*Obra de Walkala.
Luis Alfredo Duarte
Herrera
(1958-2010).
-En Aurora
Boreal. Walkala: un homenaje in
memoriam
http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=1367%3Awalkala&catid=94%3Apintura&Itemid=160
16*
Bajo la estrella
mínima del alba,
cuando el trabajo es
todavía
las horas por venir,
sin más refugio ni
esperanza
que su propia
incertidumbre,
desde hace miles de
años,
día tras día,
hombres y mujeres
cantan.
*De Valeria
Pariso. valeriapariso@outlook.com
-De La trilogía: “Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen"-
-Valeria
(Muñiz, Provincia de Buenos Aires, 1970)
-Coordina MOJITO, taller y clínica
virtual/presencial de poesía y el "Ciclo de poesía en Bella Vista".
-Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones AqL (2012), "Paula levanta la persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015) Editorial El Mono Armado, "Triza" (2017) Editorial Detodoslosmares, "La trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Ed. Mascarón de proa (2020); "Flores para no regar", Editorial AqL (2021).
-Primer Premio del Concurso de Letras,
categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, con su libro "Zarmina".
-Administra el blog de difusión de poesía
contemporánea https://laficciondelolvido.blogspot.com.ar
-Su blog personal es https://tantotequeria.blogspot.com
PROTOCOLO DE PROGRESO*
La llegada a ese planeta fue como siempre,
primero la observación desde lejos, la preparación del informe, la espera de
las evaluaciones, toda la burocracia que se pone en marcha en cada ocasión en
que contactamos un ambiente propicio para la vida.
Hemos descubierto bastantes planetas
habitados a lo largo de los siglos, pocos con vida y un escasísimo número de
civilizaciones. Por esto es que no fue indiferente la noticia de que en éste no
solamente hay vida inteligente sino organizada.
La primera observación fue que los seres
inteligentes se encontraban en todo el planeta en el mismo estadio de
evolución, compartían una cultura común y no se observaban conflictos en
ninguna de las regiones. La homogeneidad era lo más destacado y sorprendente,
algo que hasta ahora no tiene paralelo en ningún otro de los planetas
conocidos.
Antes de realizar contacto y siguiendo el
protocolo se fue elaborando un informe completo en todos los aspectos, desde la
conformación mineral y geológica del planeta a una detallada y enciclopédica
descripción de fauna y vegetación, dejando para la culminación el estudio de
los seres inteligentes con su lenguaje, arte, historia, saberes de todo tipo.
Es en esta etapa final en la que fui
enviado para hacer contacto.
Estuve orbitando un largo tiempo mientras
me familiarizaba con vocablos, pronunciación y gestos. Fui escogido entre otras
causas debido a que mi raza es la más parecida a esta. Soy un poco más oscuro y
la distancia entre los ojos es diferente, pero en general puedo pasar por uno de
ellos que hubiese tenido alguna deformación de nacimiento.
Cuando bajé a la superficie escogí una zona
que para ellos es fría pero que para mi percepción de la temperatura es la más
benigna, y con suplementos médicos logré compensar el oxígeno.
A los primeros días los pasé en una zona
rural, aclimatándome y acostumbrando mis músculos a la gravedad. Ya conocía
bastante bien sus costumbres y llevo por supuesto un sistema de ordenador
incorporado que me proporciona la información que pueda requerir.
El primer contacto en la campiña fue con un
hombre que pasó llevando leña y me miró con el rabillo del ojo, como se observa
disimuladamente a los minusválidos o a los seres de otra raza. Nos saludamos
cortésmente y me dirigí al poblado.
La evolución de estas gentes se encontraba
en el estadio de vida campesina, con granjas y pequeños pueblos donde se
agrupaban los artesanos y se realizaba la actividad política. No había ciudades
ni un centro mundial, sólo poblados rodeados de establecimientos rurales, y la
misma extendida cultura. Lo más inexplicable es que esta etapa de su
civilización abarcase todo el planeta, y durase milenios.
Nuestras investigaciones previas habían
demostrado que la cultura única se había formado hacía miles de años (tiempo
terrestre) y desde entonces no había sufrido ningún cambio significativo. Esto
era intrigante, ya que no habíamos hallado algo similar en ninguna galaxia.
Me presenté en el pueblo en un comercio de
insumos, saludé al dueño en la forma ceremonial y le pregunté si había trabajo
para un hombre saludable. Se conmocionó visiblemente, y con muestras de respeto
inquirió el porqué de mi necesidad de trabajo, el porqué de mi soledad, como
quien sabe que responder será doloroso, y ya excusándose con el gesto.
Le mentí un incendio en la granja de mis
padres y expuse la historia ya preparada para integrarme en la comunidad.
La enorme pena que le provocó el que yo
hubiese quedado solo me conmovió. Son unos seres muy emotivos y para ellos,
profundamente gregarios, la desgracia que se había abatido sobre mí era
inimaginable.
Me mostré afectado. Atento a mis
sentimientos, no me interrogó más y me indicó una granja donde podrían
adoptarme.
Puede parecer inútil, pero estas
observaciones de campo son parte del protocolo de acercamiento a las
civilizaciones descubiertas. Es posible que este paso se obvie en el futuro,
pues algunos sociólogos han muerto o sufrido violencia en algunas misiones, y
los científicos últimamente no tienen demasiado en cuenta nuestros relatos, pero
yo disfruté de ser el primero en pisar suelo virgen.
Después de llegar a la granja y llamar a la
puerta hube de esperar a ser atendido por el padre. La organización es familiar
con una cabeza masculina que funciona como consejero, patrón, educador y sacerdote
de dioses lares. A veces conviven dos o más familias, pero el varón principal
es el mayor en edad y toma a su cargo a los hermanos con sus hembras y sus
hijos.
En esta granja había solamente un grupo
familiar, por lo que contaban con habitaciones vacías y la posibilidad de
acoger otro integrante.
Desde el primer momento me trataron como
uno más. Tuve mi lugar en la mesa, me proporcionaron algunos vestidos
evidentemente confeccionados por ellos mismos, pusieron elementos de limpieza a
mi alcance.
La vida era perfectamente planificada desde
el amanecer al anochecer según las necesidades del trabajo, que estaba
distribuido con justicia entre todos los integrantes de la familia. No había
peleas, nadie se quejaba, los niños aprendían de los mayores todo lo necesario
para la vida cotidiana. Mi personalidad me ha hecho participar de algunas riñas
en mi juventud, pero el mecanismo vital de estos seres limaba cualquier
aspereza que pudiese dar lugar a una disputa.
No habían tenido guerras desde miles de
años atrás, la misma palabra “guerra” no existe aunque puede evocarse el
significado al referirse a la quita de malezas, a la limpieza de ciertos
parásitos que anidan en los techos y circunstancias de ese tipo.
Anoté las peculiaridades de su cultura, que
se van revelando en la convivencia. En líneas generales todo era conocido por
el estudio previo, pero mi visión proporcionaba un registro para el futuro de
situaciones vitales aún sin influencia de otra cultura como la nuestra.
Estos seres eran vegetarianos, aunque poseen colmillos que evidencian un remoto pasado en el que fueron carnívoros. Buena señal, pues tenemos mucha existencia de ganado pasible de ser comercializada. Su medicina es muy rudimentaria, y nosotros somos productores de un amplio abanico de medicamentos. Utilizan metal pero los yacimientos son casi vírgenes. En suma, era un mercado inexplorado con gran potencial de intercambio.
Yo pertenezco al planeta tierra, donde mi especie inteligente en pleno estadio de formación logró exterminar a otros homínidos que pudiesen presentar batalla por territorio o alimentos. Poseemos una violencia que logró acortar considerablemente las etapas evolutivas, de sociedades primitivas como la de este planeta a una economía feroz de aprovechamiento extenso de recursos. Como en otros planetas, hubo un apocalipsis de guerras internas que acabó con la mayoría de las especies animales y vegetales, dejando relativamente pocos habitantes, un gran nivel tecnológico y la puerta abierta a ser contactados por otra especie inteligente para iniciar el comercio interestelar.
Mientras compartía la mesa de la granja con
individuos serenos y afectuosos, imaginaba mi próximo trabajo, consistente en
sembrar la semilla de la evolución social. Sería relativamente sencillo pero
dadas las condiciones la germinación seguramente tomará más tiempo del
estándar.
Según las características de cada especie
tenemos diversos protocolos. Aquí la estabilidad se encuentra fundada en la
homogeneidad de la cultura, la inexistencia de una religión dependiente de
poderes centrales, la atomización de las sociedades en aldeas regidas por una
democracia real, la naturaleza pacífica de los individuos. En suma, la absoluta
falta de competencia que actúe de movilizador de la historia. Como en algunas
antiguas sociedades de mi planeta, carecían de la noción de progreso adhiriendo
a un pensamiento cíclico y circular ligado a las estaciones y las cosechas.
Tuve unos días de trabajo quitando malezas,
algunas pequeñas felicidades en charlas breves e inocentes con criaturas
atávicas, me distraje observando horizontes limpios y un cielo carente de
tóxicos, puro y dilatado.
Uno se ablanda un poco y se suele sentir el
impulso de dejar el planeta intocado y testigo de una era de la ingenuidad,
pero tengo detrás toda una organización de la cual soy apenas una minúscula
partícula, y mi plan de acción fue prefigurado de antemano.
Podía introducir la cápsula de veneno de
muchas formas. En un equilibrio aparentemente tan firme un solo cambio inclina
el plano y todo comienza a rodar y a entrechocarse.
Habría que provocar ese desequilibrio, y ello era posible introduciendo el concepto de progreso, avance con respecto a otros, superación de otras comunidades, recelo por estos otros, envidia de las condiciones distintas y mejores de esos otros, lucha por la consecución de esos bienes o forma de vida envidiable.
Tomé la comunidad que me acogió, les revelé
que yo soy de otro planeta y les aseguré que mejoraría su existencia con
conocimientos insospechados. En poco tiempo los convencí con algunos prototipos
para encantar ingenuos, para lo cual debieron aprender a utilizar algunas
herramientas, y para hacer esas herramientas debieron buscar materiales en
otras regiones. Esos materiales, como minerales, se encontraban debajo de los
cultivos de otras comunidades, por lo que debieron comerciar con ellos,
compartir saberes, especializarse.
Sé que pronto surgirán las disputas por el precio de materiales, cosechas, saberes. Habrá escaramuzas, luego guerras, y en unos cuantos siglos el paisaje estará devastado, y las condiciones serán las adecuadas para entrar en el comercio intergaláctico. Los que queden ya no serán ingenuos y tendrán el anhelo de progresar infinitamente.
Miro el campo que ondula en pastizales,
respiro el aire puro. Me llevo una imagen preapocalíptica, suspiro y vuelvo a
mi nave.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
*
No es la luz.
Es el instante pleno,
intacto,
transparente.
Es un verdor de monte
que despierta,
deslumbrado de
pájaros.
No es la luz.
Es tu mano
a la distancia exacta,
tus ojos
que disipan la niebla,
la celebración
del gesto contenido.
No es la luz.
Es la certeza
de la ausencia de
sombras.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell. Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015) La hija del pescador (La Magdalena, 2016). Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018). El orden del agua, GPU Ediciones (2019)
-Su libro MADURA, por Editorial
Sudestada.
-Próximo a ser distribuido en librerías-
-Coordina Microversos, talleres de
exploración literaria.
ELLOS
Y EL UNIVERSO*
Cuando la imagen de la desdicha de una familia puesta delante de nuestros ojos era irreversible, le pregunte a Kalman si tenía alguna historia que dejara pequeña a la soberanía de la muerte.
Kalman quedó pensativo. Había pasado muchas horas de vuelo para apenas llegar a ver a Esteban a punto de ser enterrado en un cementerio privado. Estábamos pisando lápidas con nombres de personas desconocidas bajo un techo gris de nubes que podrían poder tocarse con las manos. Nos rodeaba una llovizna que hacía todo más triste e inolvidable.
-Sí. Tengo una historia justa para achicar la importancia de la muerte.
Lo relató un arqueólogo. El hombre
participa de un equipo interdisciplinario que desarrolla una investigación en
cuevas a las que se accede desde la ciudad de Dubrovnik. Son cuevas que ya
habían sido bastante estudiadas en el pasado. La data de actividad humana
realizada por carbono 14 muestra presencia desde veinte mil años atrás.
En este nuevo estudio se realizaron
sorprendentes hallazgos que fueron interpretados como independientes, pero
ahora están siendo pensados
-al menos como hipótesis- en conjunto.
Las excavaciones que se realizaron hace más de una década habían hallado piezas de cerámica de 15.000 años. Uno de esos pedazos había quedado bajo la mirada curiosa de aquel equipo científico, era parte de un objeto desconocido aparentemente inútil para aquel grupo humano primitivo que habitaba allí, no era una vasija ni una urna funeraria.
La reconstrucción digital de los pedazos
daba una imagen similar a una máscara con aperturas para ver y respirar. Quizá
era el primer casco inventado como forma de defensa de los primitivos ante
garrotazos de grupos rivales.
El equipo en el que colabora el arqueólogo
amigo de Kalman hizo otro descubrimiento que resignifica la lectura de aquellos
trozos de cerámica.
En otra cueva, cuya ubicación se mantiene
discretamente oculta para preservarla se hallaron pinturas y huesos tallados
con imágenes con la misma data AP de los pedazos de cerámica en cuestión.
Son imágenes de la vida de esos primitivos:
escenas de cacería de animales, mujeres talladas tipo Venus. Lo sorprendente
fue el hallazgo de pinturas de humanos teniendo sexo montándose como lo hacen
los mamíferos de cuatro patas. Las mujeres representadas con enormes pechos
colgantes. Los científicos quedaron admirados por aquellos antepasados remotos
que representaban al sexo y la procreación de nuestra especie como forma de
derrotar a la muerte.
El gran descubrimiento fue observar que
algunas de esas figuras humanas representadas en el coito llevaban puesta en su
cabeza ese casco -o lo que fuese- similar al que se reconstruyo a partir de los
pedazos de cerámica. La lectura inicial de los antropólogos suponía que hombres
considerados "vencedores" podían tener sexo con las mujeres otro clan
o tribu rival "vencido". Paradojalmente Un detalle cuestionaba esta
hipótesis: había mujeres representadas con ese ¿casco? puesto teniendo sexo con
hombres desprovistos de ese objeto en su cabeza.
La duda inicial los llevo al tiempo a
descartar que esa cerámica fuese parte de un atuendo defensivo de los guerreros,
tampoco parecía una máscara ritual.
La siguiente hipótesis los llevaba a pensar
que ese grupo humano que vivió allí representaba su relación -incluso sexual-
con otros seres provenientes de una civilización "técnica" La cerámica
sería una imitación -digamos- de una escafandra de aquellos llegados del
espacio sideral. O -porque no- parte del atuendo de viajeros en el tiempo provenientes
de este mismo planeta.
No hay, -cómo te imaginaras- conclusión
certera en estos estudios.
A Esteban le hubiera gustado conocer esta
historia. Más aún por título del proyecto bajo el cual se sigue investigando: "Ellos y el universo"
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
Elevación*
Como notas
resbalan
barriletes
Un crisol
Y es que flotan
los cuerpos.
*De Ana
Romano. romano.ana2010@gmail.com
SIOFN*
El hombre relee su breve mensaje otra vez:
"Después de haber
pasado varias veces por el planeta SIOFN los seres tienen una vida sin pasión.
Los supera saber que su nuevo cuerpo tiene fecha de vencimiento; ya no sienten
estar en una vida verdadera con peligros y desafíos, incertidumbres,
frustraciones.... se limitan a administrar su tiempo dentro de redes
psicofísicas a las que confirman su pertenencia con gestos tan automáticos, tan
naturalizados en su inconsciencia"
Por eso el hombre ruega que lo transfieran
a un planeta de "sangre caliente" donde la vida merezca ser vivida.
Donde pueda sentir de nuevo -como aquella remota vez- que cada instante es un
principio y un final.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
EL CAMINO INEVITABLE*
Puede ser que sea ésta una situación
injusta, probablemente seamos todos humanos y debiésemos tener todos las mismas
oportunidades, pero ya es tarde, definitiva e irremediablemente tarde.
Consideramos que el tiempo y la evolución
condujeron a esta situación, que la cadena de acontecimientos era un destino,
que con la modernidad se disparó una fatal aceleración histórica que cumplió
etapas que vistas desde aquí se presentan como inevitables. Algunos piensan que
todo estaba prefigurado desde mucho antes, que quizás e inclusive nuestra
propia genética no permitía otra cosa que este desenlace. No lo sé, y las
disquisiciones al respecto son totalmente inútiles.
A lo largo de las centurias se fue creando
una notoria división entre privilegiados y plebe. Esta separación no era tan
clara cuando existían diferentes países, distintas etnias. Muchos siglos hubo
de convivencia donde ricos y pobres se mezclaban, fluctuaban, eran
culturalmente distintos pero de alguna forma intercambiables.
Fue después de la irrupción de la
descontrolada tecnología cuando empezamos a diferir de forma tan radical que
físicamente no somos ya la misma raza. Existió mucho tiempo el error de
considerar como razas de seres humanos a la gente agrupándolos según el color
de piel; la amarilla, negra, la blanca. Claro está que el ser humano es una
sola raza, o lo era.
Sólo los ricos pudieron manejar la genética
de sus hijos, y acabamos siendo todos perfectos. Todos los ricos, que no
solamente fuimos incrementando nuestra inteligencia sino nuestra excelencia
física, y con estas invaluables ventajas la brecha entre nosotros y ellos se
fue haciendo desmedida e infranqueable. Luego vino la conexión entre nosotros a
través de un sistema intracorporal, con la constante posibilidad de recurrir a
la red instalada en nuestros cerebros. Todos los saberes aquí, cada cuerpo
bello y sano parte de un saber totalizado.
Hubo que organizar grandes purgas en los
últimos años de la convivencia. Sé que fue muy discutido y que algunos de
nosotros no estuvieron de acuerdo, pero finalmente se hizo. Las guerras
impulsadas con el solo fin de reducir poblaciones, algunas enfermedades que se
cebaron en las barriadas miserables, y finalmente la esterilización para dejar
un número manejable y útil de sirvientes. No los llamamos así, eso sería
despectivo. Les decimos ayudantes o trabajadores.
En este momento ya hemos recuperado el
ecosistema del planeta casi a niveles prehumanos, y la población se reduce cada
vez más pues no tenemos necesidad de grandes comunidades. La tecnologización de
todas las actividades no requiere de demasiados trabajadores. No alentamos
entonces tampoco la natalidad de los ayudantes.
Yo vivo en mi propio espacio desde hace
cien años. Me mantengo en contacto con otros humanos a través de la red, pero
contando con toda la música, toda la literatura y toda la ciencia en la propia
cabeza, no utilizo demasiado la comunicación con otras personas, sino la
interconexión de datos.
Me da miedo la muerte, todavía puedo vivir
un buen número de años pero morir es inevitable. Creo que ese pensamiento se me
ha ido instalando últimamente, y me ha producido el extraño deseo de
encontrarme con otro ser humano. Reunirme con otra persona, realmente qué
extraño deseo ya que puedo contactar a cualquiera instantáneamente. Pero algo
me insta a moverme físicamente a través del espacio natural en una especie de
aventura.
Mi perfección física será puesta a prueba
nuevamente. Recuerdo que antes nadaba en mi piscina, trotaba por los extensos
jardines, danzaba con la música que sonaba clara y gozosa en mi cerebro. Hace
mucho, hace cuánto.
Ahora que lo pienso, las últimas décadas
fui cayendo en una introspección y reduje todas mis actividades a lo virtual.
Me dediqué bastante a la filosofía y la música, recostado en este lecho donde
vivo alimentado por fluidos. Hace mucho que no como con mis dientes, saboreando
con mi lengua y oliendo con mi nariz. He recreado sabores y olores
virtualmente, gustando todo lo almacenado en la red. Hace cuánto que no toco
con mis dedos reales un trozo de comida. Hace mucho, pero cuánto.
Me fui confinando a la virtualidad,
transcurriendo mis jornadas dentro de mi propio cerebro, viajando por las
conexiones etéreas de una red invisible de datos.
Abro los ojos. Veo el cuarto donde me
encuentro y es igual al que veo con las cámaras de la red en mi mente. Me
tranquilizo. No puedo levantarme.
He perdido toda a musculatura, me duele
cualquier intento de movimiento. He sido descuidado. Me espera una larga
recuperación.
Llamo por la red un ayudante. Destrabo las
cerraduras. Tengo todos los conocimientos médicos necesarios para
rehabilitarme, pero necesito un trabajador que realice algunas acciones por mi.
Lo veo entrar por el parque, es un hombre
joven vestido de azul. Escucho sus pasos que se acercan por la casa hasta el
cuarto donde me encuentro. Llega junto a mí, me mira y ya puedo seguirlo con
mis propios ojos. Es tan extraño sentir cómo huele a animal, a humedad, a algo
como grasa o aceite.
No puedo usar la garganta aún, mis labios
se han pegado, así que uso los altavoces conectados a la red y le doy las
primeras órdenes. Le digo que me desconecte de la máquina de alimentación y se
prepare para llevarme a la habitación médica.
Olvido la estupidez de estos seres. El
trabajador me mira sin comprender mis órdenes. Ha desconectado la máquina de
alimentación pero allí se queda, mirándome yacente en mi lecho.
Le hablo desde el equipo sonoro con
paciencia, utilizando palabras sencillas y con lentitud. Lo veo desde abajo,
con mis ojos, pero a la vez lo veo de atrás parado frente a mí y la imagen de
mí mismo acostado utilizando la camarita del techo.
Me comunico con el resto de las personas
perfectas, de los reales humanos que estamos en nuestras casas distribuidos por
el mundo. Todos yacen en sus lechos, todos han pasado los últimos años en la
somnolienta vida de la red.
El trabajador, lo veo por la camarita del
techo, sostiene un tubo de hierro con las manos en la espalda. Alcanzo a pensar
que quizás estamos cumpliendo el destino humano y que es tarde,
irremediablemente tarde.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
EL
CREADOR*
Quizá no fuese un dios, sino un desterrado desde una lejana civilización. Lo dejaron a la deriva en un artefacto. Su vida dependía del azar o de su habilidad para llegar a un planeta habitable. Ese artefacto era una nave, pero el desterrado prefería definirla como "mi balsa de real ilusión". De los muchos náufragos del universo este tuvo a la providencia a favor. Llegó a un planeta habitable y compatible con su condición física. Necesitaba oxígeno para respirar, agua para beber y plantas para alimentarse. En el mundo del que provenía no se consumían proteínas de animales. Sólo alimentos de origen vegetal. El desterrado tuvo que aprender a reconocer sus alimentos, a construir un habitus acorde a sus necesidades. Todo le llevaba su buen tiempo pero él no tenía apuro. El tiempo en aquella época no corría del mismo modo que en un futuro que no podía imaginar. Cuando logró organizar sus medios de subsistencia. Lo inmediato que todavía no se llamaba lo urgente. Aquel ser comenzó a percibir la soledad. No tenía amenazas en ese mundo nuevo. Le habían dejado en el artefacto unas pocas herramientas. Quizá algún arma letal para civilizaciones hostiles. Entonces, el desterrado, que quizá ya había olvidado el código de identificación con el que se lo reconocía en su mundo, si recordaba su oficio: sabía tallar la madera. Aquel nuevo mundo era un verdadero paraíso para él. Con los troncos de los árboles armo primero refugios a su gusto para no estar encerrado en su nave ante la adversidad del clima. Más tarde comenzó a tallar los seres que recordaba haber visto y otros que figuraban en archivos visuales del universo.
Eran esculturas. Seres inertes que parecían reales. Cada vez más confiado en su habilidad había logrado tallar en el tronco mismo sin alterar la vida misma del árbol. Desde las raíces corría la savia por ese ser vegetal vivo pero tallado. Árboles tallados fueron creciendo bien alto hacia la luz abundante de ese planeta. Por algún prodigio los seres tallados empezaron a querer para sí mismos parte de ese oxigeno que producían sus padres. Fueron catástrofes indefinibles tal vez las que separaron a esos seres de su vida original arbórea.
Sin raíces salieron a modificar el mundo. Fueron hostiles con sus ancestros a quienes desconocieron por completo. De aquellas creaciones del desterrado espacial surgieron impensables formas de vida.
Ese ser solitario murió sin ver consecuencias. Sus rastros se perdieron al abrirse abismos en las tierras del paraíso primitivo.
Nunca imaginó que lo nombrarían Dios
creador.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar
*
Una vez agujereamos la
soledad con la punta de una rama.
Desde entonces por ahí vemos las estrellas.
*De Valeria
Pariso.
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
-Siguiente estación
En el recorrido literario por el Ferrocarril Midland:
KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO
GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.
**
En el recorrido literario por el Ferrocarril Provincial.
-Próxima estación:
FUNKE.
LOS EUCALIPTOS. FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN
GOYENECHE. GOBERNADOR UDAONDO.
LOMA VERDE. ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD. ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO. EMPALME
ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA. ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
InventivaSocial
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