*Obra de Cecilia
Aguado.
Villa Gesell.
Argentina
VERDOR EN
VILLAGUAY*
En el sueño, como todo sueño que
se precie, los padres eran muy jóvenes, los árboles tenían sus hojas muy
verdes, pero de un verde claro, con el sol que le daba un color especial a las
ramas tan jóvenes.
En ese mismo sueño me alegraba
de haber tenido padres que me enseñaron a amar los árboles que
acarician las brisas y los vientos hamacan y las tormentas sacuden y
los altos ramajes que sólo saben resistir con esa elástica fortaleza que es
todo su esplendor y defensa.
Recuerdo aquellos textos señeros
W.H Hudson, el primero que vio tal vez la gloria de Dios por estas tierras y
amó el viento en los matorrales y admiró los últimos pájaros libres del mundo y
supo como nadie de aquellos árboles que rodeaban su casa de
los “Veinticinco ombúes”. Pero eran cosas como de principios del
mundo y aunque él ya se sabía el último testigo de aquella gran maravilla que
abrazaba los amaneceres y derribaba los crepúsculos más bellos, fragantes y
arrullados por todos los pájaros que ya no volverían.
Con esa lúcida conciencia que
usó hasta el final nos dejó páginas memorables que podemos recordar porque en
el recuerdo también mora el amor, y esa es la única arma que se puede esgrimir
contra el dolor, el desasosiego y la pena que siempre insiste en ponernos de
rodillas.
Es decir que todo este amor por
los árboles fue inducido por la pasión de nuestros padres, y con mi hermano
hemos agradecido siempre todo aquello que nos hunde en esa naturaleza propicia
de verdes, de pájaros, de vuelos libres de las abejas y las mariposas.
A la propuesta de mi amigo, el
poeta entrerriano Miguel Angel Federik, sobre el destino final de las nubes de
mariposas en la infancia ya lejana, no supe responder, en nuestras charlas
memoriosas, gratas y fraternas en su hospitalaria casa de Villaguay,
donde vive bajo la mirada discreta y amorosa de María, su mujer.
Las charlas de esos días
inolvidables, se sucedieron con pasión sobre los poetas amados por nosotros y
en la unción conque repasábamos esos versos que ya están en el fluir hondo de
la sangre.
El primero, como es obvio, fue
aquel entrerriano universal que se llamó Juan Laurentino Ortiz, quien
según mi amigo Miguel, derribó todos los tabúes de la lengua y nos dejara a
nosotros un campo limpio para que armáramos lisamente “en la lengua”, según su
expresión un campo de entera libertad para que lo usáramos con toda libertad.
Se cambiaron anécdotas amables,
risueñas y reflexivas, siempre hondas de ese hombre que nos dio más de una
lección de vida con su valentía y resistencia en la soledad y su entrega de
amor a la gente que habitaba su paisaje, y lo hizo con humildad y su pasión
conmovida.
También recorrimos las colinas
que él puso en la poesía argentina para siempre.
La erudita pasión de mi amigo
nos llevó por los senderos de la historia de su provincia, que es donde
amaneció la Patria, en su sentido más fundacional. Y me parece oír la voz del
gran Juanele cuando relataba como si lo hubiese visto o hubiera sido testigo de
las caballadas de los ejércitos de Artigas, con esos desarrapados que lo
seguían en la victoria o en todas las derrotas, en el albor primero y lejano
donde se desangraron estas crueles provincias.
Y también de las tragedias
recuerda Miguel, de sus grandes caudillos todos muertos asesinados. Porque
Ramírez, Urquiza y Ricardo López Jordán, no se fueron de este mundo desde una
cama, sino bajo la crueldad de las balas y los cuchillos.
Estas cosas y muchas otras
charlamos en su casa de Villaguay, con Miguel y escuchamos música, leyendo
nuestros poetas queridos, dando cuenta de nuestros afectos, de nuestras
coincidencias mientras el vino oscuro bajaba en las gargantas, y todo alumbrado
con sus reflexiones justas y apasionadas, sobre esa materia viva que es la
lengua y sobre todo la poesía.
Creo no caer en un lugar común
si digo que Miguel Federik, mi amigo, es un libro abierto que se ofrece a la
amistad y a la poesía, como un pan caliente que se corta sobre una mesa de
madera.
A orillas del río Uruguay, con María y con Miguel vimos navegar unos barquitos lejanos, bajo
el sol que inundaba las colinas tan verdes y no pude dejar de citar ese bello
poema de Juan Gelman,
Que dice:
“Quién paga los derechos del
velero
que escribe adiós
en la tarde desierta”
*De Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
LAS AGUAS PRIMORDIALES DEL CAOS…
Poesía de un
Martes*
Te digo que fui
al mercado
que una chica
muy joven lo atiende
tenía a su hijo
en un brazo
mientras que
con el otro
tomó las frutas
Iba y venía
las frutas
el niño.
Me dices que te
atrapa
el color
expuesto
olemos
profundamente
el perfume que
suelta el carmín
y el amarillo
Te cuento
también
que hice muchas
cosas en tiempos pasados
con un solo
brazo
entonces vos me
tomas de la mano
nos sentamos
cruzamos las
piernas
y me decís
cenemos juntos
manzanas eligen
los ojos.
Viene un
perfume nuevo de tu boca.
Como si
hubiésemos mordido
o descubierto
acaso
un perfume a
sidra nueva.
*De Adriana
Sáliche. adrianasaliche@hotmail.com
Chivilcoy.
A veces se oyen
voces*
Gravedad del
desorden que forman las palabras
incoherentemente
pronunciadas, como un cáliz
rajado, seco,
infame, con los bordes manchados...
Tenebrosa la
noche que nos viola
con sus
destellos deslumbrantes, con su ruido,
con la risa
imprudente de los cuerdos,
con el brillo
en los ojos del amante;
la noche cuyo
vino adolescente nos embriaga,
la noche
dominante y entreabierta...
A veces se oyen
voces
en la pública
quietud de las esquinas,
en la tibia
intimidad de los zaguanes.
Mas el silencio
siempre vuelve
como un amo
cruel, tenaz, inagotable...
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De Extrañamientos
y rescates
*
¿Por qué la
poesía ha estado siempre al borde o en la locura? Porque sin la costumbre ni la
elisión a partir de la ideología o religión, sin lenguaje práctico, es posible
que aceche lo monstruoso. Lo primero que aparece es la falta de unidad. Donde
no hay unidad duermen las aguas primordiales del caos. O el espesor y la
extrañeza de un mundo vuelto ajeno.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
ESE ESPEJO...*
Me fascina el
mundo del espejo
que está detrás
de la frente
ése,
guardián de las
imágenes
que nos
pertenecen…
Desde un tiempo
de palomas
que no vuelven
hasta un
laberinto de rostros
que tienen el
poder
de invadirnos
cuando quieren.
Basta cerrar lo
ojos y la vida
sucede
nuevamente
llevándose otra
vez
los sueños y
las alas.
Por un instante
el espejo
las engaña
miente un
espacio de cielo
que no existe
sólo consigue
reflejarlas
para que yo no
olvide
que están allí,
contra toda esperanza.
A veces
el remanso
viene
convertido en
imágenes que huelen
a dulzura de
siempre.
Son breves
pero alcanzan.
Justifican la causa
de los días que
duelen.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
Toda la noche
cayó la lluvia
me despertaba
para oír
correr
los sueños
como en una
acequia.
*De Ines
Legarreta.
Chivilcoy.
Pequeño
infinito*
El café, los
diarios, ciertas lloviznas, unas rosas rebeldes, libros en la cama, marchas,
multitudes, la música de los amigos, palabras en red, un silencio poblado,
algunas callecitas de Palermo, la voz de Cortázar que cuenta, los compañeros
del alma de La República Española, paisajes italianos que caen abruptos para
entregarse al mar, el malecón de Cuba, esas manos que cubren, la belleza del
deseo abriendo la piel, jugar a tocarse con lenguaje; el alivio después que la
piedra del dolor se levanta, pestañas en seda acariciando la noche; jardines a
tientas, una foto olvidada, zapatos viejos, los sueños por venir, la voz que me
dice no te rindas, el infinito pequeño de la vida.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
*
no sé
sino
tu nombre
no conozco tu
raíz
ni el color de
tus hojas
quizá en tu voz
vaya el viento
tocando
violines
o tal vez el
mar con sus metales sonoros y dulces
no sé si tenés
en las manos
manzanillas que
reniegan perfumes
o si el día se
descascara en ellas
y se duerme
como un caballo
sobre
el vado de un
río,
y aunque
parezca
locura este
infinito
quisiera
compartir con vos:
penumbras
luces
mariposas,
lluvias que
abren sus dedos sobre el paisaje y tiemblan,
pero ya sabés
me gana
a veces
la tristeza
porque estoy
hecho de pájaros que miran la noche
y si en este
siglo
solo me toca en
gracia
quedarme con tu
nombre bajo del brazo
iré con él
por el mundo
sabiendo de
antemano
que un nombre,
tu sustantivo verde, bastó
para alegrarme/
*De León
Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
Para espiar el
futuro*
(Nuevos papeles
de Mario *)
E . U . C2
______________________
MMI
Donde E es
Experiencia colectiva (o capital social y político),
U es Utopía (de
lento, a veces desesperante crecimiento a la par de
nuestra cultura
política),
C es
Carencia dado que nos empuja la Ley de las carencias
(carencia al
cuadrado porque se potencia a sí
misma),
y MMI = Mal
menor inmediato, en tanto lo deseable siempre es la salida
menos dolorosa.
Perdón, no lo
aclaramos, este sería el posible algoritmo de la emancipación humana. O de la
interacción científicamente necesaria a ese efecto.
Por supuesto,
probarlo sobre un acontecimiento aislado solo arrojará resultados
aleatorios. Es necesario el chequeo panorámico.
Aunque, caramba, es
empezar y notar que faltan al menos otros dos factores: RE, o
restricciones externas de cada sociedad (esa cosa de la
injerencia permanente de las sociedades poderosas en las otras),
e I, sí, lo imprevisto, que como siempre es lo último que descubrimos.
Así que bueno,
pongamos eso, revolvamos. Y ensayemos (que es leer historia, usted
no pretenderá empezar leyendo el futuro). Piense: si funca
podríamos entender mejor el despelote del pasado y espiar el
futuro. Y tiene razón, sería casi la máquina de Dios, la madre
de muchas soluciones:
E . U . C2 . I
______________________________
MMI . RE
Donde, por
supuesto, qué joda, lo más inextricable sigue siendo I, que como incógnita
nos pincha el algoritmo y nos rebaja un poquitín de categoría (digamos de
algoritmo a ecuación). Pero no meteremos una X, ni lo piense. ¿Sabe por
qué? Porque providencialmente ha venido a auxiliarnos una ley
luminosa: la Ley de Amara (que aclararemos enseguida, no es ningún
yihadista sino el ingeniero Roy Amara, un brillante científico de
Massachussets que se nos fue en 2007). ¿Qué dice la ley de Amara?
Que tendemos a
sobrestimar el efecto de una tecnología en el corto plazo y a subestimarla en
el largo. ¿Se entiende? Sí, es casi una bola de cristal. Pero
científica.
Claro, a
nosotros en particular en principio tampoco nos ayuda mucho porque
alude al devenir tecnológico, no al social. Pero es muy maleable; es una ley
que increíblemente podemos empeorar o mejorar, un chicle. Cualquiera recuerda a
Julio Verne que al final venía a desmentirla con sus profecías a
largo y larguísimo plazo. Pero también al gran Salgari que la
recontraconfirmó cuando a principios del siglo XX escribió en Las maravillas
del año 2000, y creo que antes en La jirafa blanca, que para ese
lejanísimo futuro aparecerían edificios de... veinte pisos. (El pobre don
Emilio escribía en la última de las miserias al punto de fabricarse él
mismo la tinta; sin duda lo sabía todo sobre el desierto, los mares y la selva
pero no mucho sobre las novedades de Nueva York que ya
tenía esos rascacielos desde finales del XIX). Pero en suma, para lo que
interesa, algunos se niegan a subestimar el largo plazo y otros lo subestiman
que da calambre. Y queda muy claro: de tan completa, esta ley es y no
es. A veces es incontestable y a veces una aporía. O quizá
ofrece cierta luz en la oscuridad pero… es un fosforito.
Eso sí –sígame,
por favor–, extrañamente cuando se la extrapola (a lo Verne o a lo Salgari, no
importa), aunque zigzaguee en lo “tecnológico” (que es su objetivo), resulta
más precisa por alguna razón en nuestra evolución socio-política (que no
es su objetivo). ¿Qué por qué saltamos de lo tecnológico a lo
político? ¿Por qué superponer esos campos que parecen oponerse y hasta
confrontar? (Caray, siempre me acuerdo de aquel profe de historia insistiendo
con que ¡miren bien, observen qué “hombre chiquitito” hemos mandado a la
luna!).
Bueno, ahí
está, lo conectamos justo por ahí. Mire, si usted acepta como
característica del presente la aceleración de todas las variables (tomemos
dos solamente, la eclosión informática y los DD.HH., ergo, lo palpitantemente
tecnológico y lo palpitantemente social), también notará la brutal diferencia
de sus velocidades. Pascal construye la primera máquina de
calcular mecánica en 1642 pero muchísimo antes el mecanismo de Anticitera
del III a.C. ... (vea la Wikipedia). Los Derechos del Hombre son de 1789 pero
ya el Código de Hammurabi, ya los Jeremías, los Isaías, los profetas no
sacerdotales, antirritualistas, antimilitaristas, sensibles al dolor
social... (lea la Biblia sin anteojeras). Las dos variables partieron allá
lejos pero son ¿qué son? son la liebre y la tortuga (fábula que,
dicho sea de paso, podría encerrar el porvenir porque por algo viene
insistiendo la vox populi a través de Esopo y La Fontaine y Samaniego
y los videojuegos y el manga). Es cierto, todo esto, que sean la liebre y
la tortuga, tampoco es novedad. Pero no ha sido muy explorado
cien-tí-fi-camen-te, y usted en cambio puede ahora descubrir la
lógica, los algoritmos que esconden. Porque fíjese -y fíjese bien-: en
proporción un salto como el del Montgolfier al Challenger debió habernos
conducido del ocaso de los absolutismos a una democracia profunda, real, y
no empezar recién hoy a reclamarla. Pero ¡ahí está el punto! El contraste
entre lo tecnológico y lo sociopolítico, expresado en la diferencia
cuantificable de velocidades, invita –obliga más bien– a dar vuelta como un
guante la Ley de Amara, a formular –suenen clarines y trombones– que a la luz
de nuestras tristes pero valiosas y espantosas y acaso imprescindibles
experiencias, ¿a qué tendemos, eh?
A subestimar el
cambio sociopolítico en el corto plazo (pese al cambio de velocidades) así como
a sobrestimarlo en el largo (o a veces aquí también a subestimarlo o a desentendernos
de él pero no importa, lo que interesa es que jamás renunciamos a lo
otro: a subestimar el corto ignorando las aceleraciones).
Bah, a lo
contrario de lo que dijo Amara.
¿Se entiende?
Repáselo. Verá que ahora usted y yo estamos listos finalmente para mover la
palanca de esta máquina de Dios, y lanzar la humilde pero gran prueba inicial
(…posfactum, acuérdese). Y comprobar que, si el negativo de la Ley de
Amara es cierto, lo sociopolítico que tanto subestimamos en el corto muy bien
podría estar mostrando señales de aceleración evolutiva, no prolijas, no
exentas de contradicciones pero claras, evidentes, indiscutibles, quilombos,
despelotes, puebladas, primaveras…
¿Existe algo de
eso?
Habría que ser
pelotudo para no verlo. O ser de los muchos que leen lo rizomado como
inconsistente y no como un enredado que crece. ¿De qué hablamos?
De la historia
que leemos para la mierda aturdiéndonos con fechas y nombres, o viendo
solo como el poder pasa de manos, y no como pedía Hobsbawm: leerla como un
durísimo pero creciente avance contra la opresión, como un proceso
emancipatorio que -nos animamos a teorizar-, más que atravesar las
periodizaciones como algo ajeno a ellas las hace posibles. ¿Por qué?
Porque en el largo plazo hasta los imprevistos y los retrocesos son
absorbidos y alguna vez, en algún momento, llegan por fin estas
aceleraciones de lo más lento que usted haría muy mal
en subestimar.
¡Vamos la
tortuga!
Oiga, anímese,
mueva la palanca, sobre todo si es militante político o social o artístico, es
lo mismo, porque, escuche, el otro, el de a pie, el ciudadano que se
autoconvoca cada vez con más instinto de democracia
directa, ese aun sin darse cuenta ya sabe todo esto.
*De Hector
Cepol. hectorcepol@gmail.com
* Cf. nuestro
cuento “El congreso de futurología” (en la web).
http://inventren.blogspot.com/
*
(Fragmento de
la novela "La última línea").
El tren no
tardó, no hubo tiempo a pensar nada más y subí haciéndome paso. No sé por qué
los trenes siempre aliviaron mi soledad, como si la gente reunida en el viaje
formara una comunidad secreta de la que yo formo parte. A veces ruidosa, a
veces atravesada por tramos de silencio. Pareciera que en cada vagón los
pasajeros se unen para algo sublime, desde la más miserable de las escenas
hasta el acto más solidario y humano. La vida se recorta allí y el hábitat se
vuelve primitivo, seguro, continente. Mientras el tren marcha, todo es posible
que suceda en el mundo. Es más, siempre creí que los milagros eran concebidos y
otorgados en un viaje en tren.
Me pregunté:
¿Cómo habrá sido un mundo sin trenes? Y la respuesta tardó en aparecer, solo
volvió muchos años después cuando creí que no podía volver a subirme jamás a
uno de ellos.
Qué curioso
¿no? Yo siempre había ensayado la escena del viaje, desde pequeña me escapaba
sola o con las amigas que me seguían para ensayar la aventura. Era fascinante
hacerlo, porque adentro del ombligo me daban cosquillas. Miedo y placer eran
uno. Sentir que podía perderme pero que no, finalmente, me hacía fuerte.
*De Graciela
Vega. cielavega@yahoo.com.ar
(De la Estación
La Rica – Ferrocarril Midland)
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
GONZÁLEZ RISOS.
PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
JOSE RAMÓN SOJO.
ÁLVAREZ DE TOLEDO. POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD. ESTACIÓN
GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
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Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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