miércoles, diciembre 05, 2007

LO REVELARÁN LOS OBJETOS Y LAS CIRCUNSTANCIAS...


Invito*



Un ignoto lugar
Cercano
Pensado lugar
Un clima sin nombre
Una feria sin voces
Un lenguaje de verdes
Un informativo de trinos
Una imprenta de mar
escribiendo en la arena
Una labor sin horario,
parsimonioso
Una hamaca tejida
Cuatro cocos
Un cielo de palmeras
Una barca amarrada
Un pescado un marisco en la mesa
Un ignoto rincón
Si en mis días existiera
De solo pensarlo
Cinco minutos de paz
Diez minutos sin espanto
transmite a mi cabeza


*De Víctor Falco vittoriofa9@hotmail.com







LO REVELARÁN LOS OBJETOS Y LAS CIRCUNSTANCIAS...






Calentamiento, a fuego fuerte*



*Por Marcelo A. Moreno mmoreno@clarin.com



Pasa un poco como con el cigarrillo. Durante décadas las tabacaleras y sus científicos sostuvieron contra las evidencias más palmarias que, en realidad, no hacía nada. Que, en fin, alguna molestia. Cuando la cantidad de muertes producidas por el cáncer fruto del tabaquismo resultó alarmante, pero sobre todo cuando empezaron a prosperar los juicios de los pobres humeados en vías de exterminio, las empresas se avinieron a colocar los carteles que hoy ilustran los paquetes: el contenido, que puede ser tan rico, tiene el leve inconveniente que mata.
Hace más de 30 años que se viene alertando sobre el calentamiento global, efecto invernadero o cambio climático. Primero se lo negó en redondo.
Estados Unidos, en especial, no quiso por razones económicas firmar el Protocolo de Kyoto -primer esfuerzo serio para disminuir las emisiones de gases que producen el efecto indeseado- y sostuvo durante años que los estudios eran poco serios y las pruebas, nada concluyentes. Esa inacción hizo que el fenómeno se agravara hasta pintarnos hoy un paisaje futuro tan agobiante como sombrío. Pero, bueno, con el aliento del calorcito cada vez más cerca de la nuca y la pruebas irrefutables acumulándose en un vasto montón que hace un inquietante tic tac, ya ni los más recalcitrantes se animan a negar lo obvio.
La nueva táctica consiste en alegar que el calentamiento global existe pero no es para tanto. Que ya el planeta sufrió fenómenos semejantes -en el Medioevo, por ejemplo cuando Groenlandia estaba tapizada de verde- y la civilización siguió lo más campante. Eso quizá puede ser una buena noticia para un canadiense; difícilmente lo sea para un natural de Etiopía, del Amazonas o del Chaco. Por otro lado, la visión del mundo medieval distaba de la globalidad y si cien tsunamis borraban islas en el Indico con miles de habitantes, difícilmente se hubieran enterado los eruditos teólogos que discutían sobre la levedad de los ángeles en La Sorbona.
Hoy en Nusa Dua, Bali, está reunida una nueva Cumbre Climática, es decir una nueva oportunidad para que 150 países no pierdan, quizá definitivamente, una nueva, ardiente oportunidad.


*Fuente: ClARÍN
http://www.clarin.com/diario/2007/12/05/sociedad/s-03403.htm







Un horrible bloqueo de la memoria*



*De Alberto Moravia


¿Ha sucedido o no ha sucedido? En mi cabeza se ha formado un vacío ambiguo, que podría deberse igualmente al trauma de lo que ha ocurrido o al cambio que significa lo que está por ocurrir; y no acierto a llenar ese vacío. Sin embargo, la cosa en cuestión me concierne directa e inmediatamente: si no
sucedió hace quince minutos, debe suceder dentro de quince minutos. Pero las dos posibilidades tienen en común un mismo sentimiento de impaciencia casi frenética, que me impide esperar que los hechos me proporcionen la explicación definitiva que necesito. No puedo esperar ni siquiera un minuto no sólo porque debo prepararme para enfrentar dos situaciones muy distintas, o sea, aquella de lo ya ocurrido y aquella de lo no ocurrido todavía, sino también y sobre todo porque debo indispensablemente superar lo antes posible esta especie de bloqueo que me impide hacer algo para mí fundamental: tomar conciencia. En efecto, precisamente de eso se trata, y no hay quien no vea la enorme diferencia que hay entre tomar conciencia antes de la acción y tomar conciencia después de la acción. Pero, ¿cómo se hace para tomar
conciencia cuando la acción está, por así decirlo, en la punta de la lengua y no se decide a adoptar el aspecto sea de lo ya visto, ya hecho, ya padecido, sea el de lo todavía no visto, todavía no hecho, todavía no padecido?
Con una mano sola me llevo el cigarrillo a la boca; lo tomé del paquete que está sobre el tablero y lo prendo con el encendedor del automóvil.
Entretanto, sigo apretando con el brazo izquierdo, doblado, el cierre relámpago de la chaqueta, que, no sé cómo, se ha trabado y quedó abierta, de modo que la empuñadura de la pistola se asoma visiblemente. Se me ocurre que para saber si la cosa ha sucedido o aún debe suceder yo podría, en vista de que la memoria está bloqueada, interrogar la realidad, buscar indicios de lo ya ocurrido o lo no ocurrido todavía. Por ejemplo, el cierre relámpago trabado. Ayer funcionaba, por lo tanto se trabó esta mañana. Pero, ¿se trabó después de algo hecho, o antes de algo que todavía falta hacer, debido a un tirón demasiado brusco, causado por la sorpresa de lo ya ocurrido, o por la nerviosidad de lo que todavía no ocurrió?
Abandono de pronto el tema porque reconozco allí la misma ambigüedad indescifrable que hay en el principio de la amnesia; y me digo que hay una sola manera de comprobar inmediatamente si el hecho se ha consumado ya o no: examinar la pistola, verificar si ha disparado. El alivio con que recibo este proyecto me dice que he pensado con exactitud. ¿Cómo no se me había pasado ya por la cabeza una solución tan lógica y tan simple?
Pero el alivio dura poco. Sí, la pistola puede proporcionarme la prueba que tan afanosamente estoy buscando; pero es una prueba "exterior". Es como si le pidiera a las ropas que llevo puestas, a los zapatos que calzo, la prueba de mi existencia. Prueba que debe ahora, en cambio, residir en la certeza de que existo sin necesidad alguna de pruebas: en el hecho mismo de que nadie busca pruebas. Por otra parte, la prueba de la pistola me espanta, porque confirmaría esta disociación mía, funesta e insoportable. Después de la prueba, sabré con certeza que la cosa ha sucedido o no ha sucedido; pero
tendré al mismo tiempo otra certeza, desconcertante, la de que la cosa ya ha sucedido o no "a otro", puesto que yo, "dentro" de mí, seguiré ignorando si el hecho se ha verificado o no.
Sin embargo, debo saber, no puedo esperar. Es como si me hubiera sumergido hasta el fondo del mar, mi escafandra de buzo se hubiera averiado, y yo me sofocara y supiese que sólo tengo pocos segundos para salir a flote. Mi urgencia de saber, por lo demás, es justificada por un embotellamiento de tránsito donde mi automóvil se ha encastrado, según todas las apariencias, irremediablemente y como para siempre. Estamos en un gran camino periférico que no conozco. Los automóviles están quietos, en cuatro filas de ambos lados, adelante y detrás. Exactamente frente a mí, la visión es interrumpida por el rectángulo negro y amarillo de un colosal camión de transporte. A la derecha del camión, allá lejos, la luz del semáforo ya se tornó tres veces alternativamente verde y roja, sin que los vehículos se hayan movido. Debe de tratarse de un accidente; o bien de uno de esos bloqueos inextricables que pueden durar varias horas. Y yo, antes de que el embotellamiento se resuelva, tengo absoluta necesidad de llegar a saber sólo por mis propios medios, es decir, exclusivamente con ayuda de la memoria, y no gracias a indicios proporcionados por objetos, si la cosa ya sucedió o todavía debe suceder.
Recuerdo en este momento (mi memoria funciona tanto mejor cuanto más lejos están los hechos que intento recordar) que hace algunos años atravesé el Sahara, de Túnez a Agadesh, y que varias veces me extravié por perder el camino. ¿Qué hacía entonces para encontrar el camino correcto? De acuerdo
con una regla dictada por la experiencia, volvía atrás hasta el punto de donde había partido. De allí partía de nuevo y, en efecto, al cabo de un recorrido más o menos largo, descubría el lugar preciso donde me había desviado. Una vez debí recorrer tres o cuatro veces el mismo camino equivocado antes de descubrir el error. Me perdía siempre de la misma manera, siempre en el mismo lugar. Al fin, sin embargo, cuando estaba ya por desesperar, con el sol cerca del poniente y la perspectiva de quedar sin
gasolina, de pronto encontraba el camino. Estaba tras un matorral no más alto que un niño, y borrado por un tramo no mayor de tres o cuatro metros.
Es fácil perderse en el desierto.
Ahora haré lo mismo. Volveré atrás hasta el punto en que mi memoria dejó de funcionar; hasta el punto en que empieza el vacío (estuve por decirme "el desierto"). Pero debo apresurarme a emprender esta operación mnemónica, porque de un momento a otro el embotellamiento de la ruta puede resolverse;
y en ese caso es muy probable que minutos después llegue a saber con certeza si la cosa ya sucedió o todavía debe suceder. Pero no llegaré a saberlo por mérito propio, sólo gracias a mis fuerzas, sino por obra del choque con la realidad: eso jamás podré perdonármelo, y por otra parte no resolvería nada,
porque mi problema ya no consiste en saber sino en recordar.
Veamos, entonces, en qué momento de la mañana (ahora son cerca de las doce) mi memoria dejó de funcionar. Entonces, con súbito sentimiento de estupor, descubro que no recuerdo nada hasta... hasta el momento del despertar. Esto quiere decir que sólo recuerdo el despertar, y nada más, porque antes del
despertar está el vacío de la noche, que pasé durmiendo; y después del despertar está el vacío del bloqueo mental. Pero el despertar, esos pocos o muchos minutos que pasé en la oscuridad esta mañana, antes de levantarme, ese instante lo recuerdo muy bien y puedo describirlo con todos sus particulares. De modo que, ahora, lo describiré, y mediante esa descripción, estoy seguro, recobraré la punta de la madeja de la memoria; descubriré, como en el desierto, el pequeño matorral tras el cual se esconde el camino.
Por lo tanto, coraje. Me desperté más o menos a la hora fijada, pero por mí mismo, antes de que sonara el despertador. Encendí la luz, miré el reloj de pulsera y vi que faltaban cinco minutos; mi primer impulso fue apagar la luz, acurrucarme y dormirme de nuevo. Pero no era posible; no se puede dormir nada más que cinco minutos; de modo que apagué la luz, pero me quedé sentado en la cama, con los ojos perdidos en la oscuridad. No pensaba en nada; o, más bien, pensaba en el color de la oscuridad. ¿Qué color tenía la oscuridad? ¿Color café muy tostado? ¿Color negro de humo? ¿Color ébano? ¿Color tinta? ¿Y qué consistencia tenía, de qué estaba hecha? ¿Era un hormigueo de moléculas negras sobre un fondo imperceptiblemente luminoso, o en un hormigueo de partículas luminosas sobre un fondo uniformemente negro?
Recuerdo que descarté una tras otra esas definiciones porque no me satisfacían; pero sentí, en compensación, que la oscuridad me "apetecía", que tenía hambre de ella, como se tiene hambre de comida después de un largo ayuno. Recuerdo también que de vez en cuando encendía la lámpara, miraba el reloj, veía que habían pasado dos minutos, después tres, después cuatro, y cada vez apagaba de nuevo la lámpara, para gozar, aunque fuera durante un minuto, durante treinta segundos, de esa oscuridad deliciosa.
Por fin encendí la lámpara sabiendo que era la última vez que lo hacía y que ya era hora de que me levantara. Fue justamente en ese instante, precisamente en esa diminuta fracción de tiempo en que encendí la luz, cuando dejé de registrar lo que hacía, porque a partir de entonces no recuerdo nada más de lo sucedido.
Observo el rectángulo amarillo y negro de la parte trasera del camión de transporte; veo que no se ha movido; por otra parte, la luz del semáforo, allá lejos, pasado el camión, está roja; tal vez me quede todavía un minuto; tal vez, si al prenderse la luz verde los vehículos no avanzan, haya todavía dos minutos. Entonces reanudo con encarnizamiento la reconstrucción del despertar. La memoria, pues, se apagó en el preciso instante en que se encendió la lámpara. ¿Qué significa esto? ¿Cómo puede haber ocurrido semejante cosa? ¿Y por que precisamente a mí?
Me digo que no es difícil imaginar lo que hice. Soy una persona más bien rutinaria: he de haberme levantado, he de haberme duchado, he de haberme afeitado, etcétera, etcétera, etcétera. Pero todo esto, como lo advierto de pronto, no lo recuerdo; me limito a reconstruirlo sobre la base del recuerdo de mis otros despertares anteriores. Y en cambio debo recordar precisamente el momento de asearme esta mañana, no el de alguna otra. Sólo si lo recuerdo podré recordar lo que aconteció después; es como encontrar de nuevo el matorral tras el cual se esconde el camino.
Hago un gran esfuerzo; me repito: "Entonces encendí la lámpara... entonces encendí la lámpara... entonces encendí la lámpara..."
Ya demasiado tarde. La luz del semáforo ahora es verde; y, casi instantáneamente, toda la calle se pone en marcha. Se mueven los automóviles que están delante, detrás y a ambos lados del mío; se mueve el rectángulo amarillo y negro del camión de transporte. Así pues, muy pronto sabré si la cosa ya ocurrió o aún debe ocurrir. Pero comprendo con angustia que no seré yo, con mi memoria, quien lo descubrirá; en cambio, me lo revelarán los objetos y las circunstancias.



*FUENTE: CIUDAD SEVA
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/moravia/horrible.htm





Shy People*



Aguardando
en la niebla
olvidamos

Recordamos cuándo
y cómo
nos colgaban ellos

de los pies.




*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar
"SHY PEOPLE" ("Gente como nosotros"), filme dirigido por Andrei Konchalovsky.



Correo:


*

Amigos de Inventiva:

Estos días hubo un Fallo de la Corte que pondría en su sitio un sostenido reclamo de parte de los jubilados que prácticamente son excluidos de la recomposición salarial, DISCRIMINÁNDOLOS brutal e injustamente del trato de equidad que debería primar en la seguridad Social.
El Sr. Picchetto, Pte. del Bloque oficialista del Senado, dijo que los jueces son demagogos que quieren agradar irresponsablemente, poniendo en riesgo el excedente fiscal, que tan afanosamente está consiguiendo este "exitoso" gobierno.
Esta nota se difunde en respuesta y en la continuidad de nuestro reclamo.


*Celso H Agretti celsoagr@trcnet.com.ar




*

Sr. MIGUEL PICCHETTO
Senador Nacional - Presid. Bloque Oficialista
CONGRESO DE LA NACION

En Ref. a v/declaraciones sobre el fallo de la Corte por el caso Badaro II

Quisiera poder faltarle el respeto como UD. nos lo falta a nosotros y a la Suprema Corte, cuando exprime el contenido de sus escuálidas ideas. Pero por lo visto no va a ser posible...
¿Así que peligra el Superavit Fiscal si nos pagan a nosotros lo que nos han estado quitando mes a mes en estos últimos años? O sea que el Superávit que exhibe su Gobierno se construye con esas exacciones y otros manoteos, me imagino. ¿Así de sólido es el tremendo "Crecimiento y éxito económico" de v/MonarKía?
Y esto ahora que vivimos la holgura de las vacas gordas, con una recaudación fiscal que supera el 380% después de la crisis. ¿Qué nos depararían posibles años de vacas flacas? Uds. creen que no sabemos que están vaciando las reservas del ANSES con papeles basura del Banco Central a tasa menores a la inflación? ¿No nos roban por todos lados?
¿Ese excedente fiscal se forma así, tan "afanosamente"; dejando de pagarnos, retaceando seguramente otras partidas menos tangibles, como: Hospitales, Seguridad, Educación...? ¿Ese es el superávit que exhibe la Korona?
¿O sea, es un montón de mentiras como la del IndeK?
¿Por qué no traen de vuelta la plata de Santa Cruz que nadie sabe donde está, ni a nombre de quién, o quienes reciben sus intereses?
¿No tienen miedo?
No tienen miedo Uds. que apañan tanta corrupción, que un día le pidamos cuentas por no cumplir con la Constitución Nacional? ¿Se creen tan impunes que alegan estas cínicas argumentaciones, que es lo mismo que reírse en nuestras narices? Hoy son impunes, mañana no sé, no sé lo que nos depare el futuro. También se sentían impunes los represores militares.
Iremos A foros internacionales, golpearemos puertas de embajadas de países claves que tienen aquí millones de descendientes, mostrándoles estos atropellos, buscando solidaridad. Levantaremos polvareda. Dennos tiempo, y verán que levantaremos suficiente polvareda.
Tiembla uno pensando que en nuestra EX- Nación la justicia finalmente está en semejantes manos, que no dudan en quitarnos un pedazo de pan, a quienes legítimamente hemos aportado esperando una vejez digna. Uds. sí tendrán seguramente un sinnúmero de privilegios. Uds. reparten igual que Ménem lo poco que queda entre v/amigos, millones en subsidios "sospechados", "Acuerdos" "Retornos" "mordidas" en las sospechadísimas "Obras públicas" que no tienen consenso, se hacen sólo por el bendito retorno, para la bendita "caja", como EL TREN BALA, que consumiría una electricidad que nos está faltando, y en el que no viajará el pueblo, es claro; mientras no aumentamos el turismo interno porque no quedan más que 43 destartalados aviones de cabotaje, y ni hablar del resto de los trenes.
Uds. deberían defender nuestros derechos, consagrados por la Constitución Nacional.
Su gobierno no necesita una ley para adecuar nuestra legítima movilidad; eso es una chicana: necesita comprensión, honestidad y vergüenza.
Uds. deberían honrar a la Corte para ejemplo de la ciudadanía, si quisieran consolidar las Instituciones.
Uds. deberían honrar este fallo, que desnuda la insensibilidad a los derechos civiles más elementales, que muestra facetas de una conducción burda y arbitraria.
Cierto. No somos los únicos mal tratados y DISCRIMINADOS ante la LEY, que exige igualdad y equidad.
Concluyo.
No les puedo faltar el respecto porque no lo tienen.
Lo saludaría como "un ciudadano", pero en este Ex-Pais no lo somos, no sé que somos; seremos contribuyentes, usuarios, habitantes de cuarta; pero yo sólo estoy seguro de ser una economicista "variable de ajuste", ajustado por mentes sovietizadas, que esta monarKía nos muestra con injusticias como ésta.


*Celso H Agretti
Jubil. Nº33-63761744-9





Largometraje Documental en Desarrollo CUIDADO CON LOS TRENES*


El proyecto documental Cuidado con los Trenes es un aporte a nuestra identidad ferroviaria y a la historia regional y nacional. Es el rescate de los anales de un lugar clave para el sistema d transporte ferroviario que cumplía con ese papel de ser integrador y vertebrador de nuestro territorio que se le había asignado: la de ser un componente dinámico del desarrollo regional y nacional.
Juan Carlos Cena


Querido amigo:

Pare, mire escuche: Cuidado con los trenes.
Les sonara conocida la idea, estando vinculados con lo Ferroviario y probablemente esta imagen sea un disparador a contar, decir, recordar historias en relación a los trenes, sus familias, su pueblo, entre otros.
Tantos recuerdos habrán llevado esos vagones, y que tanto nos gustaría conocer.
De todos modos, queremos presentarnos: Cuidado con los trenes refiere ya no a detenerse mientras cruzamos las vías, sino, avanzar en una historia documental situada en Cruz del Eje, en donde la realizadora Verónica Rocha cuenta a través de los recuerdos y el imaginario de su niñez las causas del
cierre de los talleres ferroviarios de esa ciudad, en donde trabajo su abuelo y su padre.
Además como creció Cruz del eje cuando el Estado amplio y creo los talleres, como así, la triste época en donde se transformo en una lucha de ferroviarios para resistirse en los intentos de cierre del taller, hasta el año 1978 cuando finalmente el Estado ordena el cierre definitivo generando un gran impacto social, económico y geográfico de la ciudad.
Esta realidad sucedió en todo el país, en Latinoamérica en general. Es por eso que nos gustaría dialogar con ustedes e invitarlos a conocer la idea de este documental, ingresando a nuestra página en:
www.cuidadoconlostrenes.com.ar.
También, queríamos contarles que hemos recibido el primer lugar en el concurso para proyectos de largometraje realizado por el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) y la Agencia Córdoba Cultura S.E por lo cual el proyecto quedo seleccionado y preparado para concursar en los
próximos días por los subsidios del instituto destinados a la producción.
Teniendo en cuenta tan importante reconocimiento nos encontramos trabajando para la presentación del proyecto a pre-clasificar dentro del plan de fomento a la industria cinematográfica del INCAA.

Muchas Gracias!
El equipo de Cuidado con los Trenes. cuidadoconlostrenes@gmail.com




*

Queridas amigas, queridos amigos:

El domingo 2 de diciembre del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del grupo argentino Encuentros. Las poesías que leeremos pertenecen a Beatriz Marín Aguilar (Colombia) y la música de fondo será de Darío Robayo (Colombia). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!



REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!



YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




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