viernes, enero 16, 2015

PARA SABER QUE NO ESTAMOS SOLOS...

*Obra de Claudio Uzal. ©
Gijón.







Incidente*



*Por Hector Cepol. hectorcepol@gmail.com



Linda noche para estirar las piernas. Una chicharra en el jardín, estrellitas, una vereda que elige el rumbo, y allá vamos. El cuore tranqui, ensimismado, como chupando un chocolate. A la distancia uno que viene y una sensación ligera de calle invadida. Pero volvemos al chocolate, a corretear mentalmente. Aunque vigilamos. Trae pequeñoburguesamente un perrito, no inquieta, pero viene pegado a la pared. Nosotros también. Otra ráfaga de sabor dulce nos envuelve pero con cierto aire a despedida como los soldados en la estación. Está más cerca y no larga la pared. ¿Se creerá dueño de la calle, de la noche? Estamos a tres metros.

No exagero. Son tipos peligrosos, títeres y a la vez hacedores de fragmentación social. Porque, carajo, no está lloviendo, es de noche y no hay solazo, es una pura defensa animal del territorio. Y no se te acercan con prepotencia, solo con firmeza autoritaria, y antes de eso con falsa amabilidad, y antes, con cara de poker.

Pero este pasó esas etapas.

–Disculpe –me dice con la mirada y un gesto elocuente con el brazo–, tengo la derecha.

Sí, casi roza la pared con ese brazo. Pero no somos vehículos, somos seres humanos.

–No diga, ¿anda con registro para circular?

Y ahí, este falto de toda urbanidad, extrajo (porque no sacó, los delincuentes siempre extraen) extrajo una cimitarra y cortó en dos la noche.

Me agaché y saqué mi Kalashnikov AK-47 y lancé una ráfaga.

Se agachó, extrajo un lanzamisiles y gatilló. Me hice a un lado pero en dos saltos volví al jardín y saqué mi tanque alemán Leopard 2A5. Quiera que no, le dio tiempo
para aprestar un helicóptero Apache. Ahí dije, basta, si querés violencia… largué el tanque y con los vecinos solidarios que ya se habían asomado montamos a caballo y lanzamos un ataque como aquel de los mujaidines afganos con lanzamisiles en Rambo III (…aquellos admirables combatientes de Bush que, bueno después le derritieron las torres gemelas, nada es perfecto).

Fue un ramalazo. En un instante volvió la noche tranquila, y él estaba a un paso, y me hice a un lado.

– ¡Buenas noches!, le dije.

– ¡Buenas noches…! me dijo.








PARA SABER QUE NO ESTAMOS SOLOS…









SOBRE MI CORAZÓN SE HA POSADO EL VIENTO*



Amor, sobre mi corazón se ha posado el viento.
Infancia aletargada. Matuasto al sol.
Valle de umbrío lecho. La luna está tan lejos.
Ya no están las rocas solitarias.
Aquellas, las amadas.
Yacen, cubiertas de ceniza.
O vuelan, ahogadas por las rosas mosquetas.
El viento borra todo. Todo.
El valle se ha marchado. Los álamos, tan altos.
La lluvia ha cerrado los ojos y el alba no despierta.
Está tan frío. Gotea, lentamente la sangre del dragón.
Oscuros féretros calientan el hogar.
El jinete, tan callado, cabalga.
Pasa de largo. No detiene su paso. Se va.
Amor, sobre mi corazón se ha posado el viento.



*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar












Ahora ya hasta los parques son hostiles*




Ahora ya hasta los parques son hostiles.

Todo me lo cambiaron.
Los árboles, impíos, me aviolentan
desde el faro impersonal de su estatura.
No tiembla ni una hoja.
(Pero ¿no eran los árboles
movidos por el viento del otoño,
mis viejos aliados?)

No. No era esto. El verde
es un verde yacente, casi decapitado.
Ni una flor me amenaza
con su efímero roce, con su breve fragancia.

No consigo encontrarme.
Todo me lo cambiaron.

Hay viejos en silencio y bancos despintados
y piedras que destellan y macizos de flores
sin la antigua belleza que impregnaba sus pétalos.

Hay niños bulliciosos y mujeres cansadas,
y mientras, lentamente, el verano agoniza.

No, no era así; los parques de otro tiempo
solían ser refugio, atalaya, horizonte...

Pero hoy los parques niegan ese ansiado consuelo.
Tal vez sea yo el muerto.

Ahora las piedras callan
y los viejos, los bancos, los frondosos rosales,
rechazan mi amargura con un rictus cansado.

Todo me lo cambiaron y la tarde declina
y la sombra insinúa el inflexible retorno.

Todo murió y las calles
(hoy de nuevo enemigas)
van quemando la estela de ese amargo regreso
al lugar donde yace mi cuerpo destronado.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com








*


hay una mujer que se repite infatigablemente.
como una tabla de multiplicar se repite.
está en cada ciudad de América del norte
y de América Central y de América del Sur.

esta mujer se condiciona a condición de que
los árboles den frutos rojos sobre su vientre verde.
es toda ella naturaleza maculada y pura
a tal punto que los pájaros la consideran una de sus
tantas notas musicales

en cada hombre de millones de hombres que
salen de debajo de la tierra a ganarse el pan de
cada día hay esta mujer, sobreviene ella con sus
ojos de panales con su boca de jarrones con
su sexo del fin del mundo

el viento a veces le tira del cabello para galantear con
las palomas
o para llenar los caminos que unen pueblitos perdidos con
el aroma insospechable del crimen de la belleza.

hay una cosa del sexo femenino que gime o maúlla o canta
o brama o para peor se queda callada y entonces es ahí cuando
los barcos a modo de protesta golpean con sus proas los
débiles brazos de los muelles
para que el continente entero se sacuda de miedo y de
vergüenza/


*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar










Biblioteca cuerpo casa*



Los  libros se aduelan de la casa que es como un adueñarse con pena porque  son nómades, libres, no esperan ser amos, les gusta desparramarse como el agua,  van desde  la multiplicidad hacia las manos y los ojos y  se derivan en tiempo, azar, deseo, memoria. Hay una biblioteca que sube  escalón por escalón a la promesa de cielo, siempre  incumplida. Estantes blancos que abrazan los vacíos. Mis libros preciados, están adelante, enfrentados con  el jardín, abriendo diálogos vegetales. Se cuentan un origen común. En ese espacio que es como un balconeo de cuerpo femenino  nutricio. Libros que hablan sobre libros, miniaturas de cuentos,  fragmentos y esas lecturas de placeres textuales, los que producen cierta exaltación, van y vuelven, a la cama, al sillón rojo del dormitorio .Hay varios en juego, para darles pequeños mordiscos, o tocarles las páginas hasta que suelten un olor, un secreto, una caricia.. Son los elegidos que comparten ese amoroso abrazo con la biblioteca del dormitorio, la de adelante se pronuncia, me incita. La de atrás, poesía; la del consultorio, psicoanálisis. La de otro mueble biblioteca,  temas sociales,  los libros del ausente, sus marcas, los que nunca leí. Hay una biblioteca, viva, vital y otra que casi no se toca y otra más, detrás de un mueble como un secreto inmovilizado, mudo. Porqué dejaremos en la oscuridad ciertas zonas, ciertos libros, en este caso la dificultad de acceso  parece justificarlo, aunque lo perdido, lo soslayado, no siempre tiene lógica. Pensarlo angustia, esa ciudad que no vimos, el lugar al que no llegamos, lo que ya no conoceremos. Los  oscuros- claros, la civilización y la barbarie, el cerrado espacio sin salida. Del lado de la luz, la mesa con su mantel bordado de flores de Guatemala tiene cajitas que guardan poemas y pequeños textos que convido. Como bombones. En un labrado porta Corán se ofrecen  servilletas  y  poemas, asoma un Borges  dando  inesperados giros. A veces, a  cierta distancia, me parece ver un barco entre los libros. Me gustaría tomarlo, escribir lo que queda del día, navegar ese mar de lenguaje y convidar. Convidar palabras, muelle, mórbido, huella, preciosa, almohada, hada, Alhambra  como un palacio de las 1000 y una y contar, leer, escribir, infinitos cuentos. Una noche más  para gozar de la felicidad clandestina de los libros que se pierden y recobran. Una noche más, que han quedado tantos sin leer en los recovecos de mi propia casa. Una noche más.


*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar










Abundancia*



se me ha dado todo
la inmensa sonrisa
el corazón avaro
el amor de los hombres
su brutalidad
se me ha dado todo
la fertilidad
y la poca paciencia
para las labores maternales
se me ha dado todo
la familia ensamblada
un hermano en cada continente
la fragilidad en cada hueso
y la poca sobriedad
en el lenguaje diario
se me dado todo
todo
pero en porciones
que no puedo digerir



*De Carolina Quiroga. carolinq73@hotmail.com








*


Voy a comprar regalos... el gasto...  la debacle... el hipotecarse entero... el desperdicio final...  el camino al suicidio... el mar de los pedigüeños... la pobreza absoluta... el bolsillo vacío... el pasar hambre...  el régimen alimenticio obligatorio... el despiporre baldío... el gastar por gastar... el camino al desastre.. .la obligación de quedar bien... la contrapartida del obsequio... el sentirse acabado... la calentura del monedero... el crematorio de la visa... el adiós a la calderilla... el bolso inútil...  el comprar por gastar... la inflación de la deuda... la inmolación de las carteras... el suicidio de las tarjetas de crédito... el préstamo obligatorio... la hipoteca para regalos... la póliza de descubierto incubrible... el camino a la locura...la posesión compulsiva... el escaparate total... el virus del gasto...   el Hamlet de escoger... el deambular por grandes almacenes... la búsqueda de las tallas... la persecución de las ofertas... la carrera tras las promociones... el paradigma de la pobreza... la carencia del pecunio... de aquí a la monjas... el Camelot del desastre... la Santa comedia... la borrachera de pagos... la demanda a todos los amigos... la obligación de regalar... la fiebre del gasto... el sendero a la perdición... la inquisición de las tiendas... la tentación de las marcas... el perfume de narices... la ultima peseta... sólo compro lo caro... la enfermedad del gasto... la idiotez de la compra... la cara de burro... la oferta y la oferta... el comprador compulsivo... el "nunca lo podré pagar"... la futilidad del regalo... el peculio volátil... el monedero vacío... la bolsa y la vida... el nacer para comprar... la negación del ahorro...  el nacer para sufrir... la oportunidad de gastar... el sueño de las mujeres... el delirio del vendedor... no llegaré a rebajas... jamás dejaré de comprar... la maldición de la familia numerosa... el regalo a la suegra... el amigo invisible... este es el ultimo año... siempre gasto más de lo que puedo... sería mejor no hacer regalos... la cacofonía de la caja registradora... la constatación de la falta de liquidez... la comprobación de la American Express,... el recorrido del atasco en taxi... el pago del parking... la confraternización de los compradores... el sueño del naufrago... que lo haga Papa Noel... nunca querré ser Rey mago... oh dios, otra corbata... cuanto más pequeño es el perfume más caro ... envuelva para regalo... Feliz Navidad... In feliz , ya es Navidad... sería mejor irse de viaje... juraría que llevaba más dinero... la finiquitación del sueldo... la hipoteca infalible... el cabreo seguro... la depresión ... la locura pobre... la pobreza provocada... el inicio de la mendicidad... la indigencia próxima... la comida del hogar del indigente...  el camino al calvario... la constatación de que no llegas... la deprimente sensación de gilipollez... el pensar que eres tonto y seguir comprando... el sufrimiento estoico del deudor... la mejor forma de dejar de pagar las hipotecas... la suerte de que me queda medio depósito... el exceso del límite... la ampliación del límite.... el exceso de la ampliación del límite... la segunda ampliación del límite... el exceso de la segunda ampliación del límite.. la denegación de más riesgo... la caída en la depresión por exceso... el arrepentimiento por pedir ampliaciones de límite... aun faltan los regalos de los niños... dios, ¿porque hiciste los grandes almacenes?... el dinero de plástico... la deuda de plástico...los intereses de plástico... yo soy de plástico.... nunca pensé poder gastar tanto.... solo salí a comprar tabaco... el despiporre del gasto... el vicio de la compra... el cambio de la cartera por un clip... el record de los idiotas... el Guinness de las compras... la quiebra... la bancarrota...


*De Joan Mateu. joan@cimat.es











Soledades*



-Recordando a Osvaldo Soriano
(Mar del Plata, 6 de enero de 1943 – Buenos Aires, 29 de enero de 1997)


Una tarde, mientras íbamos río abajo en un bote de pescadores, mi padre cerró con furia los puños alrededor de la caña y de golpe se echó a llorar.
Llevábamos un largo rato en silencio. Yo tenía los remos y trataba de que la corriente no nos alejara demasiado de la orilla. Hasta entonces su pena me había pasado desapercibida porque para mí él era fuerte y sin fallas. Me demoré un largo rato antes de preguntarle qué le pasaba. Confusamente me dijo que había perdido a alguien a quien quería mucho y aunque era muy católico empezó a cagarse soberanamente en Dios. En ese momento no me importaron nada Dios ni los seres queridos. Me irritaba verlo así, aferrado a la caña, con la cabeza hundida en el pecho y el pelo blanco sacudido por el viento.
Hasta entonces su vida había sido ordenada, mediocre, patriotera. Fluía mansa y previsible como el agua que nos llevaba entre islotes y troncos flotadores. Dios era una inteligencia inasible e inapelable que aparecía cada vez que nos faltaba una explicación. Yo creía en El: todavía me veo rezando a oscuras, pequeño y pecador, pidiendo que fueran eternas las cosas que me hacían dichoso. Era tan joven que sólo pensaba en la muerte como algo lejano que quizás tuviera solución. Lo que pesaba era la soledad. No la soledad de estar solo sino esa otra por la que han escrito los mejores libros y cantares del universo. Ese paréntesis que atrapa una palabra para darle entonación subterránea. El agujero negro, infinitamente vacío, en el que aquella tarde había caído mi padre.
En Tierra de sombras un estudiante de letras dice que leemos para saber que no estamos solos. En Bleu, la protagonista intenta ocultar lo evidente bajo una máscara de fortaleza e indiferencia, hasta que algo se rompe. Por fin, en la edad de la inocencia, el hombre que acepta una vida prejuiciosa y previsible se hunde en las contradicciones de una clase incapaz de dar a la soledad otra respuesta que el orden cerrado y la complacencia hedonista.
Miré esas películas el fin de semana y al ver llorar a Anthony Hopkins abrazado al hijo de su esposa muerta, me puse a llorar yo también y me vino a la cabeza esa imagen de hace tantos años en el río Limay. Sin duda, también contaba la culpa, pero eso lo comprendí más tarde. Culpa de estar ahí y ser más joven que él. De no tener todavía nada que amortizar o de estar pagando por anticipado.
Durante un paseo por el campo, el profesor enamorado de una mujer agonizante confiesa su dicha efímera y ella le responde: "La felicidad de hoy anticipa el dolor de mañana." Tierra de sombras habla de Dios y del alivio que ofrece la fe para insinuar que no hay tal. Que Dios es el sufrimiento mismo y no su consuelo. Durante siglos el Creador jugó a ser imprevisible, fuente de amor y verdad, juez supremo incomprobable. Desde que lo inventaron, los hombres han tratado de explicarse para qué les sirve. Y como lo suyo es, a los ojos de la mayoría temerosa, sólo castigo, tampoco él sobrevivió a la oferta y la demanda. Mi padre no podía saber que dios iba a morir tan pronto y yo mismo nunca lo imaginé. En esos días lo habían intimado a dejar el cigarrillo.
Rechazó las pamplinas de los médicos y apostó a algo superior. Al Ser Supremo que estaba por encima del bien y del mal.
Naturalmente, perdió. Pero eso iba a ocurrir años después. Entre tanto está llorando mientras un bagre tira de su línea y yo no me animo a acercarme para consolarlo. Me digo que en una de ésas el bote se da vuelta y tenemos que volver nadando.
¿Qué tiene que ver el cigarrillo con el Reino de los Cielos? Mucho, me parece: al placer corresponde un castigo de espantosa agonía. Así pasa  con todo lo bueno en la tradición de judíos y cristianos. Más allá, el goce y la dicha no prefiguran el paraíso sino el infierno. Eso parece decir Richard Attenborough. El amor, si podemos darlo, nos devolverá lágrimas y castigo.
Palabras más, palabras menos, Scorsese sugiere lo mismo. Sólo que no hay amor en La edad de la inocencia. No lo hubo en la vida de Edith Wharton, no podía haberlo en su novela y no es intención de Scorsese mostrar otra cosa.
La película, situada en 1857, habla de hoy y de una aristocracia con códigos propios: ocio, manjares, hipocresías, hasta que el amor aparece como una amenaza. Evitarlo preserva el orden social. Eso sugiere, me parece, el impenetrable mayordomo de Lo que queda del día. La autoridad de mister Stevens es proporcional  a la negación de sus sentimientos. El dolor, la alegría, la humillación, resbalan en su alma como gotas de rocío. Todo pasa pero queda la soledad. Para Baruch Spinoza, en su Ética, el control de los sentimientos es la mayor virtud del alma: "A la impotencia humana para gobernar y reprimir los afectos la llamo servidumbre; porque el hombre sometido a los afectos no depende de él, sino de la fortuna." Con Spinoza se pone en claro, desde 1677, que el poder, para ser tal, excluye el amor en
cualquiera de sus expresiones. Y que la gente vulgar al mostrar sus afectos los expone a la manipulación y la demagogia.
En sus Diarios, el narrador John Cheever apunta en 1979: "Puedo saborear la soledad. La silla que ocupo, el cuarto, la casa, a todo le falta sustancia (...) Creo que la soledad no es un absoluto, pero su sabor es el más fuerte." El libro comienza con una reflexión bella y perturbadora para mí porque sospecho que así sentía la vida mi padre aquella tarde que salimos de pesca: "En la madurez hay misterio, hay confusión. Lo que más hallo en este momento es una suerte de soledad. La belleza misma del mundo visible parece derrumbarse, sí, incluso el amor. Creo que ha habido un paso en falso, un viraje equivocado, pero no sé cuándo sucedió ni tengo esperanza de encontrarlo."
Y bien, mi padre era más que eso, o ni siquiera eso: "Nada más obsceno y vano que intentar contener la vida y la obra de un hombre en un puñado de líneas invocadas en el tiempo y la distancia", escribe Rodrigo Fresán en Trabajos manuales. Y agrega: "Cuando un hombre se transforma en el único paisaje posible de sí mismo es cuando alcanza la forma de la soledad. La soledad como territorio. La soledad como forma alternativa de la geografía y de lo biográfico."
Estoy tratando de decir, con imágenes y palabras de otros, que lo esencial de una vida brota en el momento en que nos enfrentamos a las formas más puras de la verdad. Amor, dolor, soledad. Ahí estamos solos, sin Dios, sin patria ni sustento. Un paso atrás, un movimiento en falso y todo está perdido. En la serenidad del bote que bajaba por el Limay, mi padre percibió de golpe su tierra de sombras. Nada de este mundo le resultaba ajeno, pero él no era más que una brizna de polen arrastrada por el viento. Cuando tuvo fuerzas para admitirlo dejó de llorar, recogió la línea y devolvió el bagre a la correntada.


*De "Piratas, fantasmas y dinosaurios"










INVENTREN
http://inventren.blogspot.com/


La crisis del chocolate*


(De la estación Herrera Vegas - ferrocarril Midland)



*Por  hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
&  Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com



-1-


¿Por qué íbamos a preveer errores, si avanzábamos sobre teorías sólidas?... La crisis del chocolate se extendía a nivel mundial. Parecía que las plantas de cacao se hubiesen puesto en huelga hasta que las especies transgénicas, introducidas a cada país con tratados de libre comercio, renunciaran a sus patentes en el mercado.

Eran esos tiempos futuros, o arcaicos (nadie lo sabe bien), en que el chocolate era valorado más que el oro u el cobre en estos días. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se vieron obligados a intervenir para rescatar al país de lo que los expertos ya llamaban "La Crisis del Chocolate", elaborando un oportuno plan, como en casos similares suelen ser elaborados.

Las ya tradicionales opciones fueron consideradas: instaurar una dictadura militar, despidos masivos, privatizaciones, permitir que una potencia invada al país para rescatarlo, incrementar la deuda externa... Incluso la opción de dejar al mercado nacional sin protección del Estado, para que por un milagro del mercado mundial se estabilizara el país y lo sacara de esta terrible crisis; algo así como cuando los extraterrestres secuestran a las personas (principalmente mujeres, aunque luego suele haber equivocaciones), y usando técnicas de inseminación artificial les dejan preñadas, solo que en este caso: usando dinero y países para los experimentos.
La crisis avanzaba rápidamente, y el plan debía ser definido; pero la experiencia histórica frenaba cada opción al recordar que ninguna de ellas, ni todas implementadas al mismo tiempo, resolvían crisis alguna y sólo protegía los intereses de los grandes capitalistas. Fue entonces que la respuesta que se buscaba, aquella que aportaría la evidencia rotunda de lo acertado de las doctrinas neoliberales, apareció para salvar al país: se adoptarían todas las opciones tradicionales, pero además, y ésta fue la gran respuesta, se construiría una fábrica de chocolate.
Y así fue: la construcción se inició un par de horas después de consumado el golpe militar. La localidad elegida fue el pueblito de Herrera Vegas, junto a la vieja estación abandonada del ferrocarril. Su construcción traería desarrollo y empleos a la localidad, además de chocolate a la nación.

Lo que causó la primera sorpresa fue el gran letrero a la entrada de la fábrica, que anunciaba el nombre: "Alfonso Luis Herrera"; que hacía recordar esos tiempos de la revolución mexicana de 1910, donde el tercer mundo había intentado definir una ciencia que se distinguiera del resto por haberse originado en un país llamado "subdesarrollado", y por haber intentado unificar la experiencia y expectativas del pueblo con las explicaciones naturales del Universo:



FÁBRICA DE CHOCOLATE "ALFONSO LUIS HERRERA"

Auspiciada por el Banco Mundial.

Herrera Vegas, Buenos Aires. República Argentina.

"El patriotismo tiene una base química, pues nuestras cenizas irán a formar parte de nuestros descendientes; estamos formados con detritus de nuestros antecesores y otros seres y minerales de nuestra patria. Después de una guerra, las sales de los muertos, por medio de los vegetales, el trigo, el pan, etc., nutrirán los futuros pobladores de la región en que se dieron las batallas, lo que significa una reconciliación química profunda de las razas combatientes" (Alfonso L. Herrera)





-2-


A poco de andar, nos dimos cuenta con Astrid que el proyecto real no iba a ser aceptado ni entendido. Aún en ese mismo Centro de Investigación Avanzada, donde se desarrollaban ideas muy audaces.
¿Cómo podíamos aceptar ser auditados por los organismos que financiaran las obras y el equipamiento? Tuvimos que fabricar chocolate -el oro de la época- para poder sostener la investigación básica.
¿Como explicar que el proyecto contaba con la colaboración de una civilización extraterrena?
¿O que nuestras creaciones genéticas estaban poblando el planeta incubadora Gl 581 C?






-3-


Al poco tiempo, las cosas marchaban como era de esperarse: la crisis poco o nada se había resuelto, las medidas adoptadas sólo habían logrado dar estabilidad a los grandes capitalistas, los pobres trabajaban más y comían menos, y la deuda externa se había incrementado en algunos millones de dólares. Todos llegaban a la estación Herrera Vegas con la curiosidad de saber qué se hacía en la fábrica, pero quienes lograban entrar salían siendo personas completamente distintas, aún cuando seguían siendo los mismos (algo por demás extraño de explicar).
Los rumores comenzaron a causar desconfianza, pues nadie había visto por la región algún chocolate de los producidos por la fábrica, y regularmente eran observados cargamentos que llegaban al ferrocarril, transportando equipos de laboratorio, secuenciadores de genes, sustancias químicas y demás cosas que pasarían inadvertidas, si a donde eran llevadas no fuera una fábrica de chocolate.
Y es que dentro de ésta, colocado inmediatamente en la entrada, se encontraba un espejo que tenía la curiosa propiedad de invertir la simetría de las moléculas en todo aquello que se reflejara en él. Este espejo era utilizado con el fin de invertir la simetría quiral en los seres vivos, pues una propiedad de todos ellos es que los elementos moleculares que los constituyen, en cuanto a los aminoácidos que forman parte de las proteínas y los azúcares que componen el material genético (ADN y ARN), se orientan a un lado en particular: los aminoácidos en los sistemas biológicos son izquierdos (levógiros), y los azúcares son derechos (dextrógiros). Bien, el espejo invertía esta simetría (esta quiralidad), en todo ser vivo que se reflejaba en él.





-4-


Nosotros trabajábamos en la inversión y/o modificación genética de la vida. No imaginábamos que nuestros procedimientos alteraran la ideología de los sujetos. El marco teórico nos llevaba a suponer que la ideología de los sujetos es más dura e inmutable que su genética.
Así pensábamos hasta poco tiempo atrás, cuando en el marco de la visita de un economista, jefe del Banco Mundial, ocurrió un acontecimiento imprevisto: Mientras el hombre recorría la línea de producción de monedas de chocolate -las cuales pueden ser consumidas o utilizadas como medio de pago hasta la fecha de vencimiento, pues vale aclarar que en nuestra época, el dinero es comestible y tiene fecha de vencimiento en su utilización- fue entonces cuando notamos que el espejo inversor había quedado descubierto por una esquina, y sin poder evitarlo, el economista se reflejó en él. Cruzamos miradas de pánico pero no ocurrió nada, todo siguió aparentemente igual.

Al final de la visita, Astrid acompañó al hombre hasta la estación. Para el horario de llegada del tren faltaban unos 20 minutos. Al rato de llegar, el hombre se disculpó un momento para ir al baño de la estación. Caminó hasta el muro lateral -pintado impecablemente de color arena- y allí, a la vista de muchos pasajeros que aguardaban el tren al igual que él. Extrajo de sus ropas un aerosol de pintura. ¿Lo había robado de nuestra fábrica, en la sección donde rotulan la producción embalada en cajones?
Astrid saco fotos con la cámara de su teléfono celular mientras el tipo pintaba el muro, y  al graffiti finalizado:


"La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados"

-Marx y Engels-


"El capitalismo es una mafia"


"Lea El Capital y El Manifiesto Comunista".



Ha pasado algún tiempo y todavía no tenemos una explicación confiable a este suceso.




Próxima estación para escribir:
  
J.J. ALMEYRA.

Estaciones literarias por visitar en el Ferrocarril Midland:

INGENIERO WILLIAMS.
GONZÁLEZ RISOS.  PARADA KM 79.  ENRIQUE FYNN.
PLOMER.   KM. 55.   ELÍAS ROMERO. 
KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.

***

-Próximas estaciones literarias por visitar en el ferrocarril  Provincial:

GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS

 JOSE RAMÓN SOJO.  ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.

-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar



InventivaSocial
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Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar




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