*Obra de Claudio Uzal. ©
Gijón.
Incidente*
*Por Hector
Cepol. hectorcepol@gmail.com
Linda noche
para estirar las piernas. Una chicharra en el jardín, estrellitas, una vereda
que elige el rumbo, y allá vamos. El cuore tranqui, ensimismado, como chupando
un chocolate. A la distancia uno que viene y una sensación ligera de calle
invadida. Pero volvemos al chocolate, a corretear mentalmente. Aunque
vigilamos. Trae pequeñoburguesamente un perrito, no inquieta, pero viene pegado
a la pared. Nosotros también. Otra ráfaga de sabor dulce nos envuelve pero con
cierto aire a despedida como los soldados en la estación. Está
más cerca y no larga la pared. ¿Se creerá dueño de la calle, de la noche?
Estamos a tres metros.
No exagero. Son
tipos peligrosos, títeres y a la vez hacedores de fragmentación social. Porque,
carajo, no está lloviendo, es de noche y no hay solazo, es una pura
defensa animal del territorio. Y no se te acercan con prepotencia, solo
con firmeza autoritaria, y antes de eso con falsa amabilidad, y antes, con
cara de poker.
Pero este pasó
esas etapas.
–Disculpe –me
dice con la mirada y un gesto elocuente con el brazo–, tengo la derecha.
Sí, casi roza
la pared con ese brazo. Pero no somos vehículos, somos seres humanos.
–No diga, ¿anda
con registro para circular?
Y ahí, este
falto de toda urbanidad, extrajo (porque no sacó, los delincuentes siempre
extraen) extrajo una cimitarra y cortó en dos la noche.
Me agaché y
saqué mi Kalashnikov AK-47 y lancé una ráfaga.
Se agachó,
extrajo un lanzamisiles y gatilló. Me hice a un lado pero en dos saltos volví
al jardín y saqué mi tanque alemán Leopard 2A5. Quiera que no, le dio tiempo
para aprestar
un helicóptero Apache. Ahí dije, basta, si querés violencia… largué el tanque y
con los vecinos solidarios que ya se habían asomado montamos a caballo y
lanzamos un ataque como aquel de los mujaidines afganos con lanzamisiles en
Rambo III (…aquellos admirables combatientes de Bush que, bueno después le
derritieron las torres gemelas, nada es perfecto).
Fue un
ramalazo. En un instante volvió la noche tranquila, y él estaba a un paso, y me
hice a un lado.
– ¡Buenas
noches!, le dije.
– ¡Buenas
noches…! me dijo.
PARA SABER QUE NO ESTAMOS SOLOS…
SOBRE MI CORAZÓN
SE HA POSADO EL VIENTO*
Amor, sobre mi
corazón se ha posado el viento.
Infancia
aletargada. Matuasto al sol.
Valle de umbrío
lecho. La luna está tan lejos.
Ya no están las
rocas solitarias.
Aquellas, las
amadas.
Yacen,
cubiertas de ceniza.
O vuelan,
ahogadas por las rosas mosquetas.
El viento borra
todo. Todo.
El valle se ha
marchado. Los álamos, tan altos.
La lluvia ha
cerrado los ojos y el alba no despierta.
Está tan frío.
Gotea, lentamente la sangre del dragón.
Oscuros
féretros calientan el hogar.
El jinete, tan
callado, cabalga.
Pasa de largo.
No detiene su paso. Se va.
Amor, sobre mi
corazón se ha posado el viento.
*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
Ahora ya hasta
los parques son hostiles*
Ahora ya hasta
los parques son hostiles.
Todo me lo
cambiaron.
Los árboles,
impíos, me aviolentan
desde el faro
impersonal de su estatura.
No tiembla ni
una hoja.
(Pero ¿no eran
los árboles
movidos por el
viento del otoño,
mis viejos
aliados?)
No. No era
esto. El verde
es un verde
yacente, casi decapitado.
Ni una flor me
amenaza
con su efímero
roce, con su breve fragancia.
No consigo
encontrarme.
Todo me lo
cambiaron.
Hay viejos en
silencio y bancos despintados
y piedras que
destellan y macizos de flores
sin la antigua
belleza que impregnaba sus pétalos.
Hay niños
bulliciosos y mujeres cansadas,
y mientras,
lentamente, el verano agoniza.
No, no era así;
los parques de otro tiempo
solían ser
refugio, atalaya, horizonte...
Pero hoy los
parques niegan ese ansiado consuelo.
Tal vez sea yo
el muerto.
Ahora las
piedras callan
y los viejos,
los bancos, los frondosos rosales,
rechazan mi
amargura con un rictus cansado.
Todo me lo
cambiaron y la tarde declina
y la sombra
insinúa el inflexible retorno.
Todo murió y
las calles
(hoy de nuevo
enemigas)
van quemando la
estela de ese amargo regreso
al lugar donde
yace mi cuerpo destronado.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
*
hay una mujer
que se repite infatigablemente.
como una tabla
de multiplicar se repite.
está en cada
ciudad de América del norte
y de América
Central y de América del Sur.
esta mujer se
condiciona a condición de que
los árboles den
frutos rojos sobre su vientre verde.
es toda ella
naturaleza maculada y pura
a tal punto que
los pájaros la consideran una de sus
tantas notas
musicales
en cada hombre
de millones de hombres que
salen de debajo
de la tierra a ganarse el pan de
cada día hay
esta mujer, sobreviene ella con sus
ojos de panales
con su boca de jarrones con
su sexo del fin
del mundo
el viento a
veces le tira del cabello para galantear con
las palomas
o para llenar
los caminos que unen pueblitos perdidos con
el aroma
insospechable del crimen de la belleza.
hay una cosa
del sexo femenino que gime o maúlla o canta
o brama o para
peor se queda callada y entonces es ahí cuando
los barcos a
modo de protesta golpean con sus proas los
débiles brazos
de los muelles
para que el
continente entero se sacuda de miedo y de
vergüenza/
*De León
Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
Biblioteca
cuerpo casa*
Los
libros se aduelan de la casa que es como un adueñarse con pena porque son
nómades, libres, no esperan ser amos, les gusta desparramarse como el
agua, van desde la multiplicidad hacia las manos y los ojos y
se derivan en tiempo, azar, deseo, memoria. Hay una biblioteca que sube
escalón por escalón a la promesa de cielo, siempre incumplida. Estantes
blancos que abrazan los vacíos. Mis libros preciados, están adelante, enfrentados
con el jardín, abriendo diálogos vegetales. Se cuentan un origen común.
En ese espacio que es como un balconeo de cuerpo femenino nutricio.
Libros que hablan sobre libros, miniaturas de cuentos, fragmentos y esas
lecturas de placeres textuales, los que producen cierta exaltación, van y
vuelven, a la cama, al sillón rojo del dormitorio .Hay varios en juego, para
darles pequeños mordiscos, o tocarles las páginas hasta que suelten un olor, un
secreto, una caricia.. Son los elegidos que comparten ese amoroso abrazo con la
biblioteca del dormitorio, la de adelante se pronuncia, me incita. La de atrás,
poesía; la del consultorio, psicoanálisis. La de otro mueble biblioteca,
temas sociales, los libros del ausente, sus marcas, los que nunca leí.
Hay una biblioteca, viva, vital y otra que casi no se toca y otra más, detrás
de un mueble como un secreto inmovilizado, mudo. Porqué dejaremos en la
oscuridad ciertas zonas, ciertos libros, en este caso la dificultad de
acceso parece justificarlo, aunque lo perdido, lo soslayado, no siempre
tiene lógica. Pensarlo angustia, esa ciudad que no vimos, el lugar al que no
llegamos, lo que ya no conoceremos. Los oscuros- claros, la civilización
y la barbarie, el cerrado espacio sin salida. Del lado de la luz, la mesa con su
mantel bordado de flores de Guatemala tiene cajitas que guardan poemas y
pequeños textos que convido. Como bombones. En un labrado porta Corán se
ofrecen servilletas y poemas, asoma un Borges
dando inesperados giros. A veces, a cierta distancia, me parece ver
un barco entre los libros. Me gustaría tomarlo, escribir lo que queda del día,
navegar ese mar de lenguaje y convidar. Convidar palabras, muelle, mórbido,
huella, preciosa, almohada, hada, Alhambra como un palacio de las 1000 y
una y contar, leer, escribir, infinitos cuentos. Una noche más para gozar
de la felicidad clandestina de los libros que se pierden y recobran. Una noche
más, que han quedado tantos sin leer en los recovecos de mi propia casa. Una
noche más.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
Abundancia*
se me ha dado
todo
la inmensa
sonrisa
el corazón
avaro
el amor de los
hombres
su brutalidad
se me ha dado
todo
la fertilidad
y la poca
paciencia
para las
labores maternales
se me ha dado
todo
la familia
ensamblada
un hermano en
cada continente
la fragilidad
en cada hueso
y la poca
sobriedad
en el lenguaje
diario
se me dado todo
todo
pero en
porciones
que no puedo
digerir
*De Carolina
Quiroga. carolinq73@hotmail.com
*
Voy a comprar
regalos... el gasto... la debacle... el hipotecarse entero... el
desperdicio final... el camino al suicidio... el mar de los pedigüeños...
la pobreza absoluta... el bolsillo vacío... el pasar hambre... el régimen
alimenticio obligatorio... el despiporre baldío... el gastar por gastar... el
camino al desastre.. .la obligación de quedar bien... la contrapartida del
obsequio... el sentirse acabado... la calentura del monedero... el crematorio
de la visa... el adiós a la calderilla... el bolso inútil... el comprar
por gastar... la inflación de la deuda... la inmolación de las carteras... el
suicidio de las tarjetas de crédito... el préstamo obligatorio... la hipoteca
para regalos... la póliza de descubierto incubrible... el camino a la
locura...la posesión compulsiva... el escaparate total... el virus del
gasto... el Hamlet de escoger... el deambular por grandes almacenes...
la búsqueda de las tallas... la persecución de las ofertas... la carrera tras
las promociones... el paradigma de la pobreza... la carencia del pecunio... de
aquí a la monjas... el Camelot del desastre... la Santa comedia... la
borrachera de pagos... la demanda a todos los amigos... la obligación de
regalar... la fiebre del gasto... el sendero a la perdición... la inquisición
de las tiendas... la tentación de las marcas... el perfume de narices... la
ultima peseta... sólo compro lo caro... la enfermedad del gasto... la idiotez
de la compra... la cara de burro... la oferta y la oferta... el comprador
compulsivo... el "nunca lo podré pagar"... la futilidad del regalo...
el peculio volátil... el monedero vacío... la bolsa y la vida... el nacer para
comprar... la negación del ahorro... el nacer para sufrir... la
oportunidad de gastar... el sueño de las mujeres... el delirio del vendedor...
no llegaré a rebajas... jamás dejaré de comprar... la maldición de la familia
numerosa... el regalo a la suegra... el amigo invisible... este es el ultimo
año... siempre gasto más de lo que puedo... sería mejor no hacer regalos... la
cacofonía de la caja registradora... la constatación de la falta de liquidez...
la comprobación de la American Express,... el recorrido del atasco en taxi...
el pago del parking... la confraternización de los compradores... el sueño del
naufrago... que lo haga Papa Noel... nunca querré ser Rey mago... oh dios, otra
corbata... cuanto más pequeño es el perfume más caro ... envuelva para
regalo... Feliz Navidad... In feliz , ya es Navidad... sería mejor irse de
viaje... juraría que llevaba más dinero... la finiquitación del sueldo... la
hipoteca infalible... el cabreo seguro... la depresión ... la locura pobre...
la pobreza provocada... el inicio de la mendicidad... la indigencia próxima...
la comida del hogar del indigente... el camino al calvario... la
constatación de que no llegas... la deprimente sensación de gilipollez... el
pensar que eres tonto y seguir comprando... el sufrimiento estoico del deudor...
la mejor forma de dejar de pagar las hipotecas... la suerte de que me queda
medio depósito... el exceso del límite... la ampliación del límite.... el
exceso de la ampliación del límite... la segunda ampliación del límite... el
exceso de la segunda ampliación del límite.. la denegación de más riesgo... la
caída en la depresión por exceso... el arrepentimiento por pedir ampliaciones
de límite... aun faltan los regalos de los niños... dios, ¿porque hiciste los
grandes almacenes?... el dinero de plástico... la deuda de plástico...los
intereses de plástico... yo soy de plástico.... nunca pensé poder gastar
tanto.... solo salí a comprar tabaco... el despiporre del gasto... el vicio de
la compra... el cambio de la cartera por un clip... el record de los idiotas...
el Guinness de las compras... la quiebra... la bancarrota...
*De Joan
Mateu. joan@cimat.es
Soledades*
-Recordando a Osvaldo
Soriano
(Mar del Plata,
6 de enero de 1943 – Buenos Aires, 29 de enero de 1997)
Una tarde,
mientras íbamos río abajo en un bote de pescadores, mi padre cerró con furia
los puños alrededor de la caña y de golpe se echó a llorar.
Llevábamos un
largo rato en silencio. Yo tenía los remos y trataba de que la corriente no nos
alejara demasiado de la orilla. Hasta entonces su pena me había pasado
desapercibida porque para mí él era fuerte y sin fallas. Me demoré un largo
rato antes de preguntarle qué le pasaba. Confusamente me dijo que había perdido
a alguien a quien quería mucho y aunque era muy católico empezó a cagarse
soberanamente en Dios. En ese momento no me importaron nada Dios ni los seres
queridos. Me irritaba verlo así, aferrado a la caña, con la cabeza hundida en
el pecho y el pelo blanco sacudido por el viento.
Hasta entonces
su vida había sido ordenada, mediocre, patriotera. Fluía mansa y previsible
como el agua que nos llevaba entre islotes y troncos flotadores. Dios era una
inteligencia inasible e inapelable que aparecía cada vez que nos faltaba una
explicación. Yo creía en El: todavía me veo rezando a oscuras, pequeño y
pecador, pidiendo que fueran eternas las cosas que me hacían dichoso. Era tan
joven que sólo pensaba en la muerte como algo lejano que quizás tuviera
solución. Lo que pesaba era la soledad. No la soledad de estar solo sino esa
otra por la que han escrito los mejores libros y cantares del universo. Ese
paréntesis que atrapa una palabra para darle entonación subterránea. El agujero
negro, infinitamente vacío, en el que aquella tarde había caído mi padre.
En Tierra de
sombras un estudiante de letras dice que leemos para saber que no estamos
solos. En Bleu, la protagonista intenta ocultar lo evidente bajo una
máscara de fortaleza e indiferencia, hasta que algo se rompe. Por fin, en la
edad de la inocencia, el hombre que acepta una vida prejuiciosa y previsible se
hunde en las contradicciones de una clase incapaz de dar a la soledad otra
respuesta que el orden cerrado y la complacencia hedonista.
Miré esas
películas el fin de semana y al ver llorar a Anthony Hopkins abrazado al hijo
de su esposa muerta, me puse a llorar yo también y me vino a la cabeza esa
imagen de hace tantos años en el río Limay. Sin duda, también contaba la culpa,
pero eso lo comprendí más tarde. Culpa de estar ahí y ser más joven que él. De
no tener todavía nada que amortizar o de estar pagando por anticipado.
Durante un
paseo por el campo, el profesor enamorado de una mujer agonizante confiesa su
dicha efímera y ella le responde: "La felicidad de hoy anticipa el
dolor de mañana." Tierra de sombras habla de Dios y del alivio
que ofrece la fe para insinuar que no hay tal. Que Dios es el sufrimiento mismo
y no su consuelo. Durante siglos el Creador jugó a ser imprevisible, fuente de
amor y verdad, juez supremo incomprobable. Desde que lo inventaron, los hombres
han tratado de explicarse para qué les sirve. Y como lo suyo es, a los ojos de
la mayoría temerosa, sólo castigo, tampoco él sobrevivió a la oferta y la
demanda. Mi padre no podía saber que dios iba a morir tan pronto y yo mismo nunca
lo imaginé. En esos días lo habían intimado a dejar el cigarrillo.
Rechazó las
pamplinas de los médicos y apostó a algo superior. Al Ser Supremo que estaba
por encima del bien y del mal.
Naturalmente,
perdió. Pero eso iba a ocurrir años después. Entre tanto está llorando mientras
un bagre tira de su línea y yo no me animo a acercarme para consolarlo. Me digo
que en una de ésas el bote se da vuelta y tenemos que volver nadando.
¿Qué tiene que
ver el cigarrillo con el Reino de los Cielos? Mucho, me parece: al placer
corresponde un castigo de espantosa agonía. Así pasa con todo lo bueno en
la tradición de judíos y cristianos. Más allá, el goce y la dicha no prefiguran
el paraíso sino el infierno. Eso parece decir Richard Attenborough. El amor, si
podemos darlo, nos devolverá lágrimas y castigo.
Palabras más,
palabras menos, Scorsese sugiere lo mismo. Sólo que no hay amor en La edad
de la inocencia. No lo hubo en la vida de Edith Wharton, no podía haberlo
en su novela y no es intención de Scorsese mostrar otra cosa.
La película,
situada en 1857, habla de hoy y de una aristocracia con códigos propios: ocio,
manjares, hipocresías, hasta que el amor aparece como una amenaza. Evitarlo
preserva el orden social. Eso sugiere, me parece, el impenetrable mayordomo de Lo
que queda del día. La autoridad de mister Stevens es proporcional a la
negación de sus sentimientos. El dolor, la alegría, la humillación, resbalan en
su alma como gotas de rocío. Todo pasa pero queda la soledad. Para Baruch
Spinoza, en su Ética, el control de los sentimientos es la mayor virtud del
alma: "A la impotencia humana para gobernar y reprimir los afectos la
llamo servidumbre; porque el hombre sometido a los afectos no depende de él,
sino de la fortuna." Con Spinoza se pone en claro, desde 1677, que el
poder, para ser tal, excluye el amor en
cualquiera de
sus expresiones. Y que la gente vulgar al mostrar sus afectos los expone a la
manipulación y la demagogia.
En sus Diarios,
el narrador John Cheever apunta en 1979: "Puedo saborear la soledad. La
silla que ocupo, el cuarto, la casa, a todo le falta sustancia (...) Creo que
la soledad no es un absoluto, pero su sabor es el más fuerte." El
libro comienza con una reflexión bella y perturbadora para mí porque sospecho
que así sentía la vida mi padre aquella tarde que salimos de pesca: "En
la madurez hay misterio, hay confusión. Lo que más hallo en este momento es una
suerte de soledad. La belleza misma del mundo visible parece derrumbarse, sí,
incluso el amor. Creo que ha habido un paso en falso, un viraje equivocado,
pero no sé cuándo sucedió ni tengo esperanza de encontrarlo."
Y bien, mi
padre era más que eso, o ni siquiera eso: "Nada más obsceno y vano que
intentar contener la vida y la obra de un hombre en un puñado de líneas
invocadas en el tiempo y la distancia", escribe Rodrigo Fresán en Trabajos
manuales. Y agrega: "Cuando un hombre se transforma en el único
paisaje posible de sí mismo es cuando alcanza la forma de la soledad. La
soledad como territorio. La soledad como forma alternativa de la geografía y de
lo biográfico."
Estoy tratando
de decir, con imágenes y palabras de otros, que lo esencial de una vida brota
en el momento en que nos enfrentamos a las formas más puras de la verdad. Amor,
dolor, soledad. Ahí estamos solos, sin Dios, sin patria ni sustento. Un paso
atrás, un movimiento en falso y todo está perdido. En la serenidad del bote que
bajaba por el Limay, mi padre percibió de golpe su tierra de sombras. Nada de
este mundo le resultaba ajeno, pero él no era más que una brizna de polen
arrastrada por el viento. Cuando tuvo fuerzas para admitirlo dejó de llorar,
recogió la línea y devolvió el bagre a la correntada.
*De "Piratas,
fantasmas y dinosaurios"
http://inventren.blogspot.com/
La crisis del
chocolate*
(De la estación
Herrera Vegas - ferrocarril Midland)
*Por hugo
ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
& Eduardo
Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
-1-
¿Por qué íbamos
a preveer errores, si avanzábamos sobre teorías sólidas?... La crisis del
chocolate se extendía a nivel mundial. Parecía que las plantas de cacao se
hubiesen puesto en huelga hasta que las especies transgénicas, introducidas a
cada país con tratados de libre comercio, renunciaran a sus patentes en el
mercado.
Eran esos
tiempos futuros, o arcaicos (nadie lo sabe bien), en que el chocolate era
valorado más que el oro u el cobre en estos días. El Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional se vieron obligados a intervenir para rescatar al país
de lo que los expertos ya llamaban "La Crisis del Chocolate",
elaborando un oportuno plan, como en casos similares suelen ser elaborados.
Las ya
tradicionales opciones fueron consideradas: instaurar una dictadura militar,
despidos masivos, privatizaciones, permitir que una potencia invada al país
para rescatarlo, incrementar la deuda externa... Incluso la opción de dejar al
mercado nacional sin protección del Estado, para que por un milagro del mercado
mundial se estabilizara el país y lo sacara de esta terrible crisis; algo así
como cuando los extraterrestres secuestran a las personas (principalmente
mujeres, aunque luego suele haber equivocaciones), y usando técnicas de
inseminación artificial les dejan preñadas, solo que en este caso: usando
dinero y países para los experimentos.
La crisis
avanzaba rápidamente, y el plan debía ser definido; pero la experiencia
histórica frenaba cada opción al recordar que ninguna de ellas, ni todas
implementadas al mismo tiempo, resolvían crisis alguna y sólo protegía los
intereses de los grandes capitalistas. Fue entonces que la respuesta que se
buscaba, aquella que aportaría la evidencia rotunda de lo acertado de las
doctrinas neoliberales, apareció para salvar al país: se adoptarían todas las
opciones tradicionales, pero además, y ésta fue la gran respuesta, se
construiría una fábrica de chocolate.
Y así fue: la
construcción se inició un par de horas después de consumado el golpe militar.
La localidad elegida fue el pueblito de Herrera Vegas, junto a la vieja
estación abandonada del ferrocarril. Su construcción traería desarrollo y
empleos a la localidad, además de chocolate a la nación.
Lo que causó la
primera sorpresa fue el gran letrero a la entrada de la fábrica, que anunciaba
el nombre: "Alfonso Luis Herrera"; que hacía recordar esos tiempos de
la revolución mexicana de 1910, donde el tercer mundo había intentado definir
una ciencia que se distinguiera del resto por haberse originado en un país
llamado "subdesarrollado", y por haber intentado unificar la
experiencia y expectativas del pueblo con las explicaciones naturales del
Universo:
FÁBRICA DE
CHOCOLATE "ALFONSO LUIS HERRERA"
Auspiciada por
el Banco Mundial.
Herrera Vegas,
Buenos Aires. República Argentina.
"El
patriotismo tiene una base química, pues nuestras cenizas irán a formar parte
de nuestros descendientes; estamos formados con detritus de nuestros
antecesores y otros seres y minerales de nuestra patria. Después de una guerra,
las sales de los muertos, por medio de los vegetales, el trigo, el pan, etc.,
nutrirán los futuros pobladores de la región en que se dieron las batallas, lo
que significa una reconciliación química profunda de las razas
combatientes" (Alfonso L. Herrera)
-2-
A poco de
andar, nos dimos cuenta con Astrid que el proyecto real no iba a ser aceptado
ni entendido. Aún en ese mismo Centro de Investigación Avanzada, donde se
desarrollaban ideas muy audaces.
¿Cómo podíamos
aceptar ser auditados por los organismos que financiaran las obras y el
equipamiento? Tuvimos que fabricar chocolate -el oro de la época- para poder
sostener la investigación básica.
¿Como explicar
que el proyecto contaba con la colaboración de una civilización extraterrena?
¿O que nuestras
creaciones genéticas estaban poblando el planeta incubadora Gl 581 C?
-3-
Al poco tiempo,
las cosas marchaban como era de esperarse: la crisis poco o nada se había
resuelto, las medidas adoptadas sólo habían logrado dar estabilidad a los
grandes capitalistas, los pobres trabajaban más y comían menos, y la deuda
externa se había incrementado en algunos millones de dólares. Todos llegaban a
la estación Herrera Vegas con la curiosidad de saber qué se hacía en la
fábrica, pero quienes lograban entrar salían siendo personas completamente
distintas, aún cuando seguían siendo los mismos (algo por demás extraño de
explicar).
Los rumores
comenzaron a causar desconfianza, pues nadie había visto por la región algún
chocolate de los producidos por la fábrica, y regularmente eran observados
cargamentos que llegaban al ferrocarril, transportando equipos de laboratorio,
secuenciadores de genes, sustancias químicas y demás cosas que pasarían
inadvertidas, si a donde eran llevadas no fuera una fábrica de chocolate.
Y es que dentro
de ésta, colocado inmediatamente en la entrada, se encontraba un espejo que
tenía la curiosa propiedad de invertir la simetría de las moléculas en todo
aquello que se reflejara en él. Este espejo era utilizado con el fin de
invertir la simetría quiral en los seres vivos, pues una propiedad de todos
ellos es que los elementos moleculares que los constituyen, en cuanto a los
aminoácidos que forman parte de las proteínas y los azúcares que componen el
material genético (ADN y ARN), se orientan a un lado en particular: los
aminoácidos en los sistemas biológicos son izquierdos (levógiros), y los
azúcares son derechos (dextrógiros). Bien, el espejo invertía esta simetría
(esta quiralidad), en todo ser vivo que se reflejaba en él.
-4-
Nosotros
trabajábamos en la inversión y/o modificación genética de la vida. No
imaginábamos que nuestros procedimientos alteraran la ideología de los sujetos.
El marco teórico nos llevaba a suponer que la ideología de los sujetos es más
dura e inmutable que su genética.
Así pensábamos
hasta poco tiempo atrás, cuando en el marco de la visita de un economista, jefe
del Banco Mundial, ocurrió un acontecimiento imprevisto: Mientras el hombre
recorría la línea de producción de monedas de chocolate -las cuales pueden ser
consumidas o utilizadas como medio de pago hasta la fecha de vencimiento, pues
vale aclarar que en nuestra época, el dinero es comestible y tiene fecha de
vencimiento en su utilización- fue entonces cuando notamos que el espejo
inversor había quedado descubierto por una esquina, y sin poder evitarlo, el
economista se reflejó en él. Cruzamos miradas de pánico pero no ocurrió nada,
todo siguió aparentemente igual.
Al final de la
visita, Astrid acompañó al hombre hasta la estación. Para el horario de llegada
del tren faltaban unos 20 minutos. Al rato de llegar, el hombre se disculpó un
momento para ir al baño de la estación. Caminó hasta el muro lateral -pintado
impecablemente de color arena- y allí, a la vista de muchos pasajeros que
aguardaban el tren al igual que él. Extrajo de sus ropas un aerosol de pintura.
¿Lo había robado de nuestra fábrica, en la sección donde rotulan la producción
embalada en cajones?
Astrid saco
fotos con la cámara de su teléfono celular mientras el tipo pintaba el muro, y
al graffiti finalizado:
"La
burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces
se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al
jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido
en sus servidores asalariados"
-Marx y Engels-
"El
capitalismo es una mafia"
"Lea El
Capital y El Manifiesto Comunista".
Ha pasado algún
tiempo y todavía no tenemos una explicación confiable a este suceso.
Próxima estación para escribir:
J.J. ALMEYRA.
Estaciones literarias por visitar en el Ferrocarril Midland:
INGENIERO WILLIAMS.
GONZÁLEZ RISOS. PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
-Próximas estaciones literarias por visitar en el ferrocarril
Provincial:
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS
JOSE RAMÓN SOJO. ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD. ESTACIÓN
GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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