*Dibujo de Erika Kuhn. https://obraerikakuhn.blogspot.com/
*
A un lado al otro
silencio
nadie a mi costado
nada parecido a ser eso que era
nada par en mí
conmigo yo y menos
y no alcanza
para poder más
no aprendí a mirar
a vivir sin un rastro en mi cuerpo
una piel
no hay mío
hay arriba hay abajo
hay intento de fuga al techo
a lo hondo
no hay ojos
no hay paredes
hay un hilo de piel
un rastro que va
se va
y no me lleva
silencio
huella ciega inconsciente
soy una en tres
una en tres sin mí
soy tres de arriba hacia abajo
como un manojo de algo que no sé
no hay punta de este hilo para este hilo
hay un aire frío y me duelen las piernas
porque pesa
esto sin alma que me sigue
se sube a mi nombre y lo asfixia
compulsiva
de alguien de algo
no hay par para mí
no hay ojos y a lo lejos
todo sigue vasto
desposeído.
*De Lorena
Suez. suezlorena@gmail.com
-Inédito-
- Lorena
nació en 1975 en la Ciudad de Buenos Aires, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación
y Psicóloga Social.
En 2016 publicó Intemperie, su primer libro de poemas, por Viajera Editorial.
Participó en 2015 con su relato “Desde el
Mandarino” de la Antología Tetas. Historias de Pecho, por Textos Intrusos.
En 2018 publicó Mis Vendavales, su
primer libro infantil por la editorial Peces de Ciudad. Con Mis Vendavales
viajó a España y presentó el libro en diversos espacios como bibliotecas,
radios y librerías, alcanzando a un gran público infantil.
-Concluyó una novela inédita para adultos.
-Propone acompañar la
creación literaria en modo individual y grupal.
VISITAS*
Estamos comiendo en la cocina
cuando se nos presenta una gran cucaracha.
Pensamos en matarla con una escoba,
mas no tenemos escoba.
Tratamos de exterminarla a zapatazos:
se nos escapa siempre.
La perseguimos con amenazas y puñales,
la perseguimos con determinación.
Desde lo alto
le enviamos maldiciones, migas de pan,
ortigas, hielo.
Desde lo alto le leemos un sermón sobre el
pecado,
un larguísimo poema del revés.
¡Todo es inútil, todo!
Pensamos que debemos reconocer nuestro
horrible fracaso.
Ella no responde a nuestra persuasión.
No deja de reírse desde sus ojos feos,
desde su cuerpo negro, desde allí.
Entonces comprendemos que lo mejor
es aprender a amarla.
Y no sabemos cómo.
*De Silvia
Arazi.
-Fuente: "La medianera. Una novelita haiku". Interzona, 2013.
*
Quiero un ropero
-debe ser blanco-,
un ropero con llave
para acostar mi cuerpo
entre sábanas y lavanda,
esconderme del mundo por un rato
entre camisas planchadas y almidones.
Quiero guardar mi corazón
solo y con llave,
en un lugar donde el mundo sea suave
y perfumado,
para existir a solas un ratito
y preguntarme "¿estás bien?"
"¿querés
hablar?"
y sonreírme.
Quiero jugar a mi escondida,
por un rato,
y que nadie me busque
ni me encuentre.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana
nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en
City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve
ceguera (La Magdalena 2014). Jardines,
en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras
de colores (Proyecto Hybris 2018). El
orden del agua, GPU Ediciones (2019)
-Su último libro MADURA, ha sido editado por Editorial
Sudestada (2021)
-Coordina Microversos, talleres de
exploración literaria.
VIAJE*
La alegría es de todos, se comparte y se
muestra, se pone naranja y amarilla sobre fondo de cielo azul. La melancolía es
privada.
Como la tarde acatarrada en la cama húmeda
de fiebre, como esa puntada interna que se asoma apenas en un crisparse de la
frente pero se disimula con una sonrisa. Es privada, personal, propia. La
melancolía es un velo que pone humo en los ojos; un medio tono sutil, bello
como el final apagado de una vieja melodía en la radio, como la efímera columna
blanca que deja el alma de la vela.
Le acontece a uno. Íntima, privada,
personalmente.
La vida sucede en sepia por esos días; hay
eco en ruidos y palabras, hay la sensación de tiempo que transcurre
tangencialmente, de gentes y objetos que van y vienen sin sentido. Hay humo en
los ojos, cierta picazón en los párpados, un desgano extendido, un manto de
tristeza infinita. Hay un desinterés que confundimos con bondadosa aceptación.
Y hay algo que crece en el vientre despacio, despacio.
Algo se gesta en los sueños, en el
crepúsculo rojo, en el oculto aire de los pulmones. Algo crece despacio,
despacio, mientras nos peinamos los cabellos y mientras observamos la paloma posada
en el cable al través de los cristales. Estamos tan lejos de aquí, tan lejos de
todo, tan lejos de todos.
No me busques hoy, estoy ausente.
Es la fiebre. Es la realidad que ya no es,
la cinta de la vida que se anuda, el calor y el castañeteo de los dientes que
chocan con los dientes. Un cuarto pequeño, un desnivel de sombra.
Los niños un día despiertan luminosos, han
crecido. En ese irse de si han escapado hacia arriba, estirando los huesos y
marcando ángulos en sus rostros infantiles.
Nosotros huimos hacia adentro y hacemos lo
que podemos con nuestra caparazón y nuestras armaduras. Con suerte, nos
despertamos un día, nos miramos el fondo de la mirada en el espejo. Hemos
crecido. Podemos retornar.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
*
Era mi voz
-aquella voz que tuve
cuando dios cabía en
mi mano-,
la que nombró
los signos olvidados
mientras el mundo
se caía,
se hacía pedazos.
Era la inocencia
que perdí en el
laberinto.
Era mi voz,
con el alma de
rodillas,
buscando
a ciegas
en mi fe deshabitada.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018). El orden del agua, GPU Ediciones (2019)
-Su último libro MADURA, ha sido editado por Editorial Sudestada (2021)
-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.
AMÉN*
Lo conocí mucho antes
del destierro
Antes de la luz.
Estaba en el espacio de un tiempo sin edad.
Habíamos recorrido los cauces del Río del
Olvido.
Vimos las huellas de Caín entre amapolas y
lirios pisoteados.
Encontramos golondrinas degolladas.
Testigos de la puerta tapiada de la bella
durmiente.
Divisamos la morada del lobo y su cortejo.
En nombre del Padre al vacío empujaban el
Hijo.
Fuimos al adiós de la rosa impoluta del
martirio.
No conocía su voz ni sus silencios.
Oí su voz. ¡Ay! y era mi voz.
Voz silencio de arena y equinoccio de otoño.
Voz de sal y bálsamo en el costado abierto.
Voz de vides, de leños crepitantes.
Voz de puñal de plata.
Voz de grito.
No he tocado las yemas de sus dedos ni sus
brotes.
No he tocado sus manos, ¡ay! sus manos.
Conocidas, antiguas.
Manos con manchas angustiosas de tinta.
Manos aferradas a las salvajes crines de
los vientos.
Manos de ocasos y de auroras.
Manos de pan y vino.
No he tocado las yemas de sus dedos.
Sin embargo, he andado y desandado sus
arterias.
He besado el arco tenso de sus sienes.
He recorrido, con mi boca, la alfombra de
sus huellas.
He descansado en sus cepas, niña triste de
incienso.
Es el mensajero del retorno del agua.
De la palabra nueva. De la sal y la greda.
De la lumbre y el aire.
De la unidad de naipes fragmentados.
Sin embargo, quizás nadie lo sepa.
Bajo la piel de árbol milenario, palabras
escondidas
Escondidas palabras, saben a veneno, a
bilis, a miel amarga.
Nadie ha de saber tampoco, cuando ahueca su
mano
(Saciedad hoguera del poeta.)
Muere gota a gota…
Y a la vez renace.
Renace. Bálsamo, savia, zumo de eternidad,
amén.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@gmail.com
*
En las tierras oscuras donde el miedo era
rey
construí una casa con el barro del río.
Sometí a la materia, la moldeé entre mis
manos,
le di forma de hombre, de ventana, de hijo.
Con mis ojos de amor parí cada mañana
un sol para entibiarme en los días más
fríos.
Vi crecer las glicinas, florecer,
derramarse,
convertirse en manojos de violencia
azulada.
Vi pasar a los pájaros en su huida hacia el
sur.
Los contemplé al volver en la urgencia del
nido.
Todo es tan poco siempre cuando se mira
lejos.
Tan poco y diminuto y lejano y perdido.
Debo dar las gracias a mis pequeñas muertes
por este cuerpo mío de vida generosa.
Llevo la cicatriz del que ha perdido todo
de una perra vez.
Como todo el que aprende, yo también
aprendí
que uno es apenas la suma
de todos los demonios que se ha devorado.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana
nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en
City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve
ceguera (La Magdalena 2014). Jardines,
en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras
de colores (Proyecto Hybris 2018). El
orden del agua, GPU Ediciones (2019)
-Su último libro MADURA, ha sido editado por Editorial
Sudestada (2021)
-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.
HOMENAJE A
PATRICIA ESCOBAR*
Con su voz interna repitió el motivo de una
espera que parecía interminable:
"Estoy esperando
que llegue Patricia Escobar a mi vida"
Él. Aquel hombre de la mesa pegada al vidrio qué no dejaba de mirar con
detenimiento a las mujeres que cruzaban la avenida como tratando de adivinar
quién de ellas era la Patricia que entraría al bar a reconocerlo sin más
referencias que el pequeño escudo de Independiente en el saco.
La mujer estaba sentada en el otro extremo
del bar, con ventana mirando a la otra calle. Pagó su cuenta y se acercó a la
mesa donde Esteban esperaba mirando su reloj cada cinco minutos.
-Pensé que no vendrías -dijo él.
-El colectivo nunca llegaba. -dijo ella.
La promesa de amor valió la espera de hora
y media en aquel bar de Avellaneda. Fueron casi casi 30 años de convivencia,
con dos maravillosas hijas florecidas.
Quedo ahí un misterio que ambos se
esmeraron en proteger.
Al tiempo de enviudar, La mujer relató
aquel encuentro a sus hijas.
“lo vi ahí… cómo un
pollo mojado esperando por alguien que seguramente no vendría. Me sentía tan
sola. Estar sólo enloquece”.
"Entonces me
levanté. Decidida a sentarme en su mesa."
"Llegó un
necesario amor"
"Cada tanto cómo
hacía mi abuelita en sus rituales de agradecimiento prendía una vela en
homenaje a Patricia Escobar."
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
*
Decimos cosas secas y
distantes que no tienen nada que ver con nosotros. Nos escapamos de eso que
realmente queremos decir. Tenemos miedo de mirarnos.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
TRENES*
José Dalonso me pregunta si yo saco mis
temas de ese rincón perdido de mi pueblo y que persiste sólo en mi memoria.
Esos cinco techos y ese camino solitario
son míos, repetía Pavese, refiriéndose a Santo Stefano Belbo, y nadie podrá
quitármelos.
Y José arriesga algo a lo que no puedo
responder: si en ese tiempo niño yo tenía conciencia que iba a contar la
historia de todos mis amigos. La pregunta me descoloca y le digo la verdad: a
mí en aquellos tiempos sólo me importaba jugar a la pelota, tal eufemismo
suplantaba a la palabra fútbol. Todos, incluso yo, soñábamos ponernos un día la
casaca roja de nuestro club que combinaba con unos pantaloncitos blancos y unas
medias del mismo color. Equipo que luego de usado, el domingo, nuestras madres
primorosamente lavaban y planchaban para el próximo partido. En el club al
parecer no había dinero para pagar una lavandera.
Mi amigo José Donati que vestía la albiazul
de los primos “del otro lado de las vías”, me repite cuando lee mis escritos:
qué suerte que tuvimos la riqueza de ser pobres porque hoy podemos recordar
todo con una sonrisa, para todo aquello que logramos con mucho esfuerzo, en el
camino quedan los errores, las hilachas y retazos de sueños como banderas sobre
el polvo, para decirlo de una manera faulkneriana. Pero esos ramalazos de la
vida mantuvieron siempre en alto el orgullo del origen y recuerdo las palabras
que siempre dice Miguel Albanesi con los ojos húmedos. ¿Qué tuvo, qué tiene
aquel rincón perdido que no podemos sacarlo nunca de nuestra mente?
Y está la nostalgia agridulce, pero nunca
idealizada. Tal vez porque tuvimos que irnos del pueblo para poder valorarlo bien.
Como cualquier pueblo de llanura tenía sus
vías y su estación, y ese gran tanque que almacenaba agua para la sed de las
locomotoras a vapor que se detenían en las noches, si el tren era de carga, y
luego daba dos pitazos roncos que perforaba la noche en que dormíamos con la
pesadez de piedra que sólo guarda la poca edad y que de adultos se perderá para
siempre. Esas pitadas eran el pedido de paso para seguir viajando, que el
cambista procedía a autorizar con su lámpara que fulguraba en la noche como una
gran luciérnaga. Luego el ronco andar y el traqueteo hasta que tomaba velocidad
en la casa de Domingo Fusco pero para ese entonces ya el sueño nos había
vencido del todo como a un pájaro que se le tira una parva encima.
Las locomotoras a vapor venían como
anunciándose con un penacho de humo y nosotros en la estación sumábamos
adrenalina a la ansiedad cuando íbamos a ver pasar los trenes. Porque nosotros,
es decir, mis amigos y yo casi nunca viajábamos. Sólo la ingenuidad de ver
otras caras fugazmente en esa ventanilla que iba directo hasta el olvido. Pero
nos gustaba ver todo el movimiento: la llegada del cartero, de los
comisionistas con sus carros o sus autos viejos, alguna chatita desvencijada o
algún sulky de algún chacarero que espera un pariente viajero que se aventuraba
desde Rosario con ese tren que cruzaba sembrados y dejaba pasar por sus
ventanillas la flor blanca de los panaderos y entraba orondo hasta el andén
aventando sombreros y papeles.
Para terminar diré que estas antiguas
locomotoras que comenzaron a rodar en el siglo XIX por “esos caminos de hierro”
como gustaba decir Sarmiento, a mediados del siglo XX, se las reemplazó por las
que iban a diesel. A las que mi madre no sin gracia llamaba los trencitos y que
hoy a través de estas palabras desfleco para ustedes el intenso placer que
siempre sentí por los trenes a vapor que se anunciaban de lejos, como la llama
opaca de un sueño.
*De Jorge
Isaías. jisaias4646@gmail.com
-Siguiente estación
En el recorrido literario por el Ferrocarril Midland:
KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO
GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.
**
En el recorrido literario por el Ferrocarril Provincial.
-Próxima estación:
FUNKE.
LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE. ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO. EMPALME
ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
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