*Obra de Claudia
Marting.
Rosario.
Argentina.
*
Era
como sentarse
al sol
en las tardes
tibias
de otoño.
Era
como entregar
al viento
la piel
desnuda.
Era
como soltarse
el pelo,
el corazón,
las amarras.
Se parecía,
lejanamente,
a ser feliz.
*De MARIANA
FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com
COMO UNA RED DE ECOS…
Red*
El deseo de la
palabra se desnuda, tiembla, hasta abrirse en el cuerpo como una red de
ecos.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
Cinco mares en
mi bolsillo*
Dependía solo
de algunas pocas cositas - pensé mientras dejaba la bolsa de los mandados
apoyada en la cocina - Sí, sólo de unas tres o cuatro cosas, dependía.
Yo quería
sentir que mi casa de una buena vez ya no era pequeña.
"esa mujer
siempre piensa que su casa es pequeña" dice un poema de alguien conocido,
según me contaron. Bueno, así mismo decía yo.
Ritual diario
de mover los pocos muebles con asombrosa estrategia, cruzar alargues y juguetes
y mascotas y empezar a sentir como comenzaba a subir desde las costillas al
esófago cual gusanito de primavera, la voz de mi vos diciendo: - No, no, mejor
no, mejor todo como estaba... y vuelta atrás, como el regreso de un amigo...
todo a su sitio.
Volvía yo de
los chinos, creo que un domingo y encontré una caracola en la vereda, te
apuesto lo que quieras que alguien la perdió, vaya a saber de qué playa y qué
verano fue que la trajeron.
Esa caracola
guardaba dentro, no un mar, guardaba como cinco mares. La puse en mi oreja y
caminé así y con la bolsa de los mandados todo el regreso a casa.
Cinco mares en
mi oído y en la caracola, y yo los había levantado del suelo y me entraban en
la mano y también en el bolsillo.
Abrí la puerta
de casa como una súper woman dorada y roja con cinco mares en mi oído.
Dejé la
caracola entre las plantas que viven arriba del calefactor que me niego a
prender.
Un mundo más
habita ahora mi casa pequeña, pensé... ¡Y no se sale ningún bordecito por las
ventanas! bah... algunos sí salen... entiendo que son los que van a parar a
otros mundos.
Sólo de algunas
chucherías y cositas dependía, sí sí...
y de un mar
en una caracola
en mi bolsillo
*De Paz
Bongiovanni. pazbongio@hotmail.com
*
Ella camina
descalza
sobre su
reciente invierno
en las napas de
su piel
el murmullo
primario
reclama
argumenta
convoca
el latido
distinto
que altere,
decisivo
lo cotidiano
inmutable.
Ella camina
descalza
sobre su
flamante invierno
y en las napas
de su piel
delira
naufraga
inaparente,
--pero tan
poderoso...--
el desconocido
legado
de las cerradas
puertas.
El mundo puede
seguir igual
sólo que, sin
este momento.
Ya no tiene
sentido buscar respuestas.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
DE LOS
ESCOMBROS*
Pensamientos
decrépitos
La soledad
arañando paredes
Perfilando
deshielos
en el ártico de
la existencia sin nombre.
Los años
penitentes
anegados en la
borrasca del alma,
los sueños
inconclusos
vagan
reincidentes en la cárcel del recuerdo.
Cada resquicio
inundado de llanto
y de las
sombras resucita la silueta:
años
adormecida, años mutilada.
La fuerza de la
vida domina
La incorpora y
la lanza al baile incrédulo del destino
y sosegada
canta.
Son imágenes de
un viejo cuadro.
*De Ruth Ana
López Calderón. anilopez20032000@yahoo.es
23-11-2011
*
Citarme en las
páginas de un libro!, no sabía que ponerme. Que oscura maravilla!
¿Nadie nos vio
entrar?
Salí apurada
traje sólo los anteojos y una forma de decir tu nombre.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
Final*
Taza de té de
por medio se miraron. El murmullo de las otras mesas les llegaba apagado. Cada
grupo con sus voces, palabras sueltas, risas.
Se sentían
dentro de globo de cristal. Nada les tocaba ni distraía.
Los ojos de él
recorrían cada milímetro de esa cara amada. Se detenían en los ojos húmedos,
grandes, donde las luces del bar se contoneaban produciendo chispas en cada
parpadeo, bajaban a extasiarse en la boca, de labios carnosos, débilmente
pintados con brillos rosa. Había besado y mordido esa boca con pasión y
deleite, ¿cuánto hace? ¿Años, horas, segundos? No lo sabía. Pero lo pensaba y
un raro escozor le invadía el estomago.
Estiró su brazo
por sobre la mesa buscando la tibieza de la mano femenina que no accedió al
reclamo. Inquirió con una mirada y un toque de alarma le llegó en esos ojos
huidizos y en el leve temblor del labio inferior.
Creyó en una
broma al escuchar –tenemos que dejar de vernos-, pero se heló su sonrisa cuando
advirtió dos gruesas lágrimas caer lento sobre el mantel.
-Vuelve de
Europa mi esposo. No puedo deshacer mi hogar. Por mis hijos, por mis padres,
por el lugar que ocupo en la sociedad. Perdonáme, lo vengo pensando una semana
y ya está decidido. Sos joven, no te faltaran oportunidades. Fui muy feliz con
vos. No me odies-
La vio irse
caminando entre las mesas. No pudo moverse. No pudo hablar.
Las palabras de
ella penetraban lento, le costaba entenderlas, como si hubiesen sido dichas en
otro idioma y tenía que descifrarlas con dificultad.
No sabe si pagó
al mozo, como caminó hasta la calle ni de donde salió ese camión ni de donde
esas luces que lo ciegan y que se apagan lentamente... hasta llegar la
oscuridad densa... suave... suave.
*De Elsa
Hufschmid. elsifumi@yahoo.com.ar
CIRUELAS ROBADAS
EN LA SIESTA*
Ayer, hoy,
acaso siempre.
La primavera se
alojó e mis vísceras.
Se alojo en mis
vísceras y lleva tu nombre,
Tu nombre que
es el mío Ajeno. Propio.
Tu nombre,
colonia de abejas en la siesta.
Y me viene,
profundo. Hondo. Impenetrable.
Dulce espina.
Punzante aguijón que crucifica.
Y tu nombre que
se clava en mi sur.
Y devuelve las
pupilas a los muertos.
Pan y vino en
los ranchos de chapas.
Mirra e
incienso en roñosas manos.
Lame el sexo
puro de las prostitutas.
Coloca
ungüentos en las llagas pestilentes.
Humedece la sed
de los borrachos tristes.
Tu nombre,
semillero. Punzada. Catarata,
Tu nombre que
es el nombre de los que me amaron tanto.
De lo que me
estaquearon. Escupieron. Odiaron.
Escupen
todavía.
Tu nombre,
sabor a sal, a rosa amada .A jagüel.
Y me llega una
escondida nostalgia, un dolor Un tormento.
Una negación de
mi nombre. No. No.
Madre apátrida.
Caballo que no llega.
Tu nombre
universal. Plural. Único nombre que me nombra
Tu nombre,
recostado en el abismo.
Hoy, la
primavera, ebria de sol, se alojó en mis vísceras
Y es magnolia.
Hermafrodita. Y así lo acepto.
Tu nombre que
es el mío. Ajeno. Propio.
Ciruelas
robadas en la siesta. Mías. ¿Mías?
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
*
La luna brilla
como una blanca bola de pool.
debajo suyo los
árboles estiran hacia ella sus pescuezos.
una jauría se
desarma en ladridos en medio de la calle,
dentro de la
habitación oscura
el fantasma de
mi madre ordena
mis camisas
tiende mi cama
echa perfumina
sobre las sábanas celestes
déjalo así,
Madre, ya no te ocupes
ven aquí
conmigo
necesito
dialogar con alguien
toma una silla
fumemos un
cigarrillo
cuéntame qué ha
sido de tu vida
después de tu
muerte
ella sale del
cuarto
con un par de
medias en las manos
las deja sobre
el respaldo de la silla
la corre
se sienta
y me sonríe
nos quedamos en
silencio fumando un cigarrillo
miro sus
cabellos
su boca
está intacta
el tiempo
dentro de la casa es una mariposa sin miedo
la noche deja
caer su cuero oscuro sobre las ventanas,
los perros se
muerden las colas y lloran
yo tomo la mano
de mi madre entre las mías
sonreímos
mientras la
Tierra gira imperturbable sobre el universo/
*De León
Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
Querido Bertolt
(respuesta de un hombre futuro) *
Cierto que
escapamos de un tiempo sombrío, pero siguiendo las implacables leyes de la
física, saltamos de la sartén para caer en el fuego. No obstante, también el
fuego ha cambiado, queridos antepasados, como todo lo demás. Ya no es una
llamarada que destruye lo que toca en cuestión de segundos. Ahora es un fuego
frío que va socavando la esencia misma de las cosas sin cambiar apenas su
apariencia, pero descomponiendo el interior hasta convertirlo todo en un
cascarón hueco.
La injusticia
sigue existiendo, pero ha aprendido a vestirse de etiqueta. Se escuda tras la
ampulosidad de términos vagos, que la salvaguardan de la humillación pública
que en el pasado pudiera provocarle su propia desnudez.
Sigue
existiendo la guerra, el más vergonzoso de todos los inventos del hombre, pero
también la guerra ha aprendido a mutar, a transformarse, a vestirse con pieles
de cordero. También han cambiado las armas: Las ametralladoras, las bombas, el
napalm, se nos antojan hoy armas inocentes. Esta era nos ha traído el arma más
temible: la publicidad. Así, el control de los medios de difusión se ha
convertido en algo estratégico. No es más poderoso quien más mata, sino quien
mejor sabe vender la filosofía según la cual esas muertes eran necesarias.
Hoy los rostros
de los justos están desfigurados, roncas sus voces, pues ya no es posible ser
amables en un mundo en el que la amabilidad se ha convertido en el vehículo de
la hipocresía, en un tiempo en que se enarbola la palabra verdad para
justificar todas las mentiras, en una era en que todas las palabras finalmente
han sido prostituidas por el uso aberrante que los humanos hemos hecho de ellas.
Admiro y envidio tu optimismo, amigo Bertolt, pero el tiempo en que el hombre
sea amigo del hombre es posiblemente la mayor utopía que puede concebir la
mente humana. Tal vez nos quede, paradójicamente, una esperanza que proviene
del horror: La deshumanización, el control de todo lo que nos rodea, que ahora
ejercen los grandes holdings y que muy pronto estará en manos de las máquinas,
puede ser el estallido que nos haga despertar, la piedra sobre la que se
edifique una nueva humanidad, en la que aprendamos a vivir de otro modo, a
desterrar todas esas palabras y a prescindir de todas esas vanidades que nos
han llevado a este punto en el que hoy nos encontramos.
¿Podremos pedir
nosotros indulgencia cuando llegue la hora, si es que acaso el futuro es posible,
si es que el hombre puede al fin salvarse de sí mismo?
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De prosas
breves.
***
http://inventren.blogspot.com/
Saladillo
Norte*
(De la Estación
Saladillo Norte – Ferrocarril Provincial)
Cuando el tren
se inauguró, la estación fue paso intermedio hacia Mira Pampa y su cabecera
estaba en la ciudad de La Plata. Por Saladillo Norte, iban y regresaban,
los transportes de pasajeros y los cargueros que luego trasladaban
las riquezas que se producían en la zona. Desde el Salado hasta los
bañados de Tapalqué, muchas de las estancias se fraccionaron en chacras, al
punto de que, en poco tiempo, había más de ochenta rodeando a la
nueva estación. El ferrocarril pudo ser una realidad, a partir del apoyo
económico de los estancieros que donaron tierras y de la ayuda de
políticos y de los vecinos.
El pueblo se
inició con la estación de ferrocarril, un almacén de ramos generales, una
cancha de bochas y de pelota y las chacras que se dedicaban, a las tareas
agrícolas-ganaderas. De esta manera se integraba por medio de las vías,
un extenso territorio incomunicado, abaratando los fletes con su
presencia.
Alrededor del
ferrocarril se desarrollaba la vida comercial y social de los habitantes y no
había nadie que alguna vez, no hubiese viajado en el tren: familias,
gobernantes, curas, actores, payadores, guitarreros.
La empresa fue
vendida a capitales ingleses que impulsaron a mayor escala, el transporte
de semillas, animales, correspondencia e inmigrantes que venían a
trabajar al campo y también a aumentar la población urbana.
Luego de
nacionalizaciones y vueltas a privatizar, muchos ramales fueron
cerrados, entre ellos, la estación Saladillo Norte. Casi
desaparecidos por completo, en la actualidad solo un vagón detrás de la antigua
locomotora, pasa de vez en cuando, arrastrando con ella la nostalgia y el
empobrecimiento de una zona, ayer resplandeciente.
Abuela decía
que ver pasar a un tren es como ver pasar el agua de un río, así de
hermoso y de productivo y decía también que un pueblo sin ferrocarril, es un
pueblo muerto. Yo le creí porque nada fue igual desde aquel día, en que
no volvimos a escuchar a lo lejos, el silbato anunciando su
llegada y no volvimos a ver a ese monstruo oscuro, recortándose en la
niebla, la hermosa columna de humo blanco y sus luces avasallantes
acercándose a la estación.
Nuestras
caminatas y juegos en las proximidades del predio no fueron los mismos y, sin
alejarnos de las vías, dimos más importancia a otros entretenimientos.
Entrecerrábamos
un poquitito un ojo y mirábamos al tras luz las bolitas de colores, contra el
sol, desafiando la ceguera pero era el único modo de saber, cual era la más
bonita y a esa la guardábamos en el botellón de “mejores”. Las mejores eran las
que más valían y se usaban en los campeonatos. No podían estar cachadas, tenían
que ser perfectas. En el mismo lugar guardábamos las quemadoras, esas canicas
más chiquitas que bochaban lindo a las demás y entraban al hoyo,
sin necesidad de ensuciarnos los dedos para quitarle la tierra. Un bolillón,
más bonito que los otros, podía cambiarse por una quemadora. Una
quemadora valía cinco de las bolitas comunes o tres de las de colores,
medianas.
Mi vieja nos
llamaba para tomar la leche y nos reñía porque teníamos las manos y las mangas
de los abrigos, negros hasta el codo y las rodillas de los pantalones que no se
salvaban ni con las rodilleras.
Cuando me
enamoré por primera vez nunca pensé que Martita iba a ser tan buena jugadora.
Le regalé una de las bolitas más nuevas. La había ganado en un campeonato y la
tenía de preferida pero no lo pude evitar y se la di. Aprendió a jugar. Ponía
una rodilla en el piso y el codo y apuntaba sacando la lengua por el costado de
los labios. Rara era la vez que no bochara a alguna y no acertara al hoyo.
Un día tuve que
romperle la nariz a un grandote que la miraba cuando ella se inclinaba y no
recordaba que tenía pollera pero después, todos se olvidaron de que era
mujer, por lo bien que jugaba y no había uno, que no la quisiera de
compañera en la competencia pero Martita, firme, en agradecimiento del
regalo que le hice cuando le enseñé el juego, competía solo conmigo.
Nos volvimos
imbatibles, juntamos dos frascos llenos de bolitas y todas ganadas en buena ley
y para que a Martita no la regañaran, los escondíamos en un pozo, detrás
de los galpones de la estación.
Después la mamá
le prohibió, a pesar de los llantos y ruegos, venir a jugar por no
ser actividad de “señoritas”. Creí que se me caía el mundo y una
tarde, me presenté en la casa de mi novia con los dos botellones y se los
regalé porque, a pesar del esfuerzo por desprenderme del tesoro, no
sentía de hombres el quedarme con ellos.
Martita me dio
el primer beso y yo toqué el cielo con las manos. Cuando empezamos la
secundaria nos anotamos en el mismo colegio para estudiar juntos. Ella era
mejor alumna y en casi todos los exámenes, a espalda de los profesores,
me soplaba las respuestas.
Nos pusimos de
novios en serio. A pesar de lo restringido de los horarios el padre, me
autorizó para que fuera a buscarla los sábados. No duró mucho el gusto por los
bailes y preferimos cambiar por ir a ver buenas películas. Quedamos fascinados
con Romeo y Julieta y ahí germinó la semilla del matrimonio pero todavía,
éramos demasiado jóvenes.
Abuela murió.
Martita empezó la facu, yo puse un negocio y a ambos nos fue bien.
Ella se recibió y compramos un departamento, aquí mismo, en Saladillo. Ahora
estamos esperando a nuestro segundo hijo. Ya tenemos los botellones y esta
historia de trenes, preparados para dárselos. Después de todo, si
nos enamoramos fue porque el ferrocarril cerró y nosotros nos dedicamos a
jugar a las bolitas.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS
JOSE RAMÓN SOJO. ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
GONZÁLEZ RISOS.
PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
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