miércoles, enero 07, 2009
EDICIÓN ENERO 2009.
ILUSTRACIÓN: FOTO DE RAY MAN.
INVENTIVASocial
Edición Enero 2009
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*
Es bella la vida con música en los ojos
la sonrisa hablándole a la vida
y tú, cantándole
a la princesa bella del alba
al amanecer límpido de voces.
La vida es bella
como bello es el amor
ante la sedienta tristeza que se apaga
por banales esquirlas.
Colgaremos cada pena
en el cordón de la desmemoria
para soñar el cielo que abre las estrellas
en la sonrisa del sueño.
Y tú y yo desde esta distancia
recordaremos una utópica vida de amor
sin dudas. sin presagios.
La vida de amor y esta música
alimentan cada primavera del alma
no deja de dar vueltas y vueltas.
Cierra cada párpado a la lágrima marina
en la tibia conciencia alegremente saludable
de sabernos vivos amor
de sabernos...
*De Ana Lía Gattás. analia_gattasz@speedy.com.ar
El Caracol de Tierra y de Mar*
Aquí también hay ovejas
Y tienen cuatro patas.
También aquí hay vacas
Y hablan el lenguaje universal
De su especie, o sea:
También dicen muu.
Aquí también llegan los rayos del Sol
Y alternan con la luz reflejada de la Luna.
También aquí nace el café de las semillas,
El maíz crece agarrado de la tierra
Y también aquí se les dice procariontes
A las células sin núcleo.
Pero parece que no es tan evidente para ellos:
Hemos perdido la capacidad de caminar
Por nosotros mismos,
Solo porque a alguien se le ocurrió
Que no podíamos hacerlo.
Y nos es vendido
Más de lo debido
Porque dicen que lo que producimos nosotros
No es tan bueno como lo de ellos:
Que aunque sean lo mismo, no son igual.
Aquí también las personas piensan
Y podemos aprender cosas nuevas.
También tenemos manos, piernas
Y la cabeza en su lugar.
Lo que no tenemos
Es su permiso para construir motores,
Máquinas,
Producir tal o cual mercancía,
Desarrollar tecnología.
Y son los mismos quienes dicen
Que estamos por muy buen camino:
Nos dan el nombre de
"En vías de desarrollo"
Cuando son ellos quienes
Así nos tienen,
Y así nos mantienen.
También aquí tenemos
Grandes centros comerciales,
Donde podemos entrar
Y olvidarnos del subdesarrollo.
Nuestros niños ahora conocen las frutas
En las presentaciones envasadas,
Y el benzoato de sodio
Les da el toque de modernidad.
Aquí también nos ha alcanzado
La grandeza del desarrollo mundial
Que nos abraza,
Nos asfixia,
Nos consuela.
Si estos son los días
De la gran humanidad,
Que el tiempo se lleve nuestros nombres:
No deseamos ser recordados.
Nuestros pasos serán
Como los de las cañas de azúcar:
Dejando a los fenilcetonúricos
Que endulcen sanamente la actualidad.
*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
Pájaros nocturnos*
Pájaros nocturnos en el alba,
trasnochados de estrellas
y borrachos de lunas me estremecen,
despiertan la piel dormida de mi otoño
crujen sus alas en el viento
que van corriéndome de mi epicentro
cada vez más afuera hacia orillas desconocidas.
me subyuga el eco de su música diferente
su sonoridad un puente energético
y un punto de encuentro.
Todos los pájaros en vos, sobre las ramas
desnudas de mi cuerpo agitando violines
arrancan antiguas melodías que emergen vitales
y mueven y conmueven el río de mi sangre.
Pájaro nocturno y lejano
en cada alba habrás de venir a romper
las rejas de mi pacífica prisión que espera en vano
para volar juntos, muy juntos hacia esa otra orilla?
*Laura Elena Bermudez de Tesolin sisoy_asi@hotmail.com
LA SALIDA*
No guarecer en sus brazos
no deambular extraviada en el beso
no editar esa leyenda grotesca
ni desenterrar el margen del cuchillo
ni sufrir la opaca prisión de las sábanas
tampoco un tango con semifusas de ausencia
nada de nada
entraño una compañía quieta
relajo los pies del sentimiento
invierto universos erráticos.
No a oírlo
ni detener mis ojos en su paso
no a su perfil hipocondríaco ni a un café
no al contratiempo de la lágrima.
Sí a esta claridad bruta que no anochece.
Poesía es la puerta que se abre
de espaldas al dolor.
*de Diana Poblet. soydian@yahoo.com.ar
-de Pétalos y Espada
NOSOTRAS
LAS MUJERES DE SAL*
Nosotras, las mujeres de sal
Somos las fundadoras de tormentas abruptas
Tenemos incendiada la boca y salitre en las venas.
Aprendemos lunas y enseñamos soles
Seguimos denunciando, sobre la tinta seca
La vigencia total de Sodoma y Gomorra.
Una a una han caído nuestras vestiduras.
Transgresoras, en desnudez de sal,
Seguimos nuestro norte
Mirando nuestro Sur.
Con cuchillos de viento
Han tatuado nuestra piel milenaria.
Se ha hecho carne y sangre la siembra,
Y en cada primavera llueven rosas de sal
Que cubren en tibieza el oprobio y olvido.
No somos la mujer de Lot, sin embargo, paso a paso
En danza del picaflor giramos hacia atrás
Vamos certero el rumbo, sinuosas las caderas
A parir la palabra, siempre nueva
Eternamente fiel a la memoria
El punto exacto es donde termina el arco iris.
Hemos jurado en resuellos de tiza
No olvidar un pasado engendrado
Desde la sal y el agua.
Desde la llanura de la mansedumbre.
Desde el pajonal donde esconde a vergüenza
Un sol hecho de sangre.
Desde los extensos salitrales de las monedas de oro.
Desde el Perú.
Desde Chile, Bolivia y Argentina.
Desde los Andes
Que aun miran azorados las hilachas de
Del poncho denigrado del arriero.
Desde la revolución de ríos subterráneos.
Desde el portal del trigo.
Desde el umbral del guanaco y de la llama.
Desde Hiroshima.
Mientras tanto,
El soplo universal del viento blanco sorbe espumas de mar
De nuestra boca abrupta.
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
SOLUCIONES*
Cuando hay tan poco calor
En las líneas de la mano que
Hasta las gaviotas huyen de sus nidos...
La mar enfurece,
Robándose los sueños y los pianos;
Los techos vuelan de las casas
Y las nubes dibujan extraños algoritmos.
Es hora de pactar una cita con la luna,
Allí, donde no anida la sombra.
Cabalgar a lomos de la
Ignota Mensajera de la Nada...
Y preguntarle al mundo por qué
Nos da las riendas de este carro ciego,
Del que no tenemos control,
Ni conocemos el destino.
Por qué tanto girar en torno a un eje imaginario...
Por qué nos deja Dios cometer errores y,
Peor aún, arrepentirnos.
Tal vez sea entonces,
Hora de marchar, farol en mano,
Con la triste compañía de un fantasma,
Hacia el risco donde rompen olas
Dibujando en el azul franjas de espuma
Y escuchar qué nos trae de nuevo
El canto de los alcaravanes.
Quizás haya que hacerse un barco de papel,
Remos de lápiz, o de tintas,
Esperar a que estalle la tormenta...
Y salir a capturar sirenas,
O verdades.
*De Marié Rojas.
No paremos de soñar*
Se han acabado los fastos, las comilonas y este cúmulo de falsedades y de risas y de felicidad de plástico. Esta felicidad que cuando la ves delante tuyo transparenta la mierda que hay debajo.
La gente, eso que nos da a nosotros por llamar gente, no es mas que borregos que se dejan manipular por los publicistas. Y les llamo publicistas, no a los que se dedican a engañar a la gente sobre la bondad de los productos que deben consumir, sino aquellos que mediatizan la opinión pública y nos dicen a todos los "gilipollas aborregados de a pie" lo que debemos hacer, cuando debamos comprar, donde debamos hacerlo y cuando debemos estar felices y reírnos.
De momento, aun podemos cagar donde nos place, pero llegará el día en que nos hagan guardar nuestra mierda para tenerla a mano el día en que quieran enterrarnos en ella.
Hoy estoy feliz porque nadie me dice que debo alegrarme, ni que debo comprar, ni que debo hacer nada. Hoy puedo seguir con mi trabajo de mierda, en mi oficina de mierda, con unos pringados por compañeros, sin que el de arriba, docto entre los doctos, me indique a mi, pobrecita gilipollas, lo que debo hacer.
A veces, me gustaría saber quien hay detrás de todo eso para poder escupirle a la cara lo que pienso de ellos, a pesar de que seguro que me dirían donde debo comprar la saliva.
¿Vosotros también soñabais que os tacaba la lotería para mandarlo todo a la mierda? Pues a seguir soñando, que eso si era soñar.
*De Rosaura.
-Para mensajes escribir a Joan@cimat.es
*
No sé porque la luna se abalanza
sobre esta noche de silencios tensos.
Ignoro si fue ayer que los lamentos
dejaron paso al duende de la danza.
Puede que fuera en lontananza
que brillaran los colores mas intensos.
Puede que se quemen los inciensos
ocultando el hedor de la matanza...
Quizás será una lucha cruel a ultranza
o borbotones de sangre en el inmenso.
Puede que sea gris la lontananza
incluso que huya a caballo del viento;
pero jamás podrá tomar justa venganza,
ni sabrá si es verdad, ni si te miento.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
Mi viejo y los ojos*
Esos ojos grises leían y leían los tomos gigantes de leyes.
Protocolos encuadernados de blanco, con fechas de cada año que se despedía.
Su vida era el trabajo, examinaba atentamente con una lupa las firmas, antes de certificarlas. Los domingos, cuando casi todos descansaban. Algún vecino tocaba el timbre. Y preguntaba: - ¿Esta el Doctor? Le tengo que hacer una consulta-. Entonces mi viejo salía con su portafolio de cuero, los anteojos y el libro de actas.
El quería que fuese escribana, pero yo de chica odiaba tanto los librotes, los certificados, los dominios y los" libre deudas". No me gustaban tantos papeles y lapiceras, quería ser distinta, no deseaba hacerme mala sangre como él.
Cuando murió, paso algo muy paradójico. Comencé a escribir.
De sus ojos me jacto de tenerlos parecidos. De su puño y letra me eduqué para amar mi trabajo.
*de Azul. azulaki@hotmail.com
ERRANTES*
Trizada. Como castillo en las arenas del recuerdo.
Huye la tarde clara por la ventana abierta del cansancio.
Ya ha partido el Hombre.
Se ha llevado la precaria sombra de sus huesos.
Se ha llevado mi primer latido, la llave de oro y mi valija.
La bendición del pan y la rosa sangrante
Mi resolana y la frescura del sombrero de paja.
Con él se ha ido el silbido de un tango que se aleja
Se ha llevado mis zapatos de cristal.
Se ha llevado, Ay, se ha llevado mis anillos de agua.
Nadie ha llegado todavía.
Nadie des cubre la máscara de hierro.
Los perros ladran al eclipse solar.
Los cerezos revientan, lujuriosos, sus brotes.
Los errantes miran los errantes pasos de una luna coral.
Se acerca un barco. Un barco de papel y el tango "Sur"
Y yo, sin mis zapatos de cristal, sin mis anillos.
Ay. Sin mis anillos de agua.
*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar
Tardecita*
Profundo escarabajo
De esmalte turquesa
Eslabón del silencioso
Cielo que hace flotar
Las naves en el soleado río
Más allá de las nubes
Las estampas de pinturas
De la naturaleza
La inmensidad del aire
Respira en armonía
En las hortensias rosadas
Y violáceas
El abanico de un picaflor
Retumba en los mansos pétalos
De la tardecita.-
*de Azul. azulaki@hotmail.com
CUANDO LAS RANAS CRÍEN PELO*
Mi padre, señor de amplia sonrisa, enorme puro, altura importante y sabiduría infinita, respondía a mis requerimientos y demandas más peregrinas con la frase aquella de "Cuando las ranas críen pelo"
- ¿Cuándo podré hacer un viaje a Japón?
- Cuando las ranas críen pelo.
- ¿Cuándo podré ir a pescar ballenas blancas?
- Cuando las ranas críen pelo.
- ¿Cuándo podré comprar un descapotable rojo?
- Cuando las ranas críen pelo.
Debo reconocer que las propuestas de tener un Zoo en el patio, saltar en paracaídas o ir de excursión a la Antártica, eran susceptibles de una respuesta como esta.
"Cuando las ranas críen pelo" llegó a ser habitual en mi vida, lo que quizás indique que no escarmenté nunca en mis propuestas y que hacía de lo insólito la cosa más habitual. Por otra parte la sonrisa de mi padre, a la par que me daba el plazo de la rana y el pelo, me animaba a seguir intentando otras
peticiones.
Ahora tengo dos hijos y debo reconocer que cada vez que los miro veo una rana que lleva melena.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
Del country en la estación Canning*
Siempre le gustaron las plantas y los jardines, y aunque también se daba maña para hacer arreglos de albañilería y así ganarse unos mangos con la changa, Néstor decidió que tomaría la podadora, la pala y el rastrillo para ganarse "el pan nuestro de cada día". Por esas cosas de la vida, alguien lo puso en contacto con las autoridades del Country "Arboleda del Monte" donde, entrevista mediante, tuvo que dar cuenta de sus habilidades cortando el pasto y arreglando el jardín de una de las casas, bastante descuidado después de algunos meses de ausencia vacacional de sus inquilinos. Su trabajo agradó mucho a las autoridades del consorcio, y muy pronto quedó contratado en forma efectiva para el mantenimiento general del predio.
En un principio le costó acostumbrarse al entorno. La imagen de las casas recortadas contra el horizonte le parecía extraída de alguna revista de decoración que viera en la sala de espera del traumatólogo de su hija. Esos colores chillones que herían la vista, modeladas con el antiguo estilo de los ladrillitos de juguete, y unas puertas y ventanas que parecían construidas en plástico, aunque al tocarlas uno tuviera la desagradable sensación de percibir la consistencia y el sonido del metal. Néstor sentía cierto escozor al contemplarlas, como si fueran ajenas al lugar donde se encontraban. Pero la tarea era abundante, y con el correr del tiempo se fue tornando indiferente a ciertos detalles, concentrándose exclusivamente en los parques y jardines.
Se fue haciendo conocer por todos. Y si bien le pagaban un sueldo fijo por mes, fue haciendo una diferencia al aceptar distinta clase de changuitas de parte de los residentes: cambiar el cuerito de una canilla, encolar una silla, reparar una ventana de enrollar. Tareas que hasta hacía unos años parecían impensables en un country, hoy se habían tornado cosa de todos los días. Había que contemplar la posibilidad de ahorrar unos pesos, con el dólar tan alto.
Pero también recibía algunas donaciones, de ropa que los dueños de casa ya no usaban, o de libros que podían servirle para sus hijos en la escuela, elementos que agradecido guardaba en el carrito que arrastraba detrás de la bicicleta, y que generalmente representaban una alegría cuando llegaba a su
casa. Apenas le servía la mitad de las cosas que llevaba, pero nada era despreciable; su mujer bien que sabía darse corte con la aguja y el hilo, y si no, su cuñado sabría vender bien los libros usados. Todo funcionaba en equilibrio.
Néstor vivía cruzando el antiguo terraplén donde, casi treinta años antes, existiera la vía del Ferrocarril General Manuel Belgrano, que unía La Plata con San Eladio, y del cual hoy no quedaban ni rastros; los rieles y los durmientes habían desaparecido, robados por manos anónimas, o bien sepultados por el paso del tiempo. Cada vez que pasaba en bicicleta por aquel lugar, abundante de ralos pastizales, evocaba aquellas entrañables épocas de su infancia, cuando se escondía entre la maleza que circundaba la vía, para ver pasar aquellos imponentes trenes cargueros, arrastrando una fila infinita de vagones, transportando las más diversas y a la vez misteriosas mercancías.
Recordaba con nostalgia ciertos juegos: cómo solía depositar monedas de cinco o diez centavos sobre los ardientes rieles de la tarde, esperando que el mastodonte metálico llegara en hora y aplastara con su potencia colosal aquella diminuta monedita, revoleándola en el aire y -en caso de encontrarla, luego del impacto- palpando la cruel curvatura que le había impreso a su superficie. Lo mismo hacía con las latas de conserva vacías que encontraba por ahí, contemplando luego con sumo interés el efecto devastador
que podían producir tantas toneladas de metal lanzadas a toda velocidad.
Ignoraba por qué, pero esas imágenes habían ido resurgiendo del fondo de sus recuerdos en los últimos días. "Me estaré volviendo viejo", pensaba, con una tenue sonrisa asomando entre sus labios, y la profunda sensación de evocar un pequeño fragmento de su vida donde recordaba haber sido feliz, sin
preocupaciones ni dolores en el alma. Esas angustias que luego sedimentan en el corazón, provocando la
-quizá inevitable- pérdida de cierta infantil ingenuidad.
Hasta que una fría tarde de invierno lo comprendió todo.
Estaba casi terminando de quitar los yuyos de un cantero, luego de podar una planta que Miss Mary, la dueña de casa, ya no quería ver más, cuando vio llegar a Mister Steven, a bordo de su flamante Jaguar color azul. Se saludaron cortésmente, y apenas unos minutos después, Néstor lo vio salir otra vez. Se dirigió hacia el cobertizo, luciendo un impecable tweed bordeaux, contrastando con la circunstancial desprolijidad de las ramas de la planta recién podada, desperdigadas a su alrededor, y un par de minutos después regresó, cargando algo bastante pesado.
-Néstor, ¿sería tan amable de ayudarme? -, preguntó al pasar junto a él. -El estudio está helado, y quisiera prender la salamandra.
Él estuvo a punto de aceptar, como de costumbre, cuando vio lo que aquel hombre llevaba entre sus manos: un taco perteneciente a un aserrado durmiente de ferrocarril.
Se quedó petrificado; un escalofrío le recorrió la espalda. Quebracho puro; como el que aserraban cuando era chico cerca de su casa, una vez concluidas las tareas de reparación del ramal, que no tardó mucho en cerrarse, ante la inminencia del cambio económico generado por la dictadura militar. El
estupor se vio reflejado en su cara, porque Mister Steven volvió a pedirle:
-¡Néstor! ¿Sería tan amable? Hace mucho frío acá afuera, y esto está muy pesado.
Él actuó de manera automática; le quitó el taco de entre las manos y lo entró en la casa, dejándolo junto a la salamandra del estudio. Mister Steven le pidió que hiciera un par de viajes más, y finalmente, encendieron juntos el primer fuego. Una vez que comenzó a arder, Mister Steven encendió su pipa
y le dio las gracias, además de un módico billete por el servicio.
-Gracias -, dijo él, y señaló hacia los tacos restantes. -¿Dónde la consiguió? Es buena madera.
-Me la vendió un pibe por acá cerca, a unos metros de la autopista. Dijo que la conseguía fácil. Era mucho más barata que comprarla en otro lado. Y por lo que vi, me pareció que prendería bien.
Al salir, pleno de congoja, recogió sus enseres de manera mecánica, juntó las ramas con el rastrillo, limpió todo con rapidez, y se alejó. Mientras avanzaba por el parque, en las últimas luces de la tarde, reparó en unos juegos infantiles que regularmente había visto desde hacía meses, pero que recién ahora le llamaban la atención. Sobre todo, su estructura.
Tanto en las hamacas, como en la viga del tobogán, o el conjunto entero de las vigas paralelas para colgarse, habían utilizado rieles de ferrocarril.
Pulidos y sin óxido, pintados de diversos colores, pero rieles al fin y al cabo. Preservados de la muerte, más no de la rapiña.
Desde esa tarde, aceptó muy poco, casi nada, de las tareas que pudieran ofrecerle como changa. Menos aún, las dádivas que solía agradecer con tanto entusiasmo, pensando en sus hijos. Notó que comenzaba a trabajar con menor entusiasmo, así como a faltar bastante, pretextando cualquier excusa.
Y a pensar seriamente que debería buscarse otro barrio donde poder trabajar en paz. Bien lejos de Canning.
*de Aldima licaldima@yahoo.com.ar
Once*
Alejar lo sórdido
(cercano a las vías)
alejar los trenes
la prisa
la sed
el temblor
el miedo
no pertenezco ahí
soy gorrión en la pecera
Algo en mí es irrecuperable
algo en mi espalda
algo que suavizaba mi boca
algo que nadie tenía y atragantó tristeza
Algo en la fatalidad del viento
en el bullicio de gentes que no entiendo
en esta urbe que hierve sin ver
Algo en esa Señal increíble
que no viste.
Algo como subir al subte
diferentes estaciones
y elegir nuevamente
entre quince el vagón correcto.
Y verte y ver al mundo desnudo
y saber que pocas veces
que nunca
que improbablemente
haya una ternura tan brutal
como la mía.
*de Diana Poblet. soydian@yahoo.com.ar
Me enredaré en tus brazos*
Me enredaré en tus brazos
buscando tus cabellos
alcanzando tus labios
con calores de sol.
Y en un galope largo
colorearé tu alma
descansando en la noche
junto a tu corazón.
Buscaré margaritas
que poner en tus ojos
dejándolos sellados,
que no vean la luz.
Y así inmersa en la noche
sin brillos que distraigan
haremos el amor
con toda lentitud.
Te quiero con paciencia,
con arrobo, con calma;
pero también te quiero
con una gran pasión.
Con prisas, con delirios,
con ganas, con deseos,
te quiero como a un sueño
y la mejor canción.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
JUGUETE*
Ana María fue una niña muy pobre, hasta a los quince años no se puso un par de zapatos, trabajó desde los seis para mantener a sus cada vez más numerosos hermanos. Aprendió a leer entre los doce y los catorce, trabajando de conserje en una escuela, espiaba las clases por la ventana, repitiendo en voz muy baja las lecciones; antes de limpiar el pizarrón tomaba restos de tizas y trataba de dibujar las letras, a los dieciséis ya fue capaz de leer una novela, todavía recuerda como le nacieron sus primeras
alas.
En ese humilde hogar, donde nadie se pudo dar el lujo de asistir a la escuela, mucho menos se podía soñar con tener un juguete. A los siete años, Ana María trabajaba en una finca a cambio del almuerzo y de una cantina con comida para sus hermanitos. Parte de sus funciones consistían en abrir y cerrar el portón donde las crías de ganado aguardaban a que terminara el ordeño para ir a alimentarse.
Un día llegó un nuevo inquilino a la granja, un potro precioso, apenas separado de su madre. Ana María quedó encargada de su cuidado. Enseguida tomó un inmenso afecto al potrillo, que le hacía mil mimos mientras ella lo cepillaba y acariciaba su suave crin. Le puso por nombre Juguete, ya que nunca tendría otro que aquel. Pronto comprendió, que aunque el amor que sentía por su madre y hermanos no mermaba, el que profesaba por el caballito era cada vez mayor.
Cierta vez, en su casa, escuchó a la madre y a una de sus tías hablar de una prima, ya adulta, que estaba de novia con un campesino de la zona. Los comentarios versaban alrededor del muchacho, muy bueno, trabajador, honrado, que la quería mucho...
- Yo también tengo un novio, es muy bueno y me quiere mucho - dijo de pronto.
- ¿Y quién es, señorita, si se puede saber? - le preguntó su madre.
- Un caballito de la finca donde trabajo.
Los mayores prorrumpieron en risas sin darle otra explicación. Tuvo ella que preguntar al dueño de la finca qué había en su frase que motivara tantas burlas, él le explicó que las personas se hacen novios solamente de otras personas, como los gallos de las gallinas, las vacas de los toros, los caballos de las yeguas... Convencida entonces de que su amor, si bien muy fuerte, era de otra índole, siguió cuidando de Juguete.
La noticia de que debían mudarse a un pueblo bastante alejado y por tanto, debía dejar su trabajo en la finca y buscar otro, la golpeó una noche con toda su fuerza. Por ser la mayor, tuvo que ayudar en la recogida. Mandaron a uno de sus hermanos con el recado, ella no pudo siquiera despedirse del
caballito.
Pero la nostalgia la corroía por dentro. Un día no pudo más, y en vez de ir a la casa donde ahora trabajaba, comenzó a desandar el largo camino que recordaba haber cruzado para llegar a esta nueva casucha donde ahora su familia intentaba salir de la miseria, sin comprender que era el mismo mal,
apenas cambiando el rostro por otro tal vez más triste.
No era lo mismo en carreta que andando, los pies se le ampollaban, llenándose de pequeñas cicatrices, pero la voluntad de ver por última vez a su amigo color canela era más fuerte. Finalmente, al caer la tarde, atravesó un naranjal y divisó la finca.
La encontraron en la puerta, transida de dolor y cansancio. El dueño de la propiedad, un campesino recio que había llegado a tomarle afecto, la llevó cargada para el interior, lavó y curó sus pies y le dio a beber un vaso de leche tibia. Cuando la vio más recuperada, le preguntó que hacía allí, tan lejos de su casa.
- Vine a despedirme de Juguete.
El caballito había sido vendido. El dolor de la niña fue tan fuerte que sintió que algo la atravesaba por dentro, como un puñal, y perdió el sentido.
Esa misma noche la devolvieron a su casa, uno de los peones de la finca la llevó en una carreta. La golpiza fue doble, de la madre, por haberse marchado sin decir a dónde iba, del padrastro, porque había faltado al trabajo y ese día no habría paga.
Pero estos dolores no importaban, porque uno mayor anidaba en el interior de Ana María, para no abandonarla nunca. Juguete, con sus alegres corcoveos y su enorme cabeza apoyada en su hombro, que apenas levantaba un metro del piso, le había hecho descubrir el amor, la pérdida, el abandono, y ahora se resistía a mostrarle el camino del olvido.
*de Marié Rojas Tamayo
(Del libro "De Príncipes y Princesas", editorial El Far, Mallorca, 2006)
El ciego*
tuve que cerrar los ojos para explicar el sol
lo envolví en cada pupila encandilada
y mientras los sones iban dibujando sus colores
una voz me llamó con la mirada
puso sus manos sobre mi garganta
y entendió que el sol abrigaba
que en las pestañas cerradas
cantaba el sol con las manos
el infinito idioma de los pájaros
*De Ana analia_gattasz@speedy.com.ar
Revolviendo la maleta salió tu verso*
Revolviendo la maleta salió tu verso.
Entre calcetines, pañuelos y ropa
aparecieron tus besos
No sabía lo que era
y los tomé con las manos
en silencio
los miré despacio
y los puse en mi boca
un momento
Vi que eran tus besos
y con ellos, tu aliento
que pusiste en mi equipaje
para seguirme queriendo.
*de Joan Mateu joan@cimat.es
POEMA DES-UNIVERSAL*
Todas las noches, todas,
la higuera sombría de mi huerto
se ilumina en mansedumbre de palomas
y florece, callada, florece alegremente.
No es cualquiera. Es esta, la de aquí,
la que escucha,
el secreto silencio de mis pasos.
Amanecido y loco, el viejo nogal
se despereza
en cruz extiende sus leñosos brazos
para que tres niños
-cuánto los amo, cuánto-
viajen en su ramaje,
en sepia retornando.
No es cualquiera. Es este mi nogal-aguaribay
y mis dos universos hecho uno.
Plena de amaneceres.
Sonámbula caricia me despierta
y la mano es su mano,
y la voz es su voz.
No es cualquiera, es mi hombre, el de aquí,
al que digo y proclamo
alumbrando los ojos del poeta sin luz
"No solo amor me une,
sino también espanto
será por eso que lo quiero tanto"
Es esta mi comarca.
Única. No repetida.
La del abrazo de árbol
donde renazco y muero,
en donde,
sobre todas las flores del universo entero,
la bella,
mas bella entre las bellas,
es la flor de mi higuera.
*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar
*
Gigantes vacíos.
Con esas camionetas de acelerador
a tormenta
que valen más de cien salario obrero
con esas varietales camisas que nunca sudan y mudan al cambio
con ese aire de cobre en alforjas
y esa protección inacabada urgueteando para encontrar
aunque sea un ángel negro
a blancadientes muerden el labio
superior
diciendo que la única no puta
es su madre
con esas manía de cagarte hasta el día de la muerte
con ese perfume de infierno y simulacro
apretón de manos falsas y un quiebre diminutivo
con ese alfajor que olvida infancia compartida
con esos
me debo deber un trato
dejarle un sinfónico poema
sin la pólvora maldita
que ellos recogen en las sombras
*de Ricardo Mastrizzo.
Latidos*
Cada pueblo tiene su propio ritmo; su ritmo de caminar, de trabajar, de poner la mesa. Los movimientos les son propios como lo son el lenguaje y la música, ese otro lenguaje que quizás venga de la gente, quizás de la tierra y del paisaje que brinda.
En Japón he visto las artes marciales que se repiten en la forma de golpear los tambores, de bailar esas danzas que aúnan la lentitud y una contenida violencia, en los sonidos breves y guturales. La misma tensión entre lo estático y la rapidez extrema. Las enormes banderas son agitadas por figuras inmóviles, la precisión de las ikebanas de proporciones perfectas, la belleza de los jardines, la posibilidad siempre del horror y sin embargo la infinita paciencia; la habilidad aprendida, ejercitada y trabajada de un hombre que mezcla la tinta, que con un pincel escribe, dibuja, pinta la palabra como quien hace una señal definitiva. Hay un ritmo, una marca, un acorde que abarca cada cultura y le imprime las notas y los
silencios.
Una mujer daba a luz. Rodeada por su hijo, su vecina, su marido, daba a luz. En el suelo estaba la mujer, sobre un colchón delgado. Ella misma pujaba con un canto rítmico, todos la acompañaban y el acto de dar la vida de traer la vida era una canción. El niño encontraba el aire y el afuera traído, recibido, acunado ya por las voces y los sonidos que lo arropaban y le daban desde el inicio el ritmo de su pueblo.
La canción rítmica que se repite en lo cotidiano. En los pasos retumbantes de las sandalias de madera sobre el pavimento, en el ritmo de la danza de cuerpos que se deslizan y de pronto acaban en una pose de estatua, en el ritmo vertiginoso de la oración que también es comunitaria, y que crea la epifanía del ritmo de la vida que se repite circularmente.
Cerca del suelo, siempre. En comunidad. Y serán las sandalias, el martillito de metal que guía los rezos, los pujos de una parturienta; será la música, el ritmo, será la vida la que marque sus compases.
Y mientras tanto las historias son las mismas historias. El que muere, el que nace, el que crece y cambia, el que de pronto conoce una verdad oculta.
Así como imagino una voz distinta para las diferentes multitudes, una melodía propia para los paisajes de montaña, para los lacustres, para la selva. Así como los ojos rasgados del oriente y los ojos acuosos del norte.
Así como el sustento con maíz y batata o con arroz y verdura. Así como el sentido de lo cíclico o la creencia en una direccionalidad en la historia.
Así como todo eso crea culturas diversas, los ritmos se ajustan a los pueblos, los expresan, los definen.
Y con su propio ritmo todos los seres humanos bailan, nacen, mueren.
Sinfónicamente algunos, algunos discordantes, algunos solos. Todos, todos, llevando los compases heredados, aprendidos, amados u odiados. Cantando, si tienen esa fortuna, su propia canción.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
EL PROFETA VUELVE A SU TIERRA*
Maradona vuelve a villa Fiorito para las cámaras de varios canales, para las fotos de diarios y revistas. Firma pelotas de fútbol, firma sobre camisetas, ídolo, grande el diez.
Lo que tendría que hacer, si tuviera conciencia, es aprovechar ese liderazgo para decirles: abuelos, padres, hermanos, hijos de la villa, no quieran hacer de los niños futuros Diego Armando Maradonas,
porque de millones que se esfuerzan en intentarlo puede llegar uno, si llega, y la frustración de todos los demás se impregna y expande toda la vida. No lo intenten, es muchísimo más lo que pierden que lo que podrían ganar.
Levanten una escuela de artes y oficios; aprendan a hacer ladrillos, blocks, aprendan a levantar paredes como albañiles.
Aprendan a cortar madera, a ser carpinteros. No van a ser genios o ídolos mundiales pero van a ganar su modesta dignidad y ayudarán a sostener una familia y eso no tiene precio.
No compren nada importado, por barato que sea. No consuman droga, tabaco ni alcohól.
Aprendan a fabricar cosas en cuero, aprendan a cortar vidrio y a colocarlos en las casas, aprendan el oficio del vidriero y ganarán modesta dignidad para toda la vida. No se roben entre ustedes, no se mientan, no se violen.
Aprendan a leer y escribir, no pierdan el tiempo matándose unos con otro en la tribuna de las canchas, o siguiendo los partidos por la tele, aprendan a arreglar radios y televisores, aprendan a hacer pantalones, camisas, pañuelos, hagan su propia ropa, compren lo que fabrican otros de su barrio,
aprendan a arreglar bicicletas, triciclos, cañerías, a reparar motos y autos, aprendan a pintar, a criar conejos o gallinas o a hacer panales de abejas.
Hagan toda clase de cosas útiles con sus manos, estudien de maestro, de jardinero, de horticultor, de pescador, de chofer. Aprendan a hacer comida, aprendan a arreglar zapatos, aprendan a quererse a ustedes mismos, no se hagan militares ni policías ni pastores evangélicos, por el amor de Dios. No
adoren al ídolo, no levanten santuario si me muero en accidente por ahí; emborracharse no es festejar, no fumen paco, no sean camello o mula del traficante, no sean matón a sueldo de nadie. Hagan con sus propios brazos su dignidad, sientan orgullo por su humilde hogar, una villa no es menos civilizada o humana que el centro de Tokio o de New York.
El amor no está más adelantado en el vaticano o en Jerusalén, que en el corazón de cualquiera de ustedes.
No crean en promesas de punteros político-electorales. No me amen a mi, no amen mi foto o mi fama, amen a sus abuelos, a sus padres, a sus hermanos, a sus vecinos, entrénense todos los días en amar, concéntrense, ganen ese campeonato mundial del amor, ganen esa copa de héroes o campiones anónimos
de cada día trabajando dignamente con sus manos No esperen que venga Papá Noel o Maradona a tocarlos con la mano de Dios, ustedes son el cuerpo vivo de dios, villa Fiorito es el cielo y el paraiso, no la pierdan. Hoy es el día, hoy es la vida, hoy es el futuro.
*de Rubén Vedovaldi. RubenVedovaldi@netcoop.com.ar
Toño*
Toño tenía diecisiete años y seguía virgen. En un pueblo de campo donde a los catorce las muchachas son madres, era una rareza. Como si fuera poco, el padre lo encontró deshojando una margarita. decidió llevarlo esa misma noche a un burdel para que conociera el amor de mujer. No había luchado tanto por
tener un hijo macho para que al final le saliera rarillo.
Buscó a Milú, la prostituta de más experiencia, y la llamó aparte.
"No solo me preocupa que sea mariquita, tengo miedo de alguna enfermedad cerebral. estaba haciendo cosas románticas con flores".
Sin decir palabra, Milú se lo llevó para el cuarto. Al día siguiente no hubo manera de sacarlo del burdel, había probado el dulce y aún tenía hambre. "Tranquilo, está fuerte como un toro y con el empuje de los de su raza", comentó Milú al padre, aceptándole una nueva propina, "tan saludable de abajo y tan cuerdo de arriba que se lo haría de gratis"'. Dos noches después, Toño era sacado a lágrima viva del cuarto de la prostituta, que lo despedía entre suspiros.
A la mañana siguiente, los sorprendió anunciando que se quería casar con Milú.
- ¿Con ese trasto viejo? - dijo la madre, olvidando que eran contemporáneas.
- No tan vieja como para no amar o ser amada - respondió él.
- Pero hijo - meneó la cabeza el padre -, ella es una prostituta, ha estado con todos los hombres del pueblo, te la busqué por la experiencia.
- Para mí es perfecta - terció el muchacho.
- Habrá miles de mujeres en tu vida hasta que encuentres la adecuada - insistió la mayor de las hermanas - hay que probar y probar, hasta que sepas que ha llegado "la que es".
- Pueden pasarme miles por delante, yo hice mi elección, ¡esa, o ninguna!
Y dio por terminada la conversación calándose el sombrero hasta las orejas, tomando el machete y partiendo para el corte de caña.
Los padres, ayudados por las hermanas mayores, por los tíos y hasta por los amigos, hicieron todo lo que estaba a su alcance para borrarle la idea. Toño transitó pacientemente por presentaciones de solteras, viudas y divorciadas, conoció a cada mujer disponible de los alrededores. No lo llevaron al psiquiatra porque en el campo nadie está tan loco como para pagar para que le recompongan el seso, pero sí lo llevaron al brujo haitiano para ver si Milú le había dado a beber algún tipo de poción, si tenía
enterrado algún muñequito con su nombre. "El hechizo es de otro género", les dijo el brujo devolviéndoselo entre carcajadas, "no lo intenten más, ¡aunque le den a probar cien pozuelos de miel, él va a querer el mismo!"
Un año después de aquella noche que el padre consideraba fatídica y Toño un símbolo de su entrada al paraíso, el muchacho daba por terminada la casita de madera y se iba a buscar a Milú. El pueblo entero le estaba siguiendo los pasos. Antes de sacarla del burdel desenvainó el machete y lo
plantó en la puerta, sus músculos endurecidos por el trabajo brillaban al sol:
- ¡Óiganme todos para que quede bien claro! - vociferó - ¡Esta que ven aquí es mi mujer y el que no la trate como una señora va a conocer el gusto de mi machete!
Se alejaron en silencio, tomados de la mano, nadie se atrevió a murmurar, hasta las hojitas tiernas de los álamos dejaron de moverse mientras la pareja caminaba rumbo a su hogar.
Jamás han vuelto la vista para mirar el camino recorrido, prefieren contemplar el que les queda por delante. Los conocí cuando llevaban diez años de vivir juntos. Se les veía tan felices como si acabaran de ganarse una rifa.
*de Marié Rojas.
POEMA DES-PINTADO DE AMOR*
Ya no habrá para mi cielos ocres, azules o rosas.
Ya no habrá pentagramas de luz. Mi cielo será negro
Amor, inmensa eternidad, llama candente.
Amor, barrera sin fronteras,
pulmón de rosa azul.
Amor. Amor. Amor. No te puedo olvidar.
Sumergida en mares de destellos
en el verde, el topacio y el rubí.
Me abrazo incandescente a la página en blanco,
devuelve, quemazón, abrazo,
rojo malvón en flor.
En ausencias de luz, convoco al negro,
negro sobre mi, rondando el aire,
pecho de zorzal palpitando mi asombro.
Amor, espina que no duele,
negro clavel del aire aferrando mi sombra.
En la noche estrellada vislumbro lirios blancos
mas crecen por doquier aciagos lirios negros.
Amor. Amor. Amor. No te puedo olvidar
y otra vez y otra vez,
elijo la soledad y el negro.
Porque eres como él.
El negro no es color. Es su ausencia.
No es el color, entonces, es la ausencia
que duele.
*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
DESDE EL PUENTE*
Se detuvo donde el río se tornaba cascada, que vista desde lo alto hacía remembrar al cortina que abre el paraíso. Se asomó para ver mejor el eterno hervidero, sintió algo de vértigo y se sentó en el suelo. A esa hora de la madrugada ella y el puente estaban a solas.
Unos pasos a su espalda la desmintieron. Se volteó, un hombre venía con un estuche de violín al hombro. ¿Cuántas cosas puede contener un estuche de violín? Había escuchado tantas historias al respecto... Drogas, un arma, cigarros robados de la fábrica, cartas de amor, flores hurtadas de los
jardines, la oreja de Van Gogh...
El intruso, como si no hubiera notado su presencia, se paró a escasos dos metros, muy pegado a la baranda y abrió la caja.
El corazón se le encogió... no quería aparecer violada y acuchillada a la mañana siguiente.
Él extrajo un violín, que acomodó dulcemente en su hombro.
Empuñando el arco, comenzó a arrancarle una melodía de Chopin.
Ella se arrimó, silenciosamente. Las notas se fundían con la brisa nocturna, con el agua cayendo hacia el abismo, con el susurro de los árboles en las márgenes del río. Él era singularmente bello, los cabellos oscuros ondeando, como escapando, los ojos cerrados, como si viera un paisaje mejor que el que les regalaba la luna llena. Ella pensó en la diminuta posibilidad de que se hubiera hecho real su mayor sueño: un concierto magistralmente ejecutado para ella sola... mas comprendió que la música es para el que la escucha, porque no puede ser atrapada, las notas parten, como los minutos.
La celebración a la vida y a la belleza de lo etéreo, duró hasta el alba. Al asomar el sol desde el otro lado del río, él abrió los ojos, como despertando. Ella se incorporó, las piernas entumecidas.
- No hablo con desconocidos, pero tengo que darte las gracias, te debo tanto... vine aquí dispuesta a suicidarme.
La vio partir y guardó su violín en silencio.
- Yo también - dijo.
*de Marié Rojas.
No me gustan las despedidas*
No me gustan las despedidas. Ese olor a tristeza que flota en el aire. Esa promesa de reencuentro que de antemano se sabe imposible. El gimoteo desesperado de algún pequeño. La mirada ausente de los adultos. Me molesta, sobre todo, el momento en que se produce el quiebre, y la angustia disimulada hasta ese momento se apodera de la escena. Las risas y bromas dan paso a esa incontenible sensación de vacío...
No, decididamente, no me gustan las despedidas; sobre todo cuando, como ahora, me veo en la ventanilla, agitando la mano izquierda, mientras, en el andén, la soledad me envuelve y sólo atino a levantar un poco la vista, que sigue el recorrido de la máquina, esperando que el tren desaparezca, y yo mepierda, para siempre, tras el horizonte.
*Copyright © Dante Schettini. dante.sch@gmail.com
Copyleft: Se permite su reproducción, sin modificaciones, siempre que no sea
con fines comerciales y manteniendo, en todos los casos, el presente texto.
http://zonamutante.blogspot.com/2006/08/no-me-gustan-las-despedidas.html
Nace la colección solidaria de poesía "Tiempos Difíciles"*
*Por Miguel Crispín Sotomayor. arcomar@cubarte.cult.cu
El primer día del año 2009 me llegó con una noticia muy agradable: La publicación de mi poemario "Fantasmas de Quijote", por la editorial pontevedresa "El Taller del Poeta", con el que se inicia la colección "Tiempos Difíciles".
Esta colección nada tiene que ver con los propósitos mercantilistas y frecuentemente mezquinos de numerosos editores y algunos poetas cuyo fin es engrandecer las ganancias y no la cultura.
Es fruto de la creación de dos poetas, uno argentino y otro español: Gabriel Impaglione y Fernando Luís Pérez Poza. No son ni desean hacerse ricos, son pobres como la mayoría de los poetas. Su única riqueza es la solidaridad y el afecto que dan y reciben de quienes, como ellos, desean y luchan por un
mundo mejor para todos.
Es una colección que se hace a golpe de martillo y sudor.
Con un poco de sonrojo, por la parte que me corresponde, deseo compartir con los miembros de Argosis Cultural, y especialmente con poetas y narradores, la nota de prensa que se ha dado a conocer al respecto, y que puede ser de utilidad para ellos y para el éxito de la colección "Tiempos Difíciles".
NOTA DE PRENSA
"Nace la colección solidaria de poesía "Tiempos Difíciles"
(Se ruega la máxima difusión de esta nota de prensa).
Los poetas Gabriel Impaglione (argentino residente de Sardegna, Italia) y Fernando Luis Pérez Poza (español), el primero en calidad de director y el segundo de editor, ponen en marcha la colección de poesía "Tiempos Difíciles", editada por la editorial pontevedresa El Taller del Poeta,
www.eltallerdelpoeta.com
"Tiempos Difíciles" es un proyecto solidario.
La idea de crear este proyecto surgió de un encuentro de los dos poetas, Gabriel y Fernando, en Lanusei, Sardegna, Italia.
Tiene la finalidad de dar a conocer la obra de poetas que, a pesar de su calidad, presentan diversas dificultades para publicar su obra, en un mundo en que la cultura es una mercancía más, sujeta a las leyes del mercado y no un derecho de los pueblos.
Por cada libro que se vende de esta colección el autor recibe en su domicilio un ejemplar gratuito del mismo. Quien lo compra está ejerciendo la solidaridad para con éste o, dicho de otro modo, apadrinando al poeta publicado.
El autor recibirá gratuitamente, en diferentes entregas, un mínimo de 100 ejemplares de su obra publicada.
"Tiempos Difíciles" admite también el patrocinio directo de instituciones, fundaciones, asociaciones, etc., e incluso de particulares, en cuyo caso figurará el logotipo de la entidad o persona patrocinadora en la cubierta o en el interior del libro.
El primer libro de esta colección, con formato reducido de bolsillo (14,5*10,2 cms) con el fin de abaratar costes de edición y de envío, es "Fantasmas de Quijote", del autor cubano Miguel Crispín Sotomayor.
Se ha dado la circunstancia de ser el primer libro publicado en la provincia de Pontevedra y, probablemente, en España en el año 2009 que se acaba de iniciar, atendiendo al orden de solicitudes de número de depósito legal. La editorial ha buscado con este hecho, simbolizar el papel que debe jugar la
solidaridad en este nuevo año, especialmente entre poetas.
Sobre este poemario ha escrito Luis E. Aguilera, Director Nacional de la Sociedad de Escritores de Chile:
"LA MUERTE ANDA CON ZAPATOS NUEVOS"
Me ha llegado un nuevo poemario. Siempre esperado, por lo demás, de algún escritor hermano cubano. Cuando uno lee un texto como "Fantasmas de Quijote" (Quijoterías), de Miguel Crispín Sotomayor, podemos señalar que es un poemario novedoso en la búsqueda de la creación poética cubana:
"Cuando simulo alegría, mientras rabio/ con más rabia la impotencia./ Cuando todo está bien y mucho anda mal/ y viro la cara para no ver.". Nos conduce a una velada crítica social del mundo actual. Y prosigue: "Es que el Quijote ha muerto./ Rocinante galopa sin jinete.". Es lo que nos parece a veces este
universo tan desigual y falto de la tan necesaria igualdad, solidaridad, que desde mi modesto punto de vista, tan heroicamente practica el pueblo de Cuba.
Miguel Crispín con su deseo de dar a conocer las inquietudes que le rondan en la cabeza, y que tenía urgentemente que poetizar, por anotar sus sentimientos que lo persiguen desde siempre. Al dar a conocer este poemario con algunos rasgos de época, de distancias, compara espontáneamente con
nuestro tiempo actual: "Cuando crees llegar/ se hunde el camino/ el fango alcanza el cuello/ casi la boca casi la lengua/ Cuántos tacones y suelas gastados./ Cuántas gotas de sudor. Cuántas horas de sueño/ Cuántas vidas./ Todavía miro y escucho: Fuego./ Veo / los cuerpos caer.". Poesía vivencial,
no cabe duda, del recuerdo que brota como pájaros de la boca. En una noche solitaria, de cielos encendidos en la lejanía.
Leer esta obra no significa sólo seguir a la literatura cubana en su evolución; vamos encontrando en varios de sus poemas, informaciones históricas. Gracias a su bien documentada exposición se conocen estos versos: "Si alguna vez olvido/ que las balas batistianas cruzaron a Armando/ en el Puente de Boniato,/ que Trillo es un monumental bloque de cemento/ junto al mar de Santa Cruz,/ que Casimiro fue cazado/ en una traicionera calle de Managua / y Walsh, en una de Buenos Aires;/ o que Roque Dalton fue asesinado dos veces/ o que a Víctor Jara le quebraron la voz y las manos/ o que el Ché se ocultó/ para reaparecer montado en Rocinante/ y no acumulo valor,/ el suficiente,/ hazme un favor: Mátame./ "
La síntesis, se aplica en el presente trabajo, y es el resultado de una experiencia e investigación seria acerca de los temas propuestos.
Por lo mostrado, la presente obra poética constituye un valioso aporte que resume el papel del escritor comprometido con su tiempo en las letras cubana y entre los muchos otros haberes de nuestra literatura latinoamericana e idiosincrasia que nos caracteriza, no en vano cantaron: Nicolás Guillén,
Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Cintio Vitier, Pablo de Roka, Pablo Armando Fernández, Gabriela Mistral, Fina García Marruz, María Luisa Bombal, Pablo de La Torriente Brau, Gonzalo Rojas, José Martí, y ahora Miguel Crispín Sotomayor, todo lo cual se ha conseguido mediante un lenguaje ameno y una firme redacción.
www.eltallerdelpoeta.com
Convocatoria*
El trilingüe Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL "Estrella Errante" (impreso y digital), que desde hace 17 años se edita en Salzburgo, Austria, convoca a ensayistas, narradores y poetas a colaborar con el trabajo de difusión cultural que llevamos a cabo.
Las colaboraciones deben tener una extensión máxima 4 páginas para ensayo y cuento. Para poesía se ruega enviar una selección de poemas de un máximo de 10 páginas. Los escritos deben acompañarse de un breve curriculum vitae (que contenga la dirección postal) y una foto digital del escritor a la dirección euroyage@utanet.at
Los textos seleccionados serán traducidos al alemán y publicados de manera digital e impresa.
Más informaciones sobre nuestra labor cultural sin ánimo de lucro en Europa encontrarán en nuestra página de internet www.euroyage.com
Cordial saludo,
*Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera
Director de YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schiessstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067
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