sábado, diciembre 08, 2007
ESCRITOS CON EL CUERPO...
Baya*
El roble se desdobla
en raíz y verde cielo
como el hombre
nace tierno a la intemperie
y se viste de cortezas y follaje
con el tiempo
como el árbol
camina desde su raíz
y se agita el alma del hombre
como el hombre
el árbol no muere en la leña
de semilla en semilla
es eterno
y sus eternidades juntas
avistan auroras
ejercitan milenios.
*de Víctor Falco vittoriofa9@hotmail.com
ESCRITOS CON EL CUERPO...
ONDOLOIN*
Ondoloin me dice desde muy lejos una voz transformada en palabras. Ondoloin, palabra que suena como una campana, como las olas del mar que no rompen en acantilados sino que besan con ternura la arena de la playa. Ondoloin.
Qué hermosa, verdaderamente qué bella palabra.
Un hombre de padres italianos ha aprendido una sola palabra de las tierras vascas. Y me dice ondoloin, me desea felices sueños con la voz ribeteada de helechos, moras silvestres, campanillas de cabras saltando en los montes. Me saluda este hombre con la sal del mar, con la luz lenta, con piedra y balidos de ovejas albas. Ondoloin.
Ondoloin que camina en la noche el erizo bajo los robles, que la sombra del jabalí se dibuja en el tronco de un almendro, que los ciervos estiran los hocicos húmedos lejos de las autovías. Ondoloin que los putres no volarán en círculos sobre los tejados rojos de los caseríos, que ningún espanto rondará los gallineros. Ondoloin que todas las pesadillas han sido conjuradas, el mal se ha alejado, las sorguiñas descansan. Alguien ha dicho ondoloin para que lo incierto se resuelva en claro de luna.
Si es casi una pequeña canción, si es una caricia. Si es una flor, una nube blanca.
Estaba yo triste, hoy.
Una voz lejana me ha llegado escrita y me dice una palabra tierna de toda ternura. Ondoloin para mi que me voy a la cama. Arropada en dulzura de sonido danzante me acostaré entre las sábanas...
*De Mónica Russomanno. russomannomonica(arroba)hotmail.com
Sábado, 08 de Diciembre de 2007
Escrito con el cuerpo*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
UNO
Buscar en la anatomía del texto la propia naturaleza, en la circulación de la palabra el torrente sanguíneo, en el desarrollo verbal la constitución humana, en el proceso creativo el proceso viviente. Sospechar que el cuerpo también es una palabra que al retorcerse, enajenada por la pasión, deja los dientes al descubierto. Comprenderse como un cataclismo escrito. Como un paroxismo verbal. Sostener en cada línea los agudos gritos, los necesarios temblores, para luego ir deteniéndose poco a poco, y quedar inmóvil y silenciosa, como un punto final. Desde antes del entendimiento, sin más herramienta que la intuición, concebir la escritura como una manera de acceder a la existencia.
DOS
Ser una escritura que patalea adentro del vientre de la literatura universal. Que se gesta en lo leído. Una escritura que se desvía de los ojos del poder, que se sale de las casillas. Una escritura de los bordes, de los sótanos, de los caracoles, de las bodegas y los átomos. Una escritura de letras minúsculas, de ciudad, de río, montaña, azotea y planicie. Una escritura de lo propio como diverso, de lo diverso como propio. Una escritura como un escudo contra la uniformidad. Ser un texto como un estallido, como una rabia, como una insatisfacción. Ser un texto que no mejora el mundo pero que puede jugar con su empecinamiento, con sus aires de beata y su alma de burdel. Ser un texto de pie sobre el umbral de la noche. Un texto donde morar. Una intemperie que cobija. Un recorrido por caminos no marcados. Constituirse como un territorio velado por la lluvia y sentirse oriunda de esa oscuridad.
TRES
Ser un texto que mantiene la boca apretada contra la boca de quien lo lee, como si temiera que al despegarla ambos se cayeran en el lugar común del testimonio y la realidad. Un texto como un desgarro, como un alumbramiento, como un abrazo sexual, como una ebriedad estética. Ser un texto que no avanza necesariamente con un pie delante del otro y que se erige señor de sus propios tropiezos.
CUATRO
Escribir como una inocencia con un detalle ligeramente anormal. Escribir para que deje ya de temblar el cuerpo. Para que el rayo invisible nos fulmine. Para fomentar el baile de los ardientes, la danza sin fin de los ahogados. Anhelarse como una escritura con mil gradaciones delicadas, con voluptuosos preludios y sosegadas declinaciones. Erigirse como un juego de entrega y posesión. Ser una escritura llena de un cariño impertinente. Una escritura misionera, kamasutra, flor de loto, lobo en celo, triple x, sin género, sin velo, sin Canal α. Una escritura como un cuarto oscuro al que se entra encandilado por la luz del sol, y al principio sus objetos no pueden distinguirse pero luego, al salir del aturdimiento, se los reconoce como pequeños aciertos de la creación. Replegarse en una escritura de movimientos menores, más cercanos a la naturaleza propia, a la duda propia, a la sospecha propia.
CINCO
Ser un texto desde el cual se mira a la humanidad que gira alrededor del mundo, con el mundo, para el mundo y no querer participar. Un texto para los insatisfechos, para los ahorcados, para los quietos, para los partidos, para los soñados. Ser un texto que mira al mundo, que se mira a sí mismo, con su pequeño ojo orientado hacia la izquierda. Que se mira para tacharse, corregirse, preservarse de la comodidad. Un texto que camina por las palabras, con las palabras, en las palabras, hacia las palabras. Dueño de su singularidad y de su herencia. Ser un texto que mira con reverencia a sus textos hermanos y que se excusa de golpear las puertas de la fábrica de la literatura industrial. Un texto no domesticable, no clasificable, no cercenador, no cómodo, no satisfecho. Un texto que busca ser un vaso sanguíneo, en la anatomía de su lector.
*Fuente: Rosario-12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-11457-2007-12-08.html
*
te busco hermano y no te encuentro
busco por los alpes, las montañas hasta el campo
hace mucho que no jugamos a la escondida
ya ni se tus mejores lugares para jugar.
Me pierdo andando por ahi
como si hubiera neblina y no te pueda ver
como si la naturaleza impidiera para no encontrarte
como si buscara una aguja en un pajar
Hermano donde estas? que no te encuentro
donde estas? que no te veo quisiera encontrarte
pero no puedo... hola hermano donde estabas?
te he buscado por todos lados... ahora estamos juntos
pero tambien estamos solos, dejamos a la familia
si, no te acordas? los dejamos... ahora estamos en el cielo
te acordas que chocamos con el auto de papa?
bueno viste lo grande que es? si estamos en el cielo aunque no lo creas.
*de Matias Ezequiel Laportilla brandsen@ferrobaires.gba.gov.ar
Sábado, 08 de Diciembre de 2007
Juan*
*Por Osvaldo Bayer
Juan ha recibido el premio que se merecía. La alegría de ver su nombre en las tapas. El premio a las letras que forman las palabras. A las palabras que envuelven los sueños. Juan, el poeta de las calles, de los barrios, de las plazas. Del dar la mano. Juan tiene mano de orfebre, de sembrador, la mano que acaricia la vida, pero que se vuelve puño en los tiempos humillados.
Me acuerdo de cuando lo conocí. Por los años cincuenta. Unas reuniones de poetas, escritores con esperanzas más que jóvenes. Optimistas de pura sangre. Revistas literarias, que no se dan nunca por vencidas. Aparecen, reaparecen, se pierden, surgen, siempre nuevas. Ya era poeta, Juan. Nosotros
éramos literatos, periodistas, ensayistas, novelistas, cuentistas. El era poeta. En los años sesenta los sorprendí caminando adelante, a unos veinte metros de mí, a él y a Raúl. Claro, Raúl González Tuñón. Quién otro. Estoy seguro de que iban recitando "La costurerita que dio aquel mal paso".
Evaristo Carriego. El poeta que debe haberlos despertado del sueño a los dos.
Juan, después, los sesenta. No sólo siguió escribiendo poesía todos los días. Sino que también se metió con todo en la lucha contra una sociedad que creaba villas miseria en las pampas más ubérrimas de la Tierra. La lucha, sus búsquedas. Sus libros siempre presentes, uno tras otro. Cada vez más comprometido. Dando la frente a los uniformes de turno. Pero Juan se daba tiempo también para remar en el cielo buscando estrellas y amaneceres, ninfas y silencios.
Juan ahí, tomando la revolución por la puerta delantera, sin interpretaciones academicistas. Pero siempre poeta. Con sus ojos más allá.
Pero la Muerte, de pronto. La Muerte de uniforme. Generales, almirantes, brigadieres, comandantes, comisarios generales, secretarios privados. Y los civiles marianizados de siempre con sus sonrisas genuflexas. Y Juan siguió en las trincheras de la vanguardia.
Hasta que vino la derrota. El dolor profundo. Me escribiste a Berlín, Juan, desde Roma, el 27 de mayo de 1979. No te dabas por vencido. Me comunicaste que seguías trabajando "en un proyecto político que tiende a crear una síntesis a partir de la derrota, un proyecto que, antes o después, me regresará al país". Y buscabas la razón de tu tristeza y me decías: "La pelea por conseguir una política más sensata, la pérdida de tantos compañeros, el secuestro de mi hijo, de su compañera, del nieto por nacer, me distrajeron de mi condición de desterrado, me hicieron rotar por un limbo extraño, contradictorio, fantasmal y, muchas veces, alucinado". Y agregabas algo para emocionarse en esos años de tantas luchas: "En poco más de un año escribí cinco libros de poemas con un par de obsesiones recurrentes. Una, el
amor, una mujer amada; otra, la derrota, la muerte de los compañeros, mi hijo. Supongo que todo eso me distrajo también de mi condición de desterrado. Sólo ahora la empecé a admitir. Lo que escuché durante esa semana me llevó a reflexionar y escribir, que es mi manera de reflexionar sobre el exilio, nuestro exilio".
Te contesté de inmediato desde Berlín, donde vivía yo el injusto destierro, así: "Querido Juan: no puedo decir alegría, más bien algo así como un agradecido deseo nostálgico de recordar, de recordar tu rostro de antes y de imaginarme el de ahora, con la belleza que da el sufrimiento a los nobles; eso es lo que sentí al recibir tu carta. He seguido tu lucha. Te he comprendido en todos tus pasos. Yo no puedo ser juez de un hombre de lucha, de un hombre de la permanente vanguardia, de un hombre que es la negación
del oportunismo y el ejemplo puro del buscador nunca resignado. Juan: te he seguido más que en todo eso, en tu poesía. Las hemos leído mil y una vez en las reuniones de solidaridad aquí en Europa. La última, en Berlín, el público escuchó tus versos -magníficamente leídos por dos actores alemanes- como quien se halla en un oficio divino. Por eso, Juan, ves que todo está allí, en tu obra, para siempre. No la podrán ni destruir ni matar ni secuestrar ni torturar ni encarcelar. Está y estará allí, permanente. Ese convencimiento tiene que ser tu reposo, tu tranquilidad. Porque la lucha pasada, presente y futura, está en tu poesía. Que el reposo no te remuerda pensando en que la mejor poesía tiene que ser la acción. Porque por sobre tu ejemplar vida de luchador resplandece la poesía. Descansa ahora de la acción, no como resignación, sino como paso al vuelco total hacia la poesía.
Las próximas generaciones esperan: van a querer saber de la poesía de la resistencia. Y tienes que estar vos, ya con la cabeza allí, en eso, fuerte, más fuerte que nunca acerado por los seres queridos que ellos hicieron desaparecer, por sus voces que escucharás todos los días, por los compañeros perdidos ya más allá del límite del horizonte. Ahora, Juan, la concentración de las fuerzas en la creación, que para ti es perennemente poesía. El limbo fantasmal y alucinado tiene que dar paso ya a la sonrisa segura, generosa, del triunfo del poeta sobre los enemigos del canto del gallo, sobre los enemigos del sol".
Ahí mismo le propuse escribir un libro que se llamara "Exilio". Juan aceptó de inmediato.
Cuando leí hace unos días que Juan había obtenido una distinción así, volví a repetir lo que siempre me llena de satisfacción: el triunfo final de la ética. Alguien tan perseguido como Juan, con el eterno dolor de haber perdido a su hijo y a su nuera embarazada por obra de la bestial represión militar, era reconocido ahora como un poeta fundamental del presente. En cambio, los que lo persiguieron ya están malditos por todas las generaciones. Quisieron matar la poesía y surgió la pluma que derrotó todas
las armas, todos los instrumentos de tortura, la desaparición.
Así dice Juan en Exilio: "No era perfecto mi país antes del golpe militar.
Pero era mi estar, las veces que temblé ante los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar".
Y así fue. A Juan le acaban de dar un ramo de flores. Hemos aplaudido los que lo conocemos y los que lo leen.
Juan, poeta y luchador por la sonrisa de los niños. Juan Gelman.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-95895-2007-12-08.html
*
Queridas amigas, queridos amigos:
El domingo 9 de diciembre del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Alberto Hortigüela. Las poesías que leeremos pertenecen a Isabel Cristina Arroyo Calvo (Costa Rica) y la música de fondo será de Rikchariy (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
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