*Dibujo de Erika Kuhn.
Camino hasta que
el agua me tapa el cuello.*
El fondo del
mar no es como pensaba.
Hay un castillo
un cielo
nubes doradas
y un jardín
salvaje
hay un lago
azul
y peces
plateados
en cada nuevo
comienzo
hay soles
naranjas rodando
sobre la línea
del fin del mundo
todo el tiempo
verde amarillo.
Arranco mis
collares de perla sin ostra
los arrojo
lejos
veo colores soltándose
de mi boca
sombras detrás
de las cortinas de agua
veo las ganas
de dormir
sobre el
sendero más pedregoso
y una cama de
arena negra
lunas rojas y
aquel nosotros.
El fondo del
mar no es como pensaba.
Sigo caminando
arrastrándome
ahora
el techo
líquido ya no trasluce el sol
ni las nubes
hay ecos
ya no veo el
piso del océano
ni el cielo de
mar
atravieso el
espeso petróleo
(aquel que
sentimos desde el muelle
una noche de
viento)
Violeta negro
más negro
me acuesto a
dormir
pienso en
medusas.
El fondo del
mar no es como pensaba.
Ahora
sola
en silencio
duermo
petróleo sobre
mí.
*De Lorena
Suez. lorenarsuez@gmail.com
-Publicó Intemperie
por Viajera Editorial 2017
SOBRE LA LÍNEA DEL FIN DEL MUNDO…
3*
(del apartado
Amado en septiembre)
El día que
conocí la nieve habías hecho
un montoncito
entre tus manos y dejaste
que el viento
lo desparramara sobre mi pelo.
Yo estaba feliz
por mis labios secos
por lo infantil
de tu risa
mientras
seguimos caminando un rato más
con ligereza
persiguiéndonos
como hormigas.
Vos decías que
querías matarme para llevarme en una bolsa
al país hacia
el que vamos, fatigados, por la herida.
Si preguntan
cómo nos matamos
contestaremos
que nunca
nos habíamos
querido tanto.
*De Noelia
Palma.
-Del
libro Que la muerte nos ampare
-Noelia
Palma. Nace en la provincia de Buenos Aires en octubre de 1984. Textos
suyos han sido publicados en diversas antologías y revistas digitales como
Digo.palabra.txt, Letralia, entre otras. Realizó talleres literarios con
Alberto Ramponelli y Eduardo Espósito. Su primer libro de poemas, Que la
muerte nos ampare fue editado por Francia Ediciones, 2017.
Su blog:
noeliapalma.blogspot.com
El ruido*
Muchos creían
oír el sonido de la vida
y nada oían
sino el sordo
caer de la civilización,
Romualdo. Y a
esto el encierro
nos conduce,
pero no han puesto
todavía final a
nuestra cabeza,
eso es lo mejor
que podemos decir de ese eufemismo.
Ya no llueve
como antes llovía, esto es lo cierto.
No
sobre adoquines
como los de antes, felices,
aunque aquello
fuera también ilusión.
El nombre de la
verdad no era aquel
resplandor
sobre unos techos de teja
después de la
lluvia,
en el barrio
cercano al Aeropuerto;
no los confusos
truenos del cielo o los aviones
entre nubes
gris y gualda.
Pero quizá
tampoco esta confusión,
Romualdo,
sea la verdad:
este sonido
que llamaste
vida
y es para mí el
de una rajadura que se extiende
por la
totalidad de las cosas
y sólo oímos de
noche,
vos, yo, otros
imbéciles
que no tienen
otra cosa que escuchar.
*De Jorge
Aulicino, inédito.
Doña Saturnina*
*Por Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
Hacía un frío
insoportable y el hombre iba abrigado como si sus pasos no lo llevaran por las
calles desoladas de un pequeño pueblo sino al mismísimo Polo Norte. Vestía un
abrigo muy usado con un cuello de piel de cordero, unos jeans gastados y
zapatones para caminar por la nieve.
En los pueblos
muy pequeños como este, la gente filia a un forastero en el acto. La primera
que lo vio fue doña Saturnina Díaz, una mujer criolla, de indefinible edad,
pero es seguro que se acercaba al centenario como todos los pueblos de la
redonda y éste mismo.
Vivía en la
última calle cercana a la ruta y permanecía largas horas sentada en una silla
de paja que posaba en la vereda de tierra apisonada, debajo de un paraíso
añoso, casi tanto como ella.
Siendo su
posición estratégica, examinaba e interrogaba a todo el mundo, conocido o
desconocido. A los que habían sido del pueblo, les inquiría de frente por su
partida, por ejemplo:
--Vos sos
Jacinto Sosa, ¿y cuando te volves, che?
--Vine por dos
días, doña Saturnina.
--Qué bueno
-exclamaba sin variar la expresión, así fuera la estadía larga o corta.
Y se encargaba
entonces de mandar a avisar a los amigos para que lo visitaran, porque se
tomaba el trabajo de investigar donde pernoctaba el ocasional visitante, si no
era que ya lo sabía, como es de todos conocido en las comunidades chicas.
En este caso
que relatamos, el desconocido fue sorpresivamente detenido por el perentorio
grito de la mujer:
--Señor,
¿adónde va?
Distraído como
iba, se paró en seco, con su barba de varios días, su gorro de lana y su
mochila al hombro. Satisfizo como pudo las preguntas de la mujer sin contar
demasiado, y cuando tuvo un hueco en el policíaco interrogatorio, salió
disparado.
Como hemos
escrito al principio, el día era demasiado frío en ese pueblo que habitualmente
poblaban los pájaros vagabundos, las abejas que libaban el polen de las flores,
las cigarras que aserraban en rodajas los veranos y las glicinas y las
enredaderas que suscitaban la emoción en las muchachas casaderas, que llenaban
sus amplios pechos de palpitaciones que guardaban oculta una pasión escondida
que no aparecía en las confesiones llevadas a los oídos atentos del cura párroco,
un poco viejo y un poco sordo y un poco ciego.
Luego de un
tiempo del encuentro del forastero con la señora anciana y como no fuera
posible haber descubierto dónde estaba escondido, y era demasiado ir casa por
casa con un agente como razonaba el comisario, y trataba de hacer pensar a las
fuerzas vivas que él no se iba a "comer un sumario" por una paranoia
colectiva cuyo origen era el cuento de una vieja.
Doña Saturnina
hasta el último día de su vida se mantuvo firme:
--Era un hombre
joven, con escasa barba y nunca había estado en el pueblo.
Otros le
agregaban al relato que se fijó la vieja: el hombre llevaba en la mirada de sus
ojos glaucos la pasión suicida de los alucinados.
Pero tal vez
fuera el embeleco que se contaba en los boliches donde el vino corría generoso.
Plazas
engalanadas*
Cuando apareció
el Dragón, la princesa tenía la lapicera en la mano y se dijo, la uso como una
espada y lo extermino. Todos los libros para niñas valientes con visión de
género me van a incluir. La niña, que todavía no se había decidido entre ser
escritora o aventurera, se preguntó ¿y la verosimilitud?
Ay qué hermosa
palabra la dijo muchas veces junto con esdrújula que también le gustaba.
Ensayaba discursos y se le caían palabras de la boca como besos, almohada,
alhambra, hada, almíbar y pizza, pronunciando dos veces la z. Hacía historias,
versos, encendidas defensas de la justicia y de la libertad, una oradora, oral,
oralidad, encanto del lenguaje. Juegos de la boca abierta para hablar, juegos
que atraían a muchas personas. Una gran multitud se juntó, tantos, tantos eran
abriéndoles la puerta al pensamiento. y a la creación. Ella se dio cuenta que
estar entre muchos, era un abrazo, de luces, de colores, sabores, sentidos. Las
plazas se engalanaron. Tanto que hasta se asustó el Dragón y se fue.
Elegía ser
escritora.
Sobre todo por
cómo la enamoraba la palabra verosimilitud y esto era muy verosímil, más
verosímil que con la lapicera se mataba al dragón ¿o al revés?
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
32*
Como la gota
que horada
mi lengua.
Como la niebla
que cubre
el camino.
Como el
silencio
que aturde
en tu ausencia.
Como el otoño
que empaña
mi ventana.
Como la turba
empantanada.
Impotente
ante los otros
que son otros
muy lejanos,
muy distantes
muy distintos.
*De Paula
Novoa.
-Poema incluido
en Hija de mala madre.
-Paula Novoa
nació un 08 de marzo de 1976 en San Antonio de Padua. Es profesora en Lengua,
Literatura y Latín (I.S.F.D. N°45, Haedo) y Licenciada en Lengua y Literatura
con orientación en análisis del discurso (UNLaM). Escritora de poesía.
Publicó: El
año que fui homeless, Cave Librum Editorial (2014) e Hija de mala
madre, Cave Librum Editorial (2016).
Actualmente
trabaja como profesora de Lengua y Literatura en escuelas secundarias del
municipio de Moreno.
El puente*
-Chist-chist…¡Alfie!-
Alfie miró a su alrededor.
-Pensé que
estaba solo, ¿¡quién chista!?
- Acá arriba,
amigo, míreme y no, no está solo. Estoy aquí desde temprano, oyéndolo
reflexionar en voz alta.
-¿Quién lo
autorizó a invadir mi intimidad?- ¡¿Quién es usted?!
-¡¡JAJAJAJAJA!!-
Mire si será infantil… el planteo que está haciendo:
el Diablo… ¿quién
va a ser?, soy el Diablo.
El olor a
azufre se tornó insoportable y una figura encarnada y humeante apareció en la
penumbra, haciendo que el joven caiga de rodillas de la impresión.
-Tranquilo no
soy más malo de lo que me pintan y no debe dudar de mi inteligencia. Si le
hiciera daño (a no ser que usted lo merezca), perdería su alma, desperdiciando
de ese modo, el esfuerzo que he invertido en ganarla para mis dominios.
El muchacho lo
miró estupefacto.
-Tranquilícese
y libérese de esa postura humillante, eso es para los de Dios. Los que me
siguen nunca se degradan ni son pusilánimes.
-¿Qué sucede
Alfie?- ¿Ya se olvidó de que existo? Deje de pensar pavadas, ¿¡qué es eso de
pedir tranquilidad mental!? ¿Acaso no sabe que no es compatible con su
elección?
Lo elegí para
que sea mi protegido. El Altísimo le ha otorgado, mientras dure su vida, el
libre albedrío y yo, la libertad absoluta y he cumplido mi parte del trato. Le
he dado todo lo que un ser humano pretende y puede desear de lo terreno. Así
debía haber seguido por un tiempo pero veo que ha llegado el momento de traerlo
a la realidad. No entiendo su disconformidad. A otro en su lugar no le
alcanzarían las palabras para agradecer. El mundo debería ser maravilloso para
quien lo tiene todo: juventud, carisma, dinero, mujeres y aún así ¿sale con
semejante planteo?
-¿¡Me estoy
volviendo loco!?- ¡Nunca hice un trato con usted!- balbuceó espantado Alfie-
¡¡Es la primera vez que hablamos!!
-Mi querido,
los tratos se establecen de distintas maneras. No es necesario firmar un
documento. La vida es blanco o negro. Permítame recordarle que omitió seguir
los preceptos Divinos y ahora, con que frescura, pretende tranquilidad
mental…¡si será ridículo! Usted y nadie más que usted ha elegido este camino.
-He puesto a
sus pies a todas las mujeres que ha deseado, bien dicen- “Dios (o el Diablo) da
pan a quien no tiene dientes”- Si no ha sido capaz de conservar a una, formar
un hogar, establecerse, ir por el camino recto, no es culpa mía.
-Fresco es
usted- Arañó el joven en inútil defensa- y…no presuma, tampoco es que ha sido
tanto lo que, según afirma, me dio. Si es por eso, digo, mi problema de falta
de erección ¿también es porque soy su protegido? ¿Cómo se atreve a afirmar que
me lo ha dado todo?
-Deje de
lloriquear, su trastorno no es permanente, es esporádico y ha disfrutado del
sexo más que suficiente. – A eso lo determiné para que no se envalentone y
mantenga los pies sobre la tierra.-Bien sabe que soy un ángel al que se le dio
poder y faltaría que, brindándole demasiado, usted copiara mi historia. No soy
tonto como el Creador, no estoy para que se me rebele. Ya le dijo el médico que
lo suyo es estrés, con relajación adecuada podría haber superado su disfunción.
-Pregunto:
¿quién le hizo creer que su vida es propia? -¡No sea necio! Circule, no puede
permanecer al medio del puente vida-muerte. Ya es hora de que lo cruce. Hay dos
salidas: Gloria o Infierno-.Dios no quiere a los ambiciosos ni a los soberbios
que no obedecen sus normas. ¿Ahora se arrepiente? ¿Quién se inclinó por este
final?
-¡Vamos
muchacho, sea hombre! ¡Levante ese ánimo! El cielo es tan aburrido y usted no
sabe aprovechar lo que se le da. Se diría que no merece mi tutela y ahora: ¿va
a entregarme su alma?, ¿va a permitir que, cumplido el pacto, lo libere de estos
sentimientos contradictorios y pueda llegar, por fin, a la paz mental que tanto
desea o prefiere seguir, con este estúpido desasosiego que lo consume sin
ningún beneficio?
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
Por la mañana,
cuando despegamos*
nuestros
cuerpos del colchón,
detenemos la
mirada
frente a la
ventana de tu cuarto:
un edificio
está en obra.
Me contás que
cuando lo terminen
nos va a tapar
el sol,
esta vista
privilegiada que ahora tenemos,
ver a la gente
ir y venir
del trabajo a
la casa
y de la casa a
otros lados.
Me decís que
los del consorcio
organizan una
reunión para frenar la obra,
pero está
difícil.
Andá a saber,
capaz cuando yo vuelva
ya esté
construido.
Te vas de
viaje, claro,
ya lo hablamos
varias veces,
no sabemos qué
va a ser de nosotros,
no me gusta
pensar en eso, prefiero
detenerme en
tus pecas o guardar
la sensación de
tus pies
que abrazan a
los míos mientras duermo.
Incluso
prefiero mirar tu escritorio,
que, aunque
completamente
desordenado,
tiene una lógica,
una
permanencia, hasta el polvo
que se acumula
eterno
en el vértice
de tu cuarto
podría jurar
que está ahí hace años.
No te lo digo,
pero pienso
que es más
fácil
frenar esa obra
en construcción
que conservar
este amor
que todo el
tiempo fuga
y no tiene
dueño.
*De Luciana
Reif. lc.reif@gmail.com
-Luciana
Reif nació en la localidad de Lanús en 1990. Es Socióloga y becaria CONICET
por la Universidad Nacional de Avellaneda. Participó de la antologías El Rayo
Verde (Viajero Insomne, 2014 y 2015), Rizoma (2016). Poemas suyos fueron
traducidos al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti. Coordina junto con
Valeria De Vito el ciclo "Lo que tan rápido fuga" en Espacio
Enjambre. "Entrada en Calor" es su primer libro publicado (El Ojo del
Mármol, 2016).
*
No tenemos más
que la brutalidad del ojo y la ceguera de la interpretación para mirar las
cosas.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Inventren
Reflejo en la
niebla*
*Por ©Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
Yo era un buen
tío. Lo que coloquialmente se entiende por un buen tío. Siempre ayudaba a mis
amigos. Hacía buenas obras… Ya sabe: Dar limosna, indicaciones a desconocidos
para encontrar tal o cual sitio, consejo a quien lo necesitase. Nunca volví la
espalda a nadie. Nunca me faltó una sonrisa o una palabra de aliento.
Igualmente fui generoso en el esfuerzo. No es por jactarme, pero fui el mejor
en lo mío. En mi oficio, quiero decir. Hubo un tiempo en que no dejaba de
recibir ofertas para cambiar de empresa. Acepté unas y rechacé otras, siempre
en busca de algo mejor, en el más amplio de los sentidos. Pero ocurrió como
tantas veces: Llegó el cambio de siglo y mi oficio empezó a desvanecerse. Hoy
apenas quedan unas pocas empresas del gremio, en las que, como es natural,
importan mucho más los resultados económicos que la calidad del trabajo en sí.
Por eso un día amanecí desempleado y pobre. Y, para peor, viejo. Otros venden
su cuerpo o venden su alma. Quizá ni siquiera aprecian la diferencia entre una
cosa u otra. Pero yo no sirvo para eso. De haber servido, otro hubiera sido sin
duda mi destino. Oportunidades no me faltaron. Pero hace falta un talante
especial para mirarse en el espejo la mañana siguiente y no arrojarse de cabeza
contra el propio reflejo. Sé que usted me comprende. Y sabe que sólo por
eso le estoy apuntando con esta pistola, instándole a que me dé su dinero
y objetos de valor. No hay nada personal en ello. Son negocios, como suele
decirse.
Me cuenta todo
esto mientras me mira con unos ojos que no delatan a un criminal, sino, más
bien, a una persona atrapada en un pantano o encerrada en una prisión de
barrotes invisibles. Así que le doy cuanto me pide (no todo lo que llevo, sino
más o menos la mitad, siguiendo sus instrucciones: Un poco de dinero y un reloj
de escaso valor) y el tipo me agradece, guarda la pistola, dice que ha sido un
placer tratar conmigo, que no me mueva de ahí hasta que él haya desaparecido
por la esquina de la plaza.
Miro en la
dirección que señala. De allí viene un eco sordo: el estrépito lejano de un
tren a poca velocidad, tal vez entrando en la estación, sonido que
irremediablemente me recuerda “Bailando en la oscuridad”, la estremecedora
película de Lars Von Trier.
Todavía estoy
atontado por el sobresalto de verle aparecer frente a mí con el arma en la
mano. Quizá por eso me pregunto qué tren, qué estación. No recuerdo que haya
una cercana. Él sigue hablando, con la misma calma. Me aconseja no denunciarle.
No por posibles represalias suyas, que desde ese momento se compromete a que no
las haya en cualquier caso, sino por la conocida inefectividad de la policía.
"Perderá usted una mañana entera poniendo la denuncia y no recuperará nada
de esto. Y no se le ocurra preguntar por la causa de tanta espera. Si lo
hiciera, lo mismo termina usted investigado o algo peor", me dice. Luego
se disculpa, hace un gesto que podría significar cualquier cosa y se aleja
hacia la estatua medio oculta entre la bruma.
Al principio me
sentí enfadado. No mucho, pero lo bastante como para haberle dado un buen
mamporro al tipo si no hubiese sido por el contundente detalle de la pistola.
Pero mientras lo veía alejarse, me invadió una especie de nostalgia
inexplicable y pensé que tal vez, en el fondo, ambos éramos la misma luz
descuartizada por el tiempo y las circunstancias. Pensé que, en un país como
éste, repleto de desempleados y azotado por la injusticia social y la
corrupción del poder, casi era una suerte haber topado con este individuo y no
con otro más violento, o peor: Una multinacional dispuesta a extraerme hasta la
última gota de sangre para venderla en el mercado y después arrojar mi cadáver
a las alcantarillas de la miseria.
Comencé a
frecuentar el parque todos los días, me habitué al ruido de los trenes -había
una estación, después de todo-, me convertí en una presencia habitual, como
tantas otras irreconocibles al otro lado de la niebla, acaso esperando repetir
el encuentro, tener la oportunidad de explicar con detalle -y ser escuchado-
las circunstancias de mi propia deriva, de la resaca que me va llevando,
lentamente, hacia lo tenebroso.
- Publicó “El alba sin espejos”
-Próximas estaciones de escritura:
PLOMER
-Por Ferrocarril Midland-
JUAN ATUCHA.
–Por Ferrocarril Provincial-
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Provincial:
JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE. FUNKE. LOS
EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.
GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN
JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA. GOBERNADOR
GARCIA.
LA PLATA.
***
El recorrido por venir del tren literario en el Ferrocarril
Midland:
KM. 55. ELÍAS
ROMERO. KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL
BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO. ISIDRO CASANOVA. JUSTO
VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA
SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12. LA SALADA.
INGENIERO BUDGE. VILLA
FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO
MIDLAND.
InventivaSocial
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Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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