-Ilustración: Ray
Respall Rojas.
ALGORITMOS Y CIUDADES
-Poemas de Marié Rojas Tamayo.
Algoritmo, en matemáticas,
método de resolución de cálculos complicados mediante el uso repetido de otro
método de cálculo más sencillo.
Un algoritmo debe ser
programable, incluso si al final se comprueba que el problema no tiene
solución.
Ciudad, gran centro de población
organizado como comunidad.
La palabra proviene del vocablo
latino civitas, que se refería a una comunidad autogobernada.
ALGORITMO I
Regresa, mar, aullando o en
silencio.
No te lleves a la niña que
saltaba en tus orillas.
Permíteme dibujar tu atardecer,
tus olas,
No borres el eco de tu golpear
contra la roca.
Porque el pasado se ha ido y no
logro evocarlo si no atraigo
Tu reflejo a mis pupilas.
LA VIEJA CIUDAD
Quiero decirte tanto y no
encuentro las palabras...
Quiero hablarte de los olores
que trae el viento,
De las notas que lleva en sus
alas,
De la lluvia que moja mi rostro.
Y de nuestro abrazo,
De ese abrazo nuestro que ciñe
la vieja calle.
Mas no puedo, no me alcanzan las
palabras...
Para decirte que sin ti
No hay ciudad, sino lejanía.
Las flores solo portan aromas de
nostalgia,
La lluvia no es si no gotas de
agua,
El viento no lleva ni trae
melodías antiguas…
Porque sin tus brazos,
Sin tu mejilla junto a la mía
Contemplando como se oculta el
sol tras los tejados,
No sirven,
No son nada las palabras.
DISTANCIA
Esconderte he de mí,
No sea que la sal del tiempo te
corroa.
He de recordarte de ese modo
Mientras guardas aún retales de
inocencia.
¿Qué harán en ti los caminos?
¿En qué animal mundano te
hallaré cabalgando
cuando tu dragón pierda las
alas?
CITA
Te veré a la hora sin sombras
Bajo el árbol cuya presencia
convocamos.
Viajaremos a ese mundo con tres
soles
Que visitamos cuando unimos
nuestros sueños.
Danzaremos, triples siluetas
crepusculares,
Mecidos en cantos de cigarras…
La vieja fuente acogerá
En sus aguas nuestros nombres.
ALGORITMO II
Envidio al Loco que se inventa
un mundo
Y marcha hacia él con un
hatillo.
Envidio al niño que cree en sus
fantasías...
Hay demasiadas nubes en el
fragmento de cielo
Que asoma desde mi ventana:
He olvidado en cuál de ellas
pasta el unicornio.
Circuito cerrado, mi universo,
Giroscopio de cometas
extraviados
Que no llegan nunca a su
destino.
INFANCIA
Hace poco jugábamos a ser
adultos,
Hoy, a nuestro pesar, hemos
crecido.
Guardados están en baúles
Mantillas, sombreros y
antiparras.
Duermen, relegados, los
juguetes,
Hemos aprendido a mentir sin
sonrojarnos.
¡Infancia que se va, candidez
perdida!
Nos queda solo el alma, inocente
cual semilla.
NOCHE
Sonaban a lo lejos, no sé dónde,
Las campanas.
Vino la Oscuridad a mi
encuentro
A contarme sus historias.
¡Ha escuchado tantas voces,
Ha sido fiel compañera de
tantos!
Yo, que vivo entre silencios,
Presté oído a la dama de mil
velos.
Ella me dijo que allá lejos, no
sé dónde,
Alguien, esta noche,
Aprende a imaginarme.
Memoria
Golpea tu imagen los cristales
opacos
Que he puesto en mis ventanas
para no enterarme
Del ahora, del ayer, ni del
mañana.
¿Cómo aprender a exorcizarte?
¿Qué hago de ti, de tus
recuerdos,
De tu nombre aprendido a
amordazar?
Dime en qué rincón coloco
Ese muro insalvable que nos
cubre,
En qué mapa he de dibujar la
lejanía.
Ella
Ella ha olvidado el motivo que
la trajo a este momento,
Y se detiene a contemplar las
rejas:
La ciudad ha puesto cercas en
sus casas,
Se teme que el Afuera nos
invada.
Alguien ha dejado un plato de
sobras en su puerta
Para mitigar el hambre de los
gatos callejeros.
(Dios le ha guardado un sitio en
el Paraíso por tal gesto)
Ella voltea, sin querer, con sus
pasos el plato
Y las sobras se desperdigan por
el suelo.
Comienza a llover, como todas
las tardes,
Ella no sabe si en su rostro hay
sudor, lluvia, o lágrimas.
Observa como se empapan las
intimidades
Que los vecinos sacan a asolear
en los balcones…
¡Ay, ciudad, qué sería de ti sin
gatos, verjas y esas tendederas!
Ella camina lentamente hacia su
muerte,
No importa si debe recordar su
nombre
O el motivo de tales
circunstancias,
Su ángel le tiende los brazos,
corre a su encuentro,
Pensando que va a extrañar su
ciudad, allá, en el cielo.
LA VIEJA CASA
La casa vieja se derrumba tras
las horas,
Nadie acude a pernoctar en sus
paredes.
Se ve triste, vacía,
Sin juegos, sin abuelos, sin
historias contadas a su vera.
Han tirado a la basura sus
escombros,
Mas su sombra permanece,
pedestal de la inocencia.
El aroma a eucalipto trae el
canto: alouette, alouette,
Al ritmo incansable de la comba.
Nadie sabe del espectro,
Que vaga extraviado por sus
suelos, tras sus puertas.
ORÁCULO
Mi anillo se oscurece, mal
presagio,
Nadie cree en la Reina de los
Condenados.
Hay una gota de rocío en cada
flor.
Se rompen las crisálidas…
Emergen de la nada seres grises,
Espantando mariposas.
Al pasar cierro los ojos.
Olvido echar una moneda al pozo
de los deseos.
METAMORFOSIS
Salir a recoger la lluvia
primera del mes de mayo
En vaso fabricado con cartas de
Van Gogh.
Esperar la voz que nunca llega,
que nunca es suficiente.
Recordar aquel futuro.
Sentir crecer las garras en las
puntas de mis dedos,
El bosque lleno de
fosforescencias al acecho.
La voz que me llama eternamente…
Partir, sin mirar atrás,
Aullar, gemir, cazar, fundirme
con el viento.
ALGORITMO III
Disfruto el invisible sortilegio
De abrir los ojos y verte a mi
lado.
Nos llega la mañana cargada de
rocío,
De efluvios de café, jazmín,
sudor, deseo…
El centinela de la noche parte
llevándose tu imagen.
Quedo a solas en mi lecho.
El sol arrastra las auroras, tu
sonrisa permanece,
Aliento de sueños venideros.
REMEMBRANZAS
El alga rota que trae la marea,
Moteada de extraños caracteres.
La nube, dibujando tu rostro en
la penumbra,
El olor que empuja el viento,
cuando parte...
El roce de las alas de mi
cuervo.
El canto de los peces, tus
sabores,
Tus ojos cerrados, tus manos
ingenuas,
El cristal transformado en
esmeralda,
El calor de tu cuerpo contra el
mío...
El árbol que crece en el camino
Cuando se inclina a mi paso y me
susurra:
“¡Hace tanto que no los veo
juntos!
¿Lo has visto hoy… hoy te ha
besado?”
El dolor de tu ausencia se
deshace,
La respuesta se oculta tras las
sombras.
Sobrevuela sus ramas la oscura
mensajera.
“¿Quieres saber si te amó, si
aún te ama?”
Vuelvo la espalda al triste
espectro.
LUCES Y SOMBRAS
La Habana, cuando anochece, es
bella como nunca.
La brisa nos trae voces de
leyenda,
Gritos de náufragos, cantos de
sirenas.
La Habana de noche, es una
fiesta.
Es mi París, mi Londres, mi
Venecia.
Es las farolas mortecinas, los
portales,
Los pasos sigilosos del ladrón
de besos,
Los anuncios donde siempre
faltan letras.
Es la alegría de estar vivos,
La música que escapa de una
ventana
Ensordeciendo el paso de las
horas.
La Habana depende de las fases
de la Luna.
Es mi reino encantado, mi Nunca
Jamás,
Mi Oz, mi Ofir, mi Vía Láctea,
Sinfonía de sonidos en misterio.
Salir a los balcones y al ver
caer un astro
Formular siempre el deseo:
“Dioses que rigen mi destino,
No me aparten nunca de ella”.
CITA A CIEGAS
Anuda una venda alrededor de tus
ojos,
Déjate guiar por el aroma de la
hierba buena,
Colócate de espaldas al viento
adverso.
Siente el sol en la frente,
Desdeña los caminos, los campos
de amapolas,
Sumérgete en el bosque.
Persigue el canto de las aves
que huyen a tu paso,
Sigue más allá de tu cansancio
Hasta hollar la línea del
horizonte.
Allí donde el mar se une con el
cielo,
Donde cada noche aguardo tu
presencia,
Te daré mis amores.
La Tierra Prometida
Tiene el cielo color violeta.
Sus arenas son fosforescentes,
Suaves, finas como azúcar.
Logré entreverlas, posé en ellas
un pie.
Mas tuve miedo y fui regresada a
esta existencia.
Fue solo un instante, casi nada…
Es suficiente.
No importa a dónde me lleven los
vientos de cuaresma:
Otro mundo me espera.
TESTAMENTO
Soy aquel marciano de Bradbury
En quien todos veían la imagen de su ideal.
Creo que voy envejeciendo,
No hay tiempo para comprobarlo,
Una mirada de escrutinio
Puede durar demasiado.
No reconozco la persona que, a mi paso,
Reflejan los espejos.
Me encierro entre paredes,
Escondo la nostalgia…
Pero si un día falto a la cita,
Lego mis recuerdos,
Mis aspiraciones, mis silencios,
Mis risas infantiles, mis historias,
La música que siempre me acompaña.
Entrego sobre todo, mi escepticismo,
Porque las dudas me hacen ser quien soy
Y no puedo dar mejor legado
Que esta incertidumbre.
En quien todos veían la imagen de su ideal.
Creo que voy envejeciendo,
No hay tiempo para comprobarlo,
Una mirada de escrutinio
Puede durar demasiado.
No reconozco la persona que, a mi paso,
Reflejan los espejos.
Me encierro entre paredes,
Escondo la nostalgia…
Pero si un día falto a la cita,
Lego mis recuerdos,
Mis aspiraciones, mis silencios,
Mis risas infantiles, mis historias,
La música que siempre me acompaña.
Entrego sobre todo, mi escepticismo,
Porque las dudas me hacen ser quien soy
Y no puedo dar mejor legado
Que esta incertidumbre.
ALGORITMO IV
Llegó la redención tan esperada
y no supe qué hacer
Porque no sé qué hacer si no
quererte…
Llegó a su final la dulce espera
y heme aquí,
Barquito de cáñamo que boga en
brazos de la luna nueva,
Velero ciego, asido a la fe
cuando no hay nada…
Llegó la salvación, tan añorada,
Y no acudí a la entrega de mi
muerte.
***
-Marié Rojas Tamayo
Breve Ficha
Bio-bibliográfica: Cubana, residente en la isla. Nace en La Habana, el 23 de
mayo de 1963. Licenciada en Economía del Comercio Exterior, Universidad de la
Habana, 1985. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Graduada de
inglés y francés.
Algunos libros publicados: Tonos
de Verde, relatos, Editorial Yoescribo, Mallorca. Adoptando a Mini,
novela, Fundación Drac, Mallorca –reeditado por Gente Nueva, Cuba y en proceso
de reedición por Libri Prohibiti, República Checa-. De príncipes y princesas,
relatos, Editorial El Far, Colección El Viajante, Mallorca. Cinco minutos a
solas con las musas; La luna cómplice, relatos; Viaje a los astros;
Locuras temporales; Algoritmos y ciudades; Incerteza cuántica; El vuelo del
pez; Serendipias; poemarios, Inventiva Social, Argentina. En busca de
una historia, novela y relatos, Colección Mundo Imaginario, Editorial
Andrómeda, España. Villa Beatriz, novela; El día que no salió el sol,
libro infantil; Laurel y Orégano, novela, Casa Editora Abril, Cuba. El
mundo al revés, relatos cortos, Gente Nueva, Cuba.
Su obra ha obtenido diversos
reconocimientos internacionales, entre otros en España: Mención de Honor en el
Premio Lazarillo de Tormes, OEPLI,
2009. Premio Ana María Matute 2008, Ediciones Torremozas. Novela Finalista de
Ciencia Ficción Andrómeda 2008. XIX Concurso de Cuentos Antonio Segado del
Olmo, Universidad Popular de Mazarrón. Todos somos diferentes, Fundación de
Derechos Civiles y Asamblea Juvenil. Historias de Vida, Ayuntamiento de
Constantí. Microrrelatos Grau Miró. Microrrelatos Igriega Movimiento Cultural.
Microrrelatos Quixotadas, Edición Independiente. Relatos Ron y Miel, Ediciones
Comala. En Argentina: El Arte en Septiembre; Nicolás Guillén, Juana de América,
Dunant-Passy, Editorial Hespérides, entre otros. Premios y menciones en
México, Venezuela, Cuba, Brasil, Costa Rica, Uruguay, Colombia. Publicada en
más de 60 antologías. Su obra ha sido llevada a la televisión, la radio y el
teatro. Dirigió la revista Dos islas, dos mares. Autora de las
antologías: Criaturas mágicas, Travesía en el mar de los sueños y Homenaje a
Andersen en su bicentenario. Miembro de la Red Mundial de escritores en
español, REMES.
***
InvenTREN
(De la Estación La
Rica – Ferrocarril Midland)
De las conversaciones en los trenes*
*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
"Todo lo
que ocurre, ocurre en un tren", dijo alguna vez un poeta menor. Uno de
esos poetas que el tiempo olvida como se olvida todo.
Probablemente
se refería a que en el fondo la vida es un tren, con su eterno ambular, sus
breves paradas, su rutina de vías y estaciones y rostros que nunca son el mismo
rostro pero que interminablemente se parecen. Aunque eso –lo que quiso
insinuar- nunca lo sabremos, porque como poeta menor ni siquiera el nombre
conocemos, y así sería francamente difícil preguntarle, al menos hasta que las
sombras del tiempo nos igualen a todos, momento en que ya no serán necesarias
las respuestas. Y no nos engañemos: Como poeta, se expresaría con
palabras enigmáticas y evasivas y nos remitiría al texto citado. “Una frase
significa lo que dice esa frase”, esto lo dijo otro, pero es aplicable en
cualquier caso cuando no queda más remedio. El encogimiento de hombros es una
técnica alternativa y, con frecuencia, más eficaz.
Pero, como
siempre, me voy por las ramas. Esto sucedió en un tren. Decir que ese tren se
dirigía hacia La Rica tal vez sería aventurarse demasiado, porque no me paré a
considerar el destino. Sólo precisaba movimiento. Irme de allí (allí, otra
inconsecuencia), alejarme lo antes posible, hacia cualquier parte… Huir, en
definitiva. ¿De qué huía? Esto tampoco lo sabremos. Para la historia que narro
carece de relevancia.
Así pues,
viajaba en tren, tal vez hacia La Rica, tal vez hacia otro lugar, pero el
traqueteo era la prueba contundente del viaje y la única realidad que me importaba.
En el vagón no había más de cuatro o cinco personas, cuyos rostros me eran
desconocidos. Desde que leí la novela “Extraños en un tren” de Patricia
Highsmith, siempre me da por pensar en esas insólitas conversaciones que tienen
lugar en los trenes. Uno se sienta junto a un desconocido, saluda, hace alguna
tópica observación sobre el clima y de repente la cosa empieza a complicarse y
sobreviene la hora de las confidencias inverosímiles… Porque no me negarán que
ponerse a hablar de cosas íntimas con un desconocido y, a veces, en un viaje
nocturno, resulta algo extravagante. Pero sucede. Y con más frecuencia de lo
que piensan quienes rara vez viajan en trenes de largo recorrido.
Dos filas más
adelante, yacía un hombre despatarrado en su asiento. Seguramente dormía, pero
lo cierto es que parecía muerto. “¿No lo estamos todos?”, me pareció escuchar.
Me sobresalté. Miré alrededor pero nadie más parecía haber oído esas palabras,
así que las juzgué producto de mi amodorramiento. ¿No estamos qué? -me
pregunté- ¿Dormidos o muertos? Una mujer, un poco más allá, apoyaba el lado
izquierdo de su cara en el asiento mirando hacia afuera. Quizá dormitaba, quizá
contemplaba el paisaje, si es que podemos llamar paisaje a aquello que sólo
dura un instante en nuestro campo visual.
No me era
posible ver a los otros viajeros. Sólo una pierna estirada en el pasillo, un
sombrero asomando, una mano apoyada en un reposabrazos… vagas señales de
la presencia de alguien, pero al mismo tiempo, indicios de su invisibilidad.
Como de costumbre, me puse a divagar. El objeto, claro, no podía ser otro que
la mujer presuntamente adormecida. En otra vida, tal vez, me hubiese levantado
del asiento, hubiese caminado esos pocos pasos que nos separaban y le hubiera
pedido permiso para sentarme frente a ella, iniciando poco más tarde una
conversación trivial que nos condujese hacia otra cosa. Pero no hice nada de
eso. Sencillamente imaginé cómo podría haber sido esa conversación.
Me parece
innecesario señalar que no era la primera vez que hacía esto. Quienes vivimos
en permanente movimiento, padecemos cierta timidez y no confiamos en exceso en
el género humano, tendemos a practicar este tipo de juegos, u otros menos
inocuos. Normalmente, todo empieza con las presentaciones, unos pocos detalles
personales (lugar de nacimiento, profesión, estado civil… esas cosas) y después
se elige un tema al azar, que invariablemente conduce a otros hasta llegar el
momento que antes mencioné: el de la confidencia. Exactamente igual que si todo
fuese real. Sólo que no lo es. Y por lo tanto, en estas conversaciones
simuladas pueden deslizarse detalles cursis o atroces. Nadie nos juzgará por
ello.
En esta
ocasión, sin embargo, el asunto se descontroló desde el primer momento. Su
nombre no quedó claro, fue imposible averiguar a qué se dedicaba y su acento me
resultó del todo indescifrable. No parecía extranjera, pero su forma de
pronunciar delataba el aprendizaje tardío del idioma. Puesto que todo esto
formaba parte de mi fantasía, decidí modificarla. No pude. Una fuerza que me
era imposible controlar guiaba los acontecimientos imaginarios. Me sentí
perplejo ante lo inexplicable. Pero lejos de abandonar el juego, mi naturaleza
lúdica me impulsó a adentrarme en él, dispuesto a comprender y asimilar las
nuevas normas.
Así, traté de
llevar la conversación hacia el terreno que me convenía, pero cada uno de mis
intentos fracasaba y terminábamos hablando de lo que ella quería. Busqué la
calidez de la charla a media voz, esperando que me hiciese confidencias; vano
empeño: fui yo quien desnudó por completo su alma ante la desconocida. No
importaba, sabía que no importaba porque en el fondo todo sucedía solamente
dentro de mi cabeza, mas una sensación de derrota se fue asentando en mi ánimo.
Sí, eso era lo que parecía estar sucediendo dentro de mí: una batalla que nunca
podría ganar. Insistí, una y otra vez me propuse cambiar el signo de la
ilusoria confrontación. Sin embargo, nada cambió. Era como si yo transitase un
camino entre montañas (ésa fue la imagen que evoqué) y en cada bifurcación
escogiese ir hacia la derecha pero en cambio tomase siempre el camino de la
izquierda. Frustrante y excitante a la vez. Al menos si se es jugador. Cuando
el tren se detuvo, no sé ya si en la estación La Rica o en cualquier otro
lugar, me sentía exhausto y avergonzado, aunque no hubiera sabido explicar el
motivo de tal estado.
Al detenernos,
la desconocida pareció regresar de un viaje muy largo; otro viaje, no el que
había hecho en tren, sino uno mucho más vasto y complejo. Levantó el rostro y
paseó la vista lentamente alrededor, como buscando por el vagón. Hasta que sus
ojos toparon con los míos. Entonces me miró fijamente y una sonrisa irónica
surgió en sus labios. Después, como si nada hubiera pasado, se dirigió a la
puerta y bajó del tren. Aún pude verla alejándose por el andén. Yo me quedé
allí sentado, como vacío. No sé cuánto tiempo. En cierto modo, creo que podría
decirse que aún estoy allí, en ese vagón de tren, detenido en el tiempo y
encerrado en algo que no sabría definir y que en el fondo, ahora, ya no
importa.
-Sergio Borao Llop, publicó “El alba sin espejos” por el sello
eBooks Literatúrame!
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
JOSE RAMÓN SOJO.
ÁLVAREZ DE TOLEDO. POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
PARADA KM 79
ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
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