domingo, septiembre 06, 2020

DEL LEGADO DE ESE SUEÑO...



*Foto de Paula Novoa.











*

-A mi hermana Laura-



Debajo del nogal está
el cementerio de animales.
Dos niñas construyen
lápidas y coronas.
En un banquito
frente a las tumbas
rezan.
Ahí, aprenden
que la materia perece
y rezan,
con las manitos juntas
y los ojos cerrados
rezan.
¿Esto es la muerte?
Preguntan
Sí, la muerte:
decenas de pequeñas tumbas al pie del nogal
y una plegaria.


*De Paula Novoa. novoapaula8@gmail.com















SOMBRAS*


La luz del crepúsculo
trazaba una raya
detrás de los álamos
más allá de aquellas
casuarinas oscuras
que las sombras
vestían de monjes.

como sabemos
las sombras
producen
cualquier simulacro


*De Jorge Isaías. jisaias4646@gmail.com















Cortina de carrizo*



Hablé con el árbol que tiene cuerpo de pez:
nada.

Hablé con la luz cuyo aroma delirante desfigura:
nada.

Busqué allá donde la curvatura del globo terráqueo ya no es real:
nada.

Entonces calcé agua, vestí recuerdos, huí:
nada.

Llegué a ese lugar que todos añoramos, sintiendo
el espacio crecer en mi:
nada.

Intenté regresar al mundo, ser yo otra vez,
escribirme en un muro para que tus ojos me encontraran:
nada.

Ahora estoy en una forma que me resulta fría,
hay zumbidos alrededor, me encontré con la criatura
de los ojos de obsidiana, de los dedos ígneos…

Entendí por fin que:


*De hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
Coyoacán. México
















JUEGO SOMBRÍO*

“Maldita serán tu canasta y tu artesa de amasar.”
(Deuteronomio)


Y el barro se elevó. Cifra cabal. Llanto del cielo.
Nacer de nuevo. Quiero. Quiero.
Lejanías desnudas, llaman al abismo de piel.
Huir de los abismos de la cárcel .Quiero.
Que no haya un nunca. Quiero.
Aura primera en caminos de olvido.
Los nudos. Allí están. Alertas.
Rama de mimbre. Cadena, cordón umbilical.
La piel oscura de mi padre
y la penumbra- intacta- de mi madre
-Debiste malparir aquella noche-
Juego macabro. Lágrimas de piedra.
Mi cuerpo. Cumbrera rota. Crótalo.
La sed al alcance de la boca de arena
Y no hay agua. No hay vino, ni un beodo triste.
Pido algo más que piedad. Justicia quiero.
Renuncio a destejer el universo de mi pena.
Morir de sed, habiendo tanto pan.
Ulises. Lo sé, es una ilusión. Un espejismo.
No vendrá, lo se. Ni yo.


*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@gmail.com














EL RELOJERO DE DHARAMSALA*


Un día encontrándome en una actividad de recaudación de fondos en la ciudad de Nueva York escuché una interesante conversación entre un grupo de amigos, así como también algunos conocidos, todos ellos eran aficionados a coleccionar relojes y estaban hablando sobre un famoso “hombre del tiempo de Dharamsala”. La primera impresión que tuve, fue, que tal vez se trataba de algún místico, un yogui o, unos de esos santones indios que viven entre las cuevas de los Himalayas, totalmente, dedicados a alcanzar el propósito último de la vida: La liberación espiritual. “Mosha” en sankristo, pero no, el interesante conversatorio giraba en torno a la figura de un gran hombre al que describían como un piadoso, que era admirado alrededor del mundo entero por su gran sabiduría, así como también por su cándida personalidad. Me le acerqué algo intrigado a uno de los presentes para preguntarle quién era el hombre, tema de tan entusiasta conversación. El Dalai Lama, me respondió el Dr. Young. Um, pensé yo. No entiendo qué tiene que ver el líder espiritual de los tibetanos con una conversación sobre relojes. En ese instante, mi amiga, la Dra Ruth Goldstein me pasó por el lado, ocasión que aproveché para charlar un poco con ella sobre la escuela que pensaba construir en Etiopía en un campamento para refugiados sur sudaneses. Siempre que hablo con la Dra Goldstein me siento como si estuviera hablando con la persona más inteligente del planeta. Toda una profesional en el campo de la Neurología con dos doctorados en diferentes campos de la salud. Pero ahora está dedicada por completo a la noble tarea de aliviar los dolores del mundo envolviéndose en distintas causas filantrópicas. Luego, me despedí de todos los presentes. Me fui directo al aeropuerto para esperar por mi vuelo de retorno a la ciudad de Cincinnati. Y mientras esperaba por el avión, volví a pensar en la conversación sobre el Dalai Lama y su afición por los relojes. No sé porqué, pero algo no encajaba en mi percepción acerca de esta gran figura y tan solitario oficio. Empecé a buscar en el buscador de Google cualquier información al respecto con el propósito de matar el aburrimiento y para entretenerme un poco. Y me encontré con una vieja entrevista que le hizo el reconocido periodista, John Sullivan del New York Times siete años atrás. El comunicador viajó hasta el distrito de Kangra en el estado indio de Himachal Pradesh en donde se encuentra la residencia oficial del líder espiritual del Tíbet, Dharamsala. Que también es la sede oficial del gobierno tibetano en el exilio desde el joven, Tenzin Gyatso escaparse en el 1959 huyéndole a la ocupación del gobierno chino de Mao Tse Tung. La entrevista había sido concertada por el profesor, Robert Thurman, un reconocido académico y especialista en temas relacionados con el budismo. Después de conversar con el Dalai Lama, el periodista norteamericano le preguntó de manera informal al insigne líder espiritual tibetano por su afición por la reparación de relojes. Y éste le corrigió, diciéndole, que no era un hobby, sino su trabajo. Trabajo? Inquirió el comunicador. “Sí, mi trabajo”. Volvió a responderle el monje budista. “Todo el mundo tiene que tener un trabajo para mantener la mente ocupada y para tener una actitud productiva ante la vida”. Su interlocutor continuaba sin comprender. Luego de un tiempo se despidieron. Y el Dalai Lama caminó lentamente hasta su pequeño estudio en donde estaban todas sus herramientas de trabajo. Se sentó. Tomó un viejo reloj que uno de sus asistentes le había traído y empezó a desamarlo pieza por pieza. Miles de millas de allí, al periodista del New York Times como a mí, le costaba reconciliar la idea del Dalai Lama y la cuestión de los relojes.



*De Daniel Montoly.













Ahogo*

.
Ante tanto dolor inacabable declaro válido
buscar un refugio-un bunker-una nave
donde sentarse a respirar otro aire

un día-una hora-un instante
sosegar los latidos de esta campana roja

creer que va a pasar...
asegurarse
un respiro.

Permitir que los mojones del recuerdo
salven
o arrojen la esperanza necesaria.

Encontrar el camino
al final de este camino.

Necesito
un refugio

un bunker

una nave.


*De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar












*


Mi hijo salió al patio,
pala en mano,
y cavó un pozo en el rincón
donde el trébol celebra su abundancia.
En la tierra
aún húmeda de lluvias,
las lombrices huían,
suaves, ciegas,
hasta alguna hondura más propicia.
Mis hijas acercaron la ramita
que es mi cerezo hoy,
y la dejaron
en el hueco.
Yo volví hacia la casa a buscar agua,
y giré
para verlos inclinados
hacia el árbol tan frágil, tan pequeño,
los cuatro
con las manos sucias
de tierra. Ataron
el tronco breve a los tutores
con telas de algodón,
y sonrieron,
como cuando eran chiquitos
y cada ritual era una fiesta.


*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com


- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera  (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador  (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018)
Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.












Del legado de ese sueño *


Somos la vida obstinándose en persistir como aquellos virus de antaño que escapaban a todas las formas posibles de la extinción.

Tengo la memoria del nogal que me albergó años y años desde la semilla que mi madre alada enterró en aquel bosque que no es un bosque como ustedes entienden, sino una zona de creación de nuevas formas de vida. Seré golondrina, después de desprenderme de la corteza de ese ser que será un recuerdo de madera y leña al tiempo de mi partida. Vivo en los aires. En la mitad del ciclo anual haremos nido en algún refugio de California. Volveré a comienzos de la primavera del sur con mi pareja.

Gestaremos semillas de la especie. Confiaremos en la fuerza de la vida. Aún en aquellas surgidas de lo imposible. Como última y desesperada utopía. No hay en el génesis de nuestra existencia nada que se parezca a una verdad reconocida en vuestra época.

Sólo cuento con el recuerdo de un lejano origen literario. Cuando una abuela de más de 80 años repitió en voz alta delante de sus nietos la frase que nos gestó: "Dicen que a los hijos hay que darles raíces y alas. Raíces para que sepan de donde vienen y alas para que las desplieguen y vuelen a su propia vida en el momento justo"

Del legado de ese sueño existimos.



*De Eduardo Francisco Coiro.











*

El lenguaje es como el sufrimiento, en cualquier esquina te traiciona.

*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com








Inventren


-Próxima estación.
En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Midland:


ELÍAS ROMERO.

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.


**

-Siguiente estación.
En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.

FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.  FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.  
 J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY. ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  
LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.




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