*Dibujo de Erika Kuhn.
*
Te digo: en el
sueño
en una ciudad
de vidrio y jardín
futurista
te digo: había
un botón
como acá, en
este mensajeador (mensaje de amor, masaje de amor alternativamente corrige el
corrector,
este señor que
no entiendo pero que a veces se ilumina como una pepita en la lengua)
Había un botón
en la ciudad de vidrio
nítida
lo presionaba.
Por un lugar
como chimenea al cielo
ascendían
incontables corazones.
Te digo: podía
elegir el color.
Primero rojo,
después probaba azul y verde.
Era hermoso.
Se poblaba el
cielo de corazón.
Me decís:
corazones como nubes.
Exacto, así lo
vi.
Me decís lo que
sueño como si estuvieras
ahí, conmigo.
Te cuento:
sabía yo en el sueño que era vida en ese momento que
si agarraba un
corazón
de esos que
volaban
algo
maravilloso ocurría
algo distinto
para cada quien
definitivamente
maravilloso.
Sucedía, sin
embargo,
-sabíalo en el
sueño que era vida así-
que agarrar un
corazón era
definitivamente,
prácticamente,
imposible.
No importaba.
En el sueño que
era vida por un instante
yo me preparaba
elegía un color
buscaba
amarillo
me alistaba,
tomaba aire, fuerza.
Me decía:
presionás y salís.
Preguntaste con
buen tino: ¿volabas?
No, te aclaré.
Corría, a toda velocidad
Corría como un
animal veloz, intocable.
Y ya no supe
qué pasaba en el sueñovida.
Corría y corría
en el aire. Transparente.
Observaste, con
precisión absoluta:
Hay que agarrar
un corazón y correr.
Tan cierto,
pensé.
Tan real y
sueño: lograrlo.
Hay que agarrar
un corazón y correr.
Entonces, me di
cuenta por vos
de lo que se
trata este sueñovida:
recuperar el
corazón perdido que vuela entre nubes
ese propio que
dejamos ir
hasta que
decidamos correr a buscarlo
correr a sentir
todo de nuevo
en el tiempo
mínimo de cada latido
que poseemos,
regalado.
Agarrá tu
corazón, corramos.
(km. 2016)
*De Karina
Macció. karina@siempredeviaje.com.ar
-Karina
Macció (Buenos Aires, 1974) es escritora, editora, docente apasionada por
la traducción. Dirige Siempre de Viaje, talleres de lectura y escritura, y Viajera
Editorial, dedicada a la literatura contemporánea, especialmente a la poesía.
Es profesora de Semiología en el Carlos Pellegrini y egresada del colegio
Nacional Buenos Aires. Le gusta organizar encuentros donde la poesía brille y
sea una experiencia inolvidable.
Ha publicado Ocre,
Amarillo vol1 (Textos Intrusos); Mis Peores Poemas de Amor/My
love worst poems (traducido por Annie McDermott, Viajera), Diario de la
Transformación (Viajera), La Pérdida o La Pérdida (Viajera), impresos
en rojo (Gog y Magog), Ferina (La Bohemia), Lestrygonia
(Aurelia Rivera), Pupilas Estrelladas (Siesta).
ES VERDAD QUE LOS DÍAS NO TIENEN SENTIDO...
El camino que
sube a un costado del río*
De aquel árbol
salen silbidos,
musita alegre
sus melodías,
sus ojos
grandes
han bebido el
tiempo tibio,
ojos grandes
de manantiales
floridos.
Al árbol le
sale un ligero pelaje,
le crece sobre
su testuz de bagazo
que saluda la
tarde.
Debajo,
muy profundo en
la tierra,
durmiendo un
amasijo de cometas
el venado y el
ave abrazan sus juegos.
… Se querían
tanto.
El café abraza
con sorbos
los estertores
aromáticos de la resina.
Hay mares de
sol,
Sol morado,
con hojas al
vapor
crascitando
ostensiblemente tu nombre.
Es verdad que
los días no tienen sentido:
uno ha de
fracasar siempre
al hacer esa
búsqueda,
porque desde el
primer latido
de aquella
burbuja que atesoramos tanto,
tenemos la
ocupación de constructores.
¿Por qué
inundar nuestros cabellos
con tanto cielo
azul?
¿O cargar
nuestra espalda
con el efímero
peso de un espacio
con métricas
que escasamente son más grandes
que nuestro
existir en el mundo?
Nada tiene
sentido:
como aquel
árbol
o la semilla
que lo levantó.
Dar sentido a
los días
sin que lo
tengan,
a la guarda de
que puedan dar a luz
a un manantial
en constelación de peces.
Allá sube el
aroma del mundo
articulando con
pericia sus patas,
y es que este
arrendamiento de vida
es para
construir sentidos,
no para
buscarlos.
Oyendo así que
el árbol canta,
toma su flor en
tus manos
y haz que
nuestro reflejo teja un nido
en el escollo
gutural de los días.
*De hugo
ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
El niño*
(a mi viejo)
Más bonito
que el sol de
la mañana
abres esos
ojitos,
dulcemente,
como los abre
un niño,
aquel niño que
fuiste
que yo no
conocí.
Partió tu
compañera
no sabemos qué
hacer
con tu
tristeza,
hay despedidas
que son
insuperables.
Sin embargo,
tu gesto
protector
nos asegura
que nos vas a
cuidar
hasta el último
día,
como mamá.
*De Ana
María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
Villa Gesell
Regresarás,
porque el regreso*
Regresarás,
porque el regreso
es la madera
inevitable del árbol del destierro.
Regresarás
vencido, caminando despacio,
y esos mismos
lugares ya no serán los mismos.
El parque de tu
infancia ya no es el mismo parque,
tiene otro olor
el césped, otro color las piedras,
y esos viejos
senderos no recuerdan tus pasos
porque otros
son los pasos que ahora arañan su arena.
¿Dónde estarán
aquellos atardeceres tibios?
¿Dónde el
contorno ansiado de las adolescentes?
Contemplarás el
lago, su silencio temible,
pero es otro
silencio, no son las mismas aguas
que una vez
reflejaron la imagen de tus sueños.
Sólo serán los
mismos los nombres de las cosas,
los nombres de
las calles, los números, los coches,
y tal vez las
ausencias.
Y así, aun este
último reducto será como un rechazo,
como un viento
caliente soplando entre los árboles
y calcinando un
poco más los restos mortecinos
de tu agotado
corazón que lentamente va apagándose
hacia regiones
ciegas donde todo es exilio.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
De El rostro
prohibido
Incondicional*
No sé si
habrías podido prever este viento de otoño
cuando corrías
más rápido que una liebre para despuntar el vicio.
O para
satisfacer al abuelo, que te tomaba el tiempo con su reloj
dorado en la
esquina de Salta y Bolivia para comprobar
que siempre
llegabas antes del tiempo que aprueba la lógica.
Somos todos
indivisibles.
Aún así podemos
imaginar que salimos volando por la ventana,
como en un
cuadro de Marc Chagall. Eso pudiste saberlo después,
cuando la vida
trajo todo lo que no podemos medir.
A veces te
hablo y murmurás números con la mirada.
Las palabras,
pero también el cálculo de álgebra
flotan en la
habitación.
Me hacés
preguntas que no puedo
o no sé
contestarte, van quedando sobre la mesa,
al lado de los
apuntes. Casi todas se diluyen en el aire.
La birome que
usás se desliza como agua por los renglones.
Mirá si te
viera el abuelo.
Sacaría el
cronómetro para medir el tiempo en segundos.
Yo sigo acá. Y
te miro tratando
de entender
tanta pasión.
No se me ocurre
ninguna respuesta salvadora.
Llega el viento
de otoño (pareciera que para siempre),
y desordena
hasta las cuentas mejor ordenadas.
Flotando por la
ventana entra una brújula
que brilla
entre tanta tiza blanca esparcida.
Y nos consuela
señalando que no todo es incierto.
*De Cecilia
Figueredo. ceciliafigueredo@gmail.com
*
Entre las
formas del amor
prefiero
las que me
hacen reír.
Las que
despiertan
a la niña
que escondí del
goce.
A cierta edad,
se ha amado
tanto
con gravedad;
se han
respetado
los argumentos
de la novela
con la que nos
educaron
los mayores.
Se han plantado
árboles.
Se han tenido
hijos.
Para amarte
necesito
correrme del guión.
Para amarte
a vos
y al viento
desordenado
que traés entre
las manos.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
*
Me gusta pensar
que puedo
detener el viento
y saber en mi
cuerpo
cuándo se
avecina la lluvia;
que todo ser
viviente
puede
compartirme sus secretos,
y que si esto
no ocurre
es porque no
deseo
alterar el
orden establecido.
Me gusta pensar
que puedo
sumergirme en otras vibraciones
con solo
regular el ritmo
de mis impulsos
cerebrales;
que soy
imperceptible
en el rango de
las galaxias
e inmenso en el
nivel molecular.
Me gusta pensar
que vivo con
una cuota tolerable de dolor
que domestica
mi soberbia.
*De Jorge Santkovsky.
Preludio*
Un hilo de
música teje el día
hilando el
alma. Yo,
peregrina del
tiempo
–cuando las
palabras se resisten–
escucho esa
melodía...
Llegan entonces
las voces
que se llaman
por sí solas
buscando ir
corazón adentro
sobre mi sombra
herida.
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
*
Anidan en mi
boca tus semillas. Se deslizan por la lengua, se aferran a los dientes. No son
palabras, no son hijos, son monstruos que al salir a la luz tendrán mi mirada.
La verdad estaba en la arteria principal del alma, conectada a mi boca,
conectada a mi entraña, conectada al silencio que trago cada vez que intento
nombrarte.
*De Alejandra
Inés. elmomoeditor@gmail.com
*
Nada más mágico
que hacer resonar dos objetos lejanos. Por eso, la metáfora tiene un carácter
de alianza, casi de amor entre lo distinto y lo que parece imposible de unir.
Por esas razones aún la literatura más realista tiene contactos con lo
maravilloso
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
InvenTREN
Quisiera que
Estuvieras Aquí*
Me crié con la
idea de que en mi país todos somos holgazanes. Todo lo que producimos es
inútil. Que hasta el maíz y el chocolate, nacidos aquí, se hacen mejores si
vienen de fuera.
Crecí mirando
que a toda Latinoamérica se le educa igual: no aspiramos a otra cosa que no sea
tan sólo intentar copiar lo que viene de lejos de nosotros.
Siempre viví
despreciando lo hecho aquí, aún cuando las manzanas fueran iguales y no hubiera
mayor diferencia entre un pantalón de aquí y uno de allá, que la marca y la
leyenda “hecho aquí” o “hecho allá”.
Con el tiempo,
me comenzó a resultar difícil aceptar que todo lo que hacemos es inferior.
Un día, comencé
a notar que nuevos productos llegaban al municipio en que vivo: fruta colorida
como la luz que se refleja en la lluvia, y que se decían ser las mejores, todas
ellas venidas del pueblito de Morea, en el Partido 9 de Julio... Ropa hecha en
Morea, licuadoras, televisores, computadoras... Todo ello asegurando ser lo
mejor.
La gente por
acá los compraba y quedaba muy complacida de su adquisición.
Yo me alegré de
saber que por lo menos existía un pueblo latinoamericano orgulloso de sí mismo,
digno de su historia. Meses después de la llegada exitosa de los productos
(ideados, desarrollados y traídos directamente de Morea), se anunció la
construcción de una terminal de ferrocarril, aquí, donde vivo, y con destino
directo al pueblito argentino, rehabilitando la vieja Estación Morea. La obra
se anunciaba como la gran maravilla moderna, y un eje de comunicación y
comercio, tan importante que nunca se había ideado algo igual en la historia
del capitalismo. No entendía por qué un pueblo como Morea, quería comunicarse
con un pueblo como el mío, tan incrédulo de sí mismo y dispuesto en todo
momento a negarse.
Cuando la línea
del ferrocarril estuvo terminada, compré de inmediato mi boleto para ser de los
primeros en viajar, desde la terminal de Cholula, hasta Morea. Todo mi trayecto
no pude dejar de pensar en la gente que iba a conocer: imaginaba a todos
seguros de su pueblo, de su poder productivo, de su importancia histórica; no
como nosotros, siempre tratando de imitar a quien viene de lejos.
El viaje duró a
penas unas horas, pues la locomotora, poniendo en alto el lugar a donde nos
dirigíamos, era hecha completamente en Morea. Cuando llegamos, noté que la
locomotora de regreso estaba hecha en Cholula, lo que me causó algo de asombro.
Me bastó con
una inicial caminata para aumentar más este asombro, y desconcierto: la gente
allí vivía contenta de sus electrodomésticos, comía lo que, a su parecer, era
la mejor fruta, vestía gustosa trajes de todos colores y conducían vehículos
muy confortables... Y en todos ellos, y ante la vista de todo quien le mirara,
relucían las etiquetas que ponían en alto el lugar de donde habían venido esos
artículos: "Hecho en Cholula", y la gente se arremolinaba a la salida
de la Estación Morea, para ver a esa gente que venía de aquel orgulloso
pueblito mexicano, quienes creían en sí mismos, en su fuerza productiva, en su
importancia histórica... Quienes, seguramente, sólo venían para constatar lo
buenas que eran las mercancías que producían.
*De hugo
ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
JOSE RAMÓN SOJO.
ÁLVAREZ DE TOLEDO. POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
PARADA KM 79
ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO. KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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