se escuchaba a sus militantes, a sus votantes, entonar cánticos típicamente peronistas (festivos y agresivos a la vez, como siempre), como "hay que saltar, hay que saltar, que los gorilas se quedan sin ballottage".
Me arriesgo a decir que dichos militantes, con su idioma crudo, tienen una perspectiva más acertada de las dicotomías reales de la Argentina que Cristina. Luego, la presidenta elegida habla sobre la necesidad de incluir a los jóvenes, en un modo discursivo que recuerda el leitmotiv francés socialista sobre la inclusión de los jóvenes (l'inclusion des jeunes). Feliz e irónicamente para el analista, su propio público peronista resignifica inmediatamente (como corresponde) el planteo, cantando "ya lo ve, ya lo ve,
es la gloriosa JP". Y luego le avisan: "Cristina, Cristina, Cristina corazón, aquí tenés los pibes para la liberación". Pero lo más memorable ocurrió al final. Su público, su propia gente, empieza a cantar de corazón y a capella la marchita, símbolo de la identidad peronista. Se escucha:
"Perón, Perón, qué grande sos; mi General, cuánto valés; Perón, Perón, gran conductor". Rápidamente, esta euforia de las bases queda enteramente tapada por el jingle oficial y grabado de la campaña (donde Perón no existe) y, momento fuerte de la noche, aparece entonces en primer plano, vestida de rosado, inesperadamente, tomada de las manos entre Néstor y Cristina, Ségolène Royal, representante suprema del tan insultado socialismo francés.
Dudo mucho de que el verdadero peronismo pueda ser asimilable a una fuerza como la de Bachelet en Chile. El peronismo nunca fue eso. De insistir en un proyecto tan poco peronista, la única fuente de salvación de Cristina estará en la capacidad de su marido de liderar -ahí sí, un proyecto más realista- o
domar el movimiento peronista. Y permítanme escribir que las chances de éxito de Néstor serán más grandes mientras lo pueda hacer con más "pelotas", es decir, no en un ánimo democrático-liberal, sino con autoridad, carácter y prepotencia "peronista", aptos para suscitar admiración y respeto dentro del
peronismo profundo. Mientras tanto, y muy a pesar de mi propio nombre francés, recomendaría a Cristina no empezar las anheladas giras afuera con París, a pesar del buen gusto de dicha ciudad. Pues, al fin y al cabo, los bombos sonantes forman una "música maravillosa" que, como lo sabemos todos, es la del pueblo peronista, por lo menos de La Matanza a La Rioja. Dicho en términos setentistas, habrá que ver en los próximos cuatro años si la "patria socialista" y la "patria peronista" pueden desarrollar sentimientos de amor mutuo, que no supieron tener en la época añorada. En cierto modo, sería también triste que el cuidado (y el miedo) con las apariencias que sin duda está presente en muchas mujeres de clase media en la Argentina (y que, por cierto, no deja a nadie indiferente) termine empujando de a poco a la primera presidenta elegida en el universo sociocultural del "gorilismo" y sus gustos, dejando a los famosos muchachos de la marcha solamente los clásicos del fútbol para expresarse, hacer lío y sentirse reconocidos.


* Politólogo canadiense, profesor del Bard College (Nueva York).

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/93812-29768-2007-10-31.html






DESEOS*


Transitan
las orillas de la mente
dos siluetas luminarias
de un deseo.

Cuando el fulgor
guía los vértices
del cotidiano andar
de sus huellas.

Clarea la esfera
del albo día
con el pétalo
para el beso.

Camina la túnica
de la alborada
con la piel al trasluz
para las manos.



*de Xenia Mora. xeniamora@ciudad.com.ar




Correo:


Re: Elecciones: Una jornada para no olvidar*




Oh, Eduardo

La cosa fue peor en Burzaco, en Don Orione, en Monteverde, en Varela (entre muchas otras localidades), que largas esperas y avalanchas. Ahí los punteros dueños del colegio, además del saqueo de boletas, prepoteaban a la gente como sin ley, o le decían cosas como "votá por lo que hay", o bien la intimaban o ridiculizaban sin más. Dura, muy dura, fue la cosa en las escuelas de calles de tierra del tercer y cuarto cordón del conurbano. La prensa, sin bien no ocultó del todo el hecho, lo presenta como una cuestión
menor, o fácilmente digerible, entre un sinfín de noticias y de cómputos. Yo no sé, siendo así, en qué medida el resultado final no dependió de este procedimiento sistemático, inclusive el que la elección se haya finalmente decidido sin segunda vuelta. Hay partidos o frentes a los que con esta práctica se los borró en el Gran Buenos Aires del acto eleccionario. Más: en lo más pequeño, seguro, algún candidato a concejal le debe a esta violencia su "éxito" o su nuevo próspero destino. Se anuncia dura, durísima la mano, en el fondo desagraciado del tarro. Y yo que vivo por acá, no puedo sino mirarlo. Estoy en la primera fila, como quien dice, en el ring side, viendo los golpes de cerca. De cualquier manera, siento que, aun así, el fraude no comenzó el domingo, sino que continúa, y, a la vez, cada día se hace más
evidente, al abrigo de una brecha inmoral, o cordillera, que ya está mostrando, en un mismo menjurje, dos países cada vez más distantes. Te abraza,


*Eduardo Dalter eduardodalter@yahoo.com.ar





"BORGES: UN DESTINO SUDAMERICANO"*



Eduardo:

Ya había leído hace unos días lo de la película donde actuó Borges, y ahora me encuentro en Inventiva la noticia de su "estreno".
Escribo para contarte que, a menos que yo esté loco o lo haya soñado premonitoriamente, ¡yo vi esa película en la tele hace muchísimos años! La pasaron Morelli y Berruti en Función Privada. Me llama mucho la atención que digan "que la lata estuvo guardada todo este tiempo" y que en ningún momento
se haga mención de su exhibición televisiva.
Estimo que no puedo estar equivocado, ya que recuerdo perfectamente haber visto la escena en que Borges avanza con el cuchillo en la mano.
En fin, ¿habrá alguna forma de que alguien confirme esto que estoy diciendo?
Saludos


*Alfredo alfdibernardo@ciudad.com.ar



*

Queridas amigas, queridos amigos:


El domingo 28 de octubre del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor colombiano Jesús Pinzón Urrea. Las poesías que leeremos pertenecen a Flora Chavarry Orellana (Guatemala) y la música de fondo será de Rikchariy
(Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067





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