sábado, octubre 29, 2011
PÁJAROS CAÍDOS EN MITAD DEL VUELO...
*Dibujo: Ray Respall Rojas.
-La Habana. Cuba.
EL FLUIR DEL TIEMPO*
No había escuchado el aviso del reloj Cu-Cu de las ocho de la mañana. ¡La noche había sido tan larga! Se quedaba dormido para despertarse cinco minutos después con la sensación de que habían transcurrido varias horas aunque eras algo impreciso de medir ni asegurar.
Esa sensación la había comenzado a percibir en forma lenta desde una semana atrás.. No la podría definir pero las horas parecían eternas.
¿Qué estaba sucediendo?
¿Por qué cinco minutos se le antojaban horas y el amanecer parecía no llegar nunca?
No pudo menos que preguntarse si así comensaba el éxodo hacia el mundo de nunca más.
*De Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar
Huésped de las sombras*
Ese fue el día en que las fuentes manaron hiel.
La luna, ese crepúsculo, nació sin rostro;
bandadas de palomas negras se cernían
sobre todas las esperanzas de los vivos.
Todo el Otoño lloró aquella mañana.
De nuevo sumergido en las tinieblas
me encontré.
Un arcángel de sangre
vino a sobrevolarme,
negándome la dicha,
oscureciéndome.
Como un derrumbamiento, las bocas se cerraron.
Se agigantó la noche, eternizándose.
Todas las aves cedieron en su canto.
Los ángeles, sin luz, agonizaban.
Una ardilla fugaz tradujo las señales:
no existía respuesta.
Los hediondos
sicarios del infierno voceaban
sus consignas de fuego ininflamado.
Eones transcurrieron, sin memoria.
El vacío creció, ardió la fe en los pábilos.
Todo iba convergiendo hacia la nada.
Mas de repente callaron los demonios.
Desde lejos
una voz desenterró la espada de mi pecho,
una lágrima empapó la sal de mis heridas
y el mundo todo floreció como una enredadera.
*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
http://sergioborao2011.blogspot.com
Duda*
Como una boca gigantesca
cuyos dientes irregulares
se exponen al sol violento
de principios del verano
con barbas irregulares
sobrevividas a la violencia humana
aquí en la garganta del valle
prolongo mi existencia
abrumada de oxígeno
de canturreo de pájaros
de imperceptibles
desplazamientos de insectos.
La vegetación no se resigna
creo que implore a un dios
de barba y cabellera verde
por una tormenta reparadora
que inunde tanta sequedad
tanta piel agrietada.
Los techos son figuras geométricas
que recortan el cielo garzo.
Entonces me da por pensar
que esa propuesta de ir al cielo
tiene un gran inconveniente:
de allí el cielo no se ve.
*De Carlos Sánchez. sanchez.carlos@tiscali.it
Folignano (AP) Italia
Cuadernos y Palabras nº14
Mujer que escribe*
*De MARÍA BEATRIZ BOLSI DE PINO.
ANDAR EN PALABRAS
Quizá ya me parieron
atada a la palabra.
En el húmedo nido
un alba de palabras.
Allí
desde la misma fuente.
Crecí con ese lazo.
Balbuceante. Sonoro.
Con puñados de sílabas
con fragmentos de frases
que nombraron el árbol
el abrigo y el tiempo,
el desgarro del sol
la orfandad de los vasos
la jaula de los sueños
el barro de la ausencia.
Camino
y se mojan con la lluvia,
resuenan con el eco
de antiguas cavernas minerales,
se abruman en otoño
y un espejo de azul las tornasola
como a los transparentes
frutos de la tierra.
Por ellas sigue viviendo
todo lo que he perdido.
Tiemblo
si amanezco un día
desnuda de palabras.
JAZMINES ENTRE CENIZAS
Me sostengo entre jazmines.
Para no ver
cenizas
en los cuerpos
pájaros caídos en mitad del vuelo
las impiadosas llagas de un mendigo
en las calles
unos niños corriendo, mutilados de vida
con un rencor que asfixia.
Paria muchedumbre del dolor
mordiendo el polvo desde todos los tiempos.
De tanto en tanto
la lluvia vela
los desgarros.
Apenas una tregua.
Un algo como manto de gemidos
una caricia fugaz.
Y después
nada.
Lamer la herida
para curarse
y continuar.
Extraviado entre esquirlas
el corazón se enciende
de jazmines.
Su sola blancura
define la existencia.
ANTIGUAS HUELLAS
Se abrió en gajos
el sol
hurgando
entre los árboles.
Desperezaba un canto nuevo
el benteveo.
Y en la mañana de enero
me sentí como nunca.
Como hacía tanto tiempo.
Liviana,
brizna,
casi nube
huella en la arena.
Me eché de encima
pesados fardos
culpas mías
y ajenas.
Esas que me endilgaron
y que fui ovillando
como áspera madeja
retorcidos alambiques
que ahogan
nutren fronteras
distancias
y vacíos.
Hoy no.
Ya no.
Recupero esta mirada
de atrapar el aire
de no morirme más en los umbrales.
Lleno mi copa entera
y reinvento pájaros
plena de esencias
embriagada de luces
y sosiego.
Tan sola.
Sola con ella:
mi nueva
recién amanecida libertad.
EL TIEMPO JOVEN
A mis hijas
Mis hijas llevan
el sol en la mirada.
Van por las calles
y el tiempo joven
las adorna.
Es un orgullo verlas
trepando cada aurora
caminando las plazas
bebiéndose la brisa.
Fueron nido
sus brazos,
remolinos de luna
para albergar la magia
de los ángeles nuevos.
He descubierto
-aunque mantienen el secreto que
dispersan por los cuartos
pentagramas de notas y colores
y abren
tras las ventanas
al clarear el día
senderos azules
para enfrentar los miedos.
Y la vida
es más fácil
entonces
y es un encuentro
con la casa
y los libros
con las palabras diarias
un cielo sin mentiras
un patio donde
cuelgan
la sombra y la rutina.
En torbellino
de relojes
cuadernos
y juguetes
arman el nuevo día
con puntual asistencia.
Y allí
cerca
el luminoso rito:
dejando atrás
la lluvia
las espinas
lo oscuro de un invierno deshojado
esparcen
con sencillez de gestos
el sol
sobre la mesa.
SÓLO ELLOS
En el breve patio
de tierra apisonada
ningún dolor está ausente.
La virgen en la ermita
y la imagen de un Jesús
desdibujado
conocen
murmullo de plegarias
vientos de soledad
universo del hambre
en carne viva.
Siglos así.
Mucho tiempo.
Sólo ellos:
maderos
en el confín de la esperanza.
REMAR EL SOL
Dormita el río
-paloma de fuego-
en la mitad del día.
Y en su fluir
desmadejado
leve
nace en brazos de sauce
y de silencio.
Remar el sol
y hacerlo germinar
en las orillas.
El pescador mira a lo lejos
y es la lejanía
costumbre de sus ojos
para empujar
la vida.
Río arriba
canoando el tiempo
sin bajar los brazos.
ESPACIOS
Ellos me ignoran.
Con prepotencia de cielo
crean su propia ruta
en la perturbadora inmensidad.
Tendida
en el último aliento
de la tarde
la quietud en derredor
conmueve.
Sólo en lo alto
juglaría en movimiento.
Majestad de planeos
vuelos rasantes
arabescos en círculo
provocan el candil de la primera estrella.
Se transparentan de altura
de espacio abierto
de libertad
en desbandado vuelo.
Adormecida
la luz
y la mirada
veo
mi limitado cielo urbano.
Precario transitar
por mínimos espacios.
Cruzo
el brillo de la hierba
el aire verde una luna temprana.
Y en el crepúsculo de nácar
a sus alas me entrego.
A sus ingrávidas alas
de infinito.
RADIO EN LA NOCHE
A veces
me acerca voces
queridas
olvidadas
de otro lado del tiempo
en la misma huella de la nostalgia
encarceladas de memoria
hablándome
en la noche.
Hablándome de esquinas sin ochava
de los tranvías
traqueteantes
sobre el empedrado
de un policía y su silbato
los niños en rayuela
los caramelos de goma
la desteñida ilusión
en calesita.
Y me sonrío.
Vaya si me sonrío
con un poco de miel
y otro poco de lágrima
atrapada en el dial.
Hoy
el aire es otro.
De nada vale socorrerse en las sombras
pedir que no desgrane el tiempo
su cuenta de naufragios
no haber dilapidado los incendios.
El secreto está en la magia.
Beber
sin prisa
la diminuta poción
de voces intangibles
y poder regresar
indemne
sin fisuras
a la fragua del día.
MIGRACIÓN
Sed y ceniza
en los ojos del cardo.
Ráfagas ocres
y azulinas
con aroma a remotos pedregales.
Detrás
y desde adentro
de adentro de la tierra
nacen los altos paredones.
Una paleta arde
en la piel
del silencio.
Y migra
-con adherencias de polvo y minerales-
el paisaje
al poema.
(Poema inspirado en una obra de la artista plástica Zulma Molaro)
PREGUNTAS
Inasible. Perfecta.
¿Es la ola
el símbolo
de lo que sólo existe en el instante?
¿Es renacer
en pleno rompimiento
en el ritmo
ancestral
de las mareas?
¿Acaso
imagen salobre
de la nada?
En disfraces de bruma
se intuyen
se evaporan
y se sueñan
respuestas.
DESNUDA Y LIBRE
La palabra
Hay horas
hay días
en que se resiste.
Pelea su libertad
su alada libertad
de no ofrendarse
en la barrera de un poema.
Desatinado impulso
contra el muro de los altos vientos
terquedad
de vencer la sequía
que agobia la labranza.
Vuela
la palabra
sin más armas que su propia vehemencia
sin más riendas
que su propio destino.
Así está en la vida
del otro lado del miedo
vadeando los fangales
exorcizando el polvo de ignotos socavones
volviendo pura el agua
y el deseo.
Qué importa que hoy no venga.
Lumbreluna
que restaña la tristeza
con el ínfimo peso de una lágrima
desnudamente sola.
Volverá
temeraria
a inmolarse
en un nuevo poema.
CÍCLICA
Gira
la mañana
en la certeza de su eternidad.
El viento de ayer
se repite en la fractura
de las ramas
y es la misma luz
la luz de siempre
que clarea la llanura.
Devienen infinitos
los verdes
y amarillos
aguaceros y soles
muertes y retoños.
La materia
germina sus esencias
cíclica
constante
como indescifrable juego
o arcanos signos
en la distancia.
Eterna desde el origen.
Algo distinto existe.
Distinto es el mirar
de los ojos que salen
a buscar sueños.
COSTUMBRE DE NACER
Quiero un canto de sol
que disperse
los malentendidos
el ambiguo rincón de los recuerdos
los huecos de silencio
la nada.
A esta hora
ciega
de la tarde
quiero un desvío de brizna
entre los árboles,
un curso de agua
que humedezca la piel
y las sales del dolor.
Quiero
de nuevo
esa nube que se instala en el techo de la casa
con la muda quietud de una campana.
Quiero
-minúscula, incansableuna
utopía que avente los exilios
que no haya más aludes de ceniza
en las grietas del día.
Y así poder sentir
que todavía
estoy naciendo.
ESA MUJER QUE ESCRIBE
Inclinada
sobre el escritorio
percibo
una mujer
entre papeles.
Un aire de silencio
la circunda.
No la sobresaltan las voces
cotidianas.
Ella guarda voces
más antiguas
ecos en la marea de sus días
escalofrío
de algún dolor
entre un siempre
y hasta nunca.
Unidos al papel
los ojos y las manos.
Escribe
con brasas
de su memoria
para perpetuar lo que no dura.
Se hizo noche en el cuarto.
Ella
seguirá escribiendo
hasta que también
se haga noche en su vida.
OFRENDA
Hoy ha dejado el ceibo
su centenaria ofrenda.
Con los brillos del alba
ha modelado en ráfagas
de pétalo sangrante
los charquitos pequeños
los bancos
las hamacas.
Y siente el caminante
un milagro de alfombra
enrojecida
sobre los silenciosos caminos de la plaza
después de la tormenta.
María Beatriz Bolsi de Pino
Nací un 15 de junio (Día del Libro) de 1945, en Ceres, pequeño pueblo del noroeste santafesino, en donde viví hasta los tres años. Me recibió, en tiempo de lapachos florecidos, la ciudad de Santa Fe.
Con la poesía nos tomamos de la mano desde mi infancia. Ella estaba conmigo en las clases de Declamación, en los actos escolares-de la escuela primaria y secundaria-, en las lecturas que elegía, en los borradores de los primeros poemas.
Años más tarde, los caminos me llevaron a estudiar Inglés y el Profesorado de Letras en la U.N.L. Después vinieron los años de docencia universitaria y terciaria.
La poesía siempre siguió acompañándome. Así formé parte de grupos literarios y publiqué mis poemas en muchas Antologías. Surgieron también los libros individuales: "Los caminos del aire" (1991), "El trazo infinito" (1999), "Imprevistas criaturas" (2005). En el Centro de Publicaciones de la UNL espera turno para su publicación, un libro de relatos : "La vida por delante"
Desde hace años me desempeño como Presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) Santa Fe, y desde esta Institución procuro estimular y difundir la obra de nuestros escritores, a través de Cafés Literarios, Encuentro de Escritores, Paneles en Ferias del Libro, organización de Certámenes
Literarios y de la Biblioteca de SADE.
Pueden encontrarme en Francia 3565- Santa -Fe o en mi correo:
mariabeatrizpino@arnet.com.ar
Cuadernos y palabras.
Edición Cooperativa de los Autores
-Coordina: Oscar A. Agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar
Colección LuzAzul.
Ego*
*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com
Pocos minutos después de los minutos primeros lo vi cruzando el umbral del océano y me pareció que venía escapando de una situación aciaga. Venía huyendo desde hacía varios siglos. No me equivoqué: este personaje huía de las historias vinílicas y de los autores documentados. Por esta razón creí que estaba en busca de un narrador que lo narrara. Que buscaba, por ejemplo, un Pavese, elíptico y mesurado que lo liberase de la grandilocuencia de las tragedias y del regodeo de las penurias. Fuimos a tomar algo al bar y le expliqué que los personajes que cruzan un océano están destinados a grandes historias épicas o amorosas, y por lo tanto, los autores, al conocer su estirpe, perderían todo equilibrio, toda modestia, toda serenidad, toda capacidad de síntesis. Se engolosinarían con su deseo de vivir y su conciencia. El comprendía esto pero no se resignaba.
En el bar llamaba la atención porque era distinto de todos los personajes que suelen beber algo conmigo. Siempre estoy con el jorobadito, o con Godot, o con Berenguer, o con Dulce Persona o con la Filídula. Siempre en el mismo bar, a la misma hora, en la misma mesa, con la misma gente. Pero no sólo por eso la presencia del personaje inquietaba al mozo y a los habitués, sino que también llamaba la atención por sus pies de cruzar océanos.
A mí me parecía pertinente que este personaje buscara un autor que le hiciera honor y justicia. Un autor que lo sacara del montón, que lo pusiera sobre relieve. Un Puig que lo hiciera más humano y menos peregrino.
El estaba seguro de que podía brindarle asesoramiento y yo también confiaba en mí porque sé muy bien lo que leo. Por algo bebo siempre con la misma gente: tengo claro con qué personajes me embriago y con qué desclasados exploro el mundo en el que vivo.
Este personaje, abandonado de toda teatralidad, era un caso conmovedor hasta para el mismísimo Pirandello porque, a diferencia de sus seis vástagos rechazados, éste huía de todos los autores que querían escribirlo. Yo, en su lugar, habría hecho lo mismo. Soy muy celosa de las palabras que me nombran, de los besos que me dan, de las veredas que coloco bajo mis pies, de los logros que admiro.
El y yo coincidíamos en que lo más apropiado para un cruzador de océanos de su estirpe era un relato que lo narrara en segunda persona. Pude sugerirle entonces, a la exquisita Lorrie Moore, verdaderamente fina e inteligente, capaz de escribirlo como él se merecía. Claro que la lengua inglesa no le resultaba a él (ni a mí) lo suficientemente atractiva. Es la lengua de los negocios, del turismo y las invasiones. La bella Lorrie, el amado Whitman, los viscerales beats, el mínimo Carver, el trémulo Cheever, sí estarían a la altura de su circunstancia, pero si lo escribieran en una lengua menos degradada por sus paladines políticos. Nos permitimos semejante chisme en un momento de alcohol y picardía.
A lo largo de la charla pensé en presentarle a Raúl Pérez, el escritor ecuatoriano que tuve el gusto de conocer. Consideré que su organismo y su alma podrían ser bien tratados por la sensible y poética narrativa de este autor no contaminado que le iba a garantizar también una índole de lector a la medida de sus huesos.
El me escuchaba atentamente, confiaba en mi criterio. Ese exceso de confianza me obligó a advertirle que a veces peco de demasiada sutileza y que, si seguía muy a pie juntillas mis cavilaciones, corría el riesgo de quedar afuera de los grandes relatos y de pasar inadvertido por los grandes medios, por los grandes editores, por los grandes críticos. Obviamente, todo lo grande a él le parecía chico.
Este personaje, acaso porque escribo desde el otro lado de lo escrito, acaso porque no escribo la clase de relatos de los que él venía huyendo a través de los siglos, vino a mí para que hiciera oír su voz de personaje a la deriva por el mundo de las futuras lecturas. Vino a mí para que lo salvara de los libros. Vino porque yo creo en pocas cosas, pero creo en los personajes y en los relatos que todavía no han sido escritos.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-31043-2011-10-29.html
ESTABA CANTADO*
Llegó y dijo, hoy no soy Ernesto soy el pintor loco. Los girasoles que traía parecían irreales por lo desmesurados. Eran como soles abiertos al delirio, ventanas del insomnio. Elegí el más grande de una belleza casi despavorida. Mi amiga me susurró:-vos siempre enloqueciendo a los hombres-. Me brillaban los ojos que entraban y salían del mar inabarcable.
El malecón era como el borde de un sueño.
Tiempo después olvidamos la belleza casi subversiva de las flores en la guardia del hospital donde lo dejamos. Me ayudó a sobrellevar la situación, saber que en el neuropsiquiátrico de Cuba lo iban a tratar bien, pero por sobre todo, lo que me decían mis amigas desde siempre, "ya vas a encontrar otro", si vos "volvés locos a los hombres."
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
Correo:
Venta de "Díptico", mi primer libro*
Hola a todos! ¿Cómo están?
Como bien indica el asunto de este mail, estoy vendiendo mi primer librito de poemas Díptico. El mismo es el resultado de un premio-edición en el certámen de poesía de ASDE "López Rosas".
Los pueden encontrar en la librería "El arca del sur", lugar hermoso y totalmente recomendable en Irigoyen Freyre 2935 (teléfono 4121093) o en mi persona, que soy mi propia vendedora jeje
El libro está $15. Cualquier cosa me avisan!!!
Un abrazo a todos!!! feliz de poder compartir mi poesía con ustedes
*Julia Ruiz. july_77@hotmail.com
*
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