*Foto de
Verónica
Abdala.
NUNCA MÁS, NUNCA MÁS*
“Never more”
Poema “El cuervo”. E.A. Poe
Un totí picotea
el cristal de mi ventana.
Lo conozco.
Se parece a la muerte.
Abro
y le pregunto:
¿Volverá?
¿Volveré a ser feliz?
Alza el vuelo
al tiempo que repite: nunca más,
nunca más.
Y se pierde
en una multitud de ángeles y
dioses.
*De Miguel Crispín Sotomayor.
arcomar@cubarte.cult.cu
LIBERTAD*
La vida es una
inmensa pradera, pero la transitamos por arroyos o ríos que corren por el fondo
de profundísimos cañones. Altas paredes nos mantienen en nuestro cauce, cada
tanto una bifurcación de los cursos de agua nos permite virar hacia la
izquierda o la derecha, y creemos de esta manera que podemos escoger. Pero la vasta
llanura de allá arriba, pero el mapa que veríamos de poder sobrevolar el
paisaje nos está negado.
Creemos que
elegimos, pero nos limitamos a surcar los pocos caminos que se nos ofrecen. Y
algunos van por el río multitudinario, lleno plagado rebalsado de canoas que se
empujan se chocan se tocan, dan ilusión de compañía, otros navegan por cursos
poco habitados, y se sienten únicos y creen que están solos porque son menos, y
creen que ellos eligieron y los otros no, que las multitudes son arrastradas mientras
que los solitarios guían hacen dibujan su propio destino, y esto lo piensan con
satisfacción mientras el agua, la misma agua los arrastra también a ellos.
En qué consiste
la libertad si en definitiva hacemos lo único que podemos hacer de acuerdo a
nuestra educación, temperamento, mandatos imperativos de la especie,
circunstancias. Qué sería ser libres si hay una red una telaraña que tiende sus
hilos de amigo a pariente, de vecino a jefe, de deseado a deseante. Y si esa
red nos agobia pero nos sostiene, qué sería ser libre.
Sin la red; el
salto al vacío, la responsabilidad absoluta, la completa y absoluta
responsabilidad por las propias acciones, por la vida que no es ya la que nos
toca sino la que nos hemos construido. Sin la red, la imposibilidad de echar la
culpa de nuestros fracasos e insatisfacciones sobre espaldas ajenas.
Ser libre es
demasiado peligroso. Quita el piso, nos suspende sobre el abismo, nos deja
solos con nosotros mismos mirando nuestras propias caras asustadas. Es mejor
ceder a la corriente, ser infelices por culpa de otros, no haber hecho realidad
mis anhelos porque no me dejaron, te juro que yo hubiese sido si no fuese
porque mamá.
Nada de dirigir
la canoita a la orilla, de escalar la pendiente, de caminar por la llanura.
Sabemos que los temerarios se pierden, mueren de frío, enloquecen de soledad.
Conviene dejar que las aguas nos arrastren, responder a las efímeras
circunstancias, escoger en las bifurcaciones y creer que nada nos ata porque
elegimos arquitectura y no abogacía, entre esta novia y no la de la casa de al
lado, entre la mesa redonda y no la cuadrada para la sala. Qué cómoda libertad
ejercemos entonces, qué segura libertad, qué amplia cárcel, realmente.
Y, quizás, no
estemos errados, y la libertad sea una palabra demasiado grande como para
usarla sobre este lado de la realidad. Y quizás sea que una realidad porosa no
sea saludable, no convenga de ninguna manera a nuestra esencia de cardumen.
Pero elegir la
libertad no es, vaya paradoja, cuestión de elección.
No somos libres
de estar atados. Una vez que uno se dio cuenta de cómo es la cosa, no puede
volver a confiar en la red de allá abajo que protege de la caída, la red
agranda la trama, no ofrece protección, tiende a dejarse ver como una argucia
débil frente a la inmensidad soledad y frialdad del cosmos.
Una vez que uno
se dio cuenta de la fragilidad de las paredes, de lo inestable y cambiante de
las creencias, una vez que uno se dio cuenta de que la muralla que rodea la
ciudad está derruida en muchos sitios, queda a la intemperie, se siente
desoladoramente libre, busca alguna celda para guarecerse.
-2005-
Lágrimas para
no olvidar*
La lluvia nos envuelve
de una dulce tristeza, como si todas las lágrimas se juntaran en una
caricia. La tristeza es viva, es necesaria en la vida que nos somete
a tantas despedidas. La tristeza no es desesperante, no es sin esperanza.
Hay algo terrible en no poder llorar, algo de lo siniestro que no nos permite
el consuelo, el abrazo, la mullida ceremonia.
Para ese dolor-
miedo -odio, frente a lo perverso, no había lágrimas, ni interiores, ni cobijo,
casi no había palabras.
Recuerdo que
esa vez, nos juntamos frente al río que no fue protector. Ese río en el que
caían los cuerpos sin ritual, no recuerdo si llovía, creo que no. Fuimos
a intentar terminar con el horror. Tiramos flores, de a uno. El que volvía se
abrazaba con el que con la mano crecida de flores, se asomaba a la
ventana del agua para humanizar lo indecible. Lloré, todos lloramos,
formamos una lluvia de lágrimas para acompañarlos.
Por eso la
lluvia que conforta con su tristeza suave, puede ser un tibio collar de
lágrimas que se han unido a través de los tiempos y las geografías, para
acompañar a los que en soledad sufrieron o sufren lo innombrable,
para tratar con la música lluvia- lágrima, de desarmar lo mudo.
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
*
Floja su cara
en manos de los
pájaros,
una gota
recorriendo su mirada,
cayó en mi
infancia.
Fuimos lo que
su almohada
sabía cada
mañana;
una madre de
otra madre
de otra madre
y una niña
jugando a la muñeca.
Una pirámide de
agua
movida por el
vuelo de polleras
Somos también,
un cielo
gigante
asilo de cada
memoria.
(a mi Abuela)
HEMORRAGIAS*
a mi querido cumpa, Julián Bastías
a mi querido cumpa, Julián Bastías
*De Marta Zabaleta. mzabaletagood@gmail.com
Con menstruación permanente
dibujaba todo el espacio
de las torturas
¿Pensaba
que la vida
se esfumaría así, rápidamente?
El cabo cuando me llevaba al baño
se paró y me gritó:
-¿Es posible que usted sea la Sra. de Hinrichsen?
Pude haberle respondido
-Sí, mi cabo.
Pero callé.
Al orinar, la sangre
se arrebató en borbotones
y le ensució las botas.
-Conteste,
hija de puta,
aulló entonces
Y fue su culpa
por no dejarme a solas.
Mi vómito le ensangrentó el bigote.
dibujaba todo el espacio
de las torturas
¿Pensaba
que la vida
se esfumaría así, rápidamente?
El cabo cuando me llevaba al baño
se paró y me gritó:
-¿Es posible que usted sea la Sra. de Hinrichsen?
Pude haberle respondido
-Sí, mi cabo.
Pero callé.
Al orinar, la sangre
se arrebató en borbotones
y le ensució las botas.
-Conteste,
hija de puta,
aulló entonces
Y fue su culpa
por no dejarme a solas.
Mi vómito le ensangrentó el bigote.
*Marta Raquel Zabaleta
nació en Alcorta, Argentina, en 1937; fue expulsada de Chile en 1973 y de
Argentina en 1976. Desde entonces vive en el exilio en el Reino Unido. Es
madre de Tomás Alejo y de Yanina Andrea Hinrichsen. Es economista y cientista
social, escritora y poeta. Como tal, figura desde 1992 en más de 30 biografías
Who’s Who, de EEUU, y Europa. Coordina, entre otras cosas, desde hace años una
red internacional ‘Mujeres y Palabras en el Mundo’
*
O las sombras
quizá solo las sombras
saben que la
verdadera luz es una farsa
o un rostro
apenas menos manso de la locura
esa gran
mecedora de pájaros
esa máquina
ataviada de perfumes
esa lluvia que
nos derriba en la esperanza
esa famélica
llama con que se alumbran los cuerpos
que se levantan
en el día de gracia
a ver morir las
flores detrás del vidrio
de una abierta
ventana al otro lado del crepúsculo
una cama con
manos y con piernas correrá por
callejones
donde los hoteleros del insomnio se peleen
por ver quién
arroja más almohadas a la calle
para que las
sombras de los pájaros las muerdan
y las desplumen
como a gallinas ciegas
o quizá sea el
amor, solo el amor que pasa
Desván*
*Por Miriam
Cairo. cairo367@hotmail.com
-Ayudame a
correr estos trastos viejos.
-Sí, ordenemos
porque este corazón es un desastre.
-Dale. Día de
limpieza general.
-La mantis
religiosa va lejos de la araña.
-Ok.
-¿Y esta
chatarra qué es?
-Malos
recuerdos.
-¿Para qué los
guardás?
-Para abono.
-Los
psicoanalistas se harían un festín.
-"Explicar
la flor por el fertilizante".
-La historia de
siempre.
-Ajá.
-¿La larga y
brillantísima vida?
-Dejala por
ahí, todavía no encuentro lugar. Yo colgaría aquí el temblor.
-Puede ser. Así
ahorramos espacio. Sobre la línea del horizonte acomodá todos los días, desde
el primero hasta el último.
-¿Por género o
por autor?
-Mmmm, yo diría
de domingo en domingo.
-Ok: Pessoa,
Girri, Wallace, Borges, Macedonio, Jacques Dupin, Marguerite, Marguerite, una
vaga fosforescencia...
-La vaga fosforescencia
viene aquí.
-Ajá. En
aquellos bidones están todas las lágrimas. ¿Te parece que las sigo guardando o
riego el jardín?
-Hagamos un
mar.
-Ok. Tomá el
viento.
-¿Tanto?
-Todo.
-¿La hormiga?
¿Dónde la pongo?
-Sobre la luna.
-Silvina,
Ionesco, Berger, Perlongher?
-¿Qué hay en
estos pozos?
-Lenguaje.
-Bueno, hagamos
otro mar.
-Pará, dejame
verlo primero. Tremolo con el verbo tremolar.
-Si seguís así
no terminaremos nunca.
-Cenego con el
verbo cenegar.
-Mirá que se
nos viene la noche.
-Espacio con el
verbo espaciar. Cormorono con el verbo cormoronar.
-No veo nada.
¿Hay velas?
-Sí. Velas hay.
Pabilo con el verbo pabilar.
-¿Fósforos?
-Fuego. ¿Dónde
guardo el fuego?
-Hagamos otro
mar.
-Dale. ¿Los
bares?
-A la
izquierda.
-Azulo con
verbo azular. Moreno con el verbo morenar.
-No te
distraigas. Seguí con los días hasta el final.
-Ok. Strand,
Olga, Kafka, Clarice, St. John, Alejandra, la niebla, el hombre que pasa a las
diez de la mañana.
-Al hombre que
pasa lo vamos a soltar.
-No, no puedo.
-Hay que
dejarlo ir.
-Pero es mi
hombre que pasa. No, no puedo. Quitemos otra cosa, por favor.
-El viento.
-No, no puedo
vivir sin el viento.
-El fuego.
-Tampoco.
Estanislao con verbo estanislar. Palabro con verbo palabrar. Infinito con el
verbo infinitizar.
-Lo único que
vas a conseguir...
-Unico con el
verbo unicar.
-Volvé a los
días porque no terminamos más.
-Yes. Clarice,
Aleixandre, Cheever. Bolaño, Vallejo, Parker. Basho, Le Quintrec, Esteban. No
me va a alcanzar la línea del horizonte para todos los domingos.
-Tenés el
corazón dilatado.
-¿Quién lo
dice?
-Yo.
-¿Quién yo?
-El yo de tu
yo.
-Pará un
poquito, porque el trato era limpiar el corazón, no embarrar la cancha.
-¿Será posible
que siempre nos pase lo mismo?
-Sí. Mismo con
el verbo mismar.
-Es peligroso
revolver todo lo que está oculto, escribir con palabras.
-La gente
prefiere los hechos antes que las palabras.
-Yo te lo digo
siempre.
-Traeme el
vampiro que no quiero desaprovechar toda esta sangre. Hay tanta sed en el
mundo...
-Pero el mundo
no lo alimenta tu sangre. Al mundo le hacen falta guerras, guerras, guerras. Y
libros que expliquen las guerras. ¿No entendés? ¿A quién le pueden interesar
tus palabras?
-A mi vampiro.
-Si te
conforma, te traigo el vampiro.
-Haceme el
favor...
***
"No levantes los ojos a buscarme.
Mi palabra no viene de lo alto,
a nivel de tu pecho late el mío."
Luisa del Valle Silva
Mi palabra no viene de lo alto,
a nivel de tu pecho late el mío."
Luisa del Valle Silva
E S T A L L I D O*
¿Sabes de mis muslos, acrílica añoranza?
Fuiste invisible
hasta que un albor en tus labios
confesó el deseo
me supe arrebatadora de tu sueño.
Una pincelada en mi papel acuarela
hizo pliegues
f r a c c i o n a d a
me sostengo en la solapa de tu bolsillo.
Vas con ella,
la esposa petrificada
histérica
de cabeza gigante y caderas reducidas.
Sientes un soplo cálido
inhalas abruptamente
sostenida en tu nariz
calientas y humedeces mi plexo.
Avizoré instantes de tertulia
¡escapé!
ella traga su alarido ¿y tú?
sigues conmigo, acompasado.
Irrefrenable sensación
sin dolor noctámbulo
caigo hasta tu majestad
lo hago gotear hasta liberarlo.
Me confundes rebosada en tus manos
tocas trompetas
hasta bañarme en lluvia extasiada.
Desde este minuto
ella y su knock-out dormitan
tú anidas el clímax
y yo, permanezco en la solapa.
Fuiste invisible
hasta que un albor en tus labios
confesó el deseo
me supe arrebatadora de tu sueño.
Una pincelada en mi papel acuarela
hizo pliegues
f r a c c i o n a d a
me sostengo en la solapa de tu bolsillo.
Vas con ella,
la esposa petrificada
histérica
de cabeza gigante y caderas reducidas.
Sientes un soplo cálido
inhalas abruptamente
sostenida en tu nariz
calientas y humedeces mi plexo.
Avizoré instantes de tertulia
¡escapé!
ella traga su alarido ¿y tú?
sigues conmigo, acompasado.
Irrefrenable sensación
sin dolor noctámbulo
caigo hasta tu majestad
lo hago gotear hasta liberarlo.
Me confundes rebosada en tus manos
tocas trompetas
hasta bañarme en lluvia extasiada.
Desde este minuto
ella y su knock-out dormitan
tú anidas el clímax
y yo, permanezco en la solapa.
Puerto Ordaz, Venezuela
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