lunes, agosto 18, 2014

ESE CAOS SECRETO DORMIDO EN EL ORDEN...

 
*Kamau Brathwaite.
 
-Fuente: "Vientos y mareas de West Indies/ De Jamaica a Guyana – 71 poemas".
 
 
 
 
 
 
 
LIMBO*
 
 
*Kamau Brathwaite
 
 
 
Y la vara del limbo es el silencio que está frente a mí
limbo
limbo
limbo como yo
limbo
limbo como yo
la larga noche oscura es el silencio que está frente a
limbo
limbo como yo
sonido al golpe de vara
y el barco parece estar listo
sonido al golpe de vara
y la oscuridad sigue firme
limbo
limbo como yo
larga y oscura cubierta y el agua rodeándome
larga y oscura cubierta y el silencio está sobre mí
limbo
limbo como yo
la vara es el látigo
y la oscura cubierta es la esclavitud
la vara es el látigo
y la oscura cubierta es la esclavitud
limbo
limbo como yo
al tambor la vara golpea
y la oscuridad está sobre mí
rodillas separadas
el agua está guardando secretos
limbo
limbo como yo
rodillas separadas
y el oscuro suelo está debajo de mí
abajo
abajo
abajo
y el tamborilero me está llamando
limbo
limbo como yo
el sol está saliendo
y los tamborileros me están alabando
más allá de la oscuridad
y el mudo dios me está levantando
arriba
arriba
arriba
y la música me está salvando
caliente
paso
lento
sobre el ardiente suelo.
 
 
 
 
-Kamau Brathwaite nació en Bridgetown, Barbados, en 1930. En 1949 obtuvo una beca para asistir a la Universidad de Cambridge.
En 1953 inició su trabajo en el programa Caribbean Voices, que irradiaba la BBC de Londres. Más tarde, en 1963, hizo su pasantía en la Universidad de West Indies, en Kingston, en el departamento de historia. El poeta se dedicó a estudiar la vida cultural del negro tanto de África como de toda la diáspora
africana y la cultura popular de los esclavos en Jamaica. En 1970 cofundó la revista Savacou. Y en 1992 asumió el cargo de profesor de literatura comparada en la Universidad de Nueva York.
La obra de Brathwaite es singularmente reveladora, al igual que sus aportes al desarrollo de lo que se dio en llamar “nation language” en el Caribe. De su obra poética se destacan: The Arrivants: A New World Trilogy (1973), Middle Passages (1992), Ancestors (2001) y Slow Horses (2005), entre otras.
 
 
*Del libro inédito de Eduardo Dalter "Vientos y mareas de West Indies/ De Jamaica a Guyana – 71 poemas".
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hilandera*
 
 
 
Aquí estoy, sin saber qué hacer ni qué decir.
Vuelta hacia adentro, sin recursos para nombrar
esta noche que tiene todos los desencuentros.
Salgo a indagar al infinito cielo y no encuentro
ni estrellas. Sólo una macilenta luna que,
cansada, está hilando el vellón de mis preguntas.
 
 
*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
Uno acomoda las cosas de siempre en cajones acostumbrados, pero el sueño muestra ese caos secreto dormido en el orden.
Y es un placer saber de ese mundo que no tiene cajones donde tranquilizarse.
 
 
*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La culpa*
 
 
Es la medianoche. Han apagado las luces del vagón para que la gente duerma.
 
El hombre lee a Saramago gracias a una débil luz individual.
Encuentra una frase que lo sacude: "La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre".
 
 
Recuerda a su padre, nacido en un hogar campesino en la Italia de 1923. Ese sueño que lo sacudió ya anciano: los lobos se comían a sus ovejas y él no podía hacer nada para evitarlo. Así se despertó, de esa cara de espanto de su padre, el hombre no se olvida. Piensa en su padre, en él, en sus hijos. En otros padres con sus hijos. Todos acechados y finalmente devorados por la culpa. El espanto no lo deja dormir.
 
 
En los sueños de muchos hay aullidos.
 
 
*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
Despierto,
náufraga de otra noche,
con el abrazo tibio
de la melancolía
cerrado en el pecho.
¿Adónde irán mis sueños
para volver tan tristes?
¿En qué lugares
vedados para mí
pasan la noche?
Pero me llama el día
y la rutina
con su plácida
certeza.
Los vastos
ritos del café,
la voz adormecida
de los hijos,
y el sol,
desde el jardín,
sobre mis rosas.
Dejo a la noche
lo que es de la noche.
Y tomo para mí
lo que me queda.
 
 
*De MARIANA FINOCHIETTO.
 
 
 
 
 
 
 
 
LOS ROSTROS DE LAS HOJAS*
 
 
Azrael, no hay luz sin sombras, ni muerte sin vida.
No hay temor, sin anhelo y si han olvidado nuestros nombres es porque nos recuerdan... más que nunca.
(La autora)
 
 
 
Abrázame Azrael. Hoy tengo mucho frío.
Frío de rojo oscuro, de bronce, de cementerio gris.
Abrázame, que huelo a ausencia.
Reencarnación que viene desde los desiertos más puros.
Desde la albahaca, de los crisantemos, de los brezos.
Desde los salitrales, de los ríos de azufre.
Has escrito y borrado mi nombre, tantas veces. Tantas.
Lo has escrito en destellante luz o en ébano
En los impiadosos ojos del otoño
En los miserables agujeros de la soledad.
Abrázame que hoy me duelen los rostros de las hojas
Hojas que caen. Plurales, singulares.
Temblor que anticipa preguntas sabiendo las respuestas.
Pañuelos y hojarascas. Que lejano el día que empecé a perderte.
Rostros con perfume a musgo y a magnolia.
No coloques hojas ni flores en mi tumba, pon piedras.
Queda una orfandad. Una patria desnuda.
Las manzanas son yeso, las estatuas, sal.
El sudor y la frente y la boca y las naranjas agrias.
Cubre mis pechos baba de un escorpión insomne.
Lloviznas ácidas. Rituales de egoísmo y envidia
Dioses de arpillera que huyen.
Y los busco y los persigo y doblan en la esquina del deseo.
Abrázame que hoy tengo frío
Y me duele tu ceguera que es la mía.
La lengua descalza hasta la pantorrilla.
El olor a moho, en el pelo.
En las sábanas. En las sienes.
El olor a rosa madre de carne deshojada.
Fetidez de traición en las urgentes batallas perdidas.
Abrázame. Tengo frío de barcos y las huellas, son vagas.
Marcas en la rosa. En el sedal En la metralla.
Figuras. Contraseñas. Y cruces.
Y la brújula esta loca y no encuentro el este.
Y aun no he podido descifrar los signos.
Y no encuentro los códigos secretos.
Y añoro, y me arrodillo.
Y una flecha de luz emerge de las hojas.
Y se detiene. Allí mismo. En el mismo lugar.
Se detiene.
 
 
 
*De Amelia Arellanoamelia.arellano01@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
una sola vez en la vida ...
no olvides apoyar en mi mano tu mano.
dejá de lavar esa camisa.
escuchame.
esto es importante.
esto es de vida o muerte.
esto es casi todo lo que voy a pedirte en la vida.
sé que quizá te sorprende.
sé que los hombres solemos ser menos menos
menos cariñosos
menos celosos
menos mandarte 80.000 sms por día
lo sé
pero eso ahora no tiene relevancia.
dejá esa camisa carajo!
escuchame
esto es de vida o muerte.
entendes?
no olvides apoyar tu mano en mi mano.
nunca.
nunca lo olvides.
si estamos en una reunión de amigos.
apoyá tu mano en mi mano.
si estamos bajo un aguacero en plena avenida Suipacha
apoyá tu mano en mi mano.
si dejo a un costado de mi brazo mi copa con vino
y queda mi mano allí
blanca lejana
como barcaza
sobre la mesa
que no pasen más de tres minutos
sin que el peso de tu mano caiga sobre ese sapo blanco
que es mi mano.
dame la camisa y el jabón.
yo lavo la ropa, querida, yo la lavo.
si querés hacete unos mates
cortá un pancito
y hacemos tostadas.
no voy a volver a decirte esto que te dije nunca más en la vida.
no me dejes jamás
reposar
la mano
solitaria
sobre ningún objeto
de ninguna parte del mundo.
haceme caso.
sé por qué te lo digo.
 
 
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DE LA INMOVILIDAD COMO GARANTÍA*
 
 
 
Dijo Macedonio que si no quedaba pan viejo para el día siguiente, que  si su hija llegaba por la tarde a acabarse el pan del día, que si la hija  que propiciaba el conjuro no se pinchaba el dedo con la aguja al coser. Dijo que si todas estas cosas ocurrían invariablemente, la muerte no lo hallaría  en su cuartucho, no lo sacaría de su madriguera tibia.
Y dijo Alfredo que de niño no quería ir a la escuela, y que se daba en esa época y esas horas en el patio a la imitación de los vegetales. Parado en silencio, tenía la mágica ilusión de que convertido en ficus por simple inmovilidad, pasaría inadvertido.
En las noches de terror de la infancia, yo, que sabía que el espanto estaba suelto en la oscuridad, me tapaba con sábanas y frazadas, intentaba la no respiración, el no latido, la quietud sin fisuras que no arrojase ondas que atrajesen a los depredadores.
Quietos, quietos. Que si no nos come el lobo.
Quietos que los espantos están desencadenados. Quietos que sube la marea. Quietos que llega la muerte repartiendo naipes de baraja española.
Y al que se quedó quieto lo arrastró el agua, lo llevó la mamá a la escuela, tuvo pesadillas como yeguas nocturnas. El que se quedó quieto fue descubierto igual. El que se quedó quieto perdió el juego, perdió el tiempo, perdió la vida.
Perdió.
 
 
*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
cualquier niño sin espacio
 
es habitante del tiempo
 
demora
 
como un sueño hace
 
 
 
*De alejandra alma. almaalma3h@gmail.com
 
 
 
***
 
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