*Obra
de Walkala. Luis Alfredo
Duarte Herrera (1958-2010)
-En Aurora Boreal. Walkala:
un homenaje in memoriam
INVIERNO*
Dijiste: -
tengo frío.
Más temblorosas
que tu piel
mis manos
aletearon calor en tus pies descalzos.
La alcoba fue
una fiesta de mariposas.
*De Oscar A.
Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar
EL MOVIMIENTO DE LA PIEDRA Y LA QUIETUD DEL PÁJARO…
DESAFÍO*
Busqué a
tientas
las partes
dispersas del pasado.
El miedo a los
recuerdos
convierten las
sombras
en dragones
hambrientos.
Detenerme era
echar raíces
en suelo de
fango sin sentido
y busqué un
encuentro
en la pradera
de las flores
donde árboles
unidos
formaban la
muralla de defensa
contra el
abatimiento
que impulsa al
abismo.
*De Emilce
Zorzut. zorzutemilce@gmail.com
SON
MEMORIAS*
No sólo de
amaneceres y de crepúsculos en grandes espacios abiertos, donde las
inclemencias del tiempo hacían su agosto, se construyen nuestros relatos.
¿Pero entonces
qué es la memoria? ¿Una especie de encono, que casi nunca coincide con la
opinión de los otros cuando se trata de rescatar del óxido y el sarro acumulado
del tiempo una voz, una anécdota que alude a una conversación o a un hecho que
tiende a desdibujar su perfil de exactitud?
“Ya no vienen
más los jugadores como Juancito Renzi”, me dice mi amigo Miguel Albanessi, y
uno recuerda a un muchacho desgarbado provocando el desbande de las defensas
pegadoras de entonces, no con una gambeta endiablada, sino con un andar
cansino, pisando la pelota, haciendo paredes, metiendo caños a mansalva, pero
todo con una elegancia que no volvieron a ver mis ojos desde entonces. Todo
esto hasta que eligió las sierras de Córdoba, casarse, vivir retirado como un
monje y quedar aquerenciado (es la palabra que usó cuando hace un par de años
hablamos por teléfono) hasta no querer volver, como un exiliado, como un
extranjero que no había nacido en Colonia Terrassón, sino en esa Capilla del
Monte que eligió para vivir.
Él se había
enterado que yo lo recordaba, le llegaron mis libros con los relatos que
admirativamente le dediqué-.Entonces me llamó, previa una investigación entre
sus viejos amigos para conseguir el teléfono. ¡La desilusión que me produjo
cuando me di cuenta que no me recordaba para nada! Hasta que le dije dónde
vivía en el pueblo y me dijo que ah, sí, ya sé, pero yo creo que me lo dijo de
puro compromiso.
-Y vos,
pibe, -me dijo de pronto- ¿cuántos años tenés?
Se lo dije y le
agradecí los buenos momentos que nos había prodigado, y me contestó que no era
para tanto, como restando importancia a su real actuación y al brillo que
consiguió en esos años. Si hasta los árbitros lo felicitaban al terminar el
partido, porque él intervenía para dar su espectáculo y para eso estaba
siempre inspirado. Pero no corría más que tres o cuatros pasos, con su
trotecito canchero. Cuando daba un pase se quedaba parado, escupía por un
costado y se pasaba la mano derecha por el pelo siempre cortito.
En la sede del
Club era siempre el mimado, por la comisión, por los socios, por los hinchas,
por esa barrita de adolescentes entre los que me contaba y que no lo dejaba ni
a sol ni a sombra. Yo me siento a la mesa que da a un ventanal grande puesto
enfrente de la heladería de Callegari que siempre elegía, y en las desganadas
charlas de entonces usaba su humor filoso y provocativo. Una mañana pasó
alguien por la vereda de enfrente y dictaminó:
-Ese tiene cara
de lunes, no puede salir a la calle otro día.
La
carcajada surgió porque justamente era lunes, gris para colmo. Y luego se
levantó, tomó un taco de billar y comenzó lentamente a hacer una carambola tras
otra. Al llegar el horario del almuerzo, dijo chau, amagó como para saludar con
la mano pero la usó para abrir las puertas batientes del bar y se encaminó
hacia la estación. Nosotros salimos para verlo cómo caminaba y al llegar a la tienda
Blanco y Negro dobló hacia la derecha, enfilando con seguridad a la pensión de
don Guillermo Mitre y de doña Elba Zapata, donde vivía.
Es cierto
aquello que dice mi amigo Miguel ya no vienen jugadores como Juancito Renzi a
quien nosotros, como diría Borges, le copiábamos hasta la manera de escupir.
Pero nunca aprendimos a acariciar una pelota como él, porque él era un elegido,
alguien a quien los dioses tocaron (entre un millón) con su vara de repartir
talentos. Pero el no se creyó eso de ser crack, o genio u otro
sinónimo que usamos los mortales para homenajear al diferente.
-No pibe, no es
para tanto. Sólo me divertía –me dijo por teléfono ese día-, la única vez que
hablamos, por otro lado creo que sobre todo fue un gran tímido, que disimuló su
talento como pudo, que no quiso olvidar su origen de chacarero venido a los
veinte años al pueblo, por eso sus chistes un tanto socarrones, o con la ironía
a flor de labios, como una defensa. Fue un grande, que de forma humilde hizo lo
posible para pasar desapercibido, y no siempre lo logró.
Recuerdo un
partido, creo que contra 9 de julio, de Beravebú cuando entró al área
gambeteando a seis contrarios, cuando el arquero salió a taparlo como
pudo, le hizo un sombrero y entró al arco con la pelota sobre la cabeza.
Y una vez cerca de la red se sentó sobre ella. La ovación fue total, nuestra y
de ellos y el árbitro pitó para dar el gol, se acercó, le estrechó
la mano y le dijo por lo bajo:
-Lo felicito.
Nosotros lo
oímos porque estábamos detrás del arco que da a don Perfecto Escobar que fue el
lugar de la hazaña. Hubo otros goles tanto o más humillantes que éste, y
nosotros siempre íbamos detrás del arco contrario para no perder detalle de sus
jugadas.
Pero un día
para otro se fue, con lo puesto y una revista El gráfico bajo el brazo.
Y no volvimos a
verlo nunca más.
Y en esa espera
nos hemos hecho hombres. Y ya encanecimos y se nos cayó el pelo. En una
palabra: estamos envejeciendo y ya es hora que nos resignemos a esta ausencia
que por lo que vemos será definitiva.
-Sabés que pasa
pibe, me fue gustando y me fui quedando aquí.
A veces pienso
que la memoria es como la acumulación de muchas capas de cebolla superpuestas,
que muy de vez en cuando vamos pelando, sacando de a una cuando hay un recuerdo
a compartir.
Y tiene toda la
razón del mundo mi amigo Miguel Albanessi. No vienen ya más los jugadores como
Juan Renzi, que por jugar tan lento, nosotros llamábamos Balazo.
*De Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
MI HEMISFERIO
IZQUIERDO*
Es la hora de
las putas celestes y los ladrones
Todos duermen
Soy la diosa
Laverna.
A veces
ignorada. Otras idolatrada.
Soy la
portadora de la verdad mentira.
De la buena
ventura.
Soy la ladrona
de las uvas verdes.
Mis recuerdos
son vagos.
Pero se por
ejemplo que, así, nunca me besaron.
Besos de papel.
De sutil argamasa.
Cielos de no
sentir pueblan mis noches.
Soy la pitonisa
de tu cuerpo frutal.
Soy durazno
menguante de febrero.
Son pocas las
señales.
Pocas y heridas
a mansalva.
Jeroglíficos.
Secretísimos juegos.
Señales en el
viento del oeste.
Engaños.
Exorcismos.
Te he dado el
si y el no.
Es de noche y
se cierran puertas y ventanas.
Se abren
chispeaderos.
Fogatas
rabiosamente tiernas.
Tengo la
facultad de redimirte y de perderte.
De ser plumaje
de seda en tu cuerpo animal.
Puedo darte lo
que nadie ha podido.
Lo permitido,
lo prohibido.
Lo negado y lo
dado.
La alienación y
la cordura.
La sombra y la
llama en mi tierra cuerpo.
El movimiento
de la piedra y la quietud del pájaro.
Puedo hacer que
mueras en tu nacido goce.
Puedo hacerte
poema, sendero, arroyo de verano.
Desvelo, risa,
llanto, magia.
Tatuajes de
inocencia.
Borrar antiguas
islas tiranas que devoran.
Puedes hacerme
a la forma de tus manos.
Puedo ser tu
mentira cotidiana.
Pero recuerda,
amor, es la hora de las putas celestes.
Y has robado mi
hemisferio izquierdo.
*
una mano de
mujer
sobre una mesa
dibuja
la silueta de
un pájaro
sopla y el
pájaro abre sus ojos
sonríe y el
pájaro abre sus alas
besa y el
pájaro echa un suspiro
la mujer lo
aprieta suavemente
en su mano
y el pájaro se
duerme
y la sueña dibujándolo
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
¿QUIÉN MATÓ A LA
PRINCESA ALEXANDRA?*
Crónicas del
Hombre Alto (n° 86)
A principios de
los años ‘70, en la casa de mi abuelo materno, sobre una mesa resguardada por
una cubierta de felpa color vino tinto que olía a décadas pretéritas, había una
pila de revistas viejas. Cuando digo viejas, me refiero a revistas de 1968 y
1969. En realidad, había muchas otras cosas sobre esa mesa, pero para mí
insaciable sed de lector precoz ese material poseía un atractivo
inconmensurable, y era lo que más llamaba mi atención. Había, sobre todo,
ejemplares de Gente y Siete Días, pero también algunos de Primera Plana, Así y
Vosotras. Vaya uno a saber por qué razón permanecían ahí después de tres o
cuatro años. Mi abuelo era –para beneplácito de mi exacerbada curiosidad- una
persona que gustaba de acumular objetos y papeles; de manera que es muy
probable que incluso él mismo hubiese olvidado ya el propósito perseguido al
decidir conservarlas.
Son muchos los
artículos e imágenes que recuerdo de aquellas apasionantes lecturas. Gracias a
una cobertura especial incluída en un ejemplar de Siete Días, por ejemplo, supe
lo que había sido el Cordobazo (al menos, en su versión de crónica policial).
De una revista Gente me quedó grabada una ilustración de El Eternauta (en la
versión dibujada por Breccia), más específicamente la escena de las naves
invasoras sobrevolando el estadio de River. A través de otra revista Gente,
dedicada al casamiento de Jacqueline Bouvier con Onassis, conocí la historia
del asesinato de John Kennedy y se instaló en mí para siempre una de las
imágenes que más me ha impactado en la vida: no la foto en que JFK ya ha
recibido el disparo, sino la otra, la más terrible, esa en que se lo ve
saludando sonriente a la multitud con la inocencia escalofriante de quien
ignora que está a segundos de morir.
Pues bien, en
una de esas revistas –estoy casi seguro de que era una Vosotras- me topé con un
relato de intrigas palaciegas llamado “¿Quién mató a la princesa Alexandra?”.
Para ser más preciso, me topé sólo con un capítulo del mismo, ya que se trataba
de una historia por entregas. Lo que tenía de particular aquel relato era que
su publicación estaba enmarcada en un concurso organizado por la revista. En
efecto, los lectores debían deducir quién era el asesino y enviar por carta un
cupón con la respuesta. Luego de la última entrega, se sortearía un premio
entre los sagaces participantes que hubiesen descifrado el enigma. De más está
decir que me hubiese encantado poder desentrañar el misterio que encerraba la
historia, aun cuando mi intervención en el concurso no fuera ya posible.
Sucedió, sin embargo, que mis ansias naufragaron en una insalvable limitación:
por más que busqué y rebusqué en aquel montón de revistas, no pude hallar
ningún capítulo previo o posterior al que había leído y, por lo tanto, mi
carrera de investigador privado quedó trunca antes de nacer.
¿Por qué recuerdo
tanto todo esto? Porque la lectura de ese relato policial provocó la primera
reflexión de mi vida sobre el arte de escribir. La cosa fue así: en un momento
determinado, el detective increpa a un personaje llamado Sartoris (creo que era
el jardinero), lo derriba de un puñetazo, se arroja sobre él y, tomándolo del
cuello con rudeza, le formula amenazante su exigencia: “Dime quién mató a la
princesa Alexandra”. Y ahí nomás, el autor (o la autora) dejaba asentada una
frase formidable:
-Sí, sí- dijo Sartoris,
y dio el nombre pedido.
Me sentí
indignado y perplejo. Supongo que retrocedí un renglón para releerla. “Sí, sí-
dijo Sartoris, y dio el nombre pedido”. Era increíble; uno de los personajes
acababa de revelarle al otro el secreto esencial de la historia delante de mis
narices y yo no había podido enterarme de nada. En ese momento no lo supe, pero
otros misterios, no menos fascinantes, comenzaban a develarse frente a mí con
esa frase: los de la creación literaria. Fue una iluminación que no anuló mi
contrariedad infantil pero contribuyó a redimirla con una dosis de asombro. De
forma más emotiva que intelectual, por supuesto, caí en la cuenta de que un
texto literario no era sólo una acumulación interesante de palabras, sino que
había alguien detrás que movía, como un titiritero, los hilos de la trama para
cautivar al lector. Tenía 7 u 8 años y era la primera vez que reparaba en la
sombra de esa mano detrás de las palabras. “Sí, sí- dijo Sartoris, y dio el
nombre pedido”. Estaba claro: al igual que los prestidigitadores, también los
escritores sabían ocultar cosas. Los escritores utilizaban trucos y yo acababa
de detectar uno de ellos.
El tiempo
disolvió el rastro de aquella revista y, salvo contadísimas excepciones,
también el de todos los otros objetos y papeles que había en la casa de mi
abuelo. He consultado Internet en busca de un improbable reencuentro con aquel
histórico fragmento pero no he tenido éxito. Quizás sea mejor así, para evitar
las decepciones que la mirada adulta suele inocularle a las sensaciones de la
infancia. Aunque eso me condene a ignorar para siempre quién mató a la
princesa Alexandra.
*De Alfredo
Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar
*
Oscilación de
un cuerpo sobre sus péndulos
Éstas calles se
ejercitan con mis pasos,
salgo a su
sombra
cada noche
con la infancia
recogida
en los
bolsillos de mi abrigo.
Total, poco me
importa
salir cuando el
sol, resonante,
doblega la
impronta del silencio.
Los otros
instantes de luz
naufragan en la
cotidianidad de mi vicio:
guerra de sudor
y de miedo.
Éstas calles se
ejercitan
con mis pasos,
las llevo
tatuadas como flores chinas:
lotos flotantes
en la perpetuidad de mis recuerdos.
Éstas calles me
transitan
y en la
lascivia de sus muros y la sordidez de su asfalto
se va agotando
mi vida.
Estas calles
que con el atardecer lloran
son yo mismo...
-Poema del libro: “Tránsito del agua.”
***
Quinto Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela
ALBA NARRATIVA 2014, para autores menores de 40 años.
CONVOCATORIA
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), a través del Proyecto Grannacional ALBA Cultural y del Centro
Cultural Dulce María Loynaz de La Habana, Cuba, convoca al Quinto Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela ALBA NARRATIVA 2014 para autores menores de 40 años, con el propósito de estimular y promover a los jóvenes novelistas que escriben con una mirada
propia y renovadora en los países de Nuestra América. El Quinto Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela ALBA NARRATIVA 2014 se regirá por las siguientes bases:
BASES
1. Podrán concursar autores de cualquiera de los países de América Latina y el Caribe, independientemente de su lugar de
residencia, con obras originales e inéditas, cuyos derechos de publicación no estén comprometidos con ninguna editorial, agente
literario o cualquier otra forma de relación jurídica, y que no estén concursando simultáneamente en otro premio.
2. Las novelas, escritas en español o inglés, de cualquier tendencia estética y tema libre, deberán tener un mínimo de 120
páginas (180 000 caracteres) y un máximo de 400 páginas (600 000 caracteres), presentarse por duplicado, bajo el sistema de plica, y
acompañarse de una copia en soporte digital.
3. Se adjuntará en el mismo envío un sobre cerrado, que contendrá en su interior el nombre, la fotocopia del documento de
identidad o acreditativo de la nacionalidad, la dirección postal, el teléfono, y la dirección electrónica del autor, así como un
breve currículo. En el exterior del sobre se consignará el título de la obra y el seudónimo del autor.
4. No se aceptarán originales ilegibles, mal encuadernados, o que no se ajusten a cualquiera de las bases. Los organizadores
crearán un Comité de Admisión cuya función será garantizar el cumplimiento de estos requisitos.
5. Los trabajos podrán enviarse por correo postal o entregarse personalmente en la sede de la institución, destacando que
participan en el Cuarto Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela ALBA NARRATIVA 2014.
Centro Cultural Dulce María Loynaz. 19 y E, El Vedado,
Plaza de la Revolución, La Habana, CUBA. CP. 10 400.
6. Se aceptarán envíos por correo electrónico que se ajusten a las bases y sean realizados en formato Word, letra Times New
Roman, 12 puntos, a espacio y medio, antes de la fecha límite, a las siguientes direcciones electrónicas
albanarrativa@loynaz.cult.cu o albanarrativa@yahoo.es lo que será confirmado mediante respuesta de recepción del envío. Se deberán
adjuntar en un mismo envío dos documentos: uno con la novela que se presenta a concurso y otro que contenga los datos del autor
solicitados en la base 3.
7. El plazo de admisión de originales finalizará el 20 de octubre de 2013. Solo se aceptarán los envíos que, con fecha postal
dentro del término de la convocatoria, lleguen antes del comienzo de los trabajos del Jurado.
8. El Premio Latinoamericano y Caribeño de Novela ALBA NARRATIVA 2014, en cada uno de los idiomas convocados, consistirá en
diploma acreditativo, diez mil dólares (10.000.00 USD) o su equivalente en la moneda del país del autor premiado y la publicación de
los libros ganadores. Se otorgarán dos menciones honorificas consistentes en cinco mil dólares (5.000.00 USD) o su equivalente en la
moneda del país del autor premiado y la publicación de los libros ganadores.
9. La retribución monetaria de los premios cubre el pago de los derechos de autor para una primera edición de hasta 10 000
ejemplares, realizada por el FONDO CULTURAL DEL ALBA, que podrá incluir una traducción al otro idioma en que se convoca el Premio o
a cualquier lengua de América que el FCA considere oportuno. Cualquier edición posterior deberá hacer constar que la obra obtuvo el
reconocimiento del Premio ALBA NARRATIVA 2014.
10. El Jurado estará integrado por narradores latinoamericanos y caribeños de reconocido prestigio en número impar. Su veredicto
será inapelable.
11. Las sesiones finales del trabajo del Jurado formarán parte del programa de actividades de la XXIII Feria Internacional del
Libro, La Habana 2014, que se realizará entre el 13 y 23 de febrero de ese año, donde se darán a conocer los veredictos.
12. El premio podrá ser declarado desierto por el Jurado en uno o en ambos idiomas si, a su juicio, no hay obras con calidad
suficiente para obtenerlo(s), pero no podrá dividirlos. También podrá destacar como finalistas otras novelas que a su juicio
merezcan reconocimiento, sin que implique un compromiso editorial para el FCA.
13. No se mantendrá correspondencia acerca de los originales presentados y los mismos no serán devueltos a sus autores.
14. La participación en el Concurso Latinoamericano de Novela ALBA NARRATIVA 2014 implica la aceptación de estas Bases. Su
interpretación o cualquier aspecto no previsto corresponde sólo al jurado y, en última instancia, a los organizadores.
*
Del Primer Concurso Latinoamericano
y Caribeño de Novela Alba Narrativa 2010
(Convocado solo en español)
Participantes: 148 obras procedentes de 16 países.
Jurado: Presidente: Luis Britto García (Venezuela).
Miembros: Luis López Nieves (Puerto Rico), Francisco López Sacha (Cuba)
Novelas y autores reconocidos:
Premio: Percusión y tomate, Sol Linares (Venezuela)
Accésit: Verde Alicia, Juan Pablo Fiorenza (Argentina)
Del Segundo Concurso Latinoamericano
y Caribeño de Novela Alba Narrativa 2011
(Convocado solo en español).
Participantes: 141 obras procedentes de 17 países.
Jurado: Presidente: Vicente Battista (Argentina).
Miembros: Reinaldo González (Cuba), Sol Linares (Venezuela)
Novelas y autores reconocidos:
Premio: Viaje al interior de una gota de sangre, Daniel Ferreira (Colombia)
Accésit: El papel de lija, Alejandro Carpio (Puerto Rico).
Del Tercer Concurso Latinoamericano
y Caribeño de Novela Alba Narrativa 2012
(Convocado solo en español).
Participantes: 99 obras procedentes de 18 países.
Jurado: Presidente: Chiqui Vicioso (República Dominicana).
Miembros: Marilyn Bobes (Cuba), Alejandro Carpio (Puerto Rico). Miguel Antonio Chávez (Ecuador), César Gutiérrez (Perú).
Novelas y autores reconocidos:
Premio: Goo y el amor, (Chile)
Accésit: La Concordia, Evelio Traba (Cuba).
Del Cuarto Concurso Latinoamericano
y Caribeño de Novela Alba Narrativa 2013
(Convocado solo en español).
Participantes: 108 obras procedentes de 18 países.
Jurado: Presidente: Gabriel Jiménez Emán (Venezuela).
Miembros: Carlos Esquivel (Cuba), Claudia Apablaza (Chile)
Novelas y autores reconocidos:
Premio: Reflexiones de un cazador de hormigas, Diego S. Lombardi (Argentina)
Accésit: Elogio del cadáver, Cristián Barros (Chile).
* * *
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