-Instagram: gris_roces
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*
De fuego y miel
En una especie de hoguera
Sin trenza, sin aliños
Sin flores ni guirnaldas.
Manto de lumbre para algún desamparado.
Estaba destinada a encenderme
a arder bajo la lluvia
a inventar la huella sobre el polvo
que en un instante se disipará.
Muerde entonces
esta mora madurada al sol
seré tu alimento
tu boca sangrará magenta
transgrede
y endulza tu garganta.
Ahora es el tiempo.
*De Griselda
Roces. griseldaroces@hotmail.com
A INVENTAR LA HUELLA SOBRE EL POLVO…
-Poesía de
Griselda Roces.
El recreo de los objetos*
El ronquido de un teléfono
Invade la siesta, cobarde.
Las sillas abren sus brazos
a la espera de las nalgas calientes.
La mesa es un altar, un hondo
Pozo de excesos.
-Cabalgar estos enseres no es lo oportuno
pero siento que no tengo retorno-
Tiembla en el jarrón la pasionaria
y los espejos provocados
desatan su furia.
Un rumor de tazas despliega las asas
exhibiendo la envidia,
y un cairel se balancea
como equilibrista distraído.
Un libro añejo se abre en dos
Y hábil sopla su contenido.
Los candelabros erectos se encienden
en un cegador rito carnal.
-Extraviarse de esta manera
Puede resultar soberbiamente obsceno-
La madreselva frota la ventana,
excita su corola y aprieta con gozo sus
labios.
Dos cajones se abren y se cierran
ajustándose a un gemido,
el murmullo de una heladera en celo
insiste lasciva en el placer olvidado.
Una almohada parpadea apenas
Y se deja desgarrar en el primer intento.
Semejante*
Ella
desnuda
como la silla desnuda
se sostiene aún
por su respaldo
espalda
extiende sus brazos
apoyabrazos
abre sus dos piernas
gemido de haya blanca
el muslo que atropella
detenida
en cuatro patas.
Exceso*
Moras maduras
Mudo vocablo de la lujuria
Mordedura a tientas
Sangran las bocas.
Redoblar*
Este espejo es nuestro aliado.
Hay más pubis y más falos
hay más nalgas y más semen
y más lenguas y más carne
y más dedos.
Embestidas
succiones
multiplicación de senos.
Hay más ojos como espías
Aguardando gozosos
Hartar su voracidad.
Hay algo casi de crimen.
Hay una reincidida hembra
que si se aleja descalza
otras más se irán detrás.
Quedaré
repetidamente erecto
y con exagerada soledad
entre mis piernas.
Insisto.
Quieren sumarse.
Los poseídos
hemos sido descubiertos.
La espera*
Ella se desató como un regalo
ofrecido
así, efímera mariposa.
Cayó la vestidura
deshilada y azul
parpadeó la lámpara.
En el pálido sonido
Brotó un zumo
De uvas blancas
Que la obligó a separar
Las piernas.
Las horas se perdieron. Él no regresó.
Los pies rozaron el suelo
todo erizos
y lumbre.
Añil
se desvistió la sombra
y a su costado se sentó a esperar.
Arrugado
el vestido fingió
una especie de duelo.
Excusa*
La tarde nos entrega
su hendidura,
sin piedad la
penetramos.
Candente*
Su descubierto escondite
su cuerpo todo
de miel.
Lo hace de pie
de dorso
tendida
de adelante
de atrás
continuamente
las bocas abiertas
carnosas frutas con sed.
Aura agridulce.
Procaz respira fragmentos
de un bálsamo
secreto.
Ella agita la noche
y en su extravío
es toda un tren
que parte.
No regresa.
*Poemas del libro “Se desanuda la Lengua”
Poesía Erótica. Editorial Araucaria (2012)
-Griselda
Roces. Despliega múltiples talentos: Artista plástica. Cantante de tango.
Poeta.
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Inventren
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LA
EDAD DEL HUMO*
La foto de los galpones sin techo, donde se
guardaban locomotoras.
Fotografía de la remota época donde el
humo, las neblinas y los tonos de gris en las películas se llevaban de la mano.
Como su padre que lo llevaba de la mano con
el cigarrillo colgando de la boca, mientras se tomaba un descanso de su mundo
de trabajo donde casi todo era un “hacer” concreto.
Entonces el hombre volvió a ver otras fotos
de su padre, el cigarrillo colgante, esa fuerza de lucha que parecía imposible
de doblegar aún por el tiempo, ese gigante. En ese día que era el del
cumpleaños de su padre siguió pensando en esa época de la sociedad del humo,
donde en las fábricas se trabajaba. Donde el trabajo era tan visible como el
hollín en la ropa de los trabajadores. Usando esa vaga excusa para seguir con
su mente apresada por la feroz melancolía, el hombre se subió al tren con
destino a José Ramón Sojo. Sentía la vocación del paleontólogo que quiere
reconstruir al dinosaurio a partir de unos huesos enterrados. Quiso entonces
imaginar al ferrocarril y quizás al mundo de su padre y de muchos hombres como
su padre, desde ese edificio que en la foto son paredes sin techo, con cardos y
pastos crecidos en su interior donde antes descansaban las bestias negras de
panza de fuego que vio pasar en su infancia.
Como cualquier otro, el hombre teme a la
frustración y más aún al desencanto. Teme que ni siquiera eso exista, que la
ceremonia inconsciente que lo motiva ni siquiera pueda concretarse. Arrastra
demasiados caminos equivocados, y una edad en que la ilusión ya no lo lleva,
como acaso antes ocurrió, todos los días a deseos posibles.
Él sabe que los días de lluvia son sus días
libres, para viajar o para intentar alguna aventura como la de aquel día,
visitar un galpón abandonado en un lugar donde años antes de la vuelta del tren
sólo había campos, "población rural dispersa" según leyó en el último
censo.
Al menos, aunque no lograse realizar su
trabajo de resucitador de pasados fabriles, si la tormenta no amainaba, el
hombre esperaba al menos encontrar un bar en la estación para hacer notas en su
cuaderno de andanzas.
El tren y el viaje son un modo de suspender
algo y entregarse al azar del destino.
Hay cosas muy locas, piensa, mientras anota
en su cuaderno la pintada sobre la pared blanca que ve al bajar del tren con
mirada de recién llegado:
"No dejes que tu
vida la maneje un robot"
Decidió bajar del tren, a pesar de la
decepción de hallar un andén devastado por una vejez que no distorsionaba ni la
cortina de lluvia de esa tarde de abril. Con lentitud el hombre siguió
caminando bajo la lluvia en un sendero asediado por el barro y el pastizal.
“Estos tipos al menos podrían haber
construido una vereda desde la estación”, pensó, “o quizás es a propósito, no
les interesa”
Pensó que, si hubiera sabido que estaría
caminando bajo la lluvia, solo, en un sendero donde iba embarrando los zapatos,
si lo hubiese sabido de antemano, quizás hubiera seguido arriba del tren hasta
un pueblo amable, que al menos tuviera un bar para tomar un café protegido de
la lluvia, y donde pudiese intentar escribir algún título (al hombre sólo le salen
títulos, los escritos nunca los logra)
Al final del sendero hay una edificación.
Hay un portal de entrada con grandes carteles, y una garita donde una especie
de portero o vigilante le hace señas de que pase, que vaya hacia el interior,
que las visitas son bienvenidas.
Ojalá fuera un museo ferroviario, se dice
el hombre, pero es un templo de alguna forma de esas modernas religiones que
intentan reemplazar a las antiguas.
Hay una consigna que se lee a poco de
entrar, en un cartel que se prende y apaga en múltiples lucecitas de colores
como las de los bingos:
"NUESTRO DIOS NO CASTIGA, SÓLO
LIBERA"
Y más abajo, en letras luminosas algo más
pequeñas: "Todos son bienvenidos"
En la gran nave silenciosa ve un pastor
electrónico parado detrás de un atril, con un dispositivo para comenzar en el
momento justo en que ingresen fieles. El buen robot de aspecto humanoide
comenzó a darle palabras de bienvenida al percibir su presencia. El hombre no
quiso oírlo y se hubiese ido en ese momento, si no fuera por la curiosidad de
observar que hay filas de bancos provistos con anteojos de realidad virtual
para cada fiel que se siente allí. Frente a la línea de bancos también se
despliegan tableros verticales con botones que dan opciones para elegir
diferentes tipos de sermón del robot pastor:
La misión universal del señor.
Sanación angelical.
Oraciones a los 7 arcángeles.
(Y otros a los que el hombre elige negarles
el acento de una mirada)
En un lateral, por encima de ornamentos e
imágenes sagradas hay un cartel que advierte: absolutamente prohibido fumar en
el interior del templo.
Ahora si siente, sin tener claro un por
qué, cómo se derrumba en su interior la edad del humo. Siente de súbito cómo
caen las chimeneas, desaparece el hollín, se precipita el cigarrillo colgado de
la comisura de la boca de su padre mientras no para de trabajar. Es el fin de
este lugar que nunca más tendrá vaporeras. El símbolo que anuncia la muerte de
la época en que el hombre nació y creció.
**
Lo único humano era el portero de la
entrada grande que saludaba en su garita, y ese hombre está tan solo, que por
hablar un poco y sin que le pregunte, dice que un pastor emprendedor construyó
el templo con dinero llegado desde otro país. Los fieles vienen de todas partes
y a cualquier hora, pero hay horarios de reuniones que usted puede ver en la
tablet. El portero despliega en su
ordenador portátil la grilla de horarios y descripción de eventos, entre los
que el hombre puede leer:
-Reunión de casos imposibles: Todos los
sábados a las 18 horas.
Ahora el hombre puede levantar la mirada.
Terminar de aceptar lo que leyó en el gran cartel del pórtico de entrada a la
nave del antiguo galpón de locomotoras devenido en iglesia robótica: "Pare
de sufrir en José Ramón Sojo"
*De Eduardo
Francisco Coiro. Inventivasocial@hotmail.com
-Próxima estación.
En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril
Provincial:
CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO. EMPALME
ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
*
-Siguiente estación.
En el recorrido del tren literario por el
Ferrocarril Midland:
KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO
GENERAL BELGRANO. LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO. ISIDRO CASANOVA.
JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS. MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.
ALDO BONZI.
KM 12.
LA SALADA. INGENIERO BUDGE. VILLA FIORITO.
VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE. PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
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escritura
-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco
Coiro.
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