sábado, noviembre 07, 2009
UN PEDAZO DE SOL PARA LA NOCHE DESTEMPLADA...
-ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS (CUBA)
LO INEVITABLE DEL OFICIO DE POETA*
A Tolo Adrover
Alguien sueña con un amor que dejó en Praga,
La vieja ciudad ha olvidado ya sus pasos;
Un suicida echa un poema en una botella,
Sin saber que un día, un fragmento de su botella será perla.
Una amiga habla con Dios, allá en su cuarto
Y Dios no la escucha, está dormido,
Cansado de tanto error de sus criaturas, duerme...
Yo batallo contra un verso que me acosa:
Leer poesía contagia a escribir poesía.
Me persigue una historia de pozos, brocales,
La imagen de dos que se juran amor bajo la luna.
Cuando parte la diosa tras la nube,
Permanecen abrazados junto al brocal.
El reflejo que se ausenta del pozo, no lo sabe:
La luna es sólo un astro inhabitado.
No cuenten esto a los amantes,
Dejen que esta oscuridad les pertenezca,
Porque el mañana pertenece a dioses sordos...
Permanezco atada al poema, no quiero saber
Qué fue de los amantes, no siempre los finales son felices.
Es demasiado amplio el cielo para el vuelo de un ave
El alma abarca más cuando se pierde.
Ansío volver a aquella página...
Si no hubiera un Dios… sin Praga, sin la Luna,
Nos queda la vida, el insomnio, el hábito, el oficio,
El “no saber qué hacer si no hago un verso”.
Y aún si marchasen los recuerdos,
Si no quedaran siquiera nuestros nombres,
Tomemos un poema, uno cualquiera:
Leer poesía es buen remedio.
*de Marié Rojas.
(2004)
UN PEDAZO DE SOL PARA LA NOCHE DESTEMPLADA...
Desde la tierra del viento*
Decir viento norte
en otras latitudes
decirlo
y que comprendan
la piel erosionada
el corazón de sal por darse vuelta.
Viento norte, viento norte decir
en esta isla asediada, la esperanza,
viento norte decir viento norte
con todos los intersticios ya fundados
viento decir viento decir viento
viento norte
viento viento.
*De Verónica M. Capellino. veroaleph@hotmail.com
-En: "Así Sea". Edit. Lux y Univ. Nac. del Litoral; 1997
Pronóstico Poético del tiempo...
Noche de principios de noviembre en Santa Rosa de Las Pampas*
El viento ha declarado una tregua a los perros flacos, a los árboles retoños y al jazmín.
Ellos beben la luz de la luna serena, que es hembra y les supo guardar un pedazo de sol para la noche destemplada.
Esperan agua clara que les nutra los pies para seguir, pero guardan el sol que les trae esa luna, en todos sus cachitos para mañana, para pasado, para siempre.
*de Lucía Cinquepalmi luciaguionbajo@gmail.com
ALGO IMPRESCINDIBLE, VITAL, PUDIERA SER…*
A mi mejor amigo
Llegar hasta un río y sentarme en sus márgenes.
Sumergirme en el mar y querer volver a la superficie.
No extraviar el camino que me lleva a Tu encuentro.
La sonrisa de mis hijos.
Mis amigos.
Saber que el amor existe,
Que los sueños se hacen realidad,
Que hay algo más allá de lo que ven los ojos.
No perder la fe
Ni el optimismo.
Tener el poder de distinguir las señales,
La paciencia y voluntad para seguirlas…
Un zunzún posado en una rama.
La luz de los ocasos.
La música.
La poesía.
La magia.
Mis alas.
*de Marié Rojas Tamayo.
-2009-
El bondadoso ajusticiador*
*Por Osvaldo Bayer
El próximo lunes 9 se cumplirán cien años de un suceso que conmocionó a Buenos Aires. Un joven ruso, de 18 años, había hecho volar por el aire con una bomba nada menos que al todopoderoso jefe de policía de Buenos Aires, coronel Ramón L. Falcón. El ejecutor era un anarquista llamado Simón Radowitzky y con su acción quiso vengar a sus compañeros asesinados el 1º de mayo de ese 1909, en la represión encabezada por el militar contra la manifestación de los obreros que recordaban las figuras de los cinco anarquistas condenados a muerte por la Justicia de Estados Unidos, por su lucha a favor de las ocho horas de trabajo. Un muchacho recién salido de la adolescencia, nacido en Rusia, y "además judío", como señalaban las crónicas de nuestros diarios, se atrevía contra quien aparecía como el hombre de más poder en todo el país.
El coronel Falcón había sido el mejor oficial del general Roca en el exterminio de los pueblos originarios en la denominada Campaña del Desierto.
Además, había llegado a la fama en aquella Argentina conservadora como el represor de las huelgas de conventillos, llevadas a cabo por las mujeres inmigrantes que se negaban a pagar los aumentos constantes del alquiler por parte de los propietarios. El coronel Falcón demostró su hombría de bien y su título de coronel entrando a palo limpio en esos palomares de la miseria y del hacinamiento que eran los miserables domicilios de 140 habitantes por conventillo, que poseían un solo excusado como se llamaba a los retretes de aquel tiempo. Ya como Roca lo había llevado a cabo el 1º de mayo de 1904, Falcón imitó a su jefe ese Día del Trabajador y atacó a los setenta mil obreros que llenaban la Plaza Lorea. Las crónicas dirán luego que quedaron "36 charcos de sangre". Fue un ataque feroz de total cobardía porque, sin aviso previo, el militar ordenó a la fusilería de la policía abrir fuego contra las columnas obreras. Pero los anarquistas no eran hombres de arrugar y guardar silencio. Desde ese momento dijeron que el tirano iba a pagar con su vida tamaña cobardía. Y fue así como ese joven ruso, Simón, se ofreció a no dejar impune el crimen del poder. Le arrojó la bomba a la salida de un acto en el cementerio de la Recoleta y tanto el coronel como su secretario fallecieron por efectos del explosivo. Cómo lloraron los diarios al dar la noticia, en especial La Nación. Había sido muerto uno de los pilares del sistema.
La historia continuará con el destino de Simón. Lo apresarán. Le iniciarán juicio y lo condenarán a muerte, aunque él siempre sostuvo que era menor de edad. Para esos menores de edad y para las mujeres no había pena de muerte.
Lo demostrará con una partida de nacimiento llegada de Rusia y será condenado a prisión perpetua. Como no tuvo éxito una huida preparada por sus compañeros anarquistas fue trasladado a Ushuaia, la Siberia argentina, donde todo preso iba indefectiblemente a morir. Más todavía, que cuando llegaba el
aniversario de su atentado contra Falcón, se lo condenaba a estar una semana en un calabozo al aire libre, sin calefacción. Pero el "ruso" Simón se fue convirtiendo en el alma del presidio. El siempre daba un paso al frente en la protesta cuando a algún otro preso se lo castigaba o se cometían injusticias en el trato general. Fue durante toda su estada el verdadero "delegado" defensor de esos presos comunes. Y políticos. Por eso mismo se lo sometía a un tratamiento de terror. Pero el "ángel de Ushuaia", como se lo
llamaba, no daba su brazo a torcer sin temor a las represalias de los guardiacárceles. Los que lean La casa de los muertos o El sepulcro de los vivos, del gran escritor Fedor Dostoievsky, que describe las cárceles de Siberia, y sufren con los padecimientos de los condenados, no sospechan que en territorio argentino existió un lugar exactamente igual construido por Roca, de donde son muy pocos los que salieron con vida o retornaron a la sociedad con sus facultades mentales normales.
Los anarquistas de todo el país siempre lo recordaron a Simón y lucharon en grandes jornadas de manifestaciones por su libertad. E intentaron un operativo como sólo los anarquistas sabían prepararlos. Lograron liberarlo y embarcarlo en un pequeño velero rumbo a Chile pero, cerca de Punta Arenas,
guardias chilenos lo sorprenden y lo entregan nuevamente a las autoridades argentinas. La venganza será tremenda: Simón será encerrado durante más de dos años en una celda, aislado, sin ver la luz del sol y sólo a media ración. Pero en los círculos obreros y políticos, Simón gana cada vez más popularidad. Las calles de Buenos Aires y de otras ciudades tendrán pintadas con "Libertad a Simón" y su retrato aparece en las ediciones de todas las publicaciones libertarias.
Mientras tanto, le envían dinero que se recauda en las fábricas. Pero Simón no lo aprovecha para su persona sino que lo reparte entre los enfermos del penal y la compra de libros para la escasa biblioteca de la cárcel. Los pedidos de indulto para el preso le llueven al presidente Yrigoyen, quien finalmente se lo otorgará en el 13 de abril de 1930. Simón había padecido veintiún años de prisión. Pero la reacción de los militares y de la prensa es muy grande contra la decisión del primer mandatario. De manera que el
preso es traído por un barco de la marina de guerra hasta el Río de la Plata. Allí es obligado a trasladarse al buque de la carrera que une a Buenos Aires con Montevideo y de esa manera es expulsado del país hacia Uruguay.
Allí, en la otra orilla, es recibido por manifestaciones obreras que le dan lugar en sus sedes y lo saludan como al mejor compañero. Al quedar libre, Simón recuerda a sus compañeros presos en Ushuaia y dirá: "La separación de mis compañeros de infortunio fue muy dolorosa". Comenzará a trabajar días después como mecánico y más tarde se prestará a ser mensajero entre los anarquistas del Uruguay y de Brasil. Hasta que se acaba la democracia en la Banda Oriental y comienza la dictadura de Terra, quien ordena su detención.
El anarquista es confinado en la isla de Flores. Allí las condiciones son pésimas. Debe dormir en un sótano. Permanecerá más de tres años en esas condiciones hasta que sus compañeros de ideas logran su libertad. Pero al llegar a Montevideo es apresado nuevamente y llevado a la cárcel. Hasta que, liberado de nuevo, decide marchar a España donde ha estallado la guerra civil con el levantamiento de los militares de Franco contra la República.
Allá Simón formará parte de los grupos que lucharán contra los militares alzados. Pero no usará armas, oficiará de transportador de alimentos para las tropas del frente, principalmente para los soldados que están en trincheras. Hasta que llega la derrota del pueblo y Simón será uno de los tantos que marchará a Francia a refugiarse y de allí podrá embarcarse hacia México.
En México pedirá trabajar en una fábrica de juguetes para niños. Así transcurrirán los últimos dieciséis años de su vida entre el trabajo y las charlas y conferencias que daba a sus compañeros de ideas. Siempre sostuvo, hasta el fin, que la gran revolución humana sólo la podía hacer el socialismo libertario, hasta lograr la paz eterna y la igualdad entre los pueblos.
En la Argentina, los dueños del poder siempre trataron de ignorar esta figura que parecía salida de una novela de Dostoievsky. El que había alzado la mano para eliminar a un tirano y que en su vida posterior se comportó como un ser de bondad extrema y de espíritu de solidaridad con los que sufren. En la década del sesenta publiqué un estudio sobre este ser humano que titulé: "Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?", en la revista Todo es Historia, que dirigía Félix Luna, fallecido hace unas horas. Siempre le
agradeceré a Falucho Luna ese gesto, de permitirme publicar en sus páginas investigaciones sobre los héroes libertarios que actuaron en nuestro país en las primeras décadas del siglo pasado.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-134856-2009-11-07.html
MEDITACION SOBRE GEORGE S. PATTON (1885 - 1945)*
Un héroe como a usted le gusta
seguro que tiene extracciones espartanas.
Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos,
primeros custodios de las oligaquías,
traidores de la libertad, viejos imperialistas.
Si Atenas,Tebas, Argos se rebelaron
contra ellos, imagine, la historia de mi corazón
está en acorde. No quiero militares.
Que se me ofrezcan con su virtud, los pueblos.
Quiero individuos y comunidades, no ejércitos.
Usted quiere un héroe. Ha elegido
al joven George S. Patton, el californiano.
Querrá unas loas al general y al hombre
al que hoy se lo dota con la agenda
que lo infla, así lo pide la nueva cepa
de los confederados, y lo siento.
Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.
Estos héroes marchan a lo único que saben,
ir en rebatiña por el mundo no viendo a nadie,
jugar al tiro al blanco, neutralizar lo móvil
perfeccionando la guerra como un automatismo.
Se conforma usted con eso. Yo no. Patton
es prototipo de un hombre lastimero.
No es culpa suya. Quizás la genética explica
de perillas su ambición de matar y ganar rango.
Así, como él, fue su padre, abuelos,
bisabuelos. Tal es su ancestro.
Asesinos condonados y usted los heroifica.
Entre Pancho Villa y él, sólo hay colores
de hienas, grados. Un colmillo más,
un colmillo menos. Hiena de la Academia
uno, él. Hiena salvaje del campo, el mexicano.
No respetan ni a quién les rescata de la muerte.
Pienso en Joe Angelo, quien le salvara la vida
y Patton, agresivo, obediente, al servicio
del General Douglas MacArthur.
«Llévate 600 de las tropas de la Caballería.
Dispersa a bayoneta y gases lacrimógenos
a gente de tu pueblo, Bonus Army».
Son veteranos que protestan por un bono
en la calle. Ordenó: «Ve con la fuerza represiva.
Sácalos del área, Patton. Que no se vean ni a millas
del Congreso. Cállalos, ajótales tus perros de la ira.
Es orden del Pentágono. Que no te importe
que sean americanos, hoy son los inconformes
y nos fastidian. Duro con ellos, duro, Patton».
Y como si avanzaras, junto al brigadier Pershing,
del Octavo Regimiento de la Caballería,
contra los mugres bandidos de Pancho,
obedecíste. Pasaste por encima de tu hermano.
Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.
No importa su ingreso en la Orden Kappa Alpha
ni que en la Primera Guerra se haya vuelto
Comandante; que me hables de Patton
es como si me hablaras del general Lisandro,
artífice de la victoria sobre Atenas,
quien impuso el gobierno de los Treinta Tiranos,
no me converses de hombres que no sonríen,
tenso, rígidos, que dan bofetadas
a un subalterno enfermo y hay que exigirles
que sean corteses, disciplinados, humanos.
No. De ellos no porque la justicia que saben
se la hacen con el sable o la eficiencia
en el manejo del Colt Peacemaker.
Mucho antes de su servicio en la escuela
de tanqueros en Langres, Francia,
yo lo llamé un asesino, expedicionario,
espartano en el sentido que describe
Jenofonte cuando narra las batallas
de los Diez Mil y los sátrapas,
Tisafernes en lucha contra Agesilao.
Fíjate cómo son tus héroes y cómo
su ejército; mira yo prefiero diez mil monjitas
que fabriquen ronpope a un miltar
de esos. Lo siento. Yo soy de los que no quiere
ni la sombra de tales espartanos.
*de Carlos López Dzur. baudelaire1998@yahoo.com
30-08-2004 / De mi «El libro de la guerra»,
A LOS 75 AñOS, MURIO ANIBAL FORD
El hombre que pensó la comunicación*
Cofundador de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA, profesor, escritor, periodista, investigador, viajero incansable, Ford vivió ligado a toda forma de la cultura. Llegó por fuera del canon de la academia y dejó una marca indeleble.
*Por Karina Micheletto
Fue formador de discípulos en un campo teórico en formación, profesor universitario, investigador de la cultura y la comunicación, viajero incansable, amante de los ríos, las navegaciones, buceador de las orillas, de los márgenes. Hombre de letras en el más amplio sentido: desde fletero de una editorial hasta director de sellos y colecciones, pasando por el ejercicio mismo de la literatura, el periodismo y la investigación, vivió ligado a todas las formas de la cultura escrita. Ayer, a los 75 años, murió Aníbal Ford, uno de los intelectuales que abrió el campo de los estudios de Comunicación y Cultura en la Argentina y en América latina, figura fundante de la disciplina en el país.
Ford se graduó en Filosofía y Letras y a esa facultad volvió en 1973, cuando Paco Urondo era director de la carrera de Letras y le propuso dictar la materia Introducción a la Literatura. El gesto de Urondo, al llamar a alguien que no pertenecía al canon de la academia, y mucho menos al de la crítica literaria tradicional -por entonces Ford era redactor de la Historia del movimiento obrero, del Centro Editor de América Latina y trabajaba como fletero en la editorial Paidós- respondía al espíritu que desde entonces guiaría teóricamente a este investigador, con el que encararía también, junto a una cantidad de destacados intelectuales provenientes de Letras, la creación la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA, tras el advenimiento de la democracia, a mediados de los '80.
Esa guía de acción teórica tenía que ver básicamente con una revisión integral del saber cristalizado de la academia y con la expansión del campo de estudio hacia problemáticas surgidas en otros ámbitos. Entre esos otros ámbitos, el de la acción política y editorial marcaron el núcleo duro de sus investigaciones. La importancia teórica y política de aquellas primeras clases de Introducción a la Literatura -la materia era dictada por Ford y Angel Núñez, y el jefe de trabajos prácticos era Juan Gelman- fue rescatada con 30 años después, editado por la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, donde es posible analizar con la distancia que permite el paso del tiempo aquellos textos que circulaban mimeografiados en los '70.
Junto con Eduardo Romano y Jorge B. Rivera, Ford fue uno de los fundadores de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, donde mantuvo una cátedra de la materia Comunicación y hasta sus últimos años se desempeñó como investigador y profesor consulto. Su labor
fue fundante en el campo de la recepción y la cultura en América latina y fue un referente y un formador de una cantidad de discípulos en el campo.
Fue, además, uno de los primeros que se animó a pensar las nuevas tecnologías, en tiempos en que "Internet" no era una palabra de uso cotidiano, sin apelar a una lógica paranoica. "Yo no soy un especialista en nuevas tecnologías, sino en los problemas culturales que ellas generan", aclaraba en una de las últimas entrevistas que dio.
Militante peronista, fue preso durante la dictadura de Onganía y eligió el exilio interno en la última dictadura, según contaba sobre aquellos años.
Entre el '74 y el '88 abandonó toda vinculación con la academia. Su adscripción al peronismo terminó con el gobierno de Menem, cuando rompió el carnet. "Hace muchísimos años que no soy peronista. No sé qué es el peronismo, no me interesa. Me interesa América latina", decía cuando le preguntaban sobre Kirchner.
El campo editorial fue otro ámbito en el que Ford dejó huella. Junto con el mítico Boris Spivacow formó parte de los equipos de los igualmente legendarios Centro Editor de América Latina y Eudeba. En sus clases solía contar a sus alumnos anécdotas desopilantes del modo en que se concretó lo que parecía imposible, aquella empresa tan arriesgada como su slogan: libros para todos. Aquellas anécdotas fijaban en la memoria de los alumnos escenas cotidianas, hilarantes o ridículas, de esas gestas fundamentales en la construcción de la identidad cultural de las capas medias argentinas: la expansión de un público lector, con tiradas masivas a bajo precio y disponibles en los kioscos. Otra Argentina.
Sus clases siempre estaban cruzadas por este tipo de relatos de aventuras, que podían transcurrir en los ríos del Delta de Tigre, en el faro del Fin del Mundo, o en la ruta, en viaje. La solidez teórica que exhibía encontraba en estas historias el balance didáctico perfecto. De esta misma habilidad hizo gala en su labor periodística, siempre cruzada por un abordaje desde los estudios culturales: fue redactor del suplemento cultural de La Opinión y del diario Noticias, entre otros medios, y jefe de redacción de la recordada revista Crisis, en la que trabajó desde 1974 hasta que fue clausurada por la dictadura. El año pasado creó y dirigió la revista digital Alambre, en la que publican destacados intelectuales de la comunicación y la cultura, como Renato Ortiz y Néstor García Canclini.
En su obra se cruzan ficciones, ensayos e investigaciones como Sumbosa, Ramos generales, Los diferentes ruidos del agua, Oxidación, Homero Manzi, Medios de comunicación y cultura popular, Desde la orilla de la ciencia, Navegaciones, La marca de la bestia y Resto del mundo. En algunos reportajes, él lamentaba haber dejado de lado en ciertos momentos de su vida su producción ficcional, el campo específico de la literatura: "Me tragó mucho esto de jugar en el campo de las ciencias sociales, de disfrazarme de comunicólogo", decía.
En ese movimiento continuo al que lo obligaba no sólo su pasión por los viajes, los ríos y la pesca, también su pasión por la investigación más allá de límites disciplinarios y de género, Ford se definía a sí mismo como "una especie de humanista renacentista". "Todo me interesa, y todo lo que he hecho me ha gustado hacerlo, hasta mi trabajo en una fábrica de químicos durante el Proceso", decía. En un reportaje a este diario, arriesgó otra definición ajustada: "Muchos dicen que soy populista de vanguardia. Yo me
considero un explorador de la literatura y de la cultura, pero también me río de esa propia exploración, nadie puede decirme que me la creo. Estoy yendo a orientación vocacional, quiero saber qué quiero hacer cuando sea grande".
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-15924-2009-11-07.html
Para Aníbal, atado con alambre*
*Por Juan Sasturain
Hace unos meses, en el Colegio Nacional de Buenos Aires, le hicieron un homenaje a Aníbal. Estuvo muy bien el acto, sincero y simple; porque lo querían bien y lo habían leído mejor. Hablaron autoridades de la casa, habló su amigo y compañero de facultad y de docencia Jorge Lafforgue, que lo conocía como pocos. Había parientes -quiero decir: estaban sus amores-, había amigos viejos (y comunes) como Eduardo Romano, y jóvenes seguidores.
Lo pasamos lindo, tomamos unas copas y nos fuimos mejor de lo que habíamos llegado. El estaba emocionado y contento. Agradecido.
Ese día, para sumar, leí tres sonetos. Acá van dos, que tiene que ver con esto de ayer, creo. Un abrazo, Aníbal.
El Ford
Nunca fue T, él siempre fue Ford A
por Aníbal, un nombre de los de antes
que menta al héroe de los elefantes
en el sueño del viejo y la mamá.
No los Alpes sino la facultad
cruzó y cursó, de Letras estudiante.
Después entró y salió. Fue la constante
de la historia, la lucha y la amistad.
Este acto académico no abroga
mi derecho a envidiar de este señor
no brillos propios de tordo o de boga
sino un destino cachuzo y mejor:
la voz rea de Rosita Quiroga
cuando dice: "Araca, está el Ford".
A la intemperie
Nunca le apuntaste a los sillones,
al escritorio, al culo almidonado.
Preferiste el asiento desmadrado
y la ruta entre charcos y terrones.
Tampoco te asustaron los mojones
del confín ni el fin del alambrado.
Con Walter, el Atuel y el Colorado.
Con Haroldo, el Delta y sus rincones.
Saliste a la intemperie sin paraguas
ideológicos. En bolas y argentino,
te arrimaste al pozo y a la fragua
con ropas gruesas y el oído fino
para los distintos ruidos del agua.
Se te notaba el polvo del camino.
*FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/subnotas/15924-4538-2009-11-07.html
*
Queridas amigas, apreciados amigos:
Este domingo 8 de noviembre de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música de los compositores argentinos Daniel Judkoski und Mariano Javier Dugatkin. Las poesías que leeremos pertenecen a Pedro Reino (Ecuador) y la música de fondo será de Surazo (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
*
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