*
La noche es ancha, padre.
Es un abismo azul
donde se pierden las tardes.
Sentémonos a la orilla.
Nombremos a las estrellas
con los nombres
cansados del campo.
Nunca te dije
que aprendí por mi cuenta
el nombre de los astros.
Sé de la fragilidad de la luz
que cruza el universo
sólo para alumbrarnos.
Nunca me contaste
que las estrellas mueren, padre.
Lo aprendí por mi cuenta,
y nunca te dije -nunca- que lo sabía.
Todo las cosas tienen final.
Deben tenerlo.
Sentémonos, padre,
a la orilla de la noche
que se pierde en tus ojos.
Nombrame a las estrellas
antes de que lleguen los pájaros.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana nació en General Belgrano,
Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve
ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras de colores
(Proyecto Hybris 2018)
Su último libro publicado es El orden del agua,
GPU Ediciones (2019)
-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.
STRUGGLE*
Recorres
los andenes nocturnos
buscando tropezarte
con el espíritu
de lo perdido
con las bocas abiertas
de las calles
con los semáforos en rojo
que cuelgan gráciles
de los párpados asustados
de los transeúntes
y tus pies destrozados
desentierran
las osamentas fósiles
de todos los dolores
infligidos a los tuyos;
el látigo, las cadenas
las lágrimas convertidas
en largos ríos negros
Recorres
los andenes nocturnos
con los corazones despedazados
de las madres en tus manos
mientras los gases
y los golpes
buscan silenciar tus gritos
y esperanzas
*De Daniel Montoly.
*
Recuerdo
la noche cae
por anticipado
como una cortina pesada
sobre las calles
ni un alma
solo estrellas
y la luz mentida
de una habitación
un falso veterano de guerra
persigue el eco
de una moneda que cae
en la vereda
el gris
se esparce
desde abajo
toma las paredes
los carteles
no queda nada
a salvo
de este atardecer
*De Eugenia Coiro.
-Eugenia Coiro nació en Buenos
Aires, es periodista (Tea) y correctora literaria por el Instituto Eduardo
Mallea. Desde 2014 coordina talleres de escritura en Siempre de
Viaje-Literatura en progreso. Realiza diversas tareas para Viajera Editorial,
forma parte del consejo editorial, corrige y colabora en la producción de
eventos artísticos y literarios.
-Publicó los libros: Fragmentos del fin
(Viajera, 2016), Agua o niño que corre (Viajera,
2014), Bengala Hotel (Viajera, 2011) y 374 (De los Cuatro Vientos, 2007). Integró las antologías: La tinta y el blanco (Ediciones Mallea, 2009), Himnos Nacionales (Años Luz, 2014) y Cómo decir
(Ruinas circulares, 2018). Entre 2009 y 2011, algunos de sus poemas fueron
publicados en la revista española Cuadernos del Tábano. En 2013 colaboró con
textos para la muestra pictórica de Karin Godnic “También ahí
había un mundo”. Fue invitada al V Festival de Poesía de Lima en
2014. En 2019 participó del Festival Permanente y en el proyecto
feriaamericana.online.
Soy Viento*
Escapo del pulmón cielo.
Libre recorro distancias
Sobre un mar que agito
En quieta llama.
No hay freno,
Por atajar el ímpetu
De alcanzar la cumbre.
Siguiendo caminos
Que rugen mi paso…
Inspiro una vez más
Y exhalo con fuerza
Liberando rabias.
Imaginado vuelo,
En él busco descanso,
Y duermo soledades.
Soplo oculto
En el hueco de la nube.
Suspiro y lentamente,
De ráfaga, ahora soy brisa.
*De Selene Chierico. selene1364@gmail.com
Formas de nubes*
Mirando al cielo mientras paseaba por la playa vio una serie de
nubes que se amontonaba en el horizonte. Al observarlas con atención le pareció
que una de ellas tenía la forma de un bebé acabado de nacer. Las siguió mirando
hasta que le pareció distinguir al bebé mientras era amamantado por una señora
que le recordaba a su madre. Aquel perfil anguloso y el moño era
inconfundibles.
Un golpe de aire acercó una formación de cúmulos que parecían un
edificio conocido: ¡el colegio donde estudió!. Inmediatamente le pareció que en
otra veía a Luisa, aquella novia tal alta y espigada con la que probó el amor
por vez primera. En la siguiente nube, casi en la línea del horizonte,
distinguió a Matilde con dos niños, sus hijos.
Ya no pudo parar y fue leyendo en el cielo la historia de su vida
escrita por las nubes.
A la vista de todo ello pensó: ¡cuanta razón tenía su madre al
decir que era un cielo!.
*De Joan Mateu.
El tiempo pasa*
como una escoba invisible
ha barrido
antiguas miradas.
Intento engañarlo
con un lenguaje distinto.
Ciertas cosas me rodean
como si fueran nuevas
ellas y yo podemos entendernos.
Existen simplemente
–como siempre-
pero a mis ojos, cada detalle es estreno.
Por instantes me desgajo en otra.
Es como sentirse fuera de lugar
en la propia piel.
Y celebro el volver a nacerme.
*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
Como otro gesto del amor,
con la osadía de la última entrega,
abandonar
es irse más allá,
donde no habita más que el don de nada.
Abandonar
es abrir la herida,
detenerse a mirar como sangra,
como cura.
Es contemplar con amor en pura ausencia.
*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana nació en General Belgrano,
Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve
ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras de colores
(Proyecto Hybris 2018)
Su último libro publicado es El orden del agua,
GPU Ediciones (2019)
-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria
CIGÜEÑAS*
*Por Jorge Isaías. jisaias4646@gmail.com
Tal vez primero fuera un camino solitario que sólo cruzaban los
pájaros.
Pero en ese tiempo originario esos caminos tenían sus olores. El
querendón olor de la albahaca en casa de la abuela materna o el trébol fragante
que criaba mariposas.
Esos caminos que cruzaban los hurones y los cuises, y de vez en
cuando una barra de chicos con sus hondas y tramperas camino a los bañados
donde dormían los flamencos y las garzas. Esos bañados que festoneaban de
juncos y espadañas, nidos de zorzales y estrépito de teros, desconfiados
siempre, siempre alertas, siempre a los chillidos que perforaban el aire calmo
del verano.
Los campos en esos amaneceres que estallaban de rocío, un rocío que
se volvía vapor apenas los primeros rayos de sol urdían el foco ígneo, en fuga
comba hacia la boca todavía cerrada del crepúsculo.
Muy por arriba sobrevolaban los chimangos, porque tal vez divisaron
el cuerpo de algún animal muerto por el campo.
Yo no lo sabía en ese tiempo, pero yo también era paisaje. Todos lo
éramos. ¿Qué otro valor tendríamos mayor a esa florcita azulina de cardo? O a
los propios vilanos que volaban -erráticos- por el campo.
A decir verdad, no sólo yo era paisaje en ese tiempo, mis
compañeros de caza, fútbol y aventuras también lo eran.
¿Acaso no nos cortaban a todos por igual el pelo muy corto,
vestíamos ropa muy humilde que cosían nuestras propias madres y andábamos todo
el día descalzos cuando era verano.
¿Acaso todos nuestros padres no eran jornaleros, alfabetizados en
parte, en parte analfabetos? ¿Acaso no fueron todos afiliados al Sindicato
Obrero y luchaban por sus salarios?
De alguna forma éramos como esas nubecitas que en verano se iban
agrupando al amparo de la brisa hasta formar una más amplia que hacía una
sombra visible sobre algún lugar del campo, de los bañados o de algún camino
florecido como el llamado “Del Diablo”, o el de Ramón Camiscia o el de la
tapera del ruso Bay que llevaba a Maldonado y quien dice Maldonado dice el
Noventa o el Veintidós, con sus sendos espejos de agua que no se llenaba de
peces en las inundaciones.
Al noventa se accedía por un ancho puente de madera y luego de
transitar un largo camino festoneado de árboles, de pinos o eucaliptos, no sé.
Aunque es probable que sólo hubiera añosos tamariscos donde hacían su nido las
calandrias y las monteras.
Pero quedaba muy lejos y nunca –que yo recuerde- fuimos solos.
Hubo, sí, alguna incursión con mi viejo y con algunos de mis tíos a
cazar patos. Como no se podía de ir a pie, siempre se conseguía algún vehículo
que nos transportara a todos. Y hasta una vez recuerdo un viaje donde también
fueron de la partida mi madre, mi tía, mis primas.
En esa oportunidad el vehículo era una cómoda chata con sus cuatros
ruedas de goma, infiero que pertenecerían a un rastrojero, tirada por dos
caballitos rendidores.
Como la chata tenía un par de barandas en uno de sus laterales,
allí apoyaron las mujeres unas sillas y viajaron con gran comodidad, ya que las
ruedas de goma saltaban mucho menos que las de hierro sobre el duro y
polvoriento camino de tierra. Hoy ignoro por qué caminos internos de la
estancia anduvimos, pero la proximidad de la gran cañada tuvo presencia mucho
antes por el tipo de aves que nos cruzamos entonces. Mientras fuimos por los
primeros caminos internos de la Estancia (así con mayúscula, como se conocía el
Establecimiento Maldonado, por entonces) la diversidad de pájaros era
reconocible por el tamaño de las especies: corbatitas, gorriones, federales,
mixtos, jilgueros, tacuaritas, calandrias, horneros o algún picaflor
extraviado.
De pronto una formación de garzas moras hendió el aire trayendo a
la mañana su canto lastimero. Luego un grupo de gaviotas que levantaban vuelo
siguiendo a las espantadizas bandurrias y al confiado chorlito.
En una hilera de postes de ñandubay vimos unos cuantos biguás
caracoleros, señales inequívocas de agua que reemplazaba a la postal de las
lechuzas que esperaban pacientes el paso furtivo de algún roedor por el costado
de los alambrados.
De pronto, al doblar un recodo y ya entrando al camino recto de los
tamariscos vimos el reflejo del agua donde titilaban los rayos del sol y una
inmensa bandada de flamencos rosados que alzaban vuelo empequeñeciendo la
mañana.
Cuatro inmensas cigüeñas se espantaron y fueron cuatro sábanas
blancas en nuestras retinas para siempre.
*
Recuerdo
sentí el frío azul
en los huesos
sin querer
desperté y supe
ya eras otra
¿no había escuchado
lo que el viento decía
esa noche?
sujeté una mariposa
antes de entrar
al pasado
animales prehistóricos
el fuego que auna
relieves
mágicas pinturas
quería quedarme ahí
fuera de tiempo
tal vez junto a la playa
como esas casas
tan vacías
mirando
al mar
*De Eugenia Coiro.
-Eugenia Coiro nació en Buenos
Aires, es periodista (Tea) y correctora literaria por el Instituto Eduardo
Mallea. Desde 2014 coordina talleres de escritura en Siempre de
Viaje-Literatura en progreso. Realiza diversas tareas para Viajera Editorial,
forma parte del consejo editorial, corrige y colabora en la producción de
eventos artísticos y literarios.
-Publicó los libros: Fragmentos del fin
(Viajera, 2016), Agua o niño que corre (Viajera,
2014), Bengala Hotel (Viajera, 2011) y 374 (De los Cuatro Vientos, 2007). Integró las antologías: La tinta y el blanco (Ediciones Mallea, 2009), Himnos Nacionales (Años Luz, 2014) y Cómo decir
(Ruinas circulares, 2018). Entre 2009 y 2011, algunos de sus poemas fueron
publicados en la revista española Cuadernos del Tábano. En 2013 colaboró con
textos para la muestra pictórica de Karin Godnic “También ahí
había un mundo”. Fue invitada al V Festival de Poesía de Lima en
2014. En 2019 participó del Festival Permanente y en el proyecto
feriaamericana.online.
*
A veces el silencio es una continuidad y se puede
tocar. Hay silencios finos, suaves, silencios gruesos, rugosos, silencios
agudos, metálicos, y silencios a punto del salto como las fieras.
Inventren
-Próxima estación:
JUAN TRONCONI.
En el recorrido del tren literario por Ferrocarril
Provincial:
CARLOS BEGUERIE. FUNKE.
LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR
DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA. D. SÁEZ. J. R.
MORENO. EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
***
En el recorrido del tren literario por Ferrocarril
Midland
ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL
CRUCERO GENERAL BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL
CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI. KM
12.
LA SALADA. INGENIERO
BUDGE. VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE. PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
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