jueves, enero 10, 2008
EN LA OXITOCINA DE ARBATÁN...
EN LA OXITOCINA DE ARBATÁN...
Galería y záfiro*
el viento regalaba hojas
caducifolias...
es un viento de tarde de mar
sobre la tierra fértil
un viento de velas hinchadas
y blancas proas afiladas
un viento de llegada partida
de temidos virus
un viento de verano
como fuelle de mil naves vikingas
un soplo de cíclope
un canto de acecho vecino
una vibración de desembarco y multitudes
de un estadio en olimpíadas
un espíritu tosco juguetón
que derriba tendederos ramas secas
y adversarios imaginarios
gladiadores de otrora
un viento que eleva y sumerge
tus cabellos de oro y
arrastra a la deriva diosa vecina.
*de Víctor Falco vittoriofa9@hotmail.com
Jueves, 10 de Enero de 2008
ENTREVISTA AL INVESTIGADOR CANADIENSE LAURENT MOTTRON
"Yo apuesto a la inteligencia del autista"*
El autismo no es una enfermedad, sino un modo diferente de procesar la información: así lo sostiene, luego de una experiencia de 20 años, el canadiense Laurent Mottron. En diálogo con Página/12, el prestigioso investigador explicó por qué "es central convencer a la familia y a los maestros de que un niño autista puede lograr el más fino nivel de desarrollo".
*Por Carolina Duek
"Cuando nos enfrentamos a un niño autista tenemos que apostar a su inteligencia", sostiene Laurent Mottron, quien desde hace más de 20 años investiga el tema en el Hospital Rivière des Prairies de Montreal, Canadá, que fundó y dirige. Sus investigaciones sobre percepción, memoria e inteligencia en el autismo lo condujeron a un nuevo enfoque. Sostiene que los niños autistas poseen habilidades especiales, que la familia y el entorno deben fomentar. "Lo que nos interesa es convencer a la familia y a los maestros de que se puede intentar lograr el nivel de adaptación más fino, desarrollar sus potenciales", sostiene Mottron. El destacado especialista visitó la Argentina, donde dictó una serie de conferencias.
-¿Cuál es el enfoque de sus estudios sobre el autismo infantil?
-La mayoría de mis trabajos se refiere al procesamiento de la información en el autismo. Lo hacemos a través de la observación de sus conductas en lo visual, lo auditivo, lo verbal y también lo no verbal, como por ejemplo la discriminación de sonidos o las dimensiones físicas del espacio y objetos que rodean a la persona. Otra manera de ver cómo procesan la información es a través de las interacciones sociales, como el reconocimiento de rostros y voces familiares, y la relación con sus pares. Esto último es de interés especial porque el autismo suele ser definido como una dificultad primaria en el procesamiento de la información social. Sin embargo, desde hace 20 años, la mayoría de mis trabajos están dirigidos a demostrar que el autismo no es un problema primario en el procesamiento de la información social, sino que su conducta social es el resultado de un modo distinto de procesar la información.
-¿De qué modo la conducta social puede derivar del procesamiento de la información?
-Nuestras primeras investigaciones mostraron que los autistas funcionan de manera diferente en varias áreas cognitivas no sociales. Teniendo en cuenta que los seres humanos somos seres sociales, las pequeñas diferencias que pueda haber en el procesamiento se hacen muy visibles en la interacción social. Lo que encontramos es que esta diferencia en el procesamiento va generando una cadena, y lo que uno ve en el comportamiento social es un efecto -subraya Mottron- de esta cadena. Así como, por ejemplo, en la
diabetes existe un gen que altera el primer funcionamiento y lo que uno ve como resultado, al final de la cadena, es la enfermedad, en el autismo pasa algo similar. La conducta de los autistas es el resultado de las diferencias en el funcionamiento de la cadena, generadas por una forma diferente de procesar la información inicial. Así planteada, mi investigación llegó a un punto complejo, donde tuve que asociarme con otros grupos de investigación para ver los correlatos físicos o neurofisiológicos de los hallazgos en el procesamiento. Estos hallazgos me ayudaron a encontrar conocimientos sobre la base de la inteligencia en general.
-¿Qué entiende por inteligencia?
-Para responder sobre esto, hay que tener muchos recaudos. Considerando que el 75 por ciento de los autistas tiene retraso mental, en la mayoría de las investigaciones científicas que se han hecho sobre autistas de alto funcionamiento se estudiaba el 25 por ciento restante; se consideraba que aquel 75 por ciento era muy difícil de estudiar. Nosotros utilizamos un tipo de test de inteligencia no basado en el lenguaje, el test de Raven, justamente para evaluar a autistas que habían sido considerados con retraso
mental según el test de Wechsler: esto nos permitió medir la inteligencia en otras áreas, sin que los resultados sobre el nivel de inteligencia se viesen reducidos por las grandes dificultades verbales que tenían muchos de ellos.
Pudimos encontrar que sus habilidades se elevaban, daban muy por encima de lo que hubiéramos pensado. El personaje de la película Mi pie izquierdo no podía escribir con la mano, pero cuando lo hacía con el pie demostraba su real nivel de inteligencia.
-¿Cómo prosiguió la investigación?
-Esos hallazgos están siendo replicados en grupos de autistas puros, es decir, sin otros problemas neurológicos. Los resultados muestran que, cuando se sobrepasan las dificultades verbales, los niveles son más altos en aquellos autistas que no tienen enfermedades neurológicas, los cuales representan el grupo más importante. Es fascinante, porque tratamos de trasladar los resultados de los tests a estudios de resonancia magnética funcional y de encontrar los correlatos de inteligencia en este modo diferente de procesar que tienen. En la elección del modo de medición es muy importante tener en cuenta que son personas; uno no puede ignorar sus particulares formas de procesar o sus destrezas. Desde el punto de vista ético, es importante desarrollar los trabajos sobre inteligencia tomando en cuenta que las personas no pueden ser jerarquizadas en base a un prototipo.
Por mi parte traté de estudiar, en los distintos subgrupos de autistas, cómo era su inteligencia. Dejando de lado por un momento al grupo de autistas con enfermedades neurológicas, hay otra proporción, sin compromiso neurológico, en quienes evaluamos su forma diferente de funcionar.
-¿Cómo es, de acuerdo con estas investigaciones, su propuesta de trabajo?
-Cuando nos enfrentamos a un niño autista tenemos que apostar a su inteligencia. Al observar las conductas repetitivas y las grandes dificultades para comunicarse que tiene un niño autista de dos a cuatro años, uno tiene que tener en cuenta que, sin embargo, puede estar realizando un procesamiento lateral. Mientras demuestra una conducta que parece meramente repetitiva, puede estar atendiendo a un cuento que se les presente: pero no nos pueden demostrar ese procesamiento. Y su forma de jugar puede parecer totalmente diferente de la de los niños típicos: no parece interesarse en lo novedoso, lo cual es habitual en los niños, sino en las formas de utilizar cada objeto. Por ejemplo, si a un chico que no es
autista le damos una varilla, puede quebrarla, pegarnos con ella, esconderla en algún lugar. El chico autista, si está interesado, por ejemplo, en lo que da vueltas, la hará girar, y de este modo va a filtrar su visión: clasificará las posibles formas de dar vueltas en distintas maneras y hará girar todos los objetos que pueda, también esa varilla. Un chico típico también puede estar interesado en esas cosas, pero jugará en una perspectiva más social; hará girar el objeto para que uno lo mire. Las formas de jugar
son diferentes en el sentido que los autistas eligen primero una dimensión determinada de juego y éste es otro modo de aprender. El chico autista utiliza categorizaciones o perspectivas que señalan otro modo de procesar.
Será exitoso en procesar de esa manera el mundo, en la dimensión en la cual es sistemático.
-¿Cómo es el trabajo con el entorno del niño?
-El trabajo principal es convencer a la familia de que el chico está haciendo efectivamente todo ese trabajo. Lo que nos interesa es convencer a la familia y a los maestros de que se puede intentar lograr el nivel de adaptación más fino, desarrollar sus potenciales; enseñarles que no sirve romper sus formas de ver las cosas sino aprovechar la forma de procesar para llevarlos para adelante.
-¿Cómo es la devolución a la familia?
-Les decimos a los padres que no tienen que asustarse por el hecho de que los chicos autistas no entiendan el modo en que ellos les expresan sus emociones. Es mejor que los abracen lentamente, que no se les tiren encima, y quizá ser menos expresivos, para que de a poco ellos puedan comprender la
emoción y acercarse. La mayoría de los padres de un hijo autista, como ven que funciona diferente, terminan dejando de hacer todo lo que harían con un chico típico. Por ejemplo, cuando alguien besa a su hijo, espera que devuelva el abrazo, que sea recíproco. En los niños autistas, cuando son chiquitos, eso no sucede y muchos padres se desalientan porque creen que no tienen emociones, que no sienten. Es similar a lo que pasa cuando uno habla con un sordo y éste no contesta; no es que no sienta, sino que no puede
codificar lo que uno le está diciendo. En el caso de los autistas, a ellos les cuesta codificar los modos que tenemos nosotros de expresar las emociones.
-¿Hay rastro orgánico en el autismo?
-Hay consenso en la ciencia en cuanto a que el autismo tiene origen genético. Estas atipicidades genéticas son de dos tipos fundamentalmente que resultan de la misma expresión. En un grupo existe una predisposición familiar; éste no es el grupo más grande; uno en veinte chicos autistas puede tener un hermano o hermana con autismo. Y, a raíz de las mutaciones genéticas, puede suceder también que el autista que uno vea sea el primero en la genealogía familiar. El grupo de autismo primario, sin enfermedad neurológica, tiene un origen genético.
-¿Qué futuras investigaciones tiene previstas?
-El trabajo de los próximos cinco años será sobre los correlatos neurofisiológicos y de neuroimágenes que tiene ese modo diferente de procesar, hallado en los estudios previos. Incorporamos en esto una gran cantidad de colaboradores especializados en autismo, particularmente a personas autistas como investigadores. Esto es porque los autistas tienen un modo de procesar más sistemático y estructurado, por lo cual son buenos científicos. Recientemente se le otorgó un Premio Nobel de Economía a un
autista. En matemáticas, dos personas autistas recibieron premios equivalentes al Nobel. En este momento, integran nuestro equipo cuatro personas con distinto grado de autismo; lo que aportan a las investigaciones tiene un valor incalculable. Una de ellas, Michelle Dawson, proviene a su vez de una familia de científicos. Claro que es buena, no simplemente por ser autista, sino que su autismo, combinado con su gran inteligencia, la lleva a procesar la información de una manera que está por fuera de las normas. Ella sola multiplica la producción del laboratorio.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-97261-2008-01-10.html
MOTTRON, EN BUENOS AIRES, POLEMIZO CON LA PSIQUIATRIA OFICIAL
“La persona con autismo no es ‘deficitaria’” *
*Por Pedro Lipcovich
El célebre investigador canadiense Laurent Mottron, en su visita a la Argentina, criticó fuertemente la caracterización del autismo que sostiene la psiquiatría oficial, tal como la precisa el Manual Diagnóstico de los Desórdenes Mentales (DSM-IV). Esa caracterización sería “normocéntrica”, centrada en una norma prejuiciosa o ideológica, y “defectológica”, al rechazar, como “déficit”, las diferencias con los comportamientos priorizados por una sociedad o grupo de poder. Para Mottron, el autismo no es una enfermedad, sino una manera diferente de procesar la información. Claro que las consecuencias de ese procesamiento diferente merecen ser atendidas, mediante abordajes que resaltan el trabajo con la familia. En Buenos Aires, Mottron tuvo a su cargo la Conferencia Magistral Inaugural del X Congreso Latinoamericano de Neuropsicología,
En los principios de su investigación, Mo-ttron advirtió el hecho de que, en niños diagnosticados como autistas, eran muy distintos los resultados cuando se les aplicaban dos reconocidas pruebas de inteligencia: el Test de Wechsler y el Test de Raven: los autistas medían más bajo en el de Wechsler –cuya evaluación apela sobre todo a la inteligencia verbal– que en el de Raven (ver nota principal). Los chicos no autistas, en cambio, suelen obtener resultados similares en ambas pruebas. La disparidad registrada en los chicos autistas, el hecho de que chicos que rendían bien en un test no lo hicieran en el otro, le sugirió a Mottron la idea de que su procesamiento cognitivo fuese, no ya deficitario, sino distinto del de los no autistas.
Un paso siguiente fue sistematizar, en autistas, una serie de funciones cognitivas que se desarrollan mejor que en los no autistas. Por de pronto, personas autistas son capaces de hacer cálculos matemáticos con increíble rapidez. También, suelen ser mejores para la categorización y discriminación de los tonos auditivos –por ejemplo, distinguir un la de un la bemol o de otro un sonido a menor distancia tonal–. También pueden ser mucho más veloces que los no autistas para discernir palabras en las “ensaladas de letras”. Si se les presenta una figura humana descompuesta en los rasgos que la conforman, son más rápidos que los no autistas para recomponerla.
Los autistas también suelen ser mejores en la “memoria semántica”, que permite adquirir conceptos nuevos; y en ellos esta memoria es menos susceptible a las falsas memorias introducidas por elementos distractores. Un ejemplo clásico en el estudio de estas falsas memorias es el de la joven de, supongamos, 15 años, a quien se le pregunta qué vestido tenía puesto cuando cumplió 10: ella no se acuerda; veinte días después, un familiar cercano (a requerimiento del investigador) le dice a la chica, como por casualidad, que aquella vez tenía puesto tal o cual vestido; veinte días después, el investigador vuelve a interrogarla y, ahora, ella “recuerda” que tenía puesto el vestido aquel. Bien, los autistas son menos susceptibles a las falsas memorias.
En esta fase de su investigación, Mottron ya planteaba la necesidad de diferenciar claramente el autismo del retraso mental. Hay autistas con retraso mental, como hay personas no autistas con retardo mental. Pero el autismo y el retraso con cosas distintas; y Mottron desarrolló su teoría a partir del trabajo con personas autistas de alto rendimiento intelectual. Por lo demás, suele suceder que personas con autismo y sin retardo mental no sean (afortunadamente) catalogadas como autistas, sino, a lo sumo, como tipos un poco raros.
A esa altura de su trabajo, Mottron pasó a enfrentarse decididamente con las definiciones de autismo que él denomina “normocéntricas” o “defectológicas”. Así considera las que ofrece el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales (DSM-IV), publicado por la Asociación de Psiquiatras de Estados Unidos y tomado como referencia por la psiquiatría oficial en el mundo. Para el DSM-IV –criticó Mottron en Buenos Aires–, tratándose de personas diagnosticadas como autistas, “si un comportamiento no está presente, quiere decir que es ‘deficitario’; si un comportamiento sólo está presente en ellas, quiere decir que ‘está en lugar de otros comportamientos, socialmente aceptables’”.
En cambio, de acuerdo con Mottron, los altos rendimientos encontrados en personas autistas, al igual que sus innegables dificultades en el lazo social, obedecen a que sus modalidades de aprendizaje siguen estrategias diferentes; procesan la información de manera distinta. En especial, su estrategia de aprendizaje apela a la repetición: hacen lecturas repetidas de cada fenómeno a fin de obtener las reglas que lo rigen.
En rigor, también para la población no autista se han señalado diversos estilos en el procesamiento de la información: por ejemplo, estudios de resonancia magnética señalaron diferencias, registrables por mapeo cerebral, entre estilos predominantes en hombres y en mujeres. En un orden similar se ha señalado la existencia de “inteligencias múltiples”, de las cuales una u otra puede predominar en cada persona. En el caso del autismo, la diferencia con el resto de la población iría más allá de los estilos, para constituirse como una variante cognitiva. Así lo plantea Mottron, para quien, así, el autismo no es, en sí mismo y centralmente, una patología, sin perjuicio de que sus consecuencias deban ser atendidas mediante abordajes que incluyen la orientación a la familia.
Esa diferencia cognitiva sería lo que puede hacer imposible, para el autista, la función del que se ha denominado “cerebro social”: la capacidad para inferir el estado mental del interlocutor. Las personas no autistas –sin reparar en ello y con mayor o menor eficacia–, disciernen si su interlocutor está alegre o está furioso, si escucha o si sólo quiere irse; habitualmente, en cualquier diálogo, cada interlocutor se está formulando hipótesis sobre los contenidos mentales del otro. La falta de esta función en la persona autista suele percibirse como distanciamiento afectivo.
La hipótesis de Mottron, con todo lo que tiene de polémico, se ubica en la corriente que predomina ampliamente entre los investigadores del autismo: reconocerle una base biológica, de origen genético y con compromiso cerebral. Estudios con resonancia magnética funcional han mostrado, en las personas autistas, patrones de actividad cerebral diferentes de las no autistas. Admitiendo estos principios, la hipótesis de Mottron es que esas diferencias deben entenderse como variantes, no como patologías. En cambio, por ejemplo, otra respetada corriente, en la que se ubica el investigador francés Simon Baron-Cohen, refiere el autismo a alteraciones del “cerebro social”, que en sí mismas considera patológicas.
* Con asesoramiento de Aldo Ferreres, director de la Carrera Interdisciplinaria de Especialización en Neuropsicología Clínica de la Facultad de Psicología de la UBA.
-Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/subnotas/97261-30749-2008-01-10.html
NUEVO ESTUDIO DE UNA UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA SOBRE LA OXITOCINA
La hormona del enamoramiento es también la de la generosidad*
La investigación mostró que el nivel de generosidad hacia otras personas puede aumentar hasta 80%.
Una hormona llamada oxitocina, conocida hasta ahora por tener un papel decisivo en el enamoramiento, el orgasmo o el amor por los hijos, contribuye además a potenciar la generosidad de las personas, según ha demostrado un estudio de la Universidad de Claremont (California). Los resultados del estudio, presentados en la revista científica electrónica PLoS ONE, indican que la oxitocina puede incrementar en un 80% la generosidad hacia otras personas.
Cuando sentimos empatía hacia una persona en apuros, nuestro cerebro segrega oxitocina de manera natural y esta incrementa el sentimiento de generosidad, explica Paul Zak, fundador del campo de investigación de la Neuroeconomía y director del estudio.
"Es la experiencia de proporcionar cuidado y compasión la que nos hace más propensos a liberar oxitocina cuando alguien nos necesita", declara el científico por correo electrónico.
"Tiene menor incidencia en los cerebros de los niños, que están en desarrollo. Pero la oxitocina puede incrementarse en la edad adulta, lo que se podría interpretar como un aumento de la empatía a medida que nos hacemos mayores".
El nuevo estudio es la continuación de un trabajo pionero que publicó el equipo de Paul Zak hace dos años en la revista Nature, y que demostró que hay una relación entre los niveles de oxitocina y el sentimiento de confianza hacia otras personas.
Aquel estudio demostró que la hormona facilita que personas que no se conocen se relacionen entre ellas.
En el nuevo estudio han participado 68 voluntarios -todos hombres, para evitar que los altibajos de la oxitocina a lo largo del ciclo menstrual pudieran alterar los resultados-, a la mitad de los cuales se administró la hormona en forma de spray nasal, mientras la otra mitad recibió placebo.
Para medir su generosidad, se les propusieron dos juegos.
En uno, se daban diez dólares a la mitad de los participantes y se les pedía que los compartieran con otra persona. Si esta persona aceptaba la oferta, ambos se quedaban con el dinero. Pero si consideraba que la oferta era injusta y la rechazaba, se quedaban sin nada. El segundo juego era casi igual, con la diferencia de que el receptor no tenía opción de rechazar la oferta: debía aceptar lo que le daban.
Los resultados muestran que, cuando los voluntarios que habían inhalado oxitocina repartían el dinero, solían superar las expectativas de las personas que lo recibían. Este efecto no se observó entre quienes no habían inhalado oxitocina, que se mostraron más avaros. En conjunto, la hormona incrementó en un 80 por ciento la generosidad.
La oxitocina es una hormona estimulante, explica Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología de la Universitat Autónoma (UAB), quien advierte que "su efecto puede ser muy diferente en función del grado de reactividad de cada persona".
*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2008/01/10/sociedad/s-03101.htm
Jueves, 10 de Enero de 2008
Fin de fiestas*
*Por Rodrigo Fresán
desde Barcelona
UNO Ahora es el momento en que los camellos y los tres reyes magos enfilan hacia el horizonte del año que viene y la gente comienza a preguntarse qué pasó. "Vamos subiendo la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta", dice una canción refiriéndose a otra época del año -la noche de San Juan-; pero el verso del final es igualmente aplicable a estos días. Porque ahora es la llamada cuesta de enero, la hora de sacar cuentas y pagar las facturas y la resaca de la euforia se levanta como un manto de niebla y el panorama no es lo que se dice auspicioso. Y no sólo es enero; también es 2008. Y todo parece indicar que éste va a ser un año de aquellos en el que sólo los muy resistentes llegarán enteros para alzar las copas las próximas Navidades, el próximo 31, el 6 de enero del 2009. Mientras tanto y hasta entonces, por
estas partes, todos están tan expuestos como el cuarto rey mago.
DOS Me enteré de la existencia del cuarto rey mago Arbatán -nombre más digno de monstruo radiactivo de película japonesa- cortesía de un documental del History Channel. Parece que a Arbatán todo le salió mal. Salió tarde para el pesebre, ayudó a demasiada gente por el camino, perdió el rastro de la estrella nova de Belén, fue preso durante más de tres décadas y recién liberado justo para la crucifixión de Cristo. Entonces -cuando el Mesías resucitó provocando un modesto pero atendible sismo- a Arbatán, subiendo hacia el Gólgota, lo mató un balcón que se le vino encima. Eso sí: mientras
agonizaba, Arbatán escuchó la proverbial voz del Salvador que le prometía un dulce Más Allá, Más Adelante. Pero nada bueno para el aquí y el ahora. Más o menos así -como el sufrido Arbatán- se siente hoy buena parte de los españoles.
TRES Y es que la llegada del 2008 trajo varios pequeños terremotos, varios golpes y dolores de cabeza: anuncios de fallos en la economía del país, desaceleración del crecimiento, desempleo subiendo al 5,27 por ciento, inflación alcanzando el 4,3, aumento del agua y la luz y el gas y el transporte público por encima de ese índice (de acuerdo, para cualquier apocalíptico marine argentino entrenado en cosas como el riesgo país y con varios Vietnam encima, éstas son cifras casi risibles, pero aún así...) y
todavía falta sentir de cerca los hasta ahora distantes pero audibles ecos de la crisis hipotecaria en EE.UU. Sumarle a esto la virulenta campaña política por las elecciones de marzo, los arranques de la cada vez más belicosa Iglesia y sus cruzados purpurados, los paros en las clínicas de abortos, los destrozos y percances varios -en Barcelona- por la cada vez más lenta llegada del tren de alta velocidad y -también en Barcelona- los aullidos de turistas alcoholizados -cada vez más parecidos a esos vampiros de Soy leyenda- corriendo por las calles y la "detención violenta" de un par de etarras y... Pero lo que de verdad importa y preocupa es la economía. El principio del fin del boom español y toda una sociedad endeudada por cuestiones de ladrillos en edificios como esos que sepultaron a Arbatán o
por el peligroso pacto plástico con las tarjetas de crédito. La otra noche el programa de televisión Callejeros salió a los mercados a registrar el aumento en los precios de los alimentos y en el enojo de los que se alimentan. Gente protestando frente a carnes y verduras y frutas. Vendedores persignándose y clientes de rodillas. "La culpa de todo la tiene la llegada del euro", gemía alguien demasiados años tarde. Y yo todavía me acuerdo, sí, de esa noche epifánica, cuando llegó la gran moneda europea: todos tan
contentos, todos corriendo a los cajeros automáticos para extraer los flamantes y perfumados papelitos sin darse cuenta de que todo cambiaba para siempre, que la vigorosa nueva divisa no sacaba músculos en los viejos y peseteros sueldos y que, de pronto, todo era más caro.
CUATRO El pasado domingo, El País reveló que en el gobierno se lo veían venir y que el verano pasado un ex ministro socialista le aconsejó a Zapatero que adelantara las elecciones a otoño, antes de que cambiara el ciclo económico y que hubiera que ponerse a hablar en público de números. El presidente de gobierno no le hizo caso y argumentó que no quería por cuestiones de "pedagogía política": había que agotar la legislatura porque así lo dicen los manuales y los calendarios. Y, tal vez, porque lo mismo le
sugirieron en su momento a Aznar quien en 1999 desoyó las voces agoreras de los oráculos y aún así arrasó en marzo del 2000 consiguiendo mayoría absoluta. Lo mismo -aunque con mayoría simple- le pasó a González en 1993. Así que allá va y allá vamos y más de uno se pregunta si la obsesión de Zapatero con Don Quijote... eh... bueno... Una cosa es cierta aquí y ahora: el PSOE apenas aventaja al PP en las encuestas.
Y, para marzo, todo será todavía un poquito más caro.
CINCO Por eso, a comprar que se acaba el mundo. No importa lo ya gastado o las deudas contraídas en Navidad y Fin de Año y Reyes. Aquí llega -un año más- el rito pagano de las rebajas. Otra vez, en los noticieros, la misma perturbadora postal: la apertura de las puertas de alguna mega-tienda (El Corte Inglés suele ser la que mejor fotografía) y las multitudes entrando a lo bestia, como orcos de Saurón, dispuestas a luchar a muerte por una falda o un pantalón o lo que sea y después correr hacia las cajas registradoras con el botín y de vuelta a casa. Y ahí nomás, supongo, el súbito horror de la encandilante iluminación: ¿para qué compré esto? ¿Lo compré nada más porque estaba con un 50 por ciento de descuento? ¿Cuál era el porcentaje de interés de mi Visa? ¿Dónde enseñan pedagogía consumista? ¿Hace frío o soy yo el que tiembla?
SEIS Y el Departamento de Salud advierte que para dentro de dos semanas caerá sobre nosotros una epidemia de gripe. ¿Hay que creerles? ¿Serán tan "eficientes" como los encargados del servicio meteorológico? ¿Pedagogía virósica? Quién sabe. Por lo pronto, la televisión no deja de emitir avisos
de remedios y el problema es que no entiendo la nueva publicidad de Frenadol, mi antigripal de cabecera. ¿Significa esto que debo dejar de consumirlo? También es verdad que la gripe, con medicamentos, se cura en siete días. Y que sin medicamentos se cura en una semana... Lo cierto es que
los hospitales ya trabajan a full -11.000 pacientes diarios- y la cosa ni siquiera ha comenzado, parece. Se viene un tsunami de estornudos. Y todos seremos mocosos y flemáticos. Y los que supuestamente saben precisan que -a la hora de evitar el contagio- es más seguro besarse que darse la mano. Pero
vaya uno a saber si es cierto: se dice cada cosa cuando se acabaron las fiestas.
SIETE Descansa en paz, Arbatán. Pero no creo que puedas.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-97263-2008-01-10.html
Galería y patio*
y febo templó temprano
el domingo entre el plantío
perenne y no perenne
follaje reblandecido
enero y el sol temprano
sofocaban un gentío
la ratonera en la parra
parecía afilar su pico
mientras observaba atenta
un insecto sin prejuicio
la torcaza vaina de aromo
llevaba para su nido
trasplantado algo tardío
el pomelo rendía siesta
pocos frutos hojas mustias
parecía decir su orquesta
un chorro pidiendo caudal
se volcaba en la pileta
la sombra de la mimosa
un picaflor detentaba
poca sombra poca flor
prometía la jornada
una montera en el piso
picoteaba y jineteaba.
el zorzal entre hojarascas
y fuente cercana de agua
se bañaba ora o bicheaba
gusanitos tras sus patas
el ligustro y el fresno daban alivio
al hornero con su "lata".
*de Víctor Falco vittoriofa9@hotmail.com
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