*Dibujo de Erika Kuhn.
https://obraerikakuhn.blogspot.com/
*
Se oye tu corazón
desde la calle. / El lugar está lleno de gente, y/ se oye tu corazón desde la
calle. / ¿El corazón no aprende? / Te dijeron que él venía, / y el vacío que
dejó tu lágrima/ se interrumpió como si fuese un cielo/ al que lo cruzan los
pájaros/ o el agua.
*De Valeria
Pariso. valeriapariso@outlook.com
-Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones
AqL (2012), "Paula levanta la
persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde
termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015)
Editorial El Mono Armado, "Triza"
(2017) Editorial Detodoslosmares, "La
trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al
viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Primer Premio del Concurso de
Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, Ed.
Mascarón de proa (2020); "Flores
para no regar", Editorial AqL (2021).
- “Final
francés”, AqL ediciones, 2023
PALABRAS
DE PALOMAS*
suave –como un disco de oro
enviado a los extraterrestres
en la sonda voyager–
es el ser evanescente de la paloma
toda alma en su no color
toda sola en una pluma
la escritura cuneiforme en tablillas
de arcilla parece
huellitas de pájaro sobre la arena mojada
y en la ciudad son las palomas
las que atan y desatan
consonancias entre los ojos
en una bandada cabe el cielo que sabe
que su anhelo es su destino
y en los ojos tan cercanos
de una paloma –cuando mueve
con agilidad su graciosa
y curiosa testa–
está el amor del mundo diciendo
el secreto del cosmos
¿quién descifrará lo que dice esa mirada
cuando ya se fue?
*De Gabriel
Francini.
La órbita de la materia*
Cae una hoja y ese vuelo final, impreciso o
no,
nos conmueve de manera desmesurada,
por el presagio de su disolución
horizontal.
Nos preguntamos si es por desidia del árbol
o por la ferocidad de la tierra que lo
sostiene.
En cierta medida vertical todo vuela o
camina
o eso se cree entre otras cosas ilusorias y
leves.
Un día el árbol caerá y caeremos también
sin rastros
de la sombra y sin memoria alguna de
existencia,
de viento, de lluvia, de pájaros, de
tormentas,
de nidos, de cantos, de hijos, de frágiles
certezas,
de dudas abismales, de memorias de sangres
y linajes,
del sentido de las palabras de este
lenguaje inexacto,
heridos por ciclos de florecimiento e
intemperie.
Caídos igual a cada hoja en su última
contingencia
previsible, de muchas precedentes iguales o
peores,
que nos amarillearon la fuerza, y, a la
vez,
nos concedieron la cabal conciencia de lo
absurdo,
de lo aleatorio del caos, del azar
extravagante,
y, todo eso junto con la apatía y el
cansancio
acumulados que, sin avisar, un día se
adueñan.
No es lo perecedero ni lo subjetivo de la
hoja,
el árbol, el pájaro y lo humano ni la dura
piedra
ni la candente lava; es la tierra y su
voracidad
la que vuela y sobrevive atemporal en el
vacío
sujeta a un orden cerrado que se nos niega.
*De Horacio
Rodio. horaciorodio@hotmail.com
-Horacio
nació en Llavallol, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y Liliana Díaz
Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales en cuento,
poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y Chile. Es
autor de los libros de cuentos Palabras
de piedra (Baobab, 1999), Media baja
(Dunken, 2012) y La insistencia de la
desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy
Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese
mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error. -En el 2024 publicó
su libro de cuentos La oscuridad de los
hechos. -Editorial Esa luna tiene agua.
Poema
secreto*
Dije que me estrello contra la playa de los asteroides y salió del mar
el espíritu de la diosa, el sueño encarnado de todas mis nostalgias. Escuché la
urgencia del sol, que era un rayo y un latido o un virus carcomiéndome. Miré
como entregando mis ojos a la desolación, la ruina de un beso que horadó mis
ventanas. Fue esa lejanía donde se apaciguan las cadencias, ese final
obsesionado con mis palabras oscuras, las joyas embarradas de un fracaso
universal. Y la molécula centrífuga salió otro sol por la misma negación de los
contrastes.
Llegué a la orilla de un abismo. Me bajo de los pájaros, camino por las
piedras y encuentro un templo derrumbado en el que incidían vías lácteas de
saliva. Ahora me doy vuelta, veo la nada y me río. Hay una puerta abierta que
se hace de viento si toco las estrellas. Mis dientes mordidos giran como alas y
yo vislumbro una sombra inmóvil.
Vi que el cielo cambiaba de color y desvié mi locura hacia el centro de
la nada y sentí que las rayas se concentraban en cualquier punto y me partí en
57 toneladas de basura y me morí y no resucité y dije que estoy tan lejos como
las paredes y conocí el borbotear de la marea y me enamoré de un reflejo contra
la sombra de los edificios y vi que los árboles bailaban como antes del tiempo
y escuché claramente un latir desvanecido y escuché que algo callaba y entendí
que no hay nada que entender.
Sol quieto donde la nieve florece, mi sombra de la primavera: ¿dónde
estás? En la vertiente, lo no nacido, la rendición del rocío. Solo con la
birome y el canto que no se oye porque los pájaros se comieron entre sí. Ardor
de mis ojos delante de un vidrio negro, las luces encienden la lluvia anhelada
y sin embargo inexistente. ¿Estoy perdido en el hueco
que nadie dejó?
Me acuerdo de un día que no era parte del tiempo, una calle que se
caminaba sola llevándose la vida por sendas de soles. Yo hablaba con el viento
acerca de las flores tristes y el rocío que las clarifica y los mares aéreos
que hacen flotar los cuerpos y los débiles cristales que nos separan. Mis ojos
tocaban la esperanza de una luz automática, ilógico fulgor que te hace renacer,
pero yo no estaba ahí: yo soy mi sombra. En el libro de mis aneurismas, en el
caño oxidado por donde corre mi sangre, me acuerdo de una convergencia de
fatalidades que encandiló mi amor para siempre.
*De Gabriel
Francini.
-De “Entropía”
(La Yunta, 2019)
-Gabriel
Francini nació en 1982 en Buenos Aires. Es bibliotecario. Publicó, entre
otros: Nadir de Ardora (Huesos de
Jibia, 2014), La plenitud de la ausencia
(Cave Librum, 2017), Humo en el humo
(Qeja, 2019), Entropía (La Yunta,
2019), Ser con el fuego (Cave
Librum, 2019), Entrevisiones y
vislumbres (El Mono Armado, 2020), En
el río y en el puente (La Yunta, 2021), Cenizas de hojas en blanco (El Mono Armado, 2022).
Caverna*
No es que seamos del todo inconscientes
de nuestra heredada condición de oscuros
y resignados habitantes sedentarios
en la caverna que pintó el filósofo.
(Aunque disimulemos, no ignoramos
que sombras sólo son, y no otra cosa)
Pero es más fácil permanecer quietos
sentados en silencio frente al muro
contemplando esas figuras móviles
y sus exuberantes maniobras.
Es más cómodo ver pasar las horas
sin esbozar un gesto, sin silbar una nota,
sin mirar hacia el sol -siquiera de reojo-
(porque la luz abrasa la retina).
Y si alguno levanta la cabeza,
si alguien susurra o canturrea,
si alguien grita que existen las estrellas,
entonces le miramos con desprecio,
le escupimos con furia, le arrojamos
las virulentas piedras de la ira
o el amargado esputo del silencio.
(No importará si el díscolo insurgente
es nuestro propio hijo, nuestra sangre,
el magma inmaterial de nuestra entraña).
Para preservar nuestra mentira
-nuestra tiniebla de imágenes fugaces-
le acuchillaremos ritualmente;
después veremos su sangre derramada
como si fuese otra, como si sólo fuese
la lava redentora de los dioses,
el fulgente licor de sus ensueños
-otra figura más en la pared bailando-.
*De Sergio
Borao LLop. sbllop@gmail.com
-De Por
si mañana no amanece
El
recuerdo*
*Santiago
Dabove
La humanidad había perecido. La vida
entera, animal y vegetal, también. Lo restante, la tierra, la piedra, el agua,
los metales, la sal, el aire, eran como un sueño vano, pues todo se había
gastado y las excesivas compresiones y nivelaciones convirtieron al Universo en
un polvo cósmico.
Fue tan grande, tan inmensa la cantidad de
mutaciones y transformaciones por qué pasó la materia desde el caos originario,
atrapada a veces por la Vida y vuelta a ceder a la Muerte, que al fin los
átomos adquirieron la facultad del recuerdo y la consciencia moral, sin
conservar nada formal, sensorial ni sensible, pues carecían de organización.
No había ya planetas, ni estrellas, ni
soles, ni días, ni crepúsculos.
Una noche continúa iluminada por
fosforescencias y tenues relámpagos del potencial eléctrico que se escapaba. En
esa noche interminable pasaban las exequias de la Vida y del Alma.
Muy vastos, muy largos tenían que ser los
funerales de lo que fue tan vasto y casi eterno.
Y, a pesar del tiempo que fluía sin
descanso y con la misma impasibilidad antigua, los átomos conservaban
inalterable el recuerdo del corazón desgarrado de la humanidad y de las vidas
que la acompañaron con menos conciencia que ella en el Mundo.
Y como estaba muy cargado de recuerdos ese
polvo vago, en alguna manera semejaba a un ser viviente y a un cerebro. En
cierto modo solamente, puesto que nada de lo que palpitaba allí buscaba
ventajas, superaciones, explicaciones, análisis o premios. El recuerdo por sí
mismo era lo que anhelaba y al mismo tiempo pesábale porque no era un recuerdo
de cosas felices, sino por breves momentos, y en lo demás del tiempo sólo
revivían dolores, luchas, náuseas y agonías.
Pero era un terco recuerdo que quería, por
lo menos, ser estampado solamente en algún monstruoso mármol de algún
desmesurado Panteón, porque se sabía pertinaz y más duradero que el mundo,
aunque menos fuerte que el tiempo, al que nada resiste.
Y, en los mismos muros del cielo,
"donde termina el infinito", y que son un Panteón y no otra cosa, las
partículas entraron por las grietas del Panteón, que por muy antiguo ya
empezaban a formársele, y allí reposaron, como el polvo en un aposento quieto y
cerrado, olvidándose de la antigua reivindicación de dolor que traían por
delante "que no haya olvido", "que no se consuma el engaño del
corazón".
Y fue el Universo un viejo sepulcro lleno
de polvo disperso, tan extenso y desamparado que era imposible tuviera un
Comentador, un Historiador de las inhumaciones...
Y, sin embargo, por todas partes se sentía
una poesía, una nostalgia, sin que se supiera quién la tenía, puesto que
"todo" había perecido.
-Incluido en "La muerte y su traje".
( Con prólogo de Jorge Luis Borges)
Buenos Aires, Alcántara. Edición de 1961.
https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_Dabove
ODA *
¿Cómo se va uno
de sí mismo?
¿Qué flor cortar
si cada día
es flor que fluye?
La vida corre ciega
y nadie ha visto
sus ojos ahondarse
y temblar
salvo aquellos que se
aman
como si no hubiera
tiempo.
*De Gabriel
Francini.
HORÓSCOPOS*
En Rouen, en la Normandía francesa, el 18
de Mayo de 1847 nace, de padres campesinos, Charles Perigot Damûet que después
de una juventud llena de privaciones decide trasladarse a París con la idea de
buscar fortuna.
En la misma fecha, en Kuala Lumpur, capital
de Malasia una joven de la aristocrática familia Yap da a luz un varón al pone
de nombre Woti que es educado en las mejores escuelas del país y al cabo de los
años se traslada a Paris a completar su formación.
En verano 1869 Mademoiselle Fournarin,
trabaja como camarera en una fonda de la Rue Rivoli donde acaba de incorporarse
un normando llamado Perigot por el que se ha sentido atraída desde el primer
instante. Fournarin, mujer de fuerte formación religiosa, se sorprende a si
misma al responder a las insinuaciones de un varón cetrino de nombre Woti que
cada tarde repasa sus libros en la mesita del rincón.
Ambas relaciones crecen paralelamente en el
corazón de la doncella, hasta el momento en que los dos galanes descubren el
doble juego de la dama lo que les lleva a batirse en duelo en las inmediaciones
del Bois de Bologne.
Únicamente Woti sale indemne del duelo y la
muerte de Perigot cae como una losa de culpabilidad sobre el corazón de la
joven. En el entierro descubre la coincidencia en las fechas de nacimiento de
ambos y se pregunta porque dos personas con el mismo horóscopo han tenido
destinos tan dispares. Uno consiguió el amor y el otro la muerte.
Decide no creer en el destino que marcan
los astros, pero después de meditarlo detenidamente admite que puede que no
haya error, porque quizás el amor y la muerte sean lo mismo.
*De Joan
Mateu.
*
Dos o tres palabras en
el lugar correcto
son capaces de
iluminar un cementerio.
Una vez prendida,
no hay viento capaz de
tirar la lámpara.
Las flores se vuelven
brillantes
y empiezan a tener
sentido
los nombres, los
cuerpos.
Dos o tres palabras en
el lugar correcto
tienen la ferocidad
que abre un jardín.
No importa si está
vivo o muerto.
Ahora estas son mis
manos.
Todos los fósforos
buenos fueron tirados al mar.
*De Valeria
Pariso. valeriapariso@outlook.com
-Publicó los libros de poesía: "Cero sobre el nivel del mar" Ediciones
AqL (2012), "Paula levanta la
persiana", Ediciones AqL (2013); "Donde
termina esta casa", Ediciones de la Eterna (2015), "Del otro lado de la noche" (2015)
Editorial El Mono Armado, "Triza"
(2017) Editorial Detodoslosmares, "La
trilogía: Uva negra/ Mascarón de proa/ El castillo de Rouen", Vela al
viento Ediciones patagónicas (2018), Segunda edición AqL (2020), Zarmina, Primer Premio del Concurso de
Letras, categoría poesía, del Fondo Nacional de las Artes, año 2019, Ed.
Mascarón de proa (2020); "Flores
para no regar", Editorial AqL (2021).
- “Final
francés”, AqL ediciones, 2023
Inminencia*
Algún día, en algún lugar, no muy lejos,
o quizás ya ha ocurrido y es muy tarde;
porque si algo fuese cierto lo ignoramos.
Algún día en algún sitio ya muy tarde,
o quizás no, acaso nunca, lo que pasa
es que la intuición no es nuestra forma
de vivir y estar vigilantes y despiertos;
más bien todo lo contrario, es el apuro
y no nos importa la herida si no sangra;
pero puede ser que algo de lo esperado
ocurra un día de estos o quizás no
o quizás nunca: no lo sabremos.
*De Horacio
Rodio. horaciorodio@hotmail.com
*
Hay una herida
y un rayo de sol
en cada vida.
*De Gabriel
Francini.
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
Tren*
El tren era el de todos los días a la
tardecita, pero venía moroso, como sensible al paisaje. Yo iba a comprar algo
por encargo de mi madre. Era suave el momento, como si el rodar fuera cariño en
los lúbricos rieles.
Subí, y me puse a atrapar el recuerdo más
antiguo, el primero de mi vida. El tren se retardaba tanto que encontré en mi
memoria un olor maternal: leche calentada, alcohol encendido. Esto hasta la
primera parada: Haedo. Después recordé mis juegos pueriles y ya iba hacia la
adolescencia, cuando Ramos Mejía me ofreció una calle sombrosa y romántica, con
su niña dispuesta al noviazgo. Allí mismo me casé, después de visitar y conocer
a sus padres y al patio de su casa, casi andaluz. Ya salíamos de la iglesia del
pueblo, cuando oí tocar la campana; el tren proseguía el viaje. Me despedí y,
como soy muy ágil, lo alcancé. Fui a dar a Ciudadela, donde mis esfuerzos
querían horadar un pasado quizá imposible de resucitar en el recuerdo.
El jefe de estación, que era amigo, acudió
para decirme que aguardara buenas nuevas, pues mi esposa me enviaba un
telegrama anunciándolas. Yo pugnaba por encontrar un terror infantil (pues los
tuve), que fuera anterior al recuerdo de la leche calentada y del alcohol. En
eso llegamos a Liniers.
Allí, en esa parada tan abundante en tiempo
presente, que ofrece el ferrocarril Oeste, pude ser alcanzado por mi esposa que
traía los mellizos vestidos con ropas caseras. Bajamos y, en una de las
resplandecientes tiendas que tiene Liniers, los proveímos de ropas standard
pero elegantes, y también de buenas carteras de escolares y libros. En seguida
alcanzamos el mismo tren en que íbamos y que se había demorado mucho, porque
antes había otro tren descargando leche. Mi mujer se quedó en Liniers, pero, ya
en el tren, gustaba de ver a mis hijos tan floridos y robustos hablando de
foot-ball y haciendo los chistes que la juventud cree inaugurar. Pero en Flores
me aguardaba lo inconcebible; una demora por un choque con vagones y un
accidente en un paso a nivel. El jefe de la estación de Liniers, que me
conocía, se puso en comunicación telegráfica con el de Flores. Me anunciaban
malas noticias. Mi mujer había muerto, y el cortejo fúnebre trataría de
alcanzar el tren que estaba detenido en esta última estación. Me bajé
atribulado, sin poder enterar de nada a mis hijos, a quienes había mandado
adelante para que bajaran en Caballito, donde estaba la escuela.
En compañía de unos parientes y allegados,
enterramos a mi mujer en el cementerio de Flores, y una sencilla cruz de hierro
nombra e indica el lugar de su detención invisible. Cuando volvimos a Flores,
todavía encontramos el tren que nos acompañara en tan felices y aciagas andanzas.
Me despedí en el Once de mis parientes políticos y, pensando en mis pobres
chicos huérfanos y en mi esposa difunta, fui como un sonámbulo a la
"Compañía de Seguros", donde trabajaba. No encontré el lugar. Preguntando
a los más ancianos de las inmediaciones, me enteré que habían demolido hacía
tiempo la casa de la "Compañía de Seguros". En su lugar se erigía un
edificio de veinticinco pisos. Me dijeron que era un ministerio donde todo era
inseguridad, desde los empleos hasta los decretos. Me metí en un ascensor y, ya
en el piso veinticinco, busqué furioso una ventana y me arrojé a la calle. Fui
a dar al follaje de un árbol coposo, de hojas y ramas como de higuera
algodonada. Mi carne, que ya se iba a estrellar, se dispersó en recuerdos. La
bandada de recuerdos, junto con mi cuerpo, llegó hasta mi madre. "¿A qué
no recordaste lo que te encargué?", dijo mi madre, al tiempo que hacía un
ademán de amenaza cómica: "Tienes cabeza de pájaro"
*De Santiago
Dabove.
-Incluido en "La muerte y su traje".
Buenos Aires, Alcántara. Edición de 1961.
https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_Dabove
-Próxima estación:
FRANCISCO A. BERRA.
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial:
ESTACIÓN
GOYENECHE.
GOBERNADOR
UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
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