martes, junio 24, 2008

HOGUERAS...


El día que haya nubes y Sol*



Tengo miedo de no tocar
Mi cara nuevamente,
De no mirar tus ojos
Y de no escuchar tu voz,
Ni mi voz.

Temo a la prisión
Que me aleje de ti
Al igual que a la bala
Que termine por calmar mis miedos.

Sufro el temor del "quién sabe"
Junto a la desesperación del "puede ser"
Y te escucho y hablamos sin prisa.

Tomamos el miedo juntos
De ver que un niño tenga hambre
Mientras juega a que existen
Los días nuevos.

Sentimos un profundo miedo por la guerra,
Pero el miedo a la miseria,
Y el miedo de que familias enteras
Padezcan de Hambre,
Es más fuerte que otros miedos.

Tengo miedo a que no soportes el frío
Mientras duermes en la banqueta
O a que nuestros viejos
Y nuestros niños mueran sin un médico,
Tan solo porque les faltó un poco de dinero.

Temo que no te des cuenta de mis temores,
Que las pláticas sean palabras
Reventadas en la alfombra
O que se han olvidado en el ascensor.

Temo perder tu nombre,
Que traigo anotado junto al mío.

Pero temo profundamente
Que algunos de estos miedos
Sigan siendo realidad
Por mas tiempo.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






HOGUERAS...




La noche de Sant Joan*


En la noche de San Joan
Donde comparten su pan,
su tortilla y su gabán
gentes de cien mil raleas...

Joan Manel Serrat



Se trata de una noche mágica. Durante toda la semana, incluso antes, los niños, en pequeños grupos y una vez acabadas las clases, van recogiendo por todo vecindario maderas, cajas y muebles viejos para quemar. Los vecinos colaboran y entregan lo inservible y a veces cosas que no lo son.
En una plaza, en un cruce de calles, en un descampado, o en un solar vacío, van apilando cuidadosamente el botín de maderas recogido, que esperará la noche del día 23 de Junio.
En ocasiones, es preciso dejar un vigilante, que cuide que otro grupo cercano, no quiera pasarse de listo, apropiándose de las maderas recolectadas con tanto esfuerzo, para así ahorrarse el suyo.
La picaresca, está viva incluso en las fiestas...
Durante la semana, empiezan a oírse los petardos, primero tímidamente, espaciados, pero a medida que nos vamos acercando a la noche del 23, las explosiones van escuchándose con más frecuencia, y en la vigilia, arrecian y se desbocan como anunciadoras de la gran fiesta del fuego.
Cuando empieza a anochecer, el nerviosismo es cada vez mayor. La competencia por la hoguera mas grande, por la que queme durante mas rato, por la mejor, flota en el aire, y un jurado inexistente siempre te da la victoria, al mismo tiempo que los competidores reciben la suya.
Se prenden las hogueras, y se lanzan los petardos, y se danza alrededor de la hoguera con sus llamas al cielo, y sus crujidos festivos. Se saltan las llamas... se saltan las llamas... se saltan las llamas...

Los petardos y cohetes ponen la nota de color, sonido y riesgo a la fiesta.
La hoguera quema el último vestigio de civilización, y es entonces cuando los inmortales son inmortales, los hombres son niños, y las almas son fuego.

Es la noche de Sant Joan.

Salta esta noche las llamas conmigo, dadme la mano, y vamos allá....



*Joan Mateu. joan@cimat.es
-1998-







La valija*



*Por Miguel Roig. miguelroig2005@gmail.com



Hace unos días me reencontré con un amigo a quien hacía mucho tiempo que no veía. Entre las novedades de nuestras vidas que nos contamos mutuamente, destacó el hecho de que él está conviviendo con una nueva pareja. Si bien en la vida de cualquiera esto representa algo significativo, en la vida de mi
amigo lo es aún más: se trata de un hombre mayor que llevaba un par de décadas compartiendo techo con su anterior mujer después de haber roto todo vínculo afectivo o al menos sentimental con ella.
En un viaje a Buenos Aires, una noche vi en televisión una vieja película de Enrique Carreras, La valija, con Luis Sandrini y Malvina Pastorino. Dentro de la filmografía de este realizador, dedicado siempre a producciones comerciales y al género musical, La valija es una película que se consideró en su día como un intento con cierta ambición en la que quiso abordar el tema del divorcio. El proyecto surgió a partir de una interesante obra teatral de Julio Mauricio que estrenaron Héctor Alterio y Elsa Berenguer.
El tema es la crisis de la pareja a finales de los sesenta en una sociedad que estaba cambiando y en la que se cuestionaba todo. El argumento es muy sencillo. Un matrimonio maduro, sin hijos, vive en un edificio del centro de Buenos Aires. El marido es oficinista y goza de una tranquila estabilidad,
la mujer es ama de casa y ambos, con muchos años de vida en común, son incapaces de atravesar la intimidad del otro; la rutina, cierto hastío y la falta de diálogo, horadan la relación sutil y rigurosamente como la gota de agua cayendo sobre la piedra. Un día cualquiera, un estudiante que vive en el edificio golpea la puerta del piso de la pareja para pedir algo; atiende ella. La mujer y el joven terminan en la cama y cuando el marido se da cuenta de lo que ha sucedido comienza el drama donde todo lo no dicho en años deviene en un monstruo que les devora y, finalmente, el hombre hace la valija y se va.
No recordaría casi nada de lo que he escrito si no fuera porque La Valija probablemente sea una de las pocas películas -al menos en el cine argentino es la única- que contó con dos finales: uno para los cines del centro y otro para las salas de los barrios y el interior. Quienes en su día vieron la película en el centro, asistieron a la ira de un hombre despechado llenando una valija con sus pertenencias y yéndose de su casa para siempre. Aquellos que fueron al estreno en alguna localidad del interior, pudieron ver -y posiblemente salir del cine con una sonrisa tranquilizadora- a un hombre que recapacita, perdona el affaire de la mujer, y vuelve a guardar en los cajones el contenido de la valija.
¿Por qué ocurrió esto? Los críticos del realizador lo adjudican a su voracidad por conseguir la mayor cantidad de espectadores posibles; algunos memoriosos adjudican el hecho a la censura militar de la época que no consintió lo que consideraba como la exaltación del divorcio.
Más allá de las razones que llevaron al director a tomar esta decisión, si uno piensa la película con sus dos finales como una unidad, adquiere un sentido curioso y la hace más relevante, incluso, que la obra que en su día la originó, posiblemente agotada, cautiva ya de su tiempo.
Pienso en mi amigo y la película, por ejemplo, se convierte con la esquizofrénica ejecución de los dos finales, en una representación perfecta del cautiverio al que se sometió, durmiendo durante años en una habitación distinta a la que ocupaba su mujer, bajo un mismo techo; concurriendo juntos a reuniones sociales como un matrimonio bien avenido y horas después, llegando a un mismo domicilio, subiendo en el ascensor, otra vez como dos extraños, y yendo cada uno a su habitación sin, posiblemente, un hasta
mañana.
Cada noche, sin duda, se imaginaría haciendo la valija y saliendo con ella por la puerta, para siempre.
Cuando uno veía a un marido aburrido por la rutina, encendiendo un cigarrillo o revolviendo con una cucharita la taza del café, esas mismas manos, en algún lugar de su interior, estaban haciendo la valija.
Como un espía: uno no tiene delante a quien cree que está viendo; en realidad se trata de un agente, por decirlo de alguna manera, al servicio de su propia imaginación, zona a la que muy pocas veces se nos permite acceder.
Eric Ambler, el escritor inglés de novelas de espionaje, refuta con pruebas que el oficio más viejo del mundo sea el que todos pensamos: es el del espía, afirma. Recurre a la Biblia recordando que Moisés envió espías a Canaán por sugerencia de Jehová. Es decir, el espía, el ser otro distinto al que somos sin perder la simultaneidad, nos es inherente. Tal vez, la expresión máxima de este rasgo la ha conseguido Graham Greene en El Factor Humano, novela en la que un hombre se convierte en espía doble por razones sentimentales. A medida que conoce el tejido psicológico del personaje y el encuadre moral, y suspende su incredulidad, el lector se involucra y le cuesta leer lo que es evidente desde el principio: la relación con una mujer lleva al protagonista a colaborar con el bando contrario.
Hacer la valija y quedarse al mismo tiempo, eso es lo que hace un espía: estoy aquí pero estoy en otra parte y casi nadie lo sabe. Sam Shepard en su obra teatral Fool for Love, llevada al cine por Robert Altman, cuenta una historia radical que gira en torno a esto. Una pareja de amantes descubre que son hermanos, ya que su padre, un viajante de comercio, tenía dos hogares en dos estados diferentes, y una hija y un hijo, que el azar junta, con cada esposa. El personaje del padre, en la película, lo interpreta Harry Dean Stanton y tengo grabada en mi memoria, a pesar de que he visto el film hace muchos años, a ese hombre entrando en cada una de sus casas como si fuera la única o sentado en la mesa, llevándose una cuchara de sopa a la boca y pensando, seguramente, en otra casa, en otra mesa. Como un espía que
trata de llevarse todo lo que puede de un sitio a otro.
Por supuesto que la historia que referí al principio no alcanza la radicalidad de estas ficciones, ni la de Greene -que expone, a pesar del contexto, un conflicto moral- ni la de Shepard. El de mi amigo es un drama cotidiano que, en definitiva, pudo resolver. Pero de alguna manera, puede que todos seamos espías en una realidad que nos es ajena, a veces hostil y siempre sorprendente. Puede, también, que nuestra impostura -que no es menos inocente ni compleja que cualquier otra- oculte que estamos haciendo la
valija para ir alguna vez a ese sitio, imaginario o no, donde se supone que nos vamos a alcanzar, de una vez y para siempre, a nosotros mismos.



*Fuente: Rosario-12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-14067-2008-06-24.html







La soja reina*


Un análisis de la situación económica y política actual realizado por el historiador José G. Vazeilles. El artículo se inserta en la dinámica del mercado mundial y en los determinantes de la historia argentina reciente. "Aunque los frentes en conflicto son heterogéneos, no cabe duda ninguna que uno está bajo hegemonía de la renta parasitaria de la tierra y el otro, bajo hegemonía de la trenza pública y privada del capitalismo urbano prebendario y corrompido", afirma.

Por ANRed - M


*Por José G. Vazeilles


1. Soja y Sojit
Durante el peronismo de los '50 se hizo famoso el periodista radial Luis Elías Sojit, por llamar "un día peronista" a los de pleno sol y también, por repetir en volumen decreciente "se fue mi cuarto de hora" al cerrar sus comentarios de quince minutos.
El primer dicho quedó literalmente oscurecido por los nubarrones y tormentas del período de las presidencias de Juan e Isabel Perón, prólogo de y vía franca a la oscura noche de 1976. El segundo, buena alusión a la fugacidad temporal, tampoco duró en el habla cotidiana
El momento actual puede llamarse "sojático" por el debate sobre "retenciones", pero la posibilidad del juego de palabras "...y también sojítico", no.
¿Y por qué no? Buena pregunta, ya que hay circunstancias económicas parecidas a las que indujeron entonces calificar el buen tiempo de "peronista" y es razonable suponer que al actual matrimonio presidencial le encantaría que algún periodista dijera "hoy es un día kirchnerista". El tema de los parecidos lo veremos más adelante.
La disputa "sojática"
La respuesta más obvia, hoy, es que se ha desatado una feroz pelea por los cuantiosos dólares que resultan de la venta de soja al mercado internacional que, como tal, ha puesto al alcance del gran público el exponencial crecimiento de este tipo de cultivos y aspectos de su comercialización internacional.
Antes, la información estaba más limitada a sectores especializados en economía agraria. O bien fueron puestos de resalto por organizaciones conservacionistas de los recursos naturales, que el cultivo de soja depreda. O también por organizaciones de campesinos propiamente tales que los afiebrados buscadores de dólares a través de la venta de soja procuran (y suelen conseguir) despojar de sus tierras.
Ahora, la disputa ha producido un ruido tan estridente, que no puede dejar de escucharse hasta el último rincón del país ¿Qué clase de ruido es?
El "clin, caja" y el grito de los teros
La etapa neoliberal ha dejado en el sentido común que el objetivo principal, sino exclusivo, de la vida es hacer "clin, caja" cuanto más veces mejor, lo que produce un clin, clin, caja, caja ruidoso, aunque de muy baja calidad cultural y política.
El combustible del movimiento que hace este ruido es el dólar y si en algún momento aumenta ¿a qué cajas irá el incremento? Si hay rivalidad entre cajas, no es lógico que cada una diga la verdad, o sea, "quiero ganar más" o "quiero todo" el incremento, porque eso daría ventajas al otro.
Ahí empieza el grito de cada tero, lejos de donde pone los huevos de su avidez cajera: ¡los borrachos son ustedes, que se toman todo el vino!
Aunque vaya a saber qué efectos tendrá esta estridencia en el plano electoral, lo que sí podemos saber que ella se desliza naturalmente en el molde de un electoralismo que funciona bajo el lema "vótenme a mí, porque si no mi rival hará un desastre". Pero como ahora hay una puja real por el flujo de dólares, se produce el paradójico efecto de que ambas artillerías de excremento y lodo que se arrojan mutuamente los rivales da en el blanco del contrario.
En efecto, la Sociedad Rural tiene una historia golpista, CRA también y todos ("los cuatro") quieren que se premie, en verdad, a la renta parasitaria de la tierra [1]. Por el otro lado, el gobierno no tiene el menor perfil de redistribución del ingreso y sí el de disponer de fondos para subsidiar los grandes capitales, o bien emprender obras como la de Skanska o el "tren bala" y, desde luego, la construcción de hospitales (¿Cuándo?), bien puede entrar en el mecanismo del "Club K de la obra pública".
Aunque los frentes en conflicto son heterogéneos, no cabe duda ninguna que uno está bajo hegemonía de la renta parasitaria de la tierra y el otro, bajo hegemonía de la trenza pública y privada del capitalismo urbano prebendario y corrompido.
Parecidos (y diferencias) entre el momento de Sojit y el de la soja reina
Hay tres parecidos ligados entre sí, por la naturaleza misma del comercio mundial capitalista:
1) un auge fuerte de la demanda de materias primas alimenticias, aumento de volúmenes y precios (entonces centrado en cereales, ahora en la soja);
2) la expectativa de que no será una situación durable, sino transitoria, aunque no se pueda medir con precisión el lapso;
3) una falta absoluta de influencia del país beneficiado en la evolución del negocio, lo que en el caso segundo se agrava, porque los negociantes privados que lo controlan son extranjeros, pudiendo sólo su gobierno influir impositivamente en los efectos distributivos, que es justamente la disputa en curso.
Las diferencias son muchas más y su enumeración y análisis imposible aquí, pero sí podemos comparar las circunstancias más inmediatas de ambos casos. En el primer caso, se trató de la prolongación en la segunda guerra mundial, de la ruina de la agricultura europea, que produjo una demanda de cereales con otros orígenes,
En el segundo, se trata de la situación permanente y creciente del comercio superavitario de China respecto de Estados Unidos, que da aquella un gran poder de compra en el mercado mundial, que en buena medida se aplica a las compras de soja.
En el primer caso, a fines de la década de los '40 se sabía que la excepción no sería duradera, aunque el fin del auge no fuera abrupto sino previsible, siguiendo las curvas de la recuperación agraria europea.
En el segundo caso, hoy, la duración del auge es más incierta, pues se prolonga porque China prefiere seguir con su superávit, aunque sea en papeles, con expectativas decrecientes de convertirlos alguna vez en valores reales, pues esa es la condición de que Estados Unidos siga comprándole manufacturas industriales.
Sin embargo, la certeza de que tocará a su fin es tan indudable como en el caso de los cereales en la posguerra, lo que puede ser ilustrado con dos explicaciones, aunque la guillotina sea una sola, según se la mire antes o después que caiga sobre la demanda china de soja.
a) Antes, se trata de lo que llamamos "el agujero negro maestro" de la actual crisis de Estados Unidos y mundial, entendiendo por tal un gran flujo que traga valores reales de la producción y los convierte en meros papeles y que un "gurú" de las finanzas estadounidenses, Moisés Naim, describe así: "El mundo está hoy estructurado alrededor de un arreglo mediante el cual los norteamericanos no ahorran y compran productos de consumo chinos, mientras que los chinos ahorran muchísimo y compran papeles del Tesoro norteamericano, lo que permite a Estados Unidos financiar su déficit." Esto hizo decir nada menos que a Paul Volcker, quien fue Secretario del Tesoro antes que el famoso Allan Greenspan: "Somos como los patinadores sobre hielo. Sólo que es un hielo cada vez más delgado."
b) Después que la guillotina corte la demanda china de soja -y otras yerbas- llegará el inexorable momento de sincerar que el dólar no puede ser más la medida monetaria del comercial mundial, sino que es necesario otro arreglo, que no girará, como en 1945 tras la voluntad acuerdista de EE.UU. e Inglaterra, sino que deberá sumar la de China, la India, la Unión Europea, Japón, Rusia y tal vez por el equilibrio de esta mayor pluralidad, la de los países petroleros u otros.
Entonces, sobrevendrán en el mundo muchos más zarandeos que el que puede ocasionar en la Argentina la caída de su trono de la soja reina, la que sin embargo, aquí seguramente bastaría para superar las trepidaciones del 2001.


2. Papeles y fantasmas
Aunque en ese 2001 las capas medias miraron los bancos y se enojaron con ellos, ahora les costará aceptar que los bonos del Tesoro de los EE.UU., sólo papeles, pero que hoy permiten comprar de todo, puedan de pronto no valer nada.
Si uno alude al "fetichismo de la mercancía", Doña Rosa nos dirá: ¿y eso con qué se come? Don Jacinto agregará: ¿Acaso usted vio alguna vez un bono del Tesoro?
¡Sojit, Sojit, qué grande sos, tu optimismo ha renacido en Don Jacinto!, pues en esos días luminosos en que recién aparecían los problemas entre el peso y el dólar, el general Perón, para tranquilizar a los asalariados les preguntó en célebre discurso: "¿Qué es eso del dólar... acaso ustedes vieron alguna vez un dólar?"
Fue Carlos Marx quien dio una explicación dialéctica: cuanto más acrece la ganancia y la acumulación del capital, para mantenerse se hace cada vez más ficticia, en puros papeles, lo que finalmente se resuelve en crisis del sistema, así que no es de extrañar que su fantasma, más antiguo que el de Sojit, pero con pensamiento más duradero, se dibuje tras el aventamiento de las ligerezas de éste.
Sin embargo, en el corto momento de superposición de ambas imágenes de los fantasmas, se pueden producir efectos desopilantes, como que desde el podio montado del sainete, que es como llamamos aquí lo que los franceses del siglo XIX denominaban comedia, Cristina Kirchner, luego de aludir a un concepto atribuido habitualmente a Marx, apostrofe a sus opositores con un destemplado grito de "¡Basta de comedia!".
Desopilante pero no inexplicable. La explicación requiere introducir un tercer fantasma, el de ambos bonapartes, mediando entre su paso de la tragedia a la comedia (un corolario de la seria creación de Marx y Engels del materialismo histórico) y el falso optimismo peronista (y radiperonista y peroradical, con otras yerbas conservadoras que nos mantienen en el pantano).
Napoleón I fue grande porque como dictador logró con su famoso Código asentar definitivamente las relaciones capitalistas en la sociedad francesa y su vida resultó una tragedia porque fue derrotado por los británicos y murió preso, quedando Francia como potencia imperialista segundona, a pesar de su brillante talento militar y la admiración que suscitaron sus campañas.
Perón nunca fue grande como líder burgués porque nunca enfrentó a la oligarquía y al imperialismo extranjero, sino que osciló entre capitular ante ellos o negociar mientras reprimía a sus propios partidarios, que son los que a la postre formaron parte importante de los que sufrieron la tragedia, también repetida, del genocidio, las torturas, la censura y otras represiones.
Tempranamente eligió ser como Napoleón III, como cuando intentó tranquilizar a los trabajadores con el empirismo de minimizar al dólar si no se lo ve y así finalmente fue responsable de la tragedia de los trabajadores y los luchadores políticos y sindicales, culminando en que la comedia lo persiguió post-mortem, cuando burócratas sindicales y otros tironeaban de su cajón y se agredían violentamente por ello.
Desde fuera de la burguesía francesa, Marx y Engels criticaron certeramente la corrupción, la ligereza y el aventurerismo a que había llegado con Napoleón III, que incluyó su fracaso estrepitoso ante los campesinos aztecas liderados por Benito Juárez, cuando intentó extender su imperio a México.
De esta laya han sido Isabel Martínez, Menem, el infaltable Cafiero y los Kirchner y el exabrupto de sainete "¡Basta de comedia!" de Cristina es, así, cabal grito de tero para desviar la atención de lo que realmente hace.

Buenos Aires, 21 de junio de 2008.

*Fuente ANRED http://www.anred.org:80/article.php3?id_article=2594







La estupidez de la tensa calma*



*Luciana Peker
24.06.2008

Estaba en 6º grado y no hablábamos con mis compañeras de divinas o populares sino si habíamos estado en la Plaza o en Campo de Mayo. Yo estuve ahí en la Semana Santa de una plaza realmente apiñada. Y supe después -mucho después- que lo de Felices Pascuas no fue para que comiera chocolates con orejas y
confites adentro. Crecí con el terremoto de los tanques aliados que no llegaban a tiempo y con ese espanto parecido al miedo a lo desconocido que no deja dormir de noche en la infancia. Pero el terror era noticia.
Yo llame a mi mamá para recriminarle que me había dejado en lo de mi abuela cuando hubo otro levantamiento militar y tenía miedo. Después no hubo zozobras, sino menemismo. ¿Lo habían votado por el salariazo? Bueno, ya sabemos. Y al que no le gustaba, se jodía. Después del menemismo -también-
sabemos. En 2001 fui una de las errantes que creímos que en las calles que agolpaban cacerolas había algo más que el tilín tilín de los plazos fijos usurpados. Había fábricas recuperadas y una política deliberativa que no justificaba que un presidente elegido por el voto se vaya en helicóptero y no por las urnas.
En este diario yo tengo la libertad de criticar a Cristina -porque no se ocupa de frenar el femicidio contra las mujeres ni la mortalidad materna- y leí alguna de las mejores críticas al Gobierno: Papel Prensa, con parte accionaria del Estado, contamina; la mortalidad infantil subió por primera vez en cuatro años; en Tucumán anotan a los nacidos vivos con bajo peso extremo como muertes fetales sólo para dibujar la mortalidad infantil; en Calafate, el intendente K está implicado en el asesinato de un pibe joven; no se está redistribuyendo la riqueza. Etcétera.
Pero la Argentina no se paraliza por ninguna de esas noticias, sino porque un Gobierno que ganó por mayoría resolvió cobrar un impuesto a un sector del país al que le va bien y, claramente, le va mejor que antes. En conflicto tuvimos tiempo de enterarnos de que también hay pequeños agropecuarios y ya
lo entendimos. También sabemos que casi ningún productor dejó de contratar pibes para la cosecha o de agravar el desmonte o saturar el suelo por iniciativa filantrópica. Digo: la mayoría de los que deberían pagar las retenciones no son angelitos que motu propio se encargan de redistribuir lo que ganan o de ganar menos si es necesario para garantizar el futuro cercano de la mayoría de los argentinos.
También es lógico que si no están de acuerdo con que les hagan pagar más protesten. Igual de lógico como me parecía que protesten las enfermeras del Garrahan por ganar menos, los empleados del subte o los estudiantes secundarios cuando se les caen los techos. Sin embargo, éste es uno de los cortes con más consecuencias para los que no paran. Por la influencia directa (o indirecta) de la huelga, los alimentos aumentaron y van a terminar aumentando más. Eso lo vamos a pagar en la clase media y va a empobrecer mucho más a los pobres. ¿Estoy repitiendo los argumentos del Gobierno? Creo que así como la libertad de expresión es un derecho, también vale disentir con quienes disienten.

No estoy de acuerdo con que la Gendarmería intervenga en un corte de ruta ni con que se criminalice ninguna protesta social. Aun cuando -creo- hay diferencias entre los piqueteros que cortaban la calle porque la exclusión los había dejado en la calle y los ruralistas que ya ejercen su protesta a través de un lock out. Igual, no es un avance que ni a ellos -ni a nadie- la policía se los lleve por protestar.

Quedan menos de cuatro años. Parece una obviedad pero no lo es en un país con la garganta al cuello. Se puede volver a votar. Pero cuando vuelva a votar quiero poder elegir a un gobierno que si decide gravar las F100 para repartir hierro entre los menores de un año, pueda hacerlo sin que vuelva el juego de la silla con el sillón de Rivadavia.

El miedo a que un presidente, y una presidenta todavía más -porque en un país machista a una mujer se la prejuzga más frágil-, caiga no es, en la Argentina, chocolate por la noticia. Yo, al menos, quiero un gobierno con poder de decisión, sectores sociales con libertad de protestar y ciudadanos con capacidad de votar. Pero no más ese miedo con el que crecí de que los (y las) presidentes se muden antes de tiempo. Desde los 11 años que la historia en vivo y en directo me enseñó que el miedo no es santo: ¿la Argentina
creció o sigue siendo un país en donde la democracia no deja de decir por la tele esa estupidez de la tensa calma?


*Fuente: Crítica Digital
http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=6702






*

Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 22 de junio del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de la compositora brasilera Jocy de Oliveira. Las poesías que leeremos pertenecen a Gerardo Contreras (Costa Rica) y la música de fondo será de Mario Guacarán (Venezuela). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!



REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo! Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




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