martes, julio 19, 2011
AL VIOLINISTA SORDO Y A SU VIOLÍN SIN CUERDAS...
-Dibujo: "Soplo de Locura" de Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.
Cantar de gesta al Caballero de París*
Por las calles de la Habana
Un duende se pasea
Bajo el sol o en pos de las estrellas.
A través de las celosías, el viento
Nos trae su voz cascada,
Cantando loas a la gran aventura de su vida.
Su paso incansable golpea los adoquines.
Su andar de mil eras es sendero que conduce
Al dominio de la Hidra y de la Sierpe.
Sus manos van llenas de regalos:
Pajaritas de papel, prensa relegada, cartas anónimas,
Edictos de la corte, flores, barajas del Tarot.
Su trenza habla de noches en contienda,
Tormento de dragones, salvador de damiselas,
Victorioso adalid de tantos reyes.
Sus ojos se pierden más allá de la mirada,
Evocando sueños de goce al descampado.
Su altivo perfil es temor de los señores del averno.
Su alma noble va, rescatando glorias del olvido,
Parte de nuestras evocaciones, canción,
Leyenda aún antes del beso de la novia eterna.
Caballero del céfiro, domador de nubes,
Defensor de los bancos de los parques,
De gorriones en plazas y glorietas.
Paladín de los locos, de sonámbulos,
De los niños, de los bardos, de cometas,
Del polvo en los zapatos, de la risa.
Vagará más allá del tiempo y el espacio,
Hasta desgastar las piedras
De la villa que dio Reino a sus andares.
Amante fiel de esta isla nuestra,
Leviatán, Sefirot, Zahir, Sirena
Que flota sobre el mar de la deriva.
*De Marié Rojas.
Nota de la autora: Cantar de gesta, nombre dado a las epopeyas escritas en la Edad Media, o a una manifestación literaria perteneciente a la épica que narre las hazañas de un héroe que represente las virtudes que un pueblo o colectividad consideran modelos a seguir.
DENTRO DEL MOLINO*
Me siento embriagado por el olor que, repulsivo, se impregna en mi nariz. No importan mis intentos por olvidarlo. El hedor de mi sangre, fresco y fétido a la vez, continúa rondando.
La flecha que provoca mi padecer está clavada en mi pecho. Llevo horas enclaustrado en el interior de este molino que se ha convertido en mi refugio. Probablemente en mi tumba. Por alguna razón me aferro a la intención de seguir con vida.
Los golpes en la puerta persisten. Los que me hirieron no desisten en su empeño por terminar lo que empezaron. Espero que la barricada que he puesto en el portón resista lo suficiente. ¿Lo suficiente? Una vez más deseo el milagro de mi salvación.
Por instantes me siento desfallecer. El dolor en mi pecho aumenta. La flecha se movió, está hechizada, posee vida propia. A estas flechas vivientes se les llama Avalir. Según cuenta la leyenda, las plumas de su cola pertenecen a una mítica serpiente alada que habita en las montañas del oeste. Esas plumas le permiten a la flecha llegar a su destino sin ser frenadas ni desviadas.
Se dice también que el metal de Avalir debe acostumbrase a beber sangre. Por ello sus puntas, al ser fraguadas, son refrescadas en sangre. La madera de su cuerpo es rociada con lágrimas nacidas del dolor, ya que es el sufrimiento lo que les da vida. Así nació este pequeño demonio que llevo enterrado. Que ahora juega con mi vida y sacia su sed en mí.
Me apoyo en la pared y hago un intento por levantarme. Ella me frena, se retuerce en mi carne y me hace caer. Lo vuelvo a intentar, una y otra vez. Y cada vez aumenta el dolor. En mi último y casi triunfal intento logro tenerme en pie. Pero la flecha penetra un poco, forzándome a perder el equilibrio.
- El rey ha caído – murmuro –, derrotado por la voluntad de una flecha. Final indigno el que me ha tocado. Tener que morir por culpa de este emplumado madero.
Se remueve en mi piel y agita sus plumas, emitiendo un siseo.
- ¿A caso entiendes lo que digo?
En respuesta, la varilla de madera se estremece.
- Vil demonio. Te alegras de mi desdicha. Te contenta el saber que mi vida depende de ti – la tomo entre mis manos – ¡Me niego a morir!
La aprieto con firmeza e intento sacarla. Pero Avalir no desiste. De improviso, cae la barricada que cubría la puerta del molino, permitiendo la entrada de mis enemigos. Me siento presa del pánico. Conozco mi destino si me atrapan con vida. Me encerrarán en el calabozo para ser torturado hasta no dejar parte sana en mi cuerpo. Después, como es costumbre, me contarán la cabeza para colgarla en lo alto de la torre en señal de victoria.
Cuánta deshonra, cuánto sufrimiento el que me aguarda.
- He decidido poner fin a mi vida – le digo a la flecha mientras le retiro mis manos –. Después de todo me has ganado y, a la vez, he ganado. Prefiero morir por tu sed de sangre antes que padecer en manos enemigas. Te doy mi permiso; mátame.
Avalir se agita y, retorciéndose, va saliendo poco a poco de mi pecho.
Antes de cerrar los ojos al ser arrastrado fuera del molino, contemplo por última vez la flecha que, tendida en el suelo, remueve su varilla de madera provocando un siseo en sus plumas, en señal de regocijo.
*De Ray Respall Rojas
A los 19 años.
LOS OLVIDADOS*
En el sitio donde parquea su auto un taxista, amigo de quien me contó esta historia, veía diariamente una madre con hijos pequeños que pedían limosna. Desde el principio observó que uno de ellos era distinto, lejos de abalanzarse sobre los chóferes a pedir, quedaba atrás, mirando con profundo pesar la escena. Un día la madre casi se lo empuja encima. El niño, en voz baja, le pidió una moneda. Él le dijo que lo acompañara hasta su auto. Allí le preguntó si sabía leer y el chico le dijo que la abuela, antes de morir, le había enseñado “letras y números”. Anotó algo en un papel.
- Para que te dé la moneda debes hacer primero un trabajo para mí, así no estarás pidiendo dinero, sino recibiendo un pago por trabajar, ¿te parece bien?
El niño lo miró sonriente y asintió.
- Debes aprenderte de memoria lo que dice este papelito, para mañana. Si te lo sabes, te doy lo acordado.
Al día siguiente, el niño se sabía de memoria la tabla del dos. Continuó “trabajando” y recibiendo su correspondiente remuneración hasta llegar a la tabla del ocho. Ese día cuando el taxista llegó, notó que el niño no estaba. En su lugar, vino uno de sus hermanos y le pidió limosna.
- ¿Dónde está tu hermano? – le preguntó.
- Castigado – respondió el chico -, mi madre le dijo que usted era raro, porque se lo llevaba para el coche antes de darle el dinero. Él le enseñó los papelitos que usted le hacía aprender y ella le dijo que eso no era asunto suyo, que usted no era maestro ni nada parecido.
- Y tu hermano... ¿Se quedó callado?
- No, por eso lo castigaron, le dijo que lo llevara a pedir al lugar donde vivían los maestros.
*De Marié Rojas
(basado en una historia real)
La Habana. Cuba.
LO QUE ME ENCONTRÉ*
Después de un partido de dominó, la tensión comienza a liberarse y la debilidad despierta tras muchas horas sin ingerir alimentos. Carlos y Juan fueron rumbo a una cafetería cercana, pidieron dos sándwich de jamón y queso bien cargaditos y dos refrescos y, con ellos en las manos, salieron a merendar al aire libre, buscando un murito desde donde se veía el mar.
En ese instante, llegó un amigo en su auto y los saludó. Dejando las meriendas en el muro, se acercaron a darle la mano y charlar un poco.
Y un perro vagabundo, viejo y sin raza, acertó a pasar por el lugar, muy pegado al muro donde quedaron los refrigerios de Carlos y Juan. Desesperadamente, devoró el primer sándwich de un solo mordisco y en cuestión de segundos, hizo desaparecer el otro, golpeando con la cola, que movía de puro contento, las latas de refresco, que cayeron al piso con gran estrépito.
Cuando Carlos sintió el ruido y miró para atrás, quedó atontado.
- Juan ¡Nos quedamos sin nada!
- ¿De quién es ese perro?- dijo éste, colorado de la furia.
- De día vaga por todas partes y de noche duerme en casa de Rolando, el mecánico que ahora duerme la borrachera, como cada tarde. Ese perro lleva poco tiempo con él. Se lo encontró en la calle, era de una familia que se fue del país y lo dejó abandonado, él le dio comida y dice es su dueño. La gente, para bromear, le puso Rolo.
- ¡Nos dejó hambrientos el muy condenado!
Fue para el banco donde estaba recostado el hombre, medio adormilado.
- ¡Oye Rolando! – le gritó - ¡Tu perro se comió nuestra merienda, lo vamos a moler a patadas!
Él se levantó, tambaleándose y les dijo con voz pastosa:
- ¿Cómo? ¿Qué dicen? Mi perro no hace tal cosa, Rolo es un ángel.
- Pues sí, la dejamos en el murito para saludar a un amigo y en un abrir y cerrar de ojos se la comió.
- ¡Bueno! Eso es otra cosa... Él pasó, vio algo sin dueño y seguramente pensó que Dios le estaba haciendo un regalo.
- Oye, ¿te estás burlando de nosotros? ¡Tú lo que estás borracho perdido!
Rolo se puso delante de su dueño, observando con cara de pocos amigos a Juan y Carlos, que seguían exagerando el enfado al punto que se congregaron personas alrededor, sin entender tal espectáculo por dos pedazos de pan.
- Les diré algo - dijo Rolando, alzando la voz para que lo escucharan todos - mi perrito no hizo nada malo, solo tomó lo que ustedes abandonaron... ¡Y yo no soy un borracho! Soy mecánico, tengo amigos, familia... sólo me doy un traguito después del trabajo, además, adopté a Rolo a pesar de ser un ancianito lleno de pulgas y aquí estamos, unidos, esperando que ustedes se convenzan que no se dejan cosas al descuido. ¡A quién se le ocurre dejar comida en un murito!
Los hombres se miraron y abandonaron el lugar, comprendiendo que estaban haciendo el ridículo, mientras la gente del barrio daba la razón al mecánico. La gente lo apreciaba, a pesar de su defecto del alcoholismo le daba una mano a quien lo necesitara, además, amaba a su perro que hubiera muerto en la calle de no haber sido adoptado por él.
Rolo se fue a dormir con la panza llena. Su mirada inocente era como si les dijera: “Yo solo tomé lo que me encontré”.
*De Mario Quiroga Fernández. jossuexy56@yahoo.com
Cuba, residente en México
El viento de medianoche*
En la casa azul hay una ventana, también azul, pero siempre está cerrada.
Tras esa ventana vive el Violinista. Pasa sus horas de vivir, contando las que le faltan aún para que se haga de noche y la casa azul se tiña de sepia.
Porque solo la noche tiene la oportunidad de revelarle su talento. Es entonces cuando toma el arco y lo posa suavemente sobre su violín negro.
El viento de medianoche, el más temible por su desamparo y sus nostalgias, trata de hacerse sentir, pero la ventana no le deja asomar ni siquiera una brisa. Ella protege a su Violinista de ser interrumpido en su goce, pero aún las ventanas más celosas no pueden contra la voz, así que deja pasar sus susurros. El viento, agradecido, comienza a cantar.
Pero el Violinista no sabe de voces, y menos del canto del viento en su ventana azul. Y no porque sea débil ante el peligro de ciertos recuerdos antiguos: el violinista tiene cierta sabiduría aprehendida, la de quien tan solo escucha el cantar de un ave si posa suavemente la yema de los dedos sobre el tronco del árbol donde anida. Puede así sentir los latidos del trinar, el pálpito de la canción en la garganta del ave, adormilarse con el milagro de una caja de música tan perfecta.
Por eso aprieta contra sí la madera negra del violín, para beber sus ecos, es su única manera de escucharse.
El violinista siente como su violín canta justo al compás de las doce vibraciones del viejo reloj. Es su minuto de felicidad eterna. Toma entonces su violín y le acuna dulcemente como a un hijo. Comienza a acariciarle con su arco.
Y cada mañana, en los cristales de la ventana azul, amanece un rocío triste que ni aún el sol puede secar. Son las lágrimas de amor del viento que cada medianoche le canta al Violinista sordo y a su violín sin cuerdas.
*De Yordán Rey Oliva.
VUELO*
Abre tus alas cual pétalos de rosa,
Hija mía.
No temas a la fragilidad de la belleza,
Eres más fuerte de lo que el mundo piensa.
Déjalas remontarte en suave aleteo.
¿Será este trozo de firmamento
demasiado pequeño
para tantas ansias de vuelo?
Toma pues, el universo, el tiempo
Que gotea de un reloj de arena,
La marcha inconclusa de los cuatro vientos,
Polvo de antiguas estrellas...
Ve tan lejos como quieras,
Parte ya, dulce viajera,
Llevas contigo
Mi beso.
*De Marié Rojas.
Correo:
De la Ciencia a la Ideología, hay Crisis de diferencia.*
*Por Eduardo Pérsico. epersico@telecentro.com.ar
Nadie puede esperar una digestión suave del denominado subprime español. Entre 1998 y 2008 se iniciaron 5,5 millones de viviendas en España, muchas más de las necesarias. El parque especulativo es enorme y hoy se dice que existen entre 700.000 viviendas nuevas sin vender (según Fomento) y 800.000, según el servicio de estudios de Catalunya Caixa. Hubo años en los que España construía más casas que en Reino Unido, Francia, Italia y Alemania juntas y hoy toca pagar la factura.
Esto dice el diario El País de España el lunes 18 de julio del 2011, y ese informe del difundido medio advierte del preocupante clima no sólo de España; donde el paro laboral es oficialmente del 21%; sino de todos los países de la región que dentro de esa misma concepción económica fijada por los bancos para colocar en deudas hipotecarias sus excedentes financieros, avanzó hacia una crisis global desde al menos hace dos años. El recurso de invertir el dinero propio comprando deudas de bienes reales durante década ha sido un buen negocio, durable en seguridad hasta que algunos tomadores dejan de pagar y el cálculo matemático de recuperación del lo prestado se va al descenso. O más o menos así a veces es el final.
Pero en este caso ese desenlace era previsible ya en el año 2008 cuando Alan Greenspan, que presidiera la Reserva Federal en Estados Unidos hasta el 2006, admitiera su error al no controlar mejor el mercado financiero y que esa desregulación traería daños irreparables en la economía mundial si no era conjurada a tiempo. Una confesión también fuera de tiempo porque ya la realidad no esperaría y por entonces empezaba a ser impiadosa por los millones de recuperaciones impagas y colocaciones ya muy riesgosas dentro de un clima cada vez menos previsible. La estampida En los Estados Unidos no fue inmediata pero derivó en una suba notoria en la tasa de descuento de la Reserva Federal, - del tres al cinco por ciento y primera alarma del sistema- y siguió con un inesperado aumento del combustible que afecta al norteamericano medio mucho más que a nadie en el mundo. Igualmente por entonces pocos inversores aceptaban la cercanía de una crisis más seria y profunda, pero la perversión casi suicida de sostener los niveles de ocupación en USA instó más todavía a desmadre de aquella ‘burbuja financiera’ de hipotecas incobrables. Con el mismo estilo de reiterar explicaciones confusas o similares a las que hoy se imitan en los países de Europa, aquello sorprendió a muchos recién llegados al juego y en algún caso como sucede actualmente en Italia a enfrentarse a una realidad que no perdona. Toda esta representación se repite; a pesar de las demoras en aceptarla y el entramado de los grandes bancos de inversión complicados en la maniobra de ocultamiento es una película que también hemos visto en la Argentina alguna vez. Por ejemplo cuando el entonces gobierno de los radicales ‘acorraló’ los depósitos bancarios en el año 2001 y existen todavía muchos recursos de amparo judicial de los ahorristas sin recuperar su dinero. Y eso sí, tanto aquello en Argentina como esto actual en Europa opera en defensa de las entidades financieras que actúan en el planeta sin ningún riesgo posible de perder dinero; ‘eso y por profundas convicciones, jamás’.
Ante otros síntomas pero con la misma dolencia, hoy es bien sabido que cualquier salvataje financiero es inaplicable, teórico, y cada medida acaba en una distracción transitoria ante la dureza de cada cifra cotidiana, que en estos día y en España informa de una actividad económica en receso y el aumento del paro laboral. Por lo demás se presiente que la aplicación de seguros al desempleo sería poco sostenible ni siquiera a corto plazo, no solamente en España sino en el resto del panorama europeo que tiende a extenderse, y todo acontece a pesar de los desgastes oratorios entre los políticos que en cada país involucrado se culpan más menos deportivamente entre ellos; y hasta la renuncia pedida en España al presidente Rodríguez Zapatero ya sugiere haberse hecho sin mala intención, digamos….
Los feroces reflejos del malestar económico en Europa y las dificultades que soportaría USA de no ampliar su plafón o alcance del propio endeudamiento que les evitaría entrar en cesación de pago; algo impensable hace muy poco; por ejemplo ya mismo habilitaría a debatir con seriedad algo sustancial a la supervivencia de todos. Digamos que al menos y sin pretender una extensa fundamentación estructural sería bueno, inteligente y saludable que se precisaran mejor los términos de aquello considerado Ciencia Económica. Es la misma con sus doctorados y profesionales en actividad reconocidos por el Sistema Económico, una Ciencia, o si más que una ciencia con todo el rigor técnico de pruebas y contrapruebas, no sería más sensato dejar de calificarla como tal ya que más sencillamente, se trata de una Ideología nutrida de cualquier pastiche teórico incierto en su resultado, pero bien apropiado y certero en perjudicar a los de abajo. Este malentendido sería muy saludable aclararlo ya mismo, así todos sabemos mejor en qué consiste el juego. Digamos.
(julio 2011).
*Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
*
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