jueves, octubre 27, 2011
LA SABIDURÍA DE LO INMÓVIL...
*Dibujo: Ray Respall Rojas.
-La Habana. Cuba.
Kiosco antiguo*
Tú nos recordarás seguramente,
kiosco antiguo.
Aquellas veces en que aquí estuvimos
Ella y yo, prendidas nuestras manos,
con los ojos amándose en silencio,
tal vez haciendo planes
o comiendo unos bollos, (era todo
tan natural, tan simple, como un río
fluyendo, un vuelo de jilgueros,
una canción sonando entre los árboles).
Tú nos recordarás seguramente,
kiosco antiguo,
tú que conoces la historia del mundo
y albergas la sabiduría de lo inmóvil.
Sé que lo has visto todo, y entre todo,
yo sé que no la olvidas, kiosco amigo,
porque la habitan soles y cometas,
porque su alma alberga paraísos.
Tú recuerdas su voz y recuerdas su risa.
Y el son de sus palabras siempre vivas.
Por eso vengo a ti, mi viejo compañero,
me siento donde entonces, te contemplo.
En mi mudez formulo una pregunta.
Y tú, callado, asientes.
*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
De Por si mañana no amanece
http://sergioborao2011.blogspot.com
El fantasma de la Mosuela*
Con resignación Javier se hundía en el mullido sillón de la recepción del hotel mientras esperaba que llegara Mauricio.
Se reprochó haberse levantado tan temprano, haber ingerido apurado el desayuno para ahora tener que esperar más de una hora.
A través de sus ojos semi cerrados comenzó a observar a la mosuela que limpiaba el piso, lentamente, empujaba un gran cepillo, iba y venía mecánicamente como lo haría un robot. Al terminar se ausentó por unos minutos para volver a repetir la tarea sobre el mismo sector. La figura lo cautivó y en la medida que la acción se repetía muchas veces como un ritual exactamente en la misma
forma comenzó a imaginar que obedecía a una orden suprema como si la hubieran programado.
Transcurrió más de una hora y de pronto la mosuela desapareció para ya no volver.
Una gran duda me invadió, ¿habria soñado?
*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar
Quizás una oda*
¿Cómo haremos ahora sin los bárbaros?
Después de todo, aquella gente era una solución.
Constantino Kavafis
Cuento los satélites que pasan
indiferente a las estrellas
te grito e-mail exasperados
cambio canal con desconsuelo
caliento la comida prefabricada
en un horno sin fuego
leo los periódico con sus afonías
consumo frutos sin semillas y aroma
paseo por la playa
gambeteando escorias
abro los ojos
veo tu cuerpo entre nubes de humo tóxicos
dejo el celular en la casa
para aislarme de mi mismo
arrastro mis libros
en un cuarto sin ventanas
los entierro ceremoniosamente.
Sufro de modernidad material:
compro zapatos chinos
camisas tailandeses
pantalones hindúes.
Pasivamente participo en el ocaso
de la flora y la fauna
y otros bíblicos frutos
Observo las armas siempre más inteligentes
y la repartición del mundo
veo como se visten de banderas multicolores
los ataúdes folklóricos.
Pago impuestos en un agujero negro
voy a votar calamidades
resisto apenas a la moralidad inmoral
de mi reino animal.
Me aturde el avance de la tecnología
en la creciente hambruna reinante.
Me sorprende tanta solidaridad
por las focas en extinción
tanta turbación por el ambiente
tantos parasitismo camuflado:
tanta inflación de soledades
en la multitud.
Lamentablemente me resta poco tiempo
para admirar el éxito final
de tan inmenso progreso civilizador.
*De Carlos Sánchez. sanchez.carlos@tiscali.it
Folignano (AP) Italia
Cuadernos y Palabras nº15
De albores y relojes*
*MÓNICA LAURENCENA BERRAZ. monilaurencena@hotmail.com
poesía
En el lacio néctar de las horas que pasan,
no hay senda más luminosa que la poesía.
La Palabra que seduce mis sentidos
-diosa verbal reencontrada-
Exiliada en el mundo de los ideales recorridos.
Expectante de reingresar a la rítmica locuaz luz.
verso que como manantial
reencuentre su cauce.
Allí. Tal vez sostenida por la búsqueda del verso
que me interna en la flor del universo
en la vida de las gentes.
en la conversación de los días que fugan
en pos de las verdades milenarias.
Vienes fiebre de noches.
Extirpas mi corazón humedecido
en los abismales recuerdos.
Juramentada de sílabas, la voz.
dotadas de ricas mieses y alambicados modismos.
Antigüa lírica de mis antepasados
Ellos venidos de Castilla - La Vieja
Buscada hallada turbia silenciosa mágica.
Ella -amada secreta- en la fugaz ausencia,
hacia vos marcho ligera, sin alas.
Sin perfume de noche estelar
Sin la lluvia de los entristecidos
Sólo casi desnuda de mí
Estoy en vos, con vos
Soy tu cuerpo de primavera que nace.
A tu rudimentaria cueva pronunciada
por el hombre me congrego...
Anuncian las estaciones que aún vives en mí.
Eres mi compañera lúcida y bella.
Mi propia copa ancestral que grita ser acuñada en moneda de río y
luna. habiendo bebido todos los romances en la cuna de mi niñez con
las plateadas ilusiones del invitado al festín y al convite
de su próxima venturosa límpida canción.
Te bebo con fruición, eres miel de mi sangre
despojada de toda ilusión .
Te bendigo.
La noche universal abriga a los hombres,
a los poetas que cantan.
Estiro mis manos y allí estás
rica de plumajes y libertades.
No necesito dios para seguir viva
eres mi eterno rito de iniciación.
Mi cumbre y mi caída.
Mi dolor y mi alegre estancia.
Mi silencio de asombros ante el hombre
que anda posponiendo la planetaria dimensión
de la vida.
Tu letra grabada en el papel vivo
hace mimos y garabatea, con un beso limpio de la mañana, casi sueño
casi alba.
Y allí, así sin querer, vuelvo al milagro del corazón
que centellea con la mente.
Y libo agradecida como el picaflor tu néctar.
tu riqueza de saudades manjares pétalos intenciones
Y se me hace que nunca podré dejarte, amiga
Y que nunca abandonaré tu casa
...de infinita ternura ancestral...
Poesías y saudades - 2010
Ventana del amanecer
Un aleteo, trinos, vuelos...
El alba en la presencia se atisba.
Amanece, ya casi...
Ellos son mi sueño inacabado.
El ejemplo exacto que la vida fluye.
La brisa mañanera...
Cantan tan cerca en el alféizar.
Saludan las gentes al pasar,
una moto corre rauda.
La vida recomienza...
la voz de la vecina tan temprano,
ella barre (todas las mañanas de la misma forma)
y yo amanecida.
En el leve vuelo de la poesía sosteniéndome
aún viva junto a mi ventana...
Amo a estos pájaros de mi calle.
inciertos aleteos que ahogan el misterio
de mi partida...
Oficio de escriba
Oficio de miradora, el mío,
que vislumbra las luces
en el haz infinito de todas las auroras.
Trepa por los bordes.
incauta, todavía inocente
persiguiendo no sé qué
buscando la verdad en el trazo del pincel.
O en aquella imagen del rostro.
Oficio de escriba que relata
desmenuza increpa acusa
la infinitud del paisaje.
Atravesando las latitudes
que ellos me permiten.
Trepando las cabezas
Perfilando sus costados ojos manos.
Cuerpos cuellos rostros de afilados cuencos.
De los artistas voy recorriendo la inmensidad del espacio.
La existencia en todos los mundos:
Fotos de contraluz, esculturas de metales,
Espacios con extrañas y míticas cerámicas.
Algunos me aquietan con su música.
Cual pájaros de libertades multiplicadas.
El canto vivo de la voz y la guitarra.
Me dan alas para seguir respirando el día que sigue
Al día que después vendrá...
Oficio de testigo enlazada con los versos
La mañana del día que acuna
Toda la terrible soledad de los hombres.
La gota perfil de agua
vienes lluvia para habitarme, incendias mi intimidad
caes trepidando sobre la cerrada ciudad.
PALPITA AÚN LA TIERRA DESGAJADA
SUSPIRA EL AIRE
Y los árboles son como enamorados
que vuelven de su fatigosa entrega.
El barro se cuela entre los olores.
Las calles húmedas se persignan
frente a las gentes apuradas.
AGAZAPADA ILUMINADA
RECORRO CALLES INUNDADAS
Respiro ese perfume único.
Algo me dice que esta gota desde el cielo
es el invierno que parte,
promesa de una próxima primavera...
Viaja por profundos laberintos
los recónditos secretos de los amantes.
La gota se percata de mi sueño.
Y cae a mi hombro la perpetuidad
del asombro...
Breve revelación
No puedo revelar
el misterio .
la canción que salta en el vacío,
la longitud del verso.
Mi larga y carnal inocencia
frente a la blanca incauta hoja
que se dilapida en cenizas de tiempo ido.
No se me revela el por qué.
Esta cruel desesperación que corre
con lápiz en mano a volcar poesía y más poesía.
Encantamiento de magia singular
en la creación de lo universal...
Ciudad de luces
Sólo silencios
abundan sobre la ciudad de luces,
cuando el sueño llega a mis cansados huesos
soy una felina de aguzados oídos...
Por las calles de la miseria la mujer vuela,
espía nocturna del dolor...
Sangre Camalotal
Agua turbia.
devienes del barro camalotal de mi tierra.
bajas del caudaloso, serpenteante río.
Es verdoso el fango.desde allá la lomada me mira.
Historia en sepia de antiguas memorias,
tengo calle, redomada sangre, cenizas de filial afecto,
allí guardadas.en panteón centenario.
(Ahora no es tan doloroso ir hacia vos, Río )
Es parte del círculo indómito con nuevos vínculos.
¡Ah! inútil hacerme muchacha de modales de estilo,
¡Siempre libertaria! ¡Embanderada, y con pancartas!
Buscándome en los girones inciertos de las breves incógnitas.
.Y de los secretos de herencia guardados.
Blandiendo espadas de largas esperanzas.
Llega la acuosa lágrima, verde, perfumada de las islas,
lenta
cae sobre la piel barrosa, sobre la herida biográfica,
hoy, descansa..
Tras el ojo, allí está el bello Paraná que es naturaleza
hecha pájaros en libertad.
¡En mis venas no corre sangre sino el agua de
camalotes
hecha luz.!
Pájaro Anahí.
Los pájaros vienen hacia
nosotros
solitarios veloces frágiles
en bandadas. todos los colores
habitantes de los grandes árboles.
Escondo mi corazón carmesí
en este furtivo pájaro- Anahí.
El amor supo pasar por aquí.
Una mirada un abrazo una despedida.
Los ojos fulgurantes de lágrimas.
Hubo un cielo de dulcebesos.
Herido el rojo canto en el vuelo de los colibríes,
suenan lejanos en el campo algunos tamboriles.
cuando atardece.
El gran árbol, ceibo de bellísimas flores,
protege a los picaflores.
Me convierto en Ave efímera de plumaje rojizo,
entonces por segundos libo el perfume de los amantes
de la vida verdecida.
De la Serie
Vuelos y Estíos.
VASCA
Vengo de allá la mar
mi sangre a veces
me sacude -VASCA-
Más que española
de Olés y de dramas los amores
de castañuelas y largas las pasiones.
Que soy tan Castellana como el Nono de Logroño.
Se me ha mezclado
con la bisabuela francesa y lencera
y alguna abuela paterna de raíz sufriente tana...
Vengo de la sangre de allá,
soy de esta Patria escondida
en el corazón de éstas tierras bellas
y del canto libre de las muchachuelas.
Así que aunque me digan que vengo de
otros lares, porfío
que mi sangre está acuñada entre los ríos
y las barrancas,
y los viejos líderes.
La querida sudada
sangrada patria
que nunca fuese liberada,
como los vascos, dura y suave.
Libertaria tierra de los antepasados
entre montañas lejanas en la memoria.
Esta soy yo
la que resume
el cutis cetrino y la mano que se entrega
con el corazón que desflora
las madrugadas de guitarra embelesada...
Vegetal Secular
los árboles caen amarilleando
sobre mi hombro
fragor de ciertas batallas lanzadas en el día.
acontecimientos cotidianos.
calles recorridas
aire flotando
hacia el cielo.
mi cabeza bulle
recuerdos de otro universo
todo me conmueve.
quedo en un momento
así como quien no quiere la cosa.
sólo mirándolos sólo esperando.
que con su dorado perfil de hojas
me llamen y pueda alcanzarlos.
resista a la abrumadora cotidianía
cae sobre mi hombro
se desliza toca mi humanidad
ella diosa de todas las hojas
con su alegría
hecha luz del día
vegetal secular
bella perfecta en su geometría de siglos:
una simple hoja
que de solo estar allí.
y suavemente existir
me bendice.
Inefable la pena
Al volver de aquel lado de la otra orilla,
cómo saber qué será la vida de mi bella luna
todo está allí:
abrazo de amigos, aulas, pensamientos,
estandartes lugares reuniones
música convicciones amores
Cada regreso es un acto de alegrías y lágrimas.
Aquí duele en mi costado como vientre abierto.
tú: ojos claros de felina audaz,
flor de cardo salvaje. ave de colores signada
por lágrima de soledad albergada
de tus versos se desprende el perfume
y la libre ejecución de alas.
Ya mujer, ya pájaro, ya niña mía, amiga,
Ya hermana, ya hija.
Compañera de tus compañeros.
Resignada vuelvo a la tarea.
He vivido la sostenida Camaradería
palabra y debatidas ideas
compartida en franca y juvenil algarabía.
Mi Paraná te alberga.
Te seduce, allí quedas
en custodia de las lomadas
los verdes
las luces.
el sol cayendo sobre mi espalda
en un haz de recuerdos.
Y tal vez surca por mi rostro una tenue lágrima en el
contraluz de la vida.
Sierra Luna
I
De agreste perfume
oscuro en la noche
manantial de cobre a lo lejos
piedra de sol en la mañana
mis ojos te miran
mis pies te caminan
mi cuerpo entero se hace lumbre
en el mediodía de tu universo.
II
Y pensar que el hombre está allí a la vera del camino
sentado, como esperando no sé qué terrible final.
Y toda la vida está en la piedra y en los árboles
inflamados de verdes y luces . arroyos y cascadas,
vertiendo la carcajada de un dios que nos mira
ante tanta belleza todavía no destruida.
Cielo y más cielo,
límpida agua que cae
mica sobre mica,
milenaria y ensangrentada de los que nos precedieron
último hermano que se tiró desde lo alto.
Hoy corre aire en mis manos.
Hoy la azulada casa del hombre es tierra
y valles que entrelazados abrazan las verdades.
Breve poemario. Sierras de Punilla
Febrero- 2010
Mujer
Salpicada de estrellas, silbadora de canciones, sinuosa
en las danzas.
Desembarcaste en este mar del olvido, entre las ruinas
del dolor...
Eras aquella imagen de casi-Mujer:
cintura pequeña,
cuerpo de niña, húmedos labios...
inquietos ojos,
asombro de pájaro...
flacura extrema,
pose de bailarina...
Te convertiste en Mujer:
La señalada. Nunca sumisa en el combate.
La de los amores en la bruma, en parques y jardines,
playas en el estío.invierno de debates y dulces
mates.
Mujer venciendo el frío en la barriada, con las manos
tendidas hacia las gentes.
Mujer de albores y relojes... juegos, cuentos y títeres.
Mujer de tizas y pizarrones... Mujer de madurez...
Piel tamizada de heridas signadas por el recuerdo.
Sacudida por los vientos húmedos de la mañana.
Aún suena a timbales mi ancha cadera y sueña mi piel
con caricias bienvenidas.
¡Que mis labios, ni mis manos y mis piernas no están
fríos!...
Enlazada en la noche sibilante de pájaros me espera un
amante abrazo.
Embarcaré en el remanso o en la pasión.
La luna vendrá a deslizarse en las piedras del río.
Seré aún lilas del agua, perfume ceibal y andaré
descalza como en la infancia
jugando en las arenas donde el horizonte es estrella,
canción y danza.
Ah. advierto a los bendecidos hombres de la crítica
poética que, yo, he renunciado
a ciertos destinos proféticos que abundan en los
capítulos de las biografías féminas.
Mujer, nunca pero nunca vaya yo a ser ni purificada ni
jamás salvada.
Advertencia de soledades y algo más...
Advierto la terrible soledad de las mañanas.
Los sueños son las caricias de un cuerpo olvidado,
mi memoria estalla en sensuales batallas de amores .
por la brisa el rocío invoca lo vivido,
en la fresca nervadura matinal.
Cada pasión fue como la única primera entrega,
ataviada de novia concurrí a los altares.
Fueron benditos los fuegos nupciales.
Bebí el vino de tanta fiesta impúdica. Sigo viva.
Las mujeres en estas épocas no somos quemadas
en hogueras, ni perseguidas, pero sí señaladas o marcadas.
Tomé las ricas frutas y mordí los jugos carnosos de las estaciones.
La advertencia sigue en pie.
Soledades golpean con martillos las puertas del alma.
Me voy a desgarros de locura trepando por las paredes de mi cuerpo.
No del dolor. O del silencio. No. ¡Sino del gran amor!
El que fuese bello, dulce amor
-hombre de protectores abrazosbesos
de mieles y de signos en el aire.
¿Amar para siempre? ¿Si? ¿Se puede? ¿Se quiere?
Decir siempre es demasiada eternidad.
En la necesidad de seguir imaginando ¿el amor es
posible?
Juega entonces mi cabeza con toda esa enorme arma de
destellos
las vestiduras y los encajes caerían si fuese una joven
doncella
a la espera que la desposen según convencionalismos
burgueses.
Infinitas formas e imágenes pudiesen aparecerse ante
mí...
Las advertencias de las viejas mujeres no sirvieron de
nada.
Asegurarse una posteridad sin comentarios dudosos,
una pura virginidad,
se cae como una máscara a la hora de mirarnos al
espejo de la sociedad.
Mi propia advertencia es la de seguir pisando las hojas
otoñales
y abrazando a los amigos que suenan a verdades
universales.
Algo más. Sí. Lo vivido.
En las estaciones de los corazones, sobre mis hombros:
algunos pájaros de colores aguzan el oído
esperan para cantarme o regalarme un perfume
nuevo...
la noche de la memoria se vuelve rueda de fiesta y
batalla de vida.
Constelaciones sagradas
El dolor profundo es un reflejo sólo humano.
Nos sostenemos como en red.
cardúmenes acuosos,
en ventrales recuerdos sagrados, en círculos de pieles,
en flores desgranadas desde el río de la vida.
Cada uno con su propio y suyo dolor.
Una biografía narrada.
Estelares abrazos con extrañas lágrimas,
salidas desde nuestras propias almas, venidas de las
galaxias que nos habitan.
Entre nosotros nos reconocemos. Hablamos el mismo
lenguaje.
Es por ello que estamos aquí en ronda con poesía en
mano.
Somos como los maravillosos árboles, fecundos,
brindamos el abrazo, la sombra y la frescura en el
estío.
La tormenta nos encuentra reunidos y nos damos el
calor y la fuerza.
Si fuese necesario construiríamos entre nuestras almas
una casa
donde el fuego nunca se apague y los libros, la música,
la pintura, las artes.
Sean nuestros dioses protectores, venidos de miles de
iluminadas constelaciones.
Serie de miradas históricas
1974
Yo sólo veía banderas rojas
las Facultades tomadas, volantes,
muñecos quemados en la calles ,pancartas
debates de sociedades libres ,más justas.
El Che siempre presente y ya Salvador ausente.
Sólo veía líneas de fuegos.
1976
La oscuridad cayó sobre mi
Patria.
Esa noche mi madre, abrió su puerta (generoso
corazón).
En mi humilde casa
durmieron días y días compañeros,
luego partieron, hoy andan caminan y tienen hijos.
Una noche de miedo e incertidumbres.
Ella cocinó, abrió un vino tinto. Y matizó con una
buena charla
de autores: Sartre, Proust, y Simone de Beavuoir.
infaltable el mayo francés
Conocía, sabía del dolor y la
represión.
Mónica Laurencena Berraz
Nació en Paraná,1955.Reside en Sta Fe.
Prof. en Letras (UNL).Docente en Esc.Medias.
Cofundadora del grupo literario Tupambaé y de la SADE Santa Fe.
Participa del teatro independiente y murgas barriales.
Expos fotográficas-poéticas con Oscar Decchiara y "Amalgamas III y
IV" con la plástica Zulma Molaro.
Publica en Antologías y en publicaciones virtuales. Miembro de la CDSADE
Santa Fe.
DEDICATORIA: A mis hijos y mi familia
A mis amigos
Al hermano y maestro Horacio C. Rossi
Cuadernos y palabras.
Edición Cooperativa de los Autores
Coordina: Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar
Colección LuzAzul.
ESTIMULOS*
La actitud y el desafío
A veces un estímulo puede venir de donde uno menos lo espera, y lograr inducirnos a encarar empresas impensadas, impulsándonos a alcanzar hazañas, grandes o pequeñas, o lograr anhelados triunfos, que de no ser por ese inesperado empujón, no nos hubiéramos animado, o no las hubiéramos emprendido.-
De muy joven aprendí a jugar al billar, a la carambola. Al principio, como todas las cosas, malamente, sin técnicas, sin práctica, ni métodos. Jugábamos a una raya, veinticinco carambolas, y tardábamos una hora o más. Aprovechábamos la siesta de los domingos cuando las mesas de los bares estaban disponibles, y allí íbamos aprendiendo y entusiasmándonos.- Cada vez más, y más y más.
Jugábamos con muchachos que estaban aprendiendo y por lo tanto en el mismo nivel, y también viendo y admirando a los mayores que para nosotros eran verdaderos maestros. Algunos bastante jóvenes, y ya le hacían partido a los veteranos, que sabían de técnicas y mostraban habilidades muy desarrolladas por su larga práctica.
Se jugaba mucho en aquellos tiempos. En varios lugares había mesas y siempre se disputaban torneos: en Clubes, en bares, y en la parroquia; en nuestra ciudad o en la vecina; con diferentes categorías para minimizar ventajas. Poco a poco fuimos mejorando substancialmente nuestro juego.
Yo sentía una verdadera pasión, jugaba todos los días y las horas que podía disponer, lógicamente uno terminaba aprendiendo, no sólo a jugar, sino los trucos y misterios que encerraba.- Efectos, golpes, retrocesos, corridas, pasabolas, rebotes y bandas; peso y contrapeso de los tacos… Lográbamos indudablemente ser cada vez más competitivos. Y eso nos atrevía a buscar entreverarnos con los más avanzados. A esta altura era posible que nos invitaran como pareja de alguno de ellos, cuando había algún desafío y se jugaba de cuatro, casi siempre por una cena.
Un domingo en el bar más concurrido he visto a uno de los “maestros” taqueando solo, esperando seguramente algún amigo para hacer unas rayas… Me ofrecí como contrincante, mientras tanto…
Me miró despectivo, y se movió muy lentamente, quedando casi paralizado en la posición de tiro, apenas levantó algo la cabeza…, y con toda la arrogancia que podía ser capaz…diría que me espetó:
-Pero, ¿Quién te creés que sos, mocoso?- Y exhibiendo una mueca socarrona, mostrando una evidente indignación,. siguió con su solitario taqueo, ignorándome por completo…
Sé que me mordí de rabia y humillación. Sentí tanta vergüenza que me fui a casa, con un injusto dolor en las entrañas, pensando una y otra vez si era mía la culpa, y si en fin, yo mismo había provocado su reacción visiblemente arrogante…. Por bastante tiempo rumié ese momento una y otra vez, hasta que se fue transformando más bien, en un juramento de venganza, de que llegaría el momento del desquite…
No debería haberme dejado llevar de esa manera, no debí permitir que esa ira crezca dentro mío, no debí darle tanta importancia; y sin embargo eso es lo que hice…
Desde allí aceleré mi aprendizaje si cabe, jugando más y más. Competía cada vez con mejores adversarios. Jugaba con destreza, pero también con una fuerza nueva, como con furia. Entraba en casi todos los torneos, y me fui emparejando a los mejores, a los más habilidosos, a los veteranos incluso. Muchos consideraban que era muy bueno, y yo me sentía cada vez más seguro.
En un torneo organizado por la Parroquia, participamos una veintena de billaristas, en la mayor categoría, todos contra todos; a cuatro rayas; y la duración era de un par de semanas, ya que no se jugaba todas las noches. Había dos partidos por vez, y los demás, en lo posible, asistíamos para observar el desarrollo de cada uno.
Este hombre arrogante también jugaba, y lógicamente llegó el día, o la noche, en que nos enfrentamos. Quizás él se habría olvidado del incidente, porqué había pasado ya mucho tiempo; pero no yo, que pensaba apabullarlo, destruirlo, y cobrarme su actitud despectiva, como una de las mayores consignas de la vida…
Era reconocido como muy buen billarista, uno de los mejores entre nosotros; pero yo estaba motivado por la pasión de cobrarme la ofensa. Yo quería desquitarme, humillarlo… y que mejor que esa noche delante de todos…
Comenzado el partido no le fue bien, creo que sentía el peso de demostrar toda la gran diferencia que había con aquel “novato”, debía ganar con mucha holgura, mostrar sin ninguna duda su supremacía… En cambio a mí me movía una furia santa que me potenciaba y me daba un poder extra.
De entrada le saqué muchísima ventaja, y desde allí le fue cada vez peor; mientras yo me sentía iluminado, hacía carambolas a diestra y siniestra; me salían todas y me permitía tirar lujos y hacerlas a tres bandas, tirar pasabolas imposibles, y hasta massés, como si estuviera haciendo una demostración…
Cuando me faltaban unas diez carambolas para completar las cuatro rayas, él no había hecho ni la mitad de la primera; por lo que rojo de ira y vergüenza, tiró el taco contra la pared, y atropelladamente abandonó el juego y el lugar, aumentando de mala manera su catastrófica derrota…
Yo permanecí imperturbable entre la euforia de mis compañeros, sin demostrar la alegría y la satisfacción que me llenaban por dentro.
Me había desquitado en buena ley, con creces…, y sin embargo, sentí pena por él.
Yo pensé:
-(Nunca hagas daño al más débil, porqué el mundo es redondo…, hoy estás arriba, mañana estarás abajo),
II
En otro torneo y en otro lugar, y estando muy bien posicionado en la tabla de posiciones, en cierta fecha del fixture me tocaba con un viejo billarista. Era un hombre que jugaba medianamente bien, pero no era de los mejores. Sin embargo me estaba ganando y yo no conseguía emparejarme.- Por más que me esforzaba, el juego no se me daba, erraba, me quedaba mal armado, no conseguía achicar la diferencia, es más; la ventaja se iba agrandando. Por momentos veía que era cada vez más difícil revertir la situación.
No era para nada mi día…
Estaba inseguro, erraba tiros increíbles, no conseguía concentrarme y cada vez se me presentaban peor las cosas. Él en cambio sereno, y avalado con la favorable diferencia, se iba encaminado a la final del partido con muchísima ventaja.
En un momento llegamos prácticamente a la meta, si bien a mí me faltaban treinta y seis carambolas, a él solamente dos. Con sólo dos tiros buenos ganaba y muy holgadamente, y yo sin conseguir reaccionar, al menos para no perder por tanto.-
Un viejo amigo, funcionario del correo, también billarista, miraba el desarrollo del partido con un vaso de vermouth en la mano, en el fondo apesadumbrado por mi inesperado y pobre desempeño. Casi no lo podía creer…
Se aproxima y en voz muy baja me dice:
-No es diferencia para vos…-, y como si tuviera aún confianza en mí, fue a sentarse a una mesa un poco más lejos, quizás esperando el milagro…
-(A él le faltan sólo dos; y a mí treinta y seis… ¿y me dice que no es diferencia?)- Ahora me tocaba tirar a mí, no tenía ninguna chance… pero voy a morir de pié, voy a dar lo que sé,…-¡Total, perdido por perdido!...-
Y sentía como en mi interior nacía una fuerza nueva, que crecía incontenible dándome una fe desconocida,… ¡Quizás Nilo tuviera razón!... Yo estuve fallando, debía hacer algo más, no me entregaría, aunque sabía que no estaba jugando sólo; pero yo haría mi parte con esta nueva sensación que me empujaba…
Me concentré y tiré mi primera carambola, sería una a una, a no errar.
Una… dos… tres… cuatro…, y seguí una a una, tratando de no desconcentrarme, como si allí se me fuera mi honra, como si fuera mi mejor partido: ¡ cinco…! ¡ seis…! ¡ siete...! y así seguí tirando cuidadosamente hasta completar una volada de dieciocho seguidas, la mitad de las que me faltaban… Me sentí entusiasmado, evidentemente; pero no bastaba, ya era tarde, ahora tiraba él… ¡Si me hubiera concentrado a tiempo otro sería ahora el resultado!.
Tiró don Ángel y erró. Tal vez se sintió apremiado al ver mi recuperación, aun que creo que no se impacientó porqué aun tenía todo a su favor. A mí me faltaban otras dieciocho…, por más que hiciera algunas…, al él le quedaban por hacer sólo las últimas dos…, ¡Y ganaba!
Y me concentré de nuevo con toda mi alma…una, dos, tres, y no quedaba mal armado, así que seguí sin siguiera pensar en las que me faltaban, sólo trataba de hacerlas una, y otra: ¡Cinco…, seis…,siete…!, y seguía…
Don Ángel se puso serio, quizás no lo podía creer, aunque seguramente pensaba que no las iba a hacer todas las que me faltaran en otra volada de dieciocho…
Pero yo seguía... Los que miraban se habían parado, acercándose, para no perderse lo que podía pasar, o estaba pasando…
La cuestión que hice la: ¡Diecisiete!, Me faltaba una solamente, pero me quedó mal armada. Requería un tiro difícil. Sopesé todas las alternativas, no tenía otra que tirar pegando baranda primero, tocar luego media bola con un efecto que hiciera correr la mía por la otra banda, hasta la roja que estaba tocando el otro rincón. Si la erraba seguramente él se encargaría de asegurar las dos que le faltaban…
La tiré y la bola como obedeciéndome al pié de la letra, girando como un trompo, fue siguiendo lentamente la ruta esperada, caminó un trecho pegada a la banda, y llegó justo para golpear tenue a la bola arrinconada, que se movió casi imperceptible, como saludando a la recién llegada…
-¡Dieciocho!- celebraron todos. ¡Partido ganado! ¡Increíble!
Don Ángel estaba realmente sorprendido, pero era un caballero, y me felicitó con entusiasmo.
Nilo, no se acercó; canchero, desde su lugar levantó el vaso y me guiñó un ojo…, como si hubiera descontado que yo iba a reaccionar así.
Yo me quedé con un sabor a culpa por mi incapacidad. Si no hubiera sido por el aliciente que me acicateó el ego, que despertó mi fe en mí, en el último momento, yo sólo no habría sido capaz; y tendría que contar que ese día, en realidad, no tuve una actuación muy brillante.
Se lo debo a quién apenado por mi mal momento, supo estimularme, al mostrarme que creía en mí.
Con esa valiosa ayuda, se hizo posible lograr un triunfo, de una segura derrota.
Fue una pequeña gran hazaña…
Un buen estímulo puede impulsarnos a lograrlo.
*De Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
-Texto incluido en "Los días felices" Avellaneda (Santa Fe), 03/08/2005
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